Capitulo- 23



12 de junio en la noche


Esa noche, Alice logró salir de la suite de Jared a hurtadillas y con sumo cuidado tras vestirse con rapidez y tratar de entrar a su habitación sin hacer ruido, finalmente fue descubierta gracias a los ruidos de bolsas que sus paquetes de compras hacía.

— ¿Pero dónde has estado? — preguntó Camille, quien la vio entrar desde el sofá de la estancia donde ella se hallaba sentada — Stevie y yo te hemos mandado miles de mensajes y no respondías. — Con prisa la morena dejó la revista de modas que estaba leyendo sobre la mesa de centro, y con rapidez acudió en ayudar de su amiga quién apenas y podía con tanto bulto. A Camille por un instante le pareció que Alice parecía la versión moderna y sofisticada de un Ekeko— ¿Es que acaso apagaste tu teléfono o se te descargó la batería?

— No, yo... — intentó explicar Alice un tanto acelerada— ¿dónde está Stevie?

— Estuvo esperándote como una hora y media aquí y luego decidió ir a ver sí ya estabas en el bar ¿Pero dónde estabas? Dudo que las compras te hayan tomado tanto tiempo. Además él me dijo que te vio abajo y subiste con Jared al ascensor ¿Acaso pasó algo?

— Es una larga historia y la verdad no tengo tiempo de contártela ahora — respondió la rubia con prisa.

—Bien, entiendo. Pero tendrás que contarme cuando salgas del trabajo— sentenció Camille apuntándola con el índice.

— Es una promesa. Ve al bar esta noche, Rose estará al cuidado de la señora Gómez para que no hagas de niñera. — Respondió Alice, mientras caminaba a grandes pasos hacia su dormitorio con un par de grandes bolsas de cartón blanca con moños decorativos en ellas, dejando todo el resto de sus compras en la estancia.

— ¡Sabes que cuidar de mi ahijada no me hace ser niñera, Scott!— le dijo Camille subiendo la voz paulatinamente a medida que se cerraba la puerta tras Alice— ¡pero te agradezco la invitación, ahí te veo!

Alice entró a la ducha para darse un baño rápido, y tras varios minutos más tarde, salió de éste envuelta en una toalla lista para sacar su nueva tenida recién comprada de las bolsas.

Tras colocarse una mini falda color naranja a la cintura, decorada por un delgado y negro cinturón de hebilla dorada, una blusa negra de tela vaporosa y trasparente que desabotonó en los dos primeros ojales color plata, pantis medias del mismo color de la blusa y unos botines con tacones gruesos; ella se dispuso a maquillar su rostro. Enseguida arregló su rubia cabellera colocándose dos orquídeas por lado que se encargaron de sostener dos mechones hacia atrás, de modo que sus dorados bucles caían como cascadas sobre su espalda.

Le quedaba una hora para entrar a trabajar por lo que estaba algo agobiada. Lo último que quería era, ser despedida por llegar tarde. Así que luego de comprobar a través del espejo que ya estaba lista, tomó su cartera y salió con rapidez de su dormitorio y luego de la suite para lanzarse casi de cabeza al elevador que afortunadamente para ella, una camarera detuvo para subirse junto a un carro con un montón de ropa sucia.

Encendió su celular mientras el elevador descendía hasta la primera planta, y descubrió que había recibido unas diez llamadas de Stevie, quince mensajes de voz y ocho de WhatsApp. También Camille reclamó su presencia con varias llamadas perdidas, cientos de mensajes de voz y una de WhatsApp (al igual que Stevie) que Alice ignoró por haberse encontrado con su amiga en la suite, supuso que en dichas llamadas y mensajes le diría exactamente lo mismo que Camille ya le había dicho momentos atrás. Pero quien estaba realmente desesperado por comunicarse con ella, era su jefe. Quien intentó una y otra vez ubicarla para avisarle que los ensayos se adelantarían por cuestiones de agendas.

Apenas cruzó la entrada del bar, ella se escurrió tras el escenario y se metió a los camarines para retocar un poco su maquillaje y su cabello, puesto que el haber corrido tanto, la hizo traspirar lo bastante como para que su maquillaje se corriera un poco y su cabellera se desacomodara. Afortunadamente el sudor no traspasó su ropa, pero por si las dudas, se aplicó un poco mas de anti desodorante.

— ¡Por fin has llegado, el ensayo era hace treinta minutos! — dijo una chillona voz masculina de un hombre moreno alto de contextura delgada, rasgo latinos y juveniles con apariencia de productor musical que apareció de pronto por detrás de Alice para mirarla desde el reflejo del espejo. Éste hombre vestía muy casual con su sombrero de medio lado, una camisa blanca desabotonada desde el cuello hasta la clavícula y una mascada negra a cuadrille que adornaba su cuello.

— ¿Hace treinta minutos? — repitió con asombro Alice volteando hacia atrás mientras mantenía su labial suspendido en el aire a la altura de su boca. Enseguida volvió al espejo y tras guardar sus cosméticos de manera rápida y torpe en su estuche, se apartó del tocador.

— Te mandé mensajes, linda, miles ¿Es que no los revisaste? — preguntó el jefe reprendiéndola.

— Lo siento, jefe.

— Vamos, Mike, no seas tan duro con ella, además es tu mejor cantante — intervino Camille entrando al lugar sin permiso. Eso al jefe de eventos no le gustaba, pero sabiendo que se trataba de la hija del dueño del hotel, no tenia opción, después de todo, Camille Reed era la princesa heredera al trono de la industria hotelera, siendo el hotel su castillo, la industria de hoteles y casinos Reed su reino, Alice su amiga y doncella, mientras que el resto del personal (incluyendo Miguel) sus servidores.

— ¡Mi nombre es Miguel, Miguel! Ay me va dar migraña —Dijo el jefe un tanto histérico, mientras se llevaba las manos a su sienes — ¿cuál es la manía de los gringos tener que transformar todo a su idioma?

— El español no es fácil, Mike... digo, Miguel... perdón jefe — dijo Alice un tanto avergonzada.

— ¿Ah sí? ¿Eso crees, Alicia? ¿Lo has intentado? — Preguntó aquel moreno latino enfatizando el nombre de la rubia en el español. — ¿Tú sabes cuánto nos hemos esforzado los latinos para aprender hablar en su idioma en todo el mundo? — Alice no supo que decir, simplemente giraba sus ojos de un lado a otro con la duda impresa en su rostro. — ¿y acaso ustedes se han esforzado, aunque sea un poco en hablar español con la comunidad latina de este país o el resto del mundo?

— Yo... no lo sé, jefe — respondió Alice aun con la vergüenza plasmada en su rostro, voz y postura corporal. Se sentía como una alumna ante su profesor estricto empeñado en hacerla sentir mal frente a toda la clase.

— No, claro que no — dijo él con sarcasmo — ¿y sabes cuantos artistas latinos hablan inglés y hasta han sacado discos en ese idioma?

— Muchos— dijo ella.

— ¡Prácticamente todos, desde Selena Quintanilla hasta Shakira!— apremió el jefe — ¿y cuántos artistas anglosajones saben hablar en español y han sacado disco?

— ¿Selena Quintanilla? ¿Querrás decir Selena Gómez? — intervino Camille a lo que Miguel rodo los ojos y fingió no haberla oído.

— Pues, Christina Aguilera si lo ha hecho ¿no?— dijo Alice dudando un poco en su respuesta — Sacó un disco completo en español.

— Sí — afirmó Camille

— Oh por favor, esa mujer no cuenta, primero porque es mitad latina y segundo porque nunca aprendió hablar en español realmente, sólo cantaba por fonética, no porque supiera hablar español

— ¿Y qué me dice de J.Lo? — Quiso saber Alice.

— A ver, Mike ¿Cuál es tu queja? — Interrumpió Camille un tanto exasperada por aquella extraña charla, que según ella no tenía sentido. — Que la mayoría de los americanos... — se detuvo al ver la mirada acecina de Miguel, ésta era como sí le penetrara hasta el alma cual rayos láser con los ojos— disculpa, disculpa. Se me olvidaba que esa palabra también es tabú. — Dijo la morena casi burlándose — Pero debes entender, que nosotros los americanos, no tenemos un gentilicio para referirnos a nosotros mismos

— Ustedes son estadounidenses — dijo Mike

— Sí, como sea. ¿Cuál es tu queja? ¿Que la mayor parte de los "Estadounidenses..." — dijo haciendo las comillas con los dedos — no sepan hablar en español y los latinos sí en inglés? ¿O que te digamos Mike en vez de Miguel?

—Ambos, Camila, ambos— respondió él tajantemente.

— ¿Sí sabes que estás exagerando, verdad? — comentó Camille, mientras se le escapaba una pequeña risita, lo que provocó que Miguel se sintiera aún mas irritado

— Ya está, no importa. Esta conversación se acabó — dijo alzando las mano con las palmas hacia arriba — ¡Tú! — Señaló a Alice casi sentenciándola — ¡ve al escenario a ensayar, ve, ve que los clientes pronto llegarán y sabes que no me gusta que nos vean tocando mientras no sea el verdadero show; y no quiero volver a ver que llegas tarde, Alicia!

Alice, asintió sin decir nada y prácticamente corrió al escenario donde sus compañeros de banda la estaban esperando.

— Eternal flame — indicó ella una vez que se acomodó de tras del micrófono.

El local se encontraba prácticamente vacío, de no ser por el barman, el cual se encontraba secando los vasos recién lavados, los camareros bajaban las sillas de las mesas para ponerlas en su lugar alrededor de los redondos muebles de maderas, y sobre el escenario, los músicos ensayando.

Los únicos individuos que no pertenecían al personal del local, eran Jared, Stevie, Tomo y Shannon quienes se hallaban sentados en una mesa al final del bar, siendo ellos los primeros clientes en llegar.

Cuando la música comenzó a sonar y la voz de Alice entonó las primeras notas de aquella canción, Jared alzó la mirada en dirección al escenario.

— Es esa canción — observó Tomo en un susurro no muy disimulado, por lo que en respuesta recibió un codazo y una mirada de advertencia por parte de Shannon

— ¿Que hay con esa canción? — quiso saber Stevie

—Yo, voy a la barra, necesito... estar más cerca del... baño — dijo Jared poniéndose de pie mientras improvisaba una excusa y se alejaba de sus compañeros.

— Es una canción que a Jared le gusta mucho — dijo Tomo mirando a Stevie, mientras asentía lentamente con la cabeza, sin embargo, esta vez no agregó nada más, porque el baterista lo tenía amenazado con tirarle rayos con su mirada acecina si seguía hablando demás.

Jared atravesó todo el local a grandes zancadas, aproximándose a la barra donde el barman ya estaba preparando y sirviendo un trago, a una chica de cabellera castaña y suelta de cuerpo despampanante, que Jared no supo reconocer al principio cuando se sentó junto a ella. Sus grandes y azules ojos de asombro y nostalgia sólo se fijaban en Alice en aquel momento.

— Así que tú y Alice subieron juntos en el ascensor hoy — comentó Camille en un tono curioso y pícaro, mientras bebía un poco de su trago recién servido por el barman. Un líquido azul brillante dentro de una copa redonda en forma de cono cuyo borde estaba empolvado de sal.

Jared se sobresaltó al oírla obligándolo a apartar la mirada de su ex novia, quien hasta ese momento lo tenía hipnotizado con su voz. Al mirar a Camille sonrió negando levemente con la cabeza— Es natural, nuestras suites se encuentran en el mismo piso.

— Ya veo — dijo la morena— ¿sabes? Ya que lo mencionas, aun me pregunto si es coincidencia o algo premeditado el hecho de que elijas la suite presidencial del penúltimo piso, ya han sido dos veces desde que vienes a este hotel. —Jared tragó un poco de saliva — y supongo que tú y Alice se quedaron "atrapados" en el ascensor a mitad de camino de nuevo esta tarde ¿no?

— No sé a qué te refieres — contestó Jared un tanto cortante

— Vamos, no finjas. Esta tarde Stevie me contó que tú y Scott subieron al ascensor y por alguna razón que ignora, Stevie me comentó que tuvo la descabellada sensación que lo dejaste afuera del elevador apropósito, y cuando por fin logró llegar a nuestra suite, resulta que Alice no estaba. — comenzó a narrar ella — intentamos llamarla y no contestaba, llegó sospechosamente a hurtadillas a nuestra suite, y por si fuera poco, llega tarde a trabajar. —Jared de pronto comenzó a sentir que sudaba frio.

— Un whisky, por favor — pidió el cantante al barman sin mirar a Camille

—Tranquilo, estoy de tu lado. Sé que ella no es feliz con Stevie — dijo la morena, esta vez con más seriedad— hasta desearía que volvieran a ser novios tú y Alice— de ese modo, volvió a recuperar la atención de Jared y tras un breve silencio, ella volvió a sonreír — Así que ¿pasó algo entre ustedes dos? — Preguntó, pero Jared desvió la mirada nuevamente y Camille pudo notar una pequeña sonrisa involuntaria en el rostro del cantante — ¡Lo sabía el que calla otorga, Jared Leto! — dijo la chica sin aguantar la emoción.

— ¡Shii! — la hizo callar él rápidamente poniéndose un índice sobre sus labios mientras, fruncía el ceño levemente.

—Así que... ¿y ahora qué? — Preguntó Camille —Jared suspiró pesadamente mientras veía que una mano masculina colocaba frente a él un vaso de whisky. Luego tomó un sorbo y respondió:

— Ahora nada — dijo él en un tono resignado

— ¿Qué? ¿Por qué? Ustedes son una pareja épica. No deben seguir separados — expresó la morena esta vez teniendo cuidado de no alzar la voz.

— Quizás tengas razón — dijo Jared dirigiendo su mirada a Alice quien ya estaba en las últimas estrofas de Eterna Flame— pero después de que lo hicimos, ella se sintió culpable, no dejaba de mencionar a Stevie, decía que él no se lo merecía y que yo no podía hacerle daño a Margot, entonces tuve que aclararle que entre ella y yo no hay nada en realidad, que sólo somos amigos y compañeros de reparto. Lo que es verdad porque Jargot no existe en realidad.

— Pero eso es bueno— dijo Camille — digo, significa que cambia las cosas para ustedes ¿no?

Jared negó suavemente con la cabeza, mientras ella hablaba y a continuación contestó:

— No, no cambia nada, yo no estoy con Margot, eso es cierto. Pero eso no cambia el hecho de que Alice si está con Stevie.

— Tú y yo sabemos que no lo ama— replicó Camille soltando una risotada — no te preocupes, Leto, yo te ayudaré a reconquistar a Alice — añadió guiñándole un ojo.

La señora Gómez era una mujer caucásica, joven, de unos treinta años más o menos, su piel era clara, pero no tan blanca ni tan morena, sus ojos eran café y su cabello era de un castaño rojizo, su cuerpo era de compleción estándar, no era delgada, pero tampoco era gorda. Ella, en realidad no era niñera de profesión. Su trabajo real era atender el restorán del hotel a la hora del desayuno y en el almuerzo.

Alice le pedía muy de vez en tanto que cuidara de su hija cuando ni Camille ni ella podían estar con Rose durante las noches.

Intentó de todo para hacer que Rose se durmiera, lo estaba intentando desde hace casi una hora. Pero nada resultaba; le leyó un capitulo de sus libros favoritos, la acompañó mirando juntas una película de Disney, le enseñó palabras en español pero nada funcionaba, Rose simplemente no lograba dormir por miedo a que pudiese sufrir una pesadilla.

La niñera entró al dormitorio de Rose, esperando que su último recurso funcionara. Le ofreció a la pequeña un vaso de leche tibia con ralladuras de cáscaras de naranjas, pasiflora y melisa. Todo un conjunto de ingredientes naturales para elaborar un remedio casero que curaría el insomnio de quienes lo padecían.

Tras beberse todo el vaso de leche que la mujer le ofreció, esta se acomodó nuevamente en la almohada y la señora Gómez la arropó cuidadosamente como sí se tratara de su propia hija.

Rose le pidió que le cante una canción. La niñera con dulzura se sentó a los pies de la cama, y comenzó a entonar una dulce melodía que poco a poco Rose escuchaba como un eco lejano hasta perderse en la ventisca fría de la nieve que le cubría el cuerpo.

Abrió los ojos, y nuevamente se vio acostada en el regazo de Morfeo, a quien pudo ver con claridad esta vez cuando giró su cabeza y quedó boca arriba, su rostro se encontró frente a frente con el de Shannon.

— ¿Tío Shannon? — Preguntó la niña bastante confundida, mientras se incorporaba con mucha lentitud— ¿qué haces aquí?

— He estado contigo todo este tiempo — respondió él

— ¿Eres el angelito de mi sueños?

— Soy el guardián de tus sueños

— ¿El guardián de mis sueños es tío Shannon?— Morfeo se rió suavemente ante la duda de la niña.

— Puedo tomar la forma de quien tú quieras e incluso imitar su voz

— Como Mistyc— preguntó la niña con la voz temblorosa— ¿En tu forma real eres azul y con escamas?

— No, no soy azul ni tengo escamas, pero si, algo así como Mistyc. — respondió él.

Si bien, Rose también interactuaba con Morfeo algunas veces, sus manifestaciones físicas eran variadas. En muchas ocasiones se aparecía ante ella como Morgan, en otras ocasiones era su abuela y otras tantas como Alice. Pero cuando Morfeo se presentaba ante la niña como una figura masculina, su rostro era difuso y su figura era una especie de silueta que se escondía de bajo de una sombra o a contra luz del sol. Sin embargo, esta vez, el guardián de los sueños decidió, que lo mejor era aparecer ante ella como Shannon, pues él sabía, que el baterista formaba parte importante en la vida de Rose, aun que ella no sabía muy bien la verdadera razón de ello. Y pese a que se conocieron apenas unos días, era claro que sus lazos eran fuertes y especiales.

— Quisiera que dejara de nevar — dijo ella abrazando su lechuza de peluche — pero la nieve simplemente no deja de caer.

— La razón de que no puedas parar la nieve, es que tú no controlas este mundo. — Explicó el guardián — y si no enfrentas tus miedos, jamás podrás controlar este frío mundo llamado Por siempre invierno

— No es justo— se quejó la niña —el invierno es mi estación favorita ¿Por qué debo tener miedo en este lugar?

— No temas, yo estoy contigo

— ¿Y Jared?

— Ya pronto estará aquí, linda

—No me dejes, tío —suplicó la niña aferrándose al brazo de Morfeo

—No lo haré, estaré junto a ti hasta que despiertes —respondió el Dios de los sueños, mientras acariciaba la cabellera de la niña en un gesto de consolación. Rose suspiró resignada e intentó dormir dentro del sueño, queriendo de ese modo despertar en el mundo real.

Pero, pasado un rato ella abrió los ojos y sintió ganas de llorar. La nieve seguía a su alrededor, mojando su ropa y calándole hasta los huesos. Por un instante pensó que ya no despertaría más y esa idea le asustaba. Sólo tenía siete años y sus temores eran tan grandes como los de un adulto asustado.

— Aun no me despierto — lloriqueó al ver a su lado a Morfeo

— No...Aun no despiertas, linda, lo siento —respondió él

— ¿Entonces qué hago? — quiso saber Rose. En su voz se le podía sentir la angustia emergente

— Esperar, sólo esperar— respondió él mirándola con compasión — pero tranquila, recuerda que sólo es un sueño... ya pronto terminará.

—Quiero a mi mami — dijo la niña. Su voz se quebró y muy pronto ella se puso a llorar

— ¿Te sentiría mejor si tomo la forma de tu mami ?— preguntó Morfeo arrimándola mas hacia él para reconfortarla, la niña negó con la cabeza sin dejar de llorar mientras se dejaba abrazar

—No te vayas tío —le volvió a pedir

— Aquí estoy, no iré a ninguna parte

Pasando el tiempo, la compañía de Morfeo calmó un poco a Rose. Ambos se reían y conversaban como si aquel mundo onírico fuese maravilloso. Por un momento Rose pensó que ya no estaba dentro de una pesadilla, que en realidad estaba en un lugar hermoso donde el invierno no era sinónimo de frialdad y desolación, pensó que ya no estaba en el mismo sueño. Sin embargo, supo que aun seguía en el frío mundo de Jared cuando escuchó unos pasos que se aproximaban a la cortina de lianas que conformaban el sauce que la ocultaba. Sobresaltada levantó la mirada justo a tiempo para ver cómo entre las ramas, el enmascarado hizo acto de presencia. Rose se incorporó por un instante y luego volvió a ocultarse de tras de Morfeo, y se aferró aún más al brazo del guardián, él siguió la asustada mirada de la niña y al ver aquel hombre parado ahí, frunció el ceño.

— Haz que se vaya, tío Shannon, ese es el hombre que quiere separarnos a mí y a mi mami de Jared

— Tranquila — dijo Morfeo sin apartar la mirada que tenía frente suyo — mientras esté aquí él no hará nada.

El hombre de la máscara de cuero no se movía de su lugar, era como si realmente no quisiera hacer nada más que sólo quedarse ahí parado, mientras intimidaba a la pequeña con su presencia, con su mirada y por sobre todo con su existencia, lo que en realidad era algo muy contradictorio para Morfeo aquel extraño hecho, puesto que, mientras Rose veía al enmascarado que tanto la atormentaba en ese frio mundo del que quería salir; el Dios de los sueños veía a Stevie en su lugar.


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