Veintitrés

Conducimos por dos horas, creo que dejamos la ciudad muy atrás. Me quedo dormida en el asiento de copiloto y Luke me despierta cuando ya es de tarde.

—¡Hey, Sue! —toma mi mano para despertarme— Estamos junto a un restaurante. ¿Necesitas que compre algo para ti?

—¿Cuanto tienes? —le pregunto y él saca su billetera la que no le quitaron por suerte.

—Lo suficiente —me enseña lo que tiene y pienso que el dinero nos servirá por días si sabemos usarlo.

Reviso en la guantera por lápiz y papel. Lo primero que encuentro es un bolígrafo y una funda de papel vacía. Hago un presupuesto y anoto todo lo que podríamos necesitar, desde cosas de higiene personal, comida y alojamiento. 

No olvido anotar algunas cosas de cambio de imagen. Puse un par de tijeras, un tinte y unos anteojos sin aumento. 

—¿Qué color te darás? —inquiere él después de asomarse para ver lo que estaba escribiendo. 

—¿Cuál crees que me luzca más? 

—Adoro como te queda el rubio platinado —dice tomando un mechón de cabello para colocarlo detrás de mi oreja.

Recuerdo que la última vez que lavé mi cabello fue cuando estaba encerrada en la casa de mamá. Necesito darme una ducha completa, tengo mugre bajo las uñas.

Yo le tengo un poco de fobia a la suciedad. Crecí en un edificio muy moderno en el corazón de una isla.

Veo a luke tomar la lista y releerla. Me ruborizo al recordar lo que anoté. La regla viene esta semana y necesito estar preparada, incluyendo dos pares de ropa interior.

—Necesito saber la marcas que necesitas —avisa para luego señalar la lista. Mis mejillas se ponen calientes y se la arrebato para escribir la marca. Luego le paso el papel.

 —Confío en ti con el color de cabello y con encontrar el pasillo de chicas —enuncio y abro su puerta.

—Te ves linda sonrojada —murmura  me da un beso en la mejilla y sale dejándome sola en el auto.

Reviso mi reloj constantemente y veo por las ventanas transparentes del supermercado. Luke se tarda más de lo que esperaba. ¿Qué tal si alguien lo vio y lo reconoció por las noticias? ¿Y si mi padre se lo llevó?

Preguntas invaden mi mente y estoy tentada a salir para ir en busca de él. Estoy a punto de abrir la puerta cuando veo que sale con dos fundas.

Entra y me sonríe. Después pone las fundas en el asiento trasero.

—No sabes cuantas mujeres se quedaban viéndome. Ellas solo suspiraban y susurraban. Tenía miedo —admite mientras enciende la mini van.

—¿Y nadie te hizo preguntas?

—Pues una señora me preguntó qué hacía en un pasillo como ese y le dije que compraba cosas para mi novia.

Sé que somos novios pero escucharlo decir eso fue lindo. El conduce con una mano y la otra reposa en su muslo. La tomo y enredo nuestros dedos.

—Gracias —murmuro. Él levanta nuestrqs manos y besa el dorso de la mía. Parecemos una de esas parejas en las películas románticas.

No tenemos dinero suficiente para un hotel así que conducimos hasta el motel más cercano. No me gustan los moteles porque no confío en su higiene. Pero es mejos dormir en uno que amanecer a la interperie.

Cuando llegamos a uno el cielo ya estaba oscuro. Luke baja primero de su asiento y da la vuelta por el auto para ayudarme a salir.

Pongo mi brazo sobre su hombro y  pone una mano por mi cintura. Me rehuso a que me cargue porque no me siento cómoda con eso. Pero aún así necesito un poco de ayuda para caminar por el yeso.

Me sorprende que el pie no me doliera cuando usé a mamá de rehén. Puede que la adrenalina del momento hiciera que ignore el dolor.

Pasamos por la mesa de recepción y había un hombre concentrado en su móvil. Luke golpea la campanilla de recepción y este nos hace caso.

—¿Pero ustedes...? —empieza y me dan ganas de salir corriendo porque sé que nos reconoció por las noticias.

—Sí, somos los de las noticias —lo interrumpe Luke—. Pero ya me encontraron y esta señorita que está aquí está bien de salud mental. Por favor, no llame a la policía. Si quiere, podemos pagar un poco más.

—Pero ella atacó un hombre —alude. No noto que su tono de voz tenga miedo. Más bien creo que tiene ganas de llamar a la policía.

—Lo hice en defensa personal. Si quiere, llame a la policía. Pero si lo hace le advierto que le pasará lo mismo porque yo hago lo que sea por defenderme a mí y a los que quiero— advierto mientras me inclino un poco hacia delante y golpeo mi índice contra la mesa.

Luke me toma por el brazo y me saca de allí. Subimos al auto y él arranca a toda prisa.

—Sue, sé que has visto muchas películas y nunca has socializado con personas desconocidas, pero cosas así no se dicen. Le diste un motivo para que crea en las noticias.

—Perdón, creí que sabía lo que hacía.

—Entonces te recomiendo que para la próxima no digas nada. 

—¿Dónde iremos ahora? —Si ya arruiné todo es probable que no encontremos otro lugar porque sino la policía pasará por todos los moteles de este área.

Conducimos por largo rato y pasamos cuatro moteles hasta llegar a uno junto al bosque. No sé por qué me dejaban reseñar películas de horror pero ahora me dan miedo los lugares así, y más si es de noche.

—Quédate en el auto hasta que yo te avise —pide Luke. Estacionamos en una parte que no nos pueden ver desde la recepción.

El baja de la mini van y entra al lugar. Calculo el tiempo y el sale minuto y medio después.

Me ayuda a bajar y vamos hasta una de las habitaciones más alejadas. Entramos y él me sienta en el sillón antes de salir por las compras.

—¿Sabes cuando puedes quitarte el yeso? —pregunta cuando entra y cierra la puerta.

—Aún no. No sé qué tipo de fracturas tenía.

Él toma asiento junto a mí y pide que levante el pie para revisarlo. 

—Creo que dentro de una semana será suficiente —. Baja mi pie y usca la comida que compró en el supermercado.

Comemos en silencio por un rato y luego yo entro a bañarme primero. Perdí mi mochila en la casa de mis padres, así que no tengo otra muda de ropa.

Hago lo mismo que la otra vez a excepción de que esta vez me siento más limpia porque me bañé con jabón y lavé mis dientes como es debido.

Me pongo la ropa interior que le pedí a Luke que comprara y casualmente me queda bien. Me visto con la misma ropa que llevaba puesta.

—¿Dormirás así? —me ve de pies a cabeza. Tengo una blusa azul y unos pantalones de mezclilla oscuro—. Estarás incómoda, si quieres te presto mi camiseta.

Acepto y él se la quita antes de entrar al baño. Las únicas veces que lo he visto sin camisa han sido cuando nadábamos juntos. 

Él entrena casi tanto como yo y los años de deportes se notan en él. Tiene un abdomen marcado pero simple. Parece que no nota como me sonrojo porque entra al baño como si nada.

Aprovecho que no está para quitarme la ropa y colocarme su camiseta. Me queda casi a mitad de los muslos, pero de todos modos es muy corta para mi gusto.

No hablamos donde dormiríamos. Nos conocemos los años suficientes para poder dormir en la misma cama. Confío en él y sé que no hará nada que no me agrade.

La cama se ve limpia y es una suerte que huela bien. Me acuesto y me cubro con la sábana. El clima está lo suficientemente frío como para que los dedos de mis pies lo sientan.

Casi estoy dormida cuando Luke sale del baño. Tiene el cabello mojado y trae sus pantalones deportivos. Me esfuerzo por mirarlo a los ojos y no a su abdomen definido.

Camina hasta el otro lado de la cama y toma una almohada. Me da un beso en la mejilla y camina hasta el sofá de la habitación.

—¿A dónde vas? 

—A dormir. ¿No se nota? —contesta colocando la almohada en un extremo del mueble.

—Hace frío. Puedes dormir aquí, si quieres.

—Por mí no hay problema —en dormir aquí, el sofá es espacioso...

Pienso en que amanecerá con un dolor en el cuello y la espalda. Muevo la sábana e insisto.

—Hace frío. Por favor, ven.

Él obedece y se recuesta a mi lado. Se arropa y se apoya sobre un lado para poder verme. Hago lo mismo para poder verlo.

—Vaya día —susurra. Nunca antes nos imaginábamos ser un par de fugitivos durmiendo en un motel.

—¿Qué pasará después? Espero que algún día podramos tener paz. 

Siento una brisa fría y me encojo. Tomo mucha sábana y me abrazo a mí misma. Luke se levanta y cierra las ventanas. Luego regresa a la cama.

—¿Puedo abrazarte? —pregunta sin tocarme.

—Claro.

El me rodea con un brazo y me apego a su cuerpo. Abrazo con timidez su torso y apoyo mi cabeza en su pecho.

Pasan los minutos y no logro pegar los ojos. Su calidez y su aroma a recién bañado me distraen. Estoy tentada a tocar sus abdominales. Me resisto, pero la curiosidad me vence.

Con cuidado paso mis dedos por su pecho. Bajo la mano lentamente y con ligereza hasta su ombligo. No quiero que se despierte.

Su mano toma la mía de repente impidiendo que siga curioseando.

—Por favor, no —pide con voz ronca. Con una mano me abraza y con la otra sostiene la mía. Alzo la mirada y nuestros rostros están cerca.

Sus pupilas están dilatadas y nuestras respiraciones chocan. No logro resistirme y me acerco para besarlo. Es un beso suave y delicado.

Él suelta mi mano y la coloca en mi mejilla. Nos separamos por falta de aire. Nos miramos a los ojos un segundo y volvemos a unirnos un un beso más apasionado.

Entierro mis manos en su cabello y el se arriesga a pasar sus manos debajo de su camiseta. Se posiciona encima de mí. El ambiente se calienta un poco y luego él separa sus labios de los míos.

Espero con los ojos cerrados a que vuelva a besarme. Mas él solo une nuestras frentes.

—Sue... —Intenta calmar su respiración—... Te amo.

Mi corazón salta en mi pecho y una sonrisa se escapa de mis labios. No esperaba que dijera eso, mucho menos ahora. Pero aún así se siente mágico.

—Te amo y quiero estar contigo, pero quiero que sea cuando ponga un anillo en este dedo —indica mientras toma mi mano izquierda y besa mi dedo anular—. Espero que entiendas.

Vuelve a su lado en la cama y lo abrazo.—Claro que entiendo —murmuro contra su cuello—. Y yo también te amo.

Caímos dormidos poco tiempo después. Técnicamente me hizo una promesa. Él me ama, lo conozco. Y sé que daría su vida por mí. Por eso no puedo permitir que salga herido por mi culpa.

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