57
Logré sentirlo y después de tantos años, la indefensión carcomiendo por todo mi cuerpo. Mi vida resumida al ostracismo. Y me encuentro cansada, una vez más, olvide mi corazón en una maldita habitación.
-“Date la oportunidad de algo nuevo, de no regresar a los viejos sitios. De ser feliz en otro lugar, de que algo mejor llegue a las puertas de tu vida.”
La sonrisa de Seok Jin, su mano acariciando con inocencia mi cabeza, realmente… no logro comprender porque sus palabras logran apaciguar mi atormentado corazón.
-Hermana… -por primera vez, oppa no golpeo la puerta, solo llamo por mí- ¿puedo pasar? –mis labios temblequearon, no quería que me viera en dichas condiciones- por favor, abre la puerta. So… por favor. –se le oía desesperado, y solo imaginarlo encogió mi pecho.
Me puse a duras penas en pie, y a pasos lentos, dubitativos y llenos de pavor, redoble la perilla de la puerta. Alejándome nuevamente de esta, para encogerme en la cama, ocultando mi rostro de su mirada.
Taehyung solo se quedó ahí de pie, podía sentir su corazón romperse tan solo al apreciar aquel triste cuadro, su pequeña hermanita… encerrada en un cuarto a oscuras, escondiendo su fragilidad, mostrándose indefensa, como nunca antes lo hizo.
-Sojung… -sollozo, acercándose hasta el colchón, para extender su brazo, en busca de alejar su largo cabello del rostro.
Contemplando el rastro seco de amargas lágrimas saladas, con su mejilla marcada, su labio inferior quebrado y su pómulo izquierdo levemente marcado por la hinchazón.
-¿Él hizo esto? –el timbre de su voz pendía de un maldito hilo, no podía creer al punto al que descendió la fobia de su padre. Y le odiaba por su comportamiento abusivo y extremista.
Tae observo la reacción reflejo de su adorada hermana, quien inconscientemente, tembló al oírle y sus labios comenzaron a fruncirse, conteniendo su pena si era posible.
El corazón del mayor enardeció en ira, no le permitiría cruzar esa maldita línea de nuevo, lo tenía bien jurado. Apretó sus puños con impotencia, conteniendo los deseos de salir a pasos apresurados en busca del responsable “desconocido” que se atrevió a levantarle una mano.
Pero no pudo contenerse por mucho, y solo volteo mordiendo sus labios repleto de bronca en su mirada, nublada por el deseo de una explicación. No dudaría en devolverle el maldito gesto.
-Estoy cansada… -susurro ella, deteniendo los pasos del mayor frente aquella puerta- la tristeza, la angustia… llegan a su límite, la falta de valor es insoportable.
Negó con su cabeza, conteniendo sus deseos primitivos de alejarse de la habitación, puesto que su hermana era lo más importante y le necesitaba.
-So… -volteo a verla, destrozado. Un claro moreton se haria relucir por la mañana en su perfecto rostro. Volviéndole vulnerable a la ira, pero forzándose a recuperar la nitidez de sus propias emociones.
Sus ojos oscurecidos, embelesados en un simple ápice de tristeza sobrehumana. Desconocida.
-¿Recuerdas cuando llegue a casa y me encerré en la habitación? –las palabras parecían costar al salir de su garganta áspera, el frunció el ceño intentando recordar en sus memorias- ese día no quise comer, tanto asi que logre preocuparlos por completo…
El paseo de Taehyung llegó a su final, puesto que recordó con claridad aquella noche angustiosa, donde su hermanita termino por desmayarse, encerrada y aislada detrás de su puerta. Cuando derrumbaron la puerta, la desesperación carcomió nuestras emociones.
Bajo su mirada contrictada al recordar las lágrimas que ninguno comprendió, el desgarrador llanto que no pudieron controlar. Y los ojos de Sojung se elevaron, cristalinos, embriagados por la soledad, predispuesta a seguir el consejo.
“No te prives más, exterioriza, llora si es necesario.”
-Creí… que era necesario que estuviera bien, pensé que era mi obligación… -su timbre quebradizo y angustioso no eran desapercibidos- me forcé, mucho más de lo que debía.
-Hermana… -se acercó hasta ella nuevamente, pero negó con el ceño fruncido y el semblante roto, debía de hacerlo, necesitaba oírlo.
-Esa noche, me llevaron al hospital donde papá trabajaba… para su sorpresa –negó- no me encontraba digiriendo alimento por varios días, y... descubrieron los cortes.
El corazón de Taehyung comenzó a bombear con fuerza, era el momento, luego de siete largos años, donde al fin comprendería que pasó exactamente con su pequeña. El porqué de sus autoflagelaciones en los tobillos, donde nadie le podría ver. De sus constantes perdidas de peso, según todos por su "metabolismo”, pero nunca lo creyó por completo.
Y no estaba seguro de estar preparado, nunca deseo presionarla al respecto, porque una parte suya, siempre creyó que era culpa de aquella paliza recibida por mano de Wendy; su ahora ex novia.
-Solía decir que no era nada, nunca dije nada… -cierto, sus padres pensaban que eran cosas de niños, por ello no desearon comentarlo con nadie, pero siendo honestos, ambos sabían que no querían ser juzgados.
La mano de Tae se hizo sentir en su hombro, derrumbando las emociones más íntimas de ella.
Porque cuando no se encuentra nadie a su alrededor, cuando se es tarde, cuando solo logra cargar con cuatro paredes y una cama frente a ella… sola en su habitación, recién ahí puede abandonar la coraza que ella misma levanto. Impidiendo que nada entre, pero que tampoco… nada salga.
-Unas dos semanas antes, fui citada por un… “amigo” –tan solo mencionar el adjetivo producía nauseas en la menor, y alarmaba al mayor.
Siempre deseando que la noche se convierta rápidamente en el nuevo mañana, puesto que no deseaba pasar más tiempos a solas consigo misma.
Por ello, ella misma lo sabía, era el momento, la noche en donde dejarse caer… porque está bien no estarlo, es normal no estar bien. Lo anormal es atesorar esa maldita daga, clavándola una vez más, un poco más profundo, cada maldito día.
-No sabía que su padre no estaría en casa, -negó dejando escapar las primeras lagrimas- yo confiaba en el... pero me equivoque. –está bien sentir el dolor, está bien dejar caer tus lagrimas- Fui estúpida e ingenua… lo sé, tal vez debí dudar, tal vez… inconscientemente pude haberlo provocado pero…
Está bien romperse de vez en cuando, está bien romperse definitivamente… porque todos a travesamos aquel mísero momento de debilidad, de apocamiento… en donde se te acorta la respiración, y tus costillas son estrujadas por la angustia. Pero es normal, está bien… mientras sepas que no será fácil, que nunca es sencillo… es ahí, en ese punto, cuando comienzas aflojar la mochila, que todo puede llegar a estar bien.
La falta de equilibrio en el cuerpo del mayor era alarmante, sus extremidades no reaccionaban como debían, su cuerpo comenzaba a descompensarse de pronto; y termino apoyándose sobre aquella mesa de luz evitando asi, el poder caer. Su cuerpo apenas conseguía responder a lo que su mente se encontraba procesando. Y poco a poco, perdía la capacidad de mantenerse en pie, por más recargado que estuviera. Sus piernas tambalean, aflojándose por completo… llevándole directo al suelo.
“Tal vez… inconscientemente pude haberlo provocado pero…”
Lágrimas derramadas por amor, mostrando arrepentimiento verdadero, implacable y sincero. Infringiendo tanto dolor en su pecho, puesto que no pudo protegerla, fallo sin siquiera poder hacer algo al respecto… no pudo, cumplir el rol de hermano mayor. Y ella… incluso llegó a echarse la culpa asi misma, como la maldita sociedad recrimina, ¡joder! invirtiendo los papeles.
Ella siempre estuvo ahí, pero nadie la vio, ella siempre estuvo ahí, pero nadie la escucho. Convirtiéndose asi, no, mejor dicho… convirtiéndola asi, en la prisionera de una maldita historia sin fin.
Sus constantes cambios de humor, las constantes perdidas de peso, las marcas imborrables de sus pies, su desinterés en los muchachos… todo resulto que era, un maldito grito de auxilio. Uno del que le privamos… y se cansó de esperar por nosotros, sus padres, su hermano, ¡su maldita familia!
Sus ojos develaban un solo pedido en común: “rescátame”, “ayúdame”, “no me dejes sola” pero fallamos a cada uno de ellos. Siempre ahí, tratando de decir algo… temiéndole a todo, angustiada en cuatro paredes, rompiéndose en silencio, llorando a gritos desde sus entrañas.
-Lo siento, perdón…
-Oppa…
-Perdóname, lo siento, lo siento tanto… perdón…
Los sollozos del mayor eran desgarradores, porque solo debía de estar ahí para ella, brindándole consuelo, ayuda y esperanzas… pero fallo, él le fallo.
Los brazos de su hermana no tardaron en rodearlo sin un ápice de consuelo, puesto que sus lágrimas eran la sincronización perfecta con los gemidos ahogados de su hermano.
Ella negó, una y otra vez, pero él, solo se disculpó, una y otra vez.
“Puedes ver el miedo en mis ojos latente, porque me encuentro luchando por sobrevivir, pero… solo es eso… sobrevivo, no estoy viviendo.”
[....]
“En verdad no es ningún misterio, es lo único que logra quedarse. Cuando eres arrojado, golpeado hasta chocar contra el suelo y piensas que todo a terminado. Solo sigue corriendo.
Incluso cuando crees que eres un simple monólogo sin color u olor, deja que se diga lo que quieran. Ya no puede coexistir un lugar para más errores, no más de los que ya cargas contigo. Asi es, todas y cada una de las piezas se encuentran en su lugar.
Dilo de una vez, frente a frente, con seguridad: Haré lo que quiera, no pienso renunciar.
Porque no puedes romperte, no puedes ser torturado, no serás abatido, no más de lo que ya fuiste. Porque esta bien, no sentirse bien. Porque es de humanos.
Asi que no olvides aquella presión, toma la respuesta clara, puedes ir contra todo, sólo levantate y elevate por encima de las circunstancias.
Recuerda esa metáfora; la mariposa siempre recordará que fue algunas vez un simple gusano.
Entonces, aquellas llamas encendidas, y las cenizas esparcidas solo serán tu pleno recordatorio, de quién fuiste, de dónde saliste.
Recuerdate, te pusiste de pie, te levantaste y solo tú, únicamente tú, te ayudaste a volar. Rompiste aquél cascarón vacío. Volando muy lejos de aquél suelo familiar.
Un simple historial, un historial conocido, un registro memorable, de esfuerzo y dedicación. Un historia de cambio que va por delante, iluminando, primeramente tú mundo.
Un historial que dejará una marca, por más pequeña que sea, iluminando el mundo que te rodea. Enseñandoles, a ver a traves de las ventanas del alma.
Comprobando, aquél fatal ataque al corazón, el mismo que ayer causaba inseguridad, pero hoy, genera gratitud.
Asi que animate, pisa fuerte, deja afuera cada mentira pintoresca, irreal; disfruta de la paz que brinda la sinceridad con uno mismo. Recuerda, nadie puede obligarte a cambiar, nadie consigue convencerte, puesto que no se encuentran en la misma página.
Y si fuera el caso, por obra del destino o la magia, te aconsejo que te agarres fuerte, porque sera el mejor viaje de tu vida.
Pero desligarse de la rabia, hartarse de los pequeños e insignificantes momentos, es refrescarse. Esta bien, hartarse de todo, esta bien, enloquecer un poco. Esta bien, por supuesto que esta bien cansarse de todo.
Porque el exterior, puedo tocar tus bolsillos, puede tomar tu dinero, incluso pisar tu dignidad. Puede acceder al paseo, puede llegar al todo, pero nunca entrar por completo, a menos, claro, que tú se lo permitas.
Ellos no pueden tomar mi honor, no pueden tomar mi alma, no pueden tomar mi orgullo. Pero entiende esto, tú nunca podras tomar el control absoluto. Puesto que esta fuera de tu radar.
Todo lo que queda, es el recorrido de lo padecido, de lo superado; y lo aprendido, arde cual veneno.
Tal vez sea solo un momento, pero parece eterno, ¿verdad?
Recuerda esto, si, nacimos solos, pero eso no significa que debamos de vivir en soledad. Puesto que un problema compartido, se vuelve más ligero y sencillo de sobrllevar.
Asi que sonríe, porque estas subsanando tus heridas y eso es de admirar.”
Observé los últimos detalles, cada vez falta menos y el sentimiento es gratificante sobre mi pecho.
-¿Más tranquila? -voltee con una sonrisa y sosteniedo la taza de cafe entre mis manos.
-Gracias Yugyeom, Yewonie te adora. -reconoci con algo de envidia he de admitir y se que lo percibio. Puesto que sonrió para sentarse a mi lado.
-Y yo a ella, no se parece en nada a la madre. -negue riendo de su mal chiste- Ya la recoste, quedo agotada de tanto jugar. -observó la laptop frente a mi- ¿Pudiste cerrar la idea? -asenti guardando el archivo word.
-Si, y honestamente estaba preocupada. -di un sorbo a la taza- Pero gracias a ti, todo salio bien. Muchas gracias oppa.
-Casi me conmueves, pero si en verdad estas agradecida, pon mi nombre en la dedicatoria. -sonrei.
-Eres increible. -se encogió de hombros para servirse café- ¿Estás bien? -pregunte con suavidad.
-No lo sé, sigo pensando en ello. Realmente amaba a Yuqi. -sus ojos brillaron nostálgicos y no pude evitar sentirme acongojada- Pero acepto su decisión, al parecer ese tal Lucas es bueno con ella. -dio un sorbo amargo a su taza.
Bajé la mirada angustiada para con mi mejor amigo, realmente deseaba que aquel pequeño tiempo pedido por mi cuñada no sea eterno; pero al parecer aclaró su mente por completo y fue sincera con él. Ya no sentia lo mismo que hace tres años y medio atrás. Luego de casi tres meses conocio a quien según ella, era su alma gemela.
-Oye, siento la pena desde aqui. -fruncio el ceño con un semblante divertido- No me mires asi, estoy ansioso por leer tu material completo, de seguro y me ayuda.
-Admiro tu perspectiva brillante de las cosas. -reconoci con una sonrisa pequeña.
-Siempre te lo dije, no es bueno encerrarse en un mismo. La felicidad tiene diversas caras y me alegra que la tuya sea una hermosa niña de tres añitos. Mi amiga hizo las cosas bien y eso me enorgullece mucho más de lo que se imagina.
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