Declaración de amor interrumpida.

Si hay un cumplido que suelo escuchar mucho es: "Eres muy valiente, Jack". 


Y no lo digo presumiendo. 

Todos en su mayor parte, incluido el canguro, suelen decirme que poseo un gran valor, como aquella ocasión en la que me enfrente a Pitch. 

Si bien, yo era considerado un ser valiente hasta por Hipo y Mérida, ¿a dónde carajo iba todo ese valor cuando se trataba de Punzie? 

 No es que huyera como vil cobarde ante cualquier situación que se presentara relativa a ella. No. 

Es que simplemente no tenía el valor para expresarle mi amor. Ese era el problema. ¿Qué si tenía miedos? Claro. ¿Qué persona no los llega a tener? 

Temía el posible rechazo. El hecho de que Rapunzel simplemente dijera: "Lo siento, Jack. No me gustan los chicos como tú". O que respondiera así: "Lo lamento Jack, mi corazón esta ocupado por cierto narizón infeliz". 

 Bien, tal vez no diría exactamente eso, pero el pensar en esa opción me hervía la sangre. 

 Sin embargo, no ignoraba la probabilidad de obtener respuestas positivas. ¿Qué pasaría si mi parlanchina respondía mi confesión con un "Yo también siento lo mismo"?

Por fin podría hacer realidad aquella ilusión de sujetar su mano por largo tiempo, abrazarla cuantas veces pudiera, probar esos rosados labios que se curvaban en la sonrisa más linda que había. Mostrarle el mundo que ella se había perdido durante dieciocho años , perseguir sueños nuevos, me emocionaba la idea de un futuro a su lado.

Ese era el impulso que me llevaba a dar el primer paso. Los miedos se quedaban atrás, lejos muy lejos. Ésta era la oportunidad. 


— ¿Jack? —Mi princesa rubia se acercó a mi. Mis manos temblaban y noté como comenzaba a sudar—. Dijiste que querías hablar conmigo hoy, ¿sucede algo? 

Sus ojos ahora me miraban llenos de curiosidad. Por alguna extraña razón tenía ganas de salir volando, pero no era el momento. 

—Bien, Punzie... Eres una chica bastante agradable, ¿sabes? 

—Siempre dices eso de mi —mi amiga sonrió tiernamente—. ¿Qué hay de nuevo en eso? 

Aclaré mi garganta, sintiendo un extraño cosquilleo en mi estómago. Que más hubiese deseado que fuera hambre. 

—Y desde que formamos el equipo nos volvimos buenos amigos, ¿no? —Proseguí un poco más confiado. 

—Sí, los mejores —noté como se acercaba un poco más hacia mi y sentí como mi corazón se aceleraba.

—Lo sé, pero hay algo que he querido confesarte, Punzie. 


— ¿Ah sí? Dime por favor, Jack. 

 Era ahora o nunca.

—Lo que yo quería decir es que tú, digo, yo... Yo te... 

Cabe mencionar que hay momentos en los que odio a mi nuevo mejor amigo y su lagartija subdesarrollada. Y este caso fue uno de ellos. Mi declaración nunca terminó, ya que un enorme furia nocturna cayó sobre mi, aplastándome en el proceso. 

— ¡Jack! —Oí la voz desesperada de mi soñadora y otras dos voces que supuse eran de mis amigos. 

 — ¡Te dije que necesitabas más espacio! —el tono de reproche de Mérida iba hacia Hipo. 

—No creí que fuese necesario —habló el vikingo quitándome a su dragón de encima. 

 — ¡Oh Dios mío! —Exclamó mi amiga rubia con preocupación—. Iré por ayuda. 

La vi alejarse con rapidez. 

—No... —Susurré antes de cerrar mis ojos con pesar, lamentando el fracaso de mi confesión.

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