Epílogo

El día en que desperté en el motel, no vi a Sue ni sus cosas. Inmediatamente supe que se había ido. Ella siempre aleja a los que quiere para protegerlos.

Supe que estaba bien y que no necesitaba mi ayuda, pero me dolía que se hubiese ido. Ella no se despidió y estoy seguro que lo hizo porque sabía que yo le diría que no se fuera.

Ese día regresé a mi casa solo para buscar a mi madre e irnos a un lugar donde estuviésemos fuera del alcance de los Thompson.

Intenté contactar a Sue, la busqué por todos lados y esperé a que regresara. Los días se volvieron semanas, las semanas meses y los meses años. Siempre tuve la esperanza de que nos volveríamos a ver.

Después de un tiempo empecé a verla en fotos, revistas y entrevistas. Se dice que es una de las empresarias más famosas de toda Europa, me siento orgulloso de ella.

Cambió su nombre a Suzanne Turner. Descubrí su número de teléfono y he intentado llamarla varias veces pero siempre ocurre algo que impide que conteste su teléfono. Le he escrito por correo y me evade. Lo único que falta por intentar es ir a verla personalmente, pero tengo dudas.

Continué con mi vida y no volví a enamorarme. Vi como los Thompson fueron cayendo hasta convertirse en una leyenda de la pareja que alguna vez estvo en la cima del mundo. Desde entonces solo mantienen el perfil bajo.

Estoy en la sala de espera de un edificio. Tengo una revista en manos y la hojeo pasando la página donde dice la historia de los Thompson.

Llego a una página donde en primer plano está ella. Su rostro sigue igual a excepción de sus rasgos más definidos, su cabello platino está más largo y con ondulaciones. La pose que tiene denota seguridad y al mismo tiempo transmite paz.

La contemplo por lacónicos segundos anticipando la expresión que tendré cuando la vea nuevamente. Planeo la forma en la que reaccionaré cuando la tenga al frente, pero no importa cuantas veces practique imagino que me quedaré sin palabras solo contemplando su belleza.

—Señor Watson —escucho una voz que me saca del trance en el que estaba —. La Señorita Turner lo espera.

Suspiro profundo antes de ponerme de pie y dejar la revista sobre el mueble. La secretaria me guía hasta la oficina de la chica que amo. Cada paso que doy hace que me sienta más nervioso y no sé como hacer que mi corazón deje de saltar.

Nos detenemos frente a la puerta y la secretaria avisa que llegamos. Trago fuerte al escuchar la respuesta afirmativa de Sue.

Cuando la puerta se abre me quedo estático. Mi cuerpo no reacciona y lo único que puedo hacer es quedarme observando su silueta.

Está de pie junto a la ventana. No puedo ver sus ojos porque está viendo hacia afuera dándome la espalda. Sabe quien soy y por qué estoy aquí. Pedí una cita con ella y sé que escuchó mi nombre cuando la secretaria le avisó.

El momento está congelado y me siento tan cerca pero al mismo tiempo tan lejos de la chica con la que crecí. Ya han pasado cinco años desde la última vez que la vi y estar aquí se siente tan irreal.

—Señor Watson, puede pasar —insiste la secretaria. Mis pies actúan solos y me adentran a la oficina. Cierra la puerta detrás de mí y me quedo quieto esperando que ella haga algo.

Di algo —pido mentalmente. Como no recibo respuesta alguna de ella avanzo a pasos lentos hacia la enorme ventana hasta detenerme justo al lado de Sue.

Yo no digo nada.

Ella no dice nada.

Yo veo hacia la ventana.

Ella contempla a la nada.

Yo no me muevo.

Ella toma mi mano.

Y en ese momento sentimos como si el tiempo nunca hubiese pasado. Sin soltar su mano la atraigo hecia mí y la envuelvo en un abrazo.

—Luke... —murmura y siento que empezará a lanzar lo sientos y perdonames.

—Shhh. Ya estamos juntos —susurro sobre su cabello. Siento sus lágrimas mojando mi camisa —Todo ha terminado.

—No —me interrumpe y separa su cabeza de mi pecho. —No solo es el final. También es el principio.

Dirige su mirada hacia la ventana. Hago lo mismo y veo el océano. La línea del horizonte separa el azul cielo de el azul del agua. Pero entiendo a qué se refiere.

Más allá del horizonte está nuestro hogar. Nuestra isla.

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