Capítulo 7
—Hola —Benjamín se presentó amablemente mientras ambos nos preparábamos para comenzar a trabajar—. Es bueno obtener una nueva compañera, Gunther suele aburrirse demasiado y en estos últimos días no ha podido ayudar. —Luego se detuvo cuando se dio cuenta en sus últimas palabras—. Supongo que no sabes quién es él, lo siento, él suele ser esa persona a quien todo el mundo conoce. ¿Sabes quién es Gunther?
—Oh —reí disimuladamente porque él se sonrojó ligeramente—. En realidad, sí lo conozco, creo que hablas del chico rubio.
—Todo el mundo lo conoce, es un buen amigo también.
Esas palabras confirmaban lo que ya presentía de Gunther, él es una buena persona y estar a su alrededor creaba ese ambiente de confianza, un ambiente un poco peligroso ya que podría hacerte confesar cosas que tal vez estaban mejor enterradas.
Volví a la realidad cuando Benjamín terminó de colocarse los patines y entró a la pista.
—Tenemos veinte minutos más para disfrutar la pista para nosotros, ¿entras?
Miré su expresión de felicidad que se transformó un poco en duda cuando no contesté.
—Paso, por esta vez.
—Ya entiendo, no sabes patinar. Puedo enseñarte, no es tan difícil.
—No es eso. —Me senté detrás del mostrador mirándolo en la entrada de la pista—. Disfruta que luego debemos empezar a trabajar.
—Cuando quieras estaré disponible para ser tu entrenador personal. —Me dedicó una rápida sonrisa y se deslizó con velocidad por el hielo.
Benjamín era un chico demasiado enérgico, era un poco delgado para ser un jugador de hockey, pero de alguna manera se las arreglaba para estar en el equipo y según él ser uno de los mejores. Era hablador (actitud que me tomó desprevenida porque Gunther había dicho lo contrario) prácticamente me había contado toda su vida solo en diez minutos una vez que Pedro me lo presentó. Además, parecía estar en movimiento todo el tiempo, es esa clase de persona que te cae bien desde el principio.
No quería negarle o ser brusca con la invitación, pero parecía que no le había dado tanta importancia. Él dio varias vueltas en la pista y cada vez que pasaba cerca me sonreía.
El resto del día sería interesante.
—¿Cómo te fue? —escuché la voz de Flor, había decidido llamarla para contarle como me había ido el primer día de trabajo.
—Bien, fue difícil al principio ya que tuve un colapso y me paralicé. —Sacudí la cabeza cuando mis recuerdos fueron hacia allí—. La risa de Benjamín fue lo que me provocó reaccionar, él se burlaba de mí. —Solté un bufido.
Hubo silencio en la línea—: ¿Cómo debo tomarme eso?
—Tranquila —solté una breve risita ante el recuerdo—. Todo está bien, Benjamín fue un buen compañero y pudimos organizarnos bien, pensé que iba a ser más abrumador, después de algunos minutos ya había logrado tranquilizarme, la gente en general no fue tan mala solo los niños eran los más intensos. El día fue genial y pasó muy rápido, ahora estoy en casa y acabo de terminar de bañarme, la verdad es que tengo sueño. —El sueño era molesto y no lograba tener los ojos abiertos, pero pasaría una vez que la rutina se creara.
—Bueno, dentro de todo no fue tan mal. Ahora cuéntame sobre las personas que estuviste vinculándote últimamente.
—Si piensas que hice un amigo desde ya debo informarte que no es así.
—¡Darya!
—Está bien, ahora estoy concentrada. —Cerré la puerta de mi habitación—. Me relaciono bastante con Simone que es mi profesora de zumba, también con Gunther que es su primo y nos hemos visto varias veces. Por otro lado, está Pedro que es quien controla que todos estén haciendo su trabajo en el club y Benjamín mi compañero que es demasiado hablador.
—No nombraste a tu tío.
—Me interrumpiste —hablé rápido para que no notara mi olvido—, mi tío está bien. ¿Cómo están las cosas allí?
—Obviaré lo último que me contaste, solo espero no tener que preocuparme después de eso. Todo está yendo bien ¿verdad?
—Flor, las cosas van bien. Siento que todavía hay algo que no sé qué es que me impide seguir hacia adelante, como si fuera un peso que llevo conmigo que no he logrado desprenderme. Ahora que ya no estoy más allí siento que hice lo correcto, como si aquel lugar solo estuviera reprimiéndome. Hay algo en esta ciudad que me atrae y me hace sentir bien.
—Darya —ella habló cuando terminé de soltar aquellas palabras—, estás haciendo las cosas bien. Lograste muchos avances desde que saliste de aquel hospital, desde el inicio de nuestra primera sesión hasta ahora hay un gran progreso del cual debes estar orgullosa. Ahora hablando de ese peso que llevas y que lo sientes, desde mi punto de vista todavía se vincula con el accidente, es algo que debemos seguir trabajando para que puedas sentir que aquel peso se sienta menos.
—¿Cómo lo trabajaremos? —Me senté en la cama.
—Tomaremos la idea que usamos al principio, escribir. Buscarás una libreta o algo que puedas usar como un diario en donde escribas algunos párrafos, coloques imágenes, canciones, frases o algún pensamiento. Trata de escribir algo todos los días o plasmar algo, veremos cómo funciona y si no lo hace implementaremos algo más.
El diario al principio había funcionado, pero hacía años que no lo volvía a utilizar. Esperaba que hiciera el mismo efecto que de alguna manera había funcionado al principio.
—Gracias por estar aquí.
—Cariño, lo estaré siempre.
—Háblame de lo sucedido aquella noche. —Miré a la mujer, su rizada melena resaltaba sus rasgos.
—No quiero hacerlo. —Esquivé su mirada.
—Ya ha pasado tiempo desde que no hablamos.
Inspiré hondo y no le contesté, solo me quedé observando el calendario; febrero 20 del 2019. Había pasado tiempo desde el accidente de mis padres
—Solo quiero que vuelvan —susurré y las lágrimas volvieron junto a los recuerdos—, pero sé que no pasará porque...—mis sollozos interrumpen mis palabras—, ellos, ellos están muertos. —Aquella confesión terminó de destruirme—. Ya no están, no podré verlos, ni abrazarlos. —No podía seguir hablando y me derrumbé cuando ella me abrazó por algunos minutos, no nos despegamos, me consoló por toda la sesión y ahí supe que estaría siempre para mí.
—Toma —me dio una libreta color rosa pastel—, escribe tus sentimientos. Sé que es difícil hablar lo que sientes, pero espero que escribirlos pueda ayudarte a desahogarte.
Y lo acepté. Aquella decisión de alguna manera había logrado salvarme, y junto a Flor pude salir de aquel pozo poco a poco.
—No puede ser —escuché la voz de Simone por el celular, no entendía que pasaba, estaba un poco dormida intentando incorporarme en la cama.
—¿Qué sucede? —mi voz salió un poco ronca.
—¡Gunther lo hizo de nuevo! —Gritó y alejé el celular de mi oído, me había aturdido—. Ese idiota volvió con su compañera, ahora están en la pista juntos en este preciso momento. —Estaba demasiado enojada.
—¿Por qué volvió? —pregunté confundida.
—¡Porque es un idiota! —contestó y escuché como se movía—. Edrick le dijo que no lo hiciera que él le buscaría una compañera que realmente quisiera estar con él. Gunther lo dejó estar, le aclaró que las cosas están bien ahora y que harían la presentación de navidad.
—Estoy perdida. —Me senté en la cama, intenté despegarme el sueño y prestarle atención.
—El veintitrés de diciembre se hace una presentación en el centro de la ciudad, se arma una pista de hielo y se hacen presentaciones. El club coordina para que sus patinadores puedan participar junto a algunos patinadores de otros clubs.
—Entiendo —murmuré.
—Él no quiere perderse eso, es especial esa ocasión. Podría haberlo hecho solo, mostrar una linda presentación, pero quería estar con aquella chica que lo único que trae es conflictos en el grupo e inseguridades en Gunther que no son así —suspiró—. Ella lo desprecia, solo volvió porque ese día vendrán entrenadores de un club que es un poco famoso que está en una ciudad cerca de aquí, se llama Club 1989.
1989 me sonaba de algún lado.
—Creo que de algún lado conozco ese club.
—Sí, ellos son famosos por un chico que está en las grandes competencias en estos últimos años. Antes tenían una pareja de patinadores que también fueron famosos, creo que estuvieron en los juegos olímpicos de 2018 —habló apresuradamente—. Ahora tienen una pareja de danza y están buscando candidatos para formar otra, ella quiere estar en el club y como el entrenador viene ese día quiere lucirse, Gunther es su oportunidad para acceder a ello.
—¿De verdad? —pregunté un poco dudosa.
—Te lo aseguro. No tengo problema en que ella quiera progresar y mejorar o lo que sea que quiera hacer, pero no la dejaré usar a Gunther de esa manera.
«Pero Gunther deja hacerse ese daño»
—¿Simone realmente cuál es el problema?
—Que ahora la estoy viendo y la voy a golpear. —La llamada se cortó después de esas palabras.
No, no. La volví a llamar y ella no respondía.
El sueño se había ido de golpe, de un salto salí de la cama intentando buscar ropa para poder ir hasta el club.
Ya vestida intenté llamarla de nuevo, no contestaba. Una rápida visita al baño para higienizarme y ya estaba preparada para salir. El taxi me esperaba en la puerta, él mismo lo había llamado mientras trataba de lavarme los dientes. Le di la dirección y amablemente traté de que se apurara.
—Dime que no pasó nada —hablé una vez que Pedro me contestó.
—Bueno. —Se escucharon gritos—, por lo menos no llamó a la policía. Creo que le rompió la nariz.
Negué con la cabeza ante aquella noticia. Simone había cruzado los límites desde mi parecer, pero no conocía toda la situación así que no podía opinar tanto al respecto. Siendo ella profesora de la institución de su madre esperaba que no la afectara en su puesto de trabajo.
—Llegaré dentro de poco, ella me llamó y no pensé que se atrevería a hacer eso. Estaba un poco perdida con la información.
—No te preocupes ahora la estoy vigilando.
Corté la llamada unos minutos después y luego pagué al taxista que me dejó enfrente del club. Corriendo entre por la puerta principal, traté de localizar a Simone lo más rápido posible, Pedro me hizo algunas señas y doblé en uno de los pasillos. Ella estaba sentada en un banco, con hielo en la mano.
—Me asustaste. —Me senté de golpe junto a ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó sobresaltada.
—Chica —murmuré mirando su mano—, eso debió haber dolido.
—Si lo hizo. —Movió lentamente la mano—. Lo bueno es que mi propósito realmente funcionó, Ernestine no quiere volver y esta vez realmente es de verdad.
—¿Gunther?
—Enojado conmigo, él realmente quería hacer esa presentación. —Negó con la cabeza—. Lo arruiné todo.
—Bueno...—verdaderamente no sabía que decirle—, por algo pasan las cosas.
—¿Por algo pasan las cosas? —una voz furiosa se hizo presente.
Ambas veíamos a Gunther un poco despeinado y que tenía una mirada para nada amigable.
—No te atrevas Darya a darle la razón. —Ambas vimos cómo se quedaba delante de nosotras—. Simone sabes lo que esa presentación era para mí y eso no te importó para nada.
—Gunther...
—Lo era todo —susurró—. No te imaginas lo que me he esforzado por estar aquí, lo que sacrifiqué por estas oportunidades y si bien Ernestine no era lo mejor de alguna manera funcionaba.
—Ella no es lo mejor —de sus palabras Simone arrojaba enojo y Gunther iba por el mismo camino.
—Era lo único que tenía Simone, ya no hay nadie más que quiera ser mi compañera. Lo sabes, sabes que es difícil encontrar a alguien y aún tienes la decencia de estropearlo.
Ambos se quedaron en silencio ante aquella declaración, y personalmente no podía descifrar qué decir en aquel momento. Gunther se fue y por instinto lo seguí. Caminaba rápido y no podía lograr seguirle el paso. Pero por alguna razón sabía a dónde iba.
A la pista de hielo.
Vi en un movimiento rápido como Edrick y Pedro quieren frenarlo de alguna manera para poder hablar con él. Con un gesto los detuve, ellos me miraron con sorpresa, de alguna manera Edrick lo entendió porque rápidamente llevó a Pedro junto a Simone.
Había perdido a Gunther, pero al entrar a la pista podía verlo en las gradas, en lo más alto. Venciendo un poco mi miedo que me provocaba subir hasta tan arriba, logré de alguna manera sentarme junto a él con dos asientos de distancia.
«Mira la vista, tan hermosa»
—No sé con precisión lo que sientes, pero no te rindas.
Soltó una risa un poco sarcástica mientras me daba una mirada un poco dura—: ¿Quieres darme una clase de motivación?
—Quiero que me escuches, no te rindas.
—No lo entiendes, ¿verdad? —miró al hielo—, creí que esta vez funcionaria. Solo que no fue el caso, mi esperanza ya está por el piso Darya.
—No te rindas porque un problema intenta derribarte —lo animé.
—Ojalá fuera tan fácil.
—No lo es. —Sentí su mirada, pero solo veía el hielo. Como hubiera querido que eso no hubiera pasado, me encantaría poder haber evitado eso. Poder ser fuerte y enfrentar el problema, estar en la pista ahora—. Eres fuerte, no te rindas.
—¿Por qué estás intentando darme una charla motivacional?
—¿Por qué te rendiste y no entraste en la pista? —Escuché a mi psicóloga, no estaba presente en aquella sesión realmente.
—Es que ya no le veo el punto a patinar.
—¿No quieres patinar?
—No —murmuré mientras miraba el parque por la ventana, no había nadie porque hacía frío, era una buena postal con la nieve cubriendo todo.
—Te arrepentirás si tiras todo.
—No lo sabes. —Intentó pararse, me estiré y agarrando su brazo lo detuve. Él se sentó de nuevo.
—Lo veo en tus ojos Gunther, ese amor y pasión cada vez que hablas del hielo, la pista. Lo que puedes crear allí es lo más puro y fantástico que puede pasarle a un patinador a gente como nosotros que de alguna manera pudimos entrar en este mundo. Somos privilegiados por eso.
Solté su brazo y su mirada contenía confusión.
—¿Cómo? —intentó formular algo más y no lo logró.
—Lo siento cada vez que te veo, como interactúas, te presionas para poder avanzar. Solo debes tener una buena pareja y aunque pienses que todo se derrumba a tu alrededor, las paredes no están aprisionándote, solo quieren que busques otra salida, no escojas la misma puerta. —Inspiré hondo—. Está bien que estés enojado, lo que pasa es que todos quieren hacerte ver que de alguna manera estás haciendo las cosas mal, solo no te rindas, no dejes que personas intenten estropearte tu camino. ¿Patinar es tu sueño? —pregunté, aunque conocía perfectamente la respuesta.
—Desde que tengo memoria.
—No dejes que ellos lo estropeen.
—Siento que he dejado mucho por estar en el hielo, solo que no se me da ninguna oportunidad.
—Busca una salida Gunther y de alguna manera sé que Ernestine no es tu camino. Si lo fuera esto que está pasando —nos señalé—, no estaría sucediendo y ambos se encontrarían en la pista practicando para aquella presentación.
—¿Qué te sucedió Darya? —preguntó cauteloso.
—Es una historia muy complicada —murmuré porque su pregunta lograba que recordara mi pasado y no quería hacerlo.
¡Gracias por leer!
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