59
Abrí la puerta desganado y cansado, tanto física como mentalmente. Me libere del calzado en punta y agradecí internamente que Eunbi haya decidido no coincidir en la cena tradicional luego de los programas.
-Cariño, llegaste. –la melodiosa voz de Yuna resonó desde el comedor, era cierto que ella no pudo acudir al encuentro de esta noche debido a unos importantes papeleos de oficina de último momento, lo cual también agradecía en lo más profundo.
-Sí, ¿cómo sabes que sería yo? –me encontraba ligeramente confundido. Me adentre descalzo y me direccione directamente hacia el comedor, encontrándome con una preciosa cena servida perfectamente para dos sobre una mesa repleta de velas y un encantador vino tinto en el centro.
-Eun me comentó que se quedaría en la casa de Jisoo, al parecer tendrían una pijamada. –observé la espléndida figura de mi mujer, “mi mujer”- Asi que, solo seremos tú y yo, cariño. –observe su hermosa sonrisa de dentadura perfecta.
Desvié la mirada hacia su esbelta y encantadora figura, recorrí sus trabajadas piernas, esplendidas y al descubierto, con un asentador vestido negro, y un hermoso par de zapatos taco aguja, de un rojo radiantes. Su cabello azabache se encontraba ligeramente recogido en un suelto y flojo moño, con su brillante flequillo expuesto, generando una seductora y pasional mirada en sus bellos ojos.
-¿Te gusta lo que ves? –una sonrisa hermosa adorno sus encantadores labios rojizos. Mientras servia en ambas copas un trago de vino. Asentí con lentitud, apreciando cada pequeño detalle de su ser.
-Estas hermosa.
Y claro que está de más reconocerlo, pero me siento avergonzado por completo, ya que este es mi hogar. Desvié la mirada y contemple aquel cuadro familiar, en donde ambos sosteníamos las manitos de una pequeña Eunbi de ocho años. Mi corazón se estrujo con fuerzas, abofeteando mi moral.
-Cariño, felicidades. Ya es certero, estas a nada de tener el título “miss right” del año. –se acercó hasta mí, sólo para depositar un grato beso en mis labios, no dude en sujetar su cintura, atrayéndola hacia mí. Al separarse, aún con una sonrisa me brindo una copa, la cual acepte sin reproche, reconocí aquel aroma, era una botella de mi favorito- Salud, por ti, mi amor. –con su copa al aire, brindo y le dio un sorbo.
-Yuna… -me miro con atención y aun sonriendo- No, –negué cabizbajo- no sé qué hice para merecerte.
-Cariño, ¿de qué hablas? –su timbre era dulce y encantador, sentí su tacto directo sobre mi cabello, acariciándolo con ternura.
-Una mujer preciosa preparando la mesa, con mi botella y plato favorito, orgullosa y dispuesta acompañarme en todas… -mi timbre escaseo, pues si, se siente tan miserable y culposo el no valorarla como es debido. Como ella se merece.
-Shh. –tomó la copa de entre mis manos y la deposito a un lado, junto aquellos portarretratos- Siempre estaré contigo, lo prometí Jimin. En las buenas, y aún más en las malas. –rodeo mis mejillas y con un brillo en sus ojos chocó nuestras narices- Porque te amó tanto. –solloce, inevitablemente, solloce- Cariño… ha sido un largo día, lo sé. Pero la noche aún empieza.
Ella era única, ella fue el amor de mi juventud, el sueño del altar y como la hermosa compañía que resultó siendo, cada día; no dudó ni por un segundo en acunarme entre sus pechos, rodeándome en sus acogedores brazos.
(….)
Lunes por la mañana, las agujas del reloj marcan las seis menos diez de la mañana. Nuevo día, y nueva oportunidad de avanzar.
Tomé una manzana de la mesada, para cerrar el cierre de la mochila como correspondía luego de revisar que todo estaba en su lugar.
Unos pasos se hicieron oír, próximos al comedor, ni siquiera me inmute en voltear, en ningún momento, de hecho, me concentre en pelar la cáscara de la fruta antes de avanzar.
-¿Por qué estas vestida asi? –el timbre femenino fue conciso a mi interpretación. Se le oía apenada y al parecer agotada también.
-Iré al instituto mamá. –al parecer aquello la tomó por sorpresa, tal vez pensaba que me quedaría derrumbada sobre una cama a esperar que los hematomas de mi rostro desaparezcan.
-¿Por qué? Puedes quedarte a descansar y…
-Oh, ya estas lista. Mamá, buen día. –oppa besó la cabeza de nuestra madre para acercarse hasta la mesada y tomar una manzana entre sus manos.
-Hijo, gracias al cielo. –frunció el ceño al verlo comer de la fruta tan espontáneamente- Ayúdame, dile a tu hermana que puede quedarse en casa. Debería descansar… -no preste atención a sus palabras, de hecho tampoco me concentre en la mirada de oppa directamente sobre mi persona.
Él intento aplacar mi arrogancia, se forzó para no alejarse de mi presencia estos últimos dos días, un fin de semana inolvidable de revelaciones y dolorosas experiencias bien guardadas. Le implore que no dijera nada, roge que guardara mi trauma y ante sus constantes dudas, no se animó a preguntar de quién se trataba. Por más que deseaba hacerlo, como siempre, fue un caballero, mi caballero.
Oppa me aseguró que no me dejaría sola, y sé que hablaba en serio, estoy bien preparada para verlo de nuevo mudandose a su antigua habitación. Y sabe perfectamente que no necesito que lo haga, pero lo dejó en claro. “Quiero hacerlo”
-Mamá. –Tae negó, pidiendo que se detenga.
-Pero no puede ir asi. –recriminó angustiada.
-¿Por qué no? –sentí la mirada de ambos sobre mí, más no alce la mirada de aquel cuchillo y aquella manzana- dime, ¿por qué debería quedarme en casa? –no hubo respuesta aparente, entonces sonreí dando el último corte a la cascara- Sé que buscas las mejores palabras para decirlo, pero no existen las mejores palabras para decir algo como esto. Créeme, prometo que aprendí la lección. –me alejé de la mesada y fui directo al lava manos, enjuague el cuchillo y lo seque para poder guardarlo.
-Hija solo… solo debes de ser paciente.
-Pero, sabes algo mamá… -sonreí para voltear en busca de las cáscaras que yacían en la mesada de porcelana negra- ahora mismo, ya no quiero estar bien. No deseo aparentar estar bien. –tomé cada una de ellas y voltee, directo al pequeño tacho residual de la cocina- Estoy cansada de estar aquí sentada esperando. Porque sé que si vuelvo a oír otro “debes de ser paciente”, siempre será igual.
Me dirigí al lavabo y enjuague ahora mis manos del jugo dulce que broto y salpico en mis dedos.
-Hija… -su timbre dolió, caló en la profundidad de mis remotas heridas. Por fin alce la mirada, y me encontré con sus ojos avergonzados, detrás de ella.
Oppa no dudo en ponerse de pie, conozco esa mirada y se de lo que se siente dispuesto. Más no deseó que nada de ello ocurra. Me force ayer en evitarlo. Por ende me adelante hablar.
-Entendí la lección. Asi que solo déjenme ir, déjenme rendirme a mi manera. Si esto no es bueno para mí, está bien, pero no quiero saberlo, no por ahora. Tengan un buen día… -tambalee sobre mi propio deseo de autosuficiencia- señores Kim. –recogí la manzana pelada y avance, alejándome de aquel cuarto que conseguía quitarme la respiración.
No espere ni medio segundo para que Tae se encuentre detrás de mí, sosteniendo mis hombros con sus brazos, rodeando mi cuello, impidiéndome hundir en la desolación.
Me vi obligada a ser fuerte, sí, porque aunque conseguí abrirme completamente con él. No puedo darme el lujo de arruinarlo plenamente con la culpa. Con la ira y el enojo.
-Vamos oppa… necesito llegar temprano. –contuve el llanto y voltee a verlo con una sonrisa para besar su mano.
(….)
-Felicitaciones. –desparramo mi flequillo, y de mala manera alejé mi cabeza de su tacto, captando su atención- Dime una cosa, si pasaste a la codiciada final, ¿por qué te ves enferma de cólera? –su semblante decayó absolutamente en mi presencia.
-¿En serio quieres saberlo? –voltee con impotencia, deteniendo mis pasos, obligándole a frenar los suyos y retroceder.
-¿Qué ocurre? –negué levemente.
-¿Qué ocurre contigo?, ¿dónde estuviste anoche? Te mande miles de mensajes…
-Okey, okey. De esto se trata.
-Si, de esto se trata.
-Lo siento, me extravié momentáneamente del tiempo y espacio. –sonrió amenamente, disculpándose como un crío.
-Eres un idiota. –me adelante, pero su mano sujeto mi brazo, obligándome a forcejear por soltarme- ¡Déjame!
-No. No hasta que te calmes. ¿Qué ocurre contigo? –frunció el ceño, pareciendo realmente enojado- ¿Todo esto es porqué no estuve en esa estúpida gala? Vamos, se honesta conmigo por favor. Ni que fuera que adoras ese show.
-¡No se trata del show, imbécil! –logre soltarme de su agarre, conteniendo las lágrimas de impotencia- Dime, ¿qué tanto te costaba responder a uno de mis mensajes? –pero mi timbre se quebró, y vislumbre una luz de comprensión en su mirada.
-Lo siento. –bajo su mirada apenado- Yo, realmente lo siento.
-Pues que bien, me alegro por ti. Desconsiderado. –voltee pero él me siguió.
-Eunbi, tampoco me digas asi yo…
-¿Qué?, ¿tú qué? Dime, anda… ¿era tan importante lo que hacías anoche? Realmente, se honesto. –él bajo su mirada apretando la mandíbula, asentí alejando la mirada de su rostro- Solo estabas ligando, como siempre. Te lo dije, estaba ansiosa, me sentía perdida, necesitaba de un amigo… pero sólo obtuve a Sinb dándome ánimos, ¡Sinb! –remarque con ira, y es que él comprendía a lo que me refería.
Porque un día, junto a mis inseguridades respecto a la absurda bromita de “conquistar” a los sumbaes, le reconocí lo miserable que me sentía al haber corrompido mi integridad de tal modo, habiendo destrozado a esa familia aunque ni siquiera lo supieran.
Intentó acercarse para rodearme entre sus brazos pero me alejé, y volvió a intentarlo. En serio que era un maldito cabrón.
-¡No!
-Entonces dime, ¿qué quieres que haga?, ¿¡Qué debo hacer para que me disculpes!? –observé sus ojos, estaba perdiendo la paciencia, pero en el buen sentido, el muy desgraciado.
-Dime… ¿con quién estuviste? –sus ojos titilaron- ¿con quién estuviste mientras tu mejor amiga se estaba derrumbando en un maldito segundo? –bajó su mirada reprendido- ¡Dime!
-Con Ye Jin… -susurro cabizbajo. Reí aturdida y decepcionada, entonces limpié mi mejilla e intente tomar aire.
-Es una broma, ¿cierto? –más no respondió y tampoco alzó el rostro, mordí mis labios y apreté mis nudillos- Dijiste… dijiste… “que debía de cuidarme.”
-Sólo es… -negó encogiéndose de hombros- un juego. –alce mis cejas dispuesta a marchar rumbo a la parada del bus sin él, pero alzó su mirada con valentía y rió- Eun, bonita, sólo es un juego. –“mentira” su corazón le dolía, apretando y estrujándose ante aquel adjetivo empleado.
(….)
-Es increíble, realmente me asombra que hayas conversado con tu hermano. –baje la mirada ante sus mirada de alegría.
-¿Es suficiente? Digo, me siento más ligera sí, pero… no les comenté nada a ellos.
-Sojung escúchame, diste dos pasos enormes en menos de una semana. ¿Tienes idea de lo qué significa? –le observé apenada pero su reconfortante sonrisa me resulto gratificante- No te das noción, pero lo que hiciste requiere de mucho valor. Debes estar orgullosa de ti misma. Todo a su tiempo. –se acomodó en su asiento, más cercana a mí- Ahora, ¿quieres conversar sobre tu rostro?
-“Todo a su tiempo.” –ella sonrió negando, y me sentí aliviada de que no interrogara más de la cuenta.
Aunque he de admitir que hubo un par de cuestiones que me dejaron pensando, sus planteos tienen sentido y mucho más, ahora que estoy predispuesta a oír con atención.
(….)
Las risas de ambas adolescentes se hicieron presentes, y el grito de alto de una tercera les obligó a voltear para sonreír.
-Mona Lisa, raro verte tan temprano. –saludo Rose, ocasionando la risa de Jennie.
-Cállense, eso es porque ya no están en el mismo curso. Pero para su información, estoy llegando puntual.
-¿Quién es el proveedor del milagro? –esta vez hablo la menor.
-Muy bien, Jisoo omma hizo de las suyas. –Rose desparramo su cabello, burlonamente.
-Hablando de ella, ¿dónde está? –pregunto la mayor.
-Conviviendo con el novio de Momo. –ambas se miraron para sonreír, puesto que si la habían visto alrededor de un chico alto y meloso.
-El sábado, se la oía ilusionada por ese chico. ¿Cómo era su nombre?
-Heechul. –recordó Lisa y las otras le miraron con picardía- No me miren asi, el chico es buena onda.
-¿Pero? –intervino Jennie.
-Pero no se separan ni por un segundo. No entiendo como Sinb los tolera. -blanqueo sus ojos.
-Te ves celosa.
-Claro que no…
-¡Claro que sí! –ambas la rodearon con sus brazos, molestándola.
-Bueno ya, Rose tú no te rías mucho.
-¿Por?
-Se por ahí que alguien muy cercano está interesado por tu dulce Jennie. –la peli rosado observó a la castaña que negaba apenada- Ah, ya entiendo, a ti también te gusta Ka… -pero la mayor tapo su boca con una sonrisa nerviosa, ante la atenta mirada de su amiga.
-Traidora.
-No, espera… -Lisa reía triunfante, mientras las tres caminaban a la par. Y Jennie buscaba apaciguar las tormentas futuras.
-¡Eunbi por favor! –ambas voltearon, encontrándose con una escena poco común. Los mejores e inseparables amigos Kim Nam Joon y Jung Eun Bi distanciados, con semblantes apagados y claramente enojados entre sí. Recien llegaditos al Instituto.
-Eres un idiota.
-Escúchame… -se soltó, volteando para señalarlo.
-Dijimos que lo olvidaríamos, prometimos dejarlo.
-Lo sé, pero en teoría, no lo prometimos.
-Namjoon…
-Eunbi, confía en mí. Si te digo que es un juego, es un juego. –relamió sus labios y cerró sus ojos con cansancio- Y el problema no soy yo.
-¿Qué estás diciendo? –ella frunció el ceño y él tomó de su muñeca para alejarla de la entrada principal, en dónde se encontraban siendo el centro de atención de la secundaria Rough, aún asi, las tres curiosas les siguieron- Namjoon.
-El problema eres tú, reconócelo. Sientes algo más que atracción por el profesor Jeon. –las tres se miraron entre si- No me mientas más, ¿crees que soy idiota?
-Lo eres, créeme.
-Eun, respeto tu privacidad, lo sabes. Pero no me vengas a sacar esto en cara, porque si mal no lo recuerdo, también fue tu idea. Aceptaste jugar con él, y fuiste quién agregó a la apuesta el hecho de llevártelo a la cama.
Los ojos de las tres muchachas se abrieron de golpe, y alguna que otra cubrió su boca por la sorpresa.
-Eres un imbécil, Kim. Por lo menos yo no cumplí tal idiotez.
-Oye, no des por sentado nada. –frunció el ceño- O acaso, ¿tú crees que yo…? -balanceo su cabeza con ironía- No puedo creerlo. –volteó llevando sus manos hasta su sien.
-No me vengas con el chico sano e inocente todo sorprendido e indignado. Ambos sabemos quién eres…
-Por eso mismo. ¿Crees en verdad que sería capaz de hacerle algo asi? –se encogió de hombros- No lo puedo creer, porque yo sí sé de qué eres capaz tú. -ambos se miraron confrontados por un momento.
Y es que aunque él no haya querido decirlo de tal forma, pues si, sonó ofensivo y retrúquero. Ya que él era conocedor de aquél error que no deja descansar la mente de Eunbi para con Jimin y toda su familia.
-Lo siento, yo no…
-Lo dejaste en claro, descuida. Pero déjame decirte esto. Al menos yo si lo sufro por las noches, pero ¿y tú? –negó irritada- Eres un patán que no quiere cambiar, ya que vives culpando a todos por una sola persona y no puedes asentar cabeza, no eres capaz, porque te asusta.
-No, tú no lo sabes. -negó afilando su mirada.
-Lo deduje. -asintió con autosuficiencia.
-Bien, entonces oye mi deducción. –la menor se cruzo de brazos- Tú tampoco eres una santa, y también hechas tus culpas en otros debido a tus propias miserias. No puedes avanzar, porque tampoco quieres hacerlo.
-Bien, pero a diferencia de ti, soy 'yo' quien no quiere avanzar. -los ojos de Eun decayeron, le dolía ver a su amigo como un patán por toda su vida- Recapacita, no te engañes más. Porque no deberias vivir tras la sombra de una persona que te dañó. Con tal vacío por dentro.
-¿Y tú no lo estas también? -una risa sarcástica se escapo de sus labios. Irritandola.
Ambos se alejaron, ella volteó adelantándose y él se quedó ahí, frustrado e indignado consigo mismo.
Por su parte, aquellas espectadoras, se encontraron entre sí, confusas, sorprendidas y literalmente sin la remota idea de que pensar al respecto.
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