Capítulo 20: "Todo me sale mal"
El sol comenzaba a descender lentamente en el horizonte, y finalmente, después de un día entero de resacas, el grupo logró salir de sus habitaciones para disfrutar de su última tarde en la playa. Marina, de piel muy blanca y fácil de irritar, no había pensado en ponerse suficiente bloqueador solar, así que Enice, con su habitual energía, se encargó de cubrirla completamente.
—¡No quiero que te quemes como la última vez! —dijo Enice, aplicando generosamente el protector solar sobre los hombros y la espalda de Marina.
—Ya, ya... ¡No soy una niña! —protestó Marina, aunque dejaba que su amiga la cuidara. Jo observaba a lo lejos, riéndose por lo bajo. Era una escena que le resultaba bastante tierna.
Una vez que todos estuvieron listos, entraron al mar, disfrutando del agua fresca que contrastaba con el calor del día. Jo, sin querer parecer demasiado obvio, trataba de mantenerse cerca de Marina mientras nadaban y jugaban entre las olas. Pero, como siempre, las cosas no salían como él planeaba, y de alguna manera, terminaba separado de ella.
Mientras nadaban y bromeaban, Jo, en su intento de esquivar una ola, terminó chocando accidentalmente con Marina, haciéndola caer de espaldas al agua.
—¡Lo siento, lo siento! —dijo Jo, claramente preocupado mientras la ayudaba a levantarse. El rostro de Marina estaba empapado, pero no parecía molesta en lo más mínimo.
—No pasa nada —dijo Marina tranquilamente, sacudiendo el agua de su rostro con una sonrisa.
—¡Eres un grandulón brusco! —bromeó Enice, riéndose mientras se acercaba.
Marina soltó una pequeña risa, uniéndose a la burla, mientras Jo intentaba sonreír con una mezcla de culpa y diversión. Siempre se sentía torpe alrededor de Marina, como si todo lo que hiciera terminara mal.
Después de un rato en el agua, decidieron formar equipos para un partido de voleibol. Jo y Marina, para su desgracia, terminaron en equipos opuestos. Marina no quería jugar, y de hecho, trató de escabullirse, pero Alexa la obligó a quedarse.
—Vamos, Marina, solo un partido. Será divertido —dijo Alexa, insistiendo.
—No quiero... —protestó Marina, pero finalmente cedió.
El partido comenzó, y aunque Marina no estaba prestando mucha atención, Jo estaba claramente en su elemento. Era competitivo, fuerte y preciso. Los equipos iban bastante igualados hasta que, en el último punto del partido, Jo lanzó un tiro fuerte que, accidentalmente, le dio directamente en la cara a Marina.
Todo se detuvo de golpe.
Jo sintió el terror recorrerle el cuerpo. "¿Qué he hecho? Se acercó corriendo a Marina, que estaba tambaleándose un poco y con un hilo de sangre que empezaba a salir de su nariz.
—¡Dios, lo siento, lo siento mucho! —dijo Jo, con los ojos llenos de preocupación.
Pero Marina, aunque aturdida, no parecía estar molesta.
—Estoy bien... —murmuró, apretándose la nariz suavemente—. En serio, no es nada.
—¡Corre por hielo! —ordenó Enice, dándose cuenta de que la situación, aunque no grave, necesitaba atención.
Jo salió disparado hacia el hotel, buscando hielo lo más rápido posible, mientras Enice acompañaba a Marina de vuelta a la habitación. Nadie estaba molesto con Jo; sabían que había sido un accidente, pero eso no calmaba su culpa.
Cuando Jo finalmente regresó con el hielo, entró a la habitación como un torbellino, entregando la bolsa a Marina.
—Lo siento de verdad —dijo, casi jadeando—. No quise hacerte daño.
Marina lo miró con su habitual tranquilidad.
—No te preocupes, Jo —le respondió mientras aplicaba el hielo en su nariz—. Sé que fue un accidente. Y además, yo ni siquiera estaba prestando atención.
Jo se sintió un poco mejor, pero aún tenía la necesidad de compensarla.
—Te prometo que te llevaré a comer después, como compensación —dijo con sinceridad.
Marina lo miró y sonrió levemente.
—Está bien, si eso te hace sentir mejor. Yo estaba bien, pero si quieres invitarme, adelante.
Después de un rato, el grupo comenzó a separarse para regresar a la ciudad. Jo, todavía sintiéndose culpable, pidió que Enice se fuera con Rubén y que él pudiera acompañar a Marina, Alexa y Andrea en su auto.
—¿Estás seguro? —preguntó Rubén, no muy convencido.
—Sí, sí, está bien. Jo se siente mal por lo que pasó, y a Marina no le importa si viene o no —intervino Enice, convenciendo a Rubén.
Así que Jo terminó viajando con Marina, Alexa y Andrea. Él se sentó en el asiento trasero junto a Marina, mientras Alexa conducía y Andrea iba de copiloto.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, la conversación fluyó de manera tranquila. Jo y Marina hablaron de cosas simples: el clima, la universidad, el día en la playa.
—Me alegra que no te hayas enojado por lo de antes —dijo Jo, aún sintiéndose un poco mal por el accidente en el voleibol.
—Ya te dije que no fue nada. —Marina sonrió suavemente—. Además, ni siquiera quería jugar.
Jo soltó una leve risa, aliviado por su respuesta.
Mientras avanzaban por la carretera, el cansancio del día finalmente comenzó a hacer mella en Marina. Lentamente, se dejó caer hacia el lado, apoyando la cabeza en el hombro de Jo sin darse cuenta, sus párpados cerrándose.
Jo la miró dormir, con una sonrisa boba que no pudo evitar. Había algo tan pacífico en verla de esa manera, tan tranquila. La ayudó a recostarse mejor en su hombro, asegurándose de que estuviera cómoda.
Desde el retrovisor, Alexa observaba la escena con una pequeña sonrisa. Miró a Andrea a su lado, con una expresión divertida.
—¡Qué adorable! —susurró Alexa, sus ojos abiertos con ternura.
Andrea, en cambio, negó con la cabeza, molesta.
—No es bueno para ella —murmuró Andrea en voz baja, claramente no compartiendo el mismo entusiasmo.
Pero a Jo, completamente ajeno a las miradas de las chicas, no le importaba lo que pensaran en ese momento. Solo podía concentrarse en el peso ligero de Marina dormida sobre su hombro, mientras su sonrisa permanecía en su rostro, incapaz de ocultar lo que sentía. Había algo especial en esos momentos que lo conectaban más con ella, aunque Marina siempre pareciera tan distante.
Mientras el auto seguía su camino, Jo se dio cuenta de que, sin importar lo que pasara después, ese viaje con Marina era otro de esos recuerdos que se quedarían grabados en su mente.
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