21. Aquella Noche
Aquella noche fue oscura, mi carro chocó contra tu cruel egoísmo, caí al precipicio sin
frenos; ahora no pienso, repito nuestros viejos cuentos, los latidos de mi corazón fueron
tan fuertes esa noche de febrero. No supe qué hacer, perdido dentro de tu laberinto, entre los espacios vacíos, se borraron mis colores, todo fue tan triste cuando pronuncié por última vez tu nombre, desde aquella noche no me correspondes. La soledad camina en mi habitación, aquel sofá viejo es el recuerdo extraordinario de una noche de pasión, a diferencia de este momento tan frío, con pedazos de mi roto corazón. Solo tengo el abrazo de mi sombra, me quedo con la aurora y el pasado sin futuro que siempre imaginamos. Otro amor cobarde sale corriendo, otra historia a medias sin remedios, un capítulo cancelado y el libro de cuento cerrado.
Aquella noche me derrumbé, mi fortaleza se desmoronó, quería llorar, tomaba aire y volvía a respirar. No valía la pena derramar más lágrimas
por un amor que pedía morir, no quería luchar por algo que no sé si alguna vez fue amor o un juego de tablero en donde solo quieres ganar, llevarte el premio y dejar atrás todo el desastre; escogiste engañar antes de amarme. Me ahogué en tu mar de mentiras, tu cuerpo resultó ser un
bosque lleno de trampas, un pantano sin salidas. Mi cabeza estaba llena de dudas, pensaba en mi piel sin tus besos, mis ojos sin ver tu cuerpo; no
sabes cómo odio haber entregado tanto y aun así no me arrepiento. Todavía no creo haber sobrevivido, incluso cuando dejamos de existir, y te convertiste en otro desamor, cuando nada te importó y no te interesé, después de ti continué.
Aquella noche acabó este amor imaginario ajeno a la realidad, aprendí de amores imperfectos, de los cobardes y sus miedos. En esta historia te quedas con el cruel recuerdo
de la luna que siempre te hablará de mí; fuiste tú quien salió perdiendo cuando me dejaste ir. Encontré un lugar lejos de todas tus catástrofes, reparé mi dolor, limpié los suspiros del colchón, los escritos desgastados se convirtieron en historias de superación. Entre penas,
dolores y agonías, me tenía a mí, sanó la herida abierta por tu partida, me volví más fuerte,
mis flores renacieron, el mundo continuó, abrí los ojos y recordé: después de una noche
fría, siempre vuelve a salir el sol.
**Te escribí mucho aquella noche**
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