Capítulo 32
—¡Apúrate! —Sostuve la puerta para que él pudiera entrar antes de que terminara de empaparse.
—Gracias. —Se sacó el gorro de lana de color mostaza y lo guardó en su bolso.
—¿Qué haremos?
—Lo que tú decidas. —Hizo una mueca. Ambos no sabíamos muy bien cómo actuar frente a la decisión de agregar a más personas al equipo.
—Hagámoslo —dije. Recibí una enorme sonrisa como respuesta.
—Te veo en la pista. —Me saludó y se fue a los vestuarios.
Entré a los vestuarios de mujeres y no me sorprendí al solo ver dos patinadoras más que me saludaron apenas entré. Me saqué la chaqueta negra que estaba empapada y la dejé doblada en el casillero junto a mi bolsa que previamente le había sacado los patines.
Me senté en la banca y empecé a ponerme los patines con rapidez. Un escalofrió me atravesó el cuerpo, hoy el día era particularmente frío y no me estaba ayudando mi top y la calza deportiva de color negro, si bien eran cómodas para practicar no significaba igualmente que no pasaría frío.
—Que tengas un lindo día Darya. —Las dos chicas se fueron. Ellas entrenarían en el gimnasio y entrarían a pista después de nuestro turno. Ambas eran tiernas y siempre que me veían me saludaban de forma tímida.
Tomé mi botella con agua, aseguré mi casillero y partí hacia la pista. Caminé con los patines puestos y eso de cierta manera me hacía más lenta de lo habitual. Antes de entrar en la pista me detuve en la mitad del pasillo.
—¿Blas? —lució una bonita sonrisa cuando me notó.
—¡Darya! —respondió y se dirigió caminando hacia mí.
—¿Qué haces aquí? —Naturalmente lo abracé—. Pensé que trabajabas para otro club.
—Acepté una propuesta de Mallory que francamente no pude resistirme. —Respondió entusiasmado—. Seré tu asesor en la pista, Mallory quiere mejoras en ustedes dos y creo que comenzar de cero una coreografía nos beneficiará.
Sentí alegría por tener a Blas aquí. Era un entrenador dedicado y muy paciente. Justo lo que necesitaba en esos tiempos y ahora que lo veía de nuevo con esa oportunidad de poder compartir la pista de nuevo junto a él, me hacía muy feliz la noticia.
—Me alegra poder contar contigo.
—Encantado de poder ayudar. —Me abrazó de nuevo.
—¿Darya? —Me giré para poder ver a Gunther que se acercaba un poco cauteloso. Él no llevaba los patines, pero tenía su bolso a su costado.
—Este es mi compañero —presenté a Gunther—, este es Blas, mi entrenador del club 1989.
—Un gusto —Gunther saludó un poco cortante.
—Haremos un buen trabajo —Blas sonrió—. Llevaré estos papeles a Mallory, nos vemos la semana que viene —se despidió y emprendió camino hacia las oficinas.
Esa pequeña escena había sido un poco brusca y tensa. Blas se había ido apenas llegó Gunther y la actitud por su parte fue demasiado rara. Gunther parecía un poco tenso a mi alrededor como si no supiera específicamente qué hacer.
—¿Qué sucedió? —pregunté—, ¿se conocen?
—No lo hacemos, solo me sorprendió tu efusividad —parecía un poco sarcástico.
—¿Te encuentras bien? —Estaba tenso, en realidad.
—Perfectamente —respondió rápido y tenso—, ¿él es tu entrenador?
—Supongo que será un nuevo entrenador a partir de ahora —sonreí—, es muy bueno. Verás que te encantará trabajar con él.
—No lo dudo —dijo, creí notar de nuevo sarcasmo.
—No estás bien —lo enfrenté—, ¿Qué te sucede?
—Jamás me abrazaste de esa manera. —Las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo—. Ahora a este tipo lo abrazas con tanta efusividad, permíteme dudar un poco.
—Espera —trataba de hilar la conversación—, no entiendo. Siempre te abrazo, trato de abrazar a todos.
—No lo haces con esa emoción —espetó indignado.
—¿Estás bromeando? —solté una risita nerviosa.
—No —Su expresión se suavizó—, no es nada. Olvídalo.
—Siempre te abrazo —me defendí—, espera... ¿estás celoso?
—¿Por qué lo estaría? —respondió.
—Dímelo —Noté mi pecho inexplicablemente tenso, él se había acercado invadiendo mi espacio personal.
—Darya —balbuceó—, quiero hacer algo. ¿Me prometes... que no te enojarás?
—Gunther... supongo que no me enojaré —Susurré cuando se acercó—. ¿Te encuentras bien? —volví a repetir.
—Ese chico... —habló un poco cerca mío—. ¿Es importante?
—Solo fue mi entrenador —expresé un poco confundida—. ¿Por qué preguntas?
—Genial —parecía genuinamente aliviado. Sacudió la cabeza y se pasó la mano por el pelo.
—¿Te encuentras bien? —Parecía una tonta repitiendo la misma pregunta, pero sabía que él estaba demasiado raro.
—Solo recuerda que lo prometiste. —Me asusté cuando se acercó con rapidez inclinándose en el proceso y unió nuestros labios en un delicado beso. Sentí nuestros cuerpos juntos y como una de sus manos rozaba mi mejilla derecha. El roce de nuestros labios era delicado e indescriptible.
«¿Por qué?»
—¡Chicos los esperan! Edrick está ligeramente enojado de que no lleguen a tiempo. —Pedro interrumpió, empujé a Gunther para separarlo de mí—. Perdón, perdón. —Se tapó los ojos y señaló una de las entradas de la pista, se dio media vuelta y se marchó dejándonos solos.
Mis mejillas se sonrojaron, me fui hacia la pista tratando de olvidar el incidente con el beso. Abrí una de las puertas y Gunther me seguía detrás, ahora solo quería estar sola para entender que pasó.
«Fue evidente»
—Por fin llegan —Mallory nos interceptó.
—Lo lamento fue mi culpa —Gunther intentó defendernos. Se había sentado para ponerse los patines.
—Que sea la última vez —ella nos señaló.
—Lo será —concluí.
Traté de separarme e ir con Edrick. Últimamente parecía un poco despistado por todo lo que está pasando. Su hermana había provocado un poco de caos.
—El club tiene un nuevo mando y quiero hacer que el patinaje tome un rumbo nuevo, contraté entrenadores en algunas áreas especializadas para que ofrezcan crecimiento a todos los patinadores. Mejoraremos los horarios y también el gimnasio. En estas últimas semanas trataremos de crear un nuevo espacio que utilizaremos como estudio de danza. —Mallory soltó todo de golpe.
—Genial —pronuncié.
—Ustedes dos tienen la primera oportunidad de poner al club en el mapa en las competencias. Haremos una nueva coreografía para el programa libre, quiero algo más delicado para ustedes y el programa corto lo mejoraremos también.
Mallory hablaba y hablaba sin parar. De reojo miré a Gunther. Él acababa de besarme.
Me. Besó.
Gunther me besó. No puede ser.
—Ampliaremos las convocatorias para las inscripciones de los patinadores en las diferentes modalidades. —Miró su reloj—. Ellas deberían estar aquí, cuando les hablé sobre formar parte del club no lo negaron.
Abrí la puerta cuando parecía que la conversación había terminado. Dejé mis protectores en la valla y me deslicé en el hielo tratando de tranquilizarme.
Me. Besó.
Gunther me siguió para entrar a la pista, pero mantuvo la distancia. Lo prefería también de esa manera, no podía tenerlo cerca, vaya uno a saber cómo podría reaccionar: tal vez me atacaría con más besos. Edrick nos llamó cuando comenzábamos a entrar en calor, Mallory miraba la entrada de la pista con un poco de desesperación.
—Concuerdo con Mallory en plantear un programa más lento. Puede funcionar en ustedes dos.
—Probemos —Gunther me miró—. ¿Estás de acuerdo?
Él. Me. Besó.
—Claro —respondí tratando de calmar mis nervios.
—¡Aquí estás! —abrazó a una chica que se me hacía familiar y cuando le vi el rostro la reconocí como aquella patinadora que siempre parecía estar sola porque su compañero llegaba tarde—. Luz aceptó mi propuesta para formar parte del equipo, quiero creer que tengo el compañero perfecto para ella... solo debo tratar de que acepte la propuesta.
—Un gusto volver a verte —sonreí y ella me devolvió el saludo, un poco tímida. Me alegraba que hubiera dejado a su compañero, era joven y encontraría uno nuevo con rapidez.
—¿La conoces? —susurró Gunther y por inercia di un saltito y me deslicé para atrás ante el susto.
—Sí, ella entrenaba con Mallory y también con Blas, compartimos la pista.
Hizo una mueca como respuesta.
—Ella es buena y sinceramente me alegro de la separación con su pareja —la puerta volvió a abrirse—. Era un poco despreocupado, la verdad siempre llega...
—Me alegro de que hayas encontrado el lugar de Christa, temía que te hubieras perdido. —Mallory la abrazó como había hecho con Luz.
Miré en su dirección y me quedé congelada cuando vi a Christa allí. Estaba aquí mirándonos y ofreciendo una tensa sonrisa.
—Estas dos jovencitas vienen hoy para mirar los alrededores del club, les daré un recorrido y empezarán ambas el viernes.
Sentí como Gunther me tocaba la cadera con ese gesto que me tranquilizaba. Me relajé y al mismo tiempo noté lo tensa que estaba. Tener a Christa en el club sería un problema considerablemente alto. Ella siempre significó peligro y la sentí como la presencia del pasado, tenerla aquí sería un constante recordatorio.
—Pobre Christa. —mamá encendió el auto. Iríamos juntas al hotel en donde nos estábamos hospedando, la competencia había salido genial. Primer puesto.
—¿Por? —desenvolví un caramelo y sentí el sabor a limón.
—Vi como su madre le daba su famoso discurso de perdedora, aunque ella cree que nadie pueda escucharla. —Su mirada siempre estaba en la carretera.
—¿De verdad? —Busqué una canción un poco pegadiza en la radio. Estaba feliz de haber ganado de nuevo.
—¡Darya! —Me asusté cuando me gritó—. Préstame atención cariño. Esto es importante.
—Dime. —La miré atenta.
—Solo, no seas dura con ella. —Hice una mueca porque me estaba pidiendo mucho—. Sé que últimamente la tensión creció, creo que ella tiene suficiente con que lidiar.
—No prometo nada. —Traté de hacerle caso, pero si ella me insultaba no habría problema en devolverle el insulto y rematarlo con una buena ventaja de puntos en la competencia.
No me importaba Christa desde hacía bastante tiempo. Ella había dejado en claro que no quería ser mi amiga y el papel de enemiga le quedaba mejor, mucho mejor. Mis intentos de ser amable y sacar conversación quedaron sepultados desde hace años y sinceramente no me importaba lo que le pasara.
Hasta que llegaron los juegos olímpicos.
—¿Verdad Darya? —Miré a Mallory y traté de intentar atar indicios de lo que me preguntaba.
—Yo...
—Me encargaré —interrumpió Gunther—. Tengo que quedarme hasta tarde, no será un problema.
—Gracias Gunther —Mallory respondió de forma alegre—. Ve con ellas después del entrenamiento y muéstrales el espacio. Darya quiero mejorar contigo algunas cosas, entra en calor. Gunther necesito que veas algo que tengo en mente para una elevación.
Miré a Gunther y sonreí ante su gesto de interponerse ante aquella visita guiada. No era mi intención hacer eso, no podía.
Cerré la puerta del vestuario más fuerte de lo normal y fui directamente a mi casillero. De todos los clubes de patinaje sobre hielo que había en el mundo ella tenía que caer justamente en este. Debía ser el destino o mi mala suerte de volver a verla, aunque su reputación ahora era un poco complicada si trataba de darle algún sentido. Tal vez necesitaba esconderse del mundo y este club podría darle esa oportunidad.
«¿Mallory quería conseguir a los atletas para darles una segunda oportunidad?»
—¿Entrenamiento duro? —La voz que en ese preciso momento no quería escuchar estaba allí.
No le respondí y guardé mis cosas. Quería dejar atrás mi pasado, solo que Christa representaba exactamente eso: mi pasado.
—Lamento lo de tus padres, jamás tuve la oportunidad de decir eso. —Apreté los dientes y cerré un poco fuerte mi casillero, ella traía esos recuerdos. Estaba ubicada en el que entendía que era el suyo, por suerte estaba lejos del mío.
—Felicidades por tu medalla de oro en los juegos olímpicos. Disfruta de tu estancia en esta ciudad. —Con mi bolso colgado me fui de allí.
Christa estaba en el fondo de su carrera y salir a volver a lucirse en las competencias sería complicado. Era raro que no haya encontrado un club en Rusia.
Me despedí de Pedro que me miró de forma rara al devolverme el saludo. Al abrir la puerta y salí al estacionamiento Gunther estaba arreglando algo de su auto.
—Demonios —susurré. Esperaba que no se hubiese roto nada, pero él estaba ligeramente malhumorado al llegar.
—Ahora no quiero hablar, Darya. —Agachó la cabeza aún más intentando descifrar algo.
—¿Puedo ayudar en algo? —Me preocupé que fuera algo importante.
—Ahora no Darya. No estoy de humor. —Sus palabras salieron de manera amargada y con dolor.
—Gunther sé que puedo ayudar en algo... ¿Quieres que llame a la grúa? —Esperaba poder ayudar.
—Ya lo hice.
Tenso era la palabra para describirlo. Tal vez irme y dejarlo sería buena opción, pero necesitaba respuestas, aquel beso significaba algo. ¿Qué pasaría si él sentía algo por mí?
«¿Sientes algo por él?»
Es mi compañero, claro que siento algo por él. Amistad, creo.
—Oye sobre lo que pasó en el pasillo —empecé a hablar. Necesitaba respuestas de lo que significaba ese beso.
—Darya...—parecía arrepentido—. No debí besarte, fue un impulso. Perdón. Espero que eso no sea un impedimento o genere tensión.
Asentí e hice una mueca de disgusto que traté de ocultar. Me di vuelta y me fui. Lo dejé como él me había pedido, con aquellas palabras flotando en el aire. ¿Por qué me dolía?
Respiré y emprendí camino a mi departamento. Olvidarme de ese beso era lo que debía hacer. Lo entendía, fue producto de un impulso que no sabía con exactitud cuál era.
Olvidarme de ese beso era lo correcto.
Olvidarme de ese beso era lo correcto.
Olvidarme de ese beso era lo correcto.
¡Gracias por leer!
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