Capítulo 11: Una noche contigo.
El único ruido que alteró el silencio del pequeño apartamento de Isagi fue el cerrojo de la puerta del dormitorio al ser echado. Isagi ni siquiera fue consciente de ello delegando en Nagi para que cerrase todo a su espalda. Sin estar atento a los movimientos de las manos de ese chico, tan sólo mantenía sus párpados cerrados y se dejaba llevar por las diferentes sensaciones que le transmitía la lengua de Nagi colándose en su boca.
Para Nagi, casi resultaba absurdo poner el cerrojo estando la casa vacía puesto que sólo vivía Isagi allí, sin embargo, era mejor prevenir que lamentar. No quería imaginarse algún accidente como que la familia de Isagi decidieran hacerle una visita sorpresa o algo así.
Siendo su primera vez con Isagi, lo que menos deseaba Nagi era que un imprevisto les cortase la excitación del momento. ¡Aquello tenía que ser especial! Por fin había conseguido romper ligeramente las barreras de Isagi y llegar hasta él.
Sonaba muy cursi, demasiado femenino incluso y eso le hizo sonreír a Nagi. Las chicas solían pensar así, pero los chicos... no, ellos eran más de vivir el momento fuera como fuera y, aun así, quería que Isagi se sintiera realmente especial. No era un pasatiempo, ni alguien a quien quisiera reemplazar tras aquello, no quería ser un cabrón como su ex novio. ¡Se sentía imbécil al pensar de esa manera! Porque la vida siempre daba miles de vueltas y quizá... en un futuro, se dieran cuenta de que no eran el uno para el otro y rompieran su relación, pero... en este mismo instante, Nagi tenía la plena confianza en que esa relación iba a ser duradera.
Separó un segundo el rostro y deshizo el beso para observar a su chico. Su rostro inocente y juvenil estaba además cubierto por un ligero rubor. Isagi siempre había sido un chico introvertido pero que dejaba pocas cosas a la timidez, aún así, sin duda alguna, ésta era una de las que le daban vergüenza. Descubrir cosas así de Isagi, hacía feliz a Nagi. Quería seguir descubriendo todo sobre ese chico.
Isagi abrió los párpados con suavidad frente a la pérdida de contacto de sus labios para intentar entender qué estaba ocurriendo. Por un momento, pensó que él estaba haciendo algo mal, pero en cuanto su mirada se fijó en los ojos grisáceos de Nagi y la sonrisa que ofrecía, se dio cuenta de que simplemente se había detenido para observarle. Seguramente, quería cerciorarse de que todo estaba bien y que no había cambiado de idea respecto a mantener una relación sexual en ese mismo instante.
Los pulgares de Nagi apoyados con suavidad a cada lado de su mejilla, se movieron con suavidad en una tierna caricia. De arriba a abajo, Isagi se dejaba envolver en ese sutil contacto que le provocaba cierto cosquilleo. Isagi sonrió antes de ladear un poco la cabeza a su derecha y hacer mayor contacto con la palma de la mano de su chico. A Nagi le recordó por un ínfimo segundo, a un gato ronroneando en busca de la caricia.
Con un gesto de su rostro, le indicó a Isagi que le acompañase hacia la cama. Isagi afirmó antes de agachar la mirada hacia la mano que Nagi había apartado de su rostro y se la tendía hacia delante para que la agarrase. Lo hizo.
Con cada paso que daban, los latidos de su corazón se intensificaban. Los nervios recorrían cada centímetro de su cuerpo y el sudor se acumulaba en las palmas de sus manos. Ni siquiera durante los partidos, Isagi había llegado a ese nivel de presión. Quería hacerlo bien, quería ser perfecto, pero... sólo era un novato que no tenía ni idea de qué debía hacer o cómo comportarse en esa situación. Con Rin todo era mucho más fácil porque prácticamente no le dejaba hacer nada. Rin controlaba todas las acciones. A veces, en el sexo, se sintió como un muñeco de trapo sin poder moverse.
El leve impulso de los brazos de Nagi le hizo sentarse sobre el colchón. Alzó la vista hacia el rostro de Nagi. Ambos se miraban fijamente mientras Nagi subía una de sus rodillas al colchón para colocarse sobre el cuerpo de Isagi.
Lentamente, Isagi dejó caer su espalda hasta tumbarse completamente. Su cabeza se posó sobre la almohada y Nagi, que mantenía ambos brazos a cada lado del cuerpo de su novio, descendió hasta volver a rozar sus labios en un tierno beso.
Sus cuerpos hicieron contacto pese a que todavía llevaban las camisas puestas.
Con un gesto de manos, Isagi le indicó que se acercase de nuevo hacia él. Para Nagi, no había una mejor visión en todo el planeta que ver los mechones oscuros del cabello de Isagi expandidos sobre su colchón, ni ese rostro infantil sonriente.
Nagi nunca quiso enamorarse estando en el instituto, ni siquiera creía que pudiera existir alguien de su edad con quien quisiera compartir su vida, todos le parecían poco maduros, ¡lo normal a esa edad! Él siempre fue un bicho raro, pero... allí estaba. Se había enamorado de un maldito deportista como él.
— Conmigo, siempre vas a poder ser quien quieras – indicó Isagi con sus manos. Nagi sonrió ante aquello y posteriormente, agarró una de sus manos para llevarla hasta sus labios y depositar un casto beso en su palma.
— Creo que me gustas, me gustas mucho – señaló Nagi soltando la mano de Isagi para poder gesticular.
— Eso espero, porque también creo que me gustas – sonrió Isagi.
Fue Isagi, con sus temblorosas manos, quien empezó a quitarse la sudadera y la camiseta que llevaba. Nagi le observó unos segundos en silencio y después, empezó también a quitarse las suyas. Las dejaron caer con suavidad al suelo a un extremo de la cama y volvieron a unir sus labios.
Temblaba, no sólo su mano, todo su cuerpo temblaba ante lo que iban a hacer, estaba nervioso y excitado, pero Nagi no le dio tiempo a pensar en nada más cuando bajó hacia el borde de sus pantalones y recorrió con su lengua desde el ombligo hacia su pecho. ¡Para sentir vergüenza no lo hacía nada mal! Fue lo que pensó Isagi, pese a saber lo que debía estar costándole también a Nagi guardarse su timidez. Ambos se encontraban en la misma posición.
La espalda de Isagi se arqueó dejando escapar un ligero gemido antes de cerrar los ojos con fuerza por la vergüenza que sintió. Se tapó la boca con su mano creyendo que quizá, se había pasado en el volumen con que sonó, pero Nagi, al ver lo que trataba de hacer, agarró su muñeca con fuerza y la colocó contra el colchón evitando que silenciase los ruidos que luchaban por salir.
— Déjame escucharte, me dará menos vergüenza a mí también – soltó la muñeca de Isagi para poder hacérselo saber antes de regresar al torso de Isagi y atrapar sus pezones con los labios.
Su lengua jugueteó con ellos, poniéndolos cada vez más duros, dejándose embaucar por aquellos sonidos que Isagi no podía retener. Las manos de Nagi agarraron con fuerza la cintura de su amante, dejando que se arquease más y le permitiera seguir jugando con su pecho, lamiéndolo y mordiéndolo con fogosidad.
Desde la primera vez que vio a Isagi, siempre supo que tenía algo especial, se dejó embaucar por su forma de tocar el balón, por su forma tranquila de ser, pero jamás esperó llegar a tener esa clase de sentimientos tan fuertes por él.
Las manos de Nagi bajaron de la sensual textura de la piel de Isagi hacia el cinturón. Con precisión y rapidez, lo desabrochó y elevó el trasero de su chico para conseguir quitarle el pantalón.
Tan sólo un segundo se incorporó del cuerpo de Isagi para quitarse él mismo los pantalones. Fue el mismo instante donde Isagi trató de tapar su miembro medio erecto bajando sus manos hacia él y doblando la rodilla para evitar que le viera. Ese gesto hizo que Nagi sonriera tras quitarse los pantalones y lanzarlos bajo la cama.
— Yo también estoy nervioso, pero no hay nada de ti que no me guste – gesticuló Nagi para calmar a Isagi.
¡Rojo como un tomate! Así se puso Isagi al escuchar esas palabras. Nunca imaginó que le daría tanta vergüenza verse desnudo frente a Nagi teniendo en cuenta que en los vestuarios solían ducharse todos los del equipo y nunca había tenido problemas en que le vieran así. ¡Eran sus compañeros! Entonces... ¿Por qué sentía timidez ante su chico?
— Estás nervioso, lo sé – gesticuló una vez más Nagi –. También yo lo estoy, en serio.
Pese al sonrojo aún existente en su rostro, Isagi empezó a bajar la rodilla lentamente, aunque seguía sin apartar las manos que cubrían su intimidad. Fue Nagi quien, lentamente, agarró sus manos y las apartó para poder verle mejor.
Ese sonrojo le tenía anonadado. Isagi era simplemente perfecto. Tímido aunque luchaba por calmar sus nervios. Sin embargo, era la primera vez que veía su otra faceta que no fuera la habitual, era tierno, dulce y tremendamente perseverante. Un nuevo beso apasionado llegó entre ambos justo cuando Nagi apartaba las manos de Isagi y apretaba ligeramente el miembro erecto de éste para acercarlo al suyo, rozando ambos juntos, moviendo su mano para darse placer, gimiendo los dos juntos, ahogando esos sonidos el uno en la boca del otro.
Del cajón de la mesilla, Isagi sacó un bote de lubricante que compró hacía unas semanas por si acaso y se lo pasó a Nagi. Éste lo abrió para untarse los dedos con ella. Isagi abrió un solo ojo para ver lo que ese chico estaba haciendo, pero no dijo nada, continuó el beso, agarrándose más al cuello de Nagi, enredando sus dedos en su juguetón cabello.
Con suma delicadeza, Nagi introdujo primero uno de sus dedos, consiguiendo que su compañero diera un leve quejido y sonriera por lo frío que estaba aquel gel. Nagi sonrió también tratando de restregar los dedos para calentar un poco el gel antes de intentar introducir de nuevo aquel dedo.
Uno tras otros y con lentitud, Nagi consiguió introducir hasta tres dedos, moviéndolos suavemente en su interior sin permitir que el placer de ambos disminuyera mientras seguía frotando sus miembros, sin dejar de morder seductoramente el lóbulo de la oreja de Isagi y pasando a sus labios de vez en cuando para besarle con pasión.
Los gemidos y suspiros de Isagi pronto le hicieron ver a Nagi que todo estaba preparado, que sus dedos ya no alcanzarían mayor profundidad para seguir proporcionándole más placer, así que se puso un preservativo que llevaba en su cartera, untó parte del gel sobre su miembro y lo restregó por él junto a la entrada del chico.
Se posicionó mejor para poder introducirse con mayor facilidad y lo hizo con mucho cuidado pese a que la entrada estaba prácticamente abierta para él. Isagi frunció el ceño al sentir el miembro de Nagi entrando en él con lentitud. Era más ancho de lo que eran sus dedos y todavía sintió algo de molestia al principio pese al gel lubricante que había puesto.
Nagi no se detuvo hasta que estuvo completamente dentro pese a que su movimiento fue muy lento, dejando escapar un leve suspiro de placer por la estrechez que le proporcionaba. Todo allí dentro era calidez y placer, suspirando con tranquilidad, moviéndose lentamente dentro de él y tratando de obtener mayor velocidad poco a poco.
Ambos disfrutaron de aquel momento, movidos por la excitación que sus cuerpos desprendían. Apenas tardaron en eyacular entre el sudor de sus cuerpos, los gemidos y el placer al que habían sucumbido. Fue entonces, cuando Nagi se dejó caer al lado de su chico, saliendo de él y pasándole unos pañuelos de la mesilla para que se limpiase su propio semen que había derramado sobre su abdomen. Él aprovechó para quitarse el preservativo, hacerle un nudo y limpiar su miembro de los restos de semen.
Una vez limpios, giraron la cabeza la una hacia la otra. Con una mirada y una gran sonrisa inocente, se dijeron todo lo que querían decirse: se gustaban y había estado bien para ser su primera vez juntos. Mejorarían con el tiempo. Al menos, Isagi quería creer eso. Pese a haber estado muy parado esa primera vez por sus nervios, se prometió que la siguiente él participaría mucho más.
Nagi no era como Rin. Con Nagi podía ser él mismo. Eso le gustaba y le llenaba de confianza.
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