Capitulo 20.
8 de junio 2016 por la mañana
Rose se acercó al comedor y con agilidad trepó a una de las sillas que hacían juego con la mesa del mostrador. Cuando se trataba de alcanzar sus galletas favoritas, la niña era como un mono araña trepando un árbol, y esa mañana no sólo las galletas eran sus objetivos, también lo eran los muffins de chocolates rellenos y los waffles bañados en miel de palma. También había jugo de naranjas natural, fruta de la estación, tostadas con mantequillas y mermelada, leche, cereales y café. Cosa que no era habitual cada mañana, quizás durante la noche a la hora de la cena si era normal la abundancia de comida pero al desayuno, lo normal era algo rápido , limitando la comida a leche y avena para Rose, y café con un par de tostadas para Alice y Camille. Sin embargo, esa mañana en particular, Camile sintió que debía disculparse con su amiga y para compensar la mala noche que Alice sufrió, la morena pidió servicio a la habitación y luego invitó a Stevie a desayunar, por lo que fue sorpresa para Alice el saber que su novio estaba ahí ya que creyó que la banda se volvería a Los Ángeles esa misma mañana.
— ¿Tu mamá aun sigue en el baño, pequeña? — preguntó el guitarrista a Rose, cuando ésta se inclinaba sobre la mesa a tomar una galleta del bol que se posaba sobre la madera
— No.— contestó ella masticando su golosina— se estaba vistiendo, ya viene— Stevie sonrió y le revolvió la cabellera de forma cariñosa.
— Sí, es lo que deberías hacer tú, jovencita, aun no te quitas el pijama. — comentó Camille.
— Estoy de vacaciones de verano, pero Morgan y yo iremos al cine aunque aún no se qué vamos a ver, su mamá nos llevará— dijo la niña encogiéndose de hombros — además, tengo hambre y no se ve de estos todos los días.
En ese momento Alice salió de la habitación. Había trascurrido cinco minutos exactos desde que tuvo la pequeña charla con su hija y ésta abandonó el dormitorio de su madre.
La rubia se acercó a su novio y lo besó en los labios para saludarlo. Fue un beso corto, casi casto, pero sus labios quedaron unidos por varios segundos antes de separarse, lo que ante los ojos de la niña aquello fue una sorpresa bastante ingrata, ya que Alice y Stevie nunca se habían besado en los labios delante de Rose; al principio porque la relación entre ellos eran reciente y luego simplemente por respeto a la niña. Pero Alice consideró que ya era tiempo de que su hija lo supiera, pues ésta era lo bastante grande para saber que su madre tenía una relación sentimental con aquel músico que de vez en tanto iba a visitarlos. No obstante, Rose no pensaba lo mismo. De pronto, sintió una punzada en el estomago y les llegó a la mente imágenes fugaces de sus pesadillas. Muy pronto ella comparó a Stevie con el hombre enmascarado de Por siempre invierno. Y entonces lo comprendió, el enmascarado de sus sueños era el alter ego de Stevie que llegaba a ella para separar a su madre y a ella de Jared.
— Logan Campusano dijo que tiene un papá postizo, — comentó Rose de pronto, mientras agarraba un plato de wafles. En ese momento la pareja dejó de besarse —... y además dijo que ahora lleva el apellido de él, no el de su papá verdadero.
La seriedad con la que comentó aquello era irreconocible para Alice. — Y mi mejor amiga Morgan, — continuó Rose jugueteando con su comida, mientras hablaba— dice que vio a su mamá besándose con alguien que no era su papá, y ahora tienen un bebé.
— Bueno, creo que es muy pronto para...— Comenzó a decir Stevie riendo
— No quiero ser una Ai... como te llames, tu apellido es horrible y muy difícil de pronunciar—interrumpió Rose mirando al guitarrista con tal ira, que penetraba con la mirada a Stevie como si le lanzara rayos con los ojos. Aquello lo hizo estremecer pues nunca había visto a la niña en esa actitud —. Y tampoco quiero un hermanito, menos contigo.
— Rose— le reprendió Alice lanzándole una mirada de advertencia
— Eso no está en nuestros planes, Rose — dijo él
— No quiero que seas mi papá, yo ya tengo uno y no eres tú.
— ¡Rose Jasmine Scott! ¿Pero qué sucede contigo?— le regañó su madre
— Alice, tranquila, no te alteres. — dijo Camille, Alice le hizo caso a su amiga y respiró profundo.
—Esa no es forma de hablarle a tus mayores, Rose... discúlpate de inmediato — ordenó de manera calmada pero imperativa, su hija desobedeciendo, simplemente negó con la cabeza — ¿Ah no? — Continuó con la misma calma — Bueno, ya sabes que este comportamiento tendrá consecuencias.
— No creo que sea ne... — intentó decir Stevie
— No. Esto sí es necesario, ella no debe hablarle así a sus mayores. Así que, Rose, si no te disculpas no saldrás de tu habitación en todo este día. Llamaré a la madre de Morgan y le diré que no iras al cine esta tarde, también me aseguraré de quitar tus libros, películas y todo lo que tenga que ver con tu famoso Harry Potter ¿Quedó claro? — Pero Rose no decía nada, simplemente se quedó ahí sentada con la mirada gacha mientras le lagrimaba los ojo y resoplaba con rapidez — Perfecto, dame esto y vete a tu cuarto— le ordenó quitándole el tenedor y el plato de waffles —. Tienes totalmente prohibido salir a donde sea hoy hasta que te disculpes con Stevie. —sentenció Alice.
— Pero... — intentó decir la niña con un puchero en su rostro.
— Sin peros, vete a tu cuarto.
La niña se puso de pie y silenciosamente se fue a encerrar a su habitación.
Alice vio en la niña como la pequeña vena bajo su ojo se hacía más notoria, lo que pasaba cada vez que Rose sufría un disgusto. Recordándole de ese modo a Alice, el gran parecido que padre e hija tenían, y que tarde o temprano, ella debía confesar, sin embargo, el orgullo y las excusas se lo impedían.
— No lo entiendo. ¿Qué le pasa a esta niña? — dijo Alice llevándose las manos a la cabeza
— Para comenzar no la preparaste para esto — dijo Camille
— ¿Qué? ¿Qué quieres decir? — preguntó Alice levantando la mirada hacia su amiga
— No le dijiste que tú y Stevie son novios... simplemente lo besaste delante de Rose y ella reaccionó de ese modo
— No la culpes — dijo Stevie— a ella le asusta que yo vaya a reemplazar a su papá
— Pero que tonta soy — dijo Alice al borde del llanto— Hace un rato me preguntó si tú serias su papá, con eso di por hecho que ya sabía de lo nuestro
— Tiene siete años.— dijo Camille — dale tiempo para que lo asimile, seguro ella ya lo aceptará, a no ser que... — se detuvo y le lanzó una mirada significativa a Stevie
— ¿Qué? — preguntó Alice
— Ya sea tiempo de decirle quien es su padre en realidad.— finalizó Stevie, dando por entendido la mirada que le dio la morena— quizás la razón por la que no acepta nuestra relación sea que quiera conocer a su verdadero padre, y yo lo entendería si fuera así.
8 de junio 2016 por la noche
Su cuerpo estaba blanco. La nieve caía sobre ella como frías plumas de almohadas que se enredaban sobre su rubia cabellera y tapaban todo su cuerpo, excepto su níveo rostro infantil. Aún seguía acostada en posición fetal y temblaba tan fuerte que su cuerpo saltaba levemente sobre aquel gélido manto blanco.
A lo lejos podía oír pasos acompañado por un extraño zumbido, a continuación escuchó el sonido de las hojas del sauce dejándola en alerta, de ese modo supo que alguien se aproximaba.
Había cruzado las delgada lianas del sauce cual cortina entrando en el escondite de Rose. Ella comenzó a temblar aún más; estaba segura de que se trataba del enmascarado que nuevamente venía por ella. La angustia y el miedo fue en aumento por cada paso que oía. Apretó fuertemente sus ojos, y así esperó para lo que viniese. Los pasos se detuvieron y una sombra se puso frente a ella acuclillándose junto a la niña; sin embargo, no pasó nada. El leve zumbido que había sentido hace un rato aún lo sentía pero esta vez más cerca, entonces la niña abrió los ojos lentamente y vio a contraluz una figura diferente, se sintió aliviada pues no era el enmascarado.
— Hola— saludó con ternura la persona que estaba con ella
— Sácame de aquí— suplicó Rose con la voz temblorosa.
De ese modo la niña despertó en su acogedora, muñida y tibia cama, había estado encerrada en su habitación toda la tarde, castigada por el pleito matutino. Lloró tanto que llegó a quedarse dormida abrazando su peluche, eran las 8:30 PM y cuando Rose despertó supo que no volvería a dormirse tan pronto, pues cuando ella dormía temprano y despertaba durante la noche, le era difícil retomar el sueño y para desgracia suya, esa noche, Alice no estaría ahí para tranquilizarla, abrazarla y darle un vaso de leche tibia para que vuelva a dormir. A final de cuentas, sabía que su madre estaba enfadada con ella, y eso le entristecía y le daba rabia porque su madre quería a alguien que nunca sería su padre real.
« ¿Y si se casa con Stevie, y si ya no conoceré a mi papi, y si me dan un hermanito y ya no me quieren más a mi? » Cada uno de esos pensamientos, le perturbaba cada vez mas haciéndola llorar nuevamente.
La amenaza de Alice de quitarle todos sus juguetes, películas y libros, no hizo falta. O tal vez ella no fue capaz de hacerle eso a su hija en esta ocasión, en cierto modo ya ver a su hija tan triste y enfadada ya era un castigo propio por no poder comprenderla mejor, como sea el caso; no tuvo que llegar a esa drástica decisión porque sabía que la niña estando muy enojada, no iba estar de humor para leer, jugar o ver televisión; sin embargo, por otro lado Alice sintió remordimiento y culpa porque muy pronto entendió perfectamente la reacción de Rose, pero aunque tenía razones su reclamo, Alice no dio su brazo torcer y aún así decidió que lo mejor fuera dejar a Rose en su habitación hasta que se tranquilizara.
Esa noche Jared cayó rendida sobre la almohada luego de una relativamente larga velada de lujuria y pasión en la compañía de Margot. Decidió no acercarse a Alice esta vez, pues creyó que ya habría tiempo para eso, después de todo, Margot se marcharía por la mañana, mientras que la banda se quedaría durante todo el día siguiente.
Quería descansar un rato de su ex y mostrarle, que en realidad no era tan importante para él pero sabía que se engañaba así mismo. En especial porque aun gemía el nombre de Alice mientras tenía relaciones sexuales con su amiga con ventajas Margot Robbin y ésta a su vez, fingía no escuchar aquel nombre escapando de los labios de Jared.
Al terminar su sesión de sexo y evasivos problemas existenciales de parte de ambos, la rubia actriz se incorporaba de la cama sigilosamente para marcharse de la suite y volver a la suya luego de terminar de tener relaciones, sin charlas pre o post sexo, sin beber tragos o fumar un cigarro; sólo un par de horas en la cama haciendo distintas poses para finalmente marcharse y sería toda la interacción que tendrían entre los dos.
Jared hundió la cabeza en su almohada y sin nada más que decirle a su amiga cuando ésta se marchó, se dejó llevar por el agotamiento y el sueño sumergiéndose en lo más profundo de ese fantástico mundo onírico que cada noche o en cada siesta, se sorprendía y se sentía como el protagonista de una historia cuyos capitulo era una aventura nueva repleta de personajes, paisajes y elemento que le cautivaban y adoraba, pero también le asustaban y le intrigaban.
Una vez más en la góndola, esta vez, él notó que ésta ya no que ya no en avanzaba, más bien se detuvo en la orilla del lago, teniendo la impresión de que aquel viaja era una travesía sin rumbo, pues, al llegar a su destino, podía ver el sauce desde muy lejos y a pesar de la distancia, su presencia ahí era imponente y majestuosa. Lo que hizo que se preguntara sí acaso estuvo dando vueltas en círculos en realidad. Sin embargo, el paisaje a su alrededor, le decía lo contrario. Pues ya no había colores vivos, ni criaturas mágicas acompañándolo, sólo una gran y blanca masa de nieve palideciendo el paisaje.
Alice salió de su habitación preparada y lista para comenzar una nueva jornada de trabajo esa noche. Llevaba puesto un pantalón negro muy ajustado con toque de brillantina en la tela y un top de lentejuelas doradas. Calzaba unos botines de tacos anchos y su cabellera suelta estaba adornada de bucles gruesos y ordenados.
— ¿Qué haces aquí? — le preguntó a Shannon Leto en un tono hosco cuando entró a la cocina. Aun tenía tiempo de sobra por lo que fue por un bocadillo antes de ir al Pub y darse cuenta que una vez más, su amiga y compañera de departamento seguía haciendo caso omiso a la petición de no llevar al baterista a la suite 6277
— Hola, bien gracias — respondió el baterista con sarcasmo — ¿y tú como estas? — la rubia ignorando la respuesta de Shannon se dirigió al hervidor de agua caliente para hacerse un café.
— Los chicos han decidido quedarse una noche más aquí en Malibú hasta tener listo todos los preparativos del Camp Mars, pero quizás se queden toda la semana — respondió Camille ante la pregunta de Alice, aunque ella sabía perfectamente eso, pues su novio la tenia al tanto. Sin embargo, la morena sabía a qué se refería exactamente su amiga con esa pregunta tan descortés.
— Ahá... — expresó Alice sirviéndose su café tratando de sonar indiferente
— Oh, vamos, Alice — dijo Shannon sonriente — te guste o no, te tendrás que acostumbrar a verme, en especial porque tarde o temprano tendrás que decirle a Jared sobre mi pequeña sobrina
— Ja, créeme, eso jamás ocurrirá — respondió Alice sentándose en la mesa junto a Camile
— ¿Disculpa? — preguntó el baterista un tanto sorprendido, llegó incluso a atragantarse con su café nocturno.
— Rose no tiene papá, nunca lo ha tenido.
— ¿A Que te refieres? — preguntó Camille con extrañeza, ella estaba igualmente sorprendida por la respuesta que soltó Alice.
La rubia al comienzo, no quiso hablar más, tomó un sorbo de su bebida caliente mientras fijaba su vista al frente sin mirar nada en realidad. Intentaba poner la mente en blanco y parecer firme en su decisión, pero eso le era imposible sabiendo que había dos pares de ojos observándola como sí ella hubiese enloquecido.
— Alice ¿Que sucede? — insistió la morena
— No le voy a decir que tiene una hija a quien se jasca de valorar la vida, promoviendo las buenas causas y salvar animales, bla bla bla... Y al día siguiente declara por internet, que está a favor del aborto, eso es algo asqueroso y de su parte, eso se llama ser doble estándar. Siendo así, pierde credibilidad.
Por un momento, el silencio se apoderó de la cocina cual manto de hielo gélido y solido. Alice seguía mirando a la nada con una expresión neutra mientras Shannon y Camille intercambiaban miradas de sorpresa e incredulidad y luego la miraban a ella con la boca y los ojos abiertos de par en par preguntándose sí había perdido el juicio.
— ¿Qué? — preguntó sorprendida Camille mirando a Shannon y luego a Alice mientras se cruzaba de brazos. Ella no podía creer lo que escuchaba. Porque sí bien, en su momento, ella no estaba de acuerdo con el comentario de Jared, tampoco aprobaba la decisión de su amiga.
— ¿Es una broma? — cuestionó Shannon en un tono serio
— ¿Acaso vas a negar que lo dijo? — espetó Alice por fin mirándolo directamente.
— ¡Si... digo...no, no lo niego, él sí dijo eso pero se refería en caso de violación, Alice... — él comenzó a negar con la cabeza lentamente
— Por supuesto que lo vas a defender porque es tu hermano — masculló ella soltando una risotada sarcástica mientras se cruzaba de hombros y negaba con la cabeza.
— Y aunque no fuese mi hermano, no puedes usar ese argumento como excusa para no presentarle a su hija...— soltó una risotada de incredulidad — por un comentario desafortunado... Alice ¿Acaso estás loca?
— ¿Desafortunado? — Cuestionó la rubia en un suave tono sarcástico — desafortunado es cederle el asiento del auto buz a una mujer y luego preguntarle a esa misma mujer para cuando tendrá el bebé ¡Cuando en realidad no está embarazada! — Al decir la última frase alzó un poco la voz mientras apretaba los dientes. Luego se puso de pie sobre su asiento y apoyó la palma de sus manos sobre la mesa para continuar replicando. — ¡Un comentario desafortunado es decirle a alguien que se le paró una mosca en la cara y resulta ser un lunar muy grande y negro, eso es, definitivamente un comentario desafortunado! ¡Pero lo que Jared dijo fue deliberado y no, no se refería sólo en caso de violación!
— ¡Pero eso lo dijo el año pasado! — Alegó Shannon— De seguro nadie se acuerda de eso, ni siquiera él
— No importa cuando lo haya dicho, yo si me acuerdo. Y me he esforzado mucho por criar a Rose enseñándole que hay que ser consecuente en sus creencias y convicciones. No voy a permitir que alguien que dice ser "pro vida"—dijo haciendo entre comillas con los dedos— le enseñe a tener un discurso doble. Eso es ser inconsecuente
— Él defiende la vida animal —comentó Camille con la voz cargada de sarcasmo — supongo que es mucho más importante que la vida de un ser humano. — De pronto Shannon sintió que Camille ya no estaba de su lado.
— ¡Es igual de importante!— exclamó Alice — Escucha bien esto, Shannon Leto. Si Rose hubiese sido producto de una violación yo jamás me habría deshecho de ella abortando por haber sido violada. En ese caso condena al agresor no al inocente. Un bebé indefenso e inocente no tiene la culpa de su procedencia.
— ¿Enserio habrías dado a luz al hijo de un violador? — le preguntó extrañado él, saliéndose por un momento del rumbo de su argumento
— ¡Sí, sí lo haría a ojos cerrados! ¡Y por último sí no quiero quedar embarazada, primero conseguiría la píldora del día después y luego haría la denuncia! — ella soltó un suspiro, tanto Shannon como Camille notaron su emoción al expresarse— y en caso de no querer conservar al bebé— continuó, esta vez con más calma— lo daría en adopción. Hay mucha gente en el mundo que quiere tener hijos y por algún motivo no pueden concebir. Abortar es muy egoísta y repugnante.
— ¿Pero tener el hijo de un violador? — volvió a preguntar el baterista. Enseguida sacudió la cabeza y volvió a retomar el hilo de su argumento. — Como sea, respeto tu opinión; no la comparto... pero la respeto. Sin embargo, la realidad es, que no estamos hablando de violadores ni de aborto; estamos hablando de Jared, mi hermano, el que fue tu novio por tres años y juntos tuvieron una hija...
— ¡Sí, pero yo no...! — intentó rebatir Alice
— Déjame terminar— interrumpió el baterista alzando un poco la voz, mientras levantaba su mano en señal de alto. — Rose, no es producto de una violación, es hija de mi hermano y dudo mucho que él haya hecho algo sin tu consentimiento. Jared tiene todo el derecho de conocerla independiente de lo que haya dicho o no. Rose es su hija y él necesita saberlo.
— ¿Me estás tomando el pelo? — preguntó Alice soltando una risotada— ¿Quien fue el que me hizo elegir entre mi bebé o mi novio? ¿Quién es el que dijo que Jared no debía saber que iba ser padre en primer lugar? ¿Quién me dijo que eso sería una distracción para él?
— Alice... — intentó decir Shannon soltando un quejido suave de desesperación, mientras se llevaba una mano al puente de su nariz.
— ¡No me vengas con esa hipocresía porque tú eres el menos indicado para decirme a que tiene derecho Jared o no!
— ¿Qué? ¿A caso castigarás a mi hermano por un error que yo cometí hace tiempo? ¡Ya te dije que lo sentía!
— No. Ya te dije que fue porque él dijo eso, esa idea es muy asquerosa en verdad, nadie se lo merece. ¿Qué tal si esa tarde él hubiese estado presente en la discusión? ¿Si te hubiese dado la razón a ti? ¡Nuestra relación habría acabado de todas formas, y ahora estaríamos en la misma situación. Yo aquí, Rose sin su padre y preguntándose donde está!
— ¡Pero él no estaba! ¡Y hasta ahora, los únicos que sabíamos la razón de tu partida ese día, éramos tú, Emma, yo y ahora Camille, nadie más! ¿OK? — Respondió el baterista contando con los dedos — ¡y si mi hermano hubiese sabido esto en ese momento, estoy seguro que te habría defendido a ti, porque te amaba... siempre lo ha hecho, y formar una familia es uno de sus tantos sueños...como ya te dije, respeto tu opinión!— espetó él en un tono calmado pero severo— ¡Pero lo que tú estás haciendo, no deja de ser una maldita excusa barata! — dijo Shannon ya perdiendo la paciencia — Lo que Jared Haya dicho el año pasado en Vyrt, no es motivo para prohibirle conocer a su hija. Madura, Alice, madura de una jodida vez. — Soltó un fuerte suspiro mientras dejaba caer la cabeza hacia delante pesadamente. — Escúchame bien— continuó — te dije que contarle a Jared sobre Rose es algo que te corresponde, pero si sigues con esa actitud, le diré yo.
— ¿Pero quién te crees para venir amenazarme?
— El tío de Rose— le dijo él cortante
— Ah, claro, ahora resulta que eres el tío cool — contestó Alice— Escúchame yo no...
— Escúchame tú a mi— le cortó el baterista ya bastante molesto— te dije que yo no le diré nada a Jared , esa es tu tarea; pero dado a tu actitud caprichosa e infantil, no me queda de otra; tienes hasta el primer día del campamento para decirle... de lo contrario, sí aun no le has dicho, cuando pase lo del Camp Mars, yo le diré
—No puedes hacer eso, no sin antes admitir delante de él, que fuiste culpable de nuestra separación — dijo Alice. El silencio reinó nuevamente. Alice estaba segura de que Shannon no se atrevería a decirle a Jared la verdad y la rubia sacó ventaja de ello. — Me voy a trabajar — añadió ella mirando su pequeño reloj de pulsera mientras se dirigía a la salida — que Rose no se duerma tan tarde, no quiero que se mal acostumbre a trasnochar.
Tras observar como Alice salia de la cocina y escuchar como serraba la puerta tras de sí, el baterista suspiró un tanto aliviado de que por fin se haya ido, a continuación volteó hacia Camille y sonriendo se frotó las manos como sí esperara por algo ansiosamente.
— Bien... ¿dónde está?
— En su habitación— respondió Camille mientras se dirigía a un anaquel lleno de vasos de vidrios—Alice la castigó esta mañana y ha estado encerrada todo el día, así que no ha querido comer desde entonces, ni siquiera ha almorzado — Al oír eso Shannon frunció el ceño, entre tanto Camille continuó su parloteo mientras colocaba sobre el mostrador el vaso qué momento antes había sacado— ven aquí y ayudan con esto— añadió ella a lo que Shannon obedeció y ella le señalaba el refrigerador —saca la leche
— ¿Qué pasó? — preguntó Shannon mientras hacia lo que la chica le pedía
— Un pleito familiar, no vale la pena mencionarlo ahora, lo que sí te puedo decir es, que Rose está muy molesta con Stevie y no sabemos por qué... bueno en realidad yo creo saber el porque, pero ya tuvimos mucho drama por hoy—. Respondió la morena colocando sobre un plato dos pastelitos de los que sobraron esa mañana
— Sí es familiar me concierne, lo sabes— respondió el baterista.
— Lo sé, luego te cuento, ahora ve con tu sobrina y llévale esto — Le dijo Camille entregándole una bandeja a él con los muffins y el vaso de leche previamente preparados.
Ambos se acercaron a la puerta de la niña, Camille golpeó un par de veces pero al no haber respuesta, simplemente la abrió con suavidad e hizo pasar a Shannon.
— Enciende la luz, no veo nada — susurró él. Camille obedeció y enseguida dirigieron su mirada hacia la cama de Rose, quien estaba arropada hasta el cuello en posición fetal, pero sus ojos estaban abiertos de par en par, sólo que ellos no podían notarlo porque la cabellera rubia de la niña tapaba un poco su rostro.
— Parece que está dormida — susurró Shannon, Camille no dijo nada, simplemente le lanzó una mirada de preocupación al baterista y luego a la niña
— Rose, cariño, soy yo tía Camille ¿Estas despierta? — Rose no respondió — adivina qué... alguien vino a verte — canturreó de forma más alegre. La pequeña, sin decir nada se movió y con toda lentitud se incorporó para mirar a su madrina, y al ver quien le acompañaba, entre lágrimas rezagadas por el prolongado llanto, una sonrisa comenzó a dibujársele lentamente en su inocente e infantil rostro.
—Un pajarito me dijo que no has comido en todo el día — dijo Shannon sonriéndole — así que te traje algo de comer
— Gracias — dijo la pequeña, mientras Shannon le acomodaba la bandeja sobre su regazo
— Y ahora traje algo para compartir— dijo él sentándose a los pies de la cama — ¿Dónde está? — comenzó a buscar en su bolsillo.
Para no arruinar el momento, Shannon tomó la sabia decisión de no preguntarle a Rose sobre el por qué de su castigo, él estaba ahí para animarla, no para hacerla llorar nuevamente. Pero estaba dispuesto a seguir indagando más sobre aquel pleito ya que la información que le había dado Camille en la cocina, lo dejó bastante inquieto.
— Seguramente está en tu mochila, la dejaste en la sala de estar — dijo Camille desde la entrada de la habitación, mientras observaba aquella situación entre tío y sobrina apoyando su hombro en el marco de la puerta. — Iré por él.— dijo la morena saliendo del lugar, para regresar segundos después y enseguida seguir observando aquella imagen tan conmovedora para ella. Incluso podía notar que Shannon tenía mucho más química con Rose que Stevie, y entonces en ese momento se preguntó cómo sería con Jared.
— Gracias — dijo él recibiendo la mochila. A continuación sacó de ésta, un pequeño libro de tapa color lila y dura con ilustraciones muy llamativas, que rápidamente escondió dentro de su chaqueta, mientras la niña se distraía comiendo sus mufins.
— Los dejaré asolas — dijo Camille saliendo de la habitación pero antes que ella pudiese salir en realidad, él se puso de pie un momento para hablarle en privado.
— Yo, quiero darte las gracias por llamarme esta noche, lo aprecio mucho.
— No hay de qué, creo que... hice lo correcto— dijo ella
— Sin duda lo es. — respondió él ofreciéndole una agradecida sonrisa.
Una vez que Camille se fue, Shannon volvió a mirar a Rose y se acercó nuevamente a la cama para sentarse junto a la niña, dejándole el libro sobre la bandeja sin que Rose se diese cuenta porque estaba muy ocupada tomándose el último sorbo de leche.
— ¡Los cuentos de Beedle el Bardo! ¡Es el único libro que no tengo! — exclamó emocionada la niña al ver el libro
— Este, es un préstamo, lo tomé de la casa de Jared... aunque él no lo sabe, y si se entera me mataría por lo que será nuestro secreto — dijo haciendo como que susurraba.
— ¿Jared lee libros de Harry Potter? — preguntó Rose con gran asombro en sus grandes y brillantes ojos.
— No para de hacerlo, a veces tengo que escondérselos para que deje de leer— respondió Shannon— bueno, ¿quieres que te lea uno de estos cuentos?
— ¡Sí, sí por favor! — pidió la niña
— ¿O quieres hacerlo tú?
— No, lee tú — dijo Rose sonriendo— mamá suele hacerlo las veces que no puedo dormir bien
— ¿Ah sí? ¿Y por qué, aún no puedes leer bien?— bromeó Shannon riendo
— No. yo sí se leer, tío, pasé a cuarto y soy la más adelantada de mi curso porque cumpliré ocho en abril... ¿Puedo decirte tío, verdad? Digo, eres el novio de mi tía Camille, claro que ella no es mi tía, es mi madrina... pero la quiero como a una tía. ¿Puedo quererte a ti como a un tío?
— Calma, calma, respira... — dijo él riendo por la ocurrencia de la niña, pero al mismo tiempo, sintiéndose honrado por la petición— y si, si puedes decirme tío sí así quieres.
— Tío...tio Shannon — dijo la niña sonriendo. Esas palabras sonaron de manera musical en los oídos del baterista, él sonrió, una sonrisa nostálgica pensando en lo lindo que sonaría cuando ella le dijera papá a Jared. Deseaba con todas sus ganas que él lo supiera, también deseaba retroceder el tiempo y no haber interferido en la decisión de Alice, de ese modo Jared disfrutaría de su hija, Constance de su nieta y él de su sobrina oficialmente, y sin secretos como una verdadera familia.
Al verla en ese momento frente suyo, realmente se arrepentía y se sentía culpable de todo lo que hizo en el pasado, y se odiaba así mismo por eso y odiaba también sentir impotencia por no saber qué hacer al respecto.
— Bueno, comencemos. — dijo él — «EL MAGO Y EL CAZO SALTARÍN» leyó Shannon en voz alta. Enseguida, comenzó con el resto de la historia haciendo ademanes y voces chistosas para interpretar a cada personaje, logrando sacar una sonrisa dulce a Rose y provocarle chispeantes carcajadas.
«Había una vez un anciano y bondadoso mago que empleaba la magia con generosidad y sabiduría en beneficio de sus vecinos. Como no quería revelar la verdadera fuente de su poder, fingía que sus pociones, encantamientos y antídotos salían ya preparados del pequeño caldero que él llamaba su «cazo de la suerte».
Llegaba gente desde muy lejos para exponerle sus problemas, y el mago nunca tenía inconveniente en remover un poco su cazo y arreglar las cosas. Ese mago tan querido por todos alcanzó una edad considerable, y al morir le dejó todas sus pertenencias a su único hijo. Éste no tenía el mismo carácter que su magnánimo progenitor. En su opinión, quienes no podían emplear la magia eran seres despreciables, y muchas veces había discutido con su padre por la costumbre de éste de proporcionar ayuda mágica a sus vecinos. Tras la muerte del padre, el hijo encontró un paquetito con su nombre escondido en el viejo cazo. Lo abrió con la esperanza de encontrar oro, pero lo que encontró fue una blanda zapatilla de suela gruesa, demasiado pequeña para él. Dentro de esa única zapatilla había un trozo de pergamino con este mensaje: «Con la sincera esperanza, hijo mío, de que nunca la necesites.» El hijo maldijo la debilitada mente de su anciano padre. Luego metió la zapatilla en el caldero y decidió que, a partir de ese momento, lo utilizaría como cubo de basura. Esa misma noche, una campesina llamó a la puerta.
—A mi nieta le han salido unas verrugas, señor —dijo la mujer—. Su padre preparaba una cataplasma especial en ese viejo cazo...
— ¡Largo de aquí! —gritó él—. ¡Me importan un rábano las verrugas de tu nieta! Y le cerró la puerta en las narices.
Al instante se oyeron unos fuertes ruidos metálicos provenientes de la cocina. El mago encendió su varita mágica, se dirigió hacia allí, abrió la puerta y se llevó una gran sorpresa: al viejo cazo de su padre le había salido un solo pie de latón, y daba saltos en medio de la habitación produciendo un ruido espantoso al chocar con las losas del suelo. El mago se le acercó atónito, pero retrocedió precipitadamente al ver que la superficie del cazo se había cubierto de verrugas.
— ¡Repugnante cacharro! —gritó, e intentó lanzarle un hechizo desvanecedor; luego trató de limpiarlo mediante magia y, por último, obligarlo a salir de la casa. Sin embargo, ninguno de sus hechizos funcionó y el mago no pudo impedir que el cazo saliera de la cocina dando saltos tras él, ni que lo siguiera hasta su dormitorio, golpeteando y cencerreando por la escalera de madera...»
El baterista levantó la mirada por un momento y notó que Rose estaba total y profundamente dormida, cerró el libro asegurándose de ante manos marcar la pagina, lo guardó en su mochila pues sabía que en algún momento Jared se daría cuenta de su desaparición y finalmente, se inclinó sobre el rostro de la niña para besar de manera cariñosa su mejilla. Él había logrado su objetivo esa noche y por eso se sentía muy tranquilo y satisfecho por el momento.
— Tu papi te amaría muchísimo si supieras que existes, estoy seguro que si hubiese estado presente en esa discusión... él defendería a tu madre porque la amaba... la ama. — Le susurró como sí con eso aliviara su dolorosa culpa dentro de su mente.
El Mago y el cazo saltarín, fragmento sacado del libro «Los cuentos de Beedle el Bardo» escrito por JK Rowling.
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