Quebrado

Morty  llevaba horas mirando el techo, se sentía triste, solo y con miedo. Por un tiempo pensó que podía hablar con Rick, hasta sintió que era su amigo, pero se dio cuenta de que para Rick era solo un Morty que le salvaba el trasero de que lo encontraran por sus ondas cerebrales.

Y a parte de ser solo un Morty estaba quebrado, era un Morty roto, no pudo evitar pensar que harían con los Mortys como él, seguramente los abandonaban en algún planeta desierto o hasta los podían sacrificar por no ser útiles. Empezó a estremecerse, no quería dejar de existir, por lo menos quería servir de algo, servir como Morty, estar allí para su Rick, saber que era necesitado lo reconfortaba.

Pero a veces no era suficiente saber que era necesitado, sólo sentía que se ahogaba, que ya no podía levantarse, solo quería gritar y desaparecer. Tal vez si gritaba sus padres dejarían de pelear, Summer dejaría de ver su celular y Rick tal vez lo mirará como a una persona y no solo como un objeto. Se tapó la cara con la almohada mientras lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

—Soy un Morty roto… -murmuró, mientras tomaba un poco del licor de la botella que le había robado a su abuelo.

Rick estaba desconcertado, su nieto estaba cada vez más extraño, parecía que trataba de actuar normal pero le costaba, suspiraba sin motivos y cuando creía que nadie lo miraba ponía una expresión de sufrimiento y nunca se sacaba ese condenado sweater, debía tener pulgas encima ya, pensaba el mayor.

—¿Qué cojones le pasa? Lleva cerca de dos meses con cara de culo y se piensa que soy idiota como para no notarlo. -dijó para sí mismo desde el garaje mientras desarmaba un extraño aparato.

Estaba decidido a confrontarlo, Morty no había ido a la escuela y se quedó en la casa con la excusa de que se sentía enfermo y él aprovecharía para preguntarle qué demonios le ocurría. Estaba arriesgando su trasero durante sus aventuras, Rick le hablaba y este sólo le contestaba de manera automática y con expresión extraña, las distracciones de Morty podían matarlos en cualquier momento.

Morty había estado casi todo el día en su habitación, no lo había visto desde el desayuno, capaz presentía que le diría algo. Dejó lo que estaba haciendo y decidió subir las escaleras, al llegar golpeó la puerta, pero nadie contestó.

—Morty si estas vivo responde.

No hubo respuesta, abrió despacio la puerta y su nieto estaba sentado en su cama con los auriculares puestos, lágrimas en los ojos y la botella de licor que le faltaba al científico en la mano.

—¿¡Morty, qué mierda estás haciendo!? -gritó enojado mientras le arrancaba los auriculares al menor para que lo oiga.

—Rick… -balbuceó, sin entender bien qué pasaba, se quedó mirándolo.

—¿Por qué mierda te estas tomando mi licor mientras lloras? -increpó.

—Yo… Sólo quería probarlo. -tartamudeaba al hablar y Rick notó que estaba algo ebrio ya, puso su mano en su cara bastante molesto y suspiro.

—Morty, es mi licor y lo tomaste sin permiso.

Trataba de hablar de la forma más calmada que le era posible pero estaba demasiado molesto por la situación.

—Lo Siento… Rick te comprare otra botella… Si...

—¡No quiero otra botella, quiero esa botella ahora!

Morty empezó a llorar más fuerte.

—No… Te voy a dar la botella, te comprare una nueva, está esta casi vacía… -murmuró, Rick más molesto que antes le gritó.

—¡Morty, no puedes tomar mis cosas sin permiso y menos una botella de licor, maldición!

El menor agarro más fuerte la botella y bebió un trago. Rick estaba a punto de estallar.

—¡Dame la maldita botella, Morty!

—No… No… Puedo…

Rick quedó desconcertado, ¿Cómo que no podía? Ya no entendía una mierda, al diablo con todo. Se abalanzó hacia adelante tomando la muñeca del menor con fuerza, tratando de quitarle la botella y este más se aferraba a ella.

—¡Dame la maldita botella de una vez! -gritó casi desesperado.

Ejerció más fuerza y su contrario soltó un pequeño grito y la botella cayó al piso. Morty se agarraba la muñeca y lloraba desesperadamente.

Rick pensó que había jodido todo, que lo había lastimado. Se sentía bastante desesperado por la situación.

—Morty, deja de llorar y déjame ver tu muñeca, Beth me matará si te lastime…

—No… Puedes ver… No debes verlo. -balbuceó entre sollozos.

El científico oficialmente no entendía una mierda, estaba desesperado y molesto.

—¿Qué es lo que no debo ver? -preguntó de la forma más calmada que pudo.

—Nada… -empezó a llorar aún más desesperadamente.

El hombre ya estaba desquiciado, la situación lo había superado por mucho.

—¿Qué cojones te pasa? ¡Actúas jodidamente raro, siempre tienes cara de culo, lloras y suspiras por los rincones sin motivo y te pones ebrio con mi licor!

Dijó, la desesperación y molestia se notaba en su tono de voz, ante esto Morty comenzó a llorar aún más fuerte.

—Siento haberte gritado ¿Vale? Ahora déjame ver tu puta muñeca.

Se abalanzó sobre su nieto tirándolo sobre la cama y lo tomó del antebrazo con ambas manos, este empezó a moverse desesperadamente para zafarse. Entre el forcejeo, el hombre sintió algo húmedo en sus manos, bajo la mirada y notó que era sangre. Morty notó que Rick ya había visto sus manos y se quedó quieto, agotado, ya no podía seguir resistiéndose.

Levantó el brazo del chico, subiendo su manga, y vio un gran corte en la parte interna del brazo que iba desde el codo hasta su muñeca y miles de cortes más pequeños dispersos. Desesperado tomó el otro brazo del chico y estaba igual que el contrario, sólo que sin el gran corte. Morty no dejaba de sollozar y Rick miraba sus manos llenas de la sangre de su nieto… Se había quedado en blanco por unos segundos.

—Estoy quebrado, no debías saberlo… No… Debías saberlo... -Los murmullos del menor lo sacaron del trance.

—Morty...

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