Capitulo 16
Me encontraba desnuda sobre la mesa de madera rústica.
Entre mis piernas el perfil perlado de Gil coqueteaba entre mis muslos, tentándome, dándome promesas silenciosas.
— Sabes deliciosa, mucho más dulce que la miel. —Gil lengüeteó mi entrada, mis terminaciones nerviosas se agitaron sincronizándose con mi imperativo corazón.
Ambos se mostraban imperiosos.
Gil se alejó unos centímetros solo para mostrarme como se lamia los labios, luego continuo su labor como un moribundo que encontró un manantial en medio del desierto. Saboreando cada rincón de mí. Gobernando mi cuerpo.
Tenía a estos dos hermosos demonios dándome placer solo a mí. A mi entera disposición. No sé qué había hecho para merecer esto, que puto pacto hice para llegar hasta aquí, pero no sentía arrepentimiento de hacerlo.
Lo único que deseaba era que me hicieran sentir mujer y que saciaran esta sed de placer que me consumía.
—Los quiero, ya.
Ambos sonrieron, los hermosos brazos de Brand bañados en sudor me tomaron de la cintura, abrazándome. Gil reclama, pero luego se acerca a acariciar mi cuerpo con expeditas manos. Se apoderaron de las cumbres de mi cuerpo tan sutilmente como el vuelo de un colibrí. Mi cuerpo tiembla por el deseo y sintió con deleite todo lo que le ofrecían. Las orbes doradas de Gil me envolvieron en un cálido placer, el libido que sentía era algo que fuera de mi mundo.
Brand toma mi mano, acaricia mis nudillos y lleva mi mano a su boca para besarla con cortesía. Sonrió ante el caballero que me acabo de encontrar. Sus labios susurran frente a mí, tras mi espalda, Gil hace lo mismo.
—¿Esta soñando despierta? —Brand me mira con extrañeza.
—Eso parece, es una idiota. —ese insulto definitivamente era cortesía de Gil.
Parpadeé desconcertada, de un momento para otro el escenario donde me encontraba cambio. Ahora estaba vestida y sentada íntegramente en la sala de madera de Brans, frente a mi ellos me miraban desconcertados.
Yo...acababa de imaginarme un trio con esos dos demonios. ¡Mierda, mierda, mierda! Inclusive lo hice frente a ellos.
—Estas bien? —Gil rozo mi frente con sus dedos comprobando que no tuviera fiebre, contuve un respingo de mi cuerpo, maldiciendo el efecto que producía en mi un roce de su piel. Sobre todo, después de lo que acababa de imaginar.
—Si, solo estaba pensando que debo de ir a un sitio.
Mentí. Sin embargo, los labios de él se crisparon en desacuerdo con mi declaración.
—Es peligroso allá fuera, acaban de atacarte. —reprochó, estaba cavilando no dejarme ir, pero le sostuve la mirada con firmeza, sin vacilar. Dure más de la mitad de mi vida sola., sin su protección, así que no necesitaba de su repentina sobreprotección. Y al parecer, entendió mirada. Suspiró y se rindió. Dame unos minutos en lo que hablo con Brand, ya después nos iremos.
Ambos declaramos sin deseos de dar el brazo a torcer. Con fastidio me deje caer hasta tras del sillón y saque mi teléfono, no sin antes echar un vistazo a la prominencia de su trasero. Cosa chula...
Cruce mis peinas mientras empezaba a navegar por internet. Acostada en el sillón de madera, observaba a lo lejos como Gil y Brand hablaban del ataque, poniéndose al corriente de sus vidas como dos viejos amigos.
Si bien mi vista estaba en el celular tratando de fingir que su conversación me era ajena, mis oreas eran más agudas que las de Dumbo con tal de oír la conversación.
Aunque realmente nada sugestivo, nada que respondiera por qué habíamos llegado aquí.
—Las sombras iban tras ella... ¿crees que se hallan dado cuenta de que no estoy cumpliendo con mi parte del trato? —la suspicacia en la voz de Gil capto mi atención. Habían comenzado a susurrar, pero alcanzaba a escuchar a la perfección.
—Joder, Gil, cualquiera se daría cuenta que su culo estaba más intacto que nunca. —Brand exhalo exasperado, sorbio de su vaso de whisky y volvió a hablar. —Es cuestión de tiempo, no puedes evitar su destino por siempre.
—No quiero que le pase nada...
—Esos sentimientos solo te complicaran más la existencia. ¿Qué es lo aprendimos en los bajos mundos?
—Hay que hacer lo posible por sobrevivir, ni más ni menos. —soltó las palabras como un mantra crudo, como una dura realidad.
Me levante sin ser capaz de oír más. Mi mente comenzaba a volverse confusa, a formularse ideas y planes que taladraban con fuerza. Y lo único que quería era seguir rodeada de Gil y su amigo que solo me traían más cuestiones que respuestas.
Con pasos agigantados me acerque a ellos.
—Brand, préstame tu moto. —tire la mano. Utilice el tono de voz que siempre uso cada vez que quiero mandar, esto no era una petición. Había usado la suficiente arrogancia y frialdad como para que ricitos de oro lo entendiera.
Sin comprender, Brand dejo caer las llaves de su moto sobre mi palma.
—¿Cómo sabes que tengo una moto?
—Estaba en la entrada. —entorne los ojos. Era tan obvio que resultaba fastidiosa la pregunta. —Te la devolveré luego, gracias.
Me di media vuelta, Gil ya estaba tras de mi con mala cara. Aprete los puños tratando de contener mis deseos de golpearlo. Porque ahora me sentía un poco más involucrada en el asunto de su hermano, que las respuestas estaban fluyendo, ¿por qué sentía que él me estaba escondiendo algo mucho más grande? algo más tenebroso.
—No iras a ninguna parte. Dame esas llaves. —estiro la mano pidiéndomelas con mayor énfasis.
—Jodete. —masculle entre dientes.
—¿Que dijiste?
—¡Qué te den Gil! No necesito tu permiso para irme a la chingada si asi lo quiero. —alce la voz. Vie l asombro asomarse por sus ojos, pero luego comenzaron a escudriñarme, sus orbes doradas me observaban como un depredador furioso. Genial, ahora estábamos enojados, y tal vez era infantil de mi parte, pero estaba confusa y cabreada porque él quería manipular mi vida.
Después de mucho tiempo volví a mirarlo con recelo. Necesitaba estar lejos de él, pensar sola, libre de toda esta situación de mierda.
"Cualquiera se daría cuenta que su culo esta mejor que nunca"
—¿Al menos sabes conducir esa cosa?
—Mejor que tu amigo sí.
Brand se quejó al fondo, pero ninguno le hizo caso. Traté de rodearlo, pero me sujetó del brazo impidiéndome marchar.
—Eso no es tu problema, Gil. Por favor, suéltame, que yo también odio las complicaciones.
Mis palabras parecieron dolerle. Una penumbra cruzo por sus ojos. Una resignación.
Si me atreví a pedir prestada una moto, es porque se usarla. Leo me enseño hace ya un tiempo, ya que su pasatiempo favorito siempre han sido las carreras de motocicletas.
Aflojó un poco el agarre solo para tomarme de la cintura, se arrimó a mí y me atrajo hacia sí.
Me sacudió un escalofrió de expectación. Mi corazón comenzó a latir de prisa, acelerando mi pulso, sin embargo, no sabía si era por su cercanía o por ambivalentes sentimientos que me embargaban.
De pronto, medio un beso que me dejo anonadada, sin aliento.
Posesivo y de modo vacilante, me estrechó entre sus brazos; duros como el acero, me sujetaron la espalda baja, apretándome contra él sus labios se posaron autoritarios sobre los míos. Ya me había preparado para emitir una protesta que no llegue a pronunciar y él aprovecho la oportunidad para atrapar mi boca y los sentidos... sus labios eran un arma que blandía con maestría, desconcertándome, cautivándome, seduciéndome...
Y esta vez era diferente, estaba enojada, contrariada, pero él había sido capaz de mantener mi mente en blanco, de hacerme sentir que esta vez había más; más que sentir, más que percibir, más que olvidar. Mas ardor, más placer, de una clase que enviaba chispas a asentarse bajo mi piel.
Termine rindiéndome ante el creciente claro, y a él, y le bese a su vez.
No comprendía porque deseaba hacerlo, que me llevaba a hundir mis dedos en su sedoso pelo, y a lanzarme a un duelo de besos, de lenguas enredadas y labios voraces.
"Es cuestión de tiempo, no puedes evitar su destino para siempre".
De pronto, la recién conversación que escuché volvió a vibrar en mi mente, con la suficiente fuerza para hacerme volver en mí. Estire los brazos separándome de Gil.
Sus ojos reflejaron clara decepción, pero esta vez me soltó sin necesidad de echarle bronca. Acaricio mi mejilla y sonrió cálidamente.
—Ten cuidado, yo te estaré esperando aquí. —dio un paso atrás, luego otro y finalmente se dio la vuelta para regresar con Brand quien se mantuvo de espectador pasivo.
Con el corazón acongojado por los abrumadores sentimientos que me poseían, hice lo mismo. Y me monte en la BMW F800R sin mirar detrás.
Aceleré adentrándome en la carretera. Sintiéndome liviana contra el aire.
Una parte de mi mente estaba convencida de que conocer a Gil más eventualmente será perjudicial para mí. Otra parte tenía una curiosidad insaciable. Y la curiosidad siempre ha sido mi mayor defecto. Me encontraba tan fascinada con todo lo que estaba descubriendo sobre sus empresas y pasión turgente.
Tenía que admitir que había partes positivas en nuestra relación, numerosos orgasmos como para querer continuarla, aparte de rescatar a su hermano y descubrir cuál era mi papel en todo esto. Pero aun así existía una ambivalencia en nuestra relación que me inducia acortar toda relación con Gil a pesar de la creciente fascinación y eso era impropio de mi carácter.
Nunca había evitado las situaciones que me constituían un reto, y una parte de mí, la parte más fuerte, dominante y voluptuosa, no quería echarse atrás ahora. Sin importar lo que haya descubierto.
Al llegar a la ciudad comencé a adentrarme a los suburbios meditando mucho sobre lo que él me inspiraba, me provocaba. Era una forma de curiosidad, motivo por el cual me había sentido tan a gusto besándolo, razón de que instintivamente le correspondiese.
Curiosidad emocional. Algo que nunca había sentido, desde luego por un hombre, corrección, por un demonio. Sin duda, existía una vertiente física. Y ahí residía el quit del problema.
Y para culminar con mi lista de problemas, Leo aún se encontraba en mi casa.
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