Capitulo 7

Sentados frente a frente, ambos estábamos comiendo dos copas gigantes de helado. La mía era de chocolate con crema chantilly y la suya era de café helado.

Saqué un poco con la cucharada, lo miré con disimulo y ahí estaba él mirándome, lo que otra vez me puso nerviosa y el corazón se me disparó. Volví a titubear.

_... ¿Está sabroso tú helado?

_ Demasiado ¿Y el tuyo? ¿Qué tal?

_ Delicioso. Amo el chocolate – se río –

_ Como a la mayoría de las mujeres – lo miré con detenimiento, lo que para mí era un privilegio. Quería atesorar cada minuto y segundo a su lado –

_ Es cierto, a ti no te gusta mucho el chocolate

_ Así es. Prefiero el café, como me acabas de decir, amo el café

_ Jejeje

_ Me doy cuenta que al parecer has investigado todo sobre mí

_...

_ Tranquila, que no te dé vergüenza y no creas que pienso que eres una fanática maniática, porque no es así. Al contrario, pienso que eres una fan muy linda y tierna. Eres mi fan

Le sonreí perdidamente y él me miró con deslumbro. Luego me confesó...

_ Me encanta que me acaricies la espalda – lo miré con rubor, muriéndome de la vergüenza y a la vez de felicidad –

_ ¿En serio? ¿Nunca te he incomodado?

_ No nunca. Las pocas veces que has estado a mi lado, me has tratado con suavidad y cariño

_... Es lo que he sentido y siento por ti

_ Lo sé preciosa

Me volví a colocar nerviosa, por como él me había llamado, miré mi copa de helado y seguí comiendo. Él no dejó de mirarme con esos ojos tan celestes y profundos, los que me derretían a cada instante.

_ ¿Y en qué trabajas? Lo pregunto para saber si estarás bien – lo miré sabiendo a que se refería –

_ Bueno, trabajo como recepcionista en un terminal de buses

_ ¿Eres recepcionista? Vaya, no me lo hubiera imaginado nunca ¿Y es muy estresante?

_ A veces, pero ya estoy acostumbrada

_ Eso es bueno, porque no me gustaría verte estresada durante aquellos meses en que necesitarás tranquilidad

_ ¿Lo dices por lo de mi carta? - me miró con detenimiento, deslumbrándome con sus seductores ojos -

_ Así es. Debo confesar que me siento halagado de ser el responsable de eso tan bello que deseas cumplir – sonreí con destellos e ilusiones –

_ Créeme que a nadie más le pediría algo así

_ Eso me hace apreciarte más de lo que ya te apreciaba antes...

Lo miré abruptamente y él se sintió apenado y nervioso, por lo que acababa de decirme. Encontré demasiado tierno que se comportará con esa actitud.

Al término de comernos nuestros helados, nos levantamos de la mesa y yo le sonreí y agradecí por el tierno gesto de haberme invitado a una rica copa de helado. (Él otra vez se deleitó mirándome sonreír)

_ Muchas gracias por haberme invitado a comer estos ricos helados Joey

_ De nada preciosa. Me gusta mucho tu compañía

_ Y a mí la tuya (sonrisas locas) Aún esto me parece un sueño. Tú eres un sueño – me sonrió coqueto –

_ Yo debería decir eso. Te encuentro demasiado hermosa y dulce – lo miré sin palabras y pensé que esta sería nuestra despedida. Temí que lo de mi carta haya fallado –

_... ¿Y ahora? ¿Qué pasará?... ¿Volverás al hotel?

_ Tengo ganas de conocer lo que ustedes llaman "La Moneda"

_ ¿Te refieres al palacio de gobierno?

_ Así es ¿Quieres acompañarme?

Sonreí exaltada y él otra vez contempló por otro instante más mi sonrisa.

_ Sí, claro, jejeje...

Salimos del Costanera Center y Joey volteó a mirarme.

_ ¿Queda muy lejos de aquí La Moneda?

_ La verdad es que si, nos demoraremos una eternidad si nos vamos caminando

_ No importa. Vámonos caminando

_ ¿Estás seguro? Son muchas calles Joey – sonrió –

_ No me importa. Así tendremos más tiempo para conocernos

_... Bueno, jejeje, sí así lo quieres, de acuerdo

Otra vez ruborizada, lo miré con mi eterna y tímida sonrisa, recordando aquel beso que me había dado.

Me miró perdidamente y ambos sin decirnos nada, sus ojos brillaron de alegría...

Cargando su pequeña bolsa, nos pusimos a caminar en dirección hacia La Moneda.

Relajado y contento, caminaba como cualquier otro y yo a su lado, me sentía inmensamente feliz. Solo deseaba que aquellas largas calles no se acabaran jamás.

Dispuesta, pensaba en mi anhelo y en que sí el accedería o no, e intranquila, trataba de mantener la calma, puesto que no quería estropear ningún instante, mientras estuviera a su lado.

Joey me miró con disimulo y sin evitarlo otra vez sonrió tierno y deseó quedarse a mi lado por siempre.

Riéndonos por anécdotas y algunas travesuras de parte de ambos, llegamos al semáforo para esperar a que diera la luz verde.

El semáforo cambio y Joey tomó mi mano para que cruzáramos. Lo miré sorprendida y él me miró.

_ Vamos, tenemos que cruzar antes que cambié a rojo...

Lo miré sin concordar palabra y cruzamos la calle así tomados de la mano, como si se tratará de cualquier pareja en común. Él me sonrió tierno.

Llegamos a La Moneda; Joey la miró con atención, mientras que yo me dediqué a mirarlo solo a él. Luego, algo nerviosa, le mostré el lugar.

_ Y esta es La Moneda mi querido Joey – no dejaba de observarla –

_ Es más grande de lo que me imaginé. Tiene vallas papales, eso significa que no podemos ingresar

_ No, no podemos. Por algo están los milicos justo en la entrada – los miró con disimulo -

_ Es verdad

_ Lo siento. Sabía los deseos que tenías de venir y conocerla

_ Bueno, soy extranjero, así que, por ende, pienso yo, que deberían dejarme entrar ¿No lo crees?

_ No Joey. Aquí para todos es igual, solo podemos acercarnos hasta las vallas y ya

_ Comprendo

_ De verás lo siento – me miró y sonrió –

_ Al menos este paseo sirvió para que estuviéramos más tiempo juntos y yo así poder conocerte un poco más. Me alegra mucho que me hayas acompañado a venir aquí, aunque no podamos entrar

_ Jejeje, de nada. Sabes que yo feliz te acompañaría, incluso hasta la luna si me lo pidieras

_ Al igual que lo que tú deseas pedirme a mí...

Volví a mirarlo sin palabras. Solo pensé en aquello y él lo advirtió.

_ ¿Siempre eres tan tímida?

_... No la verdad, pero contigo es diferente...

Sonrió todo tierno y yo lo miré.

_ Sé lo que debes estar pensando. "Que mujer más tímida y de poco actuar"

_ No, al contrario. Pienso que soy muy afortunado de haberte conocido

Lo miré perdidamente, descolocada de sus palabras y él tomó mis manos. Nos miramos a los ojos sin decirnos nada y él me sonrió.

Aquel momento fue mágico. Sentir sus cálidas manos tomadas de la mías y que me sedujera así con su profunda mirada.

No dejó de sonreírme y yo sin resistirme, acaricié su suave mejilla. Cerró los ojos y se derritió al sentir mi tibia mano junto a su mejilla.

Me susurró:

_ Deseaba que hicieras eso

_ Oh mi Joey

Me miró todo enamorado.

_ ¿Qué te parece si para recordar siempre este bello momento nos tomamos una foto aquí detrás de La Moneda?

_ Jejeje, me gusta la idea

_ ¡Genial! Yo primero. Me colocaré ahí donde está la bandera y tú me tomarás la foto ¿De acuerdo?

_ Jejeje, de acuerdo

Feliz me pasó su celular, se colocó donde la enorme bandera, la que flameaba por el fresco viento y posó para mí; levantó la mano, hizo la señal de "amor y paz" y me sonrió.

Le tomé la foto y luego lo miré. Encontré que se veía tan guapo con esa ropa y me llené de suspiros por él. Lo amé desenfrenada y le demostré con mi sonrisa que lo quería y amaba.

Él se me acercó.

_ ¿La tomaste preciosa?

_ Si, mira aquí está

_ Oh. Tomas buenas fotos – le sonreí -

_ Gracias – me miró coqueto –

_ Ahora es tu turno. Colócate ahí y posa para mí, para que yo también te tome una

_ Bueno ya

Me reí con rubor, y feliz, le sonreí y posé solo para él, para mi querido Joey.

Me miró encantado. Sonrió y me tomó la foto (la que guardó de inmediato en su celular).

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