IX. Belleza Desnuda
Antes de comenzar este capítulo, necesito hacer el recordatorio de que el síndrome de Savant está catalogado dentro del espectro autista.
Éste fragmento contiene lectura R+18, no tan extenso como en otros fanfics. No pretendo incomodar a nadie con las descripciones o con respecto al diagnóstico que le he puesto a Felix. Recordemos que las personas con autismo también tienen vida sexual.
- Nota de la autora original
-o-o-o-o-
Como era de suponer, Emily se opuso completamente a la idea del viaje a Noruega. Chris trató de mantener una postura neutral, sin embargo, no logró convencerse del viaje. Ambos estaban conscientes de que era voluntad de Felix acompañar a Hyunjin, pero era inevitable preocuparse por su seguridad; después de todo, era la primera vez que viajaría en avión fuera de Inglaterra.
Noruega no pedía VISA para entrar al país en tanto la persona en cuestión no permaneciera más de 90 días en calidad de turista, por lo que no fue problema hacer el check-in en el aeropuerto, no sin antes hacer varias paradas antes de abordar ya que Felix estaba abrumado por la cantidad de personas y establecimientos con colores brillantes, incluso necesitó tomar un ansiolítico un par de veces. Solía cargar sus medicamentos para esa clase de emergencias.
Aunque hubiera superado el tumulto de personas, el vuelo no ayudó a calmar sus ansias, pues el movimiento rápido de despegue y la elevación constante le provocaron mareo y un pitido agudo en los oídos que lo hizo gritar en la cabina.
Ante esto, Hyunjin lo abrazó e intentó darle un vaso de agua. Había previsto que algo así podría ocurrir y para evitar malentendidos, había comprado boletos en primera clase por el espacio y el servicio menos grosero.
Felix había dejado de gritar, pero seguía sentado con los ojos cerrados y las manos sobre sus orejas, mientras apretaba sus labios. Una vez que el piloto autorizó desabrochar los cinturones, Hyunjin se arrodilló frente a él para hablarle.
—Felix, háblame. ¿Necesitas algo? ¿Quieres regresar a Inglaterra? —preguntó desesperado por no saber qué hacer. Quizá había sido demasiada adrenalina en un solo día y Felix probablemente estuviera sufriendo.
—N-No para Inglaterra... Tengo que ir... a Noruega... —le costaba articular frases debido a la sobrecarga de estímulos. Su cerebro no estaba acostumbrado a percibir los cambios de presión y altura, pero lo que realmente estaba taladrando sus oídos era escuchar las mini televisiones.
Usualmente toleraría cualquier programa a volumen regular, pero el ajetreo previo de tomar el vuelo lo había dejado agotado, sobre todo cuando intentó registrarse sin ayuda de Hyunjin. Fue la peor idea.
—Quise darle dinero a Dayane — la recepcionista. —Le dije que el dinero compra boletos para Noruega, pero me dijo que no podía registrarme sin mi identificación. Le dije mi nombre, pero no me creyó. "Señor, es necesario que me muestre una credencial que contenga su nombre, su carnet, pasaporte, lo que quiera"... Intenté decirle que mi novio la tenía, pero Hyunjin estaba comprando un par de botellas de agua. Le dije que compraría el boleto y luego le enseñaría mi credencial; le pedí que me creyera... Y los demás empezaron a gritar y reclamar que también querían su boleto.
Oh.
Hyunjin suspiró. Si bien todo en torno al aeropuerto era nuevo y daría miedo a cualquiera, Felix había tenido una discusión mientras él cabalmente estaba comprando agua. No podía culpar a la chica por hacer su trabajo, ni a los pasajeros impacientes por comprar su boleto, pero sí que tenía responsabilidad por dejarlo solo cinco minutos. Su cerebro es maravilloso, por eso no puede entender los modales y comportamientos sociales, se repitió el nórdico mientras tomaba ambas manos del ojiverde para que dejara de apretar sus orejas y besar sus nudillos.
—Tenemos los boletos y estamos camino a Noruega —dijo Hyunjin. —No hiciste nada malo.
—Quería... Ayudar...
—Y lo haces, Felix. Es un gran logro que hayas querido salir de casa y venir conmigo, aventurarte a conocer otro lugar. Eres muy valiente —aseguró el rubio. —Mi amor, abre los ojos.
—No.
—Por favor.
—Te vas a burlar de mí.
— ¿Por qué haría eso?
—Porque tengo un tic en el ojo derecho.
Hyunjin alzó sus cejas, sintiendo ternura. —Bueno, entonces yo también cerraré mis ojos. —lentamente se acercó al ojiverde para besarlo en los apretados labios, sintiendo en segundos cómo Felix relajaba los músculos de su cara para disfrutar su beso. El nórdico aprovechó para intentar apaciguarlo haciendo movimientos suaves en las rodillas del azabache y acariciando después su rostro hasta sentir finalmente que su novio respiraba con normalidad.
Tomó asiento a su lado para poder contemplarlo mejor. Se veía como un cachorro temeroso de todo y quizá él fuera un egoísta al llevárselo en ese viaje, pero por otro lado, se sentía agradecido de poder pasar más tiempo con él lejos de su apretada rutina y asquerosa convivencia con sus hermanos. No sabía explicar por qué se había enamorado de Felix, pero su forma sencilla de ser, la inocencia, la nula corrupción en sus pensamientos, compaginado con sus hermosos ojos esmeralda, le confirmaban que era una persona excepcional.
Y eso bastaba para ignorar cualquier adversidad social.
—"En ca-so de despresu-rización, coloque la mas-carilla de oxígeno so-bre su rostro, cu-briendo nariz...Y boca." —Felix intentó leer el folleto en su asiento, pero su cabeza aún estaba mareada y desistió su objetivo. —No puedo leer.
—Cuando lleguemos a Noruega, te prometo que te llevaré a un lugar tranquilo y en silencio —contestó Hyunjin.
—Está bien. Solo quiero estar contigo.
—Bueno, estaremos en mi apartamento todos estos días.
— ¿Cocinarás?
—Lo intentaré.
Felix sonrió para sí mismo. La idea de ver a Hyunjin cocinando para él le dio calor en el pecho.
-o-o-o-o-
Descendiendo del avión, Felix había tenido otra crisis de ansiedad, pero tuvo más suerte en controlarla cuando comenzó a leer en noruego todas las etiquetas y carteles del aeropuerto de Oslo. Hace tiempo que no leía o escuchaba noruego, así que eso ayudó mucho a catalizar sus estímulos. Hyunjin conocía su habilidad como políglota, pero aun así le seguía hablando en inglés.
—Colócate tu abrigo. Aquí hace más frío que en Inglaterra —pidió, mientras le ayudaba a abrochar sus botones.
—Todos aquí hablan noruego. Tú eres de aquí, ¿por qué no hablamos en noruego? —preguntó el azabache.
—Me gusta el inglés. Sé que te resulta menos desconocido que mi idioma.
Felix se contrarió. No podía explicarlo, pero hablaba inglés porque todos en su familia lo hacían. Gracias al síndrome de Savant su habilidad en idiomas era impresionante y de niño solo le había bastado explorar libros en otros idiomas y diccionarios para lograr dominar el noruego, alemán, ruso, francés, polaco y finlandés como lenguas fluidas y otras cinco que casi no practicaba porque había perdido los diccionarios. Era tan natural como respirar.
Sin embargo, no quiso aclararlo, porque le gustaba la voz de Hyunjin en inglés.
Después del papeleo de entrada al país, alquilaron un taxi que los llevaría al apartamento. Hyunjin no se había alejado ni un minuto de Felix y preguntaba constantemente si necesitaba algo o se detenían para evadir situaciones de estrés. Afortunadamente el azabache consiguió mantener una postura firme sobre el trayecto hasta llegar al hogar de su novio.
Una vez ahí, y mientras Hyunjin desempacaba las maletas, Felix se dedicó a analizar todo. El apartamento estaba en un edificio de siete pisos, pero era bastante amplio y claramente impersonal. Todo tenía colores molestamente neutrales y no había decoraciones o siquiera algo que resaltara, tan solo eran muebles básicos y electrodomésticos. No le daba ansiedad, pero le pareció curioso que Hyunjin no poseyera demasiadas cosas, incluso teniendo dinero para adquirirlas.
—"Aquí falta el toque de una mujer". —mencionó al aire, caminando en medio de la sala. —Eso decía mamá cuando algo tenía colores monocromáticos.
—Sí, je. Podrías decir que no le he puesto mucha atención a decorar mi hogar. —admitió. —Supongo que lo quería mantener esencialmente funcional.
El azabache se sentó en el enorme sofá frente a una pantalla de plasma casi del tamaño de la pared. Esperó que el rubio pusiera el agua en la cafetera para preparar el té de limón que le gustaba, viéndolo regresar con el par de tazas.
—Tu apartamento es... Gris —mencionó mientras tomaba un poco de la infusión.
—Sí, quizá un poco de color no le vendría mal.
—Con tanto espacio, podría pintar un mural como José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros... Influyentes en el muralismo mexicano... —mencionó con entusiasmo. —Solo si quieres. ¿Qué te gusta? Puedo combinar el rojo y dorado para darle una sensación familiar y que no sientas que vives en un hueco de concreto.
Hyunjin sonrió de lado, palmeando la espalda baja del otro.
—Nunca quise asentarme realmente —explicó. —Solo lo uso como un sitio para descansar y listo. En mis 36 años, jamás he decorado los apartamentos donde he estado.
— ¿Por qué no?
—Porque no son mi hogar.
— ¿Y tu casa? ¿Dónde está tu hogar? ¿Tus padres?
—Viven a media hora de aquí, aunque ellos realmente no les molesta mis gustos en decoración.
— ¡Pero son tus padres! —dijo arrugando con sus manos el abrigo delgado de Hyunjin. —Deben estar preocupados por ti, dónde estás, si no te desespera vivir en un lugar con líneas y paredes vacías, si estás feliz o triste; o, o, o si te aburres de mirar las mismas paredes, o porqué me has invitado a mí aquí.
Hyunjin se sorprendió al escuchar aquello. — ¿Los quieres conocer?
—Sí, tienen que saber que soy tu novio. Les tengo que decir que voy a protegerte antes de que pregunten por qué escondes el dolor.
— ¿De qué hablas? ¿Qué dolor escondería?
Felix soltó el brazo del otro, levantándose para caminar hacia la mesa de madera con un frutero de adorno.
—No puedo darte una familia —contestó. —Sé que te hubiera gustado tener hijos.
— ¿Qué dices? ¿Dónde has oído eso?
—Una de las cartas que me mandaste al inicio decía eso. Te pregunté si tenías hermanos y respondiste: "No, ninguno. Creo que si tengo hijos, serán dos para que no crezcan sin un compañero de juegos".
—Oh, pero eso cambió cuando te pedí que fuéramos novios.
— ¡Es que no entiendo! ¿Por qué?
—Porque te quiero, Felix. Una relación de pareja no necesita otra realidad más que eso: querese. Y es cierto, sentía dolor y un vacío en mi corazón, pero te conocí y cada día que hemos pasado juntos me confirma que solo necesito estar contigo. Claro que mis padres son importantes para mí, pero ¿qué otra persona me mira como tú? ¿Quién más podría hacerme creer en el amor a los 36 años?
Hyunjin exhaló, pasándose su mano por el cabello. Se acercó al ojivede y tomó una de sus manos.
—Tú eres quien le da color a mi vida. No necesito adornar ningún lugar si tú estás conmigo.
El nórdico notó cómo las mejillas de Felix se teñían rojo amapola al escuchar sus adulaciones, observando que su novio se encogía de hombros y bajaba la cabeza. En verdad que él lo adoraba, ¿Cómo no hacerlo si era lo más bello del mundo? Sus ojos, su piel, sus labios, su aroma, la gran devoción que le quemaba, todo era un motivo para que Hyunjin tomara de nuevo su mentón y se acercara para besarlo.
-o-o-o-o-
El rubio continúa el beso en medio de su comedor, notando que Felix tiembla, pero no por miedo: son nervios. Conoce la sensación, un calor abruma su rostro y de pronto su respiración pesa más cuando su lengua atraviesa la boca del ojiverde, prueba su sabor y revuelve más el beso hasta que los labios de ambos han quedado rojos.
Hyunjin sabe que no debe hacer nada que asuste a su novio, aunque sus manos se dirigen a su cintura para atraerlo hacia él y susurra:
—Felix, me gustaría que nos besemos más.
El azabache tiene el sonrojo extendido hasta el cuello.
—Estoy... No puedo sostenerme.
—Te cargaré a la habitación, ¿está bien?
Recibe un "si" mudo como permiso, toma la espalda y la parte posterior de las rodillas del menor para llevarlo en brazos hasta la cama, la cual es tan amplia que parecería excesivo para una persona solitaria, pero Hyunjin sonríe para sí mismo al pensar que compartirla con Felix le quitará esa soledad. Lo recuesta con delicadeza. Felix sigue temblando, pero está sonrojado y se rehúsa a soltar su mano.
—Te quiero besar toda la noche.
La mirada que le devuelve el ojiverde es de sorpresa, pero sus manos se aferran a la camisa de Hyunjin.
—La calefacción... Está muy alta. —sus mejillas están ardiendo, pero el nórdico sabe que no es culpa del calefactor: Felix está viviendo su primera vez.
A pesar de no ser un contexto sexual convencional, Hyunjin entiende que la emoción es suficiente para ponerle los nervios de punta y dejar que su cuerpo reaccione a los roces de sus manos. En sus 30 años, Felix nunca fue acorralado por su pareja, porque para empezar, no había tenido un interés romántico con nadie excepto él. Lo ayuda a quitarse su suéter enebro delgado y su camisa color menta que combina con sus perfectos irises esmeralda, acaricia el cabello de su nuca y lentamente lo vuelve a besar.
—Hyunjin —murmura ruborizado Felix al separarse. —Nunca me habías besado así antes.
Felix exhala con dificultad, envuelto en sus brazos. Está abrumado, pero feliz.
— ¿Quieres que me detenga? ¿Estás incómodo?
—No, no lo estoy. Me gusta que me beses... y me... toques.
El nórdico sonríe de lado al notar el tropiezo en las palabras del otro. Es demasiado tierno y bello para resistirse. Cuela su mano derecha debajo de la camisa para masajear la piel tibia y suave de Felix, recibiendo gemidos de sorpresa cuando se dedica a apretar los pezones rosados del otro, chupándolos con calma.
—Ah... Mgh... Hy-Hyunjin...
La lengua del nórdico está reconociendo su piel pálida, mientras sus manos viajan libremente por los delgados muslos, explorando el delicado lienzo que ahora se contrae con sus caricias hasta terminar su tarea.
—Te enseñaré algo Felix —menciona el nórdico mientras pasea su lengua a lo largo del abdomen del menor, hasta llegar a su pantalón. —Demostrar que quieres a alguien no solo implica lo emocional. Hay formas físicas de decirle cuánto te gusta.
— ¿Cómo?
—Voy a besar tu pene y a lamerlo, ¿vale?
—Ngh... ¿Me dará más calor? N-No puedo, ah, respirar bien —ni siquiera puede comprender que está excitado.
—Estarás bien. A tu cuerpo le gusta. Mira.
Hyunjin desabrocha el pantalón y hala el bóxer, del cual crece una erección. La punta está húmeda y rosada, completamente a merced de su boca. Se acerca despacio, traga saliva antes de dar pie a sus deseos y abrigar el falo en su boca con delicadeza.
Un gemido de sorpresa invade la habitación.
El rubio sabe que ahora tiene la atención y el placer de Felix en sus manos y boca. Adopta un ritmo lento, que pronto se acelera conforme los músculos del menor se tensan, suplicando implícitamente que continúe con la magnífica estimulación. Siente que los muslos de Felix se cierran, presionando los costados de su cabeza, pero él continúa.
—Ngh... Ngh... ¡Ahh! —los jadeos del ojiverde acompañan el placer que siente, pero le asusta no saber controlarse. Tapa su boca con ambas manos en un intento por callar aquellos sonidos, pero no puede. Hyunjin es demasiado hábil para hacerlo sentir bien.
¿Qué es lo que pasa? Debería estar en alerta, debería sentirse ansioso al tener intimidad por primera vez. Ha leído en foros de Internet anécdotas poco satisfactorias y su educación sexual es prácticamente nula, sin embargo, parece que su cuerpo sabe cómo responder.
—Hy-Hyunjin... Estoy... Mi corazón palpita muy fuerte...
—Es normal —responde besando la punta de la erección. —Estás permitiendo que tu novio te toque. No podría estar más feliz.
—Agh, algo va a salir... Ahí abajo.
El rubio no responde, aunque Felix tiene razón. Siente que sus músculos se están contrayendo con demasiada rapidez, su cadera se mueve efusiva y desesperada con un ritmo frenético. Pronto siente el líquido caliente recorrer su boca y bajar por su garganta, seguido de varios golpes en el colchón.
Sabe que esos golpes son una forma de Felix para desfogar su energía, el exceso de placer que no sabe controlar mientras su orgasmo saca el resto de la eyaculación. Tiene un sabor dulce.
El ojiverde apenas contiene un suspiro fuerte, todo su cuerpo está tenso, pero relajado a la vez.
—Hy-Hyunjin... —siente que puede caer o que puede perderse en esa sensación, pero no quiere sin escuchar porqué se sintió tan bien.
—Aquí estoy —responde el rubio, encima de él, mirándolo como un gigante amable.
— ¿Yo... Te ensucié?
—No, solo fue tu cuerpo respondiendo a mis estímulos. —explica, pasando su mano por el pecho del ojiverde. —Quisiera hacer más, pero por hoy es suficiente. Te has agotado.
Felix quiere renegar, pero tiene razón: ha sido mucha emoción por una noche. Además, Hyunjin le prometió llevar las cosas a un ritmo que no fuera precipitado. Sonríe de lado, comprendiendo lo conectado (casi sagrado) que implica estar con quien ha buscado desde niño.
—Vamos a bañarnos —propone el mayor, ofreciéndole una mano para levantarse.
En pocos minutos, el agua tibia recorre el cuerpo de ambos. Están de pie, Hyunjin detrás de Felix, abrazándolo. Siente que no podría ser más feliz en ese momento. Observa la piel blanca, las gotas que resbalan en las apófisis de las vértebras sobresalientes y de inmediato se ve tentado a besarlas.
Está enamorado.
Felix salta incauto ante los besos en su nuca; siente una corriente recorriendo su espalda. No comprende qué clase de magia es, pero le encanta sentir el pecho del mayor en su espalda junto con el vapor de la ducha. Pronto, le gana la necesidad de besarlo; gira su cuerpo y busca los labios del mayor. Le gusta la humedad de sus labios y que Hyunjin lo atraiga con sus enormes y firmes brazos.
Cree de verdad que el rubio puede curarlo, no del síndrome, sino de sí mismo y lo complicado de tener que ordenar y procesar tantos estímulos a la vez. Ya no siente miedo de su propia mente. Ya no.
-o-o-o-o-
Después de tomar un baño juntos, ambos estaban dormidos. La cabeza de Felix recostada sobre los pectorales del nórdico, mientras éste pasaba las yemas de los dedos encima de la camisa del pijama del ojiverde.
Hyunjin estaba analizando lo que acababa de pasar: fue un descubrimiento sexual en sentido literal. Felix no había sido tocado y él nunca había experimentado con el cuerpo de un hombre. ¿Sería raro? pensaba, porque no es usual que alguien declarado heterosexual, de pronto tuviera un interés romántico masculino... Pero, no había tenido esa atracción hacia ninguno.
Notó un bostezo de Felix. Estaba cansado. Seguramente su mente estaba hecha un mar de pensamientos en oleadas.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó el rubio posando su mano sobre la mejilla del otro. Temía que hubiera sido demasiada acción para su cuerpo o mente.
Se sorprendió cuando el ojiverde hizo un sonido parecido a ronronear y recargó su mejilla sobre su mano como respuesta.
—Estuve pensando... —retomó en el intermedio. —No quiero adelantar las cosas entre nosotros, pero no pude evitar tocarte. Solo quiero asegurarme que lo disfrutes cada vez que tengamos intimidad, porque hay muchas variaciones para tener sexo.
Felix estaba sonriendo. Se veía imposiblemente bello.
—Yo... Me gusta sonreír, porque me ayuda a evadir la ansiedad, para no sentirme aplastado —respondió, abriendo sus ojos. —Cuando nos conocimos, levanté la mirada a tus ojos. A la fecha, no recuerdo un tono de azul similar en ningún cuadro en las galerías de arte de mi casa. Tus ojos, aun después de todo este tiempo... Los amaba demasiado desde entonces y por eso lo quise guardar como secreto hasta que pudiera reunir el valor de decírtelo para que me creyeras. Ahora ya no tienen sombra, se ven más brillantes.
Sombra por la soledad que invadía mi vida, pensó Hyunjin.
Felix levantó su barbilla para enfatizar lo siguiente: —Te amo, Hyunjin... Amo que me hayas tocado, y... Quiero saber esas otras formas. Aprenderlas contigo.
El rubio, enternecido por el discurso, abrazó al ojiverde. Realmente no sabía en qué momento comenzó a corresponder sus sentimientos; quizá fue cuando Felix le mandó la primera carta. No debió sorprenderle, pues no todos los días se podía encontrar a una persona perfecta. Hyunjin era amante de la belleza sin saberlo.
Y Felix tenía razón: él se había sentido solo por mucho tiempo, pero no era capaz de externarlo. Era bueno aparentando que no importaba, que era fuerte, que estaba bien serlo, aunque el constante recuerdo de la soledad punzaba de forma inconsciente. De cierta manera, siempre supo que sería improbable tener una relación duradera con lo efímero que resulta convivir con un montón de rostros con máscaras, pero Felix... Era quien debía estar a su lado. La repuesta era simple.
—Yo también te amo, Felix.
Sus labios le ayudaron a sellar la declaración con un beso lento.
Ah, ¿así se sentía el verdadero amor?
Se acurrucó y dejó la cabeza de Felix descansar en su pecho, plácidamente.
Bueno, no quería poner etiquetas a nada. La única realidad palpable estaba en medio de sus brazos a punto de dormir. La paz que le transmitía era sinónimo de una conciliación entre sus peleas y conflictos; eso iba más allá del género. Le agradaba estar con Felix, abrazarlo, cuidarlo, besarlo, amarlo...
—Buenas noches, Felix.
☘▪▫⚙▫▪☘▪▫⚙▫▪☘
Todos los créditos a la autora original @CentauroZafiro
Por favor avisa si encuentras algún error o nombre incorrecto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top