Capitulo 1

Después de un largo día de universidad son las doce en punto cuando tomo el último tren de vuelta a casa, soy la única que queda arriba en la última estación.

Y desde entonces... "mi diversión" comienza.

Cuando estoy segura de que no hay nadie afuera que esté interesado en lo que pasa en el interior del tren, mis manos se deslizan bajo mi falda, luego de mis bragas, mis nudillos rozan mis labios y..

¡Uhg! Solamente el pensamiento de todas las personas que estuvieron en este tren mirándome, me excita. Mis dedos se empapan y se envuelven en un calor embriagador. Un hormigueo me recorre desde mi interior y recorre mi cuerpo poro por poro.

Hacer esto se siente tan bien, no estoy esperando encontrarme con un pervertidos. No. Sólo en otro sentido, simplemente todo lo que quiero es... Ya no sentirme sola.

Escucho el aviso de la última estación y no tardó en llegar al final de mi recorrido. Como puedo me acomodo la ropa y trato de recobrar la postura. ¡Estoy loca!

Salgo del tren solo para perderme en la penumbra de la noche. El viento helado golpea mi rostro haciéndome suspirar. Camino por la calle como si nunca me hubiese masturbado dentro del tren. No puedo evitar soltar una risita traviesa. 

La gente va y viene como lo haría normalmente un viernes en la noche. Mi vista enfoca a una pareja besándose, acariciándose y revolviéndose entre sus brazos en un pequeño callejón. Que envidia...

Pero lo que más hace estrujar mi corazón son las familias que pasaban riendo, siendo felices. Siempre ver ese tipo de escenas me hace preguntarme: ¿Qué había hecho yo para que me fuera negado ese privilegio? Veo a los niños sonriendo mientras tomaban las manos de sus padres y mi pecho comenzaba a doler. Sentía desprecio, odio, no hacia las lindas familias, no, sino hacia a mí. Hacia la incapacidad de odiar a los que dieron inicio a mi locura.

Todo empezó cuando yo tenía cinco años. Mi madre desapareció un día sin dejar rastro y al día siguiente mi papá trajo consigo a una nueva mujer. Al principio la única diferencia fue la ausencia de mamá. Me sentía como un conejo asustado que espera a su madre en la madriguera. La pareja de mamá cuidaba bien de mí hasta que ella y papá comenzaron a formar su nueva familia. Fue entonces que me convertí en un estorbo. Me quitaron mi habitación y la acondicionaron para el nuevo bebe. Yo tuve que empezar a dormir en la sala, eso hasta que la señora dijo directamente que ya no me quería en su casa.

Mucha gente al enterarse que me corrían, preguntaron si era muy latosa. Fui acusada  directamente sin que tuvieran conocimiento de que  hice todo lo posible por quedarme con mi papá, pero ni las buenas notas, la excelente conducta o la niña perfecta fueron suficientes para poner permanecer a su lado.

Me quede unos años con la mamá de papá, pero tampoco tenía que lidiar con la idiota de la hija de Rebeca, mi madre. ¿Está de más decir que mi abuela odiaba a mamá? Y al parecer ese odio era heredable.

A los diez años supliqué a papá que me dejara vivir sola. No pregunto, no se negó, solo me dio un lugar donde quedarme y una tarjeta con la que sobrevivir. Desde ese momento entendí cuán sola estaba.

Fue difícil escribirme a una primaria por la zona, necesitaba de un tutor y lo único que logré hacer fue pagarle a la casera para que fingiera ser mi tutora. Los años siguientes un viejo amigo de la familia tomo mi tutela. Papá llamaba de vez en cuando solo para asegurarse si estaba viva o muerta y así poder dejar de gastar dinero en vano.

—Ja,ja,ja, ¿A cuál vamos a ir hoy? —la pareja que había estado observando con recelo, salió del callejón a una dirección predestinada desde que compartieron aquel beso. 

Los vi dirigirse a la zona hotelera. Él iba sonriéndole con cariño a su novia, pero lo cache ver libidinosamente a otras mujeres sin que ella se diera cuenta. Les di la espalda sin poder ser cómplice de aquel juego de engaño. Pobre ingenua chica, iba a ser engañada por la persona en la que había depositado su confianza. Lo sabía, ese sujeto no mostraba respeto hacia las mujeres ni ante su novia. Pero eso era pan de todos los días y no mi asunto. De las caídas se aprende a esquivar las piedras.

Suspiro y doy un paso hacia el callejón que me lleva a mi "hogar", es un lugar húmedo y solitario, que a simple vista dice peligro, sin luces ni camaras de seguridad: el lugar perfecto para el crimen. Pero las apariencias engañan, siempre lo han hecho, aquí no ha sucedido un crimen hasta ahora, o simplemente no he prestado atención. 

Al entrar me paralizo al ver unos fervientes ojos azules brillando en la oscuridad. Trae una capucha en su cabeza que me impide verle con claridad, solo sus ojos afilados y azulados sen ven bajo la sombra. Esta recostado contra la pared con apariencia cansada, tal vez herido por la debilidad de su cuerpo. Normalmente lo hubiera tratado de ayudar, aunque sea llamando a una ambulancia, pero poseía un vigor que me confundió lo suficiente como para hundirme varios minutos en la magnitud de su mirada.

—Tú ... — su voz fue como un golpe álgido. Di un paso atrás con la piel erizada. Él se levantó con la intención de seguirme, fue entonces que vi sus ojos tornarse dorados, peligrosos. Exclamé asombrada ante aquel hecho antinatural y salí corriendo sabiendo que quedarme ahí sería peligroso. Ese tipo... no era humano.

Pase empujando a otra chica que iba al callejón y cuando logre salir casi jure que escuche un grito desgarrador proveniente del callejón.

¡Dios mío! Quise regresar para ayudar a la pobre chica, pero mis piernas siguieron corriendo hasta llegar a mi casa. Di toda la vuelta a la manzana y mis pies dolían. Al entrar a mi casa de inmediato cerré la puerta con llave. Me deslizo por la puerta hasta llegar al suelo rompiendo en llanto.

Eso fue espantoso. De pronto el temor incrementó al ver la soledad penumbrosa del lugar. No quiero, no quiero estar sola. ¿Y si marcaba a papa para que me cuidara? Con la mano temblorosa conseguí marcar. No tardaron en tomar la llamada.

—¿Renata eres tú? ¿Qué quieres? ¿Acaso ya te acabaste el dinero? Te he dicho que dejes de ser adicta y hagas algo de provecho.

—No... no es eso papa. Yo...

—¿Entonces para qué llamas? ¿Tienes algún problema? Ya eres lo bastante grandecita como para solucionarlos tú sola. No vuelvas a molestar al menos que ya no tengas dinero.

¡Bip, bip, bip! Colgó. Deje caer el teléfono al suelo y abrace mis piernas. ¿Por qué? ¿Porque ya no me quería? Lloré amargamente hasta secar mis sentimientos.

Debería de estar acostumbrada a este tipo de tratos después de haberlos recibido toda mi vida, pero aun duele, me lastima y mucho.

Procurando cerrar bien toda la casa me dirijo al baño. Tomar una ducha caliente me ayudará a olvidarlo todo. Y casi así fue. Fui capaz de distraerme de mis problemas, pero no de esos ojos mordaz marcaron su mente.

¿Qué sería aquel sujeto? Sequé mi cuerpo y me recosté en la cama. El teléfono quedó arrumbado en alguna parte de la casa. Nadie me marcaría, nadie me recordaba ni buscaba. De nuevo, pasaré mi noche en un abismo.

Cuando cumplí dieciséis comencé a descubrir mi cuerpo. Comencé a tocarme y encontré lugares donde tocarlos hacía vibrar mi cuerpo. Lo hice noche tras noche avanzando y descubriendo yo sola. Al final del día se volvió una rutina masturbarme para agotarme y caer dormida.

Y después de cinco años esa costumbre no ha cambiado. Al contrario, me volví una traviesa que no deja de pensar en cosas eróticas, en una traviesa mujer pervertida. Sin embargo, mi diversión era sola. Nunca he tenido una pareja sexual.

No tengo deseos de encomendarme, de confiar en alguien que tal vez lo único que quiere es aprovecharse de mí.

—Soy una tonta. Si sigo siendo una cobarde me quedaré sola de por vida. — me recrimine. Y era verdad. Tenía tanto miedo de ser lastimada que alejaba a la gente de mí.

Suspiro y dirijo mis manos hacia mi entrepierna. Comienzo acariciando suavemente por encima. Me gusta disfrutar del tiempo que me dedico. Masajeo mi clítoris provocando que me ponga húmeda. Mi cuerpo reacciona de inmediato a mis caricias y después de un rato de magrear mi cuerpo estoy listo para el siguiente paso.

Mis dedos lentamente se arrastran hasta mis muslos ejerciendo una deliciosa presión. Y con cautela se adentraron más todos los lugares a su alcance.

Sin dudar empujó dos dedos dentro de mí. ¡Mmm! Ya estoy tan mojada. El mover rítmicamente mis dedos me está mareado y mi reputación se ha vuelto tan errática. Se siente tan bien. No puedo evitarlo, creo que voy a... Me detengo cuando siento el final ya cerca y sacó al señor nepe de su caja para que se una al juego.

Me siento tan excitada. Justo cuando el señor nepe toca la entrada una electricidad recorrer mi cuerpo. ¡Oh, Dios mío! Con una velocidad marcada lo meto y saco con las vibraciones arremetiendo contra mí. Se siente tan bien. Me encanta, no quiero parar, no quiero detenerme.

¡Hmmp! Un poco más profundo... Un poco más ¡sí! Al parecer todos los circuitos de mi cabeza están quemados y pareciera como si estuviera andando en un sueño.

¡Ahh! ¡Mmm...!

Aprieto los labios tratando de contener mis gemidos sin saber el porqué.

Como siempre estoy sola.

Como siempre trato de matar el tiempo explorando mi cuerpo. Tratando de confortar mi alma vacía.

Mis piernas se mueven inquietas ante la intensidad del vibrador, mi cuerpo se tambalea al ritmo del aparato que acaricia mi interior, pero no es suficiente, quiero más, más, mucho más.

Alejo la mano con la que masajeaba mi clítoris y lo acercó al vibrador. Sin pensarlo subo la intensidad hasta el tope. Me arqueo y agarró las sábanas con desesperación.

—¡Oh, si! — exclamó sin poder contenerme.

Cierro fuertemente los ojos y me imagino a mí en el salón de clases teniendo sexo sobre las butacas. Allí estoy yo con mi uniforme desaliñado, la blusa y falda rotas, ofreciéndome a mi profesor de inglés, aquel extranjero de piel pálida y ojos índigos que nos traía locas a todas en la universidad y al que hago mío en mis sueños.

Abro las piernas en el escritorio y muestro mi intimidad a él. Me ofrezco sin inhibición. Lo quiero. Quiero hacer solo mío a aquel que todas desean.

Mi corazón se acelera al verlo lamerse los labios y acercarse a mí. Veo en sus ojos el deseo de corromperme. Llega a mí con una lentitud tortuosa. Se acerca, pero no me toca. Muerdo mis labios impaciente. ¿Qué espera? Estoy tan húmeda que el escritorio se moja levemente por mi culpa.

Sus azulados ojos pasean sobre mi cuerpo, parece probar mi piel con la mirada. Me erizo al verlo entretenerse en mi intimidad y cuando pensé que por fin me daría lo que quería, dice algo inesperado.

—Tócate.

Ordena. Su autoridad me hace enloquecer, sabe que quiero ser suya y que me tiene bajo su poder.

Dudo. Yo quiero mucho más que masturbarme. Lo quiero a él y muy adentro.

—Hazlo y te daré lo que quieres. —susurra a mi oído. Me estremezco al sentir su lengua recorrer mi cuello.

Diablos, no puedo negarle nada a este hombre.

—Toma... —me ofrece el bolígrafo con el que califica a diario en el salón de clases. Él quiere que yo...

Tomó el bolígrafo y lo meneo entre mis dedos. Quiero más, pero extrañamente la situación está agradándome. Este hombre sabe cómo hacerme perder el juicio.

Lo llevo a mi boca y comienzo a chuparlo imaginándome que era algo mucho más grande y caliente. Lo escucho maldecir al ver que meto el bolígrafo casi por completo en mi boca. ¡Oh, si, enloquece cariño!

Lo sacó y lo acercó a su boca. Nuestras miradas se interconectan cuando él comienza a hacer una felación con el bolígrafo. Ahora es mi turno de exclamar excitada. Es tan sexi ver como su mandíbula se tensa cada vez que succiona.

No aguanto más. Mi coño necesita atención urgentemente. Alejo el húmedo bolígrafo de sus labios y lo llevo a mi clítoris. Sin alejar mi mirada de sus sombríos ojos masajeo el pequeño botón con el bolígrafo.

Y luego lo meto de golpe. Siento mi cuerpo caliente y cierro los ojos comenzando a moverlo con intensidad.

Comienzo a sudar y gemir sin moderaciones. Mi cuerpo sufre espasmos cada vez que soy penetrada. Ante su mirada buscó más y comienzo a tocar mis pechos. Mis dedos agarran torpemente el bolígrafo mientras mis piernas tiemblan.

Estar haciendo esto bajo su vehemente mirada hace la experiencia más placentera. Comienzo a penetrarme sin moderación. Él se agacha a lamer mi clítoris y con esa simple caricia me vengo. Me corro en su rostro

Y abro mis ojos extasiada.

Al abrir los ojos vuelvo a la triste realidad. Estoy sola, no estoy en la escuela ni mucho menos con el maestro. Solo fue otra estúpida fantasía.

Con mi respiración agitada trato de sacar el vibrador de mi cuerpo. Pero mis manos están tan sudadas y el aparato tan empapado de fluidos que se me resbala.

Tomo la toalla de al lado y comienzo a limpiarme el sudor del cuerpo y luego el de mi intimidad logrando por fin sacar el vibrador.

Esto fue mucho más intenso que otras veces. Tan real que es difícil creer que es sólo producto de mi imaginación.

Incrédula me quedo desnuda recostada en la cama y la soledad me vuelve a embargar. Me siento tan sola... Con mi madre desaparecida y con mi padre formando una nueva familia lo único que me queda es el "señor nepe" (el vibrador de cuatro niveles).

Al parecer todavía no es media noche, tal vez otra ronda antes de dormir ayudaría a olvidar este desamparo.

Aun no me recupero de la sesión anterior, pero el "señor nepe" sabrá cuidar de mí.

Lo tomo y sonrió al verlo húmedo aún. Soy una pervertida ¿ahora quién será el protagonista de mis fantasías orgásmicas!?

Mientras me preparo para la segunda ronda la puerta de mi habitación se abre bruscamente y un joven cae al suelo de mi habitación. Pero ¡¿Qué...?!

Él chico se levanta y se dirige a mí con dificultad, parece enfermo. Asustada, agarro al Señor nepe y lo amenazó con él.

—¡Alto, estoy armada!

El sujeto arquea la ceja, escéptico.

—Es un vibrador... — contestó con voz ronca. Casi gimo ante la intensidad con la que su tono vibraba en la habitación. ¡Espera Renata, no dejes que su lindo rostro te distraiga!

—¡Si...! Y es uno MUY potente, este es capaz de provocarte orgasmos anales que te mataran ¡así que vete si no quieres peligrar tu vida!

—No tengo tiempo para tus tonterías. Te necesito. — niega, divirtiéndose ante mi idiotez. Porque eso era, una idiota. La situación en sí era extraña y peligrosa. Yo estaba desnuda con vibrador en mano siendo acorralada por un sospechosamente guapo chico.

—¿M.mi ayuda? ¡No tengo dinero!

—No quiero eso. Necesito tu placer. Dame tu energía vital y yo a cambio te daré el mejor orgasmo de tu vida.

Ofreció. De un momento para otro yo estaba recostada en la cama con él encima y el señor nepe aventado en alguna parte de mi habitación.

Sujeto mis manos por encima de mi cabeza. Quise gritar o golpearlo, pero mi cuerpo estaba totalmente paralizado. De pronto sus ojos negros comenzaron a colorearse lentamente en rojizos, iguales a los que vi en aquel callejón. Justo en ese momento un cosquilleo me inundó. Se siente como si todo mi cuerpo estuviera entumecido. Mi mente se encuentra en blanco y no sé qué hacer.

Sus ojos confrontan los míos. No puedo dejar de mirarlos y sin esperarlo un brillo surco en su pupila.

De pronto recobro mi movilidad, pero ahora mi cuerpo y mente lo desean. ¿Qué me había hecho?

Es como si se hubiera colado en mi mente para sembrar lujuria, para hacerme desearlo.

Con mis manos temblorosas tomo su cuello y lo acerco a mí. ¿Quién es esa extraña criatura? ¿Quién esté hombre?

Estoy asustada pero mi cuerpo se está calentando como si fuera a derretir me desde dentro. No había sentido nada como esto antes.

Él sonríe y acerca sus labios a mi cuello, lo besa y succiona con bastante energía mientras masajeaba mis pechos.

Él me está tocando lo suficiente como para hacerme delirar.

Él está acariciando suavemente mi cuerpo con sus grandes y ásperas manos.

No debería estar haciendo esto, pero se siente tan bien. Es como si estuviera sumergida en un sueño. Pero él está profanando mi cuerpo y mi mente.

Extrañamente más que sentirme insegura con él me siento a salvo.

Sus labios besan descendiendo desde mi cuello hasta mi abdomen. Luego me dedicó una mirada atraviesa. Yo suspiro. Sabe que no puedo hacer nada para resistirme a él y eso le divierte.

Saca su lengua lamiendo mi piel. ¡Oh, esto es increíble! Me arqueo sintiéndome desfallecer. Con lentitud va bajando hasta llegar a mi intimidad. Reclame sus labios antes de atacar mi vagina.

Me arqueo. Yo... Yo quiero más. Mis manos se acercan a su cabeza y titubeante la tomo y lo obligó a continuar su labor. No quiero que pare.

Un nudo se forma en mi vientre conforme él se concentra en mí. Mi temperatura corporal aumenta y mis deseos cambian. Lo quiero dentro. Ahora.

— Fóllame. — las palabras escaparon de mis labios sin dudar. Diablos, diría que esto solo sucede por su hechizo, pero la verdad es que lo deseo y mucho.

—¿Qué dices? No te escuché.

Oh, claro que lo hizo. Él se enderezó y se acomodó entre mis piernas. De un momento para otro su ropa oscura desapareció de su cuerpo como por arte de magia.

Gemí sorprendida por lo que acababa de pasar y por lo que tenía entre sus piernas. Pensándolo mejor ya no lo quiero... Esa cosa me va a partir en dos.

Eso pensé, pero mis labios otra vez suplicaron.

— Fóllame

Apenas terminé de hablar cuando sentí una fuerte estocada. Grité sintiendo como me invadía.

Esperé sentir dolor, pero eso nunca sucedió. Tan pronto como empezó a poseerme mi cuerpo vibraba de deseo.

Mis músculos se contrajeron innumerables veces mientras me penetraba.

Lentamente perdí el control de mi cuerpo y mis pensamientos se volvieron borrosos.

Sentí su cosa crecer más grande en mi interior. Y quería sentirlo aún más profundo, así que levanté mi espalda lentamente y moví las caderas. Ese fue el momento en el que se movió con firmeza.

—¡Oh, si, más!

Y lentamente sus acometidas comenzaron a ser rápidas y duras.

Parecía estar sumergida en el sentimiento de ser poseída. Y él no mostraba paciencia y para mí aquellas acciones eran embriagadoras.

Su aguda y profunda mirada... De esas que matan no dejan de mirarme. Ven cada reacción mientras gruñe.

De por ti siento que mi cuerpo se tensa y sus movimientos son más rápidos.

—¡Si, si, si! — me muevo a su ritmo y sin aviso siento que el sueño se acaba y todo se vuelve oscuro. 

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