Capítulo XII: Sospechas.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Parte II.
Unos días más tarde.
Departamento de Hinata.
El pasillo en donde se encontraba su departamento, era iluminado por lámparas que colgaban del techo. Todo parecía muy tranquilo, tal vez demasiado si lo pensaba bien. En realidad no conocía a ninguno de sus vecinos, a excepción de la mujer de cabello rubio que discutió con su amiga Sakura, y de la que no volvió a saber después. Aunque Hinata consideraba que era mejor de esa forma, ella no se sentía capaz de enfrentarla como lo había hecho la chica de ojos jade. Si existía algo que caracterizaba a la joven Hyūga, eso era su naturaleza pacífica, ella siempre buscaba evitar los conflictos y no discutir con otros. Inclusive, sólo utilizaba las enseñanzas de su tío en artes marciales, para defenderse si no quedaba otra opción. Y como Hinata no pretendía tener problemas futuros con sus vecinos, le pidió a Obito ayuda con el tema. El Uchiha le prometió que mandaría a colocar lana de roca en la habitación, eso con la intención de aislar cualquier tipo de ruido que ellos provocaran, lo que significó algunas semanas sin poder estar juntos en su espacio privado. Fue necesario abstenerse, o incluso usar la oficina de Obito como el nuevo lugar de sus sesiones de sexo.
Justo ahora, regresaban al departamento que era testigo de todos sus encuentros con Obito, desde el primero hasta los que iban subiendo de intensidad. De manera lenta Hinata iba descubriendo los diferentes juegos en que su amante era un experto, mismos a los que comenzaba a tomarles gusto, sobretodo porque terminaban haciéndola llegar al límite. Jamás había pensado antes en el sexo, solamente un poco cuando salía con Shikamaru, empero, su antiguo amor era un poco perezoso como para querer dar el siguiente paso. Por ser demasiado problemático, y ella no lo quiso ni imaginar, debido a su timidez. Con Obito era todo lo contrario, él deseaba permitirle a su cuerpo experimentar con situaciones que ni en sus sueños más locos hubiera imaginado. Preguntando un poco al Uchiha, motivada por la curiosidad de saber para que servían todos los objetos que guardaban en el departamento, se enteró del significado de algunas nuevas palabras. Actividades que Obito le dijo, no haría con ella hasta creerla preparada.
Una de ellas era el Bondage, una práctica en la que su amante planeaba atarla. Podía ser sólo una parte de su cuerpo, o más si ella estaba dispuesta a experimentar.
Lo segunda que llamaba su atención, era que Obito había hablado sobre tener su cuerpo suspendido en el aire, con ayuda de algunas cuerdas que prometió no iban a lastimar su piel.
A la conclusión que logró llegar, es que a Obito Uchiha le gustaba tenerla inmovilizada. Y a ella no le era desagradable la idea de dejarlo a cargo.
—Hinata— de nuevo al presente, se recordó que no era tiempo para divagar tanto dentro de su mente. Obito estaba recargado en el marco de la puerta, impidiéndole el paso y hablando para conseguir su atención. La Hyūga no pudo evitar sonrojarse, preguntándose cuanto llevaba el pelinegro llamándola.
—Obito-sama... ¿Me dejará pasar?— indagó al notar que él no se apartaba de la puerta. Los lindos labios de la ojiperla formaron una línea recta, sentía curiosidad por saber el motivo de tenerla fuera del departamento. ¿Se trataba de una venganza por no contestarle más rápido?
—Me parece que ha olvidado una de nuestras reglas, señorita Hyūga. ¿Es necesario que se lo recuerde?— la sonrisa del Uchiha tenía cierto tinte de picardía, lo cual aumentó los nervios de a pobre jóven. Ella parpadeó unos segundos, confundida por sus palabras, que la hicieron buscar entre sus recuerdos.
—Yo...
—Solamente tienes permitido usar faldas o vestidos cuando estés aquí— bajó la mirada para ver el atuendo que llevaba hoy, no le hacía falta la falda, por eso mismo no entendía su negativa —Y nada de bragas en el departamento— su rostro enrojeció hasta niveles inhumanos, como si se tratara de un personaje de caricatura que había sufrido una gran vergüenza. Debía ser una broma, ¿Cierto?
—Pero...— no le fue posible terminar su oración, todo era demasiado para ella en ese momento. ¿En serio quería que se quitara la ropa interior antes de entrar al departamento?, ¿Ahí en el pasillo?
—Si yo estuviera en tu lugar, ojos de ángel, lo haría en este preciso momento. Ahora que no hay nadie— la mirada oscura de su amante se tornó más perversa, realmente disfrutaba de jugar con ella. Y aunque Hinata quisiera negarlo, le excitaba la situación —No me gustaría tener la mala suerte de que algún vecino decida salir— tomó aire con fuerza hasta llenar sus pulmones, queriendo también armarse de valor. Miró en todas las direcciones, buscando no encontrar a ninguna persona en el pasillo. Con lentitud deslizó sus manos por debajo de su falda, al tiempo que se inclinaba ligeramente y tiraba de la fina tela hacia abajo. Aquella prenda tan íntima fue cayendo por sus piernas, al estar en sus tobillos, fue cuando decidió tomarlas con su mano una vez más. De inmediato se la entregó a Obito, deseando al cielo que la hiciera desaparecer —¿Ya estabas tan mojada?, ¿Tanto me deseas?— la ropa interior de la Hyūga le hizo sonreír una vez más, la chica seguía usando algunas veces estampados de flores u osos. Creía que aún conservaba cierto lado infantil, y eso por algún motivo le causaba demasiada ternura.
—Obito-sama— murmuró casi en una súplica.
—Dilo en voz alta, permíteme escucharlo de esa provocadora boca que tienes— la incitaba con ayuda de su peculiar tono de voz, aquel que utilizaba cuando pretendía ser todo un caballero y a la vez imponer su voluntad. Hinata disfrutaba de ese lado de su pareja, que solía jugar en repetidas ocasiones para desafiar la conducta que normalmente mostraba. Ella antes no se habría atrevido a entregarle su ropa interior a un chico, ni siquiera con Naruto se imaginaba haciendo eso.
—Sí, lo deseo. Todo mi ser desea a Obito-sama— le confesó en voz baja, mirando hacia sus pies en lugar del hombre de porte elegante frente a ella. No resistiría más tiempo, su corazón estaba muy acelerado por culpa del susto que le provocaba el poder ser descubiertos. El Uchiha tomó su mano derecha y la guió por el interior del departamento, cerrando la puerta detrás de él, y acariciando algunas veces sus hombros.
Antes de entrar a la habitación donde Obito y ella solían tener sexo, su amante comenzó a desvestirla con un increíble tacto y delicadeza. Hinata temblaba, pero no de miedo, se estremecía porque era Obito quien paseaba sus dedos por su piel desnuda y caliente. Todo lo que le quitaba, lo doblaba y al final lo dejaba sobre uno de los sofás de la pequeña sala, desde su blusa beige a su falda morada. También colocó las bragas que prácticamente le obligó a entregarle en el pasillo, junto a su otra ropa. Ella era la única en estar desnuda, lo cual sin duda le hacía sentir intimidada. Como si Obito pudiera leer sus pensamientos, inició su labor de retirarse su propia ropa. Lo primero fueron su saco y su corbata, y lo siguiente el cinturón negro de su pantalón de vestir. La camiseta gris que portaba en esa ocasión, solamente le desabrochó los primeros botones, además de los que se encontraban en sus muñecas, donde recorrió esa tela hasta dejarla a la altura de sus codos.
La chica se vió descubierta por Obito, no tardó más de cinco segundos en desviar la vista al suelo. No se atrevió a verlo de nuevo, ni cuando el Uchiha tiró ligeramente de su collar que la comprometía como suya —Tienes un cuerpo muy bonito, me atrevería a decir que eres la mujer más hermosa que he conocido— sus mejillas adquirieron un intenso rubor. Esas situaciones eran las que más le encantaban, cuando Obito no paraba de llenarla de halagos o cumplidos. Que alguien más notara la belleza de la que a veces no se sentía tan segura, le hacía sentir mejor consigo misma —Este día haremos algo especial. Espero que lo disfrutes tanto como yo, ojos de ángel.
Él la llevó en brazos hasta la habitación, acariciando sus cabellos para apartarlos de su impecable rostro. Una vez allí, Obito continuó repartiendo besos por todas las mejillas rojas de su linda ojiperla y la suave piel de su cuello. Sus pies descalzos tocaron el frío suelo al momento en que Obito la bajó de sus brazos para cerrar la puerta de su habitación. Con sólo darse la vuelta volvió a besarla, impidiéndole ver que tanto había cambiado la habitación, o si podía encontrar el objeto que usarían para la nueva sesión. Gimió bajito ante el toque suave de sus manos en su espalda baja, él no paraba de besarla, y si lo hacía únicamente era para besar otra parte de su cuerpo que no fueran sus labios. Pronto llegó a su pecho, se entretuvo un tiempo con los pezones que se endurecían al tocarlos, le encantaba su color y la forma en que ella se mordía los labios cada que los acariciaba. No importaba que ya los hubiera visto en otras ocasiones, siempre volvía hacia ellos porque notaba lo mucho que Hinata disfrutaba y a él le parecía maravilloso oírla gemir. Aunque deseaba con todo su corazón acercar sus manos a Obito, deslizar sus dedos por su oscuro cabello, la Hyūga se forzó a no hacerlo. Mantuvo sus brazos a los costados de su cuerpo, permitiendo que el Uchiha pasara de esa parte de su anatomía a su abdomen, lugar donde besó con cariño la piel alrededor de su ombligo.
—¡Ah!— su lengua paseó por esa zona, dejando un rastro de saliva que de sólo imaginar hacía temblar ligeramente sus piernas. Le gustaba mucho casa vez que Obito la tocaba, era como si estuviera pensando también en su placer, en su bienestar, en no lastimarla cada vez que ella decidía entregarle su cuerpo. Se sentía segura y por ese mismo motivo siempre le permitía hacer lo que quisiera.
—Mira este objeto que tengo aquí, ¿No sientes curiosidad por saber cómo lo usaremos?— el Uchiha tomó sus hombros para darle la vuelta, lo que encontró fue una especie de cruz de madera, con dos muñequeras de cuero incluidas en sus extremos. Pensar en la manera en que Obito lo utilizaría en ella, logró excitarla en lugar de asustarla. Es que en serio se estaba convirtiendo en una pervertida.
—Obito-sama, ¿Qué piensa hacer conmigo?— tenía al Uchiha detrás de ella, tan cerca de su espalda que podía sentir como depositaba su barbilla sobre su cabeza. Sentir sus brazos rodeando los propios le provocó un escalofrío, era normal sentir un poco de miedo por lo que sucedería, o probablemente sólo estaba ansiosa por la expectativa.
—¿Qué pienso?— repitió su pregunta con un toque de reflexión —Planeó follarte hasta dejarte exhausta. Quiero que juguemos esta noche— le confesó cerca del oído, tanto que todo su cuerpo fue recorrido por una ardiente sensación al percibir su cálido aliento —Ahora acompáñame.
La guió por los pocos centímetros que la separaban de aquella cruz, que se encontraba relativamente cerca de la pared de la habitación, lo cual le permitía imaginar que de esa manera no podría caerse. Dejó que Obito ajustara las muñequeras alrededor de sus manos, no le apretaba pero tampoco era posible liberarse por su cuenta. Sus brazos estaban extendidos en la parte horizontal de la cruz, la madera no raspaba o molestaba al contacto con su piel, al contrario de lo que creyó, era suave. Sus pies seguían tocando el suelo, pero debido a lo caliente que sentía a su cuerpo, le parecía que todo lo que tocaba se volvía más frío de lo que en realidad era.
Obito se hincó frente a ella, bajando lentamente mientras acariciaba con sus dedos los costados de su cuerpo. Lo hacía tan despacio que parecía una verdadera tortura. Cuando al fin llegó a la zona deseada, inició a trazar círculos por la piel que disfrutaba su contacto. Anteriormente, la Hyūga solía utilizar cera para depilar esa área, aunque algunas veces terminaba irritada. Obito le propuso un día llevarla a un lugar donde hacían depilación láser, y a pesar de que ella dudó mucho por el temor de ser vista por otras personas, aceptó para evitar que su piel se tornara roja cada que usaba la cera. Su amante incluso decidió pagar todos los costos. Justo ahora agradecía ese detalle, gracias a eso nada le impedía sentir por completo los dedos de Obito jugando con ella.
Sus manos ahora fueron hacia sus rodillas —Abre las piernas— obedeció sin protestar, el Uchiha empujaba ligeramente sus piernas, una alejada de la otra. No demasiado para incomodar, solamente lo suficiente, haciendo posible que él fuera besando la cara interna de sus muslos. Subiendo centímetro a centímetro con demasiada dedicación.
Cada minuto que pasaba se sentía más mojada, aunque le era imposible no detener sus suspiros, todavía se encontraba muy nerviosa. Lo que le gustaba de Obito, es que él jamás mostraba dudas en nada de lo que hacía, él sabía perfectamente que movimientos poner en práctica con ella para llevarla al límite. No había encuentro con él en que no terminara tocando el cielo con sus propias manos.
—Me gusta— le dijo ella enmedio de esa situación tan provocadora, Obito comprendía que no se refería a la forma en que la estaba tocando, ella hablaba de él. Hinata eligió ese lugar para confesarle lo que sentía respecto a su persona.
Durante algunos minutos le fue imposible hablar, tampoco se atrevió a verla a los ojos, se dedicó a seguir acariciando la zona íntima de la chica. Desde el principio sólo quiso verla como a una más de las mujeres con quién disfrutaba algunas semanas, porque tenía un rostro bonito y un cuerpo que atraía más de una mirada, después como a la candidata para darle un hijo, aprovechando que estaría teniendo sexo con la linda mujer de ojos perla. Conforme avanzaron los meses, fue prácticamente inevitable negar que ella llamaba su atención de una manera diferente. No solamente se trataba de un cuerpo atractivo, ella era más que eso. Hinata representaba sonrisas tímidas, mejillas sonrojadas, palabras amables, miradas de anhelo, detalles significativos. Ella era su nueva oportunidad —También me gusta, señorita Hyūga.
Los labios de ella temblaron, tanto por la respuesta a su confesión como por el instante en que el Uchiha acarició con su húmeda lengua su vulva. Sus labios ya no estaban sobre sus piernas, pero sin duda era mucho mejor que atendiera a su zona íntima que le pedía con desesperación un poco de su atención. Obito disfrutó de su sabor, de la forma en que su cuerpo se estremecía gracias al placer que él le causaba. Sus gemidos cada vez más largos, sumado al incremento de su respiración le indicaba que estaba siguiendo un buen camino. Levantó la mirada y se encontró con los dulces ojos de ella, luchando por no cerrarse para poder contemplar como él devoraba toda su intimidad.
Algunas veces escuchó a otros hablar sobre el sexo, pero nada se comparaba con vivirlo por experiencia propia. Lo que Obito le mostraba era mejor que todo lo que había imaginado.
Su corazón latía con fuerza, al tiempo que cierta parte de su anatomía seguía palpitando. Obito utilizó sus dedos para comenzar a frotarla, no fue tan suave como en otras ocasiones, y ella no se quejó. Necesitaba con urgencia que la hiciera acabar, tener ese estallido de placer que podría liberar el nudo que se formaba en su estómago e iba creciendo con cada toque. Movió sus dedos en círculos, dibujando distintas figuras que la hacían temblar, con el pulgar sobre su clítoris recibió el mismo trato.
—¡Obito-sama!
Su mano se deslizaba por toda la humedad de la joven, quien arqueó la espalda sobre la madera que le servía de respaldo. Empezó a respirar aún más fuerte, los dedos de Obito entraban con facilidad, consiguiendo que por momentos perdiera la razón. Fue en unos segundos, cuando él acarició si clítoris, que todo su ser se liberó en un maravilloso orgasmo. Cerró los ojos y gimió su nombre con fuerza, casi tenía miedo de lastimar su garganta. El Uchiha aún no se alejaba de ella, mientras los espasmos de su clímax provocaban que su cuerpo se moviera involuntariamente y luego regresara a un estado de completa relajación. Los dedos de su amante terminaron llenos de su esencia, lo que la avergonzó fue ver como él desaparecía cualquier rastro introduciendo uno por uno a su boca.
—Fuiste una chica muy buena, ¿Quieres que llevemos esto a la siguiente fase?— asintió, queriendo no verse demasiado ansiosa. Era una adicta a él, lo deseaba con tanto intensidad que su cuerpo quemaba. No necesitaba de más juegos previos, ella estaba completamente preparada para recibirlo en su interior.
Obito se giró sobre sus pies, dándole la espalda, ella contempló en silencio como la camisa iba abandonando su cuerpo. El pantalón y la ropa interior no tardaron en seguirle, caminó por la habitación con el objetivo de dejar todo sobre la cama. Hinata pensó que después de eso iría a su encuentro, pero en lugar de hacerlo, el Uchiha buscaba entre una caja. El aparato extraño que llevaba en sus manos era desconocido, no se atrevió a preguntar qué era por vergüenza a parecer muy inocente a su vista.
Sin soltar aquel objeto, Obito tomó las dos piernas de la joven, justo por la parte superior de sus muslos, casi llegando a sus glúteos. Hinata enredó sus piernas en su cadera, lo que pareció agradarle a Obito. Con mucho cuidado la fue llenando con toda su erección, fue necesario detenerse a la mitad para permitirle acostumbrarse, antes de por fin entregarle todo de una sola estocada. Hinata seguía sintiéndose muy sensible por su anterior orgasmo, creía que con tenerlo dentro de ella sería suficiente para llevarla al clímax por segunda ocasión.
Con aquella barra comenzó a frotar alrededor de sus pezones, usando la primera velocidad para que ella fuera experimentando poco a poco. Intercambiando su boca por el vibrador de vez en cuando. Aún no comenzaba a moverse y la joven ya se sentía cerca de su límite. No conocía el nombre del objeto con que Obito estaba jugando, pero ya comenzaba a apreciarlo.
—Obito-sama... Por favor...
Él inició sus movimientos, en un intenso vaivén que la hacía gemir en voz alta, pidiendo por más. El miembro del Uchiha salía casi a la mitad y luego volvía a entrar con fuerza, como si estuviera clavándose en su interior. Ahora el vibrador lo utilizó para atender su zona íntima, lo aterciopelado de la textura y sus distintas velocidades estaban enloqueciendo de placer a la Hyūga.
El interior cálido y estrecho de la joven casi lo hace terminar, había pasado un buen tiempo intentando contenerse, pero es que era una verdadera odisea hacerlo. Más si contaba con que Hinata siempre se miraba divina, aunque no fuera su intención excitarlo, ella y su inocencia podían lograrlo. Volvió a salir casi por completo, para luego ir entrando lentamente, la pobre ojiperla se estremecía cada que un placer indescriptible recorría a su cuerpo. Al verla tan indefensa y feliz gracias a él, fue imposible para Obito resistirse a ella, así que se acercó a su rostro y disfruto de los labios de su linda amante.
—Me gusta… ¡Ah!... Obito-sama m-me gusta mucho— le repitió una vez más, mientras aún se sentía consciente y le era posible hablar con claridad.
Con una sonrisa plasmada en su cara, y las mejillas ligeramente rojas, Obito incrementó la fuerza con que empujaba sus caderas —Me gustas, ojos de ángel. Incluso más de lo que puedas imaginar.
La Hyūga casi lloraba de la emoción, por fin Obito le confesaba que sentía más que sólo deseo por ella, aunque fuera un poco más. No decía como tal que la quería, pero al menos ahora creía que estaba cerca de poder escuchar un te quiero de sus labios. Con algún tiempo, probablemente lograría un te amo. De nuevo la penetró de manera suave, con exquisitas y desquiciantes embestidas que provocaban gemidos y suspiros desde lo más profundo de su ser. Obito fue aumentando la velocidad de sus movimientos, permitiéndole a Hinata ir rozando un poco de su clímax.
Si existía la posibilidad de morir de placer, podría asegurar que Obito Uchiha algún día lo conseguiría con ella. Pues siempre la hacía sentirse completamente realizada.
Siguieron por un largo tiempo, llenando la habitación de sus propios gemidos y los ruidos que hacían sus cuerpos al chocar uno contra otro, pronto el Uchiha subió al siguiente nivel su ritmo. Hinata ya se sentía llegar, por lo que imaginó que Obito también estaba por culminar. Los gritos que provocaba en la chica erizaban los vellos de su piel, fue por eso mismo que él decidió arrojar el vibrador a la cama para poder tomar con ambas manos los muslos de la azabache. El primero de ellos en llegar a su límite fue Obito, quien terminó en el húmedo interior de Hinata, llenándola por completo con su esencia.
Hinata tardo unos minutos más que él. El orgasmo que atravesó al pequeño cuerpo de la ojiperla fue uno de los más intensos y arrolladores de su vida. Su espalda se arqueó sobre la madera detrás de ella, fuertes espasmos continuaron recorriendo cada músculo y terminación nerviosa. Durante algunos minutos perdió la razón, su mente en blanco le impedía pensar en el lugar donde estaba, solamente le importaba seguir a lado de Obito.
El Uchiha tenía su frente unida a la de ella, ambos respiraban por la boca, al tiempo que sus latidos iban disminuyendo poco a poco.
—Me gustas, Hinata.
Compañía Uchiha.
Obito y Hinata esperaban dentro del auto, su pequeño momento de besos debió ser interrumpido, puesto que la hora de llegada a la oficina se estaba retrasando demasiado. El Uchiha nuevamente tenía un compromiso al que no podía faltar, y seguir de esa manera con la joven solamente lograría que quisiera huir a su departamento para volverla suya como tantas otras veces.
La ojiperla organizaba un poco los cabellos que se pegaban a su rostro, también intentó pensar en otras cosas para bajar el intenso rubor de sus mejillas. Temía verse demasiado obvia a sus compañeros de trabajo, ella no era como Obito, quien podía actuar indiferente ante otros a pesar de haber estado en un momento tan íntimo hace poco.
Tocó la puerta, dispuesta a salir del auto de una vez, empero, Obito rodeó su muñeca con su mano derecha para impedírselo. La Hyūga giró su cuello unos centímetros, lo primero que observó fue dos bentō, uno ligeramente más pequeño que el otro.
—No entiendo— murmuró mientras tomaba en sus manos los recipientes que Obito le extendía. Los abrió con el fin de ver su contenido, motivada principalmente por su curiosidad. El primero tenía una porción de arroz y pollo con verduras, el segundo eran distintas frutas cortadas en cuadros de diferentes tamaños.
—Le hablaste a Itachi acerca de que no te estabas alimentando correctamente, es por ese motivo que preparé esto para ti— ella se quedó sin palabras por unos segundos, tratando de comprender la situación que se desarrollaba entre ellos. Obito le había preparado comida, un detalle que la hizo sentir muy feliz y nerviosa.
—¿Usted lo preparó?
—Por supuesto, ¿Qué tiene de malo que un hombre le cocine a la mujer que le gusta?— le ofendió un poco que ella pudiera pensar que no era capaz de cocinar, sin embargo, lo único que consiguió con su actitud fue una risa por parte de la joven.
—No se trata de eso, no sabía que Obito-san cocinaba— acarició con cariño ambos bentō, los dos guardaban la comida que el Uchiha elaboró solamente para ella.
—Puedes agregar la cocina a mi lista de cualidades— Hinata se atrevió a tomar sus mejillas para depositar un beso rápido sobre sus labios, su momento de valentía fue correspondido por un Obito muy contento.
Sucediendo casi en el mismo lugar, pero con una diferencia de minutos, dos hombres caminaban por el estacionamiento con rumbo a la entrada de aquel grande edificio que pertenecía a la familia Uchiha. Uno mayor que el otro, y uno claramente sin demasiado entusiasmo por estar allí.
—¿Es necesario que esté yo aquí?— preguntó un aburrido Naruto. No pretendía ser grosero con su padre, pero prefería tomar ese tiempo para prepararse, hoy era viernes y tenía una cita con su adorada Hinata. Bueno, técnicamente era una sesión de entrenamiento, pero prefería llamarlo cita.
—Algún día tú también trabajarás en nuestra constructora, Naruto. Debes conocer a los clientes con quienes solemos firmar contratos— le explicaba Minato con gran paciencia. Entendía porque su hijo estaba tan ansioso por irse, pero él tenía que comprender que reemplazar sus responsabilidades por una cita no era lo correcto. Además de que en realidad no tardarían demasiado.
Naruto mantenía un semblante de mal humor poco usual en él, desde que miró la palabra Uchiha en el gran edificio al que entraron, el pensamiento de que podría encontrarse con el primo idiota de Sasuke no salía de su cabeza. Mientras subían por el elevador, su pie no dejaba de golpear el suelo con inasistencia, lo que no pasó desapercibido por su padre. Antes de que Minato preguntara el porqué de su extraña actitud, las puertas se abrieron, dándoles la bienvenida a un piso de decoración sumamente elegante.
—Buenas tardes, Obito-san los espera— la pequeña mujer frente a ellos los saludó con una corta y educada reverencia. Tanto para Naruto como para Hinata fue una sorpresa encontrarse en ese lugar.
—Hinata-chan…
—Es un placer, Hinata-san. ¿Podemos pasar a la oficina de Obito?— Minato intervino rápidamente, impidiendo que Naruto dijera algo más. Ellos no se podían dar el lujo de iniciar una conversación con la joven y hacer esperar a un cliente. Cuando ella asintió como respuesta a su pregunta, Minato tomó el brazo de su hijo para llevarlo con él a la oficina.
Hinata les miró partir con preocupación, con las manos cerradas frente a su pecho. Presentía que nada bueno sucedería de aquella reunión.
Dentro de la oficina, Obito Uchiha esperaba mientras revisaba algunos documentos que Kurenai le había traído, solamente faltaba su autorización para dar inicio con esos nuevos proyectos. Levantó la vista al escuchar a Minato Namikaze hablar, lo único que lo descolocó fue ver al chico que lo acompañaba. ¿Cómo fue que no lo miró antes?, el amigo de Hinata era muy parecido a Minato.
Naruto no podía estar en mejor estado que su rival, saber que Hinata trabajaba para ese hombre le dejaba un sabor amargo. Ahora entendía de qué lugar se conocían, y sentía celos de saber que el Uchiha la podía ver todos los mismos días que él.
—Le presento a mi hijo, Naruto…
—Tú— interrumpió el rubio, sus ojos parecían querer asesinar al hombre que saludaba a su padre con tanta naturalidad.
—¿Ya se conocen?— indagó Minato, confundido y un tanto asustado por el comportamiento de Naruto. No era posible que él estuviera por arruinar su primera visita a un cliente.
—Se puede decir, que tenemos un gusto en común— contestó Obito con una sonrisa dibujada en sus labios. Rápidamente tomó asiento, al igual que lo hacía uno de sus invitados —Un gusto muy hermoso.
—¡Idiota!
—¡Naruto!— Minato elevó la voz, como muy pocas veces lo había hecho con su hijo. No pensaba tolerar que su hijo tuviera esa clase de comportamiento para con una persona con la que siempre conseguía contratos para nuevas construcciones —Me estás deshonrando.
—Otōsan…
—Espera afuera— le ordenó sin atreverse a verlo, Naruto obedeció no sin antes dedicarle una mirada molesta al Uchiha. Que parecía estar burlándose de él por no saber controlar sus emociones, y por tanto, ser reprendido delante de otros.
Hizo un esfuerzo sobrehumano para no azotar la puerta al salir, no le daría el gusto a ese hombre de seguir viendo como su padre le llamaba la atención. Se sorprendió al ver a Hinata esperando muy cerca de la oficina, creyó ver un ligero toque de desilusión en sus ojos, y el pensar que ella lo esperaba a él terminó por aumentar su mal humor. De inmediato tomó la mano de la Hyūga, para hablar con ella lejos de las miradas curiosas de sus compañeros de trabajo. Ella no opuso resistencia, sin embargo, no se mostraba precisamente muy cómoda al estar con él.
—Naruto-kun...
—¿Por qué no me lo dijiste?— trató de no actuar bruscamente, no le gustaría desquitar su frustración con su amiga, aunque fuera precisamente ella la causa de todos los problemas en su mente llena de caos.
—¿Decirte qué?— lo miraba directamente a los ojos, queriendo descubrir a través de su mirada la razón que había alterado tanto a su mejor amigo. Pocas veces Naruto se molestaba, y esos casos especiales solían ser sólo culpa de Sasuke. Lo que ella no comprendía es que su amigo simplemente estaba celoso.
—Que trabajas para él— señaló con su mano hacia la oficina de Obito, Hinata bajó la mano de Naruto y buscó entre sus compañeros, para verificar que no hubieran llamado la atención de alguno. Afortunadamente todos parecían ajenos a ellos, cada uno inmerso en sus labores diarias.
—No era fundamental que yo te dijera donde trabajo, Naruto-kun. Tampoco quienes son mis compañeros o mi jefe— su intento de parecer dura no funcionó, terminaba hablando con timidez y consiguiendo no intimidar ni un poco al rubio. Suspiró tan bajo, que Naruto temió haberle hecho daño con sus reclamos. Hinata era una chica un tanto sensible, era fácil lastimarla.
—Pero, Hinata-chan... ¿Él te está acosando?— cambió por completo su tono de voz, ahora se mostraba genuinamente preocupado por ella. De sólo pensar que el Uchiha estuviera abusando de su poder para salir con su amiga le enfadaba, porque no encontraba otra razón de que ellos estuvieran juntos.
—¿Acosando?— repitió, completamente desconcertada por esa idea tan loca de su amigo.
—Si te presiona para salir con él por ser tu jefe, no dudes en decírmelo. Yo puedo pedirle a Otōsan que te consiga un nuevo trabajo— tomó sus manos con delicadeza, queriendo consolarla por algo que jamás había sucedido.
—Obito-san no me acosa, él no sería capaz de hacerlo— Hinata apartó sus manos de él, le molestaba que Naruto hiciera esas conclusiones tan horribles de la persona que le gustaba.
—Naruto— la voz de su padre detuvo su conversión con la joven azabache, al rubio no le quedó de otra que reunirse con Minato al ver que lo llamaba con una señal de su mano —Deja de interrumpir a Hinata en su trabajo, nos vamos— la chica sintió cierto alivio al saberlo, de esa forma Naruto tendría tiempo de pensar las cosas mejor.
—Alto, Otōsan. Quiero disculparme con Obito-san antes de irme— los ojos de la Hyūga se abrieron de golpe, le imploró al cielo que Minato no permitiera esa petición de su hijo. Obito y Naruto solos en una habitación. Nada bueno podría salir de eso.
—Que sea rápido, no causes problemas— le advirtió Minato, sin estar completamente convencido de las intenciones de su hijo. No sabía porque de pronto Naruto se comportaba tan poco profesional con una persona que apenas y conocía.
Los labios de Hinata temblaban, Naruto había tocado a la puerta y Obito concedió el pase. Lo único que le quedaba por hacer era seguir pidiendo a todos los dioses que esos dos no terminaran golpeándose entre ellos.
Obito frotó el puente de su nariz, después de tantas horas frente al computador, sus ojos ya requerían de un descanso. Tal vez sería necesario llamar a Hinata y pedirle que usara su linda boca para aliviar todo su estrés. Su pequeña muñeca de porcelana resultaba una experta cuando se trataba de ese tema. Se estaba convirtiendo en un adicto a ella, sólo quería disfrutar de la linda chica siempre que sea posible. No necesariamente se trataba de sexo, bien podría conformarse con uno de sus tiernos besos.
Dejó de lado a sus pensamientos para encarar a la persona que había entrado a su oficina. Ver a Naruto provocó que rodara los ojos con fastidio —¿Tú de nuevo?
—Quiero que se aleje de Hinata-chan— exigió repentinamente, a Obito le fue inevitable burlarse con una sonrisa por su idiotez de querer intimidarlo a él.
—¿Disculpa?— recargó su barbilla sobre su mano derecha, divirtiéndose con la escena montada por aquel chico que más bien actuaba como niño.
—Ella me ama.
Esas tres palabras lograron encender la rabia del Uchiha, quien golpeó el escritorio con fuerza. Naruto pretendió no haberse asustado —Escúchame bien, dame una sola razón, y me olvidaré que eres menor que yo— Obito se levantó de su asiento, haciendo notar que era más alto que el chico de ojos azules —Voy a destrozar esa sonrisa para luego correrte de mi empresa con al menos un hueso roto.
—Ella me ama, desde que somos niños Hinata-chan ha estado enamorada de mi— le confesó sin dejar de ver los oscuros ojos de su rival de amor. Esperaba que con eso fuera suficiente para hacerle entender que el amor que Hinata le tenía era más fuerte que lo que podía sentir por él —No me puede olvidar de la noche a la mañana, usted solamente la confunde.
—¿Estás tan seguro?, ¿Te consideras tan buen amigo de Hinata como para que ella te confiese que tipo de relación mantiene conmigo?— la sorpresa se reflejó en el rostro de Naruto, sabía que probablemente ellos dos salían, pero jamás imaginó que ya estuvieran en una relación —Oh, déjame adivinar, seguramente ella no ha querido lastimar tu frágil ego— negó una y otra vez en su interior, todo lo que ese hombre decía eran sólo mentiras —Lastima que yo sí quiero hacerlo.
—¿De qué está hablando?, ¿Qué le hizo a Hinata-chan?— no estaba seguro de querer saber la respuesta, pero esas preguntas escaparon de su boca casi por sí solas.
—Más de lo que tu corta imaginación podría crear.
—¡Ya no hable!— apretó sus manos, se sentía impotente por no ser capaz de callar al Uchiha. Prácticamente le estaba restregando en la cara que había tenido sexo con su mejor amiga.
—No, ahora tú serás quién disfrute de lo que diré— Naruto quiso huir, pero como si se tratara de una broma, sus pies se negaban a moverse de su lugar —¿Conoces los lugares de su cuerpo donde le gusta que le depositen un beso?, ¿Sabes del pequeño lunar que se encuentra por debajo de su seno derecho o de la marca de nacimiento en su espalda?— cerraba los ojos pero lo único que conseguía era proyectar una imagen de Hinata junto a Obito Uchiha. Su inocente Hinata siendo tocada por otro hombre que no era él —¿No te ha hablado sobre las ocasiones en que casi lastima su garganta por gritar tan fuerte gracias a mi?
—Le dije que se detenga— murmuró con amargura.
—¿No te gusta escuchar que has perdido contra mi?— se burló una vez más del chico, y aunque una parte de él creía que debía detenerse, otra más grande disfrutaba de indicarle cuál era su lugar. Nadie podía venir frente a él y reclamar a Hinata, ella le pertenecía.
—Yo aún no he perdido contra usted, le juro que es cuestión de tiempo para que Hinata regrese conmigo— respiró profundamente, reuniendo todo el valor posible para mirarlo a la cara —Y yo nunca retiro mi palabra.
—Desaparece de mi vista antes de que termines con mí paciencia— le gritó con molestia, sino fuera porque Hinata había entrado a la habitación junto con Minato, Obito le habría lanzado lo primero que encontrara.
Dos semanas después.
Dojo de los Hyūga.
Ahora que sabía que su embarazo era una falsa alarma, Hinata sentía más confianza para seguir entrenando en el dojo. La parte positiva de entrenar a niños desde los seis años, era que podía ir conociendo un poco de la forma en que se comportaban. Algunas veces los niños le contaban sobre su escuela, le pedían consejos en sus tareas y ella gustosa aceptaba ayudar. Su hermana menor cierto día le dijo que ella sería una buena madre, y Hinata se emocionó con la idea de que Obito podría pensar lo mismo.
Uno de los niños más disciplinados que entrenaba, era Konohamru Sarutobi, que solía competir repetidamente contra Naruto para demostrar quién era el mejor. Hinata los dejaba practicar juntos por ser divertido, pero en más de una ocasión fue necesario separarlos, debido a que sus fuertes peleas terminaban asustando a los niños más pequeños.
La Hyūga se había alejado un momento del área de entrenamiento, iba en busca de una botella de agua en su maleta deportiva. Aprovechó el momento para revisar las notificaciones de su celular, encontrando una llamada perdida de Obito. Como ella no respondía, el Uchiha le dejó un mensaje pidiendo regresar la llamada. Ella no tardó demasiado en hacerlo, si Obito la llamaba sabiendo que estaba entrenando en el dojo, quería decir que la buscaba para algo importante.
—Obito-san— él no tardó demasiado en responder, era como si hubiera estado esperando por ella.
—Hinata, ha surgido un viaje de negocios al que es necesario que asista— ella se encontraba sentada en una banca de madera, balanceaba sus pies al frente y atrás para distraerse un poco —Me gustaría que me acompañes.
—¿Qué?, ¿Yo?
—Claro, le recuerdo que es mí asistente, señorita Hyūga. Nadie se atrevería a dudar de nosotros— la manera en que hablaba delataba complicidad, lo que hizo sonreír a la joven —Es probable que sólo estemos en Tokio durante el fin de semana, sin embargo, también existe la posibilidad de que se extienda a unls días más— le agradaba la idea de viajar a Tokio, más si era con Obito. Pero no se podía dar el lujo de dejar su responsabilidad en el dojo. No era capaz de abandonarlo a Neji y a él, tampoco de alejarse tanto tiempo de Hanabi.
—Obito-san, me encantaría viajar con usted...— el Uchiha presentía que había un "pero" en camino, la melancolía en su voz la ponía en evidencia —Aunque en este momento no es posible.
—¿Por qué?
—Tengo que ayudar con el dojo, además de iniciar un nuevo proyecto en equipo está semana para una clase importante— entre más decía que no, sus corazón le gritaba que se arrepintiera y le dijera si. Un viaje con Obito, como si ellos fueran una pareja real. La idea provocaba cosquillas en su interior.
—Lo entiendo, no debes preocuparte— de tenerlo enfrente, seguro Obito estaría acariciando su cabello y hablándole al oído —Pasaré en unos minutos al parque cerca del dojo de tu familia. Me iré en unas horas, me gustaría despedirme de ti antes de que lo haga.
—Lo estaré esperando.
Salió con el pretexto de que iría a tomar un poco de aire, él único que se atrevió a seguirla fue Naruto. Le dolió ver a su amiga subiendo al auto que ya conocía muy bien, tardando varios minutos en salir. Aún con esa escena pasando frente a sus ojos, no se daría por vencido tan fácilmente. Dejaría a Hinata hablar con el Uchiha, luego la enfrentaría para confesarle de una vez sus sentimientos.
Terminamos el capítulo con una ilustración de Mairim89
¿Verdad que su trabajo es hermoso? 😍
No duden en pasar por su perfil para leer sus historias ❤️
Notas de la autora:
• Puede contener algunos errores ortográficos.
• Bueno, como me gustaría recibir su ayuda con un tema a futuro, les preguntaré que nombre les gustaría para el bebé de Obito y Hinata. (Al que le falta mucho para aparecer). Les aviso que será una niña 😉
• Obito y Hinata por fin se confiesan que se gustan, pero eso es sólo el principio para poder llegar a algo más profundo ✨
• Naruto al fin le declara la guerra a Obito, ¿Ustedes qué opinan? 😚
• Un adelanto que les puedo dar del próximo capítulo, es que tratará de Hinata extrañando a Obito, y sus amigas queriendo aconsejar para hacer que él la extrañe también 👀
• Fue un capítulo un poco más corto que los anteriores, por ser sólo como complemento del anterior.
• Los invito a no ser lectores fantasma xd y a leer otras de mis historias 😉
• Contesto cualquier duda y acepto sugerencias 🌚
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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