Especial: Un engaño y una vecina.

—¡Renata, tienes que venir inmediatamente a la casa!

En cuanto conteste el teléfono la voz escandalosa de Gil me taladro los oídos. Sonaba bastante alterado y su insistencia fue tal que esto me preocupaba.

—¿Todo va bien? ¿Volviste a perder a Leoncito?

—¡No! Creo...—se alejo unos minutos del teléfono, lo llame preocupada varias veces hasta que volvió a escucharse —. No lo perdí, está donde lo deje. Más importante, ven que te pierdes de algo genial.

Me alivie cuando escuché que Leoncito se encontraba bien y no lo había perdido como la última vez que me marco.

Giré a ver el teléfono de la biblioteca. Aún me falta una clase para terminar hoy mi día universitario.

—¿Tan importante cómo para perderme mi última clase?

—La señora Scott descubrió el engaño.

No hubo necesidad de explicar más. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en casa, al lado de Gil, quién se encontraba en la ventana con solo un delantal puesto.

Gimotee bajo sin que se diera cuenta. Maldición, que sexi se ve. Me mantuve mirando por un buen rato hasta que el íncubo me interrumpió.

—Llegaste. Mira allá está la señora Scott con su esposo y el amante.

Señaló alguna dirección en la ventana.  Mierda, no quiero dejar de ver a tremendo papasote en delantal que está a un lado mío, pero los gritos afuera eran tentadores también.

Supongo que tremendo bombón puede esperar, es hora del chisme.

—¡No puedo creerlo Pedro! ¡Me engañas con él! ¿Por qué te casaste conmigo si te gustan los hombres? — la señora Scott golpeaba con sus gordetes brazos a su esposo quien solo se cubría la cara con su bolsa.

—¡Tienes que entender mujer! ¡En ese entonces pensé que eras hombre operado!

¡Auch! Golpe bajo. Tarjeta roja, tarjeta roja.

—¡Pues parece que soy más hombre que tú! — contraataco.

¡No! La señora Scott le acaba de dar la razón y perdió con su comentario fuera de lugar.

—Genial, comenzaron los golpees bajos — Gil sonreí divertido.

Vaya que el íncubo se divierte con el caos ajeno.

—No se peleen, puedo darles amor a ambos — el señor Stevenson, el tercero en discordia intervino. Mi vecina no le permitió decir nada más y le salgo encima pegándole con su bolsa de mano.

—¡Amor! ¡Amor es lo que te voy a dar! 

—¡Viejita déjalo ya! Es el amor de mi vida — el señor Scott trato de ayudar a su amante, pero solo recibió bolsasos también.

Al poco rato llego la policía y detuvo a la pareja de esposo, el amante huyó de la escena pero capturaron a su gato que salió a asomarse en el momento menos adecuado.

La calle que se había convertido en un ring de lucha libre, se quedó en un repentino silencio. Estiré la mano y Gil me miró de mala manera.

—Gane — moví los dedos en señal de que se apurara —. Apuesta es apuesta Gil y yo dije que iban a encarcelar a ambos.

Maldijo en voz baja mientras colocaba dos billetes grandes en mi mano. Amo hacer negocios. Guarde los billetes y baje la cortina de la casa.

—Más importante ahora... — voltee a verlo y sonreí lascivamente.

Di un paso atrás.

Cuerpo levemente bronceado, piernas afeitadas y pecho levemente sudoroso. El delantal se pegaba a su cuerpo y delineaba salvajemente los huesos de su cadera. Su cintura ceñida a la tela blanca era tan excitante.

Exquisito. Me acerque a él y olfateo su esencia. Aroma cítrico y sensual.

Escuché como su respiración se aceleró cuando me puse de puntillas y sorbo su aroma en su cuello.

—Renata... — gimió.

Bese su cuello y ascendí hasta acariciar con mis labios su oreja. Suspire; —Podemos hacer que está escapada valga realmente la pena.

No tuve que decir más. Fui tomada de la cadera y empinada contra la pared. El frío de la madera tocar mi rostro evaporó mi aliento en el aire. Gil rasgo mi ropa y está cayó por pesados hecha trizas a nuestro alrededor. Abrió mis piernas y con una fuerte estocada me penetró.

¿Juego previo? Había tenido mucho al verlo tan sexi en un delantal. Incluso mi intimidad chorreaba deseándolo y él lo sabía. Jalo levemente de mi cabello y me arqueo hacia él, besándome. Sus movimientos eran continuos y poderosos. Me estrechaba contra su cuerpo, dándome todo su candor. Apoderándose de mi cuerpo.

—¡Gil, más, más!

Cómo respuesta salió de mi y me giro, ahora mi espalda es la que se tocaba la pared y mis piernas se encontraban en sus brazos. En el aire, volvió a penetrarme. Enrede mis brazos en su cuello, sujetandome. Un delicioso escalofrío recorrió mis terminaciones nerviosas cuando mi íncubo todo mis lugares favoritos mientras me besaba.

Fuerte, salvaje, poderoso. Me abrazó mientras un sentimiento de tensión y liberación explosiva me impacto. Sus movimientos se volvieron inhumanos y al poco rato sentí su semilla vaciarse en mi.

—Te amo, Renata — beso mi frente y salió de mi.

La sensación de vacío fue compensada por sus brazos calientes, los cuales me envolvieron y me llevaron a la habitación.

Me lleno de besos mientras me dejaba en la cama. Aún con el delantal puesto, se acomodó entre mis piernas sin dejar de acariciarme y decirme cuanto me amaba.

Sentí la punta de su miembro en mi intimidad a punto de invadirme otra vez, pero unos ojos negros mirándome desde la puerta me detuvieron.

Gil se dio cuenta y maldijo. Se paró y cerró la puerta frente a nuestro perrijo y volvió a besarme.

Reí entre besos. Bien, no creo que Leoncito, mi maltés de 4 meses sepa lo que están haciendo sus papás así que puedo continuar.

Pensé, pero los chillidos de afuera y el tono de su lloriqueo nos detuvo.

—No quiero parar — se quejo Gil.

—Yo tampoco, pero... — acaricie su cabello para transmitir mis ganas interrumpidas.

—Lo sé, lo sé. El niño es primero.

Se levantó de mala gana, abrió la puerta dejando entrar al perrito y se dirigió al baño sin decir nada.

—¿Gil? — lo llame. Leoncito se subió a la cama y me saludo energéticamente.

Desde el baño escuché a Gil: —¡Mi amiguito no se bajara solo!

Reí. No, definitivamente no y no quería dejarlo solo a él tampoco. Serví leche en un plato y dejé a Leoncito comiendo y entre al baño.

Me arrodille frente a Gil mientras el agua de la regadera caía sobre su rostro y él no veía. Tomé su miembro entre mis manos y él se estremeció. La tarde aún era larga.

¡Hola!¿Cómo están?

Yo con insomnio y cuidando a mi gata para que no se escape. Tengo sueño pero tengo que cuidar a la bendi. ¿A ustedes cómo les va?

Me acordé de la vecina que era engañada y dije, ¿Por qué no saber si lo descubrió o no? Jajaja, espero les haya gustado. No olviden comentar, votar y recomendar.

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Besos y abrazos. Cuídense ♥️♥️♥️♥️

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