Once
Logro llegar a casa gracias a un bus. Me siento tan extraña y varios pensamientos nublan mi mente.
No sé que hacer. ¿Qué será de mi vida ahora? ¿Los agentes continuarán siguiendo mis pasos? ¿Mis padres me quitarán el dinero que me dieron al graduarme? No sé por qué pienso en el dinero pero preguntas van y vienen.
Al llegar voy directo a mi recámara y busco mi bañador. Sé que la casa tiene una piscina, pero es muy pequeña en comparación con la de La Base. Agradezco vivir junto al océano. Tengo mi propio pedazo de playa.
Camino descalza por la arena y me detengo a observar el oleaje. El clima está perfecto para sentarse a tomar sol. Pero yo no quiero tomar el sol, yo quiero hacer lo único que puede despejar mi mente.
Me acerco al agua. Avanzo más hasta que me llega por la cintura y luego nado. No me detengo por un largo rato, solo saco la cabeza del agua para tomar aire.
El océano no tiene límites, yo puedo nadar y nadar y nada me lo impidiría. Pero recuerdo que soy humana y también me canso. Me detengo y observo a mi alrededor.
Estoy muy lejos de la orilla, la casa es una mancha blanca del tamaño de mi mano y puedo ver las playas de al lado.
Nunca había estado así de lejos de la tierra, ni siquiera cuando en la isla íbamos de excursión a la playa y nadaba como si fuera pez en el agua.
En lo único que logro pensar es en mover mis brazos y piernas para mantenerme a flote. No se en que estaría ahora si no hubiera donde nadar. Mis pensamientos empiezan a calmarse.
Vago entre las leves olas por largo rato hasta que siento las llemas de mis dedos arrugarse. Ya no pienso en nada más que mantenerme a flote. Las horas pasan y descanso de cara al sol.
Nado de vuelta a la orilla y cuando mis pies tocan la arena chillo. El sol ha calentado la playa y mis pies sufren por eso.
Corro hasta el interior de mi casa y apoyo mis manos en las rodillas para recuperar el aliento.
Escucho el teléfono resonar por toda la casa. Me acerco al más cercano y lo levanto para colocarlo en mi oreja después de ver el identificador de llamadas, es papá.
-¿Hola?
-Te he estado llamando desde hace una hora. ¿Es cierto lo que le dijiste a Alice? -interroga él refiriéndose a mamá.
-Sí, no quiero trabajar para ustedes -respondo con seguridad. Ya estoy tomando el control de mis acciones, cosa que nunca antes había hecho.
-No puedes hacer eso. Invertimos mucho en ti y no puedes arrojarlo todo por la borda. Te quiero ver mañana, en mi casa para que hablemos. Enviaré un auto por... -lo interrumpo.
-Lo siento, papá. No puedo trabajar por algo que no siento que es correcto.
-No lo has pensado bien. Por favor, hablemos -se escucha desesperado.
-Ya lo estamos haciendo, y he dicho que no -. Alejo el teléfono de mi oreja para colgar.
-Sue Thompson, si cuelgas ahora voy a... -No escucho su amenaza porque cuelgo. Por alguna razón me da miedo lo que pueden hacer mis padres. Ellos tienen mucho poder y consiguen lo que quieren cuando lo quieren.
Ya que renuncié a los planes que querían para mí tengo que elegir los míos propios. Debería elegir un trabajo que me guste y hacer las cosas sin miedo a que me juzguen.
Aprovecho que tengo el teléfono en la mano para marcarle a Luke. El cual contesta después del tercer timbre.
-Dime que llamas para algo importante porque estaba en medio de una entrevista -contesta un poco alterado.
-No voy a trabajar para mis padres -suelto y espero a que diga algo. El responde después de unos segundos.
-No creo que escuché bien. ¿Qué fue lo que dijiste?
-Les dije a mis padres que no voy a trabajar para ellos.
-¿Y ellos qué dijeron? ¿Aceptaron tu renuncia?
-No lo creo.
-Quisiera hablar contigo, pero estoy en algo importante. ¿Qué te parece si te llamo dentro de una hora?
-De acuerdo.
Él cuelga y yo dejo el teléfono en su lugar. Aún estoy en traje de baño y empapada. Hay un charco de agua salada formándose a mis pies.
Subo a mi recámara a cambiarme de ropa. Luego hago una lista de los trabajos a los cuales puedo enviar mi currículum.
El resto de la tarde transcurre normal con mis pasatiempos. Estoy sembrando unas flores en el patio trasero cuando escucho el timbre.
Entro a la casa para ver por la pantalla la cámara de la puerta principal. Mandé a instalar un sistema de seguridad hace semanas. En la puerta están dos hombres vestidos con ropa de oficina totalmente negras.
-¿Quienes son ustedes y a qué se debe su visita? -pregunto por el intercomunicador.
-Venimos a entregarle un paquete de parte de Luke Watson -informa uno alzando una caja no muy grande frente a la cámara.
Mi instinto me dice que no les crea. Luke no vive tan lejos y podría llamarme para avisar que me enviaría algo. O tal vez quería que fuera una sorpresa.
Desisto y abro el portón. Espero frente a la puerta a que se acerquen.
-Señorita Thompson, necesita venir con nosotros -pide el segundo con parsimonia. Papá los envió.
-No voy para ningun lado, así que adiós. Que tengan un buen día -hago el amago de cerrar la puerta pero uno de ellos me lo impide poniendo la caja entre la puerta y el marco. Empuja la puerta para abrirla.
El otro me toma del brazo y yo intento zafarme. Es muy fuerte. Le doy un golpe de tres dedos en la parte interna de su antebrazo logrando que me suelte.
Entre ambos me sostienen de ambos brazos y me empujan fuera de la casa. Piso el pie del que está a la derecha y le doy con el codo en el estómago seguido por un cabezazo.
Cuando me suelta golpeo al otro en el tabique de la nariz. Me agacho y arrojo todo su peso sobre mi espalda sin soltar su muñeca. El momentum provoca que caiga al suelo. Sosteniendo aun su muñeca tuerzo su brazo tras su cuerpo.
Tengo que salir de aquí -pienso con prisa. El que sostenía mi derecha se incorpora y le doy una patada en el pecho haciendo que caiga de espaldas.
Corro al interior de la casa y salgo por la puerta trasera. Avanzo a toda velocidad por la pequeña acera que lleva a la playa. Miro hacia atrás y diviso al par que me persigue.
Mi propiedad está rodeada por costas, así que no tengo más escape que el océano. Me adentro al agua con toda ropa y zapatos y nado lo más veloz que puedo.
Cuando estoy en aguas profundas veo hacia la orilla. Uno nada hacia mí y el otro corre en dirección a la casa.
Me adelanto al montículo de rocas denominado costa y salgo de mi propiedad. Nado hacia la orilla del otro lado y cuando por fin piso tierra corro hasta la playa pública a unos kilómetros de distancia.
Ya estoy exausta cuando arribo al lugar lleno de personas. Me quito los zapatos y el overol que llevo puesto quedándome en ropa interior. Algunos hombres silvan y las mujeres susurran entre sí.
Sé que robar es malo pero esto es una emergencia. Una mujer con sobrepeso toma sol con un sombrero en el rostro y lo tomo para colocarlo en mi cabeza.
-¡Oye! -escucho que se queja.
Sigo caminando y tomo una toalla que reposa en el piso y unos lentes de sol que nadie está vigilando. Agradezco que mi ropa interior es negra y sólida por lo cual se puede confundir fácilmente con un bikini.
Coloco la toalla en la arena junto a un señor aparentemente dormido boca abajo mientras toma el sol. Me pongo en su misma posición después de colocarme el sombrero y los lentes de sol.
Veo a través de los lentes oscuros que el hombre que me perseguía nadando llega a la playa y me busca en el rostro de toda las jóvenes rubias. Escondo mi cabello en el sombrero y finjo dormir cuando pasa cerca de mí.
A mí me buscan para llevarme con mis padres y yo tomando sol con aparente calma.
-¿Sue? -suena una voz conocida.
-¿Maestro White? -reacciono viendo a quien tengo a mi lado. ¿Quién diría que el maestro de Electricidad empezaría sus vacaciones en la playa de al lado?
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