꒰ 018.

Doyoung hizo un esfuerzo sobrehumano para reincorporar al castaño que estaba a su lado.

— Ya llegamos, Jaehyun. Ahm, despierta por favor, solo nos tomará unos segundos. — el pelinegro intentó sacudir el hombro de Jung, mas este ni reaccionaba.

Resignado, Doyoung lo tomó de la muñeca e hizo que el brazo del castaño pasara por atrás de su cuello, para luego llevar su delgada mano hacia la cintura de este. Unos segundos tuvieron que pasar para que por fin pudiera salir del automóvil y, como pudo, se las arregló para pagarle al viejo conductor. Por lo menos pudo soltar un resoplido de alivio al notar que estaban frente al edificio.

— Dios, por fin. — introdujo la llave en su puerta principal y la abrió lentamente. Caminó con cuidado hacia su cama y lo dejó recostado. Cuando el peso de sus hombros desapareció, Doyoung estiró levemente su cuello y sus extremidades. Estaba agotado.

Rápidamente se dirigió al baño a cambiarse y lavar su rostro. Solo quería echarse en su preciada cama.

Al ingresar nuevamente a la habitación, se sorprendió de ver a Jaehyun sentado pero con los ojos casi a punto de cerrarse. Estaba que se caía del sueño.

— ¿Qué haces? Intenta recostarte. — sugirió mientras guardaba sus prendas en el cajón.

— Pensé uh... que, que te irías. — y ante lo escuchado Doyoung volvió a rodar los ojos.

— ¿Es que nunca te cansas de decir eso? — replicó mirándolo fijamente. — No me voy a ir a ningún lado. — suspiró. — Ahora. ¿Quieres darte una ducha? Va a relajarte y podrás dormir mejor.

— ¿Y ropa?

— Creo que tengo un conjunto deportivo que me queda algo grande, estoy seguro que te quedará mejor a ti.

Doyoung le extendió la mano al castaño para que este se levantara y lo dirigió hacia el baño.— Ahí tengo todos los útiles de aseo que necesites, hay toallas nuevas. Solo espérame un momento mientras traigo ropa.

Jaehyun asintió, lamentándose al sentir que su cabeza dolía a horrores. Se sacó la chaqueta de cuero y luego su camisa de seda, dejando al descubierto su marcado abdomen.

— ¡Aún no te quites la ropa! — dio un leve salto al escuchar el chillido de Doyoung. — Ten toma esto  — le entregó las prendas mientras desviaba su mirada por completo. —, no tardes demasiado que puedes enfermarte. ¡Y tampoco olvides lavarte los dientes! Hay un cepillo nuevo por el lavabo.

Debido a que el castaño estaba bajo los efectos del alcohol, no podía percibir lo malo del asunto. Simplemente se estaba quitando el pantalón y pudo escuchar como el pelinegro cerró la puerta del baño rápidamente.

Doyoung soltó el aire de sus pulmones con lentitud, intentando de alguna manera poder calmarse. Recostó su espalda en la puerta y se maldecía internamente por no poder dejar de pensar en los notorios abdominales de Jaehyun, en lo brillante y bronceada que era su piel.

— Maldita sea. — siseó, anhelando que los latidos de su corazón dejaran de ser tan fuertes.


Jaehyun salió del cuarto con el cabello húmedo y la ropa algo ajustada, ceñiéndose a su cuerpo realmente trabajado, gran producto de sus clases de deporte.

El pelinegro contuvo la respiración, quizás por uno segundos, realmente no lo sabía. Y es que ni siquiera pudo conciliar el sueño cuando una pregunta invadió su mente: ¡¿Cómo es que exactamente iban a dormir?!

En su momento, su abdomen se contrajo y expandió levemente sus ojitos en sorpresa. Doyoung jamás había sido tan cercano a una persona, ni siquiera con su propia familia. Y no es como si no los quisiera, simplemente era que no se sentía tan cómodo expresándose con palabras y gestos.

Ahora el asunto era que Jaehyun estaba ahí, con él, en su habitación. ¡Y demonios! ¡Doyoung nunca había pensado que el alguien podía verse tan sexy y atractivo luciendo simple ropa! Ni siquiera se detenía a pensar sobre ello. Sin embargo, esto era totalmente diferente. Era Jaehyun quién lucía aquellas prendas, marcando sus gruesas piernas, sus leves bíceps, su firme pectoral.

— Está mal, muy mal. — balbuceó.

— ¿Uhm? — inquirió Jaehyun acercándose a la cama, seguía con las mismas ganas de querer dormir y no veía el momento de echarse de una buena vez.

— ¿Eh? No, nada.

— ¿Podemos dormir ya? — preguntó otra vez, sentándose al lado de Doyoung.

— ¿Podemos?

— Uh... sí, tengo mucho sueño. — alargó las palabras mientras hacía un puñito con su mano y frotaba sus ojos.

El corazón de Doyoung nunca antes se había sentido tan cálido. Y no pudo evitar alarmarse. — Eh, bueno, yo... yo de repente ya no tengo sueño. — se excusó. — Sí, eso es, terminaré de hacer una monografía, tú acuéstate si quieres.

El pelinegro se levantó, pero antes de siquiera dar un paso, fue halado de la muñeca. Dejando su rostro muy cerca al del castaño. — No podré dormir sino es contigo. — balbuceó algo adormilado. Tomando ambas manos de Doyoung y echándose al colchón con el cuerpo del pelinegro encima de él.

Kim trató de tranquilizarse, pero es que la cercanía lo estaba matando de nervios y apreciar el rostro de Jaehyun muy de cerca lo estaba descolocando.

— Eres muy lindo. — habló Doyoung, pensando erróneamente que eso lo había dicho en su mente distraída.

— Tú también lo eres. — susurró Jaehyun y, soltando al pelinegro, tomó con una mano su cintura y la otra la llevó hacia su nunca. Haciendo tensar a Doyoung de inmediato. No pasaron muchos segundos para que Jaehyun lo agarrara firmemente.

— J-Jaehyun, no — sus palabras murieron en el aire.

No pasó ni una fracción de segundo para cuando el castaño juntó sus esponjosos labios con los de Doyoung en un suave y lento beso. El pelinegro se quedó totalmente estático, pero sentía que el movimiento era tan dulce y agradable que se dejó llevar, acomodando sus manos en el pecho de Jaehyun, empezando a corresponder aquel cálido ósculo.

Este era su primer beso.

Jamás pensó que lo daría, pero ahí estaba, acariciando sus belfos con los contrarios, degustando el fresco sabor a menta de Jaehyun y disfrutando las suaves caricias de aquellos dedos en la piel de su cintura.

El beso siguió con parsimonia, haciendo que ladearan sus rostros para un mejor contacto. Tan profundo, tan exquisito, tan dulce en aquella madrugada de invierno.

Los segundos pasaron y el ósculo terminó en un chasquido, dejando a un Doyoung sumamente sonrojado y a un Jaehyun totalmente feliz, con una amplia sonrisa abarcando su rostro.

— Tus labios son tan suaves. — murmuró acariciando con sus dedos el borde de aquellos finos y rosados belfos. — Podría besarte toda mi vida.

Doyoung sonrió totalmente tímido, decidiendo bajar la mirada hacia sus propias manos. El castaño tomó su mentón, haciendo que sus miradas chocaran nuevamente.

— Me gustas, me gustas mucho. — volvió a repetir y bostezó con lentitud. — ¿Podemos descansar ya? — sugirió con dulzura, haciendo que Doyoung se recostara a su lado.

El pelinegro emitió un pequeño sonido afirmativo y dejó que Jaehyun se posicionara detrás de él, abrazándose a su cintura y sintiendo el cálido aliento del castaño cerca de su cuello.

— Descansa, Doyoungie.

Un corto beso en su mejilla fue lo que recibió y sonrió por inercia ante el gesto tan cariñoso y adorable. Llevó sus manos hacia las del castaño y se apegó más a su pecho, sintiendo una gran calidez envolverle.

Sin duda esa madrugada fue diferente a todas las monótonas y aburridas que había tenido antes.

Con Jaehyun siempre era distinto.

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