Cap. 23: ¿Una rivalidad inicia tarde?
El amanecer llegó a Beacon. En el gran auditorio, Weiss y Yang estaban atentas en los preparativos, trabajando para convertir el espacio en un lugar digno de la fiesta. Ruby había sido reclutada, a la fuerza, para ayudar a su hermana y a su pareja, sin embargo, estaba decaída por la ausencia de una de las integrantes del equipo «RWBY».
Weiss dirigía el trabajo como si fuera una operación militar. Su voz resonaba en el auditorio mientras daba instrucciones.
—Ruby, esas guirnaldas van más arriba. ¡Más arriba, por favor! —exclamó, señalando.
—Estoy haciendo lo mejor que puedo, Weiss —respondió Ruby desde una escalera, sosteniendo una guirnalda plateada—. ¡Pero esta cosa no quiere quedarse quieta!
Yang, parada al pie de la escalera, soltó una risa.
—Ruby, tal vez si dejas de agitarla como si fuera tu arma, podrías lograr que se quede en su lugar.
Ruby frunció el ceño y murmuró.
—Claro, Yang, porque tú eres la experta en decoración...
Weiss suspiró profundamente y se giró hacia un rincón donde había cajas con luces y más adornos.
—Esto es un desastre. ¿Cómo esperan que esto quede perfecto si no se toman esto en serio?
Yang se acercó a Weiss con una sonrisa despreocupada, colocando una mano en su hombro.
—Relájate, «Ice Queen». Va a quedar increíble, aunque Ruby insista en poner guirnaldas como si fueran cintas en una fiesta infantil.
Weiss se zafó suavemente, aunque su expresión parecía suavizarse un poco.
—Eso espero, Yang. Un evento como este debe ser memorable para mí.
—¿Para ti? —preguntó Yang.
—Saben a lo que me refiero —dijo enojada—. Rápido, necesito que elijas un mantel.
Weiss le mostró dos manteles que a simple vista parecían idénticos.
—¿No son idénticas? —dijo Ruby.
—Ni siquiera sé para qué pregunté —empezó a alejarse estresada.
—Y bien, ¿ya elegiste un vestido? —preguntó Yang.
—¿Qué caso tiene? —respondió decaída—. A quién le importa el baile si Blake no asistirá.
—Estoy seguro que irá —una voz vino desde la entrada.
—¡Shirou! —saludó Yang.
—Hola, escuché que necesitaban ayuda.
—Sí, nuestra «Ice Queen» quiere que sea su noche perfecta.
—¿Weiss? ¿Con quién va ir? —dijo Shirou.
—¿No lo sabes? Ella planea invitar...
—¡Suficiente! —gritó Weiss—. Lo sabrás cuando sea el momento. Ahora... por los centros de mesa.
—¡Weiss! —gritó Yang—. ¡Dijimos que no centros de mesa!
—Si yo no tengo centros de mesa, tú no tendrás máquinas de humo.
De repente, la puerta del auditorio se abrió, Neptune y Sun aparecieron. Ambos llevaban sonrisas relajadas, aunque Sun parecía más interesado en curiosear que en ayudar.
—¿Máquinas de humo? —preguntó Neptune.
—Solo si tenemos centros de mesa —respondió Weiss mirando fijamente a Yang.
—¿Emocionadas? —preguntó Neptune—. ¿Saben que usarán en el baile?
—Seguro, mañana haré voltear cabezas —dijo Yang—. ¿Qué hay de ustedes?
—Eh... ¿Esto? —dijo Sun.
—¿Para qué pregunté? —dijo Yang—. ¿Qué hay de ti, Shirou?
—¿Yo? —preguntó sorprendido—. No tengo un traje, pensé conseguir uno hoy.
—Eso es estupendo —dijo Weiss—. Podemos ir de compras juntos.
—¿Oh? Que atrevida —dijo Yang—. No está mal.
—Silencio —preguntó Weiss—. ¿Qué te parece Shirou?
—Seguro, no creo que Rin tenga algún problema —dijo Shirou—. En la entrada de Beacon en 2 horas.
Sin más, el pelirrojo se retiró ante la mirada atónita de Weiss.
—Tienes el camino difícil, Weiss —dijo Yang—. Estoy dispuesta a ayudarte si estás dispuesta a compartirlo.
—¡¿Qué?! —gritó con el rostro enrojecido—. ¿Cómo puedes insinuar algo así? Soy una Schnee, nunca me prestaría para tales situaciones tan vulgares.
—Yo hablaba de un baile mañana —dijo con una gran sonrisa—. ¿A qué situaciones vulgares te refieres?
—Yo.. —el sonrojo aumentó aún más—. Yo no pensé...
—Descuida, es tierno ver a nuestra «Ice Queen» de esa manera.
—Por cierto... —dijo Sun—. ¿Qué piensa Blake de todo esto? ¿Sigue siendo Blake?
—Obviamente —dijo Weiss.
—Aún no encuentro una forma de que cambie de parecer —dijo Ruby.
—Chicos... —dijo Yang—. Shirou estaba seguro que Blake irá,confíen en él. Si él no logra convencerla, yo lo haré.
★
En una de las aulas vacías de Beacon, Blake Belladonna estaba sentada en la esquina de una mesa. Sus ojos estaban cansados, marcados por las largas noches en vela buscando información sobre los robos de «dust».
Shirou pasó frente a la puerta abierta del aula. Al notar la luz encendida y la figura solitaria de Blake, se detuvo. Algo en su postura, en la manera en que frotaba sus sienes con frustración, le resultó preocupante. Después de un instante de duda, decidió entrar.
Después de su última pelea contra los «White Fang», Blake parece más abatida que nunca, y Shirou puede ver que esta vez su dolor y su determinación están más intensos.
—Blake, sé que estás luchando —dijo Shirou con preocupación—. Pero tienes que entender que no puedes hacerlo todo sola. ¿Has dormido algo al menos?
Blake alzó la mirada lentamente, sus ojos ámbar mostrándose cansados y ligeramente fríos, aunque al reconocer a Shirou, su expresión se suavizó apenas.
—Estoy bien —dijo Blake—. Solo estoy revisando algunas cosas importantes.
Shirou frunció el ceño, notando el agotamiento evidente en el rostro de su amiga. Cruzó los brazos.
—No puedes seguir así. Te preocupas tanto por resolver esto que estás olvidando cuidarte. ¿Qué está pasando?
Blake evitó su mirada, tomando uno de los libros y hojeándolo sin razón aparente.
—Hay cosas que no pueden esperar —dijo Blake con clara frustración—. Si no lo hago yo, nadie lo hará.
—¿Eso crees? —dijo Shirou mirándola con seriedad—. No estás sola en esto, Blake. No tienes que hacerlo todo tú misma.
Blake chasqueó la lengua y dejó caer el libro con un golpe sordo sobre la mesa. Se giró hacia Shirou con una mezcla de cansancio y molestia.
—Deberías entenderlo mejor que nadie —respondió molesta—. Tú también te obligaste a cargar con cosas que no te correspondían.
Shirou quedó en silencio un instante, sorprendido por la dureza de sus palabras, además, recordó que el equipo «RWBY» estaba muy interesado en su pasado. Sabía que Blake tenía razón, y eso le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir. Recuperando la compostura, la miró con calma.
—No lo he olvidado —dijo Shirou con tono suave—. Precisamente por eso estoy aquí, Blake.
Blake lo miró con los labios apretados, esperando a que continuara.
—No quiero que termines como alguien que conocí, atrapada por tus promesas, creyendo que cargar todo sola es la única forma de avanzar. Es un camino que solo te rompe al final. Blake, no es solo sobre pedir ayuda. Es sobre aceptar que no siempre tienes que cargar con todo el peso. Yo también solía pensar como tú, que debía ser capaz de enfrentarme a todo por mí mismo. Pero eso solo te podría llevar a la desesperación.
Blake apartó la mirada, cruzando los brazos contra su pecho.
—¿Qué sentido tiene cuando hay problemas mucho más importantes por resolver? —murmuró Blake—. Estaría fallando.
Shirou suspiró y se inclinó hacia ella.
—Porque no eres una máquina, Blake —dijo Shirou con pesar—. Sigues siendo alguien que necesita descansar. Fallar sería no aprender de tus errores, no permitirte crecer. Todos necesitamos a alguien en quien apoyarnos.
Blake lo miró con los labios apretados, esperando a que continuara.
—Todo comenzó con el fuego —empezó Shirou, su voz tranquila—. Creo que tenía siete años cuando ocurrió «El Incendio de Fuyuki». No entendía qué pasaba. Solo recuerdo el calor sofocante, el aire lleno de cenizas, y el dolor de no poder moverme. Pensé que moriría allí, enterrado bajo los escombros.
Hizo una pausa, su mirada fija en sus manos.
—Entonces, apareció Kiritsugu. Me salvó. Me dio una segunda oportunidad, me adoptó y luego de un tiempo me contó su sueño, quería ser un «Héroe de la Justicia», alguien que pudiera salvar a todos sin excepción. Y yo... yo lo admiré tanto que hice ese sueño mío. Le prometí que cumpliría lo que él no pudo.
Blake lo observó en silencio, su expresión mezcla de tristeza y preocupación, ella conocía la historia, no lo admitiría en ese momento, pero la idea de una persona como Shirou la inspiró en querer hacer un cambio. Shirou notó el brillo en sus ojos, pero siguió hablando.
—Pero, a veces, perseguir un ideal te consume —se inclinó hacia adelante, sus manos entrelazadas—. «La Quinta Guerra del Santo Grial» me lo demostró. Al principio, solo quería proteger a la gente de Fuyuki. No sabía lo que significaba realmente luchar en esa guerra. Pero cuando conocí a «Saber», Rin y «Archer», las cosas cambiaron. Vi la oscuridad detrás del «Grial», y entendí que mi ideal no era como lo imaginaba.
El rostro de Blake representaba confusión. Según recordaba Rin y «Archer» no eran muy importantes para Shirou.
—¿Eso significa que estabas equivocado? —preguntó Blake.
Shirou negó con la cabeza.
—No estaba equivocado en querer salvar a otros. Pero sí lo estaba al creer que podía hacerlo sacrificándome completamente. «Archer» me mostró lo que me esperaba si no cambiaba, un futuro de desesperación, donde mi obsesión por salvar a todos me convertiría en alguien que lo perdía todo.
Tomó aire antes de continuar.
—Y entonces estaba Rin. Siempre fue más realista. Me enfrentó cuando intenté cargar con todo solo. Fue su manera de decirme «No tienes que hacerlo tú solo». Al principio, no entendía su mensaje, pero al final de la guerra, me di cuenta. Ella intentaba salvarme tanto como yo intentaba salvarla.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—Mira, lo que quiero decir es esto, no puedes obsesionarte con resolver un solo problema o cumplir una sola promesa, porque podrías perderte a ti mismo en el camino. Está bien tener un objetivo, pero también está bien aceptar que no siempre podrás lograrlo todo tú solo. Aprendí esa lección a través del dolor, pero no me arrepiento, porque ahora sé cómo seguir adelante sin perderme... bueno... al menos lo intento.
Blake cierra los ojos, las lágrimas se deslizan por sus mejillas. Parece que por primera vez está permitiéndose sentirse débil, permitir que sus emociones salgan a la luz.
—¿Qué debo hacer? —dijo en un susurro.
—Lo más difícil es dar el primer paso. No tengas miedo de ser quien eres. Permítete buscar a los demás cuando lo necesites. Esa es la verdadera fuerza.
Blake asiente, con una expresión que dice que por primera vez está comenzando a entender.
—Creo que... creo que puedo intentarlo.
—Eso es todo lo que necesitas. Inténtalo, Blake. Encuentra a tus amigos, permíteles ayudarte y no olvides que no tienes que hacerlo todo sola.
Blake lo mira, una sonrisa tímida surgiendo en sus labios. Por primera vez en mucho tiempo, parece aliviada.
—Y recuerda, Blake, no necesitas cargar con todo el mundo sobre tus hombros. La verdadera fuerza está en vivir con propósito y aceptar que no siempre tienes que ser invencible. Eres humana, como todos nosotros. Eso es lo que te hace fuerte.
Blake asiente.
—Espero que puedas ir al baile, tu equipo estaría feliz de verte.
★
Luego de la conversación con Blake, Shirou se retiró de la sala y fue con dirección a la habitación de su equipo. Sin embargo, fue interrumpido cuando fue llamado por una voz.
—Shirou Emiya... ¿puedo hablar contigo un momento?
Shirou se giró, un tanto sorprendido. Frente a él estaba una de las estudiantes visitantes que había llegado recientemente a Beacon. Tal como recordaba de su primer encuentro, ella tenía un aura elegante. Shirou no había hablado mucho con ella antes, pero su presencia era difícil de ignorar.
—Cinder, ¿verdad? —preguntó con duda.
—Cinder Fall, es un gusto poder hablar contigo —dijo de manera suave—. Escuché que eres bueno ayudando a otros. Eres famoso entre los estudiantes de Beacon.
—Me gusta ayudar a las personas. ¿Necesitas ayuda con algo?
Cinder dio un par de pasos hacia él, con una sonrisa que mezclaba timidez y determinación.
—Sí, verás, he notado que siempre estás trabajando duro. Eso es algo que admiro de ti
Shirou ladeó la cabeza, algo desconcertado por el cumplido.
—Gracias, supongo. Pero ¿de qué se trata?
Ella suspiró, como si estuviera reuniendo valor para lo que iba a decir.
—Es sobre el baile de Beacon. Sé que no nos conocemos mucho, pero quería pedirte un favor. Me preguntaba si podrías acompañarme como mi pareja.
Shirou parpadeó, claramente tomado por sorpresa.
—¿Tu pareja? Pero ¿por qué yo? Estoy seguro de que tienes otras opciones.
Cinder negó con la cabeza, su expresión cambiando a una mezcla de tristeza y sinceridad.
—Tal vez lo creas así, pero no es cierto. Nunca encajé del todo. Mi pasado ha sido complicado, y eso dificultó que hiciera amigos. Sin embargo, desde que llegué aquí, he visto cómo eres con los demás. Tu amabilidad, tu disposición para ayudar... me hizo pensar que quizá podría dar un paso adelante y conocerte mejor.
Shirou se rascó la nuca, claramente incómodo.
—No sé, Cinder. No planeaba asistir con pareja.
Cinder dio un paso más cerca, su mirada fija en la de él, con una mezcla de vulnerabilidad y determinación.
—Por favor, Shirou. No lo pediría si no fuera importante para mí. No tienes que comprometerte a nada más que a acompañarme. Prometo que será una experiencia agradable para ambos.
Shirou dejó escapar un suspiro, sintiéndose atrapado entre su instinto de decir que no y su incapacidad para rechazar una petición tan sincera. Finalmente, asintió.
—De acuerdo. Si esto significa tanto para ti, aceptaré.
Cinder sonrió ampliamente, una expresión de gratitud iluminando su rostro.
—Gracias, Shirou. No te arrepentirás. Nos vemos en el baile.
—Claro. Hasta entonces —respondió él, observando cómo ella se alejaba.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos como para que Shirou no pudiera verla, la sonrisa de Cinder cambió. Su expresión se volvió calculadora, sus ojos brillando con una mezcla de satisfacción y misterio.
—Perfecto —murmuró para sí misma—. Espero que me des una buena noche.
Mientras tanto, Shirou se dirigió a la habitación de su equipo para prepararse para ir a la ciudad.
★
El pelirrojo se encontraba caminando a la entrada de Beacon. Sin embargo, fue sorprendido cuando Jaune lo tomó del brazo y lo arrastró a la habitación del equipo «JNPR». Shirou estaba sorprendido porque cuando se sentó en una de las camas de la habitación vio a Ren cubierto solo por una toalla.
—¿Puedo saber por qué me trajeron? —preguntó Shirou extrañado—. Tengo que encontrarme con alguien.
—Lo siento Shirou, pero necesito ayuda, urgente —dijo Jaune impaciente—. Tú y Ren son mis amigos desde que llegue a Beacon. Siento que en verdad nos unimos en estos meses. Bueno, son muy reservados y no sé mucho sobre ustedes, ¡pero los considero los hermanos que nunca tuve!
—Y yo a ti —dijo Ren serio.
—Gracias —dijo Shirou—. También eres un buen amigo, Jaune.
—Y por eso quería que me dieran consejos sobre... chicas.
Shirou y Ren se sorprendieron por las palabras de Jaune. Ninguno de los dos entendía que consejos podrían dar.
—¿Chicas? —preguntó Ren.
—Sí, chicas, yo... eh... Shirou es muy popular, quiero decir, se ve que se lleva bien con Blake, con Illya, con Rin y con mi hermana, Jeanne. Además, tú, Ren, quiero decir ¿cómo tú y Nora...?
Ren se quedó sin habla cuando escuchó la insinuación de su relación con Nora.
—Bueno... en realidad no estamos juntos... juntos —dijo Nora quitándose los audífonos.
—¡Nora, te dije que usaras los audífonos! —gritó Jaune por la vergüenza.
—Jaune, ve al punto —dijo Shirou.
—Es Weiss... —dijo decaído—. Estoy completamente enamorado y ella no me da una oportunidad. Es fría, pero increíble. Es inteligente y talentosa, ¿la escuchaste cantar? Quisiera que me tomara en serio. Desearía poder decirle lo que siento... sin arruinarlo todo.
—Entonces hazlo —apareció Pyrrha en la habitación—. Dile lo que acabas de decir. Nada de planes ridículos ni de piropos. Ve con sinceridad. No puedes equivocarte si dices la verdad.
Jaune obtuvo una nueva confianza y se levantó decidido.
—Voy a buscarla, para decirle.
—Debería estar en la entrada de Beacon —dijo Shirou—. Weiss, Rin y yo vamos a ir para buscar un traje para la fiesta.
—Gracias, Shirou, Pyrrha, Ren. Vamos Shirou.
Jaune empezó a alejarse muy emocionado y Shirou iba detrás de él.
—Deberías poner en práctica lo que dices Pyrrha —dijo Nora mirando con tristeza a su amiga.
★
Ambos llegaron a la entrada de Beacon y vieron que Weiss y Rin tenían la mirada fija en ellas. Parecía que había algo que las molestaba.
—¡Shirou! —llamó Rin—. Llegas tarde.
—Lo siento, surgió algo —dijo Shirou.
Fue entonces cuando Jaune Arc apareció sus manos estaban ligeramente apretadas, como si tratara de reunir todo el valor que le quedaba. Su mirada estaba fija en Weiss.
Rin notó el cambio en el ambiente y le dio un codazo a Shirou.
—Oye, mira a Jaune. ¿Sucede algo?
Shirou siguió la mirada de Rin y en su mente solo deseaba lo mejor para su amigo.
—Definitivamente. Esto va a ser interesante. —Rin cruzó los brazos y sonrió con curiosidad.
Jaune finalmente llegó hasta Weiss. Weiss se giró hacia él con una expresión de leve sorpresa.
—¿Jaune? ¿Necesitas algo? —preguntó un poco molesta por interrumpir la salida a la ciudad.
Jaune tragó saliva y respiró profundamente.
—Sí, Weiss. Necesito decirte algo que he estado guardando desde hace tiempo.
Weiss parpadeó.
—En otro momento, como puedes ver planeo ir con Shirou... y Rin a la ciudad.
—No, debo hacerlo.
—Que sea rápido —dijo con molestia—. No tengo mucho tiempo.
Jaune bajó la mirada por un momento, pero luego la levantó con determinación.
—Weiss, desde que te conocí, he sentido algo especial por ti. Sé que a veces puedo ser torpe o molesto, pero quiero que sepas que de verdad me importas. Me gustas, Weiss, y quisiera saber si... si podríamos ser algo más que amigos.
Un silencio se apoderó del lugar. Rin y Shirou observaban desde la distancia, ambos atentos a cada detalle. Weiss abrió ligeramente los ojos.
—Jaune... —comenzó ella, su voz firme—. No esperaba esto. No puedo corresponder a tus sentimientos. La verdad es que... hay alguien más. Alguien que ha capturado mi corazón de una manera que nunca había esperado.
Al decir esto, Weiss, inconscientemente, desvió la mirada de Jaune por un instante, posándola sutilmente en Shirou, quien estaba demasiado lejos para darse cuenta, pero lo suficientemente cerca para que Jaune lo notara. El gesto fue breve, pero claro para quien lo observaba con atención.
Jaune siguió la dirección de su mirada y comprendió de inmediato. Aunque el descubrimiento lo golpeó como un balde de agua fría, logró mantener una sonrisa forzada.
El rostro de Jaune cayó un poco, pero asintió lentamente.
—Entiendo, Weiss. Gracias por decírmelo directamente. Al menos ahora lo sé. Ya veo. Espero que esa persona te haga muy feliz, Weiss. Realmente lo deseo.
Con un leve asentimiento, Jaune se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Su andar, normalmente lleno de energía, ahora era lento y pesado. Shirou lo notó y frunció el ceño, visiblemente preocupado.
— Pobre Jaune — dijo en voz baja —. Debe ser difícil para él.
Rin, por su parte, miró a Weiss y luego a Shirou, cruzando los brazos y pensando para sí misma.
— Así que Weiss realmente está yendo en serio con Shirou. Esto podría complicar las cosas.
Weiss se acercó y dijo que tenían que ir a la ciudad.
—¿No crees que fuiste muy dura? —preguntó Rin.
—No, ahora seguramente dejará de insistir con invitarme a salir.
Con eso, los tres comenzaron a alejarse juntos de la entrada de Beacon.
⚔
Minutos antes
Antes de la confesión de Jaune, Weiss Schnee y Rin Tohsaka caminaban hacia la entrada principal. Ambas habían llegado temprano, pero la tensión entre ellas comenzó a hacerse palpable.
—No puedo creer que estés aquí, Weiss —dijo Rin, cruzando los brazos mientras miraba a la chica de cabello blanco—. Pensé que iba a tener un rato a solas con Shirou para planear lo del baile.
Weiss le devolvió la mirada con calma, pero una leve sonrisa se formó en sus labios.
—Oh, simplemente me ofrecí a ayudarlo a elegir un traje. Es todo. Nada de lo que tengas que preocuparte, Rin.
Rin arqueó una ceja, visiblemente escéptica
—¿De verdad? Porque me cuesta creer que la siempre elegante Weiss Schnee, mi amiga desde pequeñas, esté interesada en algo tan trivial como eso, a menos que haya otra razón.
Weiss se detuvo en seco, girándose hacia Rin con una expresión de leve molestia.
—¿Y qué insinúa eso?
Rin sonrió con un toque de picardía.
—Insinúa que probablemente no estás aquí solo para ayudar. Dime, Weiss, ¿qué relación tienes con Shirou?
La pregunta golpeó a Weiss de manera inesperada, y aunque trató de mantener su compostura, el leve rubor en sus mejillas la delató.
—Él es un amigo, eso es todo —respondió, mirando hacia otro lado.
Rin se acercó, claramente disfrutando de la situación.
—¿Un amigo? ¿Solo un amigo? Vamos, Weiss, tú no te sonrojas así por un simple amigo.
—Ya basta, Rin —replicó Weiss, intentando sonar firme, aunque su nerviosismo se hacía evidente—. No es lo que crees.
—¿Ah, no? Entonces dime, ¿por qué aceptaste ayudarlo a elegir un traje? —dijo Rin, acercándose aún más—. Eso no es algo que cualquiera haría, especialmente alguien como tú.
Weiss apretó los labios, tratando de encontrar una respuesta que no la incriminara. Finalmente suspiró, rindiéndose ante la presión.
—Muy bien, Rin. Lo admito. Me gusta Shirou. Pero no esperaba que tú fueras tan directa al respecto.
Rin sonrió triunfante, pero su alegría fue breve cuando Weiss la miró directamente y dijo.
—Por cierto, creo que tú sientes lo mismo por él.
El rostro de Rin se puso rojo como un tomate.
—¡Qué? ¿De qué estás hablando?
—Vamos, Rin. He visto cómo lo miras. No tienes que fingir conmigo —respondió Weiss, cruzando los brazos con un aire de confianza renovada.
Rin apartó la mirada, tratando de recuperar su compostura.
—Eso no significa nada. Él solo es un idiota que no sabe cómo cuidarse. Alguien tiene que asegurarse de que no se meta en problemas.
Weiss soltó una leve risa.
—Claro, claro. Porque ayudarlo a elegir un traje para el baile también es parte de eso, ¿no?
Rin bufó, pero finalmente suspiró, aceptando la verdad.
—De acuerdo, tal vez tengas razón. Tal vez me importe un poco más de lo que estoy dispuesta a admitir.
Weiss sonrió.
—No esperaba que lo hicieras.
—Entonces, ¿cómo lo hacemos? ¿Peleamos por él aquí y ahora?
Weiss negó con la cabeza.
—No, eso sería poco digno de nosotras. Propongo que dejemos que sea Shirou quien decida. Ninguna de las dos hará nada que interfiera con la otra. Que gane la mejor.
Rin meditó por un momento antes de asentir.
—De acuerdo. Pero no esperes que sea indulgente si las cosas se ponen serias.
Ambas se quedaron en silencio por un momento. Fue en ese instante cuando divisaron a Shirou acercándose desde la distancia, con Jaune siguiéndolo de cerca.
Rin miró a Weiss con una sonrisa traviesa.
—Bueno, aquí viene.
Weiss simplemente ajustó su postura, preparándose para lo que estaba por venir. Las dos chicas esperaron la llegada de Shirou, listas para iniciar su carrera por invitarlo al baile.
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