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-Aún me sorprende que tengas una colección de estampillas. –la sonrisa en sus labios realmente era adictiva y me resultaba contagiosa.

-Si, búrlate. Los niños de tu generación no saben valorar el aprecio emocional de sus antecesores. –se acercó hasta la pequeña sala de estar, con dos tazas entre sus manos.

-Tampoco hay tanta diferencia generacional. –alce una ceja para voltear a verla, ella negó para depositar las tazas en su mesa ratonera.

-No quieres hacerme replantear las décadas. Créeme. –negué para depositar los sobres repletos de estampillas de lugares exóticos y encantadores.

No dude en acercarme hasta ella, tomando una de sus manos con cuidado y lentitud, su semblante era neutro, raseo a demostrar cualquier emoción alguna. Pero sé que ahí están, se encuentran justo ahí, delante de sus ojos; al igual que las mías.

-Me pregunto cuando aprenderé… -ladee la cabeza, atento a sus expresiones angelicales- tocando el fuego, inevitablemente… me quemare.

-Ye Jin. –pude detectar su respiración inestable, pesada, de igual modo… contemple mi pecho, desarmándose ante ella, una mujer- Yo creo, verlo con claridad.

Alzó la mirada y se enfocó en mis ojos, detectando, albergando y compartiendo las mismas emociones de aquel increíble jueves. Sé que no deseó que sucediera, no era su intención, pero tampoco pudo negarse aquella plática encantadora, repleta de anécdotas y puntos de vistas debatibles. Aceptando que no era un simple crio sin consciencia o intereses válidos, como había creído.   

-Detente… -susurro palideciendo de pronto.

-¿Por qué? –la entonación en mis palabras era amena, suave y embelesada por una emoción desconocida hasta el momento.

No quería hacerlo, pero obedecí, quede estático delante suyo, a pocos centímetros de su rostro, anhelando por esos dulces labios que probé por un instante, más no pude retener por mucho más. Siendo consciente, de que me atraía, sí, pero de una forma única y especial.

-Conoces la respuesta… -sus ojos me apreciaban con pena y amargura, aún asi, destellantes de la misma necesidad- No es correcto.

-En ese caso, no debiste permitirme pasar el jueves. –sonreí con una extraña y desconocedora ternura- O incluso un domingo a la madrugada. –sentí aquel palpitar desconocido sobre mi pecho, trague con dificultad al ser consciente del brillo en mis ojos.

-Nam… -y no pude retenerme, sabía que también lo deseaba, aunque lo negará, aunque deseará ser fuerte e ignorarlo. Ella también anhelaba aquel sentimiento inesperado.

Nuestros labios se fundieron en una perfecta sincronización, bailando al compás de un beso jamás antes tolerado, puesto que a diferencia de mis pretensiones y preferencias personales… este era un beso suave, dulce y repleto de ternura. Como nunca hubiese imaginado, poder compartir con alguna mujer en mi vida.

(….)

Unos pequeños e insufribles reflejos de luz titilando sobre mis ojos cerrados, picando sobre mis mejillas y ardiendo levemente sobre mis pómulos me obligaron a abrir levemente los párpados.

Observé la luminosa luz solar, escurridiza y traviesamente, escabullendose por la ventana del cuarto. No pude evitar fruncir el ceño, llevando una mano hacia mi rostro, intentando descifrar el porqué de aquel tortuoso y agudo dolor de cabeza.

Un gemido suave y bajo fue pronunciado por mis labios, recordando aquel pequeño detalle que hubiese preferido olvidar. Puesto que los ojos furiosos y nublados de un sano juicio, por parte de mi padre tomaron acto de presencia en mis memorias. Trague con dificultad al sentir mi pómulo inflamado, sensible ante el suave tacto de mis dedos.

No pude evitar cerrar mis ojos con fuerza, conteniendo las lágrimas, deseando que al abrirlos… los recuerdos de anoche no estuvieran ahí. Porque no dolían las secuelas en sí, más bien, ardían los gestos, las miradas y la insensibilidad de él.

Un peso cálido acompañado de una pequeña exhalación de aire, capto mi atención, obligándome abrir los ojos, sorprendiéndome del cuadro delante de mí. Taehyung se encontraba ahí, recostado a mi lado, aferrando mi cuerpo al suyo en un tierno y sobreprotector abrazó.

Entonces mi pecho se estrujo, y logré sentir la picazón en mis ojos; fue real, lo dije, hable, me sincere con él. Unas cuantas imágenes lentas, dolorosas y angustiantes carcomieron mis entrañas; los sollozos desgarradores de mi hermano mayor. El pesar genuino de su corazón honesto y alborotonado.

Contemple su rostro, sereno, su pecho subiendo y bajando al compás de su lenta y tranquila respiración; pero debajo de sus parpados, rastros salados, y leves marcas de lo que en su momento fue un desolador torbellino de culpas y emociones negativas. Unas que no hubiese deseado para él.

Acerque mi cabeza, escondiéndome entre su pecho, sintiendo sus brazos aferrarse un poco más a mi cuerpo. Apreciando y agradeciendo el calor que desprendía, el amor y el cuidado que impartía.

Un nuevo día se aproximó sobre mi ventana, sin ser consciente de el; más no conseguía apreciar las esperanzas o alegría en este.

-Lo siento… oppa. –tragué con dificultad, obligándome a no derramar más lágrimas, mordiendo mis labios en busca de consuelo.

(….)  

La tarde del domingo pasó con firmeza, deseaba que las horas transcurrieran con calma, más no era consciente del peso del tiempo a mí alrededor.

Sojung no respondió a ninguno de mis mensajes, sólo uno relucía en nuestro chat, uno que no conseguía brindar la paz que buscaba.

SoFrodita~ 📨 “Sé que lo harás increíble, no te desanimes pequeña. Lamento no poder ir, sé que anoche me esperabas, pero confió en tus encantos. Figthing, unnie está confiando en ti.” 

¿Por qué no pudo llegar? Ella lo había asegurado, intentaría ir, el viernes confirmo que ahí estaría, más el sábado nunca llegó. Un mensaje no era suficiente para calmar sus inquietantes dudas. Estaba preocupada.

Aunque la penúltima ronda, tomó su lugar entre el sábado y domingo, las ansias le carcomían. Eunbi nunca creyó llegar a tal punto, y las expectativas de su entorno se volvían, realmente abrumadoras sobre sus desdichados hombros.

Deseaba tragarse un balde entero de helado de chocolate, anhelaba por dulces, sus órganos rugían por saciar la necesidad insaciable que cada vez se abría un paso mayor en su alma. Más nada le era licito, su madre la tenía bien vigilada, no permitiría que su “perfecta” hija, vuelva a caer en la desgracia de talles extras. En casa, la palabra permitido, se volvió un insulto, uno imposible de pasar por alto.

Pero el caso, es que necesitaba un descargo emocional para sus nervios, no contaba con su mejor amiga y el tonto de su mejor amigo, parecía perdido, valla a saber en donde. Pero el corazón de Eunbi se estremecía, porque temía conocer la respuesta para ambos casos.

Sojung de seguro no la estaba pasando bien en casa, y se odiaba por no tener el tiempo de ir hasta ella y brindarle su apoyo incondicional.

Namjoon por su parte, de seguro se encontraba por ahí envuelto en los brazos y piernas de alguna pobre e ilusa chica que confiaba en sus encantadores hoyuelos de romanticismo.

Horas restantes para que el telón se levante, su maquillaje se encontraba a punto del desperdicio debido a las gotas de sudor que caían por su frente. Temía arruinarlo, temía al desastre, temía a la soledad. 
 
La puerta se hizo oír, y observó la sonrisa de Sinb detrás de ella, cortesía del reflejo de aquel enorme espejo frente suyo.

-De seguro estas nerviosa. –se encogió de hombros, intentando disimular las verdaderas intenciones de pisar aquel camarín- No te preocupes, el estar aquí ya es suficiente.

-Eunbi… -susurro aún si voltear, simplemente observándola por el espejo.

-Gracias por cumplirle el sueño a mi padre. ¿Sabes? Él siempre intento convencerme de ayudarlo, pero… vestidos de fiesta, elegancia, cortesía y encantos natos… -negó- no es lo mío, en lo absoluto. Por un segundo me deteste, soy su hija y no quise esforzarme por él. –una sonrisa torpe irrumpió el dolor en los ojos de la menor- Por ello estoy en deuda contigo, gracias por tu esfuerzo Eunbi.

Un fuerte nudo tomó acto de presencia en el estómago de la mayor, su pecho se contrajo lleno de repulsión y asqueo propio.

-Te ves hermosa. –con una simple y cautelosa sonrisa, ella se alejó del cuarto.

Y las primeras lágrimas de Eunbi se desprendieron por sus mejillas. Llevó sus manos hasta su pecho, golpeteando con fuerza una y otra vez, harta de la hipocresía y el engaño moral con el que se revestía.

(….)

-¿En serio? –la más baja golpeó su hombro y rio avergonzada.

-Cállate, idiota… -sus mejillas fueron rodeadas de repente, obligándole alzar el rostro, encontrando una dulce sonrisa en el contrario.

-Estoy orgulloso de ti, pequeña Momo. –sus mejillas se tornaron de un bello color rosado, jamás pensó que algún otro chico conseguirá poner su mundo de cabezas.

-N-no digas tonterías… -bajó la mirada aún apresada por las cálidas manos del mayor, quien soltó una leve risita que hizo bombear su corazón.

-Siempre supe que eras un museo repleto de arte, solo necesitabas descubrirlo, descubrirte. Abriendo esos preciosos ojos, y conociéndote tal cual eres. –cuando los ojos de ella quisieron elevarse, sus labios ya habían impactado con los suyos, desestabilizando su mundo entero.

Realmente estaba agradecida para con él, pero sobre todo, se encontraba mudando gracias a su entorno, su precioso entorno.

Porque debía de admitirlo, tenía unas amigas de fierro, Jisoo y Sinb realmente, nunca se cansaron de aconsejarle sinceramente, aún cuando se merecía ser votada y olvidada por completo.

Incluso en ese momento, un completo extraño, que podía haberla denunciado directamente con el comité disciplinario, y quitarse una mochila de encima… decidió que valía la pena darle una lección que durara toda su vida. Estaba agradecida con el señor Jeon, puesto que cambió su perspectiva de lo que es el verdadero “sufrimiento”.

Y por sobre todo, estaba conmovida para con él, un simple muchacho que se mantenía al pendiente de ella, como si fuera… arte, un museo lleno de arte.

(….)

-Es chistoso, la niña hielo está creciendo.

-Cierra la boca. –sonrió.

-Estoy muy orgulloso, es casi como ver un milagro. –volteó a verlo de mala manera, y este se cubrió con sus manos en alto.

-Quieres recibir una paliza, ¿cierto? –sonrió para picar su mejilla- Yah, idiota. Déjame… -sus risas eran fuertes y claras, ambos se encontraban tan concentrados en sus juegos.

Él no soltaba sus mejillas, y ella golpeaba su pecho y desparramaba sus cabellos. La luz en sus ojos me resultaba dolorosa, inevitablemente, conocía aquella conmoción y destrozaba mi pecho.

-¡Hoseok! –voltee encontrándome con Kai corriendo hacia mi dirección- Menos mal que te encuentro… -se encontraba agitado, y se veía ridículamente elegante esta noche.

-¿Has venido a pie? –sonreí impresionado, solo para voltear, encontrándome con su mirada directa y seria sobre mí. Al parecer ambos se percataron de mi presencia. Sonreí ante ellos, Jackson reverencio con su cabeza, ella por su parte, bajo la mirada para voltear y él la siguió apenado para conmigo.

-Hyung, ¿estás bien? –su timbre era de preocupación, y le entiendo, sé que Sinb no es ninguna niña tonta e ingenua, supongo que llegó a la conclusión de que me encontraba observándoles, aunque no lo supieran-Hobi... –rodee su espalda y palmee su hombro con una pesada sonrisa en mis labios.

-Gracias por venir, mi amigo.

(….)

-Eunbi deja de preocuparte, presta atención. No puedes volver arruinar tu maquillaje. Ten. –extendió un energizante en mi dirección.

Jimin no dudo en hacerme entender lo importante de esta etapa, la última y definitiva. Cuatro adolescentes siendo expuestas en una penúltima gala, donde sólo quedaran dos para la gran final.

Y no pierde el tiempo en comentarme acerca del gran discurso final, aquél que debe de ser pensado y escrito por mi propio puño y letra. Explicando a su vez, los malditos mecanismos y tecnicidades que tanto ama, y en mi caso, que consiguen volverme completamente loca.

-Ven aquí. –pide cuando se percata de lo distraída que me encontraba, con aquella lata entre mis labios- Anda. –suspiró rendido para acercarse hasta mí, tomando mis hombros con sus grandes manos.

Mis ojos fueron cerrándose, bajé mis brazos, juntándolos sobre mi regazo, con mis manos en aquella lata. Inhalando y exhalando todo el aire que me fuera posible por la nariz, mientras sentía sus manos masajeando mi cuello y hombros.

-Valla que esta contracturada pequeña. –aquel adjetivo alertó mis sentidos, puesto que la entonación en su timbre disminuyó, casi ronroneando sobre mi oído- Déjame ayudarte con eso… -sentí sus labios sobre la piel desnuda de mi cuello, alterando mi sistema nervioso por completo.

-Pa-para… -susurre apretando la lata con ambas manos, más no cedió, solo llevo sus manos hasta las extremidades de mis brazos, frotándolos con lentitud- por fa… -las palabras no salían, mi pecho subía y bajaba, angustiado.

El rostro de Yuna apareció en mi mente, las palabras de Sinb resonaron en mis tímpanos acusándome, mostrando lo despreciable que resulte siendo. Puesto que me vi a mi misma, una Eunbi pequeña, siendo llevada por unnie a su cuarto, y asi no oír las discuciones de ellos.

El estrés que se posaba sobre mi mente, la tensión en mi cuerpo y la descompostura emocional, no era saciado, ni mucho menos por sus caricias.

Tragué con dificultad y apretó con tal furia aquella lata, que su contenido no tardo en salir esparcido a lo loco. Sorprendiendo a Jimin, y mojando mi atuendo por completo.

-Pequeña, ¿qué…? –la imagen de Nam regresó a mi mente, la forma tan cruel con la que rechazo a Chaeyoung y el hecho de que seguramente se encuentra con un pasatiempo entre las piernas me obligó a voltear de golpe, y con furia.

-¡No me llames asi! Maldición… -intente contener mi desnivelada respiración, el temblequeo de mis articulaciones- ¿Sabes qué? Tienes una mujer que te amá demasiado. Y si no puedes serle fiel, al menos ten las agallas de dejarla.

El pensar en su condición actual, en su familia, en sus padres y aquella relación tóxica que fue únicamente sustentada por el esfuerzo de una mujer que era consciente de la mierda que realizaba su marido cada fin de semana e incluso día por medio… y aún asi, quería, deseaba que sus hijas tengan aquello de lo que ella careció en su niñez, un padre. Provocó náuseas nuevamente, y mucha ira contenida por años, una de la que ni siquiera era consciente… hasta ahora.

-“No todos los hombres son asi. Eunbi, nadie dice que amar es sencillo, de hecho existen muchas formas de amar y cada una de ellas cobra un peso y un simbolismo en los corazones. Más no en todos del mismo modo.”

-O por lo menos, piensa en tu hija, maldición… -con ojos llorosos se alejó de su radar, dispuesta a ir a su escondite eterno y lugar seguro. El cuarto de baño.

Jimin oía desde el otro lado de la habitación, las arcadas producidas por la menor desde el lavabo, se sintió avergonzado y vulnerable por sus actitudes.

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