꒰ 019.

Jaehyun empezó a sentir un fuerte hincón de dolor en la sien, sumado a que sentía demasiado calor y parecía que se iba a asfixiar. Abrió perezosamente sus ojos y jamás se esperó encontrarse en tal situación. Mucho menos con Doyoung.

¡¿Qué había pasado?!

Parpadeó varias veces hasta que los recuerdos llegaron a él como una lluvia de estrellas por la noche.

"¡Kim Doyoung, me gustas!" "¡Me gusta mucho, maldita sea!"

— Mierda — susurró demasiado bajito. No podía creer el gran show que había hecho estando ebrio. Vergüenza absoluta.

"¡Me gustas mucho!"

Jaehyun sintió sus mejillas arder y casi contiene la respiración al notar que el rostro del pelinegro descansaba en su pecho, mientras uno de sus brazos rodeaban su abdomen, dejándolo cohibido y avergonzado. ¿Qué tanto habían avanzado en la madrugada?

Un momento.

Su cabeza hizo clic al recordar más cosas, sus ojos se abrieron desmesuradamente y el rubor en sus mejillas ascendieron a un nivel más elevado, sintiendo todo su rostro arder.

"¡Lo besé! ¡Dios, besé a Doyoung!" — gritaba mentalmente, aún sin poderlo creer del todo.

Aquel perfecto momento llegó a su mente y agradecía a todos los dioses el no haber olvidado aquello. Jaehyun creía que tenía una gran suerte al recordar las cosas que hacía estando ebrio o al menos lo que hizo anoche.

El pelinegro empezó a restregar su mejilla en el pecho del castaño, dejando a este totalmente estático. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al pensar lo bonito que sería despertar todos los días de su vida de esa manera, con Doyoung a su lado y un corto beso de buenos días. Aunque el haberlo besado era sorprendente y maravilloso, Jaehyun también se sintió vacío y decepcionado al saber que lo hizo estando ebrio y no en todos sus sentidos activados, ahora que lo analizaba, sólo tenía el recuerdo en su mente. Mas no podía volver a conectarse con aquellas sensaciones que de seguro Doyoung provocó en él durante el beso.

"Soy un tonto" — se reprochó con total desánimo.

Sin embargo, unos leves ruiditos que provenían de los labios de Doyoung, lo hicieron ponerse en alerta. Solo esperaba que el pelinegro no se molestara con él y lo botara de su habitación.

Dios, el castaño se sentía en el lugar correcto y con la persona correcta. Así, en una habitación común, en un día corriente; si era junto a Doyoung, todo podía ser perfecto.

El pelinegro se removió levemente y, soltando un suspiro, fue como abrió sus ojos con lentitud, justo en el mismo instante en que Jaehyun dirigía su mirada hacia él. Las mejillas de Doyoung se colorearon de un tierno tono carmín, no solo por la situación en la que estaban, sino también porque el recuerdo del beso en la madrugada llegó a su mente.

Esperaba que Jaehyun no recordara absolutamente nada.

— Ho-hola Doyoungie — susurró bajito, acercando su rostro al del pelinegro con alguna intención.

Kim pareció reaccionar y rápidamente se separó del castaño. Sentándose mientras juntaba sus manos y esperaba no entrar en una conversación desagradable.

— Uh, sí..., buenos días, Jaehyun.

El mencionado lo miró un par de segundos más, soltó un suspiro hondo y se reincorporó al lado del pelinegro. Ambos podían sentirlo, todo era demasiado incómodo.

— Doyoung, yo quería dis-

— Tu amigo me llamó en la madrugada. — lo interrumpió. — Estabas demasiado ebrio y él no podía dejarte solo. — su mirada fue a parar hacia el castaño. — Y claramente yo tampoco podía quedarme aquí sabiendo que estabas inestable.

— Gracias por eso. — confesó apenado. — Y lamentó las circunstancias por las que te hice pasar para poder ayudarme.

— No es nada. — respondió cortamente. — ¿Los amigos se ayudan, no?

Bien, esa pregunta no era nada buena para el bienestar emocional de Jaehyun. ¿Era normal sentir una profunda decepción al haber escuchado eso de los labios de Doyoung?

Dolía, dolía jodidamente.

— Ah, sí — carraspeó levemente —, claro, eso somos.

Doyoung evitó el contacto visual y se levantó de la cama.

— Yo ocupo un momento el baño y me voy. — prosiguió el castaño. — El lunes en la mañana te devuelvo tu ropa.

— Está bien, no te preocupes. Pero, Jaehyun... — lo llamó captando rápidamente su atención. —¿Podrías traérmelo mañana?

— ¿Mañana? — frunció levemente el ceño. — Pero mejor lo traigo el lunes, antes de irnos a la universidad. — aclaró con calma.

— No, no. El lunes saldré mucho más temprano y creo que no podrás llegar a esa hora.

— Claro que sí podré. Sabes que no tengo problemas con eso.

— Gracias, pero iré solo. — respondió mirando a Jaehyun directamente.

El castaño sintió como su corazón se oprimía al escucharlo de manera tan dura y fría. ¿Por qué se comportaba así?

— De acuerdo, pero si tienes algún cambio de pare-

— No, no creo que lo haya. De todas formas, muchas gracias.

La situación era tan incómoda y tensa que fácilmente podía cortarse con una hoja de papel. Jaehyun volvió a asentir con lentitud, mientras observaba al pelinegro. Realmente deseaba poder entenderlo que estaba pensando Doyoung en ese mismo instante.

Todo era tan extraño y confuso para Jaehyun. ¿Realmente había cometido algún error?

Luego de una para nada agradable despedida. Doyoung cerró la puerta de su habitación y se lanzó bruscamente en el colchón.

— No, no puedo sentir algo por él, ni por nadie. — murmuró para sí mismo. — Solo estoy aquí por mis logros y para seguir mis estudios académicos. Nada más.

El pelinegro se abrazó a sus piernas haciéndose un ovillo. — No puedo permitir que alguien me dañe. — su mente estaba muy confusa y el recuerdo de aquel beso solo lo abrumaba.

No es como si todo aquello fuera fácil. Doyoung no quería vincularse sentimentalmente con nadie. Tenía miedo, estaba inseguro.

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