Capítulo 3

La noche cayó y recién Sofía fue capaz de volver a su casa. Lugar en donde su amiga Maribel la esperaba con la cena lista. Estaba con cara seria, muy diferente a lo normal. Ella solía ser muy alegre y energética, pero esta vez lucía bastante diferente. 


—¿Y esa cara? Es raro verte así, ¿sucedió algo? —consultó mientras se acercaba con curiosidad a su amiga.


—No sé...me siento como sin energía, no tengo fuerza en el cuerpo... —La voz de Maribel también se notaba desganada, como si se estuviera esforzando mucho por hablar. 


—Ve a la cama, descansa. Yo me ocupo de todo en casa. —Sofía le dio un abrazo.


—Pero recién vienes de trabajar todo el día. —Maribel se puso de pie y empezó a caminar hacia la habitación con pasos vagos, casi arrastrando los pies. 


Sofía ordenó rápidamente el desorden que encontró en la casa, aunque no fuera gran cosa, y procedió a comer mirando la televisión. No había nada interesante para ver, asi que dejó algunas noticias mientras se sumergía en sus pensamientos.


Quería planificar su día siguiente, pero su cabeza no dejaba de pensar en aquel extraño hombre que conoció. En el aspecto lúgubre de ese hogar, y ese mayordomo aún más extraño. "¿Quién era él?", se preguntaba ella. 


Al terminar de comer, lavó los utensilios utilizados y se dirigió al baño, donde encontró las respuestas al extraño humor de Maribel. Más precisamente, en el agua teñida de rojo del retrete. 


«Ahora lo entiendo todo.» ---pensó casi al instante. 


Tras salir del baño, fue directo a dormir dar por finalizado su día sin más. 


Luego de unas cuantas horas de sueño, el siguiente día se presentó muy nublado y con amenazas tormentas y lluvias fuertes. Las temperaturas en descenso completaban el mal arranque climático de ese día. 


—Ay no. Hoy va a llover bastante, y eso que tenía un montón de cosas planificadas para este día. —comentó Maribel con poca gana, entre bostezos. 


—¿Y qué planes tenías? ¿Conocer chongos?, ¿emborracharte?, ¿ir de fiesta en fiesta?, ¿conocer chongos?, ¿verte al espejo y llorar porque engordaste cincuenta gramos?, ¿conocer chongos?...¿Ya dije conocer chongos? —La respuesta de Sofía hizo que su amiga le saltara la vena de la frente. 


—¡Oye!, no soy tan hombreriega. —contestó rápidamente Maribel sonrojándose.


—Eh...¿esa palabra existe? —La despreocupada chica se mostró confundida ante semejante vocabulario.


—No lo sé, me lo acabo de inventar. —Maribel agachó la cabeza.


—Creo que lo correcto, sería decir que no eres tan pu... —El sonido del timbre de la casa interrumpió a Sofía. 


—Traigo un paquete para alguien llamada Sofía. —pronunció el cartero al otro lado de la puerta. 


—Yendo —Corriendo, Sofía se dirigió a la puerta y recibió tal entrega para posteriormente, ingresar a la casa y abrirlo—. Estos objetos los conozco. —La chica logró reconocer uno de esos ítems. 


—¿Qué hay dentro? —preguntó Maribel con curiosidad. 


—¡¡¡Después te cuento!!! —Sofía rápidamente cubrió el paquete con sus brazos y salió corriendo hacia su habitación para verlo allí. 


En el interior de ese pequeño sobre improvisado, se encontraba una birome, un lápiz labial negro, el documento personal de ella, y una braga de encaje negra, super nueva, posiblemente, recién comprada. Todo esto se encontraba junto a una carta que decía:


"Buenos días, bella dama. Ayer cuando te fuiste quedaron algunas cosas tuyas. Desconozco si se te cayeron o lo dejaste caer todo. Aun así, debo comportarme con cortesía ante aquellas personas que son así conmigo. Aviso que todo lo que encontrarás lo dejaste caer. Ja, ja, ja. Mi más cordial saludo, adorable fémina, y espero que podamos vernos las caras una vez más, y pronto. Si preguntas cómo supe tu ubicación, está en tus documentos


—Firmado: Rostislav Dvorak. "


«¿Yo llevaba conmigo un labial negro y una braga tan provocativa?» —se preguntó a sí misma. 


—Amiga, ¿pasa algo? —Ni bien escuchó eso, Sofía tomó el documento, y escondió todo lo demás debajo de la cama. 


—No, nada. ¿Por qué la pregunta? —La despreocupada chica intentó ocultar su claro nerviosismo, pero no fue suficiente para convencer a Maribel. 


—¿Me estás ocultando algo? —preguntó la chica rellenita. 


—N...n...no para nada. Tu siempre me cuentas todas tus cosas, ¿por qué yo haría todo lo contrario? —respondió Sofía tartamudeando ligeramente. 


—Bueno, ahí tienes razón. Olvidemos todo, mejor —Maribel se sentó al lado de ella—. En la tarde debo salir a hacer unas compras, ¿me acompañas? —Sonrió. 


—Ni loca. —respondió Sofía casi sin darle tiempo a terminar de hablar.


—Pero...


—Hoy también tengo cosas que hacer a la tarde. Tal vez podemos organizar para otro día, ¿qué te parece? —Sofía le devolvió la sonrisa, aunque la que esbozó su amiga ya se había esfumado. 


—Wow, que raro. ¿Tu haciendo algo que no sea holgazanear todo el día? Madre mía. —Maribel soltó alguna risa.


—Eh, yo también soy una mujer ocupada. Yo también tengo mis cosas.


—A ver, ¿se puede saber qué iras a hacer? —La extrovertida chica se cruzó de brazos. 


—Iré a un festival gastronómico para probar todo tipo de comidas. —Sofía logró actuar entusiasmo ante esa ocurrencia suya. 


—Oh, por alguna razón no me sorprende. Ahora entiendo tu motivación por salir de tu casa siendo que no se trata de trabajo o estudios —Maribel se detuvo a pensar—. Hablando de estudios, ¿no deberías estar yendo hacia la universidad? 


—Hoy es día feriado. 


—Por un momento lo olvidé. Vivo muy perdida, casi que ni siquiera sé cómo me llamo. —Maribel se llevó las manos a la cabeza. 


«Y es gracias a lo perdida que vive, que mi mentía entró fácil. Está tan poco enterada de todo, que realmente se creyó que haya algún festival gastronómico. Además, ¿un festival gastronómico un día lluvioso? Si son todos al aire libre...ah, me siento mal por tener que inventarme todas estas mentiras, pero es que...sí le quiero decir lo de este apuesto hombre, aunque extraño, que conocí ayer, pero prefiero esperar a ver cómo avanza todo.» —Sofía se sumergió en sus pensamientos. 


La lluvia finalmente dio inicio, y el sonido del agua cayendo con violencia sobre la calle, inundó la casa. No pasó mucho tiempo hasta que, bajo la lluvia Maribel debió salir para hacer sus cosas. 


Pocos minutos después la lluvia se detuvo completamente, pero el cielo se mantuvo amenazante. Sofía aprovechó este momento para cambiarse rápidamente, optando por una vestimenta similar a la del día anterior, pero sin los implementos laborales, y rápidamente salió de la casa. 


Aún recordaba perfectamente el lugar, por lo que fue allí sin más demora. Algunas calles eran complicadas de cruzar debido a las acumulaciones de agua, pero no le impidió llegar a su destino. Tardó unos treinta minutos en estar a unos trescientos metros de la ubicación de esa mansión. 


Los nervios volvieron a su cuerpo lentamente, y se acrecentaban a medida que iba reduciendo las distancias con aquella anticuada vivienda. 


—Que gusto verte por aquí, madame. —Una voz muy varonil sonó detrás de Sofía.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top