4. Recuerdos


Corren los recuerdos por la habitación, juguetes en los rincones, gritos de un león, mientras escapan por las ventanas aquellas ideas de ser bombero, policía o ladrón. Se sienten las pisadas de niños corriendo en el salón, gritos ensordeciendo toda la casa mientras una madre dice “jueguen fuera y así no rompen nada”. Todos corren con los pies descalzos,
bajo la lluvia o el sol, juegan a ser reyes y princesas en su reino de imaginación. Observas a lo lejos aquella vieja casa en el árbol, refugio de los malos, un viejo club abandonado que el tiempo va dejando en el pasado. Quedan escritos en las paredes nuestros dibujos y en el suelo siguen nuestros pasos. Cuánta felicidad sin daños, no existe maldad en esos ojos, solo la más tierna picardía y el más travieso engaño. Correr y perdernos, saltar en la cama
y escondernos, unas sábanas fantasmas, los cuentos antes de dormir, espadas, escudos y guerreros, imaginación al millón, cero preocupación,
las pesadillas son tu peor miedo y la oscuridad tu mayor terror.

Así fuimos creciendo y rompiendo el silencio. Ansiosos por ser “grande” cuando todavía somos pequeños, intentando ser rebeldes con ganas de comernos un mundo al cual aún no podemos entenderlo. Van apareciendo las marcas en la cara, el rojo intenso, vestir a la moda, el primer beso con las decepciones amorosas. Amarga o dulce la primera vez, a veces surge como quieres, a veces no es como tú crees.
Comienzas a rodearte de amigos, la influencia y el deseo, aparecen nuevos miedos, los círculos viciosos, juegos traviesos, la curiosidad, cruzar pasos, la velocidad y sus extremos. Crecen las noches de fiestas y alcohol, de escaparse por las oscuridades mientras aparece el éxtasis como la nueva sensación. Vuelas entre nubes blancas, se trazan triángulos amorosos y la traición de los amigos que te abrazan. Comienzan los secretos a disfrazarse
de mentiras, la verdad puede ser cruel pero siempre es la mejor salida.

No te entiendes contigo mismo ni las personas te entienden a ti. Los sueños no son como
pretendes, los planes cambian y no todo sale tal cual quieres. Te ahogas entre seguir o
morir, comprendes como todos somos diferentes, nadie es igual a ti, cada uno con sus
metas, cada caída con su cicatriz. Malditas complicaciones, saltar y crecer, tu corazón y sus etapas de sentir y creer, no sabes si confiar en los malos o en los buenos que te traicionaron
una vez. La lluvia desde la ventana de esa vieja habitación se convierte en una caja de
recuerdos mojados, recuerdos colgados con tachuelas en un mural abandonado, balas
cargadas con nostalgias del pasado.

Vamos creciendo, seguimos sin detenernos, cargando con las viejas memorias y creando
nuevos cuentos. Caminamos firme y despacio por el salón, sentimos el silencio en cada
rincón, viejas fotos en la habitación, te miras en el espejo y aún puedes ver a ese niño que hay en tu interior. Nunca olvides quien eres, de donde viene tu corazón, tu hogar, tus costumbres, cada pequeño paso de amor. Cuánto hemos crecido, y seguiremos creciendo, aprendiendo a querernos más y valorar esos lazos que nos atan a los viejos tiempos, los cuales por muy lejos que llegues siempre los llevarás por dentro.

**Los recuerdos perfectos para los imperfectos olvidados**

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