Capitulo 17
El portazo que resonó en la suite 6278 fue tan fuerte, que provocó que los vidrios se sacudieran ligeramente fuertes. Por un momento la frustración y la rabia invadieron la mente de Jared; sin embargo él no estaba muy seguro del porqué. Tenía muy claro que Alice ya no lo amaba, que ya lo había superado, pero en su interior, algo le decía que eso no era realmente cierto, que pese a los años, ella seguía sintiendo algo por él y necesitaba desesperadamente que Alice se diese cuenta; que dejara de engañarse así misma porque no era justo para ella estar con alguien a quien realmente no amaba y tampoco era justo para Stevie hacerle creer que estaba bien con él cuando no era así.
Pero las cosas no estaban resultando del todo bien, Jared pensaba que Alice era tan testaruda como una roca. Por otro lado, la ansiedad lo obligaba a perder la paciencia, lo que causaba que sus estrategias no fuesen inteligentes ni bien calculadas. Hasta ese momento, él estaba consciente, que lo único que estaba haciendo, era presionar a Alice y tenía muy claro que de esa forma no lograría recuperarla. Definitivamente necesitaba un cambio de estrategia y sí era necesario, él no dudaría ni por un segundo en usar cualquier artimaña que se le viniera a la mente; lo único malo de todo esa reflexión era, que no se le ocurría nada en absoluto en aquel momento.
Se sentía cansado esa noche, pero extrañamente no quería ir a la cama, pues sentía que no podía dormir. Su cansancio, más que todo era mental, no tanto físico. Pensó en poner música suave para relajarse pero por más que lo intentara, Jared no conseguía dormir.
Estando acostado sobre su cama, cubierto hasta el cuello, mientras giraba de un lado para otro intentando aunque sea mínimamente relajarse un poco; finalmente optó por quedarse de espalda mirando el techo en la oscuridad. Y lo peor de todo era que en unas horas debía levantarse para cumplir con su deber en esa ciudad y terminar ciertos detalles para el Camp Mars.
— Ojala no tuviera que ir — dijo en un susurro — quiero dormir todo el día y sumergirme nuevamente en ese hermoso mundo onírico... quiero, rescatar a mi princesa. — Pero el deber llama y debo intentar dormir y despertar despues — finalizó cerrando los ojos. Sin embargo, pasaron unos segundos y Jared encendió la luz de su lámpara soltando un gran suspiro de frustración. Por un momento pensó en llamar a Margot para distraerse un poco con ella, pero luego cambió de opinión, cuando el recuerdo reciente de Alice en el ascensor, le provocó una repentina e involuntaria reacción en su cuerpo debido a la excitación que sintió por un momento, al verse de pronto tan cerca de la rubia después de tantos años. Se regañó así mismo por pensar en Alice, (el amor de su vida) de esa manera como si se tratase de cualquier chica.
— ¡Se trataba de Alice Scott, no de una conejita Playboy! — dijo entre dientes apretando su mandíbula. No podía permitirse faltarle el respeto a su ex novia pensando en ella de ese modo, en especial si aun la amaba y estaba dispuesto a recuperarla.
— Está bien... tranquilízate, necesitas una distracción — se volvió hablar en voz alta así mismo— pero lo que menos quiere Shannon es que me distraiga. — tomó una fuerte bocanada de aire, y enseguida suspiró con fuerza mientras giraba su cabeza hacia la mesita de luz, donde se hallaba el libro que tanto le mantuvo obsesionado esos últimos días. — Bien, Harry... ayúdame a despejar mi mente. — murmuró tomando el ejemplar de Harry Potter y La piedra filosofal, el cual ya lo tenía tan avanzado, que le quedaba poco para terminar — Esta será una larga noche.
Sentada en el suelo de un callejón apenas iluminado con el foco de un poster de luz, la pequeña Rose se encontraba dibujando con tiza blanca sobre el pavimento. Las figuras que trazaba encima de su duro y oscuro lienzo, eran geométricas: cuadrados, triángulos, círculos y otras más concretas como corazones. Sin embargo; las que más se destacaban eran las estrellas, las medias lunas y el sol que plasmaba sobre el suelo a un tamaño mucho mayor que las otras figuras formando un patrón.
Pero no sólo garabatos sin sentido se apoderaban del pavimento, puesto que estos formaban una especie de marco que encerraba un dibujo más grande, llenando de ese modo toda la parte central de aquella calle. Se trataba de un dibujo claro y definido del mundo imaginario de Rose. Dicho dibujo estaba tan bien hecho, que no parecía que hubiese sido obra de una niña de siete años, más bien parecía una obra de arte hecha por un adulto o un adolescente más experimentado en el arte.
Como siempre; el sauce era el foco central de aquella postal onírica, rodeado de hadas, sirenas y animales del bosque. La chica del columpio, Lady Mariposas, Conde Abejas, los misteriosos y curiosos Gorra rojas y la enigmática bailarina. Jared no podía faltar en la escena, sin embargo; no sólo él aparecía en el dibujo, también Alice, Camille y Stevie.
Lo inquietante de su obra era la forma en que representaba a Alice y a Stevie; mientras que en la vida real, para la pequeña Rose el guitarrista simplemente era el novio de su madre, en el dibujo que estaba dentro de ese sueño era algo totalmente distinto. Stevie era más bien un ser menos apreciado y amenazante. Alice en tanto se veía feliz junto a Jared sonriéndose uno al otro con complicidad; mientras que Stevie tomaba la mano de su novia como sí quisiera alejarla del cantante.
En su mundo real, Rose también dibujaba exactamente los mismos garabatos, con la diferencia de que eran más representativo, no tan definidos ni tan explícitos y sus trazos eran acorde a los de una niña de su edad. Cuando dibujaba a su madre, junto aquel hombre que aparecía en sus sueños con la apariencia física de su cantante favorito; la persona que jalaba del brazo de Alice, aparentemente no era Stevie; era un hombre enmascarado. El mismo, que noches anteriores tomó a la niña en sus brazos y la alejó de Jared, mismo que suele perseguirla cuando entra en el mundo onírico de sus pesadillas.
A lo lejos una sombra oscura observaba a la niña, mientras se le acercaba con pasos lentos. El hombre enmascarado llevaba en su mano derecha el mazo que siempre lo acompañaba, arrastrándolo por el suelo, mientras se aproximaba cada vez más a Rose con gran amenaza. Al comienzo, la niña no notó su presencia, pero la sombra que bloqueaba la poca luz del farol le obligó a alzar la mirada, y con horror vio qué aquel hombre estaba parado frente a ella en ese callejón repleto de dibujos infantiles hecho en tiza.
Ella, asustada se puso de pie rápidamente y comenzó su carrera callejón arriba. Sus cortas piernas intentaban dar grandes zancadas, pero por más que corriera, la niña no lograba llegar a su refugio y por más que corriera, Rose no lograba alejarse del enmascarado que le pisaba sus pequeños talones persiguiéndola por esas frías y nevadas calles que caracterizaban a Por siempre invierno y que tanto se parecía a Nueva York.
De pronto, una motocicleta blanca bloqueó su camino, Shannon la observó por unos segundos a través del casco, por lo que ella no tenía idea de quien se trataba el motociclista ya que en aquel sueño, era la primera vez que salía realmente del callejón. En otras ocasiones Rose solía despertar justo en el momento en que el enmascarado la atrapaba.
Se quedó paralizada por un momento, preguntándose quién era aquel motociclista que apareció de pronto frenando bruscamente frente a ella. Luego, viró hacia la derecha buscando escapar de ahí, pero el conejo siniestro bloqueó su camino; luego hacia la izquierda, pero el pájaro no le permitió el paso dejando de ese modo a la niña acorralada. Sin embargo, ella desesperada buscó una última salida girando sobre sus talones y cuando volteó hacia atrás, el enmascarado estaba a tan sólo unos pasos de la pequeña con el mazo en alto.
Se enderezó sobre la cama ahogando un agudo chillido, mientras respiraba con agitación. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza y pequeñas gotas de sudor perlaban su frente. Quiso abrazar a su lechuza de peluche para hallar en ésta consuelo, pero se dio cuenta que su inseparable amiga de felpa no se encontraba en la cama, entonces, rápidamente encendió la luz de su velador, y con ansiedad comenzó a buscar. La buscó entre las cobijas, y luego a los costados. Con alivio y felicidad, vio, que su lechuza de peluche se hallaba tirada en el suelo justo al lado del catre boca abajo. Luego con rapidez salió de la cama, recogió su peluche para apretarlo fuertemente contra su pecho y se dirigió a la puerta.
Le parecía algo injusto y contradictorio que la estación del año que más le gustaba, en su mundo de sueños, fuese el lugar más horrible y espeluznante. Ella no quería que fuese así, quería que fuese un lugar tan hermoso como las otras dos estaciones que tanto conocía, pero por alguna razón que no comprendía ella no podía hacer que las cosas cambien dentro de ese mundo tan frío y oscuro. Había deseado varias veces en ese momento no haber cruzado la frontera. Queriendo volver a Primavera Eterna o a Perpetuo otoño varias veces, sin saber cómo y quedándose varada en Por siempre invierno, dando vueltas en círculos irremediablemente y siempre acompañada por una terrible y angustiosa soledad.
— ¿Escuchaste eso?— preguntó Shannon de pronto. Él y Camille se encontraban en la sala de estar mirando una película romántica abrazados uno al otro. La morena sabía que no debía llevar nunca al baterista a la suite 6277, en especial si estaba cuidando de Rose, pues corría el riesgo de que él pudiese ver a la niña, pero esa noche Camille quiso arriesgarse, en especial porque sabía que Rose se dormía temprano aunque fuese fin de semana.
— ¿Qué?— preguntó ella un tanto nerviosa.
— Un ruido, proviene de esa habitación — dijo Shannon enderezándose mientras señalaba la puerta de Rose
— Seguramente es... Alice, quizás llegó antes que nosotros y se fue directo a su cama — dijo Camille fingiendo que no había oído nada.
Pero la mentira no le duró, la niña abrió la puerta de su dormitorio justo a tiempo para ver a su madre entrar a la estancia. Rose corrió a abrazarla, y su madre la recibió con gran amor dejándose llevar por el instinto maternal que la embargó al ver a su pequeña tan angustiada y agitada, recibiéndola como sí la niña hubiese sabido que Alice estaba justo llegando a la suite.
—Mami— lloriqueo Rose
— ¿Que pasó, cariño? — preguntó Alice arrodillándose a la altura de su hija para abrazarla
— ¿Alice? — terció la profunda voz masculina del baterista a su espalda. Ella, se tensó completamente al reconocer esa voz, apretó sus ojos por unos segundos y en sus fueros internos pensó en mil formas de como matar a Camille por haberlo llevado a la suite, sabiendo que Rose estaba ahí.
Volteó a confrontarlo con su hija en brazos. Cuando se vieron las caras, ella, casi por instinto estrechó aún más a Rose en su pecho al ver a Shannon poniéndose de pie, mientras él miraba a Alice con curiosidad y luego a la niña de la misma manera pero con algo más de emoción, pues el baterista sabía muy bien de quien se trataba esa pequeña cuyo rostro era la viva imagen de su padre, cuando éste era un niño.
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