Capítulo 11 fiesta
fiesta de cumpleaños de Andrea estaba en pleno apogeo. El departamento de Enice estaba decorado con luces colgantes, una mezcla de estilo vintage y moderno que hacía que todo el lugar se sintiera acogedor y vibrante. La música llenaba el espacio, una mezcla de éxitos clásicos y nuevos ritmos que hacía que todos los invitados se movieran al compás. El ambiente era cálido, festivo, y rebosante de energía mientras las conversaciones, risas y brindis resonaban por todo el lugar.
Marina, apoyada contra la pared, observaba la fiesta con su típica calma. Su mirada se movía de un lado a otro, analizando las conversaciones a su alrededor, pero con una expresión serena que denotaba que estaba completamente en su elemento. Llevaba un vestido negro sencillo pero elegante, lo suficientemente suelto como para ser cómodo, pero lo bastante ajustado como para resaltar su figura. Había optado por mantener su cabello suelto, una rareza que no pasaba desapercibida entre sus amigos. Su rostro, como siempre, mostraba una mezcla de interés casual y su característico aire sarcástico.
Todo marchaba tranquilamente hasta que Jo entró en escena.
Desde el momento en que Jo cruzó la puerta, su presencia se sintió. Estaba claramente decidido a que esa noche fuera su noche. Iba vestido con una camisa oscura ajustada y unos jeans bien cortados que resaltaban su figura atlética. Su actitud segura y amigable llenaba el espacio, y no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a saludar a todos los presentes, moviéndose con facilidad entre los grupos.
Cuando Marina lo vio entrar, no pudo evitar arquear una ceja. **Vaya, parece que ha hecho un esfuerzo**, pensó, apreciando lo bien que lucía. Sabía que esa noche él intentaría acercarse una vez más, pero lo que Jo no sabía era que, desde el momento en que lo vio, ella ya había decidido que se dejaría cortejar. Fingiría que aún estaba evaluándolo, pero en realidad ya había hecho su elección.
La primera vez que Jo se acercó a ella fue junto a la mesa de los tragos. Marina estaba sirviéndose un vaso de vino tinto cuando lo vio venir con su típica sonrisa confiada.
—¿Te sirvo algo? —ofreció Jo, mientras le lanzaba una mirada que claramente estaba destinada a ser seductora.
—Oh, por favor —respondió Marina, su tono lleno de sarcasmo mientras le tendía el vaso vacío—. Solo espero que no te vayas por pizza esta vez.
Jo soltó una risa suave, claramente recordando el incidente al que ella se refería.
—Te prometo que esta vez no te dejaré sola. No habrá interrupciones —dijo mientras le servía el vino con una sonrisa.
—Mejor así —respondió ella, llevándose el vaso a los labios, pero con una leve sonrisa jugando en su boca.
– No te he visto bailar ni una sola vez en toda la noche –dijo, inclinándose ligeramente hacia ella mientras se apoyaba en la pared cercana.
Marina lo miró de reojo, sin mover apenas su cabeza. – Eso es porque no lo he hecho –respondió con una sonrisa sarcástica, dándole un pequeño sorbo a su vino. Su tono era ligero, pero había una clara distancia en su actitud.
– ¿No te gusta la música o simplemente prefieres ser la misteriosa chica que observa desde las sombras? – bromeó Jo, sin perder el ritmo, acomodándose más cerca de ella.
– ¿Qué te hace pensar que soy misteriosa? –replicó Marina, girando un poco para mirarlo de frente por primera vez, con una ceja levantada.
– Bueno, estás aquí, fuera de la pista de baile, mirando a todo el mundo como si tuvieras un secreto que los demás no conocen – dijo Jo con una sonrisa juguetona.
Marina soltó una risa corta, pero no respondió de inmediato. Le gustaba ese juego de palabras, esa manera en que él intentaba romper su barrera sin ser invasivo. – O quizás simplemente me gusta ver cómo otros hacen el ridículo en la pista de baile –respondió finalmente, sin perder el tono irónico.
Jo rió suavemente, aceptando su respuesta como un desafío. – Eso tiene sentido. Aunque debo decir que no te ves como alguien que teme hacer el ridículo.
– No lo temo –replicó Marina, inclinando la cabeza ligeramente. – Solo elijo no hacerlo sin motivo.
Jo asintió, como si estuviera evaluando su respuesta. – Te gusta tener control, ¿verdad?
Marina lo miró, sorprendida por lo directo de su comentario. – Digamos que no me gusta perder el tiempo –contestó, manteniendo su tono despreocupado.
Jo sonrió, claramente intrigado por su manera de ser. - Bueno, entonces espero no estar haciéndote perder el tiempo.
Marina lo miró fijamente, sopesando sus palabras, y finalmente le dedicó una sonrisa pequeña pero sincera. – No, todavía no - Se alejó de el, tendría que esforzarse un poco más.
Al poco rato, Marina charlaba con Enice, Jo apareció a su lado, deslizando su brazo con naturalidad sobre la parte posterior del sofá donde Marina estaba sentada.
—¿Te he dicho lo bien que te ves esta noche? —preguntó Jo, con su tono más amigable y seguro.
Marina giró la cabeza lentamente, mirándolo directamente a los ojos, su expresión tranquila pero con un brillo de burla.
—Creo que ya lo has insinuado unas cuantas veces —respondió ella, fingiendo indiferencia—. Pero gracias por recordármelo.
Jo sonrió, sintiéndose ligeramente frustrado por su resistencia, pero también más intrigado que nunca. Sabía que Marina no era fácil, y eso solo hacía que se sintiera más decidido a ganar su atención.
La noche continuó, y aunque ambos se separaron para hablar con otras personas, Jo siempre parecía regresar a Marina, como si no pudiera mantenerse alejado por mucho tiempo. Durante una conversación casual en el jardín con Alexa y otros amigos, Jo apareció nuevamente, esta vez con dos copas de vino, ofreciéndole una a Marina sin decir nada.
– ¿Intentas emborracharme? – preguntó Marina, tomando la copa con una sonrisa irónica.
- Te he visto beber mucho más que esto en otras ocasiones –respondió Jo, guiñándole un ojo. – Sólo trato de mantenerte entretenida.
Marina rió suavemente. – ¿De verdad crees que necesitas entretenerme?
– Bueno, no creo que seas fácil de impresionar – respondió Jo, con esa mezcla de confianza y humildad que parecía ser natural en él. – Pero eso no significa que no pueda intentarlo.
Marina lo observó por un momento, como si estuviera evaluando si seguirle el juego o no. Finalmente, se decidió por la segunda opción. - Está bien, entonces. Te daré cinco minutos para impresionar. Adelante.
Jo se rió, claramente disfrutando el desafío. – Cinco minutos, ¿eh? Bueno, para empezar, puedo contarte una historia ridícula de la última vez que vine a una fiesta en esta casa. Involucra una piscina inflable y un disfraz de dinosaurio...
Marina lo escuchaba con una sonrisa divertida mientras él hablaba, notando lo fácil que era para él hacer que la gente se sintiera cómoda. Pero lo más curioso era que, a pesar de su naturaleza controlada y reservada, Jo lograba, de alguna manera, hacer que ella bajara la guardia. Incluso en medio de sus bromas, había algo en él que la mantenía intrigada.
Más tarde, cuando el reloj marcaba la medianoche, Jo la encontró en el balcón, donde Marina estaba disfrutando de un poco de aire fresco. Se acercó con una cerveza en la mano, ofreciéndole una con un gesto relajado.
isfrutando de un poco de aire fresco. Se acercó con una cerveza en la mano, ofreciéndole una con un gesto relajado.
—Entonces, ¿qué tal la fiesta? —preguntó Jo, apoyándose contra la barandilla.
—Ha estado bien —respondió Marina, aceptando la cerveza y tomando un sorbo—. Aunque podría mejorar —añadió, con un tono que sugería que estaba dejando caer una pista.
—¿Y cómo crees que podría mejorar? —preguntó Jo, mirándola de cerca.
Marina lo miró de reojo, su sonrisa era la de alguien que sabía exactamente lo que quería.
—Supongo que eso depende de ti, ¿no? —respondió, dándole una última oportunidad para hacer su jugada.
Jo no podía creer lo fácil que se estaba volviendo todo. O al menos, así lo parecía. Esa noche había algo diferente en Marina, una apertura que no había sentido antes. Y si bien sabía que ella era impredecible, esta vez sentía que finalmente había logrado romper esa barrera.
Finalmente, Marina se levantó del balcón y se giró hacia él.
—Vamos, Jo. No querrás quedarte atrás ahora, ¿o sí? —dijo con su habitual tono irónico, pero esta vez, sus ojos revelaban algo más.
Jo, sin perder un segundo, la siguió con una sonrisa en los labios. Esa era la noche.
—¿Sabes? Esta noche no pienso dejar que te escapes sin más —dijo Jo, su tono directo pero juguetón.
Marina lo miró por unos segundos, sus ojos llenos de una calma burlona.
—Vaya, suenas tan seguro de ti mismo —respondió ella, inclinándose ligeramente hacia él, pero sin romper la distancia que mantenía entre ambos—. ¿Qué te hace pensar que no soy yo quien tiene todo bajo control?
Jo soltó una pequeña risa, pero se inclinó un poco más cerca de ella.
—Porque esta vez voy en serio, Marina —dijo, su voz baja, pero cargada de confianza.
Marina lo observó, sus ojos recorriendo su rostro con una mezcla de curiosidad y diversión. Sabía que él estaba haciendo todo lo posible para impresionarla, para ganarse su atención. Pero lo que él no sabía era que ella ya había decidido desde el principio de la noche que le daría lo que quería.
—Está bien, Jo —dijo finalmente, con una sonrisa misteriosa—. Vamos a ver hasta dónde llegas.
Jo sintió cómo su corazón latía un poco más rápido al escuchar esas palabras. Sabía que, de alguna manera, ella lo estaba aceptando. Ahora, solo tenía que jugar bien sus cartas.
¿Te gustaría que te acompañe a casa? – preguntó, esta vez con una sonrisa más suave, menos juguetona.
Marina lo miró por un largo momento, como si estuviera evaluando su propuesta. – No suelo necesitar que me acompañen, ya lo sabes –respondió, pero su tono era diferente ahora, más contemplativo que sarcástico.
– Lo sé – admitió Jo. – Pero tampoco veo que te moleste demasiado la idea.
Marina soltó un suspiro, sonriendo ligeramente. – Supongo que podrías acompañarme, solo esta vez.
– Solo esta vez, ¿eh?– dijo Jo, sin perder su tono amistoso mientras comenzaban a caminar juntos hacia la salida de la casa.
Marina asintió, pero en su mente, una parte de ella sabía que tal vez esta no sería la última vez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top