Capítulo 5

(Hace 29 años).

—Sabes pequeño, espero que entiendas lo que te voy a decir, porque de todas las historias que te he contado, esta tiene algo especial —le dijo el abuelo Nick a su nieto de 7 años—. Esta es mi historia, Edward. Y espero que no te enojes si no hay mundos fantásticos en ella como en todas las demás, pero simplemente quiero dejarte esta enseñanza, para que tu infancia pueda durar más de lo que lo hizo la mía.

El pequeño Edward observaba a su abuelo con determinada fascinación. Siempre que el abuelo le contaba una historia, dejaba de lado todos sus deberes para escucharle. Las pocas veces en las que podía salir del país para ir a visitarlo las aprovechaba al máximo, incluso llegó a convencer a su madre de que se fueran a vivir allí, pero ella lo que hizo fue volver al territorio americano y dejar al pequeño en unas "vacaciones" con su encantador abuelo.

—Me duele tanto que estés viviendo en los Estados Unidos, no sabes todo el daño que nos han hecho...

Con esas palabras, su abuelo se abrió paso a contar el relato de su vida.

Nikolay Aksakov —cuyo nombre original se desconoce, pero es a quien, más adelante, su hija y su nieto le llamarían Nick, de cariño— nació en el año 1940 en la ciudad de Nagasaki, Japón. En esos últimos años, tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Japón se había convertido en una de las más grandes potencias mundiales y se encontraba sumergido en el conflicto, ejerciendo una fuerte oposición en contra de los Estados Unidos. Él empezó a llevar la vida como todo pequeño, disfrutando varios momentos con su familia, hasta que un tiempo antes de su quinto cumpleaños las cosas empezaron a cambiar.

Una vez llegado el mes de Julio de 1945, la madre de Nick tuvo una premonición de su propia muerte. La mujer siempre había sido reconocida en el pueblo por ser una médium y por tener constantes visiones de un futuro cercano. Se le podía ver en las noches sentada sobre un tapete en la sala de su casa con un ungüento aplicado sobre su frente, haciendo una serie de rezos y conjuros a la tenue luz de las velas, con el fin de llegar a establecer un contacto más íntimo con los espíritus de la naturaleza. Sin embargo, ese último episodio la dejó tan marcada que estuvo en cama por más de dos semanas, tratando de recuperarse.

El 8 de Agosto del mismo año a las 11 de la noche, su vida cambiaría por completo. la madre de Nick se levantó de la cama en la que se hallaba y tomó a su pequeño en brazos. La escasa luz de la luna opacaba sus rostros y las pocas personas que los vieron creyeron que se trataba de algún alma en pena, sin saber que muy prontamente ella lo sería, que incluso ellos mismos lo serían. Dejó al pequeño Nick en un barco pesquero con destino a la ciudad de Voronezh, en Rusia. Le dio un beso en la frente y sus lágrimas se perdieron en medio de las olas del mar. Richard confundido se quedó sentado en la cubierta del barco sin saber que hacer, por lo que imitó la acción de su valiente madre y se alejaron así el uno del otro, llorando por el final que les esperaba.

Al día siguiente, un ataque ordenado por los Estados Unidos marcó una tragedia en la ciudad japonesa, con un bombardeo atómico que extinguió todo rastro de vida en el lugar.

—Algún día comprenderás toda la maldad que hay en el mundo —le repetía su abuelo una y otra vez en medio de la historia.

Cuando hubo desembarcado en el nuevo país, fue dado en adopción y acogido por una pequeña y humilde familia en el noroeste de la ciudad. Su nombre japonés original fue reemplazado por uno ruso, que lo identificaría durante el resto de su vida. No pudo decir que no tuvo una buena infancia, porque si lo hizo, pero constantemente lo perseguían los recuerdos de su anterior familia. Las vivencias que había tenido en el país asiático lo asfixiaban como una pesadilla latente e inquebrantable. Al inicio trató de investigar por su cuenta dónde se encontraba su familia, pero al no encontrar nada de información, tomó la valentía de preguntarle a sus padres adoptivos:

—Mamá. —Nick en ese entonces tenía un problema de gangosidad, por lo cual sus compañeros le hacían burlas en la escuela—. ¿Qué pasó con mis padres?

—Somos tus padres, Nikolay.

—No...—respingó—, me refiero a mis verdaderos padres. En Japón.

—¿Lo recuerdas? —intervino su padre con un gesto de incomodidad

—Sí. —A pesar de tener más de 15 años, Nick tenía un aspecto débil que lo hacía lucir mucho menor—. Cada vez vuelve un recuerdo nuevo a mi mente, y siento que ya es hora de saber dónde están, quiero encontrarme con ellos, preguntarle a mi mamá por qué me abandonó.

—Nikolay...—susurró—, tus padres murieron —trató de hablar con mesura pero todo las palabras salieron desesperadamente—. Llegaste aquí unos días después de la explosión en un barco que venía de Japón, suponemos que ellos estaban ahí. Tu padre te recogió y te trajo aquí. Pero ya nada de eso importa, aquí estarás bien.

—¿Qué? —Nick empezó a respirar agitadamente— ¿Cuál explosión?, ¡No! ¡Eso no es cierto!

—Niko...

—¡Dime que no es verdad, por favor! —le rogó a su padre adoptivo con ojos llorosos, pero la única respuesta que obtuvo fue el silencio de un abrazo por parte de ambos.

Esa noche, Nick escapó de su hogar de acogida. No estaba dispuesto a continuar viviendo una mentira, a ser un error en un lugar que no era suyo. Les dejó una nota pidiendo que no lo buscaran y huyó dejando el pasado atrás dispuesto a construir una nueva vida.

—Me puedes pasar un vaso de agua, por favor —le dijo Nick a su pequeño nieto, contar su historia se le estaba haciendo cada vez más difícil, como si algo lo obstruyera cada vez con más fuerza. Una vez hubo terminado de beber, continuó.

Se quedó a vivir en un orfanato hasta cumplir la mayoría de edad. Una vez salió, el deseo de independencia se apoderó de todo su ser. Consiguió un empleo a pesar de tener unos estudios básicos, y prontamente se quedó a vivir bajo renta en una pensión modesta. Años después, consiguió a la mujer con la cual quiso establecerse. Se casó a la edad de 29 años. Trataron de todos los medios posibles tener un hijo, pero parecía algo imposible aunque ambos tenían todas sus funciones en orden. Casi 10 años después de la boda, la esposa de Nick logró quedar embarazada. Del fruto de su amor nació la primera y única hija de Nick. Lamentablemente, su amada falleció en el parto, ahora la pequeña era lo único que le quedaba.

Nick hizo todo lo posible por criar bien a su hija, pero ella se dejó llevar por lo excesos de una loca vida adolescente. A los 25 años se enamoró de un hombre americano radicado en Rusia, quien la convenció de irse a vivir con él a su país natal, y así lo hizo. Al poco tiempo quedó embarazada y ambos parecían estar muy felices. Cuando el bebé nació decidió llamarle Edward, pero el padre de este simplemente se prestó para dar el apellido, pues luego se dio a la fuga dejando a su prometida y a su hijo en medio del abandono.

—Odio tanto a esos malditos estadounidenses, Edward. —Entonces, la voz de Nick se quebró—. Los odio tanto...

El pequeño empezó a sentir que su abuelo se había agotado, como solía ser usual cada vez que terminaba de contar una historia. Pero ahora lo veía diferente, pues con el paso del relato se fue agobiando cada vez más y, ahora, estaba pálido, cubierto de un sudor frío.

Era como si Nikolay se estuviera desdibujando, como si el haber contado su historia lo hubiera hecho perder con cada palabra un segundo más de su vida. Ahora pasaría a formar parte de la historia también, pasaría a ser parte de la fantasía que a su nieto tanto le gustaba.

—Por eso Edward —dijo sumido en un ataque de tos seca—, debes vengarte de ellos, debes exterminar toda esa lacra. —Las lágrimas salían de sus ojos en un esfuerzo vano por seguir luchando—. Es lo único que te pido pequeño, no vuelvas allá, aléjate de ellos. Sabes que te quiero demasiado —dijo antes de cerrar los ojos con un suspiro.

—Abuelito...—lo llamó Edward— Abuelito, ¿que pasó con la historia? No te duermas, por favor.

Sin embargo, su madre le había enseñado que si el abuelo se dormía lo mejor era dejarlo descansar. Por ello, se fue a la cama, contento y entusiasmado por saber cómo terminaría todo al día siguiente. Pero lo que no sabía era que la historia ya había llegado a su fin esa noche, y que su abuelo había entrado a un descanso por toda la eternidad.

"Debes vengarte de ellos, debes exterminar toda esa lacra".

Haré todo lo que me pidas Nick, había respondido como si se tratase de un juego, pero años más tarde, sería algo mucho más que eso...

La voz del superior trajo a Edward de vuelta a la realidad.

¿Está listo, soldado?

Por supuesto, mi capitán —respondió con un cómico intento de gesto militar. Edward había estado recordando a su abuelo todos esos días, y ese había sido el motivo por el que había entrado a formar parte del ejército de liberación. Le había prometido a su abuelo que iba a vengarse de los Estados Unidos, y ahora que tenía la oportunidad de hacerlo, se propuso a cobrar todo el daño que le habían causado a él, a su familia y a toda la humanidad.

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