Nuestra primera cita II

-¿Sabes si Clyde estará bien?

-Yo... No lo sé. Quisiera decir que sí pero esto no es nada sencillo para él. Es un tema muy delicado así que, espero que entiendas por qué tuvo que irse.

-No te preocupes, entiendo que cada uno de nosotros necesita espacio cuando la situación lo amerita. Es triste verlo así, no es sencillo ver a tus amigos sufrir por el pasado... Sin embargo, ¿Qué sucedió para ponerlo así?, ¿Tan mala es esa mujer?

-Haiku, por más que tú y yo seamos amigos creo que hay un límite en las cosas que puedo compartir de los demás. Clyde no es sólo mi amigo, él es mi hermano de otra sangre. Lamento decir que revelar los sentimientos más importantes de mis amigos es algo que jamás podría hacer así que lamento decirlo pero no pienso hablarte de ello. Si realmente quieres saber podrías preguntarle a Clyde, pero eso tampoco es una buena idea, hasta a mí me costó entender lo que sucedió en su familia en aquel entonces así que te ruego que mejor esperes a que sea él mismo quien decida contarte su propia historia. Lo lamento.

-No, no hay de qué preocuparse. De hecho, admiro tu postura y aplaudo tu decisión. Hoy en día el valor humano es medido en azañas con ímpetu de arriesgar la vida; pero, a mí me parece que se necesita de verdadero valor para cuidar los sentimientos de alguien, entenderlos y respetarlos. Así que no te molestes por guardar el secreto de Clyde de mis oídos, de hecho me habría molestado enterarme que mi próximo cuñado sea un chismoso. De serlo le haría la vida imposible a Rose hasta que declinase salir contigo.

-Wow, no, aguarda un segundo, Haiku. ¿Estás insinuando algo?

-Oh, pobre y bobo Lincoln. Puede que seas más maduro de lo que pensaba pero definitivamente te falta mucho para entender a las mujeres.

-¿Puedes culparme? Siendo sincero le temo mucho a las relaciones, después de lo que pasó con Ronnie Anne, mi antiguo interés amoroso, le tengo terror a confiarle mis sentimientos a alguien... No lo sé... Creo que esto tiene que ver más conmigo que con Rose o cualquier otra chica.

-No lo sé, creo que todos guardamos nuestros propios demonios a nuestra manera. Supongo que todas las personas guardan algo que las hace sentir dolor una y otra vez por más tiempo que pase. Es como si la misma vida nos tendiera una trampa para superar nuestros propios miedos.

-¿Crees que un corazón destrozado pueda volver a amar?

-No lo creo... Es más, pienso que un corazón roto jamás podría amar. Sin embargo, un corazón recuperado que ha aprendido de su propio pasado sin duda alguna puede abrirse a otro más gentil al que lo dañó, ¿No crees?

-Una poetiza con alma desbordante; así, querida Haiku, es como Lucy te describió la primera vez antes de conocernos. Ahora veo que no lo decía por simple habladuría. No encuentro cómo es que tus palabras son tan reales y a la vez tan irónicas.

-Supongo que los únicos que nos ayudan a entender el ahora para dar el siguiente paso a la madurez son los libros... Mi abuelo solía decir eso...

-¿Tu abuelo? Eso quiere decir que...

-Así como tú compartiste tu dolor conmigo creo que puedo hacer lo mismo contigo... Él era... ¡Wow! ¡Era genial! Su nombre era Thomas; cuando mamá le contó que estaba embarazada él la echó de casa diciéndole que se olvidase de tener padre si el bebé naciera niña.

-¿Entonces él te odió cuando naciste?- ¿Cómo darse cuenta de lo que sucede a mi alrededor cuando el anhelo del pasado recorre las venas de mi corazón? Sin que yo se lo pidiera él me pidió permiso para retirarse durante un segundo. Yo acepté sin problemas curiosa por ver qué haría. Se acercó a la fuente de sodas y me trajo una refrescante bebida de uva sin mucha azúcar adornado con gomitas en el fondo.

-¿Cómo supiste que me encanta la uva?- pregunté incrédula al pensar en una mera coincidencia.

-Oh, pues Lucy me lo contó el día del baile. Creí que te gustaría y lamentablemente sólo había de uva o anís y no es secreto que a nadie le gusta el anís- por supuesto que me reí, fue divertido que su inferencia por la uva fuera debido al asqueroso sabor del anís -pero me disculpo por no haber preguntado, para la próxima prometo preguntar.

-No te apures- sabía que no llevábamos mucho tiempo saliendo como para considerarnos los mejores amigos pero muy dentro de mí sentía que podía confiar un poco en él así que decidí dejarme llevar solo por esta vez -como te iba diciendo; nací niña jajaja... Pero mi abuelo me adoró desde el momento en que nací. En aquel entonces el hermano de papá lo metió en problemas y terminó en la cárcel durante unos meses, en los cuales yo decidí nacer, fue entonces que mi abuelo decidió cuidarme... Los años pasaron y papá trabajaba mucho para llevar comida a la mesa durante mis primeros años de vida por lo que mi abuelo se convirtió en mi segundo papá; lo llamaba "papá Thomas"... Él decía que si una puerta se cierra hay que abrirla a golpes y si no cede, ¡Entonces derriba la pared! Él era un hombre fuerte, varonil y muy amoroso, siempre me dejaba leer sus diarios, los viejos libros de su ático y los bellos manuscritos que la abuela le dejó antes de morir ¡Todo era miel sobre hojuelas!... Hasta que ese maldito día llegó... El abuelo enfermó, no supe qué hacer, tenía miedo por ver que el pilar que consideraba irrompible se desmoronaba frente a mis narices, verlo en el hospital suplicando por alivio era (sniff) era... Esa fue la peor etapa que jamás haya sufrido durante mi corta vida (sniff). Papá Thomas sabía que no teníamos mucho tiempo juntos, él me decía "mi linda Stephanie" (sniff)... Y... El... La última vez que lo ví tuve miedo de verlo irse frente a mí, me dí la vuelta y salí corriendo mientras él gritaba mi nombre con sus últimas fuerzas... Ni siquiera pude despedirme de papá... Lo último que me dejó fueron las palabras más hermosas que nadie me haya escrito jamás:

No te preocupes por mí
Llévame en corazón
Porque yo te amé hasta el fin.

Ese haiku fue el último regalo que mi abuelo me dejó... Por eso odio mi nombre, escucharlo me lleva al lugar donde abandoné al hombre que me amó hasta el final...

-Oh, Haiku, yo... Yo no sabía que...

-Y por eso te agradezco (sniff) gracias por no seguir usando mi nombre, aún cuando desconocías la razón respetaste mi decisión y no volviste a preguntar por ello.

-Sé que todos tenemos cosas que queremos ocultar de los demás. Pensé que si era algo que te hacía sufrir no me gustaría ser la causa de revivirlo así que...

-Sólo cerraste la boca... Gracias, Lincoln. Gracias por respetar lo que siento.

-Los sentimientos son los ojos del corazón. No sé si sea por vivir con tantas personas bajo el mismo techo pero aprendí a diferenciar las distintas emociones con las que luchamos a diario. Sé que perder a tu héroe no es sencillo.

-Creo que tú eres la única persona que de verdad comprende el vacío que la partida de un ser amado deja en el corazón.

-Supongo que sí... Pero, sabes, con el tiempo aprendí que me gusta más recordar los lindos momentos que tuvimos juntos imaginando lo que me diría si me viera en este momento.

-Oh, ¿Y qué te diría?

-De seguro me daría un golpe en la cabeza, me regañaría con cariño señalando por qué las cosas malas que hice son malas... Después me daría un abrazo, un beso y me diría que cuide de mi familia.

-¿Y tú qué le dirías?

-Le diría solo una cosa: gracias por todo, gracias por ser la mujer más increíble del mundo, gracias por enseñarme que el amor existe, que la fortaleza viene del corazón y que siempre podemos resistir un segundo más, que vale la pena pelear por lo que es justo y que ella es la única persona a la que respeto tanto que no me sentiría con el derecho de verla a los ojos para al final darle un beso en la mejilla y decirle: "te amo"... ¿Tú qué le dirías?

-Yo le pediría perdón por todos los errores que he cometido aún cuando él me mostró el camino. Le pediría uno de sus famosos roles recién horneados para compartirlo juntos una última vez... Pero, lo que más le pediría sería una disculpa por huir, le diría que (sniff) que me duele pensar que no pude decirle adiós a mi papá... Por... Porque yo... Yo lo extraño, Lincoln... Lo extraño mucho- nunca antes me había sincerado de esa manera con nadie, ni siquiera con mamá cuando mi abuelo recién había fallecido. Pero con él todo era distinto, creí que si alguien podía comprender mis sentimientos era un semejante... Perdí la razón al encontrar al único que comprendió mi universo sin siquiera saber si existía... Fue como buscar vida en otro planeta, ¿Y, saben qué? La encontré -¡Oh, vaya!- dije mientras limpiaba la pequeña lágrima que caía de mi ojo izquierdo -espero que no le digas a nadie que me viste derramar una lágrima, no suelo hacer esto.

-No te preocupes, tu secreto vivirá en silencio conmigo- agradecí que así fuera, realmente creí que podría confiar en él aún sin conocerlo. Lamentablemente no pude celebrar mi gran descubrimiento al sentir que mi maquillaje mal hecho a las prisas se había corrido por toda mi mejilla -¡Demonios!- dije al tratar de limpiarme por instinto haciendo que pasara de ser una gota a una horrible mancha en mi cara.

-¡No te preocupes!- lo que más quería era que nadie se diera cuenta, me sentía tonta y débil al llorar por lo que mis nervios hervían de vergüenza más allá del límite -sé cómo manejar esto, ¿Tienes un poco de crema?- no quería ni hablar por lo que sólo asentí y le mostré mi pequeña bolsita de maquillaje donde también guardaba cosas para aseo personal como cepillo de dientes, toallitas húmedas, cremas, bloqueador solar, etcétera.

-¿Para qué lo quieres?- pregunté al verlo sacar una toalla y más maquillaje.

-¿Recuerdas cuando Lola les mostró a maquillarse cuando se unió a su club?

-Lo recuerdo.

-¿Quién crees que le enseñó a maquillar?

-No puedo creer que tú seas el maestro detrás de tales habilidades con las pinturas.

-Es lo que sucede después de ser su manager. Ahora no te muevas y deja que un profesional se haga cargo- reí un poco al imaginarlo maquillando a sus hermanas. Después de pensarlo un poco sonaba lógico que supiera hacerlo. Pasamos cinco minutos completos mirándonos a los ojos con mi rostro casi pegado de frente al suyo. Sé que había dicho que no me interesaban los chicos pero jamás había estado tan cerca de uno, a lo mucho solo ese baile que compartí con Clyde. Cuánto más lo pensaba más me daba vergüenza mirarlo así de cerca, incluso hubieron veces en que tocaba mi mejilla con suaves roces, en todos y cada uno decía: "lo siento" o "perdona". Si de verdad tenía que tocarme primero me preguntaba si podía hacerlo, como si hubiese leído mi mente ante tan mal rato que había pasado junto a Clyde. Tiempo después me confesó que ese día en ese preciso momento sólo pensaba en una cosa: "¡Sólo pienso en budines y pasteles cayendo sobre mí! Hazlo con cuidado, Lincoln". Pasaron tres minutos en los que mis venas comenzaron a pasear sangre por mi rostro más rápido de lo normal, creí que mis pómulos caerían por sí solos después de sentir las mejillas acalambradas al haber apretado tanto la cara para que no pudiera ver cómo me avergonzaba de tenerlo tan cerca.

-Y... ¡Listo!

-¿Cómo quedó?

-No es por presumir pero es hermoso- creí que sólo se estaba adulando, pero al mostrarme su trabajo con mi espejo casi sonreí de verme. Podía sentir que me sentaba mejor la sombra no tan pronunciada que había hecho contrastando con la delgada capa que coloreaba mi piel... Me sentía... Yo... Aún no sabía cómo debía sentirme hasta que Lincoln me dió un empujón:

-¡Eso! ¡¿Lo ves?! ¡Eres bonita o qué! Quejas y sugerencias al buzón o como tú sueles llamarle: Lucy.

-JAJAJAJA- por primera vez hizo un chiste que no era una completa basofia, no quise reprimir mi risa, ¿Por qué lo haría? En ese momento solo estábamos el genio que me hizo sentir linda aprovechándose de mi feminidad y la linda chica frente al espejo que disfrutaba de verse mejor que el resto.

-¡Esa es la expresión de una clienta satisfecha!

-¿Clienta?- le pregunté haciendo énfasis en que sólo se trataba de una pequeña broma.

-¡Claro! Ese arreglo cuesta... No lo sé... ¿Qué dices si me acompañas a tomar venganza contra unos seres que me tiene atormentado desde hace un mes?

-Digo que me has ayudado mucho estos días, ¿Dónde está ese maldito? ¿A quién eliminamos?- creí que estábamos por enfrascarnos en una dura batalla... Y así fue, pero al principio resultó ser bastante decepcionante cuando ví que estábamos frente a la tienda de cómics.

-¿Es en serio?- no podía creer que fuera de verdad, era boba pero no idiota.

-¡Si! Es que tú no entiendes y no hay tiempo para explicar- rápidamente me dió su billetera -no tenemos mucho tiempo así que escucha; entraremos a ese lugar por caminos diferentes y voy a causar un alboroto, esa será la señal para que corras directo hacia la exhibición de "villanos". Hay una caja debajo de la sección  de "terror", ahí va a estar una gran figura en una caja completamente negra, está pesada por lo que te pido que seas cuidadosa y si te ven corre lo más rápido que puedas, no hables con nadie y menos con los encargados, ¿De acuerdo?

-¿Y qué hago con eso?

-¡Corres, pagas y te vas! Espérame justo al lado de ese policía- y señaló a nuestra última parada.

-¿Hablas del gordo que anda comiendo su helado.

-¡A ese exactamente me refiero! Ahora escucha: en mi billetera está el monto exacto tanto en efectivo como en una tarjeta de débito, el nip es 5462, ¿Bien? De todas maneras ya te envié un mensaje con ella, el plan debe funcionar a la perfección. Corre dos segundos después de que el alboroto comience ¿Okay?

-Pero yo...

-¡Bien! ¡1, 2, 3! ¡Vamos!- ni siquiera me dejó decir que no, sólo se metió aparentando no conocerme. Nunca antes había entrado a una tienda así pero admito que era bastante... "Peculiar" por no decir raro. El sitio era bastante amplio como para perder horas y horas de vida ahí dentro. Sin embargo, sabía que no había tiempo que perder, espera ¿De verdad estaba haciendo algo por ese tonto?, ¿Desde cuándo le hago favores a la gente? ¡No! Esto no podía ser posible, ¿Yo?, ¿Ayudando al bobo hermano de Lucy? Yo... Me encontré perdida por unos instantes, ¿Por qué lo hacía? Ese no era el problema, el verdadero inconveniente era que no me molestaba hacerlo, de hecho, me sentía "bien" haciendo algo por un amigo... Dios, ¿Qué me estaba pasando? No era como si lo siguiera utilizando para mis tontos fines, de hecho, gracias a Lola y a Lucy estaba casi segura de los sentimientos de Clyde por mí, entonces, si era así, ¿Por qué seguía junto a Lincoln?

Mis pensamientos nublaron mi juicio hasta que llegué a la zona que Lincoln me había mencionado. Era una pequeña esquina con luces neón de colores verdes y púrpura, con sangre en el techo, telarañas y exhibiciones de armas de imitación -que lindo- me dije al presenciar tan lindo espacio que de seguro volvería a... Aguarda, ¿Yo?, ¿Volver aquí? ¡No! ¡Lo sabía! ¡Sabía que la rareza se me pagaría como un chicle al zapato! No podía dejar que la belleza tétrica y oscura de la zona de villanía de un local de consumismo me dejaste anonadada, ahora sabía que tenía que escapar lo más rápido posible.

No fue tan difícil encontrar la caja de la que Lincoln me había contado. Era bastante pesada, tanto como una bola de boliche -¿Qué demonios es esto?- me pregunté mientras trataba de encontrar la manera de llevarla conmigo al mostrador. A duras penas logré levantarla con los brazos, creí que sería sencillo hasta que...

-¡ÉL LA TIENE!- le escuché gritar a uno de los tantos raros, no hizo falta ser una genio para saber que se trataba de Lincoln haciendo tiempo para llevar su boba figura y comprarla. Traté de caminar lo más tranquilamente posible para que nadie me viera, creí que sería pan comido hasta que una voz chillona e irritantes me detuvo:

-¡Hola! ¡Queridísima clienta! ¿Necesita que le ayude en algo?- creí que alguien me saltaría encima pero solo era un simple trabajador. Le respondí que no tratando de avanzar pero él me cerró el paso diciendo que lo que llevaba no estaba a la venta y que debería dejárselo para etiquetarlo. Supuse que sería mejor que llevarlo por nada a la caja así que estuve a punto de dárselo hasta que recordé que Lincoln me advirtió acerca de no confiar ni siquiera en ellos. Cuando recordé su advertencia le dije que eso lo discutiría al pagarlo, creí que eso sería suficiente hasta que el muy maldito gritó: -¡ELLA LA TIENE!- lo que sucedió después, bueno, digamos que jamás pensé que Lincoln le podría tirar un diente a alguien. Pasados un par de minutos de gritos, peleas y una que otra maldición de mi parte salimos victoriosos.

-¡Si! ¡SI! ¡TOMENLA, IDIOTAS! ¡GANÉ!- vaya que esta faceta suya era toda una sorpresa, verlo gritar y burlarse de un montón de ñoños fue sumamente gratificante.

-Jajaja, oye, tranquilo- le dije caminando por detrás suyo, ¿Por qué lo hacía? Bueno, me parecía tierno verlo al natural, ya saben, risueño, algo salvaje y muy satisfecho, solo quise apreciar un poco más al nuevo él.

-¡Nunca!- exclamó levantando la caja en el aire -¡No sabes cuánto me costó encontrarla! La comunidad en línea dijo que todavía quedaba una aquí así que corrí por ella la semana pasada, pero sólo pude esconderla antes de que una banda salvaje de fans me saltara encima... Uf, gracias al cielo que ya está conmigo ¡Gracias, Haiku!- pensé que recibiría un abrazo como los que Rose tanto me quería robar, sin embargo, lo que me dió fue... Aún no sé cómo describirlo -y por eso, Haiku, te debo un pase.

-¿Pase? ¿Para qué, exactamente?

-¡Puedes pedirme cualquier cosa! Siempre y cuando no sea nada demasiado malo como irrumpir en una tumba o jugar con espíritus... Bueno... Tú me entiendes.

-Aguarda un segundo, menso, dices que por haberte ayudado a conseguir esto tú harás cualquier cosa que te pida ¿O no?

-Más o menos así jajaja, verás, lo que pasa es que esto es algo que quería desde hace tiempo y tú me ayudaste a conseguirlo. Nos llevamos golpes, gritos y muchos otros inconvenientes... Así que, te lo debo, sólo si lo quieres, por supuesto- eso me habría servido ayer, pero ahora ya sabía de las intenciones de Clyde... Entonces, ¿Qué más podría pedir?

-Cielos, una cosa así no se toma a la ligera... ¿Crees que pueda decirte luego? Podría aclarar mi mente si, no sé, me refresco un poco.

-Y a eso se le llama extorsión, típico de las chicas.

-¡Oye!

-Jajaja sólo bromeaba, ven, mejor dime qué te gustaría para refrescarte- ¿Pueden culparme? Sabía que para él sería gratis, hacía mucho calor y acabábamos de salir de una tienda sin ventanas, ¿Es mucho pedir un simple refrigerio?

Él se portó realmente amable, me dijo que podría pedir cualquier cosa para beber pero creí que sería mejor sentarme a comer algo así que le pedí un poco de helado para sentarme, comer y olvidarme del mundo por un momento. Yo pedí uno de frambuesa y él uno de vainilla. Decidimos sentarnos para comer y tal vez irnos después de eso. Creí que así sería pero vaya que la vida quería poner sus sentimientos en mis manos.

-¿Te gusta la vainilla?- pregunté sólo por ser amable.

-¡Es mi favorito! Lo como desde que era un niño... Esto me hace acordarme del preescolar, solo un poco. Mamá me contó que tenía una amiga con la que comía helado de vainilla algún que otro viernes al acabar las clases... Vaya, no recuerdo mucho de esa época.

-Yo tampoco- dije con la boca llena de helado -pero creo que las mamás son las que recuerdan más de esas cosas... Oye... ¿Puedo hacerte una pregunta?

-¡Claro! ¿Qué pasa?

-Es sobre Rose... ¿En serio te gusta? Hace rato ví sus coqueteos pero... ¿No crees que es muy pronto?

-Supongo que un poco... Y es por eso que quiero conocerla, quisiera poder hablar de sus gustos, de lo que ve en el teléfono en la mañana o de cómo su cabello es un desastre al salir del baño... Yo quiero conocerla, Haiku... Pero si hablas de lo que siento ahora... Diría que no tengo idea...

-Eso me estabas diciendo hace rato, ¿Es sobre esa chica, Ronnie Anne?

-Exacto... Wow... No pensé que me pusieras tanta atención.

-Solo la necesaria para no olvidarlo,

-Gracias por eso... Bueno, esta historia es muy corta...- Lincoln me contó exactamente la misma historia que Lucy, sobre cómo su hermana lo llevó y cómo fue que regresó caminando casi 50 km él solo con maletas en mano. Me dijo también que el día anterior cuando escapamos la observó paseando por ahí, igual que el día en que me burlé de él también había ido a su casa, ¿Para qué? Nunca lo supo, desde que "rompieron" él rompió todo contacto con ella de cualquier forma, desde las redes hasta el buzón esa tal Ronalda fue vetada de su vida para siempre -y desde ese día no la he vuelto a ver, pero creo que Lana dijo haberla visto merodeando por la escuela, ¿Qué piensas de ello?

-Que perra.

-¡Haiku!

-¡Es la verdad! ¡Una persona no hace las cosas porque se las pidan! ¡Era fácil darse cuenta que la amabas! Digo, ¿Quién más tiraría casi 3,000 dólares en una patineta y protecciones? Es más, si tú me das un regalo así yo misma te daría permiso de dormir en nuestra habitación con Rose, claro, en unos 3 o 4 años.

-Jajajajaja creo que eres más explosiva y amable de lo que creí.

-Jajaja no es eso, es sólo que odio a la gente que pisotea los sentimientos de los demás. Siempre creí que, de tener una pareja, lo más lindo de todo serían los pequeños detalles que me demuestren su amor. Por ejemplo, en uno de mis libros favoritos, cuando Roselle dice a Darío: "oh, mi amado, sé que tú derrumbaste puertas y ventanas por mí sin que yo te lo pidiera, ¿Por qué?" Y él le contestó: "¡Por ti, amada mía!" Tan simple como eso... Porque así es el amor, ¿Entiendes? No haces algo por el otro esperando verlo reflejado en agradecimientos, lo haces por ver al ser amado feliz, con una hermosa sonrisa en el rostro... Y, a pasear de no ser tan fan de las sonrisas, sí creo que hay cosas en las que es válido sonreír... La felicidad, al igual que la tristeza, son caras de la misma moneda... ¿Me entiendes?

-Como no te imaginas... Ven, quiero mostrarte algo- entonces él se levantó y me guió hasta una parte oculta del lugar, era como una de esas puertas para el personal autorizado. Creí que se había vuelto loco por tratar de llevarme a romper la ley de un bobo centro comercial hasta que ví un pasillo oscuro, sombrío y tétrico, tal y como siempre soñé en mis más profundas pesadillas.

-¿Qué hacemos aquí?- le pregunté sin entender nada de lo que hacíamos ahí.

-Hace tiempo encontré este sitio cuando salí con Stella, creí que le gustaba pero jamás fue así. Cómo sea, entiendo perfectamente lo que le dices, sé por lo que has pasado porque recuerda que yo también leí ese libro jajaja, así que no te atormentes por mis historias y mejor disfruta de la oscuridad, Lucy me dijo que te gustarían este tipo de lugares cuando me habló de ti... Quise mostrártelo porque creí que alguien que me entendiera merecía un regalo... No como el que te incomodó desde hace un rato.

-Oh... Por supuesto... Pero yo...

-Sé que debo de dejar de hacer cosas que los demás no me piden pero... No sé, creo que eso me hace lo que soy, en parte... ¿No crees?- y ese extraño sentimiento quiso invadir mis mejillas de nuevo, ¿Cómo explicarlo? Era un cosquilleo tierno que recorría desde la punta de mis dedos hasta mi rostro, no obstante, esta vez me sentía segura dentro de la oscuridad, era como estar en casa.

-Gracias- fue la única respuesta que mi ser podría darle -sé que no lo he comentado antes pero la oscuridad es mi sitio seguro.

-Sabes, eres la primera amiga gótica que tengo. Así que, quisiera saber, ¿Cuál es la razón de tu gusto? ¿Qué te llamó la atención de la lúgubre oscuridad que tanto te enamoró?- su pregunta era como sangre fresca para un vampiro como yo, es más, su linda pregunta me hizo recordar mi bello pasado haciéndome sonreír en secreto dentro de la oscuridad.

-Eso tiene una respuesta muy interesante. Verás, cuando era pequeña solía ser muy asustadiza, me daban miedo las arañas, los búhos, me aterraba pensar que un monstruo vivía bajo mi cama... En fin, cualquier cosa relacionada con la oscuridad me hacía gritar de miedo al grado de gritar a media noche por el roce de mis sábanas sobre mis piernas o el maullido de los gatos por la madrugada. Al menos así fue hasta que leí mi primer novela, todavía la llevo en mi memoria y llevaba por título: "mi recuerdo". Aquella novela trataba de un feo monstruo que vivía bajo la cama de una dulce niñita de cabellos oscuros, así que sabrás porque me identifiqué bastante con la obra. La historia trataba de la niña huyendo del terror, así fue hasta que el monstruo la salvó.

-¿Él la salvó?

-Con ella vivía alguien que le hacía daño, mucho daño, uno del que es muy difícil curarse. Cuando ella regresó a su cama el monstruo ya estaba a su lado esperándola "-¡No te tengo miedo, ya no más!-" exclamó la linda pequeñita ante el monstruo, no obstante ella no contaba con que el monstruo le regalaría una bella sonrisa hasta que la niña gritó de miedo rogando al monstruo por esconderse con ella bajo la cama. Ambos lo hicieron hasta que aquel que le hacía daño entró a su habitación dispuesto a realizar las mismas atrocidades de siempre "-¡Regresa, sal de ahí he dicho!-" gritó el sujeto tratando de hacer que la pequeña saliera de su escondite, pero lo que encontró fue a una criatura que apenas entraba de pie en el cuarto, era de color negro, con ojos como el fuego y garras color sangre, el monstruo lo vió con ojos asesinos tomando la cruel muñeca de aquel asqueroso sujeto entre sus garras, y, mientras el hombre se retorcía del terror, el monstruo le dijo: "-¡Sólo un verdadero monstruo dañaría a un ángel!-" con un ademán casi le arrancó la mano al hombre hasta que la niña lo detuvo, aún con el horror que el auténtico monstruo le había hecho ella lo defendió diciéndole a su amigo: "-¡Por favor, no le hagas nada! Mami se pondrá triste-" el protector de la pequeña aceptó no sin antes decirle al sujeto que de ahora en adelante él sería su amigo y que lo seguiría por el resto de su vida. Entonces, cuando aquel cerdo se fue con la marca que sólo los monstruos poseen fue que el tierno protector de la pequeña la arropó en la cama, besó su frente y se despidió de la pequeña con las palabras más lindas que jamás haya podido escuchar: "-Escucha, Emily, de ahora en adelante puedes cuidarte sola, lo más importante de todo es que jamás dejes que nadie pisotee tu corazón. Pero jamás está de más tener a alguien en quien confiar así que, si me necesitas, siempre estaré ahí, debajo de tu cama, velando tu inocencia y cuidando de tu alma. Buenas noches, hermosa princesa, sueña lindo, recuerda que tu monstruo siempre estará debajo de la cama-". Fue entonces que comprendí que la oscuridad no tenía que darme terror, es más, ahora vivía encerrada en mi clóset día y noche, hacía fuertes con Rose con sillas y sábanas tratando de hacer que ningún rayo de luz entrara por ahí. Fue en ese momento que me enamoré de la oscuridad, del terror y de lo desconocido. La oscuridad no es mala, es solo que...

-Nadie la comprende, sólo los valientes pueden apreciar la belleza oculta dentro de un tono oscuro que va más allá del simple ojo humano...- él me quitó las palabras de la boca, puede que su amor por la literatura dentro de los cómics no fuera tan tonta como creí -oh, lo siento, perdona por interrumpir- no pude decir nada, ¿Qué mas podría agregar si él ya lo había dicho todo? -claro... Lucy suele decirme lo mismo "¡No, estúpido Lincoln! No porque pienses que una frase es buena puedes decirla, si leyeras más estoy segura que dirías menos estupideces" claro, alguien tan leída como tú debe creer que mis versos y prosas son cosas de niños- ¡Vamos, boba! ¡Dile algo, dile que se equivoca! ¡Dile! ¡DILE!...

¿Creen que lo dije? Eso habría sido genial, tal vez hasta habría facilitado las cosas que venían pero la estupidez de Stephanie era mayor que él porvenir prometedor que la misma oscuridad había traído consigo.

No pude decirle nada aquella vez, traté de contradecirlo, quise pedirle perdón desde que me mostró su pequeño regalo traído exclusivamente para mí... Pero en aquella época era más sencillo sacarle agua a una roca que hacerme admitir mis confusos sentimientos.

Pasado un minuto terminamos por salir de ahí con él dándose por vencido a cingeniar conmigo, ¿Qué cómo la estaba pasando? ¡Eso era obvio! ¡Era genial! La nostalgia era algo que no tenía desde hacía mucho tiempo... Tenerla de nuevo conmigo era genial... Tanto que me ahogaba ser sincera conmigo misma. Cuando salimos él me pidió una disculpa por ser tan imprudente, creyó haber cruzado una línea que jamás existió pero que yo había creado con mi fea indiferencia.

-Oye, Haiku- me dijo antes de sentarnos cerca de la fuente más grande del centro comercial -¿Po... Podemos escondernos por aquí?

-¿Escondernos? Lincoln, no me digas...

-Ella está aquí... Está por allá- no fue difícil identificarla. Aquella linda chica era delgada, de sonrisa resplandeciente y cabello oscuro como la noche con tonos morados en su vestimenta. Llevaba su teléfono en sus manos como buscando algo... O a alguien.

-Ya la vi- le dije -¿Qué hacemos?

-Yo... Yo no lo sé... Cre... Creo... Yo... Ha... Oh no- ¿Qué estaba pasando? Su característica sonrisa deslumbrante se apagó, en su lugar había algo que no sabría cómo describirlo, era como si todo su ser quisiera irse, derretirse justo frente a los cientos de extraños. Su respiración era fría y tormentosa, un llanto sin lágrima o un grito sin sonido, así se veía su rostro al ver que la tal Ronalda venía hacia nosotros, su ferviente alivio sólo denotaba que había encontrado lo que estaba buscando.

-Oye, Lincoln- no supe qué era lo que tenía, no sabía cómo hacerlo entrar en razón y por primera vez creí que un golpe sólo empeoraría la situación, lo que menos quería era lastimarlo más de lo que ella lo estaba haciendo, era mi amigo, no quería verlo sufrir... Así que hice lo que muchos llamarían "dar el primer paso" -dime, ¿Quieres ir con ella?

-No... Haiku, no quiero... Dile que se vaya... ¡No quiero! ¡No, por favor no!- y fue en ese momento que yo quise romperme con él, enterrarnos en la tierra y no salir hasta que él tifón llamado Ronalda Santiago se fuera.

-Tranquilo, tú me ayudaste a escapar y no me gusta deber favores a nadie... No te preocupes, yo te cubro- faltaban menos de unos 8 o 10 metros para que llegara con nosotros. Sabía que las palabras no harían mucho efecto en ella así que hice lo que mejor sabíamos hacer: escapar.

-¿Haiku?- y esa fue la primera vez que alcancé su mano para cuidar de él. Tomé su mano con la mía propia imaginando cosas aterradoras como agujeros oscuros llenos de agua que me cubren hasta la barbilla. Quise olvidarme de la idea tonta de "tomar a un chico de la mano" créanme, lo que menos buscaba era romance, mi único objetivo era salvar a mi amigo.

-Tú y yo, vámonos a dónde sea. Solemos huir de algo siempre que estamos juntos, así que dime "hombre del plan", ¿A dónde no nos seguiría?

-Ah... No sé...

-¡Piensa! ¡Tus manos se me resbalan!

-Es que tus guantes son de seda.

-¡Argh! ¡No le digas a nadie que me viste sin ellos!- no fue por buscar contacto humano, mucho menos por ser atrevida, no, sólo me quité los guantes para llevarlo más rápido, pero, cuando nuestras manos se tocaron yo misma fui la que se congeló en un shock del que jamás habría imaginado caer. ¿Cómo describirlo? Sus manos no eran tan suaves como creía, de hecho, podría decir que eran un poco rugosas por las bases de sus dedos, en su palma se sentía una línea rígida, como si llevara un cable muy delgado. Muy contrario a él, solía cuidar mi piel con muchas cremas, siempre me ha agradado sentir mi piel tersa al toque. Creí que había pasado un largo rato, pero no, apenas unos segundos bastaron para vernos directo a los ojos. Nuestras manos no tenían planeado encontrarse, nuestros ojos no debían de cruzarse y nuestras vidas jamás debieron de verse entrelazadas, ¿Cómo podríamos? Éramos como el ying y el yang, dos caras de la misma moneda viéndose de frente. Él estaba sentado y yo me encontraba de pie frente a él, nuestras manos quisieron buscar algo, era como si los costados se mis dedos se volvieran más y más sensibles con cada segundo que pasaba... Jamás creí que el contacto humano se sintiera... Bonito.

-Haiku...- pese a lo que crean, ni siquiera nuestras voces fueron capaces de sacarme del trance en el que yo misma me había metido -ahí viene... Si ve que nos vamos nos seguirá, ¿Qué hacemos?

-No sé... ¿Qué quieres hacer?- pude haber pensado mejor las cosas, pude creer que huir sería mejor opción, pero ni mis pies quisieron dar marcha atrás, mi cabeza se fue de vacaciones, mi corazón revivió del ataúd en dónde se encontraba y mis manos vivían con más intensidad que antes.

-Impidamos que esto duela, hoy déjame ser tu monstruo- ¿Romance? Yo no sabía nada de eso, más bien, creí que mi amigo no necesitaba escuchar las crueles palabras del verdadero monstruo del cuál él estaba huyendo. En parte, siempre he odiado la estúpida frase: "yo nunca te lo pedí".

En un parpadeo ella ya estaba frente a nosotros...

-Hola, Linc- dijo ella saludando con su brillante sonrisa a mi amigo -¿Cómo estás?... Hace mucho que no nos vemos.

-Ho... Hola- le respondió sin verla a los ojos, con el simple hecho de dirigirle la palabra sentí cómo su mano comenzó a temblar, como si me pudiera ayuda -tienes razón, hace tiempo que no nos vemos.

-Lo sé... Oh, hola- esta vez se dirigió a mí, tratando de no evidenciar su clara incomodidad por mí, pero, ¿Por qué sentiría eso por mí? Apenas nos conocíamos de vista, ¿Por qué te caería mal alguien a quién ni siquiera conoces?

-Hola- le dije sin muchos ánimos de mirarla, su sola presencia me hacía querer maldecirla con el conjuro más devastador del grimorio más espeluznante de todos -¿Nos conocemos?

-No creo... Pero, ¿Te molestaría si hablo con él a solas? Es personal- creí que debía de enfrentar sus problemas solo, genuinamente quise darme vuelta y huir, ¿Por qué pelear una batalla que no era mía? Bueno, digamos que mi ser estaba más vivo que nunca, sólo que me costaba admitirlo.

-Me importa- le dije mientras sostenía la mano de mi amigo con más firmeza que nunca -estamos en medio de algo muy importante y quisiéramos... Privacidad- ¡Oh, claro! ¡Era una tonta! ¡Por eso le molesté tanto! Literalmente tenía a su ex tomado de la mano... Teniendo sentimientos por él era natural molestarse por eso... Gracias a ello ahora tenía dos opciones: uno, soltarlo e irnos fuera de su alcance; o la segunda opción... Adivinen cuál elegí.

-Creo que eso lo decide él...

-Creo que tú no tienes derecho de irrumpir nuestros bastos malestares por los cuales estábamos reunidos.

-Hablas como un libro viejo, ¿Por qué no vas a la biblioteca y guardas silencio? Hazlo por él, ¿Quieres?- ¿Esa era una amenaza? ¿A mí? ¡Oh, amiga! ¡Al diablo! Esto ya no era por Lincoln, si algo no sabía esta perra era que los góticos también nos sabemos defender.

-No lo creo, yo no "nunca le pediría que hiciera algo por mí"- ¡Eso! Verla enfadarse por mi ademán a sus estúpidas palabras me hizo alzarme en orgullo, sus mejillas se disiparon de colores rojizos al enfadarse conmigo, su furia era mi motor a más burlas.

-Yo quiero...- de repente el único por el que había hecho algo tan tonto como enemistarme con alguien a quién ni siquiera conocía decidí alzar la voz -¡Vámonos!- su mano me sostuvo... ¡Oh, por las tinieblas! Ni siquiera usó fuerza para sostenerme, era como si su palma se hubiera convertido en mi guante hecho a la medida. Justo, elegante y muy delicado, así fue su toque, era como si nuestras manos estuvieran hechas para estar juntas al igual que los astros que tanto veía en el cielo y que nunca comprendí, justo así fue que su mano me alcanzó... Su generosidad me sostuvo indicando el camino a seguir.

-¡Lincoln, no!- fue lo último que le oí decir a aquella boba arpía antes de irnos a esconder a una tienda departamental de ropa.

Entramos casi sin ser vistos, mi triste persona fue casi lo necesaria como para escabullirnos debajo de uno de esos extraños aparadores circulares que abundan en la sección de ofertas.

-¡Wow! ¡¿En serio escapamos de ella?!- pregunté por el mero placer de querer burlarme de ella.

-Lo hicimos... Vaya que lo hicimos...- poco a poco su tristeza desapareció, las lágrimas que creí que saldrían volvieron a ocultarse detrás de sus grandes ojos redondos -gracias... Gracias, Haiku, no... No tengo... No sé cómo puedo...

-Sh, no me agradezcas, no hace falta- ¿Cuándo es que alguien se da cuenta de lo que hace?, ¿Cómo detenemos nuestras acciones?, ¿Cómo sabemos cuándo parar? Bueno, jamás me hizo falta hacerme tales preguntas, nunca creí pensar de más sobre un sentimiento que no fuera sobre melancolía o golpes hacia mi alma. Al menos fue así hasta que me dí cuenta que ambos seguíamos tomados de las manos, escondidos del mundo y de los ojos fisgones del resto de personas. Por un momento dejaron de existir Ronnie Anne, Clyde, Rose y mis padres, nadie más que nosotros existimos en nuestro pequeñísimo mundo de no más de un metro de largo.

-...

-...

-...

-...

-¿Y... Qué te pareció Ronnie Anne?

-Bueno...- ¿Por qué no suelta mi mano? -es algo tosca y muy bonita... Creo que es una dualidad muy interesante en una persona.

-Ja, creo que sí...- ¿Por qué no... Por qué no puedo soltar su mano? -antes era más agresiva... Pero verla de nuevo fue... No estaba listo.

-Nadie está listo para enfrentar el pasado, pero es algo que algún día debemos de hacer, ¿No? Digo, nuestro dolor puede aflorar hacia el vacío o pudrir nuestro interior desde dentro. Es nuestra decisión cuánto queremos seguir soportando ese temor a nosotros mismos...

-Nuestro propio vivir nos puede jugar en contra. Amar y aferrarse no es lo mismo, vivir no es sólo "no morir"... Vivir, creo yo, es perder la razón, equivocarse una y otra vez descubriendo un mar infinito siendo un barco de papel andando por el mar, vivir es más que respirar una y otra vez, vivir es disfrutar, llorar y... Sentir...- cuando dijo "sentir" fue que él aflojó sus dedos liberando mi mano. Su invitación era clara ante mis ojos ocultos entre sombras: "no quiero hacer nada que tú no quieras". Claro que aparté mi mano, no por desagrado o algo así, más bien, tenía miedo de sentir algo que no conocía, de adentrarme en un mundo que jamás creí posible para mí.

-Perdón- dije mientras abrazaba mis piernas y hundía mi cabeza entre mis rodillas -no eres bobo, no eres tonto y mucho menos un desconsiderado. Hablas realidades que me agradan y que no me molesta escuchar... Así que no creas que me molestan tus analogías. La única manera en que podemos aprender de este mundo es "nuestra" propia manera. Sólo... Tú tampoco digas cosas hirientes de ti mismo... Eres raro, pero no eres malo.

-La única rareza...

-Es la verdadera normalidad- ambos salimos en silencio de la tienda tratando de evitar mirarnos, ¿Por qué? Ninguno quería recordar la mano del otro... O eso creía.

¿Qué sucedió con Ronnie Anne? ¡Qué más! Nos espero a que saliéramos. No obstante, ella se disculpó con nosotros, le dijo a Lincoln que ojalá pudiese platicar con ella en algún otro momento y que por favor la disculpara. A mí no me pidió perdón de forma real, sólo fue por convivencia así que no la acepté, tomé el brazo de Lincoln y me lo llevé lejos de ahí.

-¿A dónde vamos, Ku?

-A la biblioteca, después de lo que pasó necesito de un frío respiro. Hay una pequeña biblioteca en el primer piso, ¿Alguna objeción?

-¿Podemos detenernos un segundo? No quiero dañar la figura que compramos.

-Adelante, lo permito- claro que esa era una broma.

-No lo creo así- me respondió mirando hacia el frente.

-¿Por qué?- pregunté inocentemente.

-Porque no me has soltado del brazo- cuando me hizo caer en cuenta que ahora el espacio físico entre nosotros era prácticamente inexistente lo solté llevándome las manos al rostro tratando de ocultarme bajo mis dedos.

-Ups... Lo lamento... Es que yo...

-No te preocupes, no me molesta... De hecho, tu piel es muy suave. Te hace ver más...

-¿Pálida?

-No... Tú... Te ves bonita... Es como un durazno...

-Cállate.

-Claro, había olvidado lo rápido que...

-No me molesta... Es sólo que... A veces decir cosas así a chicas tristes no es lo más fácil. Algún día aceptaré tus cumplidos.

-Oh... Es... ¿Eso quiere decir...?

-Mejor vámonos a la biblioteca- caminé lentamente hacia el tranquilo lugar que en realidad era más pequeño de lo que creí, sin sitios silenciosos para leer.

-Diablos- dije al tener una de mis lecturas favoritas entre mis manos -los bobos que andan riéndose al otro lado no me dejan concentrarme.

-No te preocupes- me dijo antes de colocarme sus gigantes audífonos capaces de bloquear el sonido.

-Tú... Tienes que regalarme estos audífonos.

-Lo pensaré- me dijo justo después de haber dejado libre uno sólo de mis oídos.

-¡¿En serio?!- pregunté ilusionada.

-Claro, en unos 4 o 5 años jajajaja.

-Grosero.

-¿Qué? Si nuestra amistad dura hasta entonces prometo regalarte unos aún mejores- no dije nada porque simplemente no sabía pensar tan a futuro. Lo único que hice fue señalar el libro y decirle que debíamos leer juntos -sólo si tú quieres...

-¿Por qué no? También me gusta este libro, no le veo nada malo en leerlo por quinta vez, al menos un poco.

Sé lo que se estarán preguntando, ¿Yo?, ¿Leyendo en compañía de alguien? Sabía lo poco realista que esto era para mí... Sin embargo, algo me decía que, de terminar nuestro pequeño paseo, me perdería de algo realmente intereseante.

¿Para qué mentir? Apenas pude concentrarme, había algo que no me dejaba darle la atención de siempre a mi lectura... Era como si el aire creara una atmósfera sólo para mí, un lugar silencioso aún estando rodeada de ruido, un lugar fresco en una tarde calurosa... Un abrazo en un momento de crisis.

Apenas y leímos medio capítulo hasta que un mensaje llegó a mi celular:

-¡Espera! ¡Lees demasiado rápido!- mi triste acompañante parecía no poder seguirme el paso en la lectura y, con sus hermosos audífonos canceladores de ruido, era casi imposible escucharlo así que un mensaje no era una idea tan boba.

-Es que tú lees muy despacio- le respondí por nuestro chat privado.

-Lo leo para disfrutarlo, hay cosas que me gusta leer una y otra vez. Siento que no quisiera perderme de nada.

-Es un buen pensamiento viniendo de alguien que debería de estar en el club de literatura, de tantos hilarantes sonetos que dices podría hacer una antología de pensamientos positivos.

-Si la haces te demando por derechos de autor.

-JAJAJAJA claro, no te preocupes, prometo darte parte de las ganancias, un 80/20. Yo 80 y tú 20.

-¿Y por qué me toca tan poco?

-Porque el representante siempre se lleva la mayor parte.

-¿Ahora serás mi representante literaria, Ku?

-En efecto, lo seré, ¿Asustado de que una chica sea tu jefa de finanzas?

-Por supuesto que no, de hecho, me alegra. Dinero que veo es dinero que debo gastar.

-JAJAJA no puede ser... Oye, esto me recuerda la vez en que...

Y, sin darnos cuenta, pasamos casi una hora hablando de cosas sin sentido. Por primera vez disfruté de una lectura que no provenía de un libro, un texto que no necesitaba de palabras complejas o sentido filosófico para hacerme sentir bien, tranquila y... ¿Feliz? Hacía tanto que trataba de enterrar este bobo sentimiento que había olvidado lo lindo que se sentía.

Al final, antes de irnos, pasamos justo a un lado de una máquina de garra de peluches de la misma biblioteca. Dentro suyo había un montón de peluches de la mascota de una de las editoriales más grandes del país: "La letragota". Su mascota era un lindo y muy tierno libro abierto por la mitad, llevaba un lindo birrete y lo mejor de todo ¡Eran del tamaño perfecto para usarse como llaveros!

-Aguarda, Linc- le dije al sostenerlo por su hombro mientras le señalé la máquina -quiero uno de esos y nada ni nadie impedirá que lo consiga.

-Oye, Ku...

-¡Silencio! Ahora deja que me concentre y dentro de un par de minutos tendré uno diferente para cada día de la semana ¡Es hora de que veas a una profesional!- y cinco minutos después:

-¡¿POR QUÉ OTRA VEZ?! ¡ESTO ES UNA ESTAFA, ES UNA MALDITA ESTAFA! ¡YA ESTABA A UN EMPUJONCITO DE LLEVARME UNO! ¡ODIO ESTAS ESTUPIDAS MÁQUINAS CONSUMISTAS DE OSCIO! ¡VEN, VÁMONOS!

-Pero, Ku...

-¡¿Qué?!

-¿De verdad quieres uno?

-¡YO!... Si... Sé que no lo parece pero me gustan mucho las cositas así, ya sabes, algo tiernas y de uso sencillo. Sólo quería un par para mí y para Persephone... Creí que sería un buen regalo de amigas.

-Entiendo- y de su billetera sacó un par de dólares, de lo cuales yo ya había gastado veinte en la estúpida máquina -déjame intentarlo.

-¿Seguro? He visto en internet que estas cosas necesitan mucho dinero para funcionar. Después de llegar a la tarifa deseada es posible sacar el premio, pero aún en esos casos todo depende de la habilidad del cliente con la garra, es más, yo creo que...- y mi gran amigo me cerró los labios dándome un par de ellos directo en mis manos -ah... Ah... ¿Tú... Co... Cómo fue que...?

-Digamos que, cuando tienes depresión y de casualidad encuentras trescientos dólares en una banca buscas maneras divertidas para gastar el dinero.

-¡¿Pero cómo?! ¡Enséñame!- rápidamente me pegué a su pecho implorando para que me diera una pizza de sus secretos -¡Dime cómo!

-¡Si!- claro que había olvidado lo mucho que le hacía falta afecto femenino a Linc por aquel entonces... Aguarda... Desde hace cuánto... ¡¿Le dije "Linc"?!

-Verás- me dijo lo más apurado posible -estos tienen un chiste y es que es tal y como dices, no muchos tienen la suficiente fuerza para sacarlos por lo que debemos forzarlos. En el sombrerito que llevan hay un estambre que sirve para ponerlos como llaveros. El truco está en atorar las garras ahí dentro y, como algunos están atados entre sí, es facil que salga más de uno por intento ya que la garra no tiene la fuerza para cerrarse, pero si para levantarse, así que, si tomamos a uno por su gorrito... ¡Ta ra! ¡Tenemos un lindo llavero con nosotros!- ¡No lo podía creer! De nuevo salieron dos llaveros de la máquina.

-Ja, a nadie le caen bien los presumidos- claro que dejé mi sentir egocéntrico guardado en mi memoria, en cambio, ahora tenía conmigo cuatro lindos llaveros para llevarme a casa.

-Oh, vamos, déjame presumir con esto, no es fácil hacerlo cuando eres un nerd flacucho como yo.

-En ese aspecto ambos somos rechazados de la sociedad. Creo que nos parecemos más de lo que crees.

-Tal vez... ¿Quieres intentarlo?

-No sé... Ya perdí veinte veces seguidas...

-Vamos, verás que si le tomas el chiste será pan comido. Yo invito esta vez- pese a mis rotundas negativas de siempre, esta vez decidí dejarme llevar mediante mi silencio, ya saben:  "el que calla, otorga" pasamos diez minutos en los que tratamos de sacar al menos uno más de los llaveros. Creí que después de ocho intentos nada valdría la pena, ver los premios caer uno tras otro estaban mermando mi paciencia hasta que...

-Lo hiciste- dijo mientras sosteníamos la palanca de la garra con nuestras manos -¡Lo hiciste!

-¡Lo hice! ¡En serio lo hice!- ¡No creí ser tan feliz de haber logrado algo tan pequeño! Realmente disfruté mucho haberle ganado a esa estúpida máquina después de tantos intentos fallidos -¡Es hermoso!- dije al sostener entre mis dedos a mi nuevo amigo.

-Y lo mejor de todo es que ahora ya sabes cómo derrotar al sistema jajajaja.

-¡Gracias!- creo yo, que el cuerpo reacciona solo más veces de lo que contamos. De vez en cuando el corazón tiende a ser más rápido que el bobo de nuestro cerebro. En aquel momento dejé de pensar, apagué mi cerebro mientras aún sostenía mis seis llaveros en una de mis manos. No supe porque fue que lo hice, no tenía idea de si hacerlo me haría algún mal o no... Todo lo que supe de mí fue después de darme cuenta que ahora me veía a mí frente a frente mientras hundía mi cabeza sobre su hombro.

-Oh... Ah... Yo...- sus pequeños tartamudeos me hicieron reír un poco, sabía que era demasiado afecto para un chico tan inmaduro en las relaciones como él... Y como yo

-Gracias por ayudarme. Gracias a ti ahora tengo uno para cada día de la semana.

-Oh... Bu... Bueno, Ku, es que yo...- y, lo peor de todo fue que, cuando me dí cuenta de lo que hacía y con quién lo hacía no me importó, de hecho, lo único que hice al darme cuenta de que lo abrazaba fue reír por mis penurias.

-Ja, parece que ganaste.

-¿Gane?

-Ajá, parece que si te di un abrazo después de todo.

-Te dije... Qué ganaría- el problema vino cuando él me devolvió mi abrazo. Jamás sentí algo como eso ¡Nunca mejor dicho! Era como... Él hacía... Era... No puedo decir qué era...

-Bu... Bueno- dije separando me de él -creo que el día está terminando y con él mi momento de ir a casa ha llegado. Lamento decirlo, mi amigo raro, pero debo de irme a casa.

-Oh, por supuesto... Oye, Ku... Gracias por ayudarme hoy con Rose... En verdad que disfruté mucho este día.

-Claro que lo disfrutaste, yo estuve en él- y entonces ambos reímos por mi soberbia hilarante.

-Mi casa queda de paso... ¿Te molesta si te acompaño?

-Déjame adivinar, quieres ver a Rose.

-Ver sería muy intenso... Al menos una miradita, ¿Se puede?

-Diré que sí para aceptar que mañana vengas con nosotras. Recuerda que tienes una cita con ella y que a mí...

-Te gustan las gelatinas de piña, el chocolate amargo, la música deprimente y el helado de uva, ¡Entendido y anotado, Ku! Esperaré con ansias el momento en que...

-Te conviertas en mi primo político al casarte con Rose.

-Exacto... ¡No, yo no dije eso!

-Pero lo pensaste- y fue en ese instante que decidí dejarlo acompañarme por primera vez -así que, ven, vamos a mi casa, espero que mañana no tardes, no me gustan los retrasos, mucho menos que las personas abusen del tiempo de los demás.

-¡No te preocupes, Ku! Prometo llegar temprano mañana en la mañana, créeme, no habrá nada ni nadie que me haga llegar tarde...- y fue así que mi día terminó, la tarde comenzó a nacer desde el horizonte y en mi mochila llevaba los recuerdos que poco a poco comenzarían a formar mi nuevo yo, ¿Una cita? Creo que no, no la catalogaría como tal, más bien esto fue una simple salida de amigos... Una salida tierna, emocionante, distante y muy intensa, mucho mejor que cualquier cita que jamás hubiese visto antes, mi primer salida de amigos con Linc fue la cosa más inesperada de mi joven adolescencia... ¿Quién imaginaría que las cosas tuvieran que pasar como sucedieron?, ¿Cómo saber en qué desembocarían mis pequeños actos aquel día? Bueno, digamos que, aquella salida, fue más de tres que de dos:

-¡No! ¡No, no, no! ¡NO! ¡PRIMERO LA PRINCESITA Y AHORA ELLA! ¡Se supone que estaría solo hasta el baile! ¡Ahg! ¡Voy a matar a ese estúpido pelirrojo! Él dijo que mi lindo Linc estaría sólo, prometió que se quedaría sólo hasta un día antes, ¡Hasta dijo que alejaría a esa Stella para dejarme el camino libre! Bien, es como mamá siempre dice: "si quieres hacer algo, tienes que hacerlo tú misma" creí que la estúpida mexicana sería el peor de mis problemas... Sin embargo, ahora sé que estará en detención por mucho tiempo, solo tengo que encontrar la manera de llegar ahí con él, ¿Pero cómo?














































-Lo creo imposible, tío.

-Nadie pidió tu opinión, Rose.

-Creo que hablo por mi hermana cuando digo que deberían de cerrar la boca.

-¡Cuidado con lo que dices, niña!

-¡¿Yo?! ¡Ustedes son los que deberían de tener cuidado, par de imbéciles! ¡Su hija está a punto de casarse y ustedes se lo van a perder! ¡¿Y por qué?! ¡¿Por los errores que yo provoqué en el pasado?! ¡Solo por mí! ¡Dejen atrás ese estúpido orgullo del siglo pasado y vayan con Stephanie!

-¡A mí no me dirás cómo vivir, maldita niña! Escucha atentamente, Rose, porque no pienso repetirlo, ¡Yo le advertí a esa tonta que de casarse con ese poco hombre imbécil se olvidaría de que tiene padres!

-¡CÁLLATE DE UNA VEZ!- la tercera en discordia del ahora decidió que era momento de alzar la voz en contra de aquel que ella misma amaba, pues su razón de vivir estaba por hacer algo de lo que no debería perderse... O eso creería  cualquiera -Rose, cariño, ¿Cuándo es la boda?

-No pienso decírtelo si sólo irás a detener la boda.

-Rose, escucha, sé cuánto amas a Lincoln, tu tío y yo sabemos que...

-¡Me vale una mierda lo que piensen! ¡No lo hagas por él!

-¡Entiende que mi hija está tirando su vida a la basura!

-¡¿Qué mierdas están diciendo?! ¡¿Qué parte de casarse es tirar su vida?!

-¡Tú no lo entiendes!

-¡Entiendo que los tres nos necesitan!

-¿Los tres?- preguntaron ambos adultos mayores a su sobrina.

-Así que no lo sabían... No me extraña... Olvidaba decirlo... Aquella es la familia Loud, sus nombres son Lincoln, Stephanie... Y Loan... Me tengo que ir... Así que piensen en lo que harán, estúpidos ancianos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top