VIII. Recelo

"Es lo mejor para ambas partes"; "Bueno, habría que haberlo previsto"; "Uno no siempre tiene lo que quiere".

¡Pura mierda barata!

Hyunjin se había levantado de su asiento, amenazando con ir a reclamar a cada miembro del jurado sobre su veredicto no sin antes callar al resto del público asistente con un estrepitoso "¡Ustedes qué van a saber!", y ciertamente, ¿quién podría comprender lo que esto significaría para Felix? Ya no se trataba de la empresa, sino del patrimonio que sus padres le habían confiado, pero que caería en manos de sus dos idiotas hermanos.

—Señor Hwang, silencio —ordenó el juez. —El veredicto es irrevocable y le sugiero que consulte con su abogado las opciones que tienen. Su VISA está condicionada a continuar su papel de tutor; mientras se aclara el asunto de la repartición de bienes, debe volver a Noruega.

— ¡¿QUÉ?! —preguntaron al unísono el nórdico y Emily.

¿Había oído bien? ¿Regresar a Noruega? ¿AHORA? Ni de coña.

—Lo lamento, me parece que hubo un malentendido, su señoría —replicó Hyunjin. —Este juicio no tiene nada que ver con mi periodo de permiso aquí en Inglaterra.

—Tiene razón, señoría —acompañó Chris, de pie. —El juicio en sí mismo tomó por sorpresa a mis clientes y es obvio que el señor Hwang no tiene pensado salir del país, mucho menos en las condiciones actuales. Además, no se nos permitió hablar con los abogados de la contraparte en ningún momento.

—Abogado Chris, hubo un llamado contundente para adelantar el juicio, es verdad —confirmó el juez. —Pero bien sabe que una renovación en la VISA debe llevarse a cabo en el país de origen. A menos que el señor Lauyfeson decida vivir en Noruega, su tutor debe cumplir con ese trámite o será considerado inmigrante ilegal. Se le concederá una semana para arreglar los asuntos que le competan en esa materia. Este caso queda cerrado. Se levanta la sesión.

Hyunjin apretó sus puños y dientes. Entonces, toda esta parafernalia ridícula fue una excusa de John y Andrew para quitarle la empresa a Felix y expulsarlo a él de su familia como venganza por proteger al azabache. Mierda, sabía que el par de granujas eran rencorosos y avariciosos, pero no tan miserables. Es decir, si todo era por dinero sin importarles llevar al extremo la poca estabilidad mental de Felix... Eran un par de imbéciles traga mierda. Y lo pagarían muy caro. Oh sí que lo harían.

-o-o-o-o-

Desde que oyó el veredicto, Felix había quedado inmóvil en su asiento, cabizbajo. No se movía, ni aparentaba estar escuchando, pero, todo lo contrario: en su atormentada mente había cientos de voces desesperadas por encontrar una válvula de escape, misma que estaba cerrada por el mismo azabache. Eran los sentimientos de rabia, enojo, tristeza, decepción, impotencia, agobio, desolación, miedo y desconfianza recorriendo su cuerpo y cabeza.

Debía reconocer que su capacidad de ser funcional era algo inalcanzable. Primero había sido una daga clavada para recordarse a sí mismo no ilusionarse con esa fantasía, así ya no sentiría intranquilidad de saber lo que todo el mundo ya señalaba a sus espaldas: su autismo. Por eso entendía el veredicto, y en cierto grado, no le había sorprendido – demasiado – la decisión.

Pero no pudo soportar oír la segunda terrible noticia sobre Hyunjin.

Ahí sintió un nudo en su garganta y una sensación de asfixia al tener un ataque de ansiedad tan abruptamente; pero no fue un ataque visible que lo dejara temblando, sino una nueva forma que lo mantuvo paralizado. Felix temió no poder respirar con normalidad durante el diálogo acalorado del juez, Hyunjin y Chris, así que optó por cerrar los ojos con fuerza e intentar detener todos los estímulos que latigueaban su psique. Tapó sus orejas con sus manos y se inclinó sobre sí mismo para negar la realidad.

Él entendía por qué no podría manejar la compañía de sus padres, incluso ya había aceptado con relativa calma que sus hermanos manejaran ese negocio, pero alejarse de Hyunjin, no.

No, no, no, no, no, no, no, no. Se repetía una y otra vez.

Porque no era justo. ¿O acaso era el precio a pagar por no ser promedio? ¿Por no ser suficientemente normal? Él tenía un intelecto extraordinario para el arte, idiomas y memoria fotográfica, pero ¿de qué servía todo si no podía compartirlo con Hyunjin? Sabía que no sería por siempre su ausencia, pero le estaba partiendo el alma asimilar la idea que no estaría a su lado.

Quizá en el juicio dijo todo mal sobre ser un Savant y confundió a todos con su negativa de ser "funcional". O quizá de verdad no era aquel Felix valiente y abierto al cambio en el que deseaba convertirse, aquel que lo impulsaba a dar dos pasos hacia delante y confiar ciegamente en el hombre que amaba.

No importaba realmente. Ya no.

-o-o-o-o-

— ¡Felix!

Hyunjin había perdido todo sentido del tiempo al entrar en un debate sin salida y cuando se dio la vuelta para tomar un respiro, notó que el azabache estaba ensimismado, vuelto un ovillo con sus ojos apretados y oídos tapados. Él sabía que en esa postura estaría teniendo un ataque de ansiedad, por lo que se apresuró para poderlo tomar contra su pecho y darle el soporte que necesitaba.

—Felix, mírame. Estoy aquí. Mírame —repetía tratando de quitarle sus manos de la cabeza. —Abre los ojos, amor. Necesito que me veas.

Felix lo podía escuchar incluso a través de su piel cubriendo sus canales auditivos y fascinantemente, podía ubicar perfectamente sus ojos, aun con sus párpados cerrados. Era una maldición tener una percepción remarcada, porque sentía absolutamente todo. Y no quería. Las palabras de Hyunjin le dolían. Le dolían porque, aunque intentara darle alivio, su cabeza solo albergaba una cólera y dolencia más fuerte que todos los insultos de sus hermanos. Un día sin él sería mil veces peor.

Chris y Emily se habían quedado detrás de Hyunjin sin intervenir. A esas alturas, el rubio era perfectamente capaz de ser el soporte del otro.

El ojiverde no gritaba, pero su ataque se había prolongado más de lo usual, sin embargo, el nórdico no desistió en intentar ayudarlo y pensó por un segundo pedir ayuda a la corte, pero era evidente que la doctora Rachel no se acercaría. No estaba dentro de sus honorarios calmar a un autista en medio de los tribunales. Eso lo constató cuando volteó a pedirle auxilio con la mirada y ésta devolvió sus ojos, exasperada.

Un par de minutos después, Felix finalmente bajó sus brazos y abrió los ojos. Al segundo de hacerlo, sus preciosas lágrimas corrieron por sus mejillas, en tanto el nórdico las limpiaba con sus pulgares.

—Felix...

—Cariño, ¿te encuentras mejor? —preguntó Emily, tomando una de sus manos.

El ojiverde miraba al suelo, callado. Se le había ido la voz y ese ataque lo había dejado exhausto porque no pudo exteriorizarlo por completo y de la forma convencional. Atinó a asentir con la cabeza sin hablar nada hasta que salieron de los tribunales y subieron a un coche rentado.

Hyunjin especialmente se había encargado de escoltarlo fuera del alcance de Andrew y John. Anticipaba un diálogo agresivo y agudamente hiriente, el cual no permitiría a Felix enfrentar en el estado que se encontraba, sin embargo, eso no eximió al par de patanes acercarse y dar una falsa sonrisa de tregua.

"¿Tregua? Tregua mis bolas" respondió el rubio antes de cerrar la puerta del carro.

Estaba cabreado. A pesar de ser un adulto, parecía un adolescente voluble a todo. Sabía que no era propio perder el control, pero no podía cruzarse de brazos al mirar que Felix había sido lastimado, perdido la herencia de sus padres y humillado por sus hermanos.

Pero juraba algo: John y Andrew pagarían por la ofensa.

En el trayecto a casa, Felix no quiso soltarse del abrazo de Hyunjin, queriendo calmarse. A pesar de que Emily y Chris estaban tratando de explicarle que la mansión seguiría siendo su hogar y que Hyunjin regresaría después de realizar el trámite correspondiente, el azabache se aferraba al rubio, mirándolo en silencio, pero con una gran tristeza recorriéndolo.

Era ilógico, irracional, imperfecto e inmaduro. Felix estaba consciente de su reacción, de que no era el fin del mundo, pero quemaba tanto... Tan enamorado estaba de Hyunjin como para no desear separarse ni un segundo de él. Y aunque quisiera obligarse a sí mismo a mantener la compostura, no podía.

-o-o-o-o-

Al arribar del desastroso juicio, ya caída la tarde, Emily intentó tranquilizar a su amigo, resultando inútil el esfuerzo por distraer su atención de Hyunjin. Simplemente Felix había decidido no despegarse.

La chica miró hacia el rubio, pidiéndole con la mirada que convenciera al ojiverde para que entrara en razón. Hyunjin solo asintió, caminando con Felix hacia el gran jardín.

Una vez ahí, ambos se sentaron en una banca de mármol. Felix seguía aferrado de la manga del otro, ajeno a todo lo demás.

—Felix... —llamó suavemente Hyunjin, tanteando el terreno para poder entablar una conversación con él.

—Fue mi culpa —respondió sin ánimo el azabache.

—No, no lo es

—Pero dicen que lo fue en el juicio. Mis palabras fueron verdaderas, pero eso no importa; van a separarnos porque yo no supe defender lo que amo.

—No es separación, es un trámite necesario para poder regresar contigo por más tiempo

—Mis hermanos no permitirán que regreses

—Tendrán que intentarlo sobre mi cadáver. Ellos no pueden interferir en nuestros planes.

Felix entreabrió los labios, mudo. Era irónico que su cabeza diera vueltas y los estímulos no pararan, pero se viera tan silencioso por fuera; él ya no confiaba en la "justicia", o lo que había leído en sus libros de derecho, ni en la famosa fe. Ni siquiera entendía el motivo de la envidia de sus hermanos, ni cuál había sido el detonante para que lo trataran diferente... Pero a la vez, lo sabía.

—Hyunjin... —lo llamó, estrujando aún más la tela de su suéter. Ya había perdido el elástico. —Te causaré más problemas si te quedas conmigo, ¿cierto?

El rubio enarcó una ceja. ¿Qué decía?

—Es, es, es... No te preocupes por mí... Vuelve a Noruega. Yo... Voy a estar bien—continuó Felix, en un hilo de voz bastante forzado, en el que claramente le costaba formular las palabras por una sencilla razón: él mismo odiaba lo que su cabeza exigía que dijera, lo que el resto de la sociedad esperaría que él dijera en una situación así. —Estoy acostumbrado a no entender y creo que estoy siendo egoísta si te pido que regreses, ¿cierto? Me dijiste que extrañas a tus padres. Yo también extraño a los míos... Pero ellos se fueron, igual que tú vas a irte... Y volveré a estar solo.

De todas las personas en el mundo que le habían podido dar esperanza de ser algo más en su vida, Hyunjin fue un parteaguas, y creyó que podría dejar de sentir miedo, pero... ¿Cuál era el punto de luchar contra la realidad? Pensaba Felix.

—Entonces te llevaré conmigo.

La voz del nórdico resonó en su cabeza. ¿Qué había dicho?

—Puedo llevarte a Noruega mientras tramito mis papeles para reingresar a Inglaterra —reiteró el rubio, colocando sus manos sobre los hombros del otro. —Sería una o dos semanas, estaríamos juntos y no tendrías que preocuparte por nada.

— ¿Eso es posible?

—Por supuesto. Tengo mi casa en Noruega y serás bienvenido.

El ojiverde sumió sus labios, meditando la oferta. Parecería viable para cualquier persona, aunque no podía olvidarse que él poseía un apego obsesivo a su rutina, lo que indirectamente implicaba que las cosas materiales, el entorno, las personas y lo que rodeaba su vida en general, eran vitales para que no tuviera ataques de ansiedad cada tres minutos. Sería la primera vez que viajaría hacia un país ajeno, y aunque él sabía hablar noruego, la sola idea de abandonar temporalmente su hogar, le incomodaba. Sin embargo, Hyunjin estaría con él. No podría pasar nada malo si ellos permanecían juntos, ¿verdad? Sus hermanos no lo molestarían y tal vez le vendría bien un cambio.

Felix bajó sus manos y su cabeza, cohibido, pero con un poco de coraje.

—Hyunjin, ¿soy tu novio?

El rubio arqueó sus cejas. —Por supuesto que sí.

— ¿Me quieres?

—Claro que te quiero, Felix.

— ¿Me das un beso?

Hyunjin sonrió de lado, tomó las mejillas del azabache, acercándose para besarlo como le había pedido. Su beso fue para calmarlo, para decirle que todo estaba bien y que, a veces, el plan estrella no siempre se cumple y que eso no tiene nada de malo. Siguió besándolo despacio hasta que el azabache lo detuvo con su mano sobre el pecho.

—Me gusta ser tu novio, Hyunjin. Siento un fuego muy cálido cada vez que me besas y no quiero que se detenga, ni por un solo día.

—Entonces ya te has decidido.

—No me agrada separarme de mi hogar y de Emily, pero es impensable que tú y yo nos separemos si nos queremos. Sé que es temporal y que vas a cuidar de mí, solo que... Me da miedo. Nunca he salido de la ciudad.

—Te prometo que no me separaré de ti —respondió el nórdico, besando su frente. —Te adoro, Felix. Deja que yo me encargue de todo, incluyendo el asunto con la empresa de tus padres. Hoy fue un día difícil y horrendo, no me gustó que te hicieran llorar. Todos los que te han ofendido e irrespetado son una mierda y obtendrán lo que merecen... Pero primero necesitamos dormir, ¿te parece?

Felix asintió tomando a Hyunjin de la mano para regresar al interior de la casa y subir las escaleras hasta el segundo piso. Antes de entrar a la habitación, el rubio le aseguró a Emily y Chris que Felix se encontraba mejor y que a la mañana siguiente hablarían sobre el asunto. Una vez dentro, ambos hombres estando preparados para dormir, el azabache pegó su cabeza al pecho del otro, dejándose envolver en sus brazos.

— ¿En qué piensas? —preguntó el rubio, después de varios minutos en los que notó que Felix respiraba fuerte y picaba su musculoso pectoral con el dedo.

—Es que ahora mismo no entiendo qué es real y qué no. Tengo demasiado ruido en mi cabeza. No sé cómo explicarlo. Es ruido, ruido fuerte. Puedo escuchar que me hablas, pero necesito concentrarme para saber que eres Hyunjin, mi Hyunjin. Mis hermanos me quitaron mi trabajo en los perfumes, no quiero que me quiten a las personas que me importan.

Hyunjin peinó su cabello azabache con sus dedos, siendo lo más dulce que le permitía su gran corpulencia. —Ellos no se atreverán a hacerlo —aseguró. —Son demasiado cobardes para enfrentarme cara a cara.

—Eres fuerte —refiriéndose al cuerpo escultural de Hyunjin. —Me gustaría ser fuerte como tú.

—Solo es entrenamiento y constancia. No siempre fui fuerte. Ahora mismo lo que me importa es hacerte feliz.

—Estoy feliz. Hyunjin me hace feliz. —Felix sonrió y luego de unos segundos de mirar en sus irises azules opinó: —Creo que mis hermanos no se meten contigo porque les darías una paliza.

Era tan hilarante el escenario en su cabeza que el azabache empezó a reírse, contagiando de risa a Hyunjin de igual manera. Después, ambos se contemplaron al momento de terminar de reírse. Por varios motivos, Hyunjin sabía que no podría estar más enamorado de ese ángel y antes de dormir, se juró a sí mismo que John y Andrew las pagarían caras.

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Todos los créditos a la autora original @CentauroZafiro

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