Capítulo 39

— Pensé un plan — dije con la respiración agitada, recostada en su pecho desnudo mientras me envolvía con sus brazos.

— ¿Tú pensaste? Eso es un milagro...

Cómo respuesta le pellizque un pezón.

— ¡Auch!

Si, yo pienso, que está vez no haya pensado en penes y sexo, es otra cosa.

— Necesito que tomemos esto con seriedad Gil.

Arqueó una ceja y sonrió zorrunamente. Cómo odiaba que hiciera eso, su rostro tomaba un matiz demasiado sexy como para soportarlo.

— Si, me imagino que es algo muy serio ya que quieres hablar de ello después de hacer el amor. Oh, si, y de engañar a tu recién marido.

—¿Hacer el amor? — mofe, sin poder evitar sonreír con demasiada alegría — Eres todo un romántico, pequeño demonio.

Se sonrojo. Diablos, no, se ve tan tierno que pudiera hacerle tantas cosas...

— Bueno, sí, yo lo sentí así, no sé si tú lo consideraras de esa forma — desvío la mirada, sus latidos comenzaron a acelerarse de manera exponencial.

Haciendo circulos sobre sus pectorales, asentí.

— Fue mi primera vez haciendo el amor y fue maravilloso.

Su pecho se infló con orgullo, si, nada más efectivo que darle una pizca de benevolencia a un demonio.

— Perfecto, si es así, vámonos.

— ¿Qué? — Le miré desconcertada.

— Yo soy el único que puede hacerte sentir así. ¿Por qué te casaste? Me importa un comino, no permitiré que mi mujer se quede con el enemigo.

Espera un momento. Esto no me está gustando. Amo su actitud posesiva, me encanta para ser sincera verlo procurarme y celarme, pero este ya era otro nivel. ¿Siquiera estaba pensando? ¿O pensaba con la cabeza de entre sus piernas?

Frustrada, al ver que no me daba la oportunidad de explicarme, me coloqué sobre sus caderas.
Me estremecí inconscientemente al verlo debajo de mí, vulnerable, con su piel brillando por el sudor de la reciente actividad y su piel siendo adornada por sus venas sobresalientes y ese mentón listo para ser besado.

Me mordí los labios, tratando de contenerme y no pecar de lujuria.

— ¿No permitiras?

— ¿Quieres quedarte aquí? — cuestionó al ver mi mirada retadora.

Así como querer quedarme, de lo que se dice querer quedarse, pues no, pero era parte del plan.

— Sí. Porque te estoy diciendo que tengo un plan.

— ¿Un plan de suicidio?

Entorne los ojos con fastidio.

— Qué poca fé tienes en mí. — le dí un golpe en la frente, se quejó y me contraatacó moviendo su anaconda entre mis muslos.

— ¡Uhm!

Renata, concéntrate en lo importante.

Aunque follar es importante.... ¡No!

Cerré los ojos tratando de controlar mis bajas pasiones. Aunque él no ayudaba mucho a apaciguarme si me está moviendo esa deliciosa sobre mi húmeda y sensible entrada. Pero creo que sé la forma de hacer que se quede quieto.

— Creo que tú hermano está a salvó.

Y se quedó quieto. Esas simples palabras lograron que su sonrisa burlona se esfumará  y un rostro serio apareciera. Sus ojos se enfocaron en mí imperiosos, exigiendo la historia completa.

— Vine aquí tras un pensamiento; me capturaron, tuvieron la oportunidad de eliminarme, pero no lo hicieron, eso me hace preguntarme ¿Qué quieren de mí? No me aman, eso es claro, pero supongo que tenerme bajo su control es lo que desean. Por lo que me he dado cuenta, son unos paranoicos por el control.

Sujetó mis caderas entre sus dedos. Queriendo retener allí, hasta que terminara de relatar.

— Entonces, decidí darles lo que querían; tenerme en su bando. Así lograré estar en el territorio enemigo y correr menos riesgos. Tú sabes, se dice que nuestro enemigos, son nuestros mejores maestros.

— ¿Quién dice eso?

— ¡Yo! Joder, Gil, no me distraigas. — fue mi turno de mover las caderas sobre su turgencia. Gimió, mirándome con un deseo ahogado.

Me aclaré la garganta y proseguí antes de que esto tomará otro rumbo.

— Cómo decía. El plan es hacerles creer que soy su alida. Así fue como conocí al principito de plomo, mi esposo...— esto último lo recalqué con el único propósito de hacerle rabiar, lo cuál conseguí.

Venga, Renata, que a ti te fascina ver el mundo arder.

— Él quiere ascender al trono, me propuso aliarme a él para lograrlo, a cambió tú, tu hermano y Tina están a salvó. Y supongo que yo, aunque sea un poco.

— ¿Vendiste tú libertad a cambió de la nuestra? — su voz sonó más grave de lo normal. Todo el buen ánimo se esfumó de repente.

— No, sólo negocie vuestra seguridad a cambió de una alianza. Soy parte fundamental del plan, y no considero que mi libertad este implicada.

— ¡Estupideces! — por primera vez, desde que lo conocí, lo oí alzar la voz. Anonadada, solo observé como se consumía en una extraña convocación de ansiedad y furia.

— ¿Crees que él respetará vuestro acuerdo? Es una puta hada, Renata, son mentirosas y embusteras. En cuanto consiga lo que quieren, te apuñará por la espalda...

— Como tú...

Murmuré, su rostro se contorsionó de dolor. He tratado de sobrellevar lo sucedido con él, pero la realidad es que cada vez que recordaba su traición, un hueco en el estómago me hacía sentir náuseas y mi vista se nublada. Odiaba está sensación, de querer desesperadamente confiar en él, y a la vez tener el instinto constante de huir de sus mentiras.

— ¿Eso sigues creyendo de mí?

Desvíe la mirada. Oí como gimió con dolor.

— Supongo que lo merezco. Pero en ningún momento planeaba hacerte daño.

— ¡Eso son mentiras! ¿Por qué no evitaste que me llevarán? — volví a confrontarlo, solo para encontrarme unos ojos tristes observandome.

— Porque prometieron no hacerte daño, por eso sé en primera estancia que las hadas son traicioneras. Además, todo lo que me haces sentir me asusta.

— ¿Qué? — chillé esa pregunta sorprendida.

Sus dedos se dirigieron a mi cabello, acariciaron las puntas y fueron descendiendo por las curvas de mi cuerpo.

— Soy un demonio que se alimenta de la energía sexual de las personas, nos enseñaron a utilizar y desechar, no depender de nada ni nadie, sin embargo, tú me haces desear aferrarme a ti. A tú sabor, a tus latidos que aumentan cada vez que te toco. Me vuelve loco tú manera de entregarte a mí, en tus sueños, en la vida real, me haces desearte, querer poseerte por completo.

Se sentó, dejándome encima de él, pero besándome la clavícula.

— Soy un demonio, por lo que he pecado, pero contigo a mi lado el infierno no sería suficiente castigo para mí.

Me estremecí cuando sus labios rozaron mi oído;

— Dime cuáles son los siete pecados capitales.

Con voz ahogada, obedecí.

— Ira...

— Es la que siento al no poder poseerte, y a la vez por querer hacerlo porque amo tu forma de ser libre.

Besó mis labios brevemente, susurrándome que prosiguiera.

— Gula...

— Es la maldita hambre de tí que no logró saciar nunca.

Lamió mi cuello hasta bajar a mis hombros. Su aliento caliente, lograba erizarme la piel.

— Avaricia...

— Lo deseo, lo quiero todo de tí. Absolutamente todo. — gruñó, enterrando sus dedos en mis caderas.

— Mmm... Pereza...

— Me da tanta flojera el dejarte ir.

Cogió uno de mis pechos entre sus labios, arqueé mi espalda con la vista nublada por la pasión ardiente que me invadía.

— Orgullo... ¡Oh, joder!

Enterré mis manos en sus cabellos. Su mirada profunda me dejó entender sin palabras, qué su orgullo era un pecados al hacerme sentir bien, sólo él.

— Envidia.

— Odio al principito al poder tener un título tan importante en tú vida. Si fuera posible entre nuestros mundo, quisiera ser yo quien estuviera en su lugar.

Bramó, sus manos en mis caderas las alzaron solo para rozar su magnificencia contra mi entrada. Me aferré a él, deseandimo sentir dentro de mí cuánto antes. Mi humedad se mezclaba con la suya, podía sentirlo, lo que me hacía desearlo aún más.

— Lujuria... ¡Oh, Gil! — no hubo necesidad de decir más, me penetró como respuesta.

Enterraba mis uñas tras cada estocada, mientras nuestras lenguas se acariciaban al son de nuestros gemidos. Fue así cuando me di cuenta, que a pesar de todo, de todos y de lo que había sucedido. Mi alma ya le pertenecía al íncubo en un pacto que terminaría hasta el día de nuestra muerte.


No andaba muerta, andaba de parranda 🎶

Ok, no.

¡Hola! ¿Cómo están?

Espero que bien y que estén pasando está cuarentena en casita con sus familias a salvo y descansando.

Yo por mi parte, en dónde trabajo todo está bajo control, esperemos seguir así por un buen tiempo.

Próximo capítulo;

— Te diré todo lo que sé sobre tu madre, es hora de que te enteres de la verdad — mencionó tangentemente. Mi cuerpo comenzó a temblar ante ello.
Toda una vida esperando la verdad, pero ¿realmente estaba lista para ella?

Espero les guste. Les mando besos y abrazos con #Susanadistancia.

No olviden recomendar la historia, votar y seguirme. 💕 Los amodoro. 😍

Por cierto, ¿Qué canciones creen que queden bien con esta pareja? Busco recomendaciones para inspirarme. Les leo en los comentarios.

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