Prólogo: El niño que deseaba ser un cazador

Remnant, un mundo con muchas cosas asombrosas y otras... no tanto. Un mundo en el cual se caza o se es cazado. Vale, Vacuo, Atlas y Mistral los cuatro reinos de este mundo tienen un enemigo en común «Grimms» seres de destrucción que son atraídos por sentimientos como la envidia, la tristeza o el odio.

Ese es el mundo en el que comienza está historia.

Argus  Mistral

—¿Nos lo puedes contar una vez más? —dijo la voz de un niño pelirrojo de seis años.

—¿Otra vez? Ya lo han escuchado ayer y cada vez que se van a dormir —en esta ocasión la voz le pertenecía a una mujer adulta pelirroja—. Está bien, luego duermen ¿ok?

—De acuerdo —respondió una niña de la misma edad que el niño.

—El hombre, nacido del polvo, era fuerte, sabio e ingenioso. Pero nació en un mundo despiadado. Una oscuridad inevitable, criaturas de destrucción, las criaturas de «Grimm» posaron la mirada en el hombre y todas sus creaciones. Estas fuerzas se enfrentaron y parecía que la oscuridad estaba decidida a acabar con la existencia del hombre. Sin embargo, hasta la mínima chispa de esperanza es suficiente para encender el cambio, y con el tiempo, la pasión del hombre, sus habilidades e ingenio los guiaron a las herramientas que lo ayudarían a igualar las probabilidades. Este poder fue llamado: «Dust». Con la furia de la naturaleza en mano, el hombre iluminó su camino a través de la oscuridad, y en la ausencia de las sombras llegaron las fuerzas, civilización y, lo más importante, la vida.

—Y desde entonces existieron los «huntsmen», héroes que nos protegen de los «grimms», me gustaría ser un «huntsman» —respondió muy animado el niño.

—Bueno... —empezó a abrigar al niño—. Pequeño huntsman mañana tienes escuela, así que antes de pelear contra «grimms» preocúpate por tu tarea.

La pequeña niña reía por la emoción que tenía su hermano siempre que alguien hablaba sobre los «huntsmen».

—Ya es muy tarde. Buenas noches, Laurent, buenas noches Pyrrha —le dio un beso en la frente a cada uno y se fue a dormir.

—Mañana por fin empezaré mi camino para ser «huntsman».

—Solo nos darán una explicación sobre «grimms». Luego será como una escuela normal -declaró la niña.

—Una escuela que tiene varios clubes sobre «huntsmen» y escuché que los alumnos mayores crean sus propias armas. Tal vez les pida que me enseñen.

—Si mamá se entera se enojaría.

—Me enojaré si sigo escuchando voces —comentó la mujer al otro lado de la puerta.

—Lo siento mamá —respondió el niño.

—Veo que ya puedes decirle mamá.

—Aún es muy extraño tener familia hasta hace unos meses vivía en el orfanato.

—Te acostumbrarás —dio una sonrisa honesta—. Yo estoy feliz de tener un hermano.

—Yo también estoy feliz de tener una hermana.

—Buenas noches, Pyrrha.

—Buenas noches, Laurent.

Pyrrha Nikos es pelirroja con ojos verdes que brillaban como dos esmeraldas. Ella es una niña amable, pero a diferencia de su hermano adoptivo ella no tiene interés de ser una «huntress» solo desea tener una vida tranquila y feliz.

Laurent era huérfano de ambos padres, según los papeles, sus padres eran «huntsmen» que murieron peleando contra una manada de «Goliats». En uno de sus paseos conoció a Pyrrha cuando estaba sentada en un parque cercano a su hogar.

Parque desconocido

Hace 1 año

Una pequeña niña pelirroja estaba sentada en un columpio sola.

—Hola —dijo un niño—. ¿Qué haces aquí sola?

—¡Eh! —se sorprendió la niña y sus ojos empezaron a humedecerse—. Yo... yo estoy perdida.

—Perdida eh... —el niño llevó una de sus manos hacia su barbilla— ¿Desde qué hora estás sola?

—Mi familia vino para visitar a un familiar —la pequeña pelirroja empezó a limpiarse las lágrimas que tenía—. Me separé de ellos por accidente y desde hace horas no los veo. Estuve caminando, pero me cansé y me senté a descansar.

—Ya veo —dijo el niño—. Debes tener hambre, si lo deseas puedes venir conmigo.

—Yo... —dudó unos instantes la niña, pero la sensación de confianza y amabilidad que emanaba del niño la convenció—. Te agradecería mucho por la ayuda.

—Pongámonos en marcha —el niño tomó la mano de la niña—. Hoy tengo planeado hacer uno de mis platillos favoritos.

—Gracias —dijo la niña sonrojada.

—¿Y bien? —dijo el niño interesado en la opinión de la niña—. ¿Qué te parece?

—Es muy bueno —dijo con una gran sonrisa—. Creo que tus hamburguesas son mejores que los de mi mamá.

—Gracias —respondió el niño rascándose la parte de atrás de la cabeza—. Me alegro que te guste. Ahora que descansaste, deberíamos ir a buscar a tus padres.

—Sí —respondió más feliz que antes.

—¿Tienes alguna idea sobre dónde pueden estar? —preguntó el niño.

—Mmm... —la niña hizo su mejor esfuerzo para recordar algo que les pudiera ayudar—. Recuerdo que había un parque con una estatua de un hombre en el centro, creo que mis padres dijeron que era un juez.

—Es la Plaza del Éaco —aclaró el niño—. Es un buen lugar para empezar.

Ambos niños se dirigieron a la plaza. En el momento en que llegaron se podía ver a dos adultos preocupados.

—¡Mamá! ¡Papá! —gritó la niña muy feliz.

—¡Pyrrha! —gritó la mujer adulta y fue a abrazar a su hija—. Estoy tan feliz de verte. ¿Dónde estabas?

—Lo siento —dijo apenada y con los ojos humedecidos—. Me separé de ustedes.

—Ya está todo bien —tranquilizó la mujer a su hija—. Por cierto... ¿Quién es tu amigo?

—Él es... —la niña se dio cuenta que no sabía el nombre de la persona que le había ayudado.

—Lo siento –dijo el niño—. No me presenté soy Laurent Iros.

—Soy Irina Nikos —se presentó la mujer mayor—. Gracias por ayudar a Pyrrha.

—Fue un plac...

El niño fue interrumpido por un gritó que llegó a lo lejos. Se trataba de su vecina, una mujer fauno que vivía al otro lado de la calle.

—¡Laurent! —dijo, por su voz se podía deducir que estaba muy cansada— Tus padres.

—Señorita Rubrum —dijo el niño reconociendo a la mujer que lo llamaba—. Si busca a mis padres, ellos vendrán más tarde. Papá olvidó su almuerzo y mamá se lo llevó.

—Laurent —dijo tratando de sonar lo más tranquila posible—. Será mejor si regresamos, hay algo que debes saber.

—¿No puede ser después? ¿Estoy con una amiga? —preguntó de manera inocente.

—No puede esperar —trató de llevarse al niño de manera brusca.

—No creo que sea la mejor forma de tratar a un niño —dijo Irina.

—Lo siento —dijo—. Pero...

—¿Puedes decirme que pasa? —preguntó Laurent.

—Escucha Laurent —empezó a decir, pero sus manos temblaban y de sus ojos empezaban a salir lágrimas—. Había muchos «grimms», entre ellos «Goliats». Tus padres salvaron a muchas personas, son héroes. Yo... lo siento mucho.

Argus – Mistral

Presente

La mañana había llegado y la persona más emocionada era el niño. Tanta fue su emoción que se levantó antes que todos en la casa.

—¿Qué hago ahora? —dijo pensativo tocándose la barbilla—. Ya sé, los voy a sorprender con el desayuno.

Laurent decidió hacer un desayuno saludable con jugo de naranja, cereales con yogurt, frutas y para su madre le agregó un café.

Su familia adoptiva se encontraba contenta comiendo el desayuno hecho por el pequeño Laurent.

—Fue un gran desayuno —comentó la mujer mayor—. Pónganse su uniforme y vayamos a Sanctum.

Academia Sanctum es un lugar donde van los jóvenes para recibir entrenamiento de combate y en el caso de los más pequeños se les da un conocimiento general hasta que llegan a cierta edad y decidan su futuro.

Un gran arco marcaba la entrada de la academia, pero lo más resaltante era una torre que se veía antes entrar. Varios alumnos mayores caminaban hacia el interior muchos llevaban sus armas e incluso se podía escuchar como algunos planeaban incorporar mejoras en las mismas.

«Es tan asombroso», pensó el niño, «ese chico trae una espada sin duda es una gran elección.»

—Solo los puedo acompañar hasta acá —explicó la madre de los niños—. Vendré a buscarlos más tarde. No se vayan a separar, Pyrrha cuida a Laurent, Laurent cuida a Pyrrha.

—Nos vemos mamá —dijeron ambos niños y fueron a buscar sus clases.

La madre se encontraba viendo la espalda de sus hijos, mientras le salían algunas lágrimas y pensaba: «Ya son muy grandes.»

—Pareciera que tu hija está a punto de casarse —se oyó la voz de otra mujer.

—¡Oh! Valery gusto en verte —saludó a la mujer que estaba al lado de ella.

Valery Scarlatina es una mujer alta con cabello castaño y ojos marrones, pero lo que más resaltaba era el par de orejas de conejo que llevaba.

—Hola Irina, ¿vienes a dejar a la pequeña Pyrrha?

—Sí. También a Laurent.

—¿Laurent? —preguntó la mujer confundida—. Pero recuerdo que solo tenías una hija.

—Alessandro y yo adoptamos a Laurent —dijo Irina con gran felicidad.

—Ya veo. Me hubiera gustado que conociera a mi Velvet.

—¿Se van a ir? —cuestionó la pelirroja.

—Sí, nos iremos a Vale. Hubo varios ataques a «faunus» cerca de donde vivo —dio un profundo suspiro—. Temo lo que le pueda pasar a Velvet.

—Te voy a extrañar amiga —dijo Irina dándole un abrazo.

—Yo igual. Espero que nuestros hijos se puedan conocer algún día.

En uno de los pasillos se encontraban ambos hermanos caminando con dirección a su primera clase.

—Veamos... primera clase historia de Mistral —dijo Pyrrha leyendo su horario de clases—. ¿Qué te tocó a ti?

—Matemáticas —dio un largo suspiro—. No entiendo, yo quiero cazar «grimms» no contarlos.

—Recuerda que las matemáticas son parte de tu primer paso para ser un huntsman.

—No te burles Pyrrha —se quejó Laurent.

El par de hermanos se separó para ir cada uno a sus clases. En la clase de Laurent, los niños se encontraban presentándose a sus compañeros.

—Eso estuvo bien ahora sigues tú —dijo el maestro mirando a un alumno y luego dirigió su mirada a Laurent.

—¡Sí! —soltó un grito por los nervios—. Lo siento. Soy Laurent, Laurent Nikos, de grande quiero ser un «huntsman», un héroe que proteja a los indefensos.

—Con esto terminan las presentaciones. Abran sus libros en la página seis.

El día pasaba de lo más tranquilo y normal para los niños. Laurent y Pyrrha no tenían ningún problema con los estudios y cuando llegó la hora del receso comieron juntos.

—¡Miren! —un niño gritó señalando a Pyrrha—. Parece un tomate.

Esas palabras ocasionaron que Pyrrha frunciera el ceño, pero no porque se lo dijeron a ella sino porque su madre tenía el mismo color de cabello.

—No la molestes —contestó Laurent.

—¿Qué vas a hacer sino quiero? —preguntó el niño de manera altanera.

—Déjalos Laurent —dijo Pyrrha tratando de calmar a Laurent.

—Hazle caso no podrás ganarnos —dijo el niño u junto a él aparecieron dos niños más.

Laurent seguía mirando de frente al niño, por lo cual, no se dio cuenta que alguien se acercaba por atrás, antes de que se dé cuenta alguien lo agarró de los brazos. Pero antes de que la situación pasara a algo mayor un maestro llamó la atención de los alumnos. Luego de darles un sermón sobre como la violencia no era un camino para solucionar ningún problema.

El final de clases llegó e Irina estaba mirando seriamente a Laurent. El maestro le había contado a la madre de Laurent como casi su hijo se ve envuelto en una pelea en su primer día de clases.

—¿Me quieres decir por qué casi te peleas, Laurent?

—Ellos empezaron —protestó el niño.

—Eso no te da permiso para pelear.

«Sí me la da», pensó el niño esquivando la mirada de su madre. «Estaban molestando a Pyrrha.»

—¿Me lo vas a decir? —dijo insistiendo al pequeño.

—Ellos estaban molestando a Pyrrha —dijo Laurent con una mirada con determinación—. No podía dejar que siguieran haciéndolo.

—Por favor no lo castigues —dijo Pyrrha con un sonrojo y timidez—. Solo intentaba defenderme.

—Ya veo —dio un suspiro largo—. No te voy a castigar, pero intenta no volver a hacerlo.

—Está bien —respondió el niño.

—Vamos, hoy hice una tus comidas favoritas, lasaña.

—¡Genial! -exclamó el niño.

—Por cierto. ¿Cómo molestaron a Pyrrha? —dijo con intriga Irina.

—Le dijeron tomate —respondió el niño.

—Tch... —dejó salir la adulta—. La siguiente vez debes ser más rápido antes de que te detengan.

Los niños siguieron su camino con un poco de sudor por las veces que su madre se comportaba de una manera madura, pero a veces salía un lado infantil.

Pyrrha sintió un gran alivio al saber que su hermano no sería castigado. Desde que lo conoció en aquel parque Laurent se volvió un gran amigo y ahora era su hermano. La amistad que tenían ambos era algo que ella valoraba mucho y esperaba que su relación sea para siempre.

Sin duda esa visión del futuro era muy hermosa para Pyrrha, pero todo eso se esfumó con ese campamento, ese maldito campamento.

El día que Laurent Nikos murió y Pyrrha empezó su camino como «La Chica Invencible».

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