Cap. 14: Recuerdos y sentimientos

10 años atrás

Casa Tohsaka – Mistral

En un rincón tranquilo de Mistral, donde las calles aún conservaban el encanto de lo antiguo y los días parecían estirarse perezosos bajo el sol, vivían dos hermanas, Rin y Sakura. Aunque el destino las llevaría a estar separadas, en esos momentos de su infancia, solo conocían la felicidad de estar juntas.

Rin Tohsaka era conocida como la sucesora de su padre, Tokiomi Tohsaka, el mayor socio de «Schnee Dust Company», por ende, su entrenamiento en «dust» y «aura» empezó desde muy joven, esperando la perfección de ella. Por otro lado, Sakura Tohsaka no tenía esa presión, ella era la segunda hija, así que no recibió ningún entrenamiento.

Era un día particularmente soleado de primavera, y el jardín de la casa Tohsaka estaba en pleno florecimiento. Las risas de Rin y Sakura resonaban entre los árboles, llenando el aire con una alegría contagiosa.

—¡Rin, Rin! ¡Mira lo que encontré! —exclamó Sakura, corriendo hacia su hermana con un pequeño insecto posado en su mano extendida.

Rin, que estaba intentando reunir un cristal de «dust» con su «aura», desvió su atención hacia Sakura.

—¿Qué tienes ahí, Sakura? —preguntó, inclinándose para ver mejor.

—Es una mariquita. Dicen que traen buena suerte —dijo Sakura, su rostro iluminado por una sonrisa inocente.

—Entonces deberíamos hacerle un deseo —sugirió Rin, mirando con curiosidad al pequeño insecto—. ¿Qué te gustaría pedir?

Sakura pensó por un momento, su frente fruncida en concentración.

—Quiero que siempre podamos estar juntas, sin importar qué —dijo finalmente, su voz llena de esperanza.

Rin sintió un calor especial en su corazón ante las palabras de su hermana.

—Eso es lo que yo también deseo —afirmó, poniendo su mano sobre la de Sakura. Juntas, cerraron los ojos y pidieron su deseo en silencio.

Cuando abrieron los ojos, la mariquita había desaparecido, volando hacia el cielo azul.

—Creo que nuestro deseo se hará realidad —dijo Rin, sonriendo.

—¡Sí! —Sakura saltó de alegría, agarrando la mano de Rin—. Ven, vamos a explorar el jardín. Tal vez encontremos más tesoros.

Las dos hermanas pasaron el resto de la tarde corriendo por el jardín, descubriendo maravillas en cada rincón. Rin le explicó a Sakura cómo usar el «aura» para hacer que las flores brillaran con colores aún más vivos, aunque ella solo conocía la teoría y nunca había logrado hacerlo, mientras que Sakura encontró un nido escondido con pequeños huevos azules.

—Rin, ¿crees que podemos cuidarlos hasta que nazcan? —preguntó Sakura, mirando el nido con ojos llenos de asombro.

—Por supuesto —respondió Rin, su tono serio pero su rostro suavizado por una sonrisa—. Seremos las mejores cuidadoras para estos pequeñines.

Y así, las hermanas se embarcaron en su nueva aventura. Cada día, antes y después de la escuela, Rin y Sakura visitaban el nido, asegurándose de que estuviera seguro y cálido. Bajo su cuidado atento, los huevos finalmente eclosionaron, revelando pequeños pájaros que piaban por atención.

—¡Lo logramos, Rin! —Sakura estaba eufórica, observando cómo los polluelos abrían sus picos en busca de comida.

—Sí, lo hicimos —dijo Rin, igualmente encantada—. Pero esto es solo el comienzo. Tenemos que enseñarles a volar.

Las siguientes semanas, las hermanas dedicaron cada momento libre a sus nuevos amigos emplumados. Con paciencia y cuidado, guiaron a los pájaros, animándolos a extender sus alas y sentir el viento.

Finalmente, llegó el día en que los pájaros estaban listos para dejar el nido. Rin y Sakura los llevaron al mismo lugar del jardín donde habían encontrado la mariquita, sintiendo un ciclo de magia completándose.

—Está bien, pequeños. Es hora de volar —dijo Sakura suavemente, abriendo sus manos para liberar a los pájaros.

Uno por uno, los pájaros tomaron vuelo, elevándose hacia el cielo con una gracia que solo la naturaleza podía conferir. Las hermanas los observaron hasta que se convirtieron en puntos distantes, sus corazones llenos de una mezcla de orgullo y melancolía.

—Harán grandes cosas, al igual que nosotras —dijo Rin, abrazando a Sakura por el hombro.

Sakura asintió, apoyándose en Rin.

—Siempre juntas, ¿verdad?

—Siempre —confirmó Rin, y en ese momento, las promesas de la infancia parecían inquebrantables.

La tarde se desvaneció en una puesta de sol dorada, pintando el cielo con tonos de rosa y naranja. Las hermanas Tohsaka, de la mano, regresaron a casa como las mejores amigas, unidas por los lazos de la familia, la aventura y los sueños compartidos.

En una época más simple, antes de que la mayor de las hermanas Tohsaka vaya a Beacon para ser una «huntress», Rin Tohsaka y Sakura Matou compartían los días soleados de la infancia en la vasta residencia Tohsaka. Aquellos eran días de risas y descubrimientos, un tiempo en que la «semblanza» y el «aura» era un juego y el mundo un vasto jardín de maravillas.

Una tarde, bajo el cálido resplandor del sol de otoño, Rin, con su característico lazo en el cabello, propuso un nuevo juego.

—Hoy, vamos a practicar con nuestra «aura» —anunció con la confianza de quien había nacido en una de las familias con conocimiento de «aura» y «dust» más prestigiosas.

Sakura, con sus ojos llenos de admiración hacia su hermana mayor, asintió emocionada.

—¿Qué vamos a hacer, Rin?

—Vamos a hacer florecer estas semillas —dijo Rin, mostrando un puñado de semillas de flor de cerezo—. La primera que haga florecer su semilla, gana.

La competencia era amistosa, un simple juego entre hermanas. Rin, con su conocimiento teórico superior, estaba segura de su victoria. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, la frustración comenzó a asomarse en su rostro. A pesar de su concentración y sus gestos precisos, la semilla ante ella permanecía inerte.

A su lado, Sakura miraba su propia semilla con una mezcla de esperanza y concentración. Al poco tiempo, para sorpresa de ambas, un pequeño brote verde emergió de la semilla de Sakura, desplegándose lentamente bajo el sol.

—¡Lo hice, Rin! ¡Mira! —exclamó Sakura, su voz un canto de alegría pura.

Rin miró, primero con sorpresa, luego con un asomo de envidia.

—Pero... cómo... —murmuró, su orgullo herido.

Sakura, sin darse cuenta del cambio en el ánimo de Rin, continuó regocijándose en su pequeño triunfo.

—¿Crees que papá estará orgulloso? —preguntó, con ojos brillantes.

—Seguro que sí —respondió Rin, forzando una sonrisa. Sin embargo, dentro de ella, una tormenta se estaba gestando. Rin siempre había sido la estrella, la heredera de los Tohsaka, destinada a la grandeza. ¿Cómo podía Sakura, sin el mismo entrenamiento, superarla tan fácilmente?

Esa noche, Rin yacía despierta, mirando el techo oscuro.

—Debo ser mejor —se dijo a sí misma—. No puedo dejar que Sakura me supere.

La determinación llenó su corazón, pero también lo hizo un sentimiento menos noble, el miedo a ser eclipsada por su hermana menor.

A partir de ese día, Rin se dedicó aún más a su entrenamiento de «aura», a menudo practicando en secreto para no revelar sus inseguridades. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, cada vez que había una nueva oportunidad para demostrar su habilidad, Sakura, de alguna manera, parecía naturalmente dotada, brillando con un talento que Rin no podía igualar.

Tokiomi se percató de tal situación y comentó con su esposa, Aoi, que Sakura sería una mejor heredera.

La brecha entre las hermanas creció, no en términos de amor, sino en la percepción que Rin tenía de sí misma. Aunque ambas seguían compartiendo juegos y risas, Rin no podía evitar sentir un nudo en su estómago cada vez que Sakura demostraba su habilidad innata para la magia.

Un día, mientras practicaban la transfiguración, Sakura logró un cambio perfecto en su primer intento, mientras que Rin luchaba.

—Eres realmente buena en esto, Sakura —dijo Rin, su voz escondiendo un mar de complejidad.

—¡Gracias, Rin! Pero tú siempre serás mi maestra. Aprendo viéndote —respondió Sakura con una sonrisa inocente, sin saber que sus palabras, aunque dichas con amor, solo profundizaban el complejo de inferioridad de Rin.

En el silencio de su habitación, Rin reflexionó sobre sus sentimientos. Se dio cuenta de que su envidia y miedo no eran justos hacia Sakura, quien solo mostraba amor y admiración hacia ella. Rin comprendió que debía encontrar valor en su propio camino y habilidades, en lugar de compararse constantemente con su hermana.

Pero era muy tarde, algo empezaba a gestarse en su interior. Un «Nightmare», había entrado en la mayor de las Tohsaka.

Presente

Habitación de «SJRI» – Beacon

Luego de la pelea entre los dos miembros. Fueron a su habitación, ya que Rin quería tomar una ducha y cambiarse de ropa.

—Te imaginarás lo que pasó —dijo secándose el cabello.

Shirou tenía un sonrojo fuerte en su rostro. A su mente llegó la escena que tuvo con la Rin del otro mundo, cuando se preparaban para la pelea contra Gilgamesh.

—El «Nightmare» estuvo cerca de matarme, pero Sakura despertó su «semblanza» —dijo Rin triste—. Ella podía conectar los corazones de las personas, llegar a ellos y darles esperanza. Recuerdo escuchar una canción, salir de un mar de oscuridad y verla estirando su mano.

Rin se sentó al lado de Shirou.

—Cuando tomé su mano... desperté. Sakura usó toda su «aura». El «Nightmare» salió de mi cuerpo y se introdujo en ella. Al no tener «aura» no hubo ninguna defensa. Más de esos «Grimms» aparecieron, claro que fueron exterminados por los «huntsmen». Pero ya había una pérdida.

Rin se limpió las lágrimas y siguió.

—Tiempo después te conocí y a Pyrrha también —dijo poniendo su cabeza en el hombro de Shirou—. Pasar los días con ustedes fueron los mejores. Hasta que ocurrió el ataque al campamento. Pyrrha y yo nos alejamos un poco, ya no nos veíamos muy seguido.

Rin dejó salir una sonrisa.

—Tú eras el centro de todo. Luego conocí a Weiss, descubrimos que teníamos varias cosas en común. La Weiss más joven es muy distinta a la que conoces hoy. En cierto aspecto, su inocencia me recordaba a Sakura. Ver que ahora ella fue atacada por un «Nightmare» revivió varios recuerdos —las lágrimas fluyeron más—. No quiero perderla, no quiero perder a nadie.

—No lo harás —dijo Shirou decidido—. Yo me ocuparé de eso. los protegeré a todos.

La determinación en los ojos de Shirou conmovió a Rin. Solo pudo dejar salir una gran sonrisa.

—Tal vez tengas amnesia, pero eres igual que ese niño que conocí. No eres Laurent, eres Shirou... Shirou Emiya. Déjame hacer algo que deseo hacer desde hace años —acercó su rostro a Shirou.

El pelirrojo sabía que debía esquivarlo, pero no lo hizo.

Los labios de Rin se encontraron con los de Shirou. No terminó ahí, el beso no era uno tímido.

«Debo hacer que pare», pensó Shirou. «Está mal, debo detenerla... pero no quiero.»

Contrario a sus pensamientos, el pelirrojo continuó con el beso, aun sabiendo que estaba mal y estaba decidido a continuar con el beso.

—Shirou... —dijo entre gemidos.

—Rin...

La puerta se abrió y entraron Jeanne e Illya. Ambas se quedaron sorprendidas cuando vieron a Shirou y Rin muy pegados.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Jeanne con inocencia.

—¡Nada! —con una patada reforzada con «aura» lanzó a Shirou al otro lado de la habitación—. ¡¿Qué hacen ustedes aquí?!

—Los buscamos para decirles la situación de Weiss —dijo Illya—. Pensamos que estabas muy preocupada por ella, pero que solo lo usabas para encubrir tus deseos por muestro líder.

Un pequeño cristal de «dust» se incrustó en la pared, su color empezaba a brillar, parecía que estaba a punto de explotar.

—Mi preocupación por Weiss es genuina, no bromees con eso o la próxima ese cristal terminará en tu frente.

—Suficiente —dijo Shirou recuperado—. Rin no puedes amenazar a Illya de esa forma e Illya no debes molestar a Rin. Hasta ahora lo dejé pasar porque era peleas inofensivas, pero deben detenerse ahora.

—Ah... —Illya dejó salir un suspiro—. Está bien...

—Bien —dijo Rin sacando el cristal del muro.

—Estamos aquí para decirles que Ruby falló en su primer intentó y ahora el equipo entero entrará en el sueño —dijo Jeanne—. Además, tal vez necesitarán tu ayuda.

—¿Mía? —preguntó Shirou.

—Sí —confirmó Jeanne—. Hay una representación de ti en el sueño de Weiss. Tiene el poder de copiar armas y aprender su estilo de pelea. Causó gran problema a Ruby y seguramente será un problema para el resto del equipo.

—¿Copiar? —dijo Rin—. ¿Por qué Weiss tendría esa imagen de ti?

Nevado – Sueño de Weiss

Una vez más, Ruby despertaba en el mismo lugar que lo hizo la primera vez. Pero está vez escuchó un «Hey Rubes», cuando vio quien la llamaba era Yang, pero al igual que ella, tenía ropa diferente a la habitual, además, traía una motocicleta amarilla.

Sin embargo, lo más llamativo era la parte superior de Blake. Solo una de sus orejas de «fauno» se veía, la otra oreja estaba cubierta por su listón característico.

—¿Weiss me ve de esta manera? —preguntó con duda.

—¡Oh! —dijo Yang—. Te ves muy linda.

—Gracias —dijo nerviosa—. ¿Y esa motocicleta?

—Iba en ella. Weiss me conoce muy bien.

—Debemos seguir las vías de tren.

Blake subió con Yang en la motocicleta y Ruby usó su arma para deslizarse en la nieve.

La escena del ataque al tren por parte del «White Fang» se repitió, lo ignoraron y pasaron de largo hasta la ciudad.

Imperio Schnee

Las tres chicas lograron entrar, ahora estaban viendo el terreno.

—Hay que tener cuidado con esas estatuas —dijo Ruby—. Son vigías.

—Jacques Schnee... —dijo Blake llamando la atención de sus amigas—. Es el líder de la «Schnee Dust Company», es decir, el padre de Weiss.

—Parece ser un gran idiota —dijo Yang.

—¿Ese es el muro que debemos pasar? —preguntó Blake—. No va a ser fácil.

Las tres empezaron a caminar, cada una investigaba donde podría ser la entrada. Ruby estaba caminado en una calle buscando pistas.

—¡«Big Nicholas»! —gritó una puerta con rostro.

—¡Eh! —gritó Ruby—. Eres la puerta que habla. ¿No estabas en otra calle?

—Hay tontos en todos los lugares. Tengo que vigilarlos.

Ruby se sorprendió, pero esa oración le dio una idea.

—¿Eso significa que puedes conectar on el centro de la ciudad? —preguntó esperanzada.

—¡Claro que no! —dijo rápidamente—. ¿Cómo iba a haber tontos cerca de la gran familia Schnee?

—Ah, claro —dijo decepcionada.

Sus pensamientos se detuvieron cuando una voz melodiosa empezó a cantar.

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Ruby levantó la mirada y vio Pyrrha en la celda.

—¡Pyrrha! —dijo sorprendida.

—A la chica le gusta cantar por toda la ciudad —dijo la puerta.

La canción que cantaba trataba sobre soledad. Ruby estaba impactada por la canción. Su «scroll» sonó, era su hermana Yang, le avisaron que encontraron una posible entrada.

Ruby llegó con Yang y Blake y vio como unas sombras entraba a través de una fuente congelada. Sin embargo, había dos robots vigilando el lugar. Iba a usar una moneda para crear un señuelo, pero fue detenida por Blake.

—Yo me encargo —saltó para que los robots la vieran.

Consiguió lo que quería, los robots se acercaron a ella, pero rápidamente uso su «semblanza», dejó un clon de sombra y ella se fue. Cuando los robots llegaron, el clon desapareció y las tres pudieron entrar a la fuente sin ser vistas.

Al pasar por la fuente vieron que las llevó a una tienda de joyas. Salieron de la tienda y vieron que la estatua central, que parecía tan alejada, estaba muy cerca.

—Bien —dijo feliz Yang—. Marquemos este lugar.

Arrojó una moneda al aire y se convirtió en una puerta.

—Ahora podemos ir y venir a este punto.

Una alarma empezó a sonar.

—Aviso a todos los súbditos del Imperio —la voz de Weiss salió de varios parlantes—. Ruby Rose y Yang Xiao Long han escapado de la torre de nuestro gran Nicholas. Libres solo causarán desastres. Todos los súbditos del Imperio deben colaborar para que vuelvan a la torre.

—¿Qué significa eso? —preguntó Yang—. ¿Estamos encerradas en su sueño?

—Eso parece —dijo Blake—. Al desaparecer, parece que escaparon.

—Pero, ¿solo Yang y yo? ¿Y tú, Blake?

—Eso... —Yang estaba nerviosa—. Tal vez no vieron bien a Blake.

—O que no exista en su sueño —dijo cortante—. En tal caso, temo que la mente de Weiss me trate como una intrusa.

Las dos hermanas no dijeron más, estaban tristes.

—¿Será esa la torre? —dijo Yang viendo la torre central.

—Es la única que tiene una estatua gigante.

—Si nos quieren llevar ahí, ¿por qué no seguirles el juego?

Ruby y Yang se dejaron ver frente a los guardias.

—Nos rendimos —dijo Ruby.

—Llévenlas con «Sleepy Klein» —dijo la voz de un hombre.

—¿Eh? —Yang se sorprendió—. ¡Oh! ¡Es Shirou!

—Yang... Ruby... le causaron muchos problemas a Weiss —dijo serio.

—Es totalmente distinto —dijo Yang a Ruby en un susurro—. Pero me gusta. Dime Shirou, ¿no quieres ir a tener una cita?

—¡Yang! —reprendió Ruby.

—Mi corazón está con Weiss y el Imperio, no tengo tiempo para actividades improductivas.

—Wow, Weiss sí que debe desear a Shirou.

El pelirrojo señaló el camino hasta el recinto de las hermanas. Cuando llegaron vieron a una puerta con rostro.

—¡¿Oh?! —dijo la puerta cuando despertó—. Señorita Ruby, señorita Yang, ¿cuándo me atravesaron?

—Déjalas pasar, por favor —dijo Shirou.

—Claro —respondió.

—Por favor, no vuelvan a escapar. Weiss no desea inconvenientes.

Las hermanas entraron y se sorprendieron que su habitación tenía las literas de Beacon.

—Parece que sí quería unas literas —dijo Yang.

Investigando la habitación, encontraron una pieza de ajedrez en forma de caballo.

—Es la reliquia de la iniciación —dijo Ruby.

Debido a las dudas usaron una llamada para contactar con Shion. Le explicaron la situación y le preguntaron sobre la reliquia.

—Parece una manifestación del deseo de Weiss de resistirse al «Nightmare». Podría ser la clave para llegar al núcleo de su mente.

El sonido de la puerta las sorprendió. Blake había llegado.

—¡Oh! ¡Blake! —dijo Ruby—. ¿Encontraste la llave?

—No... —dijo nerviosa ocultando su arma—. Era una cerradura simple.

—¿Sabes abrir cerraduras? —dijo Ruby—. Es increíble. ¡Oh! Una debería quedarse para que Weiss no se entere.

Luego de hablar un poco más, se decidió que Yang se quedaría para no levantar sospechas. Yang uso una moneda para marcar el lugar y poder ir cuando Ruby o Blake usen otro marcador.

Blake y Ruby salieron de la habitación y llegaron al vestíbulo.

—Investigando, vi una puerta que bajaba por el sótano. Puede que vaya al núcleo de su mente.

—¡Asombroso Blake! —dijo Ruby—. Vienes a salvarnos y de paso investigas.

Ruby sacó la reliquia en forma de caballo.

—Seguro hay otra —dijo Ruby—. Esta la encontramos en la habitación que nos llevaron, así que debe haber otra donde estaba tu versión del sueño. En la vida real hay dos reliquias, ¿no?

Blake soltó una pequeña sonrisa por la actitud de Ruby de siempre ver lo mejor de la situación.

Llegaron a la puerta del sótano, al pasar vieron una habitación extraña llena de sillones.

—Era de esperar —Weiss hizo su aparición—. Por muchas veces que te eche, apareces de nuevo. Te lo he dicho mil veces, en este sitio... ¡No hay sitio para los «faunus»!

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