XI. 69 (final)

Hyunjin regresó en seis minutos.

Ninguno de los dos habló cuando el nórdico quedó de pie en medio de la sala con el paquete de condones y lubricante embolsados, solo se miraron con el más puro deseo carnal. Hyunjin sobretodo, estaba consciente que, luego de esa noche, su relación tomaría otro giro (positivo, suponía). No le preocupó ir a una farmacia a comprar preservativos, esa vergüenza se le había quitado después de los 25, pero su mente sí estaba analizando las palabras y acciones del azabache. Claro que tenía miedo de lastimarlo o que Felix solo estuviera dejándose llevar por la ansiedad para complacerlo, pero recordó que su madre le explicó sobre no dudar de las decisiones de la pareja, aunque nosotros mismos tengamos otro criterio.

Definitivamente, Felix se lo había pedido porque estaba listo para dar ese paso.

Avanzó hacia él, viendo cómo el azabache caminaba hacia atrás sin quitarle la mirada hasta alcanzar la puerta.

Al entrar ambos, Hyunjin comenzó a desnudarse con rapidez, mientras observaba que Felix imitaba sus acciones. Arrojaron sus camisas y pantalones a una esquina, junto con los bóxeres, sin romper contacto visual. Estando completamente desnudos, el nórdico pasó una mano sobre los hombros y clavícula del otro para redescubrir la suavidad en su piel pálida, la cual no resistió a besar repetidas ocasiones mientras dirigía su camino hacia la cama para recostarlo.

Tomó la mandíbula para comenzar un beso fuerte. Aprovechó cuando Felix abrió su boca para meter su lengua, combinar sabores y aumentar la libido en los dos. En esos momentos, Hyunjin no se frenó por lo que conocía de Felix; se dejó llevar por sus gemidos.

—Parece que estás igual de duro que yo —dijo al estar acostado encima y chocando su pelvis con la ajena.

—Mnh... Lo estoy.

—Me alegra, porque hoy vas a tocar el Valhalla —volvió a besar al ojiverde y profundizar su contacto, pasando las manos por la cintura y nalgas. Sabía que Felix enloquecía con los besos, pero al parecer su cuerpo vibraba cuando usaba ese tono provocativo con él.

Al terminar el beso, se retiró para recostarse a un lado del azabache.

—Intentemos la posición que llamó tu atención en la biblioteca, amor.

Felix se sonrojó, pero sin cohibirse trepó el cuerpo de su novio, sentándose dando la espalda, dejando su trasero sobre la cara del otro. Sobra mencionar que las erecciones en ambos palpitaban por ser atendidas.

—Uhm...

— ¿Pasa algo? —preguntó el nórdico frotando sus glúteos.

—Es más grande que en las ilustraciones —respondió Felix, refiriéndose a la longitud del martillo de Hyunjin. —Podría ahogarme.

—Je, no te asustes. No lo tienes que meter por completo en tu garganta. Basta con que lo lamas.

Decía eso, pero era muy nuevo para él. Apenas entendía lo que implica el deseo sexual en su máxima expresión, pero no podía ignorar el calor y la imperiosa necesidad de sentir más. Así que tomó iniciativa y bajó su cabeza para lamer la punta rosada de su novio, mientras Hyunjin paseaba sus manos en sus glúteos, apretándolos y besándolos en cada oportunidad. Inmediatamente sintió la lengua del rubio recorrer la base de su erección, sacándole gemidos por la estimulación.

Se dispuso a devolverle el gesto y continuó dándole chupadas en su glande hasta aventurarse a abrir su boca y engullir el poderoso falo. Era nueva toda la sensación, aunque se sorprendió más Hyunjin estuviera tan duro, como maldita columna de concreto. ¿Significaba que estaría tan excitado como él?

— ¡Ah! —gritó, mirando sobre su hombro al otro cuando la estimulación se enfocó más al sur y el nórdico abrió sus nalgas con sus pulgares para dejar a la vista su culo.

¿Qué era ese calor subiendo por su espalda y en su miembro?

—Felix...

El vaho del aliento del rubio pegó contra su entrada, lo que le ayudó a darse cuenta que estaba pasando: entregar su cuerpo por completo.

No tuvo mucho tiempo de pensar antes de sentir la lengua insistir en abrirlo, humedecerlo y excitarlo, mientras él intentaba seguir un ritmo constante en su felación.

Una respiración rápida. Electricidad en su espalda. Su cuerpo siendo movido.

Hyunjin había cambiado posiciones, dejando al ojiverde recostado en la cama mientras él migraba a seguir estimulando su entrada con la boca. No podía describir el sabor del menor, solo sabía que su erección estaba ansiosa por unirse a él. Quería mantener la paciencia también para disfrutar ese momento y atesorarlo en su memoria porque compartir cuerpo y alma era el epítome de su relación.

—Voy por el preservativo, amor —avisó, dejando su estimulación con la lengua.

Caminó hacia el mueble donde había dejado la compra de la farmacia, regresando a la cama; se arrodilló frente al azabache, abriendo el tubo de lubricante para verter el líquido sobre su propio pene y en la entrada del otro. Fue una cantidad considerable para que Felix pudiera relajarse al sentir que Hyunjin presionaba con su pulgar su entrada.

—Mnh...

—Lo haré despacio, ¿vale?

—Se siente... Raro.

—Pero ¿no duele?

El ojiverde negó con la cabeza y abrió un poco más sus muslos para permitir la estimulación. La sensación era diferente, un calor que se extendía por toda su pelvis y desembocaba en su culo; podía sentir un ligero ardor cada vez que el pulgar de su novio lo abría con gentileza, llenándolo, hasta que sin darse cuenta, él había empezado a mover su cadera automáticamente en busca del dígito entrando y saliendo.

—Hyunjin...

— ¿Otro más? —refiriéndose a sus dedos.

—Ah...Si... Por favor.

El aliento combinado con el aroma corporal del nórdico lo estaba llevando todo a otro nivel. La respiración agitada, el contacto con su piel, las manos que lo poseían, su voz resonando cerca de su lóbulo, los besos en el cuello que acompañaban la estimulación. Era tan erótico, por todos los dioses.

Los dedos abandonaron su labor y el sonido de un paquete de condón siendo roto cortó el silencio. Hyunjin se masturbó un poco para colocarse el preservativo, notando que Felix lo observaba atentamente; vertió más lubricante y se posicionó en medio de las piernas del azabache.

— ¿Estás... seguro?

Vio que Felix se mordía sus labios, pero asintió en silencio. Entonces, acomodó su cuerpo, tomó su miembro por la base y lentamente presionó.

Felix respiró profundamente y cerró los ojos, esperando la invasión, hasta sentirse dilatado. Arqueó su espalda, moviendo sus manos hacia los antebrazos del rubio para sostenerse.

Como había prometido, Hyunjin avanzó despacio a través del anillo de músculos que lo apretaban.

Felix enterró sus uñas en la espalda de Hyunjin al sentir que su glande buscaba acoplarse a su cuerpo. Era una sensación extraña, dolía. Sin embargo, no era un dolor terrible. Miró a los ojos de su novio en todo momento, respiró hondamente hasta que su entrada se acostumbraba. Sus jadeos inundaron el cuarto, como su cuerpo era inundado centímetro a centímetro por la masculinidad del hombre, logrando su cometido: desvirgarlo.

—Duele... —susurró.

—Dejará de doler, lo prometo —la voz de Hyunjin era completamente seria, como si el acto que acabara de realizar lo atormentara. De cierto modo, era verdad, pero porque él temía producirle dolor. Lastimar a Felix era imperdonable, así que trataba de ser lo más gentil posible. Lo tomó de la cintura y empezó a moverse. Las paredes cerrándose sobre él. Era un abrazo delicioso.

El rubio aumentó el ritmo una vez que las piernas del ojiverde lo envolvieron a modo de bienvenida. Felix relajó su cuerpo y se dejó a merced de las caricias del otro; su miembro entrando y saliendo continuamente empezaba a llenarlo de calor. Dejó de sentir dolor y reconoció el verdadero significado del placer, de lo condenadamente bien que se sentía. ¿El placer era una ilusión? Temía que fuera mentira, al estar siendo amado en cuerpo y alma... Lo podía sentir, con cada embestida que lo marcaba, con cada beso repartido y las manos enlazadas.

—Hyunjin...

Deseaba sentirlo por completo, cosa que él notó en seguida, así que adoptó una nueva postura que los conectaría más. Hyunjin lo jaló hacia él, quedando sentado y Felix a horcajadas suyas. Esta postura se conocía en el libro del tantrismo como flor de loto, la había reconocido; había tenido un buen rato de entretenimiento al respecto de este famoso escrito en la biblioteca.

En esa postura, su pene logró enterrarse hasta lo más profundo de Felix, quien arqueó su cintura en placer.

— ¿Qué pasa? —preguntó él al sentir que el ojiverde cerraba los ojos con fuerza. — ¿Te duele?

—No es eso —respondió. —Debo estar enloqueciendo entre tanta pasión.

— ¿En serio? —dijo en tono lujurioso, moviendo su erección de nuevo a propósito. —Entonces déjame escuchar como enloqueces, Felix. Quiero que tu cuerpo sepa quién es responsable de tu primer orgasmo.

A la altura de su rostro se hallaban los botones rosados, a los que se lanzó a besar y succionar mientras penetraba con fuerza, con velocidad. Duro, sin piedad, sin tregua, golpeando dentro de él. Húmedo, extremadamente apretado y sensible. Sentía que el ojiverde estaba al borde del éxtasis.

— ¿Me amas, Felix? —preguntó a modo de exigencia, maravillado de los gemidos de su amante, pues sabía perfectamente que le costaba trabajo formular una respuesta coherente.

—Hy...Hyunjin... —gimió el menor, con un choque eléctrico en su espalda, atrapado entre los murmullos del otro en su oído.

"¿Te gusta?"; "¿me sientes dentro de ti?"; "¿sientes cómo te lleno con mi amor?"; "anda, dímelo vida mía"; "volvámonos uno solo"; todas las frases para que el erotismo lo hiciera delirar. No supo describir lo que ocurrió a continuación, solo que su entrada se expandía y se cerraba compulsivamente, succionando el falo erecto con necesidad. Felix predijo lo que sucedería, pero antes de poder decir otra cosa, su orgasmo cerró su garganta. Sus paredes se volvieron rígidas y dejó escapar un jadeo descomunal, abrazado de Hyunjin. Supo que el rubio había culminado a la par suya por la expresión de placer en su rostro.

...

Exquisito.

-o-o-o-o-

Felix despertó en medio de la madrugada. Diablos, su culo ardía, pero sabía que era perfectamente esperado después de haber tenido sexo. Aunque hubiera querido ser advertido del grosor de su novio.

Se levantó de la cama para buscar agua fresca en la cocina, escuchando en seguida pasos que se le unían. Hyunjin se acercó para besarle el cuello mientras llenaba el vaso de vidrio y bebía.

—Mmh... Hyunjin —ronroneó antes de dejar el vaso y girarse hacia su novio. —Me gustó mucho el sexo contigo.

—Yo estoy considerando volvértelo a hacer.

—Ay, pero todavía me arde —respondió con preocupación.

—Je, es broma. Fue tu primera vez. —contestó el rubio, rodeándolo con sus brazos por la cintura.

Quedaron estoicos, mirándose. A veces Hyunjin se perdía en la profundidad de las esmeraldas del otro, sintiéndose agradecido de poder compartir esos breves instantes de calma con él. Por todos los dioses, ¡le había hecho el amor! ¿qué tan maravilloso había sido? Ahora caía en cuenta de ello.

Le dio un beso pequeño en los labios, antes de disponerse a regresar a seguir durmiendo, girándose.

En ese momento, el ojiverde tomó la manga para impedir que avanzara.

—Hyunjin... Quiero quedarme aquí contigo, en Noruega.

La petición fue, quizá, demasiado clara.

— ¿Pero qué hay de tu hogar, de Emily y Chris? Tus hermanos van a quedarse con todas las propiedades que tus padres deseaban que tuvieras.

—Lo sé —respondió con suavidad y ternura en su voz, mirándolo. —Pero estos días, estando aquí juntos, me dio la claridad que buscaba: Desde niño quise encontrarte y cuando lo logré, no pude describir la felicidad que me invadió poder tenerte para mí y tener una relación romántica de ensueño... Eres lo más sagrado y vivir aquí me ha permitido sentirme más seguro, amado, aceptado y protegido. No quiero perderte ni regresar a un sitio donde las paredes me limitan.

Oh, amor mío, pensó el rubio, regresando con él.

No era difícil adivinar su opinión, que Felix había perdonado a sus hermanos y sus mierdas. Él no sería tan compasivo, o paciente, o a escuchar tu voz interior, pero el ojiverde poseía una genuina forma sencilla de mirar la gran esfera de los conflictos humanos que le dejaba entrever lo que era importante de verdad:

— ¿Estás seguro? —preguntó.

—Completamente —respondió el azabache con una sonrisa pequeña.

Hyunjin juntó su frente a la del ojiverde. Si bien, él deseaba concluir la misión de dejar a Felix como sucesor oficial del matrimonio Lee, ese papel de tutor quedaba obsoleto si se quedaban en Noruega... Para el bien de ambos.

¿Debía ser así?

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Todos los créditos a la autora original @CentauroZafiro

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