Cap. 18: Los problemas se hacen más grandes
Weiss abrió los ojos, despertó en un salón y vio que el equipo «SJRI», «JNPR», «RWBY», el director Ozpin y la profesora Glynda estaban viéndola.
—¡Al fin despertaron! —gritó Nora.
—Me alegra que estés bien, Weiss —dijo Pyrrha.
—G-Gracias... no es para tanto —respondió avergonzada.
La puerta del salón fue abierta y Shirou entró.
—Es bueno verte Weiss.
—Shirou, tú...
—Salí un segundo, nada importante.
—P-Pero...
—Estoy seguro que deseas regresar a la habitación de tu equipo.
Mientras los alumnos regresaban a sus habitaciones, Yang empezó a decir todas las cosas que vio en el sueño de Weiss. La peliblanca solo podía sonrojarse por cada dato que lanzaba la rubia.
—Las pequeñas Weiss eran muy lindas —dijo Yang—. ¿Cómo te convertiste en una «Ice Queen»?
—¡Yang! —gritó Ruby.
La peliblanca se detuvo, dio un giro para ver a la rubia, su rostro estaba sonrojado, parecía que iba a decirle algo, pero no pudo pronunciar ninguna palabra. Pequeñas lágrimas salieron de sus ojos y empezó a caminar más rápido a su habitación.
Al llegar, Weiss, usó sábanas para cubrir su cama y nadie pudiera verla lamentándose.
—¡Mi vida se arruinó!
—Nadie se va reír de ti, Weiss —dijo Ruby—. No le diremos a nadie lo que vimos en tu sueño y estoy segura que Shirou y Rin tampoco dirán algo.
—No te preocupes tanto por eso —dijo Blake.
—Aunque... —dijo Yang con una gran sonrisa—. Solo tienes que decirnos cuando desees que te demos mimos.
—¡Oh! —dijo Ruby —. Si quieres puedo acompañarte al festival.
—Puedo darte cumplidos cuando quieras —dijo Blake.
Las tres chicas no pudieron aguantar más y empezaron a reírse.
—¡Dijeron que no se reirían! —gritó Weiss —. ¡Son muy crueles!
★
El semestre había terminado oficialmente, ya no había una amenaza de «Grimm» de cercana y Shion Zaiden había partido fuera de la ciudad para seguir cazando «Nightmare». Luego el sueño de Weiss vieron un comportamiento distinto en la peliblanca y en Rin.
Jaune intentaba invitar a Weiss a tener citas, pero la peliblanca no dudaba al momento de rechazarlo. En su lugar, su mirada llegaba al pelirrojo. Aún estaba avergonzada cuando le dijeron que la imagen que tenía de Shirou era la de un caballero a su servicio. Sin mencionar que las últimas palabras del Shirou de su sueño fueron pidiéndole al verdadero que la cuidara.
Actualmente la peliblanca estaba caminando con dirección a la cafetería.
—Shirou es un gran espadachín —dijo Weiss—. Un gran cocinero, un excelente maestro y, seguramente, un compañero de equipo inigualable. Es normal que tenga una admiración por él. Su ideal... su deseo de ser un héroe justiciero es... maravilloso. Su desinterés por ayudar a otras personas es como inició la compañía de mi abuelo. Sin duda algún día se convertirá en un héroe conocido en todo Remnant. Yo... yo... no puedo pensar en él de esa forma, ¿no? Él necesita a alguien que pueda entenderlo y caminar a su lado... yo soy una Schnee y algún día tendré que estar detrás de un escritorio, no puedo caminar junto a él. Sin embargo, como persona encargada de la «Schnee Dust Company» tendría los recursos necesarios para ayudarlo, además, tendría una fuerte influencia en los reinos, sin duda soy una buena opción. ¡¿Qué estoy diciendo?!
Los alumnos que caminaban cerca de ella se sorprendieron por el grito lanzado. La heredera tenía el rostro sonrojado y solo le quedó caminar con mayor velocidad a encontrarse con su equipo.
★
Mientras tanto, había otra chica que también tenía problemas con sus sentimientos.
Rin Tohsaka estaba con un lío en su cabeza y corazón. La escena en la que abría sus sentimientos a su pareja estaba muy viva. De no ser porque Jeanne e Illya llegaron a tiempo, no sabe hasta dónde hubiera llegado.
—No puedo creer lo que hice —dijo sonrojada—. ¿Qué estará pensando Shirou? No parecía que le molestara. ¿Eso significa que estamos saliendo?
La chica estaba caminando por la academia hasta que se detuvo para ver a Shirou. Él estaba ayudando a varios alumnos con sus armas.
—Es cierto, se ganó cierta fama por ayudar a todos los alumnos con sus armas o cualquier problema que tuvieran —vio que varias chicas se acercaron al pelirrojo—. Y hay personas que se inventan problemas...
Su rostro tomó un gesto serio, pero inmediatamente el sonrojo regresó.
—B-Bueno... tal vez no es oficial, pero un beso es un beso.
Con paso decidido se acercó al pelirrojo.
★
Pyrrha Nikos estaba sentada en una de las sillas de la cafetería junto al resto de su equipo. Frente a ella estaba el equipo «RWBY», menos Ruby, los dos equipos estaban esperando al equipo «SJRI», Ruby Rose los había llamado a todos para dar un comunicado. Sin embargo, la mente de la pelirroja estaba ocupada con el líder del equipo «SJRI». Decidida a no rendirse, Pyrrha sabía que debía encontrar una manera de llamar su atención.
Mientras sus pensamientos vagaban, una imagen de Rin Tohsaka, amiga tanto de ella como de Shirou, surgió en su mente. Rin era brillante, talentosa y, sobre todo, estaba muy cerca de Shirou. Pyrrha no podía evitar sentir una punzada de celos cada vez que los veía juntos, conversando con una familiaridad que ella anhelaba.
«¿Cómo puedo destacar ante él? ¿Qué puedo hacer para que me vea de la misma manera?», pensaba Pyrrha, jugando con un mechón de su cabello.
Pyrrha decidió que debía empezar por ser más abierta y directa con Shirou. Participaría más activamente en las actividades en las que él estuviera involucrado, tal vez, invitarlo a entrenar juntos o a compartir alguna de las tareas del día a día sería un buen comienzo. Quería que él viera que podía contar con ella, no solo como una compañera «huntress», sino también como una amiga y confidente.
A pesar de los celos que sentía hacia Rin, Pyrrha sabía que no podía dejar que eso afectara su amistad. Rin era una amiga valiosa y leal, y Pyrrha no quería perder eso por nada del mundo. En lugar de permitir que esos sentimientos la consumieran, decidió que debía enfocarse en fortalecer los lazos que compartían todos.
«No me rendiré con mis sentimientos. Encontraré una manera de estar a su lado», pensó.
★
Blake Belladona se hallaba revisando un cuaderno. En el destacaba el retrato de una persona vista desde la espalda.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Yang.
La «fauno» se sorprendió y se asustó, de inmediato, cerró el libro.
—Nada, solo estaba repasando las notas del semestre pasado.
—Aburrido... —respondió Yang.
Una pequeña uva fue volando desde el otro lado de la mesa y llegó a la boca de Yang. La rubia la atrapó y dio un pulgar arriba a Nora por la buena puntería.
—Yang, no seas maleducada —dijo Weiss—. No juegues con la comida.
—¿Dónde está Ruby? —preguntó Blake.
—Dijo que estaba preparando algo —respondió Weiss.
De pronto, un golpe se escuchó en la mesa que llamó la atención de ambos equipos. Ruby soltó un cuaderno enorme. En su portada tenía el título de: «Actividades del Festival Vytal, propiedad de Weiss Schnee», pero estaba rayado y debajo de él decía: «¡Las mejores actividades del día!».
—Hermana... amigos... Weiss...
—¡Hey! —protestó Weiss.
—¿Dónde está el equipo «SJRI»? —preguntó Ruby.
—Shirou se detuvo a ayudar a unas chicas que tenían problemas con sus armas —dijo Ren.
—Entonces, les diré a ustedes —dijo Ruby—. Hace ochenta y siete minutos, tuve un sueño.
—Esto va a ser bueno —dijo Yang y atrapó otra uva.
—¡El sueño de que un día nosotras cuatro, junto al equipo «SJRI» y «JNPR», y tendríamos la diversión que nadie haya tenido... jamás!
—¿Te robaste mi carpeta? —dijo Weiss viendo su nombre en la portada.
—No soy una criminal —respondió Ruby—. ¡Solo le añadí mi plan superultradivertido!
—¿De qué estás hablando? —dijo Blake.
—Hablo de terminar el semestre con un «Bang» —dijo Ruby.
—Yo siempre termino mis semestres con un «Yang» —dijo la rubia con tono bromista—. ¿Eh? ¿Verdad chicas? ¿Entienden? ¡«Yang»!
Pero sus compañeros no compartieron la broma y solo se quedaron viéndola, además, una manzana le cayó en la cabeza.
—Miren chicas, estas semanas fueron increíbles, a excepción del ataque del «Nightmare», pero mientras más estudiantes llegan al festival, más se siente la presión del torneo al final del año.
—No sé si sentirme orgullosa o asustada de lo que tienes preparado —dijo Weiss.
—No lo sé —dijo Blake—. Creo que pasaré de esta...
—Vayan o no... —dijo Weiss—. Creo que deberíamos pasar el último día como equipo. Yo creo que...
Antes de poder terminar, un pastel chocó directamente con su rostro. El resto del equipo «RWBY» y «JNPR» se sorprendieron, ya que conocían el temperamento de la heredera. La responsable, Nora, solo atinó a señalar a Ren para intentar pasar desapercibida.
—Tengo una sugerencia —dijo Weiss, mientras los restos del pastel caían—. ¿Damos inicio hoy a esa actividad típica de cafetería y tradicional de Beacon?
—¿Tradicional? —preguntó Ruby sin entender.
—¿Qué haremos? —preguntó Blake.
Ambos equipos veían a la heredera con expectativa. De un golpe, Weiss agarró dos manzanas.
—¡Guerra de comida!
La siguiente escena fue del resto de alumnos escapando de la cafetería.
—¡Soy la reina del castillo! ¡Soy la reina del castillo! —gritaba Nora encima de un montón de mesas.
Desde el otro lado del salón, el equipo «RWBY» se levantó lideradas por Ruby.
—¡La justicia será rápida! ¡La justicia será dolorosa! ¡Será deliciosa!
—¡Sí! —respondió el resto de su equipo.
—¡Córtenles la cabeza! —gritó Nora.
El equipo «JNPR» lanzó sandías para iniciar el ataque.
—¡Yang, pavos! —gritó Ruby.
La rubia no tardó y metió sus manos en dos pavos imitando las veces que usaba su arma «Ember Celica». Después, se lanzó a destruir las sandías, por encima de ella, Blake saltó y agarró dos baguettes para ayudar a Yang. Cuando se deshicieron de las sandías, Yang lanzó los dos pavos como lo haría su arma, ambos impactando en Jaune.
Blake empezó a atacar a Pyrrha, quien agarró una baguette para defenderse. Mientras tanto, Weiss agarró un pez espada para pelear contra Nora, la cual, agarró una barra de acero y perforó una sandía imitando a su arma «Magnhild».
Sin embargo, Blake había sido derrotada por Pyrrha cuando le lanzaron muchas latas de soda. Weiss fue arrojada contra uno de los pilares del salón. Yang logró vencer a Ren, pero fue lanzada hacia arriba, rompiendo el tejado de la sala, por Nora.
Con tres de las chicas del equipo «RWBY» fuera de combate. Ruby usó todo el poder de su «semblanza», empezó a correr y todos los objetos fueron atraídos por ella. El equipo «JNPR» también fue arrastrado por su «semblanza» y, debido a la fuerza, quedaron en la pared y la comida impactó en ellos.
Ruby iba a festejar por vencer al equipo «JNPR», pero la puerta del salón fue abierta on fuerza y entró la profesora Goodwitch enojada, con un movimiento de la fusta que usa como arma, todas las mesas y asientos regresaron a su lugar.
—Alumnos —dijo con tono calmado, pero se sentía su molestia—. Basta de jugar con la comida.
Ambos equipos temían que fueran a ser castigados. Sin embargo, un grito que venía del cielo llamó su atención Yang hizo otro agujero e iba caer sobre una mesa, pero fue atrapada por Shirou.
—Escuché sobre una pelea en la cafetería.
—Llegas tarde a la diversión —dijo Yang—. Pero podemos pasar una tarde divertida, solo nosotros dos.
—Me negaré —dijo Shirou—. Como castigo no les cocinaré.
—¡No! —gritaron ambos equipos.
—Pueden pensar en lo que hicieron.
Mientras tanto Glynda fue llamada por el director.
—Déjalos.
—Se supone que serán los defensores de este mundo.
—Y lo serán, pero ahora son solo niños. ¿Por qué no dejarlos vivir su edad? Después de todo... no será así para siempre.
★
El sol comenzaba a esconderse en el horizonte, tiñendo el cielo de Beacon Academy con una paleta de colores cálidos y dorados. Las sombras se alargaban y una calma relativa envolvía la academia, donde los estudiantes de diferentes equipos se retiraban a sus habitaciones después de un largo día de entrenamiento y clases.
El equipo RWBY había regresado a su dormitorio, cansadas, pero satisfechas con el momento de la cafetería. Ruby Rose, la líder del equipo, se desplomó en su cama con un suspiro de alivio, mientras que Weiss Schnee se acomodaba en su escritorio, revisando sus notas meticulosamente. Yang Xiao Long se sentó en el borde de su cama, estirándose y relajando sus músculos adoloridos. Blake Belladonna, por su parte, estaba sentada en su rincón habitual, con la mirada fija en la pantalla de su «scroll».
La luz azulada del dispositivo iluminaba el rostro de Blake mientras navegaba por las noticias. Sus ojos, normalmente serenos, se estrecharon al leer un titular en particular: «Aumento en los robos del «White Fang». ¿Qué está pasando?». El corazón de Blake dio un vuelco. Conocía ese nombre demasiado bien, había sido parte de ese grupo, creyendo en sus ideales de igualdad y justicia para los «faunus», hasta que las cosas tomaron un giro oscuro y violento.
Blake leyó con atención el artículo, y cada palabra parecía pesar más que la anterior. El «White Fang» no solo estaba aumentando sus actividades, sino que se estaban volviendo más violentos y descarados. Una mezcla de rabia y culpa se arremolinaba en su interior. Había dejado el «White Fang» porque no podía aceptar sus métodos, pero ahora sentía la responsabilidad de hacer algo para detenerlos.
Ruby, notando el cambio en el semblante de su amiga, levantó la vista de su arma y preguntó.
—¿Blake, está todo bien?
Blake forzó una sonrisa y asintió.
—Sí, solo... solo son noticias desagradables, nada de qué preocuparse.
Sin embargo, su mente ya estaba en otro lugar. Necesitaba tiempo para pensar, para decidir qué hacer con la información que acababa de recibir. Sin decir nada más, se levantó, dejó su «scroll» en la cama y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella con suavidad.
—¿Qué le pasa? —preguntó Weiss, deteniendo su práctica y mirando a las otras dos con preocupación.
—No lo sé —respondió Ruby, preocupada—. Parecía muy afectada por algo que leyó.
Yang se levantó del suelo y se dirigió a la cama de Blake, tomando el «scroll» y leyendo el artículo. Sus ojos se entrecerraron al entender la situación.
—Es sobre el «White Fang» —dijo en voz baja—. Sabemos que Blake tiene un pasado con ellos. Debe estar afectada por esto.
Mientras tanto, Blake caminaba por los pasillos de la academia Beacon, perdida en sus pensamientos. Cada paso resonaba en sus oídos como un tambor, cada eco una pregunta sin respuesta. ¿Podía seguir ignorando los actos del «White Fang»? ¿Podía permitirse seguir siendo parte de un equipo sin confrontar el pasado que la seguía atormentando?
Al llegar al borde del acantilado que daba una vista espectacular de Vale, se detuvo y miró hacia la ciudad. La brisa fresca le acariciaba el rostro mientras sus pensamientos volaban.
—No puedo seguir así —murmuró para sí misma—. No puedo seguir fingiendo que esto no me afecta. Necesito hacer algo al respecto.
Se sentó en una roca cercana, cruzando las piernas, y cerró los ojos. Trató de meditar, de encontrar claridad en medio del caos.
—Debo detenerlos —se dijo finalmente, abriendo los ojos con determinación—. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras el «White Fang» sigue haciendo daño. Debo hacer algo, incluso si eso significa ir sola.
Blake se levantó y comenzó a caminar de regreso a la academia, esta vez con una resolución firme. Sabía que debía enfrentarse a su pasado, y aunque le doliera, también sabía que era lo correcto. Al llegar a la puerta de su habitación, se detuvo un momento para respirar profundamente antes de entrar. Las miradas de sus amigas se posaron en ella inmediatamente.
—Blake —comenzó Ruby con cautela—. Sabemos que algo te está preocupando. ¿Podemos ayudar?
Blake dudó un momento antes de hablar.
—Chicas, necesito que entiendan algo. El «White Fang»... he decidido que voy a hacer algo al respecto. No puedo seguir ignorando lo que está pasando.
—¿Y qué piensas hacer? —preguntó Yang, apoyándose en el marco de la puerta.
—Voy a detenerlos —dijo Blake con firmeza—. Sé que puede ser peligroso, pero no puedo quedarme quieta mientras siguen lastimando a inocentes. Necesito hacer esto, incluso si significa ir sola.
Ruby dio un paso adelante y tomó la mano de Blake.
—No tienes que hacerlo sola. Somos un equipo, y te apoyaremos en esto.
Weiss asintió, mostrando una rara sonrisa de solidaridad.
—Exactamente. Estamos contigo, Blake. No dejaríamos que enfrentes algo así sin nosotras.
Yang cruzó los brazos y sonrió.
—Sí, vamos a patear traseros del «White Fang», vamos a hacerlo juntas.
★
Ciudad de Vale
Shirou caminaba junto a Jeanne por las bulliciosas calles de Vale. El sol comenzaba a descender, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras las luces de la ciudad se encendían, añadiendo un brillo cálido al ambiente. Las tiendas y cafés estaban llenos de gente, y la vida nocturna empezaba a despertar.
—Jeanne —comenzó Shirou, rompiendo el silencio entre ellos—. Siempre he tenido curiosidad. ¿Por qué viniste a Beacon?
Jeanne, con su armadura ligera y su espada descansando en su cintura, giró la cabeza hacia él y sonrió ligeramente, como si hubiera esperado esa pregunta.
—Al principio, no tenía intención de venir a Beacon —respondió Jeanne, su voz suave pero firme—. Solo venía a buscar a mi hermano Jaune y llevarlo de vuelta a casa. Nuestros padres estaban preocupados y querían que regresara.
Shirou asintió, escuchando atentamente mientras caminaban. Los pasos resonaban sobre el pavimento, acompasados por el murmullo distante de la multitud.
—Pero cuando te vi —continuó Jeanne, su mirada volviéndose distante—. Tuve una visión. Vi un campo repleto de espadas, y a tu lado, las siluetas de varias chicas. Entre esas siluetas, estaba yo.
Shirou se detuvo por un momento, sorprendido.
—¿Una visión? ¿Qué crees que significa?
Jeanne tomó un momento para considerar su respuesta, su expresión reflejaba la seriedad del tema.
—No estoy completamente segura, Shirou. Pero sentí que esa visión era una señal. Una indicación de que mi lugar, por ahora, es aquí, en Beacon, al lado de ti y de quienes te rodean.
Antes de que Jeanne pudiera profundizar más en su explicación, sus ojos se agudizaron al notar algo inusual. Rápidamente, tomó a Shirou del brazo y lo arrastró hacia unos arbustos cercanos.
—¡Ocúltate! —susurró con urgencia.
Desde su escondite, observaron a varios miembros del «White Fang» entrar en un edificio cercano. Eran fáciles de reconocer por sus máscaras de animales y su vestimenta distintiva.
—¿Qué están haciendo aquí? —murmuró Shirou, agachado junto a Jeanne.
Jeanne frunció el ceño, concentrada en escuchar la conversación de los miembros del «White Fang», las palabras flotaron hasta ellos, apenas audibles.
—Terminamos de limpiar todo el edificio. La jefa dijo que empezará la fase dos del plan —dijo uno de los miembros del «White Fang», su voz baja y tensa.
Shirou intercambió una mirada rápida con Jeanne, entendiendo la gravedad de la situación. Jeanne asintió, sus ojos brillando con determinación.
—Tenemos que detenerlos —dijo Jeanne con firmeza.
Shirou asintió.
—Sí. Vamos —
Ambos se movieron con rapidez y precisión, avanzando sigilosamente hacia el edificio. Jeanne lideraba, su experiencia en combate y su instinto guerrero guiándolos. Al acercarse, vieron que el edificio era una vieja fábrica, aparentemente abandonada.
—Por aquí —susurró Jeanne, señalando una ventana rota por la que podrían entrar sin ser vistos.
Entraron en silencio, moviéndose entre las sombras. Dentro del edificio, el ambiente era sombrío, con el olor a polvo y a maquinaria vieja llenando el aire. Escucharon voces en la distancia y se dirigieron hacia ellas.
Al llegar a una sala amplia, observaron a unos veinte miembros del «White Fang», ocupados con cajas y equipos. Jeanne y Shirou se miraron, y con un asentimiento, se prepararon para atacar.
—¡Ahora! —gritó Jeanne, lanzándose al combate con su espada desenvainada.
Shirou siguió su ejemplo, invocando sus propias espadas y avanzando con destreza. Los miembros del «White Fang», tomados por sorpresa, intentaron reaccionar, pero Jeanne y Shirou eran una fuerza imparable. Jeanne se movía como una tormenta de acero, sus movimientos precisos y letales. Cada golpe derribaba a un enemigo, y su presencia inspiraba temor y respeto.
Shirou, por su parte, utilizaba su habilidad de proyección para crear espadas que lanzaba con precisión mortal. Sus ataques eran rápidos y certeros, apoyando a Jeanne y cubriendo su flanco.
Uno tras otro, los miembros del «White Fang» cayeron. Aquellos que intentaron escapar fueron rápidamente detenidos por las proyecciones de Shirou o los rápidos movimientos de Jeanne. La batalla fue intensa pero breve.
Finalmente, el último de los miembros fue derribado. Jeanne respiraba con fuerza, su espada goteando con el sudor de la batalla. Shirou también estaba cansado, pero ambos mantenían una postura firme y vigilante.
—Buen trabajo, Jeanne —dijo Shirou, sonriendo a su compañera.
Jeanne asintió, sonriendo de vuelta.
—Lo mismo digo, Shirou. Ahora, debemos entregarlos a la policía.
Ambos comenzaron a atar a los miembros del «White Fang», asegurándose de que no pudieran escapar. Una vez asegurados, llamaron a la policía de Vale, informándoles de la situación.
Poco después, llegaron varios patrulleros. Los oficiales, inicialmente sorprendidos por el número de capturados, comenzaron a llevarse a los miembros del «White Fang». Uno de los oficiales se acercó a Jeanne y Shirou.
—Gracias por su ayuda —dijo el oficial, con una expresión de sincera gratitud—. Sin ustedes, podrían haber causado un desastre.
—No hay de qué —respondió Jeanne—. Solo estamos haciendo lo correcto.
Mientras la policía se llevaba a los prisioneros, Shirou y Jeanne se quedaron de pie, observando. La ciudad volvía a la normalidad, aunque sabían que la amenaza del «White Fang» no había terminado.
—Jeanne —dijo Shirou, rompiendo el silencio—. Esa visión que tuviste... ¿crees que es una señal de algo?
Jeanne miró hacia el horizonte, donde las luces de la ciudad brillaban con fuerza.
—No lo sé, Shirou. Pero creo que todo pasa por una razón.
Shirou asintió, sintiendo una renovada determinación.
—Tienes razón.
En el camino de regreso. Mientras avanzaban por las calles, la conversación entre Jeanne y Shirou se tornó más introspectiva. Shirou estaba intrigado por la visión de Jeanne y quería saber más sobre lo que ella pensaba.
—¿Estás pensando en mis visiones? —dijo Jeanne—. Desde que era pequeña las tuve, es mi «semblanza», aunque eran con cosas pequeñas. Es la primera vez que tengo una de esta manera.
—Jeanne, ¿qué más viste en esa visión? —preguntó Shirou, su curiosidad palpable.
Jeanne se tomó un momento antes de responder.
—Vi un campo interminable de espadas, como si cada una representara una batalla, una lucha. Te vi a ti, pero no como el compañero que conocía, sino como un guerrero. A tu alrededor, había varias siluetas de chicas, todas ellas con una determinación y fuerza que me impresionaron. Entre ellas, estaba yo, sosteniendo mi bandera y mi espada, como si mi destino estuviera ligado al de ellas.
Shirou asintió, comprendiendo la importancia de la visión.
—Eso suena... impresionante.
—Sí —asintió Jeanne—. Eso creo. Y cada día que paso en Beacon, siento que esa visión se vuelve más clara. Mi lugar está aquí, con ustedes, enfrentando las amenazas que se nos presenten.
Al llegar a los terrenos de Beacon, los edificios brillaban con una serenidad que contrastaba con la acción frenética que acababan de experimentar. Sin embargo, en la entrada de la academia estaba la profesora Glynda, en su rostro se podía ver su enojo.
—¿Se puede saber dónde estaban? El horario para salir de la academia terminó hace mucho.
—Lo sentimos profesora Glynda —dijo Jeanne—. Pero nos encontramos con un grupo del «White Fang». No podíamos dejar que se vayan, además, estaban mencionando algo sobre la fase dos de su plan.
—¿El «White Fang»? —preguntó Glynda.
Ambos adolescentes solo asintieron con la cabeza.
—La policía se llevó a las personas que atrapamos, ellos se encargaran de preguntarles —dijo Shirou.
Glynda soltó un suspiro.
—Ya veo, pueden ir a su habitación.
La pareja empezó a caminar. Pero el pelirrojo estaba muy preocupado, por un lado, la amenaza del «White Fang» y, por el otro, las visiones de Jeanne.
«Ese lugar, con mi estado actual creo que puedo usarlo. A Ruby solo le queda un «Sello de Comando» si lo usa... no tendré una forma de sustento y no hay otro mago», pensó. «Espero que Ruby no use ese sello.»
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