49
Las dos semanas de sanción de las trillizas del mal pasaron con bastante rápidez, para mala suerte nuestra. Aunque Sojung se veía tranquila, me juego la cabeza de que no es el caso, después de todo, inclusive bajo de peso.
Y aunque no quiere hablar al respecto, y me duele que evite el tema conmigo, también la entiendo, fui una mala amiga y jugué con sus emociones.
-Deja de pensar, hasta aquí huelo el humo de tu celebro trabajando. –voltee a ver a Nam a mi lado en los pasillos- ¿En qué tanto piensas?
Las risas de dos arpías conocidas se hicieron oir cerca nuestro, ambas nos miraron de reojo para avanzar susurrando entre ellas. Suspiré irritada.
-¿Tendría qué sostenerte? –me miró con burla en sus ojos, le miré de mala manera y rió- Estoy jugando, enana no te hagas mala sangre.
-Maldita torre de Namsam. -apreté mis puños y solté un pequeño gritito- Me hierve la sangre verlas aquí, ellas golpearon a unnie, no tendrían que… -sus brazos me giraron para poder quedar delante suyo.
-Respira, cuenta hasta cinco, anda… -repetí los números junto a él- Muy bien, eso es, eso es. –abrí los ojos y le miré- ¿Mejor? –asentí desganada.
-Unnie merece más que una disculpa.
-Lo sé, pero fue su decisión. –antes de interrumpir me miró- Debes de respetar su espacio.
-A veces siento... que merezco que me odie. –susurre cabizbaja.
-¿Sojung? –preguntó duditativo- Muy bien, me perdí… ¿Por qué debería? –no respondí, pero lo pensé con claridad- Entiendo, escucha, ella dijo que te perdonó, por lo que sea que haya pasado, eres su mejor amiga.
-Una mejor amiga no se aprovecharía de ella… soy una mala amiga. –reconocí por primera vez delante de alguien más que no fuera mi propio espejo. Sus brazos me jalaron y sentí su pecho cerca de mi rostro.
-No pienses estupideces Eunbi. –oh oh, nombre completo- Eres una buena persona, enana tonta. –golpe su esplada y le oí quejándose.
-Idiota… -rió para balacearme aún entre sus brazos.
-Siempre necesitamos de alguien que nos sonría, y aún más cuando sentimos el peso de bloquees de concreto encima nuestro, intentando derrumbarnos.
-¿Cómo puedo hacerlo?, ¿cuándo ella es la que siempre resulta siendo esa persona para mí?
-Intenta ser la sonrisa esta vez. Como ella lo es para ti. –se separó de mi y sonrió apretando una de mis mejillas, me queje y rió- Por cierto, usa todo este pesimismo en nuestra apuesta. –frunci el ceño- Mi relación con nonna está aumentando. –alejé su mano de mi mejilla molesta.
-Lo sé, no soy ciega. –frote de esta- Ese hombre no se excita para nada conmigo. –le oí reír.
-¿Eso crees? –asentí.
-Estoy segura, no le resulto atractiva. –sonrió conteniendo su risa, no logré entender a que se debía aquel semblante, pero negaba constantemente.
(…)
-“Te amo” dijo el principito… “yo también te quiero” dijo la rosa. –observé su rostro, sus ojos concentrados en la lectura, su cuerpo que a simple vista deja en claro lo trabajado que se encuentra- “no es lo mismo” respondio él… -sonrió, como solia hacerlo cuando se acercaba una parte que amaba- “Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía.”
Observé cada una de sus gesticulaciones y acciones, como el repiqueteo de su dedo anular sobre la portada de aquella carpeta grande, en busca de atesorar el momento. O sus cejas levemente arqueadas, disfrutando de el. Incluso la entonación de sus palabras, denotando la pasión e importancia de su lectura.
-“Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.” –preste suma atención aquellas líneas- “Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el bien querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.”
Más que el principito, es el resultado de un ensayo basado en el. Doble la esquina de la fotocopia que estaba sobre mi pupitre, cortesía de nuestro encantador sumbae. Aún así, más importante para mi despreciable persona… logré comprender que era aquello que sentí en su momento por oppa.
No negaré, no consigue hacerme sentir mejor conmigo misma. Porque si, le quería, pero de una forma apegada, por mis propias necesidades de contención y afecto, uno sincero.
-“Si quiero a alguien tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro.” –alzó su mirada, observándome- ¿Quién quiere leer lo siguiente? –los compañeros dudaron, entonces sonrió con gracia- Bueno, en ese caso, elegiré yo –volteó su cuerpo y tomó detrás suyo, la libreta de registros que yacia sobre la mesa, igual que él- Jung, -enderece mi postura con los ojos abiertos- Ho Seok. –observe la comisura de sus labios sutilmente curvadas, estaba burlándose de mi.
-“El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes.” –mientras el timbre de Hobi era oído, mis ojos seguían a la espera, deseosa de que alzará su mirada, más no paso- “Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro…” –oppa se detuvo por unos segundos, recibiendo la atención de algunos compañeros, incluido el profesor.
Observé hacia el banco de la segunda fila, Sinb no levantó la vista de su fotocopia, ni siquiera se inmutó en voltear detrás, como fue el caso de su compañero. Jack, observó a Hobi y volvió su vista a su compañera de un alto rodete reluciente y llamativo por aquel gris perfecto en sus puntas.
-¿Joven Jung? –la voz de Jeon fue suficiente para que asintiera levemente, y continuará.
-“Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tú camino sea diferente al mío.” –observé el puño de oppa cerrarse a un lado de su pupitre, dolió contemplar aquella frustración, tal vez, en algún punto, causada también por mi causa- “Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón.”
Su timbre era bastante airado, se le oía quebrado, no pasaba desapercibido para nadie, aún así… ella no volteó en ningun momento. Mi semblante decayó, observé dos corazones rotos, el suyo y el de Yoonie, ambos debido directamente o indirectamente por mi causa. Y Sinbie, ella más que rota, deberia de odiarme.
-“Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar.” –tragó con dificultad. El libro de Jungkook se cerró, y nos observó.
-Gracias Hoseok. –el mecionado no alzo su mirada, por el rabillo de mi ojo, capte la mano de unnie sutilmente posarse sobre la pierna derecha de él- Este ensayo fue escrito por uno de mis estudiantes en Busan, ¿Qué opinan? –siempre pregunta lo mismo.
-El amor es un desperdicio en el que siempre sufrirás, de algún modo u otro. –acotó Momo con su cabeza baja, él asintió.
-Bueno, es una forma de verlo señorita…
-Hirai, Momo. –le dedico una leve sonrisa a ella.
-Pero, ¿algo no resuena en sus tímpanos? –preguntó curioso y levemente moviendo su cabeza.
-Aquella delicada línea… -sus ojos se direccionar hacia mi asiento, más decidi bajar la mirada, contrictada- entre el querer y el amar que tanto confundimos.
-Muy bien, en realidad, no se sufre por amor, en muchas ocasiones, se sufre por apegos. –volvió sus labios en una fina línea para vernos a todos. La mano de mi amigo se alzo a mi lado- ¿Si Nam?
-Usted nos dice, ¿qué si realmente se ama, no se puede sufrir? –fruncio el ceño cuestionando, intentando comprender y la sonrisa de el mayor no tardo en iluminar su rostro.
-Es muy buena pregunta estudiante. –se puso de pie y tomo una tiza entre sus manos- No lo digo yo, pero en teoría, este estudiante dedujo algo interesante. –terminó de escribir y volteó a vernos- Según su razonamiento, luego de leer el libro y rememorar experiencias pasadas, –apunto sobre la pizarra, que tenía escrito una palabra “expectativas”- concluyo que si no cargamos con ciertas expectativas, no esperamos recibir nada. Entonces, comprendiendo este pequeño e insignificante detalle, comprendemos que es cierto. Si amas, no estás destinado a sufrir del todo, puesto que no estas esperando algo específico del otro, ya que terminas donandote por ese otro.
Desde mi lugar podía sentir la cabeza de Joonie maquinando y procesando la respuesta, intentando justificarla o replantearla.
-Porque cuando se ama, uno se entrega sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. –sonrió intentando expresarlo de una mejor manera.
Mi estomago dolió, sentía aquel retorcijón sobre mi vientre bajo, ardía, me descomponía silenciosamente. Deseaba estar en mi casa, en mi baño, vomitando, intentando librar el estrés, el malestar y el estigma.
-Pero dicha entrega, –oí a oppa volver a retomar el poder de la palabra- este darse tan desinteresadamente, sólo se puede dar a través del conocimiento. Si no, es completamente imposible.
-Es cierto, sólo podemos amar lo que conocemos, ¿por qué? –sonrió entusiasmado- porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma.
-El alma no puede indemnizarse… -comentó Nam, pensando en voz alta de hecho.
Asintió- Y conocerse justamente trata de saber de vos, de tus alegrías, de lo que te brinda paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de cada error cometido.
-Porque el amor, trasciende cualquier enojo… -comentó pensativa Jisoo detrás de Hirai, quien bajó la cabeza.
-Trasciende la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría. –negó para sonreir al sentirse satisfecho con una clase completa, reflexionando ante sus palabras.
(….)
El receso sonó y el primero en salir del salón fue él, no tenía fuerzas ni ganas para seguirle, de hecho no tenia ánimos de estar con nadie.
Me alejé del salón, dejando a todos detrás, sólo quería estar… sola.
Fui hasta el baño, lave mi cara con agua fría, ya que lograba sentir algo de temperatura en esta y el dolor en mi estómago no fue suficiente para que expulsara algo. Tampoco tenía deseos de hacerlo, pero quería sentirme menos cargada y terminé cediendo, provocando las arcadas segundos detrás.
Observé el reflejo pálido de mi rosto sobre el espejo delante de mi, me veía fatal, me sentía peor y no podía tranquilizar la voz de la razón susurrante en mi cabeza.
La puerta se abrió, observé aquellos ojos oscuros y ligeramente abiertos, de todas las chicas del instituto, tenía que ser ella. Más cuando abrió por completo la puerta observé aquel balde grande repleto de escobas y productos de limpieza, al menos si cumplirá con su castigo.
Volví a mojar mis manos para refrescar mi nuca, luego dejé caer las últimas gotas de agua dentro de la pileta, estire mi mano hacia aquella papelera encrustrada sobre la pared, retire un papel y seque mis manos, observé por el refelejo del espejo como roseaba un líquido sobre uno de los cubículos, directamente en el retrete.
Arroje el bollo de papel en el tacho residual y tomé del picaporte de la puerta, abriéndola, dispuesta a marcharme, pero logre oirla con claridad.
-¿Qué se siente, el deterioro de tus cementerios? –mordi con fuerza la pared de mi mejilla interna, la tonalidad de sus palabras era clara, quería mofarse de mi desgracia- Todo el tiempo, recordándote la mierda que nada, pero nada, logrará quitarte. Porque te lo mereces, la maldición desde el mismo infierno.
-Entonces búscame, atrévete, después de todo, estás en el mismo infierno. Tsk. –crucé aquella puerta, sin siquiera voltear a verle.
Mis pasos eran pesados sobre aquel pasillo, pero no a una gran distancia, logré percibir aquella puerta ser abierta con fiereza. Unos cuantos pasos firmes y con rudeza se hicieron sentir detrás de mi.
-¿Quién te crees? Al menos yo no jugué con los buenos sentimientos de aquellos que en verdad me amaban. –en su garganta sentía la indignación, envuelta por la impotencia.
-¿En serio? –detuve mis pasos, harta de jugar a las malditas máscaras y aquella hipocresía asquerosa que nos envolvía a ambas- Es raro, pensé que habías defraudado a tu mejor amiga, e incluso herido a tus amigas. –senti sus palmas abiertas detrás de mi espalda obligándome a removerme con brusquedad hacia delante.
-No tienes ni la maldita idea, hablas como si tu no lo hubieras hecho también, e incluso peor que yo. –frunci el ceño y voltee a verla con pena.
-¿Es joda? Has dañado tanto la estima y personalidad de personas que jamás te faltaron el respeto. Ahogándolas con tu maldito veneno, ¿crees qué vale la pena? Maldita sea… estás pérdida, más de lo que yo puedo estar.
-No hables como si tampoco lo hicieras, claro que duele el daño colateral, si. Pero tu te llevaste vidas, ahí la diferencia. –abrí los ojos, la respiración comenzó a escasearme- Lo ves, incluso tu cuerpo lo sabe, que eres la única responsable.
Negué, negué, negué… pero mis palabras no salían, el llanto se ahogaba sobre mi garganta, impidiendo que pudiera contener una respiración decente. Retrocedi sin fuerzas, asustada, dañada, y asqueada…
Sus pasos acortaron nuestra pequeña distancia, sus ojos eran claro reflejo de furia y enojo, reflejo de culpa. Si, es cierto, yo… pude evitar su muerte pero, fui una cobarde.
-Lo mataste en vida, lo engañaste, sólo te apegaste. Nunca lo amaste. –basta, por favor… basta- no merecía lo que le brindaste, nunca lo ayudaste, ni siquiera lo intentaste.
Yo… yo… no es…
Los recuerdos del mayor con aquel arma homicida entre los dedos, entre sus labios, en su bolsillo tarsero y delantero. El sabor amargo a alcohol que desprendía sobre mi boca, cortesía de noches de angustia. Aquellas notas antisociedad, el enojo y la ira expresada en papel y tinta.
Es cierto, nunca fui de ayuda para él. Es cierto, no fui el salvavida que él precisaba y sólo, le deje hundirse.
-Él te amó y ese fue su peor error, más ni siquiera lo reconoces. Pero lo veo, tus ojos me lo dicen… -su mirada directa, filosa y cruda, ella lo sabia mejor que nadie- No quería el llanto, no quería la soledad, pero fue lo único que pudiste brindarle. –observe detrás de ella, aquella silueta varonil acercándose mientras conversaba con un estudiante- Porque siempre fuiste esta hija de re mil puta, la que solo piensa en su bienestar y le vale mierda el resto. –la miré con ímpetu, conteniendo las lagrimas- Por más que él, si creía en ti.
-Te hierve el alma, admitelo, porque nunca lo tuviste, y siempre lo sentiste como tuyo. Pero te equivocas, él no era de nadie, -de ninguna de las dos- asi que dimelo. ¿Qué se siente ser la misma irrelevancia en la vida de aquél, que resulto siendo tu centro de atención? Pobrecita, ingenua y maliciosa Momo, a quién la duda la carcomerá eternamente, sólo porque lo sabe perfectamente. –sonrei con malicia, acercándome hasta su oido- Él me amaba, con todo y mis demonios. –susurre.
Observé la cabeza distraída de Jeon, y voltee queriendo alejarme, pero lo siguiente que oí fue el grito histérico de mi antagónica. Los ojos de ambos hombres voltearon, voltee levemente mi cabeza, concentrándome en los suyos.
Lo próximo que oí fue el impacto de mi cuerpo contra el suelo, debido aquel golpe violento, que era consciente, recibiría con aquel comentario venenoso.
Aún así, mi maldito demonio repleto de manipulación, me impulso a exagerar, terminando en el suelo. Dejando escapar aquel quejido y el famoso alarido de cocodrilo. Jungkook captó su atención, pidiendo en alta voz que se detuviera.
Sentí sus brazos rodear mi espalda, agachándose dispuesto a ayudarme a ponerme en pie, con calma y lentitud, mientras aún reprendia a la japonesa. Quién se veía pérdida, vacilante y tartamudando ante la presencia de autoridad.
-Iremos a la enfermería… -comentó suavemente a mi lado. Pasamos a un lado suyo, y observé aquel muchacho que estaba anteriormente al lado de sumbae, contener a la peli corto, sujetando su mano, mientras rodeaba su espalda baja.
Aquella imagen me molesto levemente, entonces comprendí el veneno de mi tenebroso corazón. El cual deseaba que sufriera las consecuencias, que pagará el daño hacia mi mejor amiga, una de las mejores personas en este mundo.
Pero igual de hipócrita, utilizando la empatía, las palabras dolorosas y el mismo deseo destructivo que el suyo.
Honestamente, no me reconozco...
(….)
-¿Estás bien? –preguntó luego de un rato, cerré mis ojos, aún así, las lágrimas ganaron. Sentí su brazo sobando mi brazo- Esta bien… -pero rompi su contacto con violencia.
Y me aferre a su camisa escolar con necesidad, con verdadera vulnerabilidad.
-Oppa… lo ha-haran… me expulsaran… -solloce aferrada a su pecho, sentí sus brazos rodearme y una de sus manos acariciar mi cabello, negaba levemente por encima de mi cabeza- O-oppa... y-yo…
-Shh… -tarareo levemente, con dulzura, como la primera vez que me encontró asi, devastada y olvidada- todo estará bien, no te preocupes y sólo… llora.
-La odio… ella… es un diablo disfrazado de ángel… -aferre ambas manos hacia su espalda, impidiendo que me abandonará. Pude presentir que sonrió, más no dijo nada al respecto.
-Tu y yo somos iguales. La única diferencia, es que yo se quien soy, y se hacia dónde voy. Pero y tú, ¿sabes quién eres?, ¿o hacia donde vas? -los ojos de Yoon eran fijos y un brillo se desprendió de ellos, oculto si, pero ahí se encontraba su instinto de protección.
-Tonta… tan to-tonta… -solloce.
-Momo, Momo… mientras puedas evitar el sufrimiento inútil e innecesario, te estarás respetando a ti misma como persona. –respire por mi nariz un par de veces en busca de detener aquél llanto, inútilmente- Porque si, eres lo que estás buscando. –apoyó su mentón sobre mi coronilla y se aferró un poco más hacia mi.
Heechul…
(….)
-Por favor… -sonreí ante su negativa.
-Ay, ¿qué haré contigo? –continuó acomodando las gasas en el botiquín- Me recuerdas al alcaraván. –la observé con curiosidad, no pregunté pero la miradita de niño a la expectativa la hizo reír, provocando una sonrisa entre mis labios- Es una de las aves más valientes, ¿sabías?
-¿Debo tomarlo cómo cumplido? –acaricie su mano, la cual detuve, sus ojos observaron aquel pequeño contacto, ladeo la cabeza y alejó lentamente su mano de la mía, pese a que no quería soltarla.
-Todo vuelve, una y otra vez. –no me miró, pero si sonrió.
-¿Qué se supone que significa? –pregunte divertido por su aura de suficiencia, pero sus reacciones destellantes de un sentido de inseguridad. Rodee aquél estante y me acerqué detrás de ella, dos semanas de risas y conversaciones gratas entre ambos, no pude negar nuestra conexión, una especial.
-Basta estudiante Kim. –negó sin voltear, pero no me detuve, rodee su cintura con mis brazos y la sentí temblar bajo mi tacto- Na-Namjoon ba-basta, detente… estamos en… -olfatee su perfecto cabello.
-Lo olvido, cada que te miró fijo, cada conversación y gustos compartidos. –sonreí para depositar mi mentón en su hombro derecho- De tanto accionar, creo que olvide la cordura… -volteó lentamente e insegura su rostro hacia mi dirección.
Ambos nos encontramos por unos segundos observándonos directamente a los ojos, el brillo y el reflejo que veía en aquellos preciosos ojos, no tenia precio, no había palabras que describieran mis emociones del momento. Sólo quería hacerlo, desee provarlos y no dude en acercarme, cortando nuestra distancia; agradecido que no se moviera, no avanzó pero tampoco retrocedió.
Y si, provee sus delicados labios, al principio no reaccionó, pero luego de unos segundos, correspondió, dándole una intensidad coqueta al beso. De hecho, comenzaba a embriagarme por completo en ella.
Pero repentinamente se alejó, chocando contra aquella estantería, intenté acercarme, hablarle, pero ella me privó de aquél deseo. Llevó el dorso de su mano hacia sus labios, se veía abatida y ligeramente acelerada, aún así, se veía tan hermosa.
-Estas loco… -sus retinas se paseaban, de hecho yendo y viniendo desde un punto de la nada misma- ¿Qué demonios crees que haces? –al fin se dignó a elevar la mirada, chocando directamente contra mis ojos. Pero su ceño fruncido era clara evidencia de enfado.
-Yo sólo… -intenté tocarla pero alejó mis manos con un solo movimiento a la defensiva.
-Tú nada, soy tutora, soy la enfermera del instituto y tú eres un estudiante.
-Nonna… -llamé casi en un tono suplicante, lo cual incluso a mi mismo me resulto sorpresivo.
-Shh, no quiero que vuelvas a decirme asi, soy tu sumbae. –ladee la cabeza,
-Por favor, nonna, lo siento yo… -cerro sus ojos.
-Maldita sea, soy Lee, tu sumbae. –cerré la boca lentamente, quería hablar, pero palabras erróneas querían escapar de mi lengua y no podía darme el lujo de ser tremendo payaso- Largo. –abrí los ojos y movi ligeramente mi entrecejo- Vete, ahora.
-Noona… -alce la mano y toque un mechón de su cabello, pero por acto reflejo, ella se corrió lejos de mi cercanía.
-Maldición… -respirando pesadamente, retrocedió, alejándose de mi persona, dirgiendose hacia la puerta del salón de enfermería. Ignoró mi último llamado, llevando ambas manos hacia su rostro, una peinaba su cabello hacia atrás y la otra tocaba su boca.
Oí el ruido de la puerta cerrándose detrás de su cuerpo, dejé caer mis hombros, lleve ambas manos hacía mi cabello frustrado, porque si, estuvo mal pero…
A pasos pesados me encaminó hacia aquella puerta. Esto era estúpido, pero al menos, consegui ganar el juego, ¿o no?
(….)
-Siéntate, -pedí mientras me alejé en busca de algún botiquín del salón de enfermeria, ya que no había rastros de la enfermera Lee.
-¿Es-esta seguro? –no respondi, sólo me concentre en las pomadas y guentos desinfectantes.
-Esto servirá. –tomé unos cuantos productos y voltee a verla, como se lo pedí, se encontraba sentada sobre una de las camillas. Me acerque a pasos firmes, sus rodillas levemente se rasparon debido al impacto directo sobre el suelo.
No eran heridas profundas, tal vez sólo se trataba de algo superficial, pero se veía mal y sobre todo, me preocupa la agresión con la que cayó.
-Sumbaenim… -aquel timbre fue inusual, pero proviniendo de ella, no me sorprendería su coqueteo contínuo.
-Shh, déjame terminar. –con un hisopo di el último cuidado sobre su piel, depositando un poco de crema para asi, poder cubrir las heridas con una pequeña gasa, sostenida por un poco de cinta de papel.
-¿No le molesta tocar las piernas de sus alumnas? –una pregunta de doble filo- ¿No tiene miedo de ver algo inapropiado? –podía imaginar aquella sonrisa traviesa en su rostro, después de todo, su mirada fija sobre mis rasgos no era para nada discreta.
Me enderece para ponerme en pie- Tienes un short debajo, has obedecido. –voltee para dejar sobre la mesa aquellos desechos, al igual que las pomadas utilizadas con aterioridad. Su risita suave y apenas audible captó mi atención.
-¿Ha estado observando algo indebido? –suspiré ante sus ironías, voltee para confrontarle y cruzando mis brazos observarle en silencio- ¿Qué? –ladeo sutilmente su cabeza ante mi atención.
-¿Por qué discutían con la estudiante Hirai? -cerró sus labios y desvió su atención de mi persona, guardó silencio y aferró sus manos al dorso de su falda escolar- ¿Y bien?
-¿En serio le interesa? –alzó sus ojos- sumbae Jeon. –estiró sus piernas, poniéndose asi de pie, observándome atenta, buscando algún tipo de reacción en mi. Sonrió para acercarse con lentitud, acortando nuestra poca distancia- Tal vez, ¿busca robar mi corazón? –ladeo su cabeza para observarme con fijación.
Cerre mis ojos, e inhale por mis fosas nasales todo el aire que me fuera posible, “ten paciencia Jeon” me repetia mentalmente. Pero todo mi esfuerzo fue arrojado por la borda al sentir su tacto sobre mi abdomen, toqueteando con lentitud, con leves tecleos sobre este, como si fuera un instrumento musical para sus dedos.
Alejé su mano de sobre mi cuerpo, sujetando su muñeca sin dudarlo, abrí mis ojos, encontrándome con el destello de un estudiante diferente al que intentaba aparentar. Observé el miedo en sus ojos, y se la veía insegura, difícil de creer luego de todos sus esfuerzos por llamar mi atención, sexualizandose a si misma.
-Si, me interesa, pero no se equivoque estudiante. No intento robar nada, sólo quiero velar por las relaciones interpersonales y sociales entre mis estudiantes.
Afile la mirada en mis ojos y le observé unos segundos en silencio, vacilaba, no quería mantener el contacto visual, pero se forzaba por no ceder ante sus impulsos de huir, resistiéndose aquel contacto, porque al parecer, buscaba demostrar algo y eso si llamó mi atención.
Me pregunto, ¿cuál será la historia detrás de estas internaciones?, de sus formas de reaccionar y accionar. Porque no creó en el flechazo de Cupido, y soy bien consciente, de que es imposible que esta muchachita, se sienta “enamorada” de mí. Tal vez, atraída, pero no es suficiente para realizar sus hazañas inmorales y con poca falta de aprecio y respeto propio.
-Cuando te enamores, -fruncio ligeramente su ceño, desconcertada por mis palabras repentinas- enamórate de una persona de verdad, de esas que son raras, que no se parezcan en nada a otra con la que hayas estado antes. Una con personalidad única y extraña, -sonreí ante la incógnita de su mirada- que tenga aficiones que le apasionen, no lo sé, -negué levemente, aún sin soltarla- que sepa cosas que nadie más sabe, y que tenga uno y mil planes bajo la manga.
-¿De qué… esta hablando? –se veía aterrada, aunque estaba seguro de que no fuera lo que deseaba transmitir, después de todo, su ceño estaba erguido, y sus ojos fijos.
Decidí aferrar el agarre un poco más, acercándola de repente a pocos centímetros de mi torso, por lo que se vio obligada alzar la mirada, y entonces lo corrobore, si, sólo es una fachada de la cual desea apropiarse, pero no parece ser una chica para nada “atrevida” en verdad.
-Porque si sigues abriéndole puertas a personas ordinarias, sin sentido y propósitos reales para ti… como esas que sólo sirven de relleno, sin provocarte inspiración, un cambio, un desarrollo, un crecimiento, o tal vez esperanza. Solo será perder el tiempo, y créeme, no vale la pena tirar el oro de tu tiempo en ellas, en algo como esto. –me incline sutilmente y me acerqué a su rostro, no dudó en retroceder su cabeza hacia atrás, sin romper el contacto visual- Tú debes de saberlo, aquellos “amores” –remarque en dicha palabra, con gracia e ironía- sólo roban vida, y al final no sirven para nada.
Solté su muñeca, enderece mi cuerpo y ladee la cabeza, tal cual ella solía hacer. La contemple en silencio, se veía pérdida, incluso algo abatida por el repentino cambio al que se vio expuesta.
-Creo que vales más, mucho más que algo asi de efímero e infructífero. Solo piénsalo, estudiante Jung. –me encamine abriendo paso de entre nuestros cuerpos, sentí la rigidez al pasar por su costado y pechar levemente su brazo derecho.
Alejándome de ella, tomando el picaporte de la puerta y saliendo de la enfermería. Negué levemente al encaminarme por los pasillos. Sintiendo pena y a la vez, viendome en una encrucijada moral.
Deberé averiguar porqué la señorita Hirai fue suspendida, y entonces pensar qué hacer al respecto de lo sucedido. Porque esto pudo haber sido más grave de lo sucedido.
(….)
Las pocas horas restantes pasaron con rápidez y él, simplemente se despidió de los estudiantes.
Salimos en dirección hacia planta baja, era horario de salida. Observamos a Nam algo dasalineado Ho no dudo en preguntar al respecto y este rió para lanzar un comentario de doble sentido, siendo consciente de a que se refería, decidí solamente, pasarlo por alto.
Contrario tanto para Hoseok como Sowonie, quienes generaron una mueca de disgusto, y en dónde unnie tomó su oportunidad para despedirse de nosotros. Después de todo, no me equivoque, si que opuso resistencia hacia el veredicto del director, aún así, terminó por desistir a su causa, entonces debía ir a ver a la señorita Park, y tal cual me aconsejó oppa, fui un soporte y le asegure con una sonrisa, “que todo saldría bien”. Espero no equivocarme y defraudarla... nuevamente.
Me despedí de ella e ignore la plática de ambos chicos, siendo atraída por aquel hombre que revisaba algo sobre su mochila, quién pareció sentir el peso de mis ojos, y no dudo en dedicarme una pequeña mirada antes de perderse por las escaleras. Rumbo hacia otra dirección.
(….)
Al abrir la puerta de mi departamento, no dudé en dejar caer mi mochila a un costado del juego de estar y me dejé caer en el sofá grande, cerrando mis ojos en busca de algún tipo de descanso.
Pero imposibilitado de este, gracias a una mirada, al brillo de una piel tersa y delicada, una fragancia delicada y un toque de morbosidad, recordando su mano sobre mi abdomen, sentí un malestar en mi zona baja. Abri mis ojos, angustiado conmigo mismo.
No quería sucumbir a mis deseos carnales, mi pecho bombeaba con pesadez y me dificultaba el respirar con normalidad. No deseaba ceder a las ganas de un buen cuidado de mi virilidad, después de todo, mi masculinidad me exigia atención.
Cerré los ojos con fuerza, me auto reprendi por lo bajo, no podía caer en la tentación, no me permitiría rebajar mi moral, sólo por un momento de placer, cortesía de la masturbación, mucho menos al pensar en ella de esa forma tan arcaica.
Con pesar y pocas fuerzas de voluntad, me enderece poniéndome en pie, sólo para encaminarme hasta el cuarto de baño. Me daría una larga ducha, de preferencia, con agua fría.
(….)
Terminé la cena, recibiendo la mirada contrictada de mi padre porque apenas comí la mitad de mi ración, por su parte, mamá sonrió al ver el cuidado que tomaba de aquella estricta y severa dieta, sana en proteínas y carnes. Honestamente logré oir la leve discusión que ambos tuvieron mientras me levantaba de la mesa para lavar los platos.
Era algo cansador, aún sigo presente, oyendo cada palabra dicha, pero no era novedad, pensaban que sus dichos no tenían peso sobre mis emociones. No les culpo, aún así, oir a mamá tan satisfecha con mi peso actual me atormento sutilmente, después de todo, era cortesía de mi estrés y ansiedad, aquel que solía saciar o al menos intentaba hacerlo con comida. Pero ahora, sólo con arcadas intencionalmente producidas.
Ella se veía y se oía feliz, entonces no perdía su tiempo en hacérmelo saber, con sus caricias y palabras de aliento, inclusive papá, pese a que se preocupa por mi dieta, se emociona al verme vestir prendas que siempre admire desde detrás de vitrinas pero nunca quise utilizar antes; en teoría, ambos me brindaron cierta pequeña duda mental. Una que no era capaz de pronunciar en alta voz por temor a dañar susceptibilidades.
¿Era bueno seguir haciéndolo?, digo, librándome de cualquier culpa propia, ya que globalmente esta visto como algo malo y dañino, pero después de todo, esto hace feliz a mamá y a papá. También me ayuda en mis desesperaciones momentáneas, junto a aquel vacío insaciable.
Subi hacia mi habitación, escalón por escalón, oyendo el televisor en la sala de estar. Unnie no llegaría hasta el día siguiente, ya que decidió tomar la guardia de esta noche y si su trabajo como enfermera era exigente de por si, ella no dudo en sobre exigirse aún más… desde su ruptura con oppa. Y aunque no quiere reconocerlo, esta preocupada por él, de hecho me sorprende que no le haya llamado aún.
Según tengo entendido por mi mejor amiga, se le ve más relajado, como si estuviera tomándoselo con calma, recuperándose del dolor emocional, pero también dicho por sus propios labios: “Se que esta esforzándose por mi. No quiere que me preocupe más por él, pero es un idiota… siempre me preocupare por su bienestar.”
Yugyeom oppa también lo confirmo; “Se lo ve pálido, cansado, divagante… pero se que se pondrá bien, después de todo. Por su hermana recibiría hasta flechas encendidas.”
Desearía que ambos pudieran encontrarse y arreglar las cosas al fin, pero sobretodo, deseo que So sea feliz y me duele ser consciente, de que no tengo la mínima idea de como ser de ayuda para ello. Y si, terminó odiándome por mis errores para con ella, quien es un ángel, el cual demuestra haberlo olvidado, pero... no puedo creerlo, ya que yo no logró olvidarlo.
Me recosté sobre la cama dejando mi espalda entre el espaldar de la cama, maldiciendo mis malas desiciones, mi egoísmo y el maldito deseo de controlar todo a mi alrededor, cerré mis ojos y golpee mi cabeza repetidas veces contra la madera detrás. Sólo soy un fiasco.
No pude evitarlo, recordar sus palabras me impulsó a analizar sus formas de expresión y gesticulación. Es decir, si, pudo parecer rudo físicamente, intimidante, pero a su vez, resulto siendo tan suave con sus palabras, de una forma tan versátil y ligeramente contradictorio.
Fue sutil, pudo ser mucho más duro conmigo, pudo ser mucho más claro y amplio, un simple “no te veas a ti misma como una zorra, apreciate más.” Después de todo, le brinde ese tipo de confianza con mis actos, pero él… fue dulce, educado y caballero.
Sus ojos serios y fijos, se encontraba observando algo con añoranza, como si buscara descubir un tesoro escondido u algo parecido.
No pude evitarlo, sonreí, si, una de esas sonrisas tontas que solo se dan en ciertas ocasiones particulares, y en mi caso, aunque me duela pensarlo, un solo nombre aparece en mi cabeza.
Negué levemente, despabilando el dolor, hoy no, por esta noche, sólo quisiera dormir. Descansar por primera vez en todo el inicio de este año, pensando en unas dulces palabras.
Apagué la luz del velador y me acomode dentro de las colchas, con una sonrisa apenas visible cerré los ojos y abrace mi almohada.
-Creo que vales más, mucho más que algo asi de efímero e infructífero. Solo piénsalo, estudiante Jung.
“Dulce sueños, Eun Bi.”
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