Capítulo X: Obito y Madara.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Momentos antes.

Viernes por la tarde, compañía Uchiha.

La sonrisa que Hinata tenía al llegar junto a Obito se esfumó en cuestión de segundos al ver la preocupación reflejada en el rostro de su compañero Suigetsu. Comenzó a analizar un poco mejor su entorno, encontrando que Kurenai y Tayuya parecían estar en el mismo estado que el novio de su amiga Karin. Obito aún no notaba que sus empleados esperaban su llegada con temor, seguía más concentrado en el frasco de mermelada en sus manos, que Hinata le hubiera dado obsequio como ese le resultó sumamente adorable. Con una de sus manos buscó entre los bolsillos de su pantalón de vestir el control remoto que encendía las bragas de su acompañante, pensó que sería muy divertido jugar con el desde la comodidad de su oficina, sólo lamentaba el hecho de no poder llegar a verla si ella estaba compartiendo el escritorio con Suigetsu. Aunque de eso se trataba el juego, Hinata debía aparentar ante otros que no sucedía nada.

—Obito-san— lo llamó Suigetsu con cautela, deteniendo los pensamientos del Uchiha y atrayendo a la realidad. Fue en ese preciso momento que se percató de que sus empleados estaban reunidos en el mismo lugar, como esperando a que él hiciera su aparición para darles una sentencia —Hay algo que necesito informarle— arqueó una ceja ante esa última frase, no tenía un buen presentimiento.

—Dime que sucede, y sé directo— le sorprendía el hecho de que la actitud de Obito podía cambiar tan drásticamente. Hace sólo unos segundos era un hombre feliz de haberse divertido con ella en el centro comercial, ahora simplemente demostraba una seriedad que le causaba temor a todos los presentes.

—Sucede que...— no encontraba las palabras correctas para hablar, ¿Cómo explicarle que por un error suyo probablemente estaba en problemas con Madara Uchiha?, todos en la empresa sabían que últimamente ellos dos tenían fuertes discusiones. Ser la causa de una futura disputa entre Madara y Obito le podría costar su trabajo —Olvidé avisarle de la reunión que tendría con la constructora de Minato Namikaze, su cita era hace media hora...— por un momento, Suigetsu creía haber visto que los ojos oscuros de su jefe se volvían rojos —Como usted no se encontraba en su oficina y no respondía a su celular, Madara-san decidió atender personalmente a Minato-san.

—¿Por qué demonios olvidaste decirme de esa cita?— la mano de Obito golpeó uno de los escritorios, el ruido fue tan fuerte que todos dieron un pequeño salto. Decir que estaba furioso era poco, y Suigetsu lo entendía perfectamente, ya tenía poco más de un año a su servicio. El peliblanco detuvo la expresión de horror y conservó la compostura, pero antes de que pudiera decir algo para defenderse, Obito habló de nuevo —Será mejor que tengas una verdadera razón para olvidar informarme de una reunión tan importante.

—Esta semana tenía demasiados exámenes y la verdad yo...

—Te quiero lejos de mi vista— el Uchiha volvió a golpear el escritorio, interrumpiendo lo que su asistente intentaba explicar. Comenzó a pasearse por el lugar, como un método para tranquilizar su molestia que no estaba funcionando. Justo en ese momento, su desprecio hacia Suigetsu era tan grande —Te dije que estás...

—Fue mi culpa— una suave voz le hizo detenerse, su mirada fue directamente hacia aquella joven que le volvía loco —Soy yo quien se encarga de su agenda, olvidé informarle de su cita. No es culpa de Suigetsu-kun.

—Hinata— susurró el joven, impresionado de que ella quisiera salvarlo. Aún no se conocían demasiado como para arriesgarse de esa manera por el otro, aunque ese era un detalle que jamás olvidaría —No es necesario que tú...

—Señorita Hyūga— la primera vez que Obito Uchiha había posado su mirada sobre ella, sucedió en una cafetería, en aquel entonces le sonrió y toda su vida cambió. Fue como si un depredador quisiera acercarse a su presa, y en esa comparación ella era la que terminaría capturada. Ahora se sentía de esa misma manera, estaba segura de que salvar a Suigetsu traería consecuencias —A mi oficina, de inmediato. Discutiremos sobre su castigo en este preciso momento— asintió tímidamente, la curiosidad por saber qué tipo de reprimenda le daría le angustiaba. Tal vez Obito le bajaría su sueldo —Y tú, ordena al comedor que guarden este frasco y me lo entreguen antes de salir. Y espero que no le suceda nada malo, no tientes a tu suerte, porque se puede agotar— se dirigió por última vez a Suigetsu, al mismo tiempo que le hacía entrega del tarro de mermelada.

Resignada a recibir su destino, Hinata Hyūga caminó detrás de Obito Uchiha, ante la atenta mirada de todos sus compañeros de trabajo que no se atrevían a interceder por ella. Suigetsu deseaba poder ayudarle, pero si le descubría y Obito se enteraba de que le había mentido, probablemente la metería en más problemas. Eso era lo último que quería. Fue al cerrarse la puerta de la oficina que todos sintieron que el aire volvía a sus pulmones, era como si en ese tiempo hubieran contenido la respiración, y tal vez si lo hicieron. La que no dejaba de observar con gran detalle lo sucedido era Konan, ella conocía lo suficientemente bien a Obito, y ya tenía algunas semanas comportándose de maravilla. Hasta que se presentó ese inconveniente demostró una de sus facetas que menos le gustaban, Obito había tenido uno de sus ataques de ira. Lo que le sorprendía es que bastó con que Obito viera a esa joven para que todo dentro de su mirada se transformara en calma y tranquilidad.

—Pobre chica, Obito-san la va a destrozar— comentó Tayuya a nadie en concreto, solamente decía algo con lo que todos estaban de acuerdo. La pobre Hinata sería con quién Obito iba a desquitar su frustración. Aunque Konan dudaba en qué manera lo haría, si la chica de ojos perla no terminaba siendo despedida, casi podría jurar que había encontrado a la nueva conquista de su amigo. Y ahora que lo pensaba, tenía sentido que la hubiera llevado a la empresa para que ocupara un puesto que no era necesario.

Apartando un poco los ojos de él, Hinata trato de detener todos los pensamientos indebidos que recorrían su mente, provocando ligeros escalofríos en su cuerpo. Distraerse con la vista de la oficina era lo mejor por el momento, al igual que la mayoría de las paredes u muebles en todo el edificio, el negro, gris y blanco eran los colores predominantes. Las grandes ventanas dejarían ver un increíble paisaje de la ciudad si Obito no las tuviera cubiertas por una fina tela. Fue consciente de que se encontraba a solas con él en su oficina, siempre se encontraban por los pasillos o incluso en esa habitación, pero hasta el momento siempre en compañía de otras personas. Verlo caminar hasta su escritorio, de alguna manera no logró asustarla, incluso cuando el Uchiha la invitó a acercarse más. 

—¿Te gusta desafiarme?— tomó sin delicadeza su muñeca, justo al estar a unos pasos de llegar hasta él. Sin previo aviso la sentó sobre su regazo, desabrochando el botón de su short de mezclilla y bajando el cierre. Soltó un pequeño gemido en el momento que decidió deslizarse por debajo de sus bragas, esas mismas que recién le había comprado como parte de un juego entre ellos dos.

—¿Desafiarlo?— preguntó Hinata mirando a Obito con preocupación. Su intención en ningún momento fue desafiarlo, simplemente quería proteger a su nuevo compañero, aunque no entendía muy bien el motivo que la impulsó a hacerlo. Tal vez se debía a su naturaleza noble, ella siempre buscaba defender a los demás sí estaba en sus manos el poder ayudar.

—Esa confesión falsa, mentiste para salvar a Suigetsu, porque sabes perfectamente que no me es posible hacerte algo a ti— que dijera que no le haría nada le hizo sentir cierto alivio, y también le provocó un sentimiento difícil de explicar. Obito había confesado abiertamente que no se atrevería a hacerle daño, y ella quiso creer que se refería al inicio de su extraña relación y no solamente al trabajo. Él, por otro lado, seguía observando los lindos gestos de placer que reflejaba su rostro cada que la tocaba en algún punto sensible. 

—N-no es eso, y-yo sólo... Mmm— era difícil concentrarse en una respuesta que fuera satisfactoria para su jefe, y sumado a eso que su mano traviesa siguiera explorando en su intimidad, no ayudaba demasiado —También te-tengo culpa, ¡Ah!, yo m-me encargo de su agenda...

—Tal parece que es necesario mostrarte que no puedes desafiarme a mí, ojos de ángel— se mordió el labio inferior para no gritar presa del placer, si él seguía frotando de esa manera su clítoris, sería una verdadera odisea evitar que sus compañeros de trabajo escucharan sus gemidos. Sin ser plenamente consciente, movió sus caderas en busca de más contacto, lo anhelaba tanto que le causaba miedo. ¿En qué clase de mujer la convertía Óbito Uchiha?, Una pregunta más alarmante que la anterior la invadió, ¿Es que ella siempre fue así y Obito sólo fue el detonante?

—Pe-pero, O-obito-san...— su dedo medio y anular se abrieron paso en su interior, fue tan fácil para él hacerlo, que Hinata comprendió que toda esa situación le estaba excitando. 

—La desobediencia no es tolerada, debe ser castigada— y como si quisiera probar su punto, Obito la penetró con más fuerza, ahogando su grito con un beso fugaz y demandante. El cuerpo de Hinata reaccionó involuntariamente, arqueando su espalda hacia él y endureciendo sus pezones —No es la primera vez que lo haces, Hinata.

—N-no es así— si esa era la manera en que Obito le llamaría la atención, no le molestaría repetir sus acciones con tal de recibir el mismo trato. Su forma de tocarla era maravillosa, sentía que se volvía adicta y eso la alertaba. Estaba muy cerca de tocar el fuego.

—¿Recuerdas el día que besaste a tu amigo, Hinata?— la velocidad disminuyó, el Uchiha la acarició despacio, y aún en contra de lo que pensó que sucedería, la excitación se apoderó de cada poro de su piel. Su nariz le hizo cosquillas en el cuello cuando se acercó para aspirar su aroma y depositar un suave beso. La mano que no ocupaba para explorar dentro de sus bragas, la utilizó para acariciar la curva de sus hombros, se coló debajo de su blusa y no se detuvo hasta evadir a su sujetador. El contacto con el inicio de sus senos terminó de encenderla, Obito se entretuvo con ellos, escogió uno de sus pezones para apretarlo, consiguiendo robar un gemido de su parte.

—Sí— admitió avergonzada, la mano que jugaba con su pecho, descendió a su abdomen. Trazó figuras por su piel, deteniéndose para dibujar pequeños círculos alrededor de su ombligo. Le fascinaban todas y cada una de sus caricias, cuando sus dedos tiraron suavemente de su clítoris, cuando salieron de su cálido interior sólo para volver a hundirse en su centro.

—Si en ese entonces hubieras sido mi sumisa, te habría dado un buen castigo— el Uchiha tocó con sus dedos la piel sensible de sus labios, retirándolos para probar de ellos, una muestra de que todo ese juego estaba resultando de maravilla para la chica. Aunque la ojiperla no era la única que disfrutaba, y lo comprobó al sentir algo duro debajo de sus piernas. Obito también estaba emocionado con esa situación.

—¿Castigo?— creía estar entendiendo el rumbo de la conversación, Obito quería castigarla, a eso se refería cuando dijo aquella frase antes de entrar a la oficina. Se preguntó de qué manera sería, o si en ese momento ya le estaba aplicando un correctivo.

—Existen reglas que por ningún motivo debes desobedecer. El incumplimiento a esas reglas, me hará aplicar un castigo de mi preferencia para ti— se sentía en la luna, era verdaderamente una tortura tener que concentrarse en lo que le decía. Su cabeza se movió hacia atrás en el momento que Obito volvió a jugar con ese botoncito que la encendía —Es la manera en que te convertiré en una chica obediente— de nuevo invadió su interior, sus dedos resbalaron demasiado bien. Los sentía llegar hasta el límite permitido, un gemido escapó de sus labios, lo cual la asustó de sobremanera. Sus compañeros estaban a sólo unos metros de distancia, alguno podría escucharla. Como nada sucedía, pensó que Obito seguiría dándole el placer que tanto buscaba  —Así como existen las recompensas, también los castigos— y así terminó, alejó su mano de sus bragas para luego acomodar su ropa de nuevo. La dejó tan cerca de tocar el cielo, fue inevitable no mostrar un gesto de reproche.

—¿Qué clase de castigo?— indagó con un tono más serio, a Obito le parecía que se estaba quejando por no permitirle llegar a su momento máximo. La ojiperla llevó una de sus manos a su corazón, intentando tranquilizar a su agitado corazón. 

—Para ser sincero, no tienes idea de lo mucho que deseo azotar ese lindo trasero— dió un salto, asustada por tal declaración. Lo que por la mañana había sido un sueño, podría volverse realidad en cierta parte. Se imaginó la gran mano de Obito Uchiha marcada en su blanca piel, o tal vez uno de los objetos que logró ver en el departamento y de los que luego buscó en internet. Darse cuenta de que en lugar de asustarla, le agradaba esa idea, le confirmó que estaba perdiendo la cabeza. Ella jamás había tenido antes ese tipo de pensamientos, y eso de ir descubriendo poco a poco sus gustos en cuanto al sexo, era interesante e intimidante. La mirada fija del pelinegro sobre ella no ayudaba mucho a sentirse menos nerviosa, era claro que el disfrutaba de verla así, dudando pero dispuesta a aceptar lo que él quisiera.

—¿Y-y puedo enmendar mi error?— la pregunta de Hinata descolocó un poco a Obito. Esa fue la primera vez que Hinata quiso tener iniciativa con una idea extrañamente peligrosa. Ella muy pocas veces intentó algo como lo que pasaba por su mente en ese momento, sus pocos conocimientos eran gracias a las anécdotas que Ino o Temari solían contarle, además de al primer chico con quién decidió poner en práctica las lecciones de sus amigas. Sin dudar podía decir que sería todo un reto volver realidad su fantasía, una fantasía que si Obito le permitía cumplir, probablemente los metería en problemas más tarde.

—Explícate— le pidió suavemente, en verdad le interesaba lo que ella tenía que decir. Hinata Hyūga había capturado por completo su atención.

—No creo que deba castigarme en la oficina, alguien podría escucharnos— comenzó un poco temerosa, no sabía bien cómo abordar el tema. No quería mostrarse como una persona que solamente pensaba en sexo, porque creía que Obito la vería de esa manera si se lo decía. 

—¿Y qué harás para compensar el hecho de que me has desafiado?— gracias a su tono y su forma tan peculiar de mirarla, Hinata no estaba segura de quién desafiaba a quién. Claramente la incitaba a decir lo que pensaba, y ahora que debía hablar en voz alta, la vergüenza se apoderó de ella. 

—Y-yo, n-no lo sé...

—Tengo tantas ideas cruzando por mi mente en este segundo— si Hinata no sería la que hablaría, entonces Obito lo haría. Probablemente de esa forma ella tomaría confianza para contarle sus planes —Quisiera comprarte un lindo conjunto de lencería y eaposarte a mi cama— la recorrió con sus oscuros ojos, Hinata sentía que la desnudaba con esa ardiente mirada —Me encantaría hacerte leer los próximos eventos de mi agenda para evitar un error de nuevo, mientras disfruto de tu hipnotízate sabor— sus manos le dieron un ligero toque a su monte de Venus, aún sobre la ropa le hacía sentirse tan bien —Follarte sobre mi escritorio hasta que entiendas que no te debes involucrar cuando tengo una discusión con mis empleados— imaginarse a sí misma tendida sobre el escritorio, recibiendo todo lo que Obito era capaz de darle, hizo crecer su grado de excitación —O ver cómo me devoras por debajo del escritorio— sus ojos se abrieron un poco más debido a su última opción, el Uchiha deslizó uno de sus dedos por la comisura de sus labios —Si, señorita Hyūga, muero por correrme en esa pequeña boca. 

—Puedo hacerlo, p-puedo in-intentar la última opción— Obito no sería el primero con quién intentaba el sexo oral, pero esperaba hacerlo igual de bien que con aquel chico que casi fue su novio.

—Eres simplemente fascinante— la separó de su regazo para tenerla de frente a él, necesitaba ver su linda cara y comprobar que había acertado en descubrir lo que ella quería —¿Te gustaría tenerme dentro de tu boca?, ¿Eso es lo que has estado buscando desde el principio?— su cara de asombro y sus labios temblando le dieron la respuesta.

—Y-yo...

—De acuerdo, ojos de ángel, permitiré que esos lindos labios recompensen tu mal comportamiento— sus ojos recorrieron nuevamente el cuerpo de la mujer de cabellera azabache, causando que su piel respondiera a su mirada y sus pezones se volvieran rígidos. De pronto era como si su acompañante estuviera hambriento, y necesitaba de ella para saciarse. Una diminuta sonrisa se formó en los labios de Hinata, justo ahora descubría, que hasta el momento, le gustaba cada faceta que Obito le mostraba. El hombre agradable y un poco amable, el hombre celoso, el hombre que no quería lastimarla, el hombre que la defendía ante los demás, el hombre que tenía el control de la situación.

Con ayuda del Uchiha apoyó sus rodillas en el suelo, él seguía sentado en su gran y elegante silla. El inicio del escritorio quedaba por arriba de su cabeza, es como si Obito la estuviera escondiendo de alguien que no estaba presente en la oficina. La ojiperla levantó la mirada hacia el perfecto rostro de su amante mientras se mordía el labio inferior. Buscaba algún gesto o indicación de que podía iniciar, y lo recibió cuando Obito asintió para su gran alegría y curiosidad. Desabrochó su cinturón negro y bajó la bragueta de su fino pantalón. Para su fortuna, él le ayudó a retirar su miembro de su ropa interior, al ver que ella se quedaba congelada debido a su erección. Antes no se había puesto a pensar en que Obito tenía buen tamaño, y ahora lo notaba claramente, incluso parecía crecer un poco más a medida que su excitación también lo hacía.

Empezó a acariciarlo suavemente con movimientos un poco torpes, a Obito le daba ternura ver cómo ella se esforzaba por cumplir con su objetivo. Hinata no podía apartar sus ojos de aquella parte de la anatomía masculina, Obito ya le había dado placer en algunas ocasiones y ahora quería ser ella la que lo intentara. Lo rodeó con sus manos y de forma lenta inició un recorrido de arriba hacia abajo. Obito gemía en voz baja, motivando a la chica a seguir con ese pequeño juego entre ambos. Al ver como una gota se acumulaba en la punta de su miembro, Hinata no logró resistirse más a ese deseo que le pedía probarlo. Inclinó su cabeza y absorbió un poco de su masculinidad, creando un ruido erótico que hizo a Obito desplazar su cabeza hacia atrás. Fascinado con la sensación de la boca de Hinata rodeando su miembro. Era difícil para la joven abarcarlo por completo, pero eso no impidió que quisiera intentarlo. No le importó ni siquiera el daño que podía hacerse con la bragueta en su mejilla o el miedo de ahogarse con semejante erección cerca de tocar su garganta. 

Teniéndolo por fin en el fondo de su cálido interior, Obito decidió colocar su mano sobre su cabeza, ella se permitió ser guiada por él. Que sin duda tenía el conocimiento para no permitirle intentar hacer más de lo que le estaba permitido. Hinata siguió succionando parte de esa sensibilidad que provocaba gruñidos de parte del Uchiha, sin retirar un centímetro más de él, queriendo abarcar todo hasta llegar más adentro. Cuando al final sintió que lo había logrado, que por unos minutos llegaba y se quedaba en la base, lo escuchó gemir con más fuerza. Se retiró la mitad de su miembro y luego volvió a capturarlo, repitió ese ejercicio al mismo tiempo que su lengua buscaba tocarlo aún adentro de su boca.

—Será mejor que me expliques el motivo de tu impuntualidad— la voz autoritaria acompañada del ruido de una puerta al abrirse alertó a Obito, quien de inmediato se acomodó un poco mejor y se inclinó sobre el escritorio con la intención de que no vieran a la chica debajo de el. Detrás de Madara venía Kurenai pidiendo disculpas, pero rápidamente Obito le pidió que los dejara solos. 

—Mi asistente ol-olvidó, mmm— Hinata tomó nuevamente su miembro y lo introdujo en su boca, el sabor exquisito de Obito le parecía adictivo —L-la fecha— Madara no lograba entender el extraño comportamiento de su nieto, él nunca tartamudeaba. También estaba el hecho de que se encontraba sonrojado y con pequeñas gotas de sudor cubriendo su frente. 

—¿Te encuentras bien?— asintió a la pregunta de su abuelo, aunque eso no estuviera cerca de la verdad. Su cabeza miraba hacia abajo, queriendo que Hinata se detuviera ahora que su abuelo estaba tan cerca.

—Detente— pidió en tono bajo, quería verse intimidante pero en realidad se notaba su súplica. 

—Tranquilo— pensó para sí misma la Hyūga. Ella seguía disfrutando del tamaño y sabor de Obito, le encantaba que llegara a su garganta porque es cuando más lo sentía estremecerse. Lo retiró de su boca y pasó su lengua por todo su largo, desde el principio hasta el final. Era increíble poder tener el control, ahora entendía porque a Obito le gustaba tanto.

Madara seguía de pie frente a Obito, buscando algún indicio que le indicara el motivo del comportamiento de su nieto, el aire acondicionado estaba funcionando de maravilla, por lo que no debía estar tan sonrojado. Fue cuando su vista bajó al suelo que se encontró con un par de sandalias de mujer debajo del escritorio de Obito. En ese momento la situación se volvió demasiado obvia. 

—Hablaremos más tarde, ahora no tengo tiempo— le dijo su abuelo al tiempo que caminaba a la salida, Obito ni siquiera intentó detenerlo, tampoco le prestó la suficiente atención. Estaba más ocupado sintiendo que la pequeña boca de la Hyūga lo llevaba al límite.

Al salir de la oficina la realidad lo invadió, Rin nunca visitaba a Obito dentro de la empresa, lo que quería decir que su nieto había encontrado una nueva amante dentro de la misma compañía. La curiosidad por saber quién era la mujer misteriosa era muy grande, se preguntaba si ella era la responsable de que Obito se mostrara tan feliz.

—¿Sucede algo, Madara-san?— la voz de su secretaria Tayuya lo alejó de sus pensamientos, sólo entonces fue consciente de que ya casi llegaba a su propia oficina.

—¿Quién es la mujer que está en la oficina con Obito?— fue directo a lo único que le importaba, esperando que ella si estuviera enterada de algo respecto a aquella persona.

—¿Hinata?— Madara asintió, así que ese era su nombre —Ella es la asistente de Obito-san.

—¿Por qué tiene dos asistentes?— así que Obito ahora tomaba la decisión de contratar a su amante como una empleada para poder tenerla cerca todo el día. Probablemente ayudándole a quitarse el estrés como demostraba hace unos instantes.

—Suigetsu se encarga de la contabilidad y de crear estrategias de ayuda para Obito-san, Hinata de organizar sus reuniones en la agenda— le informó un tanto insegura, no quería meter a Hinata en problemas ahora que eran sus primeros días en el trabajo.

—¿Su nombre completo?

—Hinata Hyūga— respondió rápidamente.

—Encárgate de decirle que la quiero presente en mi oficina en cuanto termine de hablar con Obito— el Uchiha volvió la vista al celular que recién sacaba del bolsillo de su pantalón, buscaba con urgencia el contacto de quién le podía ayudar a obtener más respuestas.

—¡Sí, señor!

Obito sintió una contracción en su abdomen, reprimir sus propios suspiros era una verdadera tortura, y se encargaría de devolverle el favor a su traviesa ojiperla. Movió un poco su silla para que a Hinata le fuera posible salir de su escondite, ver cómo los labios de la joven cubrían su miembro casi le hace llegar a su límite. Era un vista demasiado erótica, más que la de los libros que su antiguo amigo Kakashi solía leer, y de los que Gai y él mismo sólo llegaron a ver algunas páginas cuando eran más jóvenes. Hinata volvía a subir y bajar delante de él, se sentía increíble el tenerlo a su disposición, moría por ver la cara de Obito cuando lo hiciera llegar al clímax. Su mano siguió guiando el ritmo que deseaba, cada vez un poco más rápido, era un aviso de que pronto terminaría ese encuentro. 

—Hinata— el Uchiha recogió su cabello, ahora con ambas manos, reteniendo todo en una especie de coleta improvisada —Voy a terminar— le avisó con tiempo, los ojos de ella se dirigieron a los perdidos de Obito. Su cara de satisfacción logró emocionar a la Hyūga, lo estaba logrando, estaba haciendo a Obito disfrutar de su límite.

La joven incluso utilizó sus senos para rodear el miembro de Obito, tocando la punta con su cálida lengua. Él comenzó a gemir, Hinata notó los espasmos que su miembro tenía dentro de su boca. Sólo hicieron falta unos segundos para que una explosión de semen entrara directo a su garganta. Hinata no hizo un ademán de querer escupirlo, en cambio, dejó su glande dentro de su boca para seguir bebiendo de él. Lograba mantener su semilla dentro de su boca al mismo tiempo que jugaba con su masculinidad, disfrutando del nuevo sabor y desapareciendo poco a poco todo rastro de semen. Se encargó de dejarlo todo limpio, aunque la erección de su amante aún no desaparecía por completo. Seguía listo y brillante.

—¿Lo he complacido?— preguntó inocentemente, tanto que para Obito parecía que se burlaba de él. Era muy obvio que lo había dejado más que satisfecho. Pero no tenía la intención de detener su juego por el momento. 

—Eres más difícil de educar de lo que creí que sería, señorita Hyūga— antes de poder preguntarle a qué se refería, el Uchiha se levantó de su asiento y le ayudó a ponerse de pie —No dejaste de hacerme el mejor sexo oral de mi vida cuando te lo ordené— estaba tan feliz de que él dijera que había sido el mejor, que no le importó el saber que se encontraba un tanto molesto. Ella, una chica inexperta, consiguió satisfacer a su nuevo amo —No obedecer mis órdenes es lo peor que puedes hacer. Lo siento, ojos de ángel, pero no has logrado evitar tu castigo— le dió la vuelta a su cuerpo, impidiéndole poder seguir viendo el lindo gesto que mostraba luego de un orgasmo.

—Obito-sama...

—Ahora eres mi sumisa, me perteneces por completo— se dejó llevar por sus suaves y grandes manos, le permitió quitarle cada una de las prendas que la cubrían — Encárgate de ponerle el seguro a la puerta— le ordenó con un tono autoritario, Hinata caminó desnuda por la oficina hasta llegar a la puerta, que se encargó de cerrar bien para no volver a ser interrumpidos. Cuando giró para regresar a su lado, descubrió que Obito también se estaba desvistiendo, poder observar su cuerpo la cautivó durante varios minutos. Obito le parecía una obra de arte hecha realidad.

—Listo— le indicó un poco temerosa, recordándose a sí misma las reglas del juego, Hinata no se atrevió a verlo directamente a los ojos. 

El Uchiha encendió una pequeña bocina que tenía sobre una de las sillas del lugar, la música era clásica y lo suficientemente fuerte para acallar los ruidos lascivos que harían sus cuerpos. Aunque no podría asegurar que también los de sus incontrolables gemidos.

—Regresa aquí— lo obedeció sin oponer resistencia, una parte de ella estaba dispuesta a aceptar cualquier castigo de su parte —Ahora, cuando te atrevas a desobedecer, puedo follarte hasta que me supliques por tu clímax— cerró los ojos al sentir la mano de Obito tocando la piel sensible de sus labios.

—Mmm... 

—Promete que serás una buena chica, o te voy a negar tu orgasmo nuevamente— un ligero suspiró salió de su boca al sentir que su miembro rozaba su entrada. Lo quería, deseaba tanto tenerlo dentro de ella —Un castigo no es para que lo disfrutes, Hinata. 

Gimió ante sus palabras —Seré una chica buena, Obito-sama— le prometió mientras empujaba sus caderas hacia él, buscando su tan anhelado contacto. 

—¿Te gusta cuando te hablo de esta manera, ojos de ángel?, Porque estás muy mojada acá abajo— Hinata se encontraba tan perdida entre sus palabras y sus ardientes caricias, que no le importaba lo que Obito podía llegar a hacerle a su cuerpo, tan sólo quería sentirlo una vez más.

—Por fa-favor, necesito de Obito-sama— toda esa caliente situación solamente funcionaba para hacer crecer su excitación. Se sentía una pervertida, pero es en lo que creía que Obito la estaba transformando. 

—Sabía que terminarías suplicando, es parte de ti— fue besando desde la parte baja de su espalda, subiendo de manera provocadora por su columna, sin detenerse hasta llegar a su cuello y luego pasando el espacio a su hombro. Se encargó de dejarle una marca roja en esa zona, quería que si alguien llegaba a descubrirla se diera cuenta de que Hinata ya tenía una relación.

—Obito... 

—No tengo un preservativo conmigo hoy, ¿Eso te molesta?— sabía que si decía que si, Obito no la tomaría. Él seguía las instrucciones de su ginecólogo estrictamente, además de que nunca la obligaba a hacer algo que ella no quería. 

—No importa, puedo tomar la píldora— se apresuró a responder, lo único que quería es que no la hiciera esperar más tiempo. 

—Siendo de esa manera, escucha atentamente lo que harás, porque no pienso repetirlo— Obito buscó entre la ropa que había dejado sobre el respaldo de su silla, encontrando una de sus corbatas favoritas —Acércate al escritorio. Separa bien esas lindas piernas, ahora te debes inclinar sobre el— lo hizo, siguió todas sus instrucciones al pie de la letra. Sus antebrazos estaban apoyados sobre la madera del escritorio, y sus piernas separadas a una distancia agradable para ella. No era la primera vez que recibía un castigo físico, cuando tenía doce años, su tío la hizo realizar una serie de sentadillas y abdominales, acompañada de su primo Neji. Todo porque ninguno conocía las respuestas a sus preguntas sobre la historia de la familia. Aunque con Obito obviamente era diferente —No tienes permitido doblar las rodillas, pase lo que pase. Cada vez que lo hagas, significará un azote de mi fusta— gimió al sentir que acariciaba sus piernas y se detenía en sus glúteos —¿Lo has entendido?— asintió débilmente, los dedos Obito acariciando su centro casi le roban un gemido.

—Pero...— quiso pedirle que subiera el volumen de su bocina, no quería correr el riesgo de ser escuchada, pero Obito fue más rápido que ella. 

—Muerde esto— ahora tenía la corbata de Obito dentro de su boca, lo cual le permitía reprimir sus propios gemidos y gritos. En verdad estaba agradecida por ese detalle —Como no podrás hablar, tu nuevo código de seguridad es otro— casi olvidaba que debían tener una palabra de seguridad, pero afortunadamente el Uchiha lo tenía siempre presente. Nunca dejaba de ver por su comodidad o bienestar, y eso le encantaba —Golpea el escritorio tres veces si necesitas que me detenga.

Obito comenzó a deslizarse por su cuerpo, de forma seductora, con toda la paciencia requerida para disfrutar de cada centímetro de la blanca piel de la joven. Hinata movía sus caderas a su ritmo, buscando que sus cuerpos se encontraran para formar uno solo. Tomando su cintura, el pelinegro contempló el hermoso cuerpo de Hinata, la chica que en verdad estaba dispuesta a seguir lo que él quisiera, la mujer que lo cautivó con sus hermosos ojos, la persona que lentamente se robaba su corazón. Ese que se había encargado de cubrir con una serie de muros, que la Hyūga había derrumbado en tan sólo unas semanas. 

Un gruñido escapó de su garganta al rozar nuevamente su entrada, necesitaba todo de la azabache, unir su cuerpo al de la ojiperla, estar dentro de ella y marcar lo que ahora creía suyo. Sin poder resistir un segundo más, Obito alineó su miembro cerca de ella y entró de una sola estocada. La corbata ahogó el grito de placer de Hinata, quién aguantó los espasmos de su cuerpo y no dobló sus rodillas. Apretó con fuerza sus manos al sentir que el Uchiha comenzaba a moverse, golpeando su interior con una determinación increíble. Él levantó su mano derecha y tomó el cabello de la Hyūga, tirando de el hacia atrás en un intento por acercarla más. Hinata se sintió de maravilla, cada embestida le hacía tocar un poco del cielo, sus pezones incluso se volvían más duros con cada empujón de las caderas de su amante. Obito miró hacia abajo, dónde sus cuerpos se sincronizaban en una danza exquisitamente erótica. Miraba su miembro entrar y salir del interior de Hinata, quién se estremecía solamente para él. No podía sentirse más afortunado al saber que era el único hombre que la había disfrutado de esa manera. Jamás le interesó que una de sus parejas fuera virgen, pero ahora comprendía porque era algo tan especial para una mujer, porque un hombre se sentía tan halagado de que lo escogieran para entregarle tan preciado tesoro.

Quería darle un orgasmo mayor que otros, hacerle ver que si obedecía la recompensa sería magnífica. Le encantaba verla luchar por no doblar sus piernas ante el placer que la invadía, todo porque él se lo había pedido. Dejó de estirar su cabello y se fue contra su clítoris, que movió en círculos con ayuda de su pulgar. Ella mordía con más fuerza la corbata debido a que disfrutaba demasiado cuando la frotaba de esa manera. Obito humedecía sus dedos y volvía a tocar los puntos más sensibles de su cuerpo, deleitando a Hinata con sus hábiles movimientos.

La ojiperla retiró la corbata de su boca, para sorpresa de Obito. Pensó que tal vez Hinata le pediría que se detuviera, y no pudo estar más equivocado —Más fuerte— murmuró contra el escritorio. Obito sintió que el interior de su amante lo envolvía con más fuerza.

—Repite eso, Hinata.

—Más fuerte— le pidió en una súplica que encendió más a Obito.

—¿Por qué?

—Por favor, O-obito-sama. 

Era difícil negarse a esa linda voz, por ese motivo Obito ni siquiera dudó en cumplir su petición. La embistió con más fuerza, encontrando fascinantes los ruidos que hacían sus cuerpos al chocar uno contra otro. Apretó su cadera con una mano y siguió frotando su botón rosa, Hinata de nuevo se colocó la corbata en la boca para no gemir en voz alta con la llegada de su clímax. Cada músculo en el cuerpo de la Hyūga se tensó al sentir que Obito llenaba su interior, su orgasmo acompañó al del Uchiha de una manera arrasadora. A Obito no le importó que las piernas de Hinata se movieron en contra de su voluntad, lo dejó pasar por ese día. Ambos se quedaron inmóviles durante unos minutos, perdidos en la tranquilidad y felicidad que desbordaba a sus cuerpos.

Fue Obito quien comenzó a vestirla, con mucho cuidado y sin dejar su gran sonrisa. Hinata estaba feliz de sentir como sus manos la recorrían una vez más, lo único que era capaz es de imitar su sonrisa, porque las palabras sin duda no querían salir de su boca. Cuando terminó con ella, fue el turno de que él se diera la vuelta para vestirse también, Hinata lo observó antes de decidir devolverle el favor. Se acercó para ajustar su cinturón negro y abotonar su camisa de vestir, con la corbata debió ponerse de puntillas, de esa manera conseguía estar a su altura. Sus ojos demostraban una complicidad que para ambos resultó muy agradable, sólo ellos dos sabían lo que sucedió ese día en la oficina de Obito Uchiha.

—Ers todo un sueño, Ojos de ángel— le habló con un tono juguetón al ver que terminaba de colocarla en su lugar. Hinata se sonrojó fuertemente, aquella prenda estaba un poco mojada por culpa de su saliva, tal vez sería mejor si Obito lo la utilizaba por unas horas —¿Puedes revisar mi celular antes de irte?

Hinata giró un poco su rostro, el celular de Obito seguía en el mismo lugar que lo dejó —¿Puedo hacerlo?

—No tengo nada que esconder— su sinceridad le hizo sentir cosquillas, Obito en verdad comenzaba a confiar en ella, tanto como para pedirle algo así —Quiero que me informes sobre mi historial de llamadas y mis últimos mensajes. Necesito saber si Suigetsu decía la verdad— Hinata asintió, con un ligero salto bajó del escritorio para ir en busca del celular de su jefe. Mientras ella hacía eso, Obito buscaba entre los cajones de su escritorio, esperando encontrar el segundo regalo que le había prometido a la Hyūga. 

Apenas y encendió el celular, un mensaje pidiendo la contraseña le impidió seguir adelante —¿Cuál es su contraseña?— volvió su vista a Obito, que seguía removiendo dentro de los cajones, al parecer sin encontrar lo que tanto buscaba.

—Diez, cero, dos— le respondió de forma inmediata, Hinata intentó no sonreír, Obito usaba su fecha de cumpleaños como contraseña. Lo primero que llamó su atención al poder desbloquear el celular, fue el fondo de pantalla, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal.

Era ella, no entendía en que momento Obito le había tomado una foto, pero ahora esa imagen la usaba como el fondo de su celular. No pudo evitar las lágrimas de felicidad que lentamente se acumularon en sus lindos ojos, Obito se asustó al verla llorar. ¿Hinata había visto algo malo en su celular?, ¿Quizá algún mensaje de su esposa?

—¿Por qué lloras?— Hinata regresó con él, intentando limpiar las pequeñas gotas que se escapaban de sus ojos perla.

—¿Cuándo me ha tomado esta foto?— Hinata le mostró la pantalla del celular, dónde desde hace unos días una imagen de ella ocupaba su fondo. Había olvidado ese detalle.

—Una tarde, estabas en tu escritorio y yo...— se avergonzó más con cada palabra, sus mejillas incluso subían de color. Hinata se conmovió al verlo, era muy adorable. Por primera vez se mostraba tímido y nervioso con ella.

Para aliviar su estado de completo caos interior, Hinata se limitó a besar su mejilla derecha, causando aún más calor en el rostro de su acompañante —Gracias— Obito se quedó sin palabras, y Hinata disfrutó ser ella la que provocó esos sentimientos en él. Continuó con el que era su propósito inicialmente, y para gran fortuna de Suigetsu, el celular si registraba una gran cantidad de llamadas perdidas a nombre de él.

—Entonces tenía razón— murmuró en cuanto Hinata le mostró la pantalla, casi suspirando, se resignó a que la situación también era en parte su culpa. Debió atender su celular en cuanto sintió la gran cantidad de vibraciones. 

—¿Qué es eso?— señaló a la cajita rectangular que Obito tenía en sus manos, luego de dejar el teléfono en el bolsillo de su amante. El Uchiha la tomó por sorpresa cuando sujetó su cintura y la elevó para al final sentarla sobre el escritorio.

—Tu segundo regalo— abrió la caja dorada para encontrarse en su interior con un collar —Es discreto, por lo que solamente nosotros conoceremos su significado— aquel regalo era una pequeña cadena con un aro en el centro —Es de plata, con esto es oficial que aceptas ser mi sumisa. No te lo deberás quitar— con una tímida sonrisa, Hinata asintió para permitirle acomodar el collar en su cuello. No le apretaba y tampoco le quedaba muy flojo, tenía el tamaño justo para hacerla sentir bien con el —Ahora eres mía, Hinata.

—¿Y usted?— tomó sus mejillas para obligarlo a ver directamente a sus ojos, dispuesta a no permitirse dudar en ese momento —¿Obito-san es mío?— las manos del pelinegro ahora estaban a los costados de sus piernas, inclinándose ligeramente hacia ella.

—Completamente tuyo— una sonrisa un tanto perversa se reflejó en sus labios, Hinata sintió que su corazón daba un brinco al comprender que decía la verdad. Así como ella le pertenecía, Obito también era suyo. Algo en su interior comenzó a moverse, como una pluma que se frotaba con delicadeza. Sus bragas volvieron a mojarse con esas dos palabras.

Escapar de Obito luego de esa última conversación no fue tan sencillo, sino fuera porque ella insistió en que estaban tardando demasiado tiempo encerrados, seguramente Obito la habría poseído una vez más. Aunque quisiera no podía culparlo, porque ella también disfrutaba de estar con él, de todas las formas posibles. La música la había apagado antes de que ella saliera de su oficina, luego de un par de besos de despedida que hicieron reflexionar un poco a Hinata. Después de lo acontecido, no se sentía que Obito le hubiera dado una reprimenda muy dura. Probablemente se debía a que con los entrenamientos de su tío Hizashi, ya estaba acostumbrada a los castigos físicos. Se preguntó si los siguientes serían diferentes, y su interés por querer experimentar la asustó un poco. 

—¿Estás bien, Hinata?— Suigetsu fue el primero en acercarse rápidamente a ella, justo en ese instante la ojiperla se percató de que sus compañeros estaban reunidos cerca de su escritorio —Oh no, Obito-san te hizo llorar— la abrazó torpemente al notar que los ojos de su compañera se encontraban ligeramente rojos. 

—Es-estoy bien, Obito-san sólo me descontó un día. Es gracias a que revisó su celular y tenía las llamadas perdidas de las que hablaste— agradeció que Suigetsu la tenía abrazada, de esa manera nadie podía ver claramente su rostro, y descubrir que estaba mintiendo.

—Déjame pagarte ese día que perdiste por mi culpa— Suigetsu se separó de ella cuando Tayuya lo obligó a soltar a la chica, que a su vista parecía un poco asfixiada debido al color rosa de sus mejillas.

—¿¡Eh!?, N-no es ne-necesario— habló de inmediato, queriendo que Suigetsu se olvidara de esa idea. Aunque al ver que pensaba contradecirla, decidió agregar algo más —Mejor, Suigetsu-kun puede pagar mi almuerzo hoy.

—¡Por supuesto!— aceptó sonriendo.

—Me alegro de que no te haya despedido, Hinata— está vez fue Tayuya quien se dirigió a ella —Pero ahora es Madara-san quien desea hablar contigo.

La chica suspiró cansada, ese día no terminaba jamás. Con un saludo de despedida muy apresurado, Hinata se alejó de sus compañeros para enfrentar al abuelo de Obito. El collar que bailaba en el cuello de la joven azabache fue en lo único en que Konan se concentró desde que la miró salir de la oficina. Nadie más había notado que era un accesorio que no tenía puesto antes de llegar con Obito.

—Necesito que investigues a una mujer por mí— la voz de Madara quedaba encerrada dentro de las paredes de su oficina, al otro lado de la línea, uno de sus nietos lo atendía con paciencia.

—Dime su nombre— pidió suavemente, frotando su sien en un gesto de fastidio. Su familia en ocasiones olvidaba que a él no le interesaba buscar información sobre posibles parejas. Shisui en ocasiones se sentía utilizado, sólo faltaba que su padre también le pidiera investigar a la mujer de quien estaba interesado.

—Hinata Hyūga.

El Uchiha menor dejó de escribir en su pequeña libreta —¿Esto tiene que ver con Obito?

—¿Cómo lo...?

—¿Cómo lo sé?— interrumpió a su pregunta, consiguiendo hacer enfadar a Madara por no permitirle terminar. Los jóvenes con el tiempo tenían menor respeto por sus mayores —Bueno, resulta que Obito me pidió investigar a esa chica. Y no creo que tú también quieras cortejarla, es demasiado pequeña para ti.

—No seas irrespetuoso, mejor dime de una vez lo que sabes de ella— le exigió, dejando atrás su intención de pedir las cosas con tacto y delicadeza. Al diablo con los modales, él necesitaba respuestas urgentes.

—Es una joven que proviene de una familia de clase media, sus padres murieron a una temprana edad y desde entonces su tío se hace cargo de ella. Tiene un primo mayor por dos años, y una hermana menor de trece, quien padece de leucemia. La edad de Hinata es de dieciocho años— Shisui había comenzado a buscar el informe sobre su investigación dentro de su computadora de escritorio, dónde rápidamente encontró la información que anteriormente recolectó para su primo —Estudia en la Universidad de Arquitectura de Konoha, hasta el momento sus maestros dan buenas referencias sobre ella. Trabaja desde los dieciséis años. Nunca ha sido arrestada o tiene multas por algún mal comportamiento. Su tío es dueño de un Dojo, en el que ella está comenzando a entrenar a niños y jóvenes de su edad. Para resumirlo un poco, es una chica muy centrada en su familia y estudios.

—¿De verdad es tan agradable como lo dices?, ¿Jamás ha hecho algo malo en su vida?— entendía un poco porque era una chica tan tranquila, ella tan sólo tenía dieciocho años, demasiado joven y sin experiencia. No entendía porque Obito se involucraba con una mujer menor que él por cinco años. 

—Bueno, en realidad— la voz de Shisui se escuchó un poco nerviosa del otro lado del teléfono —Esto es algo que no le comenté a Obito, por lo que debes guardar discreción.

—De acuerdo— accedió.

—Hinata participaba en carreras clandestinas a los dieciséis, acompañada siempre de su primo— la nueva información le causó curiosidad —No es posible comprobarle nada, pero luego de unos meses en esas competencias, Yahiko y Nagato la rescataron de meterse en problemas. La tuvieron como su corredora estrella dentro de su pista por algún tiempo.

—¿Es ahí donde la conoció Obito?, ¿Por sus amigos?— preguntó, creyendo saber lo que sucedía. Obito solía asistir a las competencias que organizaban sus amigos de Akatsuki, dónde Yahiko organizaba carreras entre los mejores conductores de la ciudad. Él incluso en algunas ocasiones llegó a asistir a uno de esos eventos, debido a que su amigo Hashirama disfrutaba mucho de ver esa clase de competencias. Seguramente su nieto la había visto correr, y se había encaprichado con la linda jovencita. 

—No lo creo, Obito dijo que la conoció de su trabajo anterior en una cafetería. Al parecer nunca coincidieron en la pista— Madara sonrió un poco, la información de Shisui indicaba que el destino ya les había negado conocerse un par de años atrás.

—¿Eso es todo?

—Es lo más importante que debes saber de ella— el Uchiha suspiró al escuchar a su abuelo darle las gracias, estaba seguro de que le colgaría la llamada —Obito ya no es un niño. No necesitas estar controlando cada uno de sus movimientos.

—Sólo quiero separarlo de su esposa, no me gustaría que se repita lo sucedido con Izuna— su sonrisa anterior se volvió aún más grande —Creo que la señorita Hyūga y yo nos podremos entender muy bien.

—¿Quieres que deje a Rin por esa joven?— en ocasiones le asustaban los planes tan apresurados de Madara Uchiha, sólo los dioses sabían qué clase de ideas locas pasaban por la mente de su abuelo.

—¿Sabías que Obito regresó a sus terapias?, Estoy casi seguro de que es por ella— Shisui estuvo a punto de decir algo más, pero su abuelo terminó la llamada argumentando que alguien tocaba su puerta.

—Adelante— indicó con su fuerte, (y en ocasiones temible), tono de voz. La silueta de su secretaria apareció en el marco de la puerta.

—Hinata Hyūga está aquí, como lo ordenó— con un gesto de su dedo índice le indicó que la hiciera pasar, Tayuya se movió unos centímetros para darle acceso a la oficina de su jefe. Hinata pasó saliva, con los nervios a flor de piel, era la primera vez que miraba al imponente Madara Uchiha.

—Gracias, puedes retirarte— Tayuya asintió y cerró la puerta tras de sí, dejando en aquella oficina a una nerviosa Hinata y un contento Madara.

—No creo que sea necesario presentarme, y tampoco que me des a conocer tu nombre. Yo lo sé todo sobre ti— Madara buscó en el primer cajón de su escritorio, de dónde obtuvo un gran álbum de fotografías —Acércate, quiero mostrarte algo.

Hinata obedeció a su extraña petición, no se sentía en condiciones de negarse a nada de lo que podía llegar a pedir el Uchiha —¿Puedo saber por qué me ha citado?

—Me gustaría que mires estas fotografías— el abuelo de Obito buscaba entre el álbum, (donde había muchas fotos de su familia), se detuvo justo en la sección que era dedicada a uno de sus nietos. Justo del que Hinata se sentía tan atraída —¿Quieres llevarte una?, No tendrás la oportunidad nuevamente de tener una fotografía de Obito cuando era un niño— Hinata seguía distraída observando las imágenes que Madara le presentaba. Obito era un niño muy tierno, su rostro infantil le causaba una gran ternura. 

—¿Por qué?— se atrevió a preguntar.

—Me enteré de la relación que tienes con mi nieto— Hinata quiso decir algo, pero le fue imposible decir algo coherente. En ese momento, su expresión era muy similar a un pez fuera del agua —Tú tienes mi completo apoyo para que Obito se aleje de su esposa, siempre y cuando no lastimes a mi familia. Créeme que no me quieres tener de enemigo— asintió tímidamente. ¿Contaba con su apoyo?, La Hyūga hasta el momento no se había planteado la idea de conseguir que Obito le pidiera el divorcio a su esposa por ella, ¿Eso era realmente lo que quería?

—Le prometo, que no voy a lastimar a Obito-san.

—Perfecto— le dió unas pequeñas palmadas a su espalda antes de continuar revisando el álbum, Hinata sonreía con cada imágen de un pequeño Obito —¿Ya decidiste?

—Me encantaría tener esta fotografía— la ojiperla esperaba como una niña a la que le darían un regalo, estaba ansiosa viendo cómo Madara retiraba la imágen para entregársela.

—Buena elección.

Hinata tomó en sus manos la foto que desde ese momento acompañaría en su cartera a los otros retratos que tenía de su familia. Si Obito tenía una fotografía de ella en su celular, era justo que también pudiera tener una de él en su cartera.

Presente.

Viernes por la noche.

Dojo de los Hyūga.

Aprender lo básico en un arte que requería de tanta disciplina no era muy fácil para un chico como Naruto, que constantemente necesitaba seguir haciendo algo nuevo, no los mismos ejercicios de rutina que Hinata le asignaba amablemente.  Pero Naruto no quería quejarse tanto, después de todo, originalmente Neji sería su instructor. Si Hinata era ahora su nueva maestra sólo se debía a lo mucho que insistió al tío de su mejor amiga.  En ocasiones, su don de ser muy persistente deba sus frutos, en pocos minutos consiguió desesperar a Hizashi Hyūga, uno de los hombres más pacientes que conocía.  

—Hinata-chan, no creas que esto no es interesante— su amiga se alejó unos momentos de los niños a los que instruía para prestarle atención, Naruto incluso sintió envidia de Konohamaru y sus amigos, ellos parecían ir más adelantados que él. Eso debido a que llevaban entrenando en el Dojo por un mayor tiempo —Es sólo que me gustaría hacer algo del siguiente nivel.

Un fuerte golpe en su brazo derecho le hizo mirar con gran sorpresa a Hinata, ella se había movido tan rápido que no fue capaz de verla hasta sentir el dolor de su patada —En el momento que puedas esquivarme, te llevaré al siguiente nivel.   

—Eso dolió, Hinata-chan— se quejó al mismo tiempo que frotaba la zona afectada. Su amiga sin duda era demasiado buena, ahora le emocionaba más poder aprender a su lado.   

—¿De verdad te duele demasiado?— Hinata comenzó a revisar su brazo con genuina preocupación, el Uzumaki no hizo nada por evitar su contacto, al contrario, se acercó un poco más a ella.  

—Creo que deberás aplicarme alguna pomada, Hinata-chan— la joven asintió sin dejar su expresión de remordimiento, tal vez debió usar menos fuerza en su ataque. Naruto la siguió al ver que comenzaba a alejarse de él, sus pies abandonaron el centro del Dojo para ir hacia las puertas de los vestidores. Hinata estaba en busca de algún objeto guardado en su bolso.

—Aquí está— la ojiperla le mostró una de las pomadas que ella misma fabricaba, siguiendo siempre la receta de sus ancestros y modificando sólo algunas veces lo ingredientes —Con esto te sentirás mejor, Naruto-kun— gracias a que llevaba puesta una playera sin mangas, fue sencillo para su compañera aplicarle el remedio a su dolor. Ambos chicos tenían las mejillas con un fuerte rubor, Naruto porque la chica que le gustaba lo tocaba, y Hinata por estar tan cerca del rubio que seguía acelerando a su corazón.

—No había notado tu collar, Hinata-chan. Es muy lindo— murmuró Naruto, tratando de acabar con sus propios nervios. El color en el rostro de Hinata aumentó, si su amigo conociera el significado de ese collar, seguramente no diría lo mismo.

—Gracias, Naruto-kun.

—Naruto necesito que me ayudes a llevar algunas cajas— su primo Neji llegó a interrumpir la escena que se desarrollaba entre los dos, Hinata entendió que por su tono y la mirada en sus ojos, lo había hecho intencionalmente. Neji podía ser verdaderamente celoso y sobreprotector, y lo peor es que era consciente de ello y sin embargo no quería cambiarlo.

—Cuenta conmigo—  el Uzumaki levantó su pulgar con una gran sonrisa dibujada en sus labios, era un poco inocente como para comprender que Neji lo único que buscaba era no dejarlo a solas con su adorada prima.

—¿Viene con nosotros, Hinata-sama?— Naruto ya estaba a lado de Neji, quien ahora miraba a su prima, esperando que decidiera acompañarlos. Tampoco es como si le interesara estar solo con Naruto, él no deseaba escucharlo hablar por horas ese día.

—En un momento los alcanzo— los chicos se alejaron dejándola sola, sentada en una banca y con la mochila que no quiso dejar en casa esa tarde. Necesitaba encontrar las pastillas que su ginecólogo le había recetado, cuando pasó a su casa para buscar su ropa de entrenamiento no las encontró en el cajón que siempre las guardaba. Le asustaba un poco no tomarla, porque justamente ese día debía hacerlo según la receta. La cajita no apareció por ningún lugar de su mochila, lo que la hizo suspirar rendida.

Tal vez podía tomarla otro día.

Un mes después.

Universidad de Konoha.

El examen de la materia que impartía Kakashi Hatake estaba pronto a presentarse, por ese mismo motivo, Sakura no dejaba de estudiar en compañía de sus amigas dentro de la biblioteca de la facultad. Lamentablemente para la joven de ojos jade, Ino no asistiría a su sesión de estudios es día debido a un cita con su novio Neji, y Hinata estaba un poco retrasada en la hora acordada. A Sakura no le gustaba tener que estar sola en ese gran edificio, no desde el incidente que ocurrió dentro. Precisamente a esa hora la cantidad de alumnos y personal era prácticamente de cero, por eso necesitaba con urgencia que Hinata decidiera hacer su aparición.

—Sakura-chan— la voz detrás de ella erizó su piel, todo su cuerpo estaba demasiado tenso. Su miedo simplemente parecía hacer crecer la diversión del chico a sus espaldas —Por fin estamos solos de nuevo…

De inmediato se levantó de su asiento, tomando sus cosas para huir de él. Su compañero fue más rápido, en segundos ya tenía aprisionada su muñeca, sus ojos fríos consiguieron hacer temblar a la chica —Por favor, n-no me hagas daño. Prometo que no le contaré a nadie.  

—Nunca dije que podías marcharte, será mejor que te disculpes por intentar irte sin saludarme.

—Suéltame— le exigió, comenzando un forcejeo que no sentía que ganaría.

—Te dije que eres mía.

—Mi alumna ha dicho que la sueltes— la sonrisa burlona de su agresor se borró cuando su profesor de cálculo apareció. El alivio llenó cada centímetro de su ser al descubrir que estaba a salvo, al menos por ahora.

—No hay porque exaltarnos, Kakashi-sensei— de forma sutil se alejó de ella, dándole pequeñas palmadas a su hombro, como intentando demostrar que no sucedía nada.

Kakashi no se retiró del lugar hasta que no lo vió marchar, incluso se quedó cerca de ella cuando Hinata llegó para estudiar junto a su amiga. Desde hace unos días notaba que Sakura se mostraba cohibida a lado de ese chico de grado superior, y estaba dispuesto a encontrar el motivo.

Esa misma tarde, Hinata bajaba del auto de su profesor Kakashi Hatake para dirigirse a una pequeña cafetería ubicada cerca de la universidad. Después de terminar sus clases, Kakashi le había pedido que asistieran a comer para poder preguntarle algunas cosas acerca del grupo, Hinata sabía que era su deber en ocasiones mantener al tanto a sus profesores de la situación con sus compañeros, ya que ella era la presidenta de su clase. Aún recordaba que fue muy sorprendente haberle ganado por un voto a su compañero Sasuke, tomando en cuenta el gran grupo de fanáticas que poseía el Uchiha. El voto que la hizo ganar fue el de su mejor amigo, y es por ese motivo que Sasuke se molestó con Naruto por alrededor de una semana. Solía ignorarlo cada que se acercaba a él, al menos hasta que el Uzumaki decidió pedirle perdón. Sasuke era muy orgulloso, y perder ante ella por culpa de Naruto lo había enfadado de sobre manera.

—Me alegra que hayas decidido acompañarme, Hinata-chan— ella regresó al presente cuando escuchó la voz del peliplata, quien retiraba una silla de una mesa para invitarla a tomar asiento. Hinata no dudó en agradecerle —En realidad sólo te he citado porque tengo curiosidad por una de tus compañeras.

—¿Quién?— preguntó realmente interesada en la conversación. Kakashi primero ordenó un té para ambos antes de seguir hablando, la mesera los atendía rápidamente con tal de seguir viendo al perfecto hombre que tenía por cliente.

—Sakura Haruno, tengo sospechas de que está sufriendo de acoso por parte de uno de sus compañeros— Hinata no logró agradecer a la mesera cuando ella les entregó su taza de té, estaba más preocupada por las palabras de su profesor que por poder parecer grosera.

—¿Sakura-chan?— la culpabilidad la invadió bruscamente, por no prestar la suficiente atención a su amiga, era probable que alguien la estuviera haciendo sufrir. Bebió todo el contenido de su té en un abrir y cerrar de ojos, si el líquido se encontraba caliente no lo notó.

—No es nada seguro, sólo quiero que la vigiles y me informes si te percatas de alguna irregularidad— Hinata asintió en varias ocasiones, no necesitaban pedirle que cuidara de sus amigas, ella con gusto podría hacerlo. 

—Lo entiendo.

—¿Necesitas irte ya?, Me comentaste que debías ir a trabajar en media hora— la chica se sonrojó ligeramente, no le gustaría que su profesor pensara que ella se quería escapar en la primera oportunidad —Puedo llevarte, no es un inconveniente para mi.

—N-no hace falta, alguien me recoge— se apresuró a decir, no quería aprovecharse de la amabilidad de Kakashi. Además de que Obito ya le había enviado un mensaje diciendo que esperaba afuera de la cafetería.

—Yo invito hoy— le dijo Kakashi con una sonrisa al notar que ella estaba buscando dinero en su cartera, su mirada no dejaba lugar para contradicciones, por eso Hinata no se atrevió a negarse.

—De acuerdo. Nos vemos mañana, Kakashi-sensei— Hinata tomó su cartera y celular para regresarlas a su maletín, sentía algo de prisa porque no le gustaba hacer esperar a Obito.

—Adiós, Hinata-chan. Nos vemos en clase— se despidió de ella con un gesto de su mano, que ella correspondió sonriendo.

Su mirada la siguió a través de la ventana cuando ella abandonó el lugar, la persona con quién se reunió en el estacionamiento y la forma tan afectuosa de saludarse le causó un pequeño estado de shock. Era Obito, después de tanto tiempo volvía a ver a su mejor amigo. No podía poner en duda el hecho de que entre ellos dos existía una relación, era claro gracias al beso que Obito robó de los labios de su alumna antes de que subiera al auto. 

Una sonrisa se reflejó debajo de su máscara. Kakashi Hatake por fin sabía cómo acercarse a Obito Uchiha nuevamente.

Notas de la autora: 

• Puede contener errores ortográficos.

• Decidí colocar imágenes en este capítulo para que ustedes vieran como los imaginaba, espero que les guste

• También tenía una pregunta, ¿Les están gustando los capítulos largos o los prefieren cortos?

• ¿Se esperaban que Hinata participara en carreras?, ¿Verdad que los tomé por sorpresa? 🌚 El motivo es que ella necesitaba el dinero para el tratamiento de Hanabi, y Neji pues la ayudaba a participar sin que su padre los descubra. Eso lo veremos más adelante 👀 

• Akatsuki aquí es un grupo de amigos que decidieron invertir para crear fuentes de entretenimiento, como en el caso de la pista de carreras. Los integrantes se respetan.

• Por ahí se descubre que Naruto no es el único amor de Hinata a parte de Obito. El amor del pasado de Hinata es nada más y nada menos que Shikamaru. Puede que llegue a escribir sobre ese tema en otros capítulos.

• Hinata ya tiene la aprobación de Madara y está en la vista de Konan, ellos también son muy importantes para la trama.

• En ocasiones mi mente vuela demasiado xd por eso sí creen que las escenas eróticas son muy intensas o al contrario quieren que permanezcan así, (o suban de nivel 7u7), pueden decirme. Esto lo comento por los menores que puedan llegar a leer la historia 👀 Igual considero que no soy muy explícita (?), aunque puedo estar equivocada.

• Ya moría por introducir a Kakashi nuevamente, porque juega un papel importante dentro de la historia. ¿Se imaginan lo que está planeando?

• Los momentos con Naruto han sido cortos, pero creo que en los próximos capítulos pueden ser más significativos. Falta que nuestro querido rubio revele porque está enamorado de Hinata, esto es desde su infancia y no hasta ahora ;)

Al final les quiero mostrar el edit que hice, cabe resaltar que no soy buena en esto xd (Las imágenes no me pertenecen, tienen sus respectivos creadores y a ellos se les debe todo el crédito). Si alguien reconoce a los autores díganme, para dejar links de ellos 🙇‍♀️💜

Son tipo viñetas estilo manga, o al menos eso intentaba plasmar xd

Este es el primero, al parecer quedó decente, o eso pienso.

Al final terminé haciendo dos que me lograron agradar, disculpen que los diálogos sean en inglés, pero así encontré los stickers.

El primero.

Traducción: Eres tan linda.

El segundo. (En lo personal es mi favorito).

Traducción: Juguemos otra vez/ Vamos a jugar de nuevo.

Espero les haya gustado 💕

Dejen sus votos y comentarios 💖

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top