Capítulo 4- Conociendo el infierno
Comenzó a abrir los ojos pesadamente. No reconocía el lugar en el que se encontraba. Estaba estirada en una gran cama en una habitación que no reconocía. Se levantó y recorrió con la mirada toda la habitación hasta encontrar una figura amenazante justo al lado de la puerta.
Natsu la observaba desde su lugar. Su mirada reflejaba la sorpresa y el miedo que sentía, el desconcierto la adueñaba por segundos. Una media sonrisa comenzó a surgir en sus labios, una sonrisa perversa al imaginarse lo que podía hacer con ella.
Se acercó, poco a poco, acechándola y observándola cuidadosamente. Ella se encogió en su lugar, sin saber qué hacer. Estaba bloqueada derrumbada en el suelo. Sus piernas no tenían fuerza, no la mantenían de pie. Su intensa mirada que la recorría a fondo y eso la hacía estremecer en su lugar.
-Luce, buenos días. ¿Has dormido bien?-le preguntó con la voz melosa.
-¿Qué hago aquí?¿Por qué no puedo volver a casa?
-Aish, mi querida Lucy, no quiero repetir las cosas, ya te lo he dicho, este es tu nuevo hogar.
Se apoyó al borde del colchón alzándose de nuevo mirándole con un tono de enfado en el fondo de sus pupilas.
-No puedes decidir por mí, es mi vida-le exigió firmemente.
El miedo atroz que le recorría había sido substituido por un enfado que ni ella misma entendía. Nunca se había sentido así, nunca había sentido tal enfado por alguien.
-Bueno, ¿prefieres que cualquier hombre te toque como el de anoche?-le dijo con un tono frio que demostraba la molestia que sentía en esos momentos.
-No, pero eso no te da el derecho a tratarme así.
-Ven, no quiero discutir. Tienes que comer algo-dijo mientras le ofrecía una mano para que la cogiera.
-Solo quiero irme a mi casa y ver a mi amiga Erza-le reprochó.
-Pero de momento, vendrás a comer algo.
Lucy lo miró recelosa, no queriendo aceptar su ayuda, pero traicioneramente, su estómago rugió, exigiendo comer algo. Natsu la miró divertido, su expresión fría pasó a una divertida.
-Vamos, tu estómago exige que comas algo, no te cortes.
Lucy no dijo nada, y silenciosamente comenzó a seguirle mientras salía de la habitación adentrándose en un pasillo algo lúgubre. Miró alrededor suyo y poco a poco resurgió un poco de aquel miedo que tenía al principio. Todo a su alrededor le hacía estremecerse, sentía frio, aun con las escasas capas de ropa que la cubrían, pero también le recorría un sudor frío.
Llegaron a un comedor donde se encontraron con una pequeña niña peliazul danzando por todo el lugar. En el momento en el que ellos se adentraron en el salón, ella paró de saltar y se giró a verles.
-Oh, la pequeña humana despertó-exclamó con su voz cantarina.
Lucy dirigió su mirada confusa hacia Natsu quien al ver su desconcierto quiso aclarale quien era ella.
-Oh, ella es una de mis hermanas, se llama Wendy. ¿Crees que solo existía un demonio?-dijo Natsu mostrando un tono burlón en la parte final.
-No, pero no sabía que fuera tu hermana-le reclamó la rubia.
Unos jalones en sus brazos la distrajeron y al mirar de dónde provenían se encontró con la pequeña peliazul con una sonriente cara mirándola entusiasmada.
-Vamos a comer, vamos a comer, muchos dulces, vamos a comer-canturreó la pequeña jalando a Lucy hacia una mesa.
-Olle, pequeña insolente, deja de canturrear de esa forma-exclamó Natsu sentándose a su lado.
-Olle, demonio estúpido, no arruines mi alegría-le reclamó la peliazul.
Lucy se sentía demasiado incómoda en aquella situación sentada en medio de los dos hermanos.
-Entonces esta es aquella mujer ¿verdad?-le preguntó Wendy a su hermano.
-Pues sí, es esta. Vamos a comenzar a comer-exclamó Natsu dando un par de palmadas apareció delante de ellos un montón de dulces que sabía que le encantarían a su "dulce" hermanita.
-Oh, si tú sí que me conoces hermanito-exclamó feliz viendo todos los dulces que se encontraba en la mesa sin saber que escoger.
-¿Te gusta estos dulces, mi preciosa Lucy?-le preguntó meloso a su rubia.
-Si- murmuró estando asombrada por la actitud de la pequeña a su lado.
Natsu se dio cuenta de que le había llamado la atención aquella actitud y rio divertido.
-Ella siempre es así.
Comieron lo que había en la mesa hasta que no quedaba nada. Lucy simplemente se limitó a comer. No se sentía demasiada cómoda en ese lugar. Natsu la miró comiendo y sonrió. Cuanto desearía tenerla para él. Solo para él.
Al acabar de comer una persona hizo presencia en la habitación.
-Gehe, ¿desde cuándo te traes a tus ligues aquí? Que yo sepa te las follas en sus casas en algún lado de la Tierra, nunca te las traes aquí. ¿Quién es la afortunada?-un hombre de larga melena oscura se aproximó a ellos.
-Oh, eres tú Gajeel. ¿Qué te importa quién sea?-dijo Natsu.
-Gajeel-nii-san, ¿ya estás de vuelta?-exclamó la pequeña.
-Pues si enanita, ya he vuelto, es un poco aburrido ahora mismo ahí arriba-bufó algo molesto.- Y ¿qué tenemos aquí?¿Una pequeña conejita?-dijo refiriéndose a Lucy.
Lucy se encogió, ese hombre le intimidaba más que Natsu. Era normal, su apariencia era mucho más amenazante que la del pelirrosa. Gajeel la miraba con sus salvajes ojos rojos como ónix. La mirada la penetraba intimidándola y demandando que se identificara.
-Gajeel, para la estás asustando-le recriminó Natsu.
Gajeel como el demonio de la ira que era le encantaba dar miedo, odiaba a los humanos y su ira crecía dentro de el al pensar en ellos.
-Sabes, que eso a mi me encante, infundirles terror-dijo socarrón.
-Vamonos de aquí-exclamó duramente levantándose de la silla y arrastrando a Lucy con él.
Ella se asustó con esa repentina acción. Lo observó mientras la llevaba de vuelta a la habitación en la que había estada anteriormente. Sabía que estaba molesto, se le notaba en sus duras facciones donde hacía marcar su mandíbula.
Llegaron y se adentraron cerrando la puerta con un estruendo haciendo que Lucy se encogiera del susto.
-Siento lo de Gajeel, es un estúpido, nunca me ha gustado su presencia-dijo respirando hondo para intentar relajarse.
-¿Cuántos demonios más hay? O mejor dicho ¿Cuántos hermanos tienes?-le preguntó.
-Somos 7 contándome a mí, aunque hay uno que renegó, no tenemos ni idea de donde se encuentra.
-Ya veo.
Lucy no sabía qué más decir. Realmente se sentía más cómoda con él y con la tal Wendy, pero con Gajeel no estaba tan cómoda. La intimidó, no iba a mentir.
Natsu se acercó a ella y la besó demandante tomando por sorpresa a Lucy. No se pudo sostener de pie por el arrebato de pasión que comenzó a crecer en la parte baja de su vientre. Se dejó examinar su cavidad bucal, exigiendo satisfacer sus deseos.
Lucy no se negó, no luchó, no quiso detenerle. Su conciencia no se encontraba ahí. Natsu avanzó sin separarse de sus labios hasta que chocaron con el colchón. Se tumbó en el colchón encima de ella, y cuando estuvo estirada, bajó por su cuello dejando una reguera de besos hasta su pecho. Acarició la parte delantera de la rubia por encima de la camiseta que tenía puesta y notó su estremecimiento.
Le demostraría como sería estar con él, como se sentiría si le vendiera su alma, porque ella era especial, lo sabía, algo se lo decía. Ella no era como las demás almas que había arrebatado, y la iba a cuidar, para toda la eternidad.
Poco a poco Lucy se iba sumergiendo en un placer oscuro que le crecía en su vientre bajo y se extendía por todo el cuerpo. Con el simple roce de las yemas de los dedos de Natsu con su piel, le hacía sentir en las nubes. Nunca, pero nunca en la vida se había sentido así, y le encantaba. Ahora entendía todo lo que le decían Erza y Jerall. Lo que se había perdido.
Rápidamente se deshizo de su camisa dejándola expuesta, solo con un sujetador. Se avergonzó y un pequeño sonrojo salió en sus mejillas, y vio como ese demonio hundía la cabeza en sus turgentes pechos pasando su lengua por aquel pronunciado escote.
La devoraba por todos los sitios posibles. Su placer comenzaba a aumentar y comenzó a chupar su pezón, que había dejado al aire tras deshacerse de su sujetador. La manoseó por todos lados, dejando suaves caricias y duros apretones por igual. Esto le hacía volar a Lucy del mundo de placer a uno más oscuro y placentero. Perdida. Así se sentía. Perdida en sus emociones.
-Luce... te deseo tanto-gimió cuando se retiró su boca de su pecho y dirigirse a una zona más baja.
Si hubiese podido hablar en ese momento, seguro le habría vendido su alma y mil y una más si le hacía sentir así.
Natsu se despojó de los pantalones de la rubia, dejándola solo en bragas. Le acarició de arriba a bajo por aquella su zona palpitante. Ella jadeó, dejando soltar un gemido de placer, haciendo que una sonrisa traviesa saliera de la boca del pelirrosa. Se comenzó a desvestir y se quedó completamente desnudo. Deslizó las manos por debajo de sus braguitas y se deshizo de ellas, contemplándola totalmente desnuda. Se colocó con la boca en su entrada y dejó salir un suspiró que hizo erizar todo su vello del cuerpo y le hizo estremecer, gimiendo.
-Estás mojadita ya, eh Luce-susurró palpando su hinchado clítoris, deseosa de que explotara en placer.
Sumergió su cara en la zona palpitante sacando su lengua para succionar todo lo que pudiera. Recorrió toda su cavidad íntima hasta hacerla estallar por los aires. ¡Dios santo! Es la primera vez que sentía un orgasmo tan placentero, tan explosivo, tan apasionado. ¿Cómo podía sentirse así con él y con sus antiguas lejanas relaciones ni se acercaba a ese placer? Ah, era verdad, él era el demonio de la lujuria, sabría de eso y mucho más.
El imponente demonio se incorporó un poco quedando cara a cara con su rubia. Colocándose un poco mejor, para así poder entrar en su interior. No se iba a contener. La verdad, es que ya no podía aunque quisiera. Ya no había vuelta atrás.
Se colocó su miembro en posición y la penetró, no muy rudo, poco a poco hasta llegar al fondo. Ella gimió, no le importó que la oyeran los otros dos hermanos de Natsu, no se contuvo. Tras entrar hasta el fondo se retiró un poco, lo suficiente para volver a embestirla.
Poco a poco, con cada envestida que le proporcionaba el pelirrosa un orgasmo explosivo se iba formando en su interior hasta que expltó de forma brutal, haciendo que gritara un gemido final. Él se vino con ella, en su interior, dejando su esencia en su interior. Se dejó caer encima de ella, aplastándola vagamente con su peso. Los dos respiraban entrecortadamente mientras volvían a la realidad.
-Esto...es lo que pasaría si me vendieras el alma. Te aseguro que no serás como las demás almas que he tomado, tu eres especial, y te cuidaré, no dejaré que te pase nada malo-le explicó el pelirrosa mirando su placentera cara.
Ella se quedó pensativa, no se encontraba en sus cinco sentidos, y no sabía que pensar.
-¿Qué me dices?¿Me vendes tu alma?-le preguntó esperando con ansias una respuesta afirmativa.
-Sí, mi demonio-contestó ella mientras veía los ojos jade de él mientras los suyos se volvían del mismo color.
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Capítulo zuculento *.*
¿Ya saben en qué demonios me estoy inspirando para crear a los de esta historia? Quien lo adivine le dedico el siguiente capítulo.
Por cierto, saben quienes personajes de Fairy Tail son los demonios ¿verdad?
Pues eso es todo nos vemos en la proxima^^
PD: se me olvidaba, si os habeis fijado he cambiado la portada del fic y de otros más, espero que les guste, son portadas hechas por mí.
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