Cariño
—Tom —llamó Maddie en un murmullo sin querer despertar completamente a la una de la mañana—. Están tocando la puerta.
La cena había sido tranquila, a comparación de un día antes en el que Sonic intentó desarrollar habilidades mutantes para desaparecer a Tails con la mirada. Por esta vez, fue él quien cedía a las palabras del zorro y quien se reía hasta de las cosas que no daban gracia, como cuando el pequeño quiso saber dónde podía tomar un baño y el erizo empezó a reír de tal forma que Tom pensó que se estaba asfixiando y Maddie corrió a ayudarlo. Sonic solo estaba siendo víctima del nerviosismo de tenerlo cerca.
Al levantarse de la mesa, la pareja les pidió que no olvidaran asearse antes de dormir, pero Sonic estaba llevando a Miles directo a su cuarto y tuvieron que regresar desde la escalera, donde el cobalto gritó que él bajaría primero y jugó a tener los ojos cerrados mientras lo hacía.
La veterinaria no sabía si Tom tenía algo que ver, porque no se parecía en nada al Sonic confiado con el que compartían vivienda todos los días. Maddie se apoyó en la puerta para ver con afecto a los dos cepillándose, acababa de alejarse para hablar con su esposo sobre el día sábado, hasta que escuchó una pregunta que la hizo correr al rescate de Tails como toda una atleta.
—¿Te quieres acostar conmigo?
—¡Sonic!
El cobalto gritó sin saber qué estaba pasando al verla estampar la puerta, Tails estuvo en los brazos de la castaña en un santiamén y fue cubierto de palabras tranquilizadoras. Tom se acercó para preguntar qué pasaba y por qué el erizo estaba boca abajo flotando en la bañera, Maddie le explicó lo que oyó y el sheriff argumentó que pudo ser un malentendido. En todo caso, Tails lo confirmaría.
—¿Qué entendiste?
Miles agachó sus orejas al pensar que había hecho algo que mereciera su enojo, pero les terminó diciendo que sí quería dormir junto a Sonic porque la noche anterior su cama demostró ser cómoda. Ambos suspiraron por el alivio, aunque Tom se tomó un momento en la cocina para reír por las conclusiones apresuradas de su prometida, quien no desconfiaba de Sonic, pero los ojos azules y brillantes por curiosidad de Tails le gritaban que lo protegiera de cualquier intento de corrupción. Tras pedirle una disculpa, le deseó las buenas noches al erizo y Tom, al zorro.
Sin embargo, tocaron la puerta.
—¿Puedes abrir, por favor? —preguntó al no recibir más respuesta que una oración inentendible—. Tom —repitió al moverlo.
—Debe ser Sonic... Le abrimos en la mañana —bostezó.
—Tom, Sonic no se va a quedar afuera por cinco horas.
Sonic estaba pisando tan rápido en el suelo que casi no parecía que lo estuviera haciendo, era un asunto importante y necesitaba ayuda para resolverlo. No entendía, se echó con Tails, lo abrazó como vio en un video de dudosas múltiples letras equis y después sacó la hoja en la que tenía anotado el poema que Tom llamó "infalible", pero no hizo nada con malas intenciones, solo quería ser cordial para preguntarle si aceptaría tomarlo del brazo.
El hombre más alto abrió la puerta y se apoyó en el marco, iba a preguntar por el motivo de estar despierto tan temprano, pero Sonic saltó para que Maddie lo viera y gritó:
—¡Miles se ha ido!
—¡¿Qué?! —La señora Wachowski se levantó de inmediato y se acercó a él para saber si era cierto o solo era Sonic tratando de probar los reflejos de ambos, porque no sería la primera vez que terminaría diciendo: "todavía pueden correr, no son tan viejitos"—. ¿Qué pasó?
—¿Te dijo algo? —preguntó Tom tras mirar a Maddie con inquietud, esperando que Sonic no mencionara el poema que le enseñó, porque pensó que el erizo se daría cuenta de que había sido otra broma y no algo que debía decir en serio.
—Sí, ah, le leí lo que me diste antes de dormir, él estaba echado frente a mí y...
—¿Frente a frente? Pero los dejamos dándose la espalda.
—Él se sorprendió por el poema —continuó con su explicación para no especificar el porqué a la novia por segunda vez—. Pensé que era una buena señal, pero me dijo que saldría un momento, así que me recosté para esperarlo... Ya pasaron dos horas y no ha vuelto, ¡no sé dónde está! Lo busqué en...
—Alto. —La mayor levantó un dedo mientras pensaba en qué pudo decir Sonic que le haya recomendado Tom y que causara el susto del vulpino—. Dime... Dime que no es ese. ¡Tom! Jura que no era ese poema.
—¿El que hablaba de juegos y crema? —consultó Sonic con un papel en la mano—. Comienzo a creer que esto lo pude haber hecho solo. Lo habría encantado con mi personalidad.
—Sonic, Tails no parece alguien que ve solo una cara bonita —interrumpió Maddie con la mayor calma que pudo reunir. Tom observó a Sonic detenidamente por unos segundos y negó con la cabeza.
—Aunque lo hiciera, sales perdiendo.
—De acuerdo, Ozzie y yo lo buscaremos juntos, ¿ustedes irán... al lago? ¿Está bien? Dijo que le gustaba ese lugar.
Cuando Tom y Sonic salieron de la casa, Maddie subió al ático. Si Tails había llegado del cielo, existía la posibilidad de que sea en un lugar alto en el que buscara refugiarse unos instantes, de difícil acceso para las personas que debían caminar o trepar, pero fácil para alguien de dos colas. Además, si el destino apoyaba su postura, era el mismo espacio al que Sonic iba para olvidar sus problemas.
Maddie retiró la ventana giratoria y, al sacar una mano, la cola en el borde se encogió para escapar del toque. Tails estaba enrollado en sí mismo, como una pelota de dos colas, tomó asiento al percatarse de que era ella y miró hacia abajo para saber si Sonic no estaba ahí.
—¿Crees que son lindas? —pregunto la veterinaria al contemplar el cielo estrellado. Tails asintió y siguió su vista hacia arriba.
—Me gustaba contarlas antes, pero nunca vi tantas —confesó el zorro—. Ya no las puedo nombrar.
—Inténtalo —lo alentó para que se distrajera de lo que ocurrió con el ojiverde. Tails apuntó una estrella fugaz atravesar el firmamento y abrió la boca con sorpresa—. ¿Cómo se va a llamar? —Maddie esbozó una sonrisa al verlo fascinarse por las cosas nuevas que descubría.
—Es muy rápido.
—Como Sonic.
—Sí, como él.
—¿Te agrada Sonic?
—Creo... ¿Puedo contarte algo? —preguntó con timidez, fue imposible decirle que no si lo miraba de esa manera, y Maddie estaba ahí para escucharlo—. Quería ir con Sonic a la fiesta, pero me dijo palabras sin sentido cuando solo me quería dormir.
—¿Por qué? ¿Qué sucedió?
—Quería dormir para pensar mejor en el lugar que veríamos mañana, pero me despertó y empezó a hablar de carros que chocan, helados y me preguntó "¿quieres subir a mi montaña rusa?", ¿qué es una montaña rusa? Lo decía tan rápido, parecía un trabalenguas.
La explicación trajo recuerdos a Maddie de su propia historia amorosa con el sheriff, con la diferencia de que ningún papá-zorro apareció con un bate frente a Sonic para desmayarlo por haber ofendido de esa forma el honor de su hija.
—Te entiendo, Tom me la dedicó pensando que sería el hombre más romántico del universo —narró al apoyar la cabeza en sus brazos cruzados—. Su abuelo se la dejó como una herencia, la portada hablaba de ser un caballero y el contenido terminó siendo una sátira.
—¿Se casaron después? —cuestionó con una leve sonrisa.
—No, claro que no. Ese poema fue la razón por la que no acepté una segunda cita.
—Pero están casados ahora —observó sin poder entenderlo.
—En tres años se olvidan muchas cosas.
Miles había subido al techo para dormir en silencio, sobre todo, así que aceptó la ayuda de Maddie para bajar porque el frío estaba golpeando su pelaje con fuerza y lo había estado ignorando por no regresar a seguir oyendo las palabras indescifrables que el erizo preparó para él, aunque respetaba el esfuerzo, no sabía por qué lo estaba haciendo.
Sonic desechó la sugerencia de Tom tras recibir un pequeño consejo de la mayor: "sé tú mismo". Sonic solo lo quería invitar al baile, pero empezaba a creer que el anhelo de todas las personas que lo rodeaban empezaba a afectarlo y, para fastidiarlo más, su conciencia imploraba que fuera educado y le dijera a Miles que subiera las escaleras primero.
Inicio del tercer día con Prower en casa: estaba volviéndose loco. Pero no, no le ganaría.
Al cerrar la escotilla, Tails estaba cubierto hasta el pecho por una frazada diferente que era más adecuada para las noches de tormenta que, en el mejor de los casos, no adornaría el cielo durante la renovación de los votos. El erizo se recostó a su lado con cuidado, aunque el colchón se hundió y Tails dio media vuelta hacia él, donde lo abrazó y suspiró por el calor que le brindaba.
—¿Tails?
No hubo respuesta, aunque al seguir moviéndose para entrar por completo, el zorro abrió los ojos y se alejó de él para respetar su espacio.
—Sonic, ¿qué es una montaña rusa?
—Es un juego en el que te subes y demuestras tu valor —explicó el erizo al recordar el día en el que su asiento perdió la barra de seguridad y Maddie y Tom gritaron más por el miedo a que se cayera y golpeara un fierro que por los giros y la altura que los carros tomaban—. En un parque o en una...
—Guau, ¿yo también puedo?
—¿Quieres ir a una feria mañana?
—Sí, me gustaría.
Si tan solo esa fuera la misma respuesta entusiasta a su otra pregunta, ya podría descansar en paz. Tails se acurrucó mirando el lado opuesto y Sonic durmió del mismo modo.
A la mañana siguiente, se encontraba soñando que a su alrededor había muchos Miles Prower, pero despertó porque Tom le lanzó un balón desde la escalera advirtiendo que dormido no iba a invitar a nadie a ningún baile. Solo faltaban dos días y el erizo parecía más nervioso que el novio: imitar su expresión desconcertada por la falta de pastel había dejado de ser una imitación y se convirtió más en su cara real.
Al bajar con cuidado por notar la falta del vulpino a su lado y comunicar a qué lugar irían por ese día, Tom se ahogó con su bebida y Maddie le preguntó a Sonic si estaba seguro de eso, porque no quería que el zorro atravesara una experiencia traumática antes de la ceremonia, pero Sonic estaba cien por ciento seguro. Así que lo llevaría.
—¡Mira! —señaló el zorro al frente cuando aterrizó y sus colas descansaron.
—Un barco.
—¡Mira!
—Es un... Miles. —Sonic tomó la mano del zorro para que dejara de apuntar cosas y asintió hacia él—. Yo te enseñaré todo, ¿bien? Tú tranquilo.
—Sí, Sonic, pero... ¡mira!
Sonic tenía la sospecha de que pasar desapercibidos no iba a ser posible si Miles continuaba gritando y saltando para ver por encima de las personas. El parque de diversiones en Green Hills era más confiable porque la gente ya lo conocía, pero a veces podía llegar gente externa que no estaba acostumbrada a ver erizos del tamaño de sus hijos o, quizá peor, un disque zorro de dos colas.
—Una vez vi la pelota más grande del mundo –alardeó al hacer fila en los tickets para un juego mecánico que los suspendería en el aire y daría vueltas hasta marearlos.
Sonic estaba emocionado ya que nunca había subido a esos juegos extremos porque Maddie no se lo permitía. Tails, sin embargo, dejó de prestar atención a ese sector del parque y, como el cobalto ya estaba haciendo la cola, caminó hacia el carrusel de caballos que resultó más curioso para él. Se subió a las barras plateadas para observar a niños y adultos girar montados en los cuadrúpedos de madera.
—¡Sonic!
—¿Qué? —preguntó el cobalto revisando entre sus anillos si trajo el dinero con el que pagarían.
—¿Y este?
Levantó la mirada y vio a Tails señalando un juego que lo pondría a dormir.
—¿Ese?
—Se ve divertido.
—¿No quieres que mejor te lleve a mi cama?
—Por favor —pidió el zorro tras chocar los cinco con un niño que ya pasaba a tomar su caballo, sus colas se esponjaron por la emoción y sus ojos zafiro se dirigieron a él para convencerlo, Sonic calculó. Tenían al lado a una atracción no apta para personas débiles y luego tenían otra en el que la edad mínima era de un año.
De cualquier manera, no había forma de que Tails se accidentara en un juego tan lento como ese.
—Bien, haz la fila y yo subiré al otro.
—¿No estarás conmigo? —preguntó el zorro al recibir el billete con el que debía pagar su ticket, su expresión cambió de felicidad a confusión, pensó que lo acompañaría, en especial porque había un descuento si subían en pareja.
—Miles, me van a quitar el sitio. No te pasará nada aquí, cuando yo termine, tú seguirás girando feliz en ese carrusel.
Sonic recordó esto cuando una señora golpeó sus púas y le preguntó cómo pudo ser tan irresponsable. Por Dios, que Maddie no se enterara.
Tails había caído del caballo que acababa de montar por intentar ver si Sonic ya estaba en el otro juego y no era el único divirtiéndose, se golpeó con el extremo del círculo giratorio debajo y había llamado la atención de las personas alrededor porque no podía pararse del dolor y porque no parecía un humano.
Entre risas por la adrenalina, el cobalto pasó por un costado de la gente amontonada y se apoyó en las barras para ver a Tails sonreír y tomarle fotos, pero ni siquiera el que vendía los boletos estaba en su puesto y tuvo la corazonada de que algo había salido mal.
Menos un punto para el "sí quiero ir contigo" que estaba esperando.
—¿Estás bien? —preguntó con el zorro resentido en sus brazos. Tails no le había dirigido la palabra, Sonic pensó que era porque estaba molesto, cuando en realidad el menor no sabía qué decir y que no se sintiera tan extraño por la posición en la que se encontraba-— Lo siento, debía estar a tu lado cuidándote y no...
—¡Mira!
Tails abandonó al cobalto para correr hacia un juego con avionetas subiendo y bajando. Sonic miró entre sus brazos vacíos y a Tails agitando sus colas por emoción.
—Quiero uno de esos —murmuró el zorro al sentirlo acercarse.
—¿Un avión en la casa?
—Tornado —leyó en las inscripciones de las alas—. Se llamará Tornado. ¿Me venderán uno?
—No lo creo —respondió, al menos no se subirían a otro juego aburrido, pero Tails no se separó de las avionetas rojas y memorizó los detalles que le gustaría ver en su propia construcción, seguro a sus amigos les gustaría, ya no tendrían que comunicarse por señales de humo.
—Podríamos volar alrededor del mundo —imaginó. Sonic se sintió incluido en sus palabras y sonrió. Tails exhaló porque quería intentarlo.
—Podría escapar del baile —añadió el cobalto.
—Sobre eso, ¿te gustaría practicar conmigo?
Antes de que pudiera responder, Tails se distrajo con otra atracción y lo llamó para que se acercara. "Túnel del amor", pero el más bajo solo vio los botes de diferente forma al que estuvieron manejando ayer y las bolsas de chocolates en cada uno. Sonic se sintió en el aire, es decir, quería tener un momento para preguntarle a Miles si quería salir con él, pero no estaba listo para ingresar a un lugar tan privado.
—¿Es seguro?
—Sí, tiene condones dentro —explicó la mujer en la puerta. Tails arqueó una ceja porque él quería saber del recorrido y la distancia del agua que los llevaría, no de lo mejor para el final.
—¿Qué son condones?
Sonic se interpuso entre la vendedora y el zorro para impedir que la conversación continuara.
—Son globos que las personas usan para divertirse —explicó la mayor de todas formas. Sonic sabía lo que eran por razones por las que Miles jamás debería saber que el espejo del baño podía abrirse, pero no quería que Tails se enterara de eso, ya que el día anterior le compartió hasta de la mariposa y las hormigas a su tutora. Maddie lo regañaría de por vida si Tails mencionaba esa palabra.
—Nosotros queremos divertirnos —compartió Tails sin entender la descripción sutil del objeto al que la adulta hacía referencia.
—Uf, que les vaya bien —deseó la mayor al dejarlos pasar. Subieron a un bote que se tambaleó hacia atrás y adelante cuando Tails saltó. Sonic, que había tomado asiento primero para hallar la calma que necesitaba, estuvo cerca de saltar por el extremo, pero el pelaje ambarino del zorro tornarse de colores suaves por las luces que los rodeaban lo tranquilizó.
—¿Dónde están los globos? —preguntó Miles rebuscando en la base del navío.
—No los vamos a necesitar —interrumpió Sonic, pero el menor encontró los sobres y tuvo que quitárselos para arrojarlos por el borde. Que le sirvieran a alguien más.
—¿Y eso?
—¿Y eso qué?
—¿Por qué los dejaste caer?
—Miles, a veces la vida te da señales —comenzó sin saber de qué estaba hablando. Tails asintió con un gesto preocupado y agarró la cesta de chocolates para sacar uno. Sonic abrió una envoltura y el comunicado con un beso impreso en el interior decía que eran afrodisíacos.
Tails ya tenía uno en la boca.
Sonic no quería, pero en un intento por salvar a su futuro amigo, golpeó su espalda y lo obligó a dejar de degustar el dulce. El más bajo miró por el borde mientras luchaba por recuperar el aire que no sentía por olvidar la respiración automática debido a la perturbación. Sonic, en su intento más atropellado por ayudarlo, giró hacia él y lo besó; sin embargo, al hacerlo recordó que ni siquiera sabía cómo o si era un buen momento para la respiración boca a boca.
Pese a ello, Tails se tranquilizó y se alejó de él para alzar una queja por dos lesiones que indirecta y directa, respectivamente, había sido su culpa.
—¡Sonic! —gritó al limpiarse con el dorso de la mano.
—Miles... Miles, no quería... Te quería ayudar... ¡No se lo digas a nadie!
—¿Por qué me golpeaste? —preguntó con sus ojos brillando por el daño que recibió. Sonic exhaló porque creyó que le reclamaría otras cosas, pero lo otro era más liviano.
—Están envenenados —explicó—. Créeme, no quieres comer algo así... Te llevaré a comer, ¿te gustaría?
El más bajo asintió, todavía acariciando su espalda baja y el lugar en el que fue agredido. Sonic lo ayudó en ello, aunque mirado a todas partes menos al pelaje del zorro, quien daba quejidos por las contusiones.
El recorrido se volvió silencioso, solo el sonido del agua resonaba sin ningún pez al que Tails pudiera señalar con alegría. Al bajar, Sonic extendió una mano, pero el zorro pasó de largo para regresar a la feria sin ayuda.
—¡Un puesto de chili dog! —Tails vio a Sonic correr antes de que una niña tomara su lugar y lo miró más confundido que antes.
—¿Qué es chili dog?
—La mejor comida en el mundo.
Tails vivía de bayas en Mobius, así que pensó que probar algo diferente no sería malo. El vendedor, un experto al colocarse en la salida del juego del que personas como Sonic solían salir por lo que sea que haya pasado dentro, acostumbraba a bromear por el túnel. Cuando la pareja se acercó, agarró una hoja y comenzó a silbar hacia Tails.
—No fue suficiente chorizo, ¿eh?
—¿De qué estaba hablando? —preguntó el menor al erizo cuando se alejaron con prisa.
—De nada, ¿nos sentamos?
Sonic llevó a Tails hacia una de las mesas en el centro, frente a lo que parecía ser un concierto a punto de empezar. El día no estaba saliendo tan bien como ayer, sintió que tuvo un retroceso en confianza que debía proyectar en Prower, comenzando por pedir un consejo que no supo entender y por el que Tom finalmente se deshizo de versos inservibles y le dio una charla sobre ser él mismo, que era lo más importante.
—Tom dijo que me comprará ropa mañana, para ir a la fiesta —comentó Tails jugando con una papa.
—Y a mí, no creo que sea tan complicado. ¿Crees que me quedaría una corbata?
Tails se ruborizó al asentir, retrocedió en su asiento para que el erizo no se diera cuenta y acarició sus piernas para calmar el frío que llegaba junto a la tarde. Iba a preguntarle a Sonic si quería ir con él a la ceremonia, pero alguien colocó un gorro en forma de caramelo en su cabeza y caminó repartiendo diferentes artículos a los presentes.
Exhaló, ya había reunido valor para hacerle la pregunta, pero lo perdió por pensar que se veía ridículo debido a cómo lo miraba Sonic. La verdad era que al cobalto le llegó a la mente la imagen de Tails recostado sobre algodón de azúcar y no podía reaccionar.
Miles quería invitar a Sonic al baile, pero tenía el presentimiento de que preguntárselo ahora podía ser "oportunista". Es decir, el erizo le diría "sí" probablemente porque lo había golpeado antes y no quería lastimarlo más, o diría "no" y Tails pasaría los siguientes días nombrando todas las estrellas en el cielo para no tener que dormir a su lado.
Entonces, no quería arriesgarse a ser visto con lástima, pero tampoco arrepentirse por recibir una respuesta negativa.
—¿Están cantando? —preguntó el erizo para romper el silencio. Si nadie hacía el movimiento, quizá terminarían yendo solos—. ¿Quieres ir?
—Sí, la canción se oye alegre.
Sonic estaba hablando sobre ir tomados del brazo, pero perdió la oportunidad una vez más y dejó que su cabeza golpeara la mesa por la sugerencia mediocre que hizo. Al ser más pequeños, lograron atravesar la inmensa multitud. Tails agarró su sombrero mientras cruzaban hacia el frente, el escenario no era tan alto por fortuna, así pudieron ver por qué la gente se emocionaba.
—¡Tienen dulces! —gritó el zorro sobre el bullicio.
—¿Qué?
Ambos rieron porque era difícil escucharse con ese volumen. Como Tails era aún más bajo que él y daba pequeños brincos para ver más, Sonic lo levantó para cargarlo en sus hombros, aunque se equivocó de lado y el vientre de Tails cubrió su vista por entero. Un niño, que pasó por debajo de los demás para ver el concierto de cerca, los vio y se regresó por donde vino para no ser reprendido por estar en fiestas donde las personas hacían cosas de adultos.
Sonic acomodó a Tails para que se pusiera en la dirección correcta. El zorro abrazó su cabeza por un instante porque nunca había hecho eso y creyó que era una técnica para que se volviera a golpear, pero al final entendió por qué lo hizo y el erizo agarró sus piernas para sostenerlo mejor. La canción hablaba sobre ser una chica imposible de olvidar, lo que le recordó a Sonic que Tails no había dicho nada acerca de querer permanecer en Green Hills culminada la renovación de votos entre Tom y Maddie.
Si Miles elegía irse, Sonic no podría olvidarlo.
—También me gustó, aunque prefiero el lago —le confesó al erizo de regreso a casa. Le habían regalado una canasta de chocolates sanos y libres de perversión por su participación en una fiesta aparte, Sonic la estaba llevando para ayudarlo con el peso, ya que estuvieron bastante tiempo bailando: cuando se le pidió a Tails que sacara a alguien también a bailar, él llamó a Sonic.
Pero el estilo libre en el que el erizo era un experto no era lo mismo que abrazarse, poner una mano en la cintura ajena y los cuerpos rozando mientras se tienen que ver la cara con una balada de fondo y un corbatín en el cuello. En especial si era Tails de quien se estaba refiriendo, porque el menor tenía ese "algo" que el ojiverde aún no descifraba, y pensar en eso lo aterraba.
—¡Ozzie! —vitoreó el más bajo al oírlo.
El golden retriever les dio la bienvenida con ladridos que detuvo cuando Tails acarició su cabeza al ingresar. Maddie y Tom los estaban esperando, la noche había llegado y les habían dado "las ocho" como hora máxima para abrir esa puerta. Sonic colocó el canasto en el suelo y se dejó caer en el sofá.
—¿Día largo? —preguntó Tom a su lado con el uniforme de trabajo y una taza de café en la mano.
—Bastante —respondió Sonic contra un cojín.
—¿Le preguntaste?
—Algo así —resopló apenas audible—. No me entendió. —Sonic encontró su mirada con la de Miles mientras contaba lo que sucedió en el día. Maddie sacó una caja sorpresa por la que Tails voló en su propio eje por breves segundos hasta volver a tomar asiento para abrirla.
—No te preocupes, Sonic —sostuvo tras estirarse por la posición en la permaneció un tiempo—. Si te conviertes en el portero de la fiesta, a nadie le importará si tienes compañero.
—Ja, ja, ja —rio detenidamente sin una muestra de felicidad.
—¿No es una opción? —consultó el sheriff al dejar su bebida en el reposabrazos. Tails levantó una llave inglesa como si fuera su trofeo y abrazó a Maddie, para sorpresa de la veterinaria, quien acarició su espalda de arriba abajo con cariño.
—¿Y si tienes razón? —se lamentó al pensar en los anillos con los que Prower podía irse en cualquier momento—. Miles no quiere ir al baile conmigo.
—Qué momento tan trágico.
—No te burles de eso, estoy sufriendo —avisó para que le tuvieran piedad con sus comentarios.
—Sonic —llamó Wachowski al recordar las cosas que el erizo le hizo pasar por no saber guardar silencio—. No me dirás que pudiste enfrentar al hombre que te arrastró por un viaje alrededor del mundo con una obsesión por las máquinas, pero no puedes hacerle una pregunta de tres palabras a un... "zorro" que no te alcanza en estatura.
Sonic tomó asiento vagamente para ver a Tails frente a ellos ayudar a Maddie a preparar galletas. Tenía razón, pero también estaba más dispuesto a volver a luchar contra Eggman que oír a Miles diciendo: "No quiero, muérete".
La vida está llena de riesgos, Sonic viviría luego de esa noche o aparecería tirado en una vereda.
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—Estos vestidos son muy lindos —señaló Maddie al agacharse para saber si el blanco de perlas plateadas sería de la talla de Miles—. Y... ¿ya me contarás qué pasó?
Esa mañana Sonic fue el primero en levantarse, y eso nunca había ocurrido. Limpió la sala, la cocina, salió a recoger flores para poner en el centro de la mesa y después se sentó al final de las escaleras que daban a su habitación. Tom iba a sacar a pasear a Ozzie, pero se tropezó con el erizo en el suelo viendo atentamente si Miles se levantaba o saldría por la ventana.
Cuando Maddie despertó, oyó algo que pensó que serían ratones porque cuchicheaban en los cajones grandes en los que se guardaban herramientas que aún no movían al cobertizo. Sin embargo, al abrir las puertas de la encimera, Sonic y Tails estaban sentados en el interior. Prower miró el suelo y fingió que estaba buscando su llave inglesa, el erizo corrió a una silla de la cocina y gritó que también vio ese espejismo.
—Pero claramente yo no estaba ahí —explicó cuando Tom le preguntó por lo mismo, porque él también abrió esas puertas antes de que Maddie lo hiciera, solo que las cerró al pensar que el asunto de la boda y el enamoramiento no identificado de Sonic estaba distorsionando la realidad.
Esa mañana fueron a encargarse de la vestimenta de los dos amigos. Tom estaba con Sonic, a quien el mayor pidió comportarse porque la última vez que fueron a una tienda de ropa, Sonic se probó todo lo que vio y ocasionó un caos frente a los guardias. Según recordaba, lo tuvieron que meter a una maleta parlante y fingir que ellos no sabían quién era el culpable, aunque luego esa maleta rodo colina abajo y tuvieron que seguirla, pero era una historia diferente.
—¿Te gusta esta falda?
—Sí, pero...
—Los hombros, ¿verdad? Demasiados anchos —observó Maddie al tomar al zorro de la mano y seguir caminando.
—Sí, es solo que...
—¿O lo quieres de otro color? Si quieres puedo llamar....
—No soy mujer.
Maddie dejó caer el tercer vestido que llamó su atención y giró hacia el menor sin entenderlo.
—¿No?
—No —repitió Tails.
—Ah... ¡Ah!, guau, es... Increíble —titubeó—. No te decía la Z-palabra para no fastidiarte, pero... bien, todo bien... ¿Sabes qué? Vamos al otro lado.
El menor sonrió, era divertido estar en esa tienda, sus zapatillas rojas patinaban por el tipo de suelo y parecía que tenían tanto como para usar un traje diferente cada día. Giraron en el sector de los ternos, donde Tom se había quedado dormido esperando a que Sonic decidiera con cuál de los veinte que metió al probador se iba a quedar. Maddie se puso a la altura de Tails y siguió buscando su traje ideal.
—Sería lindo que Sonic y tú usen el mismo, para que puedan estar al lado de cada uno y se vea pareja, ¿te gustaría preguntarle si ya escogió? Creo que piensa que estará en un concurso.
Tails ingresó por la cortina grande, donde había más, aunque solo en una había ropa tirada y un ocupante tarareando.
—Parezco Elvis Presley.
—Sonic.
—Dime, nena.
El cobalto giró al darse cuenta de que debía salir del personaje para hablar con alguien, aunque ya le hubiera guiñado un ojo por medio del espejo. Tails cerró el telón para darle privacidad en lo que esté haciendo, Sonic ni siquiera se había abotonado la camisa y así, con apariencia de vagabundo, abrió la cortina para ver al menor.
—¿Qué pasó? —carraspeó—. Estaba practicando.
—¿Para qué?
—Para... nada, ¿qué pasó? ¿Por qué estás aquí?
—Maddie quiere saber si escogiste el terno con el que irás, quiere que use uno igual... No sabía que yo era hombre, pensé que era obvio. Fue divertido.
—En mi experiencia, Miles, yo mismo pensé que eras una mujer, hasta que... Luego te cuento, ¿corbatín o corbata?
—Me gustaría verte con corbata, pero el corbatín es dinámico.
—Corbatín.
Sonic le guiñó un ojo y cerró el telón nuevamente para terminar de cambiarse y preguntar si le quedaba bien. El zorro salió del probador y el ojiverde corrió de inmediato para oír opiniones y críticas positivas.
—¿Ese es tu traje, Sonic? —interrogó Tom, quien acababa de despertar—. Fue el primero que agarraste, llevamos... dos horas aquí.
—Te queda estupendo. Pediré una talla menor para Tails —comunicó la veterinaria y tocó dos veces el hombro de Tom para que la acompañara. El vulpino miró a su lado, Sonic ingresó y volvió a salir sin el traje para poder distraerse en el lugar mientras los esposos pagaban las compras.
—¿Quieres hacer algo?
—¿Se puede? —preguntó el zorro, pero siguiendo al cobalto hacia la zona de juguetes.
Cuando Maddie oyó un estante caer, cerró los ojos como reflejo y miró a Tom para suspirar por los daños que Sonic debía estar provocando, solo que no creyeron que tendría un cómplice.
Sonic le había ayudado a colocarse patines, pero Miles nunca los había probado y se estaba apoyando en la espalda del erizo mientras este lo guiaba hacia distintas partes de la tienda. El sheriff simuló que no los vio y continuó formando fila, mirando ocasionalmente detrás de ellos para que no se metieran en más problemas.
—¿Por qué las personas ya no quieren caminar? —preguntó Tails cuando Sonic tomó su mano para que empezara a recorrer entre los colgadores por él mismo—. ¿Les duele algo?
—Es un deporte. —Sonic hizo que Tails diera una vuelta al llegar al espacio más vacío de la marca de ropa y continuó paseando con él—. Lo único que no hay que hacer, es salir.
—¿Por qué no?
—Las puertas suenan cuando sales sin haber pagado.
—¿No pagamos?
Tails no vio delante en el camino, un maniquí estuvo a punto de impactarlo, si Sonic no lo hubiera jalado hacia él en un abrazo para evitarlo. El zorro empezó a patinar hacia atrás cuando entendió cómo funcionaba y sus colas lo ayudaban en redirigirse a los sitios que él quisiera. El cobalto tomó el brazo del ambarino para que no estuviera por delante de él, pero cuando lo llevó hacia atrás, el vulpino tomó su brazo y dieron una simple vuelta en la que el ojiverde no logró cambiar de lugar.
-¿Sabes bailar? –preguntó Tails al volver a ir hacia atrás, pasando por la caja donde las personas solo esperaban pagar y retirarse para prevenir accidentes. Sonic atrajo a Tails hacia él y lo confundió por unos segundos para cambiar de posición e ir adelante. El ojiazul inhaló sin creer que haya hecho eso, así que tomó un atajo, pero no lo vio pasar y no creía que estuviera tan adelante.
Sin esperarlo, Sonic apareció por detrás de él y lo abrazó por la cintura mientras el zorro luchaba por escapar de su agarre e ir delante en su carrera improvisada. Estaba riendo por las cosquillas que le provocaban las púas de Sonic, pero al zafarse, atravesó el borde de la puerta y las luces rojas en ella empezaron a parpadear.
Del susto, Tails se convirtió en una bola amarilla, como hacía Sonic cuando pensaba que era divertido crear nuevas puertas para Ozzie en las paredes.
—¿Tails? —Sonic lo pateó suavemente porque sus colas sobresalían, pero la circunferencia rodó unos centímetros y se estremeció por el ruido. Se quitó los patines rápidamente y cargó al menor para que dejara de tener miedo, aunque el grito de Maddie asustó al más alto y lo terminó soltando.
Al menos consiguió que se desenrollara. Tom le quitó los patines a Prower y lo cargó para salir del lugar, otra vez con la "conciencia limpia" y el alma tranquila. Necesitarían hablar sobre no tocar las cosas ajenas.
—Sonic, tú me vas a hacer envejecer —dijo el sheriff después de sentar a Miles en sus hombros. Sonic extendió sus brazos a Maddie para que lo hiciera también, pero ella lo dudó porque Tails no era de la misma estatura que el cobalto. Aun así, lo subió, el zorro y el erizo se miraron mejor durante el recorrido.
El problema fue a la hora de entrar a casa, porque Tom bajó a Tails, pero Maddie lo olvidó y Sonic se cayó al golpear el marco de la puerta. Tails sonrió al ver al erizo levantarse de inmediato para que la veterinaria no se preocupara en alguna lesión que pudiera haberse provocado. Ambos subieron al ático en el que dormía Sonic para compartir un momento a solas.
—Gracias por aceptar ir conmigo a la fiesta —interrumpió Sonic al recostarse en su cama. Tails giró una oreja en su dirección y luego su cuerpo se orientó hacia el mayor, dejando el cómic que tomó a un lado.
—Yo no acepté —corrigió—. Yo te lo pregunté, tú aceptaste. Tardaste veinticuatro minutos con cincuenta y seis segundos —recordó y se asomó por la ventana circular en el techo—. Se puede ver el atardecer.
Sonic vio la causa de que la oscuridad haya incrementado y, al darse cuenta de que solo se veía la parte inferior del cuerpo del ojiazul, abrió la puerta en caso de que Maddie convenientemente ingresara y pensara que el erizo era todo lo que no era.
—¿Estás atorado? —preguntó por si acaso. Tails saltó a la cama al escucharlo y tomó asiento.
—No. ¿Mañana debemos bailar como ayer? —Sonic pensó su pequeño juego de palabras y negó con la cabeza—. ¿Cómo?
—Se supone que te tengo que invitar, es lo que me dijo Tom, pero lo repitió Maddie, así que lo creo. —Sonic respiró hondo y se inclinó, con una mano en su espalda y otra adelante—. ¿Le gustaría bailar esta pieza?
—¿Cuál pieza?
—No, no, para mañana —notó Sonic al imaginar si hubiera ocurrido en el momento y no en la práctica—. Es solo para enseñarte.
—Ah, lo siento, te iba a decir que no porque estaba agotado. Sí quiero.
Sonic tomó la mano de Tails, quien lo vio tan de cerca que recordó esa mañana en la que Sonic no quiso que nadie oyera lo que le quería preguntar y se metió en la encimera. Tenía una cajita de caramelos de limón y tardó alrededor de media hora en decir lo que pensaba de Miles y las razones por las que le gustaría que lo acompañara, así que el zorro hizo la pregunta por él y aceptó.
—¿Estás bien? —murmuró cuando la mano de Sonic bajó a su cintura y tomó la otra en alto con cuidado, pero el erizo no se movió, sino que permaneció pensativo en su lugar—. Sonic.
—Tails, cuando esto termine, ¿te irás?
Prower sonrió y posó su mejilla en el pecho del erizo para que comenzaran con la práctica.
—Aún no puedo responder eso —susurró. Sonic apoyó su mentón en el flequillo del ojiazul para empezar a mecerse lentamente dando vueltas alrededor de la habitación, el primer día había sido malo con él, pero en el segundo lo aceptó, en el tercero lo intentó y ahora solo esperaba una respuesta que le diga que deje de contar los días que le quedaban para verlo. Sonic no quería regresar a Mobius, pero Mobius era el hogar de Tails y él allí debía regresar.
De repente, la música mental en ambos empezó a acelerarse, Tails sintió cuando Sonic saltó y lo cargó para dejarlo del lado opuesto y seguir tomados de la mano. El menor rio el nombre del cobalto cuando le hizo dar una vuelta y luego lo sostuvo inclinado hacia el suelo.
—¿Cómo pasas del baile de bodas a Lindy Hop?
—¡Sonic! —Tails sintió que no podía expresar más de su alegría, eran pasos vivos y llenos de saltos.
Al regresar a su posición original, el baile continuó con el ojiverde tomando la ventaja de saber lo que estaba haciendo, manejando los giros y los cambios de lugar, hasta que el zorro memorizó el patrón que seguían y aprovechó el siguiente giro para tomar la mano de Sonic y llevarlo cómo él quería, solo que no calculó su estatura y terminaron cayeron, por suerte, en la cama.
La pareja siguió riendo incluso minutos después de haberse detenido, Tails seguía encima de Sonic porque no había tomado la fuerza para levantarse, Sonic respiraba agitadamente porque había sido el principal contribuidor, pero cuando Maddie entró y los vio tan agitados y alborotados, incluso Tom, que estaba subiendo para saber el porqué del ruido arriba, volvió a bajar.
—Tails salta bien —dijo Sonic, hablando sobre los pasos que estuvieron siguiendo. Maddie asintió, solo entrecerró los ojos hacia él y dejó sus ternos en el puf rojo que le pertenecía al erizo. Cuando acarició las cabezas de los dos para que se tranquilizaran antes de que saliera, ambos volvieron a caer en la cama, esta vez uno al lado del otro, y se miraron por la buena tarde.
Sonic por fin lo llevaría del brazo. Si se animaba, tal vez hasta ya sabía con quien se tiraría a la fuente de agua.
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Sonic estaba más nervioso que el novio. Tom lo vio salir con la corbata como correa y con una camisa donde debía estar el pantalón. La renovación de votos se haría esa tarde, la hermana de Maddie había la había llevado a un salón de belleza aunque Tom le había dicho que se veía increíble tal como era. Rachel lo mandó a cambiarse y la acompañó al salón de todas formas.
Tails estaba con ellas, JoJo le prestó unos lentes de aviación que llevó para jugar, con el fin de que se cubriera los ojos, ya que cuando le iban a lavar la cabeza, temía que lo ahogaran y no podía quedarse quieto.
—Qué criatura tan tierna y apretable —dijo su hermana al acariciar las colas de Tails y hacerle cosquillas.
—Mi nombre es Miles Prower.
—¿Es novia del que ya tienen en casa?
—Soy hombre —corrigió el zorro por segunda vez, la madre de la niña asintió con confusión y se acomodó en su propia silla para seguir recibiendo el tratamiento por el que pagaron.
Se estaban contando las cosas que pasaron durante esa semana, como la pelea por terrenos que los vecinos de Rachel estaban teniendo. Maddie le contó sobre Tails, quien permaneció en silencio para imaginar cómo estaría Sonic. Nunca había tenido la oportunidad de bailar o de ser invitado, solo una vez hubo una fiesta en la que le prohibieron la entrada porque no había lugar para "dos colas", aunque al final ingresó por ayuda de alguien a quien también estimaba mucho y al que los guardias de la puerta no pusieron resistencia por su carácter fuerte y noble por el que era reconocida.
Sin embargo, Rachel insistió en que Tom no viera a Maddie, como si fuera la primera vez que se iban a ver de blanco, pero Tails pidió que lo dejaran en la casa porque quería estar con Sonic para ir juntos.
—¡Llegué! —gritó desde abajo. La cocina estaba de cabeza y había abolladuras en las paredes. Tails pensó que estaban sufriendo de un ataque y abrió un anillo para pedir ayuda, pero de repente oyó la voz de Tom desde detrás del sillón y se acercó para saber qué pasaba.
—¡Sonic! —Tom agarró la corbata y el erizo volvió a escapar para que no la acercara a él—. ¡Tienes que usarla!
—¿No me veo ya bien así? —El cobalto retrocedió hasta chocar con Tails y, al girar, quiso explicar el motivo del desorden, pero se perdió en el nuevo aroma y el pelaje que se veía sumamente radiante y suave en el vulpino, aunque tenía las gafas de aviador que JoJo le regaló al contarle sobre Tornado y las cosas que quería construir, porque estaba más seguro de querer quedarse—. Te ves increíble.
Tom aprovechó su distracción para ajustar la corbata en su cuello.
—Eso era todo, ahora, tengo que tener tiempo para mí —anunció mientras se dirigía a su habitación para estar tan listo como su esposa.
—Gracias —murmuró el zorro.
—El corbatín me estaba ahorcando —continuó—. Pero creo que así iré, ¿te acompaño?
Por cortesía y no por otra cosa, Sonic dejó que Miles subiera las escaleras primero y alcanzara el terno que vestiría por toda la noche. Ya si quería casarse con él, podía volver a usarlo.
Sonic vio a Tails poner cada tela sobre la cama para saber ir paso a paso, aunque cuando iba a preguntar qué iba primero y el erizo se iba a acercar para preguntarle si, además de ir a la fiesta, quería salir, salir, salir de verdad con él, la patada en su espalda se lo impidió.
—¡Miles! —Una eriza rosa salió de un anillo abierto a mitad de la habitación. Tails carraspeó para decir que él estaba más allá, aunque la ojiverde se dio cuenta de haber abrazado a la persona equivocada al ver azul—. Tú no eres el encantador Miles. —Lo hizo a un lado y caminó hacia el vulpino, mas giró un segundo para arreglar lo que dijo—. Eres encantador, pero no eres Miles.
—Amy. —Tails correspondió su muestra de afecto, aunque antes de poder preguntar qué hacía ahí, otra mano empujó más a Sonic hacia un rincón—. ¡Knuckles!
—Te dije que sabía a quién llamar, pero no esperaba que viniera —mencionó el equidna refiriéndose a eriza. Sonic frunció el ceño hacia él, porque si Tails los conocía de algún lado, podían ser hasta más cercanos de lo que le gustaría aceptar.
—Este no es un hotel —siseó el cobalto. Knuckles lo observó con despecho y se adentró en el cuarto para retarlo a sacarlo. Tails también lo abrazó y los tres miraron el traje sobre las frazadas.
—Knuckles me dijo que tendrías un evento importante hoy, por las cartas que le mandaste —habló Rose al agarrar la manga del vestuario—. Yo sigo esperando las mías, pero vamos a ayudarte con esto... Por cierto, ¿quién es el chico de allá? —preguntó como un murmullo.
—Sonic, voy a ir con él a...
—¡Ah! De acuerdo, promesa, no lo vi. —Amy acarició los pinceles en las mejillas del zorro y levantó la camisa—. No nos dijiste que ya tenías enamorado, ¿sabes cuántas personas están preguntando por ti?
—Pero no hablo con nadie —intervino el zorro—. Sonic no es...
—Lo sé, te tienen como "el chico misterioso" al que solo nosotros tenemos el privilegio de conocer, desde que Knuckles cambió el rumbo de esa guerra, todo es armonía —prosiguió al abrazar al equidna serio e inexpresivo a su costado—. ¡Bien! —Amy aplaudió y giró hacia las personas que consideraba que debían retirarse del cuarto para avanzar con el zorro.
Knuckles buscó una fuente para salir de las paredes de formas raras, hasta que abrió la escotilla y bajó, pero Sonic siguió con Amy y Miles.
—¿Qué está esperando? ¿Una tarjeta de invitación? —se escuchó por parte del equidna. El ojiazul llamó a Sonic al agitar su mano para pedirle que saliera un momento, porque las personas que no conocía no le tenían la misma confianza que él y no habían oído de su nombre.
Con Tails arriba sin alguien que lo cuide, Sonic no pensó que podía llegar a sentirse tan desconfiado. Ozzie no había ladrado, si quiera para alarmar a Tom y que él les pidiera que se fueran, y Knuckles llevaba minutos viéndolo de tal forma que Sonic pensó en la posibilidad de que únicamente su alma sería la que acompañe a Miles esa tarde.
—¿Él quiere hacer esto?
—¿Quién? —Sonic sacudió su cabeza y miró arriba—. Sí, aceptó.
—¿Estaba consciente de sus actos?
—¿Qué?
—¡¿Estaba consciente?!
—¡Sí!
—¿Lo tocaste?
—¡Sí! Digo, ¡no! —Sonic recordó las noches que dormían juntos, el beso, los abrazos, que lo vio en la bañera, las tomadas de mano, las colas de Tails en su cara y volvió a negar.
—Bien, porque no eres confiable y no tienes autorización.
—¿Autorización? ¿Qué eres? ¿Su papá? Yo no necesito el permiso de nadie.
—Que la próxima vez que lo ayude sea en su boda —vitoreó Amy hacia el erizo cuando apareció en la puerta en un segundo. Abrió un anillo en el suelo al dejarlo caer por las escaleras, así que se despidió y saltó al portal para regresar a Mobius.
Cuando Sonic pudo quitarse a Knuckles de encima y le gritó que no regresara, subió para preguntarle a Miles por lo que pasó, porque, como diría Maddie:
—Miles, este no es un hotel, ¿quedó claro?
—¿Te hicieron algo? —preguntó un poco afligido—. Ellos no son así. Le dije a Knuckles que quería quedarme aquí y se portaron de ese modo contigo.
—¿Y él quién es?
—Dirige a los equidnas, son... los que provocaron que huyeras de tu verdadero mundo, pero Knuckles lo arregló, él habló con mi guardiana para traerte de regreso, eres reconocido aunque nunca te hayan visto.
—Se creyó el dueño del mundo cuando llegó. —Sonic desató la corbata que a Tom le había costado ajustar a él.
—No te conocen, cuando lo hagan...
—¿A mí? No quiero conocerlos —interrumpió el erizo—. No quiero regresar a Mobius y ellos no tienen que estar aquí.
—¿Estás molesto?
—¿Crees que estoy feliz? —Sonic se sacó el saco blanco que formaba parte del traje y lo tiró a su puf—. Trajiste a la razón de que haya pasado por todo lo que pasó y esperas que lo abrace o finja que nunca ocurrió.
—Yo no dije eso.
—No importa, debería ignorarlo como ignoré que estaba aquí.
Tails tomó asiento en la cama, sus orejas se agacharon al oírlo así, se parecía tanto a la primera vez que lo vio, Maddie no estaba para hacer que olvidara las cosas que lo rechazaban a su alrededor. El reloj marcó las tres, Tom los iba a llevar al lugar de la ceremonia y, de acuerdo a lo que hablaron en la encimera, Sonic dijo que lo llevaría del brazo desde su cuarto hasta que estuvieran en el altar acompañando a la pareja que los había protegido. Sin embargo, Sonic no se veía con el ánimo de hacer eso y Miles perdió la confianza para preguntárselo. El claxon fuera era su señal.
—¿Vamos?
—Sí.
Miles levantó un mano, pero Sonic en lugar de tomarla, corrió hacia el auto y lo dejó atrás.
—¿Qué pasó? ¿No ibas a unirte como pegamento a Tails? —le preguntó Tom para bromear, pero vio su expresión adolorida por el retrovisor y sintió el aura triste del vulpino cuando subió al auto. En lugar de ponerse a jugar como hicieron al ir a comprar sus trajes, miraron la calle a través de la ventana.
De hecho, Sonic no supo cómo sentirse cuando la ceremonia como tal dio inicio. Estaba al lado de Tails y quiso hacerlo reír para que no pareciera que estaba en un velorio, pero al intentar tomar su mano, el menor se alejó un paso de él y continuó prestando atención a la pareja.
Todo lo que Maddie no quería que ocurriera entre ellos, ocurrió. Al terminar y comenzar la verdadera ceremonia por la que Tails se había quedado y por la que Sonic y él habían compartido tanto tiempo juntos, el zorro abrazó a Maddie llorando, ella pensó que él se había emocionado por verla de blanco y secó sus lágrimas mientras le decía que todo estaba bien, que mañana saldrían a comer y pasearían como una familia.
Tom se agachó para calmar al hombrecito, cuando Maddie se distrajo para abrazar a su hermana, que si tenía que ver con Sonic, a veces Sonic era manejado por sus emociones exageradas y después se arrepentía cuando ya había consecuencias. Así que sí podía, esperara que el erizo azul hablara con él, porque lo haría.
Tails tomó asiento en una mesa para ver cómo las personas se ponían en el centro para bailar, buscó a Sonic inconscientemente y el erizo estaba tratando de llegar hasta él, así que se movió una mesa más alejada para que lo perdiera de vista. La canción que empezó a sonar era la que el erizo tarareó mientras bailaban un día antes en su cuarto, por lo que las colas de Miles se movieron para animarlo, pero él las calmó porque su decisión era diferente.
—No me voy a quedar —murmuró. El Loco Carl estaba presente con un dibujo en el que Sonic y Tails se estaban casando, pero al ver lo que ocurrió, casualmente el papel se rompió por la mitad y lo dejó a un lado. Sonic terminó de ser atropellado por tanta gente y caminó pegado contra las sillas para sentarse con Tails, aunque reconoció la melodía y le extendió una mano.
—¿Le gustaría bailar esta pieza?
Miles miró hacia arriba, se alejó en su propia silla, negando con la cabeza.
—No.
Sonic suspiró con pena para pasar a sentarse a su lado, pero Tails se levantó para salir y lo vio despegar hacia el cielo. El erizo corrió para no perderlo de vista, incluso si se iba, Sonic usaría sus anillos para volver, y hablaría con él para solucionar lo que nunca comenzó entre ellos. El cobalto subió la mirada y distinguió a Tails en el techo de la casa al lado del lugar en el que se estaba efectuando la fiesta.
Le costó trepar por el árbol que estaba cerca, y le costó más cuando se cayó dos veces, pero al final alcanzó el tejado y tomó asiento junto al menor, quien ya no tenía la vista en el cielo para nombrar las estrellas con todas las palabras que Sonic le había enseñado, sino que levantaba y dejaba caer su cola, de la que se deslizaba un anillo que tentaba a usarlo.
—Tails, lo siento. —El zorro siguió observando al aro caer como una piedra—. ¿Te gusta que te llame así? —preguntó suavemente.
—Mi nombre es Miles Prower —corrigió al tomar el anillo para que no se cayera por la inclinación del tejado—. No conozco a ningún Tails.
Sonic no sabía que el menor había escuchado cuando le dijo eso a Tom, pero ahora le había quedado claro y no quería saber qué otras cosas oyó de él.
—Miles, lo siento, realmente no quería desquitarme contigo —inició—. ¿Me podrías ver, por favor?
Tails negó con la cabeza, viró más hacia el lado opuesto y continuó maltratando la punta blanca de su cola derecha.
—Perdóname, sí estaba molesto porque recordé cosas que tú no conoces y que no son tu problema, no tenía que incluirte en ellos, pero estaba... celoso, ¿bien? Pensé, fue egoísta, pero pensé que era el único que podía hacerte feliz y no me di cuenta de que venías de un mundo en el que te ha costado tener las amistades que te visitaron hoy, por todo lo que me has contado y por las cosas que has pasado.
Sonic observó a Miles agachar sus orejas y miró a la calle debajo, sus colas amarillas se enrollaron para cubrir su torso del frío.
—A veces olvido que no soy el único que tiene problemas, y te lastimé por pensar que sí. Al final, solo quería invitarte a bailar, pero me terminé enamorando de ti.
Tails volteó al instante, con los ojos cerrados e inclinado hacia él, Sonic supuso que quería que lo besara, la felicidad regresó a él cuando lo pensó, aunque no hallaba el ángulo para corresponder el acto. Desafortunadamente, no recibir respuesta le hizo creer al zorro que había cometido un error y el ojiverde no lo veía de la forma en la que él sí.
—Lo arruiné —murmuró el más bajo. Tails se inclinó y voló en dirección a la casa. Sonic no sabía si llamar a Tom o Maddie para que hablaran con él, porque no creía que lo esperaría en su cama como cada noche. Sin embargo, no era un problema que ellos ocasionaron, era el suyo, y aunque le costaba ser serio y responsable para cosas serias que ameritaban responsabilidad, abrió un anillo para llegar a la casa antes que Tails.
Prower retrocedió cuando Sonic salió del anillo que él había abierto para irse, aparentemente en el mismo lugar. El mayor lo vio a punto de partir tal como llegó a ellos: herido y asustado, pero si no podía evitarlo, no quería que se fuera con ese recuerdo.
—Tails, no lo arruinaste —explicó—. Yo lo arruiné, iba a besarte también, pero me quedé calculando la distancia, velocidad, tiempo y cosas en las que nunca me hubiera puesto a pensar antes.
—Sonic, no me siento bien.
—¡Lo sé! Lo sé, quiero ayudarte, pero no quiero que te vayas. —El erizo alcanzó las manos del menor y las cerró en las suyas para que toda su atención estuviera enfocada en él—. Dijiste que querías quedarte, no te vayas por mi culpa.
—No lo sé —respondió el menor con la vista en el suelo. Sonic acarició su mejilla cálida para limpiar la humedad en ella con cariño, cuando sintió a Tails apoyándose a su toque y aceptar que lo hiciera, usó su otra mano para levantarle la mirada y lo besó.
No fue como en el Túnel del amor, como el que casi se dan debajo de la encimera o como el que no se dio en absoluto hace minutos, con este sintió que se dijeron más de lo pudieron haberse dicho con palabras. Tails soltó los anillos que sostenía y se puso de cuclillas para alcanzar mejor al erizo, el cual lo abrazó con fuerza procurando no distraerse por el cartel que Carl estaba sacudiendo fuera de la ventana. Sonic agitó una mano hacia él para que se fuera porque no era el momento y el mayor se retiró con sigilo tras pegar su expresión artística en la luna.
Sonic se concentró en el zorro en sus brazos, aunque cuando Tails abrió un poco los ojos para saber que era verdad, encontró las esmeraldas que adornaban el rostro del erizo y rompió el beso para acurrucarse bajo su barbilla, por la pena de ser visto directamente tras saber que compartieron un momento de intimidad.
—Tails —murmuró en su oreja.
—¿Qué pasó? —El menor quiso lloriquear de felicidad, pero se ocultó en el cuello del erizo para evitarlo o lo conocería por esa sensibilidad.
—¿Te gustaría bailar una pieza? —Miles asintió conteniendo la respiración que impidiera oír su voz quebrada—. ¿Y luego ir a mi cuarto? —Una risa leve no fue sí o no, pero Sonic besó su flequillo como vio haciendo a Maddie para que se tranquilizara.
—La fiesta de Tom y Maddie, me fui —recordó al enderezarse y acomodar la corbata chueca del erizo, sin quejas ni pataletas de su parte—. Nos fuimos, ¿podemos regresar?
Sonic se quitó el saco blanco que llevaba puesto y lo colocó sobre los hombros de Tails para que no sintiera frío al salir. Un anillo solucionó los problemas de tiempo y distancia, aunque antes de que el menor diera un paso más, el erizo azul le ofreció su brazo y Miles lo agarró fuertemente.
—Te invito a bailar, saltabas bien ayer, aunque tal vez este estilo de música sea diferente —comentó al ver a la pareja que los acogió en su hogar en el centro de la celebración.
—¿Y si no sé cómo se baila?
Sonic lo sostuvo en sus brazos para admirarlo antes de que los llamaran desde el interior. Con una sonrisa y viendo sus ojos azules, dijo:
—Tails, somos tú y yo, aunque lo hagamos mal, si quieres pasar un buen rato, suéltate, cariño.
Tails lo besó para llevar la iniciativa de las pocas veces en las que pudo hacerlo. Tanto Tom como Maddie sonrieron por la nueva unión y se apresuraron a chocar las copas por ellos. El Loco Carl, que pasaba tras haber visto al zorro y al erizo, se volvió a topar con los dos en una nueva posición y sacó la pluma.
Eso ameritaba un dibujo, y ¿por qué no? Un avión detrás.
Si alcanzaba la tinta, a otra personita, pero a todo a su tiempo.
Fin
(2/2)
✧✧✧
Buenas noches, espero que se encuentren bien. Segunda parte y final de Suéltate, cariño.
Para ser sincera, en verdad había planeado una obra de esta pareja porque una vez alguien me pidió que lo hiciera, pero nunca la publiqué porque no tenía nada, luego salió la portada y me gustó. Como dije, está basada en la primera película y solo en ella, por favor, no quiero hablar de la quincuagésima entrega.
Espero que les haya gustado, la subí tarde no porque la haya olvidado, sino porque como ya les dije en otra obra, antes de ser KatheDoll, también tengo una vida fuera de pantalla.
Mañana se publica el penúltimo capítulo de También están, después estaba planeando subir una obra Scouriles-Sontails, pero Scouriles sobre todo, así que yo les estaré comunicando.
Muchas gracias por todo, cuídense bastante, hasta pronto.
Buenas noches.
=)
- KatheDoll.
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