Capítulo 13: Superación
Mentiría si hubiera dicho que no estaba nervioso. Lo estaba y mucho. No sólo porque jugaba contra un gran equipo, sino... que además era su anterior equipo, sus amigos, su ex novio, todo lo que representaba su vida pasada.
Odiaba esa sensación. Se sentía culpable de estar al otro lado, mirando las caras con los que una vez jugó y que ahora eran sus rivales. Ellos le conocían, sabían sus tácticas, sabían su forma de jugar, pero él... también sabía todo de ellos y aún sabiendo sus flaquezas y sus puntos fuertes, Rin seguía asustándole demasiado. Era bueno, muy bueno y no estaba seguro de poder vencerle pero allí estaba, dispuesto a intentarlo. Rin fue su amigo, su capitán, su novio y su rival, lo fue todo y ahora... sólo quedaba un rival, un oponente al que quería vencer y superar.
Le observaba. Estaba a un par de jugadores frente a él, así que Isagi le miraba de reojo. Rin ni siquiera se percató en él. Tenía la mirada fija en el jugador frente a él, Reo, capitán de su equipo.
Cuando Isagi giró el rostro para observar al jugador frente a él, encontró la calma en esa sonrisa inocente de Bachira. Su mejor amigo sin duda alguna. Bachira sólo quería que el encuentro empezase lo antes posible para poder disfrutar. Adoraba el fútbol y sobre todo, jugar con y contra Isagi.
Isagi sonrió entonces a su amigo en un intento por parecer cómodo pese a que todos eran conscientes que sería un partido tenso. Bachira le tendió entonces la mano y fue en ese instante, cuando Isagi la estrechó educadamente antes de que el árbitro indicase que los jugadores ocupasen sus lugares en su zona del campo.
Allí en el centro, frente a Rin, todo su mundo empequeñecía repentinamente. Quería desaparecer pero no podía. Reo había elegido en el lanzamiento de moneda y por suerte para ellos, habían ganado la elección de balón, sin embargo, Isagi se sentía muy presionado.
Su pie posicionado sobre el balón no se movía. Sus ojos observaban la calma de Rin, esa que antes tanto admiraba y ahora le desesperaba. Quizá le habría gustado ver alguna reacción en él, aunque fuese mínima. Ni siquiera cuando rompieron debió sentir nada y si lo sintió, no lo expresó en lo más mínimo.
El pitido del árbitro se escuchó dando así inicio al partido. Automáticamente, Isagi pateó el balón a su lado izquierdo buscando a su compañero, en esa ocasión, a Reo quién enseguida se hizo con el balón y avanzó por el campo en busca de la portería.
***
Tres a dos. Ese era el resultado tras la primera mitad y desde luego, ellos iban perdiendo. Nagi había marcado los dos goles y ya le había costado tener que driblar a Rin y su visión de campo. Por momentos, Isagi pensaba que Nagi podía anticiparse a a su ex capitán, pero pronto la desilusión volvía cuando Rin interceptaba su camino. Parecía ver todas las rutas posibles que él creaba para que Nagi marcase.
Agotado y algo frustrado, Isagi entró en el vestuario y se dirigió directamente hacia la zona de las duchas aprovechando el momento en que todos hablaban de opciones para poder ganar. Nadie le prestaba atención a él, así que fue un buen momento para escabullirse. El entrenador también entró tras ellos, tratando de ofrecer unas palabras de aliento y ánimo a todos.
Isagi se sentó en el peldaño de la última ducha y se colocó la toalla sobre la cabeza. Miraba el suelo. Estaba seco porque nadie se había ido a la ducha todavía, no lo harían hasta que finalizase el partido fuera cual fuera el resultado.
¿Cómo vencer a Rin? Tenía que idear algo. Se maldecía a sí mismo por estar indeciso, por dejarse ganar de esa forma tan deprimente pero Rin parecía colarse en su mente y saber todo lo que estaba pensando, destrozando los planes que ideaba. Odiaba esa sensación.
‒ Ven conmigo.
Esa suave pero masculina voz provocó que Isagi dejase de mirar los azulejos del suelo y elevase la mirada. Nagi que pasaba junto a él, le acababa de quitar la toalla de encima de la cabeza y le indicaba con la cabeza que le siguiera por la puerta de atrás hacia otra de las salas.
Isagi miró primero al otro lado del pasillo de las duchas. Todos sus compañeros seguían allí hablando con el entrenador o entre ellos, todos debatiendo sobre alguna estrategia a seguir y desde luego, nadie se percató en que ni él ni Nagi se encontraban en la sala. Posiblemente pensarían que habían salido a por alguna bebida de la máquina expendedora del pasillo.
¡Era otro pasillo! Largo y que daba hacia el hall donde estaban las máquinas expendedoras y algunos asientos. Vestidos como iban con el uniforme, captaban la atención del resto de estudiantes de las facultades, sobre todo porque muchos de ellos estaban en ese estadio para ver el partido, pero ninguno frenó el recorrido de Nagi ni el suyo.
Isagi le siguió sin pronunciar palabra y entonces, Nagi abrió una de las puertas y le indicó a Isagi que entrase. No dijo nada, obedeció sin más.
La habitación estaba a oscuras pero había algunas ventanas que daban al pasillo. Desde el interior podían ver a gente caminando por allí aunque Isagi dudó que ellos les vieran allí dentro por la oscuridad que reinaba en el interior.
‒ ¿Estás bien? – preguntó Nagi en cuanto cerró la puerta.
Isagi no supo que responder a esa pregunta. Lo más lógico habría sido decirle que sí, que todo estaba bien pero no lo estaba. Asintió con la cabeza pero al ver que Nagi no reaccionaba, enseguida negó suavemente.
‒ Me lo suponía. ¿Sigues enamorado de Rin? – preguntó esta vez más serio y calmado Nagi.
‒ No. No es eso pero...
‒ Te afecta estar en el mismo campo de fútbol donde está él jugando. Te he visto frenar cada vez que él se acerca a ti – aseguró Nagi – no sé si te has dado cuenta, supongo que sí pero...
‒ Me da miedo – admitió Isagi entonces.
‒ ¿Por la lesión?
‒ Supongo. La última vez que se acercó tanto a mí, me destrozó la rodilla de una patada. Cada vez que se acerca a mí...
‒ Te apartas sintiendo que quiere hacerte daño.
‒ Supongo, no estoy seguro, es sólo que... siento ese miedo.
‒ No lo negaré, Rin es agresivo jugando, busca el balón y no teme hacer una entrada más fuerte de lo normal con tal de hacerse con él pero... no está jugando bruto precisamente contigo. Te ha hecho entradas mucho más suaves de las que me ha hecho a mí – asimiló Nagi lo cual hizo que Isagi pensando en esa primera mitad del partido. Era cierto, apenas le había tocado en sus enfrentamientos de uno contra uno. Entraba más suave. Nagi en cambio, se había ido al suelo más de una vez en sus entradas – creo que tú eres en parte su punto débil, Isagi. Creo que no quiere lesionarte, pero huele tu miedo y sabe que puede pasarte con facilidad. Si consigues hacerle frente, podrías evitar que te robe el balón en vuestros enfrentamientos.
‒ Voy a intentarlo – dijo Isagi con una sutil sonrisa – aunque...
‒ Te asusta. Lo sé. Tu lesión fue grave y entiendo que temas hacerte daño de nuevo, pero esta vez, en la segunda mitad, yo estaré más cerca de ti. Yo le entraré a Rin para que tú puedas driblarle con mayor facilidad. ¿Te parece bien?
‒ Sí. Quizá eso funcione.
Nagi observó a Isagi un segundo y luego, acarició su mejilla con suavidad como si eso pudiera hacer que se calmase.
‒ Te invitaré a cenar después del partido.
‒ ¿Aunque perdamos?
‒ Aunque perdamos. Yo ya he ganado con tenerte a mi lado, es más de lo que ese imbécil podrá decir, aunque gane – sonrió Nagi.
Al girarse para ir hacia la puerta, fue Isagi el que retuvo un instante más a Nagi, agarrando su muñeca para impedir que se alejase demasiado de él.
‒ Nagi – le llamó provocando así que éste se girase como si la conversación que mantenían no hubiera finalizado, pero sí había finalizado, de hecho, lo que Nagi sintió fueron los labios de Isagi sobre los suyos.
Esta vez, fue Nagi más rápido y pasional, rodeando con sus brazos la cintura de Isagi y empujándole contra la pared del fondo antes de que las rodillas de éste flaqueasen y se sentase en el suelo. Nagi se arrodilló frente a él besándole con pasión.
Las voces de la gente se escuchaban de fondo, pasaban por el pasillo iluminado pero nadie era consciente de lo que ocurría en esa sala. Tenían poco tiempo pero el beso era tan intenso, que ninguno quería detenerlo.
Sólo eran dos chicos, vestidos con el mismo uniforme azul oscuro besándose con pasión a escondidas de todo el mundo. Jugarían de nuevo y ganasen o perdieran, ellos ya se sentían ganadores.
‒ Te quiero – susurró Nagi sin poder apartar sus labios de los de Isagi.
Isagi en cambio, abrió los ojos ante esas palabras. Su mano seguía fuertemente agarrada a la parte de atrás de la camiseta de Nagi y le observaba. Éste todavía no había abierto los párpados, su frente rozaba la suya y sus labios se separaron unos centímetros únicamente como si quisiera siempre quedarse en ese instante al lado de Isagi.
‒ Voy a darlo todo ahora, Nagi, por ti. No perderé ante Rin ni ante el miedo que pueda darme. Vamos a ganar esto, tu y yo, ganaremos el partido y esta noche, lo celebraremos como nos merecemos.
‒ ¿Con sexo? – sonrió Nagi.
‒ Con mucho sexo – sonrió Isagi.
‒ Entonces volvamos rápido. Estoy impaciente por acabar con este encuentro para poder ir a tu casa.
Epílogo:
¡Sólo deseaba irse a la casa de Isagi! Pero allí estaban los dos, retenidos en la mayor de las fiestas por haber ganado aquel reñido partido. El entrenador les había invitado a cervezas en el bar. El equipo invicto había perdido contra ellos.
Desde la barra, Nagi esperaba a que le sirvieran un par de botellines más de cerveza, uno para Isagi y otro para él mientras observaba en la distancia como sus compañeros de equipo hablaban animadamente con Isagi. Aquella última jugada que propició el gol de la victoria había sido sin duda alguna, la mejor táctica de la mente de Isagi. Quizá no habría sido posible sin su don para controlar el balón, pero consiguió engañar a Rin en un uno contra uno y devolver ese balón a Isagi. Su chute directo marcó el gol de la victoria. Él que no estaba acostumbrado a ser el asistente, esta vez lo había sido, pero no le importaba en absoluto. Ya había marcado el resto de goles del partido, aquel... era el triunfo de Isagi. Se merecía ese último gol.
‒ Felicidades.
Aquella palabra sonó extraña al ser pronunciada desde el hombre de su derecha. Rin estaba allí, pidiendo al camarero un botellín de cerveza también. Todo el equipo había ido a la fiesta, posiblemente obligados por su propio entrenador para hacer "amistades". Disfrutaban de ese momento. Ellos seguían en el número uno de la tabla, nada había cambiado, serían campeones del nacional, pero... al menos, Nagi se sentía orgulloso de que su equipo hubiera ganado al equipo que permanecía invicto sin ninguna derrota.
‒ Suena muy extraño viniendo de ti – susurró Nagi sin perder de vista a Isagi.
‒ Te gusta mucho. No me extraña, supongo. Es un buen chico.
‒ ¿Por qué rompiste de esa forma con él? – preguntó Nagi.
‒ No podía mirarle a la cara después de lo sucedido. Tuve la culpa de su lesión, de apartarle del fútbol. Quizá fui demasiado cobarde por mantener lo nuestro siempre en secreto.
‒ Yo no quiero mantenerlo en secreto. Me gusta Isagi y me da igual quién lo sepa. Salgo con él y es oficial.
‒ Una vez me preguntaste si lo hice adrede – susurró Rin, en ese instante, Nagi le miró por primera vez interesado en esa respuesta – no lo fue – miró Rin el botellín que el camarero había dejado frente a él – fue un accidente. Me distraje.
‒ ¿En un partido? ¿Tú? Ya podía ser buena la distracción.
‒ Mi hermano estaba allí. No nos llevamos demasiado bien. Le vi en las gradas y... estaba cabreado. Perdí concentración. No vi a Isagi cuando hice esa entrada. Yo le lesioné
‒ Deberías hablar con él entonces.
‒ Él cree que fue adrede, estoy seguro de ello. Ese día había muchos ojeadores, quizá pensó... que lo quité del medio para lucirme ante ellos, para ser su única opción pero...
‒ Él no piensa eso. Quiere creer que fue un accidente, pero nunca se lo has dicho abiertamente, así que a veces, puede tener dudas de si fue un accidente o intencionado. Por eso creo que deberías explicarle todo esto. Le dolió mucho más que desaparecieses sin decir ni una palabra a lo que ocurrió en el accidente.
‒ Quizá hable con él antes de volver a Tokio.
‒ Sería bueno que lo hicieras. Nos volveremos a ver en más partidos y no quiero sufrir vuestra tensión otra vez.
Por primera vez, Nagi observó una sutil sonrisa en el rostro de Rin. Era extraño verle expresar algo, pero quizá Isagi conseguía sacar algunas expresiones en ellos.
‒ Vuelvo con Isagi y mi equipo. Ya nos veremos Rin.
‒ En el próximo partido no tendréis tanta suerte.
‒ No tengo suerte, tengo un buen controlador de campo – sonrió Nagi elevando la cerveza hacia él como indicándole que brindaba por ello.
***
¡Le encantaba ver el sudor de Isagi resbalando por su cuello! Nagi sonrió con sus ojos fijos en esas gotas que caían entre los gemidos de su chico. Con la espalda contra la pared y sus piernas enredadas en la cintura, Nagi no detenía el movimiento de su cintura.
Con los ojos cerrados, sólo disfrutaba y gemía ante la profunda penetración de Nagi. Su rostro se hundía una y otra vez en su cuello. ¡Impaciente! Era un completo impaciente. Puro fuego, pasaba de su cuello a sus labios, jugando con su lengua como si no hubiera un mañana ¡y le encantaba! Nagi era puro fuego en la cama ¡o contra la pared! Daba igual donde lo pillases. Isagi empezó a reír.
- ¿De qué te ríes? – sonrió Nagi.
- De tu forma de follar. Ni te has quitado el pantalón – sonrió con mayor efusividad, haciendo sonreír a Nagi.
- Me has dejado bien "empalmado" en el bar.
Isagi no pudo evitar reír ante esa palabra. ¡Se le había puesto dura! Para ser concretos, él se la había puesto dura.
- Eras tú el que mirabas.
- Eras tú el que me provocaba bebiendo esa cerveza de esa forma tan sugerente.
- ¿No te gustaba? – le provocó Isagi – sólo practicaba.
- Y esto es lo que obtienes por ello – sonrió Nagi sin cesar en sus movimientos, hundiendo una y otra vez su pene en su chico.
¡Su sonrisa y sus risas! Desde hacía unos dos meses, Nagi fue consciente de esas risas. ¡Isagi nunca había reído! Como mucho sonreía de vez en cuando, pero reír... eso sólo lo hacía con él últimamente y le alegraba. Tenía una risa bonita. ¡Le quería! Estaba realmente enamorado de ese chico que ahora tenía la confianza suficiente como para reír, que se divertía por fin y dejaba atrás los dramas tras su lesión cuando estaban juntos. Volvía a jugar al fútbol como antaño, a su lado y se divertía.
- Sabes que justo detrás de mí está la habitación de mis vecinos, ¿verdad? – preguntó Isagi.
- Oh, por favor... esos pasmados no se enterarían que te la estoy metiendo ni aunque lo hiciera frente a sus narices.
Otra embestida y el estremecimiento completo del cuerpo de Isagi antes de dejar escapar un nuevo jadeo. ¿Quién iba a decir que el sexo entre ambos fluía tan bien? Eso les hacía sonreír con complicidad.
- ¿Te gustó... verme tomarme esa cerveza? – preguntó con un toque divertido Isagi y la respiración entrecortada.
- Me habría gustado más ver cómo lo practicabas ahí abajo – susurró Nagi – yo sí que te daría una cerveza de las buenas.
- Qué idiota eres – sonrió Isagi antes de lanzar otro gemido por el empujón de Nagi. Parecía haberlo hecho adrede por el insulto.
- ¿Quieres repetirme lo que has dicho?
- Que eres idiota – le provocó Isagi, ganándose otra profunda penetración frente a la sonrisa de Nagi.
Por un instante, los ojos de Nagi bajaron a la rodilla desnuda de Isagi, esa que él sostenía entre sus manos. ¡Tenía la cicatriz! Esa ya no se le iría y lo sabía bien. Cada vez que la miraba, se daba cuenta de lo que sufrió con aquella lesión que ahora parecía intentar olvidar. Todo momento divertido que podían tener, fue cortado al instante. ¡Se sentía mal por esa cicatriz! Aunque sabía que Rin había hablado con él.
- Ey – susurró Isagi al darse cuenta de que su novio se había quedado embobado de nuevo – no podría estar en mejores manos.
Nagi sonrió ligeramente, porque siempre le decía esas palabras de ánimo cuando se quedaba en ese estado. ¡Hablar de sentimientos no era algo que les caracterizaba! En cada beso, en cada caricia, en cada broma, incluso cuando Isagi hacía esas tonterías en el bar con tal de excitarle.
- Sé que no suelo ser muy claro – susurró Nagi.
- ¿Enserio? Pero si no te cortas ni un pelo a la hora de decir las cosas – comentó Isagi.
- Bueno... a veces, pero sabes que haría lo que fuera por ti. ¿Verdad? No volveré a permitir que te hagan daño.
- Somos deportistas, Nagi, siempre habrá alguien que acabará haciéndonos daño. Pero puedo intentar que a ti no te pase nada.
- Eso lo he dicho yo – le rebatió.
- Ya... pero suelo ser yo el que me salgo con la mía.
- Idiota – insultó esta vez Nagi, lo que hizo que Isagi sonriera y Nagi se pusiera rojo –. ¡Joder! Es que es imposible contigo, tienes razón, siempre te sales con la tuya.
Unos segundos de calma, como los que precedían a una tormenta. Nagi había dejado de moverse al ver la cicatriz, Isagi dejó de gemir al no sentir las embestidas y entonces... los brazos de Nagi se agarraron con fuerza a la cintura de Isagi, alejándole de la pared para tirarlo sobre el colchón.
Con total frenesí, empezó a moverse, uniendo sus labios a los de Isagi, silenciado los gemidos del otro entre sus bocas. Sus lenguas se encontraron. Fogosas y juguetonas. Las risas cesaron y sólo la excitación quedó en el aire.
Fue Isagi el que separó los labios. Con sus párpados cerrados, echando la cabeza hacia atrás y jadeando mientras sus dedos se agarraban con fuerza al revuelto cabello de su novio, Nagi entendió que estaba cerca del orgasmo. Hundió su rostro en el cuello de Isagi, mordisqueando cuando no lanzaba algún varonil jadeo próximo también a su máximo placer.
Los cuerpos de ambos temblaron, la espalda de Isagi se arqueó ligeramente, enredando con mayor fuerza sus piernas en la cintura de Nagi, buscando que ese placer no desapareciera en ese momento y entonces... todo su cuerpo se relajó de golpe. Agotado, con semen resbalando por su abdomen mientras Nagi terminaba las últimas estocadas envuelto en sus gemidos.
Cuando el cuerpo de Nagi cayó a su lado bocabajo, Isagi ladeó el rostro lleno de sudor hacia él. Ambos se miraron unos segundos en silencio, recobrando el aliento y la respiración, perdiéndose en los ojos del otro.
- Creo que ha sido el mejor polvo de todos los que hemos echado – sugirió Isagi.
- Ha sido la cerveza. Verte succionar la boca del botellín, pasando tu lengua por todo él y...
- Así que era eso, la cerveza. Dame media hora o incluso una hora para reponerme y te enseño el movimiento de la lengua – le sugirió Isagi.
- Trato hecho.
Nagi se dio la vuelta, pasando el brazo por detrás de la cabeza de su chico para acercarle a su pecho y que la reposase allí. ¿Se podía amar más a alguien de lo que ya lo hacía? No estaba seguro, pero cada vez que fijaba sus ojos en Isagi, en sus ojos, en su cuerpo... simplemente se volvía loco. ¡No volvería a permitir que le ocurriera nada! Pero también sabía que Isagi era realmente fuerte y el muy idiota tampoco permitiría que a él le pasase algo.
- ¿Vendrás a mi casa estas vacaciones? – preguntó Isagi.
- ¿A conocer a tu familia? Me lo tengo que pensar – sonrió Nagi.
- Eres un vago.
- Lo sé. Pero iré. Por ti haré lo que sea, hasta meterme en un avión e ir a Tokio.
- Genial, porque te quiero y quiero que conozcas a mi familia y mis amigos de allí.
- Está hecho. Por ti, lo que sea.
Con un beso, cerraron aquel trato con la idea de ir de viaje juntos en esas vacaciones próximas.
Fin
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