꒰ 036.
— Bueno, creo que ya estoy listo. — la suave voz de Doyoung hizo que el castaño se reincorporara rápidamente.
Jung no pudo evitar mirarlo con demasiada fijeza. Inconscientemente relamió sus labios y apreció con total lentitud aquella esbelta figura.
— ¿Qué pasó? ¿Me veo mal? — preguntó con preocupación, deslizando su mano por la delgada camisa para poder desaparecer cualquier arruga. No contando con que aquel conjunto hacía lucir sus curvas de una manera linda y sutil.
La camisa blanca y holgada era sujetada por sus pantalones anchos justo a la altura de su cintura, resaltando lo pequeña que era esta y a la vez haciendo que sus caderas se vean deliciosamente más prominentes; cayendo a juego con el delgado choker negro que decoraba su lechoso cuello y cierta parte de sus atractivas clavículas.
Ah. Tan delicado y precioso que Jaehyun simplemente no podía quitarle la vista de encima.
— Eh... — el pelinegro carraspeó algo cohibido. — ¿Podemos irnos ya?
—...
— ¡Jaehyun! — esta vez el grito de Doyoung hizo que el castaño se sobresaltara y cayera estruendosamente al suelo. El pelinegro se llevó las manos a la boca medio asustado e intentó acercarse a Jung.
— ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! — exclamó, alzando la mano derecha para luego levantarse torpemente.
Doyoung soltó un suspiro aliviado y puso algo de distancia entre ambos. — ¿En qué rayos estabas pensando? ¡No me escuchabas para nada! — le recriminó.
El castaño tragó grueso y se rascó la nuca en claro acto de nerviosismo. Mierda, sabía que estaba mal mirarlo con claramente otras intenciones. Estaba más que claro que era demasiado pronto. Pero aun así, con Doyoung como una dulce tentación, simplemente no podía ser tan fuerte. Lo sabía.
— Uh...— acarició su mejilla interna con la punta de su lengua. — No, nada importante. —resopló. — ¿Nos vamos ya?
Doyoung se dejó convencer y asintió levemente, cruzándose de brazos para dejar que el castaño saliera primero del apartamento. Su mirada fue fija, como tratando de buscar algún error en las acciones de Jaehyun.
— ¿Seguirás viéndome o te dignarás a acompañarme? — el pelinegro observó la amplia y ladina sonrisa del castaño.
Kim rodó los ojos y se dispuso a salir para cerrar correctamente la puerta con su llave. Justo antes de dar vuelta, sintió como su cintura era rodeada por los brazos de Jaehyun. Tan cálido y dulce a la vez.
— Te ves precioso. — susurró juguetonamente. Dejándole un corto beso en la mejilla.
— Lo sé. — sonrió, decidiendo divertirse también. — Muchos me lo han dicho.
Jaehyun estuvo a punto de acomodar su mentón en el hombro del pelinegro, mas detuvo todos sus movimientos al haber escuchado aquello claramente.— ¿Quién fue? — su voz se volvió más áspera. Jung no podía controlarse en ciertos casos. Y el no recibir respuesta solo logró exasperarlo más. — Doyoung. — lo llamó una y otra vez, resoplando para soltarlo y hacer que diera la vuelta.
El aludido se contenía mordiéndose el labio inferior. Sin embargo, ver el ceño fruncido de Jaehyun junto a su tensa mandíbula lo hizo decaer para soltar una sonora risa. Doyoung también había aprendido a adorar la forma en cómo el castaño se enojaba por simples cosas.
— ¿De qué te ríes? — se quejó fastidiado.
— Tu cara. — más risas se escucharon. — Si te hubieras visto, Dios. — limpió las esquinas de sus ojos, fingiendo llorar por la diversión del momento. — Eres un celoso de primera.
— A mí no me parece gracioso. — respondió de manera seca, siendo esta vez él quién se cruzaba de brazos. — No me gustan tus bromas.
— Oh, vamos, sí fue divertido. — una hermosa y amplia sonrisa decoró su rostro.
— Por supuesto que no, además no estaba celoso.
— Ajá. — Doyoung rodó los ojos. — Es increíble que no quieras aceptarlo.
El pelinegro acomodó mejor su cabello y emprendió su camino dejando a Jaehyun atrás. No pasaron muchos segundos para que la mano del castaño en su muñeca lo detuviera en un acto delicado.
— ¿Pero es cierto? — los ojos de Jung brillaban en curiosidad. Doyoung sonrió de lado y alzó una de sus cejas.
— ¿Sobre qué?
— Pues... uh, l-lo de eso. — empezó a balbucear. Aflojando la fuerza de su agarre hasta dejar libre al pelinegro. Ahora mismo se sentía avergonzado.
— ¿Decías? — le incitó, sonriendo a más no poder.
— Ahg. — suspiró. — Nada, olvídalo.
Kim carcajeó unos segundos, no sabía si lo que sentía era raro para los demás, pero, amaba ver a Jaehyun celoso y, también adoraba verlo apenado.
Le gustaba apreciar como aquellas prominentes mejillas se ponían adorablemente sonrosadas que únicamente lo incentivaban a abrazarlo con fuerza. Así que no se contuvo y lo hizo, cortando la distancia y aferrándose a su torso.
— Me encanta verte así. — murmuró con felicidad genuina. Poniéndose levemente de puntitas para dejarle un casto beso en la comisura del labio, para luego esconder su rostro en el cuello de este.
Jung sonrió con suficiencia. — Tú me encantas de todas las maneras posibles.
— Mentiroso~ — se quejó, dejando un suave golpe en el pecho de Jaehyun.
— Por supuesto que no. — lo tomó del mentón, haciendo que ambos conectaran sus miradas. —Todo lo que te digo es totalmente cierto. — susurró acercando de a poco ambos rostros. — Me encantas. — murmuró quedo, para luego fundir sus labios con los adversos en un nuevo y lento beso. Sin alguna otra intención, solo puro anhelo y amor.
Doyoung fue el que concluyó el ósculo con un sonoro chasquido, empujando levemente a Jaehyun para poder así separarse por completo.
— Yah~ hay que irnos que si no tardaremos mucho más. — hizo un pequeño puchero. — Ya quiero saber a dónde iremos.
— Está bien. — asintió. — Lo que ordene el chico más precioso de todo el mundo. — hizo una reverencia de manera divertida.
— ¡Jung Jaehyun! — y el castaño sonrió al notar como las mejillas de Doyoung se ruborizaban.
ꕤ
— ¿Qué hacemos aquí? — fue lo primero que dijo el pelinegro al momento de bajar de la motocicleta.
— ¿Tú qué crees que se hace en un supermercado? — respondió burlón, sonriendo al ver el entrecejo fruncido de Doyoung.
— Eso ya lo sé, tonto. Me refiero a que... ¿Estaremos aquí todo el día?
Esta vez fue el momento de Jung para reír fuertemente.
— ¡Ya! — se quejó.
— ¿No es obvio acaso? Ni tú ni yo hemos traído algo que no sea mi motocicleta. Bueno, además de eso tengo mi billetera. — se encogió de hombros. — Así que compraremos todo lo necesario, incluso hasta una gran mochila.
La boquita de cereza de Doyoung hizo una perfecta 'o' al comprender todo. — Me parece una gran idea.
— ¿Trajiste dinero?
— Por supuesto que sí. Compartiremos los gastos.
— Hey no, yo invito por hoy.
— Siempre dices eso y nunca llega mi turno. — resopló.
— Esta vez sí lo digo en serio.
— Es muy injusto. — se cruzó de brazos. — Yo también quiero aportar.
— Doyoung...
— Jaehyun... — lo llamó, acercándose a él hasta envolver aquel cuello con sus delgados brazos. — Por favor. ¿Sí?
El castaño realmente titubeó, perdiéndose en aquellos preciosos ojos color miel y lo reluciente y tersa que era su piel blanca.
— Ah, de acuerdo — concluyó. Posando sus manos en la cintura de Doyoung para dejarle un pequeño beso en los labios.
Kim sonrió ampliamente y tomó la mano del castaño para jalarlo hacia la puerta principal del supermercado. Realmente le emocionaba compartir momentos con Doyoung, aún si eran comunes, al estar a su lado lo hacía mucho más especial.
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