2- Noche, viento y arena

El resto del viaje fue, sorprendentemente, tranquilo, pasó más rápido de lo esperad; ____ iba a la altura de Temari, platicando nimiedades con la intención de hacer más llevadero el viaje. Saltos cada vez más largos ante la paulatina escasez de árboles, hasta que, finalmente, lograron llegar al país del viento y las ciudades de arena.

Era tarde, el cielo lucía amarillento y el sol quemaba la pálida piel de la castaña al no estar acostumbrada al sol del desierto. La menor se quejó del calor con un pequeño lloriqueo y se sacó la ombliguera color café de manga larga, que en Konoha resultaba bastante práctica como protección y añadía un toque acorde al lugar, pero ahí, en pleno desierto, con el calor a todo lo que daba, no parecía una buena idea. La acaloraba más de lo que ya estaba.

Dicha acción llamó la atención del hermano mayor de los Sabaku no, haciéndola sentir un poco incómoda.

- Mañana iremos de compras y te buscaremos un nuevo atuendo, si quieres- Ofreció la rubia.

- Oh, no es necesario. Solo debo acostumbrarme un poco al calor, y el cabello largo no ayuda mucho- Confesó con una sonrisilla nerviosa. Pero algo era seguro. Cortarlo no contaba como opción para lidiar con el calor.

Apenas llegaron a la torre Kazekage, la castaña lanzó sus bolsos para deshacerse de la carga de la mudanza, y se lanzó al sofá.

- ¡Ah! Estoy muerta...

Soltó en un suspiro, y se recostó a sus anchas, por lo menos hasta que Kankuro se le echó encima con el pretexto de que no podía morir, haciendo un drama total que no consiguió más que sacarle una muy buena carcajada. El castaño llorando de forma ridícula sobre su estómago y la Umino haciéndose la muerta, como quien no quiere la cosa.

- ¡Apliquen RCP!- gritó y puso una mano sobre la otra y las acomodó sobre su pecho, en medio, poco por debajo de la clavícula. Está de más agregar el susto, la sorpresa y el grito que delataba ambas emociones en la muchacha, que bien sabía lo que aquello implicaba.

-Buen intento- Lo regañó Tem. Arena le rodeó de la cintura para alejarlo de la menor, dejándolo suspendido en el aire; lo suficiente como para que ____ estuviera fuera de su alcance pero no tanto como para que la mayor en la sala no pudiese darle un buen zape en la cabeza como castigo.

A los pocos segundos entró Baki por la puerta con unas cuantas bolsas solo para toparse con un Kankuro aprisionado contra la pared gracias a la arena de su hermano, que le mantenía sujetas la cintura, rodillas, tobillos, muñecas y mordaza en la boca, porque qué molesto era cuando lloriqueaba; la castaña frente a él con una mirada amenazadora, cruzada de brazos y Temari a su lado. Mientras Gaara observaba en silencio desde una de las paredes, siendo Gaara. Nada fuera de lo normal para esos cuatro.

El hombre pasó ignorando por completo la situación para dejar las bolsas sobre la mesa del comedor. Posiblemente el ver esa clase de líos entre los hermanos, habían sido lo que creaba la bizarra pero agradable y divertida sensación hogareña que flotaba en el aire. ____ escuchó el sonido de la comida y el aroma de la misma, que fue suficiente para girarse a mirar a todos lados en busca de su "salvador".

- ¡Baki!- Exclamó la castaña con una sonrisa y se apuró a abrazar al mayor. -Gracias por dejar que me quedara con ustedes aquí, y... bueno, por sacarme de Konoha y el entrenamiento y---.

El hombre interrumpió a la muchacha, apartándola de sí y manteniendo una mano en su frente para mantener la distancia. Bufó y rodó los ojos.

- Sí, sí. Lo que digas. Lo que sea. No importa mucho. Sólo ten en cuenta que quien te va a entrenar mayormente es Gaara. Ya están grandecitos y son Chunnin.

En ese momento, la Umino se giró a ver al pelirrojo con cierta emoción en sus ojos; no iba siquiera a tratar de esconder cuánto le emocionaba aquello.

- Hay otra chica. Matsuri. Ella también es mi "alumna"- Explicó Gaara, y de alguna manera, parte de la magia que había despertado se apagó-, aún así, no convivirán mucho. no es nada de qué preocuparse. Aprenden cosas diferentes.

Terminó de explicar y ____ no atinó más que a asentir.

- Bueno... ¿ya podemos comer?- Preguntó ella, rompiendo un poco con el repentino e incómodo silencio que se había formado.

Baki asintió con la cabeza y la muchacha sacó su porción de comida para sentarse a comer en la mesa como la persona civilizada que a veces no aparentaba ser. Gaara se sumó a la mesa y luego lo hicieron Baki y Temari. Kankuro seguía en la pared, y muy posiblemente así seguiría por el resto de la velada.

Aquella noche fue una noche fría, muy a pesar del clima desértico de la zona; extrañaba a su primo, a sus amigos, el barrio Uchiha y su casa. Extrañaba más cosas de las que pensó que extrañaría al irse de Konohagakure. Jamás pensó que apreciaría un clima fresco por la noche que le permitiera hundirse en cobijas, en cambio, estando ahí, hundirse en cobijas habría sido una muerte por deshidratación segura. Temari le había prestado un short corto y una camiseta ligera para que pasar la noche le resultar más cómodo.

No sabía cuanto tiempo llevaba mirando el techo sin encontrar forma de conciliar el sueño, pero todo parecía indicar que aquello simplemente no iba a pasar. Rodó en su cama tantas veces que bien parecía un burrito envuelto con la fina sábana que la cubría, no por frío, sino por el simple hecho de tener algo que la cubriese del viento y algún que otro insecto. Soltó un suspiro, y salió por la ventana como pudo, tratando de no enredarse demasiado al con la tela que cargaba con ella. Encontró una figura sentada a contraluz de luna, un figura que sólo podía pertenecer a alguien.

- ¿Insomnio, otra vez?- Preguntó con voz ronca e impasible, como si nada le pertubara a esas alturas de la vida.

- Sí. Hoy sí, creo. -Responde con gracia la de ojos verde, aquella que se había sentado a lado del pelirrojo envuelta en una sábana, porque aunque el clima era caliente y se sentía el calor subir, el viento era frío, fuerte y no cesaba, moviendo la arena con ellos.

Se hizo el silencio, la mutua compañía era un silencio de colores vivos en tonos pastel. Calma y tranquilidad predominaban, hablaban sin hablar de la belleza del cielo y lo suave del momento. ____ nunca había sido amante del silencio, pero tampoco había un silencio total; el susurro del viento y sus propios latidos, tan fuertes que temía el pelirrojo eschuchara.

Gaara la miró de reojo, embelesado ante su imagen bañada en estrellas y noche. Contuvo la respiración y disimuladamente tuvo que pedir a su corazón que callara y que se detuviera, porque los golpes en el pecho siempre hacen ruido y dejan morete. Desvío la mirada, casi que no la veía con la vista periférica y con su mano recostó la cabeza de la morena en su hombro, sintiéndose enrojecer.

____ sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y un calor en el pecho. Sin buscarle la mirada, ella se acomodó en su hombro, con una sonrisa dulce y los ojos buscando figuras en las estrellas.

Shukaku se reía en silencio del par de niños que eran en esos momentos. Ambos mirando el cielo, compartiendo un sentimiento que no podían identificar aún porque apenas nacía y ella era demasiado despistada y él demasiado frío, pero eran como esa noche; cálida, luminosa, clara a pesar del viento frío que movía y levantaba con él sin darse cuenta la arena del desierto.

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Yo sé, yo sé. Me quieren matar por la tardanza pero pasa que mo computadora se descompuso y me parece demasiado incómodo e impractico escribir en el celular, pero a cambio les regaló este bonito capítulo, que espero les guste porque traté de que fuera una buena introducción a la historia.

Los adoro millones y como siempre los invito a hablarme, a comentarme errores de ortografía o de dedo, también lo que les gustaría que sucediera o lo que no.
Los amoooooo♡♡♡♡

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