Epílogo
Seis meses después...
Dejando de lado la enorme discusión y desacuerdo que hubo cuando Felix le dijo a Emily y Chris que se mudaría a Noruega para vivir a lado de Hyunjin, llegó un periodo de paz como nunca creyó vivir. Eventualmente su mejor amiga había comprendido el motivo de no querer pelear más con sus hermanos, de renunciar a una herencia de la que no entendía el objetivo, de caminar a lado de la persona que había esperado por tanto tiempo; quizá por eso se alegró al saber que ambos compartían el departamento de Hyunjin el cual estaba tapizado en tonos dorados y verdes, en lugar del monótono gris.
Por su parte, la inusual pareja había tenido un par de problemas con la comunicación con el padre de Hwang, pero nada que no pudiera resolverse con una charla "amistosa" entre el rubio y el anciano para aclarar sus diferencias, sobretodo al negarse en ser el sucesor de la empresa de su padre.
Aun así, Hyunjin había quedado un poco renuente a aceptar la derrota hacia los repugnantes hermanos de Felix, pero intentaba dejarlo atrás por el bien de su pareja, después de todo, deseaba que el ojiverde fuera genuinamente feliz. Ayudaba mucho que sostuvieran una sana y regular vida sexual unas tres o cuatro veces por semana (mayormente para no abrumar al azabache), aunque Hyunjin prefería sorprenderlo con provocaciones durante actividades cotidianas, ya fuera en la cocina, sentados en el sofá o en la mesa. Otro hábito que ambos adoptaron fue desayunar en la cama para consentirse mientras Hyunjin empezaba su antiguo pasatiempo de programación para subsistir desde la comodidad del trabajo a distancia.
Fue durante una de esas mañanas en las que Hyunjin se levantaba más temprano para preparar el desayuno que recibió un mensaje de Chris concerniente al asunto de regresar a Inglaterra por un escándalo con el par de mentecatos hermanos Lee. Ya que Felix no le interesaba interactuar con la tecnología, porque no le encontraba lo interesante, el rubio se encargaba de transmitir cada mensaje a su novio.
El mensaje decía un simple: "márcame en cuanto puedas".
Sin pensarlo demasiado, el nórdico seleccionó el ícono de llamada.
—Hey, Chris...
—Por todos los dioses, eso fue rápido. Me alegra oírte Hyunjin, ¿cómo va todo?
El hombre sonrió al escuchar el ánimo en la voz del interlocutor. —Bastante próspero. Felix se ha adaptado muy bien a la vida de Noruega.
—Quien diría que la mejor terapia sería fuera del ambiente familiar.
Hubo silencio por unos segundos al otro lado de la línea hasta que Hyunjin comprendió que Chris tenía algo más importante que decir más allá de un par de cortesías.
—Entonces, ¿qué ha ocurrido? —preguntó.
Chris suspiró un par de veces antes de responder: John y Andrew se terminaron todo el dinero que la compañía tenía invertido en acciones, y además, intentaron hacer un fraude bancario a uno de sus adversarios.
— ¡¿Pero qué dices?!
—Resulta que el juicio fue planeado con antelación porque el par de bobos le debían dinero a las personas incorrectas y necesitaban apropiarse del patrimonio de Felix para pagar sus deudas.
—Pero ese dinero...
—No te apures, con la demanda financiera de su compañía rival, el derecho a cobrar ese dinero les fue quitado. Oficialmente Felix puede volver a Inglaterra a reclamarlo si así lo desea. El único problema es saber qué pasará con la compañía de perfumes.
Santa madre de los dioses.
Hyunjin asomó su cabeza hacia la sala, notando que el ojiverde venía caminando hacia él.
—Eso lo discutiremos en el camino— respondió antes de colgar.
-o-o-o-o-
El regreso a Londres fue más imprevisto de lo planeado, incluso confuso para Felix, pero había sido una aventura sin duda. Armar la maleta, acomodar horarios, elegir asientos del vuelo, llegar a tiempo y mirar la rutina bailarina de las sobrecargos para dar instrucciones en caso de imprevistos durante la travesía era lo más divertido; no así, llegar y ver el antiguo barrio con cambios inesperados y encargarse de un embrollo familiar.
Hyunjin le había explicado el fraude y lo que podría pasar con su compañía, que todo dependía de él y el escenario para elegir qué hacer.
A pesar de ser el heredero legítimo, no estaba seguro de querer enfrentarse de nuevo a un tribunal.
La pareja llegó a la casa de Londres para reunirse con Chris, quien los esperaba a la entrada. A juzgar por su rostro, parecía aliviado de ver específicamente que Felix había llegado. Se saludaron con entusiasmo antes de entrar.
Nadie le advirtió a Felix que su amado hogar había pasado de ser una elegante y respetable casona a un espacio descuidado en cuestión de meses. Había ropa, pedazos de comida, botellas de cristal rotas y algunas mantas adornando el piso del recibidor; parecía que había pasado un huracán por las habitaciones como si un adolescente hubiera ingresado para no encontrarle orden, ni hablar de los baños. Y para coronar el desastre, en la mesa principal había varias botellas de whisky a medio beber, cajetillas de cigarro y bolsas con cocaína.
—Parece que John y Andrew estuvieron pasando un buen rato antes de ser arrestados —observó Chris.
A pesar de estar mucho más templado y saber controlar los cambios, Felix no pudo evitar girarse hacia Hyunjin y cerrar los ojos con fuerza antes de ponerse a sollozar en su pecho. En seguida, el nórdico lo acunó con sus brazos. No había necesidad de preguntarle qué ocurría; si fuera su casa, él también estaría desolado y cabreado.
—Dime que esos imbéciles se pudrirán en la cárcel.
—Sin duda, Hyunjin— respondió el abogado. —Al menos ahora que Felix está aquí, podemos recontratar a nuestro personal para remover toda esta miseria.
— ¿Recontratar? No me digas que fueron desempleados por los dos estúpidos.
—No les gustaba trabajar con allegados de sus padres
—Claro...
El rubio giró su atención para tranquilizar a Felix y explicarle que todo estaría bien ahora que ellos estaban para colocar orden. De pronto, el ojiverde miró a todos lados y empezó a caminar por las habitaciones sin rumbo.
— ¿Qué sucede, Felix? —preguntó su novio.
—No la encuentro, ¿dónde está?
— ¿Qué cosa?
—"Quién", es "quién"... Emily.
Chris escuchó desde el otro lado de la sala, acercándose para explicarle:
—Emily está en casa de sus padres. No se apure joven Lee, ella estará aquí en unas horas. No podía perderse de la dicha de ver el juicio de sus hermanos.
—Ella tiene que estar aquí también, es mi mejor amiga.
Hyunjin asintió.
Nornas, había mucho qué hacer: primero recontratar a todos los empleados para levantar el esplendor de la casona Lee; segundo, organizar las actividades para los siguientes días y tener asesorías con Chris sobre los derechos de Felix sobre su patrimonio cuando se cerrara el juicio de John y Andrew y se reabriera otro; tercero, determinar qué era realmente lo que haría feliz al ojiverde para su futura vida en Londres.
Pero Hyunjin estaba seguro que él deseaba estar ahí para apoyar a su pareja en lo que necesitara, así que espero con paciencia que los planes siguieran su curso.
-o-o-o-o-
Cuando llegó la hora de presentarse para el juicio de traspaso o mejor dicho devolución del patrimonio del matrimonio Lee a Felix, ésta vez todo se desarrolló sin invitados previstos o actores sobornados por los hermanos, quienes habían entrado esposados en la corte. Debido a que reabrir un expediente que involucra herencias familiares era un martirio, tanto el juzgado, como el juez en turno deseaban acortar lo más que pudieran las declaraciones redundantes.
Quizá eso influyó en que los abogados de Helblingi y Andrew no tuvieran chance de concretar una estrategia basada en una mentira de depresión por la muerte de los padres de éstos para justificar sus actos de "desahogo" que provocara algún sentimiento de lástima o conmoción en el jurado.
Contrario a lo que ellos esperarían, el juez, denominado simplemente como "Magistrado L.K." en su placa, lo que implicaba que tenía mayor injerencia que un juez regular.
Era evidente también que se estaba cansando de escuchar las declaraciones de los acusados. No fue sorpresa que interrumpiera un monólogo de Andrew para puntualizar:
—Lamento intervenir en la declaración, pero estoy seguro que el jurado concordará conmigo al decir que simplemente la evidencia que pretenden presentar para justificar el lavado de dinero y negocios ilegales es absurda. ¿Adjudicar todos los cargos sencillamente al duelo por el fallecimiento de los señores Lee?
—Pero, su señoría... —trató de explicar el abogado defensor.
—Yo sé cuándo hay una estrategia patética— expuso el magistrado. —Y claramente la evidencia presentada es un burdo truco que apela a lo sentimental. No toleraré pruebas de esa índole que pretenden burlarse de mi intelecto y de los miembros del jurado. Es más plausible que el joven Felix tenga responsabilidad sobre su patrimonio que los caballeros aquí presentes.
Todo en el tribunal quedó en silencio ante la dura reacción del magistrado.
Obviamente no hubo quien le refutara la postura.
Hyunjin sonrió para sus adentros, sabiendo que con esas palabras la resolución estaba más que decidida.
-o-o-o-o-
No pasó más de una hora entre que el abogado defensor y Chris tuvieran la típica conversación sobre los trámites legales que seguían después que el veredicto del jurado declaró unánimemente que Felix seguía teniendo el derecho original e irrevocable de poseer la herencia y el patrimonio del matrimonio Lee, mientras que sus hermanos debían pagar una condena de quince a veinte años en prisión por fraude, extorsión, daños a la moral, posesión ilegal de drogas y, aunque no era un cargo registrado en el acta, por ser unos sacos de mierda.
—Ya estarás contento Hwang— dijo John mientras era escoltado fuera de los tribunales por los guardias que los llevarían a él y Andrew a la prisión estatal de Londres.
El nórdico hubiera pretendido no escucharlo, pero sería quizá, la última vez que se encontraría con esas escorias, así que dejó por un momento la conversación de triunfo con Felix, Chris y una Emily muy entusiasta para dar un par de pasos hacia atrás y girar su cabeza hacia el hombre.
—Tu estúpida cara de extranjero imbécil no te va a salvar en el mundo empresarial— vociferó. —Y menos con ese fenóm-
— ¿No sabes cuándo dejar de ser idiota, verdad? Ya están arruinados; van a pudrirse en una cárcel sin posibilidad de libertad condicional... Sinceramente no están en posición de opinar sobre nada, y más vale que se disculpen con Felix por haber sido unos hermanos de porquería
—Primero muerto que pedirle perdón a ese —bramó John.
Hyunjin sumió sus labios y dio media vuelta. No tenía caso seguir hablando con el par de necios. Sin embargo, a punto de llegar con Felix, sonrió de lado y regresó con los hermanos.
—Por cierto, John— lo llamó. —Antes de que vayas a cumplir tu sentencia, tengo algo para ti
—Oh, ¿en serio? Me sorpr... ¡Aaaaggh!
El rubio le había plantado un contundente y certero golpe a puño limpio dirigido al rostro, y cuando Andrew pretendió acercarse para regresarle el ataque en nombre de su hermano, Hyunjin le dio un pisotón lo suficientemente fuerte como para pensar en un esguince en compensación al atrevimiento. Los guardias no pusieron objeción al pleito.
—Ah, sí. Te ves mejor con un moretón... Te dije que si intentaban pasarse de listos o insultar a Felix, se las verían conmigo habló Hyunjin en tono tranquilo y, ciertamente, satisfactorio. Si quieren devolvérmelo, con gusto los estaré esperando al finalizar su sentencia... Eso por supuesto si no los apuñalan allá dentro primero.
Con la nariz rota y un tobillo con un esguince a su cuenta, el rubio regresó para disculparse con Felix por haber golpeado a sus hermanos y aunque el ojiverde lo miró con un poco de desaprobación, pues seguía siendo su familia, al final le dio un beso en la mejilla.
-o-o-o-o-
Pasaron dos meses para que Felix estuviera en su casa nuevamente. La que él recordaba pulcra, con sus ayudantes y la memoria de sus padres que le brindaba una sensación de tranquilidad. Por otro lado, sentía una vibra extraña ver cambios de color en un espacio tan familiar, al no estar los cuadros pintados al óleo de su infancia, o la gran alfombra guinda de la entrada, y la enorme mesa de caoba que tuvo que ser sustituida por otra ya que la anterior había sido destrozada con las múltiples fiestas de sus hermanos.
Al primer paso dentro de la propiedad, el ojiverde observó a su alrededor, acompañado de Hyunjin.
—Ha cambiado tanto aquí... No se siente cálida— dijo más para sí mismo.
Sin esperar una respuesta, Felix caminó hacia el balcón de la que solía ser su habitación, miró unos segundos el jardín y finalmente al cielo nublado de Londres, seguido por supuesto de su novio.
—Nunca me gustaron los perfumes— declaró de la nada.
—Whoa, qué gran revelación— comentó el nórdico, mientras desempacaba las primeras maletas de la mudanza exprés que habían tenido que organizar luego del juicio.
—Solo son extractos con un aroma potente, desaparecen y no dejan un recuerdo significativo. Sé que mis padres les agradaban, pero yo no... Solo no me gustan.
—Ah, de acuerdo, ¿entonces...?
—Quiero quedarme en Inglaterra porque mis padres me dijeron que me quedara, pero también me gusta Noruega...
Hyunjin ladeó la cabeza, suspirando. Las últimas semanas no habían sido emocionalmente fáciles de asimilar para el azabache, quien le había comentado que su decisión de tomar la empresa sería crucial para que ellos pudieran hacer planes a futuro. También le había dicho apenado que no era su intención alejarlo de su familia.
Pero eso realmente quedaba en segundo plano cuando el rubio pensaba en lo mucho que se había iluminado el rostro del ojiverde cuando Chris le había explicado que nadie tocaría su casa y que él podía regresar siempre, pues era suya.
—Puedes elegir lo que quieras, amor— respondió, acercándose por la espalda al otro y besando su hombro.
Felix giró, encarando al nórdico.
—Quiero hacer monedas de chocolate y venderlas.
— ¿Monedas de chocolate?— repitió.
—Sí, y me quedaré a vivir aquí con todos— habló casi en un tono monótono. —Sé que la empresa de perfumes fue nuestra fuente de ingreso, pero creo que el chocolate hace más felices a las personas.
Tomó de la mano al mayor, mirándolo como si fuera la primera vez que sus ojos se cruzaban. Felix sabía, a su manera, que el chocolate no era el causante de su felicidad, pero gracias a su sabor no se había olvidado de quién había sido amable con él por primera vez, además de sus padres; de quien era el amor de su vida.
—Dirijamos esta empresa juntos.
Hyunjin, sorprendido, pero de la forma correcta, acarició la espalda de su chico y sonrió de lado. Ciertamente era una petición que veía venir, y estaría encantado de poder compartir esa etapa con el ojiverde. No había que apresurar las cosas, aunque sabía que Felix estaba impaciente ya que su mente iba a mil pensamientos por microsegundo. Lo tomó de la barbilla y le dio un beso pequeño.
—Vale, pero tenemos que hacer una reinauguración.
-o-o-o-o-
Y se dio el gran día en que la empresa Lee anunciaría su nuevo rumbo en el mercado.
Esa tarde, cuando el sol estaba cayendo, Felix tomó de la mano a Hyunjin para dirigirse al estudio, donde había más privacidad lejos del bullicio de la fiesta de inauguración de su nuevo producto. El chocolate en forma de monedas.
Mientras ambos estaban sentados en un sofá de piel hablando de cómo Chris y Emily habían comenzado una especie de citas en plan romántico semanas atrás lo cual seguía causando shock a quienes les contaran el ojiverde aprovechó para recostar su cabeza sobre el hombro del otro.
—Hyunjin, ¿te gusta Londres?
—Claro que sí. Me gusta vivir dónde estás tú.
— ¿Me quieres?
—Te quiero y te amo, Felix respondió con calidez.
—...Yo también— respondió sonrojado. Siempre se cohibía cuando el nórdico le expresaba su amor abiertamente.
— ¿Qué te preocupa?
—Estoy nervioso.
—Les encantará la idea— aseguró. —Tú mismo lo has dicho: el chocolate tiene la capacidad de cambiar el día de las personas.
Los ojos de Felix se iluminaron. Era cierto. El anhelo de encontrar el amor de su vida había culminado en una serie de acontecimientos que lo había regresado a donde empezó todo: una sencilla confitería de la infancia, a ese momento de nostalgia e inocencia que caracterizaba las monedas de chocolate.
Sin resistirse a su ternura, el rubio tomó su mentón para juntar sus labios intensamente.
—Señorito Lee, todos siguen preguntando por... ¡Oh, disculpe!
Hyunjin y Felix interrumpieron su beso, sonriéndose mutuamente a modo de complicidad.
—No pasa nada Rose, ¿qué ocurre?
—Los invitados, señor Hwang. Esperan por el señorito Felix.
—Claro, en un momento iremos— dijo Hyunjin, esperando que Rose se retirara para poder encarar de nuevo al ojiverde y darle un beso pequeño para concluir el anterior. —Bueno, nos esperan.
Felix asintió, dejando que Hyunjin lo dirigiera por el pasillo hacia la escalera y el recibidor.
Antes de enfrentarse al estrés de gastar sus limitadas habilidades sociales con los titulares de empresas y marketing, solo sonrió de nuevo hacia el rubio y se preguntó si al final de la velada podría darle una carta que había escrito hace unos días, la cual decía:
"Hyunjin,
Estoy seguro que mi amor por ti no se puede calcular, lo intenté, pero simplemente no lo cuantifico. Has sido un apoyo incondicional y te debo lo que soy por aceptarme por completo, por tenerme paciencia y saber entender lo que ni mi mente entiende. Quiero estar contigo siempre y que me sigas haciendo el amor... Tus besos son bonitos... Yo estoy seguro de quererlos cada día...
Acepta por favor tenerme en tu vida. Yo ya he decidido que te quiero a ti... así que, por favor, ¿podemos casarnos?
Felix L."
Y esta ocasión había bastado que lo escribiera una sola vez para plasmar lo que tanto anhelaba.
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Todos los créditos a la autora original @CentauroZafiro
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