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-¿Asi qué en la empresa te tratan bien? –su risa apática salió a relucir por mi comentario.

-Jeon, deja de ver a todos como posibles villanos. Ya puedo defenderme solita. –cerre los ojos con cansancio, y no pude evitar bostezar- ¿no has dormido anoche? –podia percibir el semblante de enfado en su rostro- Jungkook…

Sonrei- Descuida, también puedo cuidarme solito. Soy tu hermano mayor, es mi deber preocuparme por ti y mamá.

-Tsk, eres un tonto Kook. –la sonrisa en sus labios no pasaba desapercibida ante mi imaginación- Mamá y yo nunca pedimos tu protección. ¿Cuándo lo entenderás?

-¿Crees qué no lo hice? Recuerda quien me hecho a patadas de casa… -su risita malvada resonó.

-Y lo volvería hacer, no me arrepiento de nada. –sonreí por lo bajo- Oppa, también mereces ser feliz. –su timbre volvió a su naturalidad de siempre, tierno y empalagoso.

-Lo sé, y soy feliz a su lado, bueno… era, gracias a ustedes dos. –su risa era lo que necesitaba para comenzar un lunes de buen ánimo. Porque aún detrás de línea lograba oírle diciendole cosas a mi pequeña hermana.

-Debo colgarte tonto, omma te manda muchos besos.

-Lo sé, la oí, mandale muchos de mi parte y abrazala por mi, ¿si?

-Aigoo, luego dicen que nosotras somos las efusivas y empalagosas… -rió- Okey, dalo por sentado, saluda a mi cuñada porfis.

-Ella aún no es mi novia…

-No faltara mucho, descuida. -negué divertido, pero antes de reprenderla, se apresuró en tomar la palabra- ¡Te amo! Adiós oppa. –y sin más, sólo colgó.

Negué con una sonrisa en mi rostro, para observar ambas calles y poder cruzar la calle, corriendo hacia la parada del bus, ya que si no lograba alcanzar al que acaba de dar la vuelta en la esquina, tendría que esperar veinte minutos por el siguiente. ¡Claro que no podia darme ese lujo!

(….)

Un nuevo inició de semana, consigo una nueva oportunidad para ganar la apuesta. Nam no deja de recalcar que él si consiguió un avance con unnie el fin de semana y yo, pues… sólo soy fiasco.

Pero todo eso cambiaría de ahora en adelante, necesitaba hacer esto, quería distraerme del panorama actual, porque no logró comprender a unnie, es decir hay una interrogante que no me deja de dar vueltas.

¿Por qué no dejo que las expulsaran?

La actitud de ambas fue deplorable, y presiento, que hay algo más, algo oculto detrás de sus acciones. Incluso Kai se ve arrepentido para con mi hermosa amiga, el hecho de que se haya distanciado de Suho y se haya refugiado en Hoseok, me trae, de cierto modo una incomodidad entre el pecho.

Pero obligue a mi atención a enfocarse en lo interesante, momentáneamente, claro esta, Jeon Jung Kook.

Lo que se lograba oír por los pasillos del instituto acerca del nuevo profesor de literatura, originario de Busan, claramente señalaba al típico caballero, carismático y comprensivo docente a cargo de niños problemas, rodeado de emocionalismo y llenos de testosterona.

Según la mirada inclusive del rectorado femenino, era un joven inusual e interesante. Con impresionantes conocimientos, metodologías y cosmovisiones, las cuales se encontraba más que dispuesto, encantado de hecho, de poder transmitir desde su simple posición delante de una sola clase.

En pocas palabras, era un joven humilde y sensato, que conseguía agradar a quien él quisiera. Tan diferente y distante de mi persona…

-Queenb… -voltee encontrándome con una escena poco peculiar, Wang y Park, caminando a la par, con una sonrisa en sus rostros.

-Raro, ¿cierto? –voltee encontrándome con Nam a mi lado, asentí aun observándoles.

-¿Sabes algo de Sowonie?

-Mhm, creo que se encuentra con Joy. –voltee a verlo, sonrió- Podrias prestarle más atención cuando habla.

-Cierra el pico, si escucho, sólo que… pensé que opondría resistencia.

-¿Por qué? No es de locos ir al psicólogo. –negué fatigada por el rumbo que tomaba la conversación.

-No me refiero a eso, y no, tampoco quiero debatir contigo. Es sólo que unnie, ella es bastante terca y por la posición en la que se encuentra, hubiese jurado que discutiría demasiado con el director.

-Bueno, tal vez se dio cuenta de que no le vendría mal hablar con alguien, -volvi alzar la mirada- Alguien que sepa como ayudarla correctamente. –resople por lo bajo, tiene razón. Sentí su risa, luego el peso de su brazo rodear mi cuello y lo siguiente lo suponía a la perfeccion- Hoy sumare más puntos con la bella enfermera…

(….)

-No quiero hacerlo. –fue contundente con su postura, más no podía permitírselo.

Suspiré, poniéndome de pie para verla directamente, más no estaba decidida a bajar su retaguardia, una de las cosas que me gustaban de ella.

-Sojung, debes hacerlo, no esta en juicio aquí tu participación o no con la señorita Joy. –negó- Dime algo, ¿te sentiste incómoda con ella o…?

-No es eso. –declaró con su mirada baja, no dude en acercarme un poco más hacia ella.

-Entonces, ¿cuál es el problema? –al fin alzo su mirada, se veía frustrada más que enojada.

-Cuando ocurrió lo de los panfletos… sugirió que debía de inciar terapia y que mejor idea, que comenzar en conjunto con aquel que era “responsable” –fue sarcástica, y creo comprender la situación un poco mejor.

-Se a lo que te refieres, pero no crees que conseguiste comprender un poco mejor aquel muchacho. Incluso, les veo con una relación mucho más fluida. –comenté seguro de mi percepción hacia la cercanía que adquirieron ambos.

Incluso, mi mente divago aquél día fatal en que sus padres estuvieron aqui. Y él fue quien la sostuvo entre brazos…

-No lo niego, pero antes de aquello, fui yo quien era reprendida a causa de mi maldito temperamento, acusada de palabras duras e intenciones de golpear a más de uno por los pasillos. ¿Pero nadie se pone a pensar en lo denso que se siente? El estar rodeada de animales vestidos de alumnos… -no pudo continuar, su timbre disminuyó y apenas se volvió perceptible, no quería verla asi.

-Entiendo, -me motive a ser comprensivo, sobre todo, a brindarle calma con mis palabras- si no quieres realizar terapia en conjunto a Kim, Hirai y Park, -negué levemente- no lo haras. Pero entiende esto, fue tu insistencia la que doblego al comité de expulsarlas.

-Por favor, usted y yo sabemos bien… que sólo fue el pretexto perfecto para no armar alboroto ante la prensa y así, manchar la buena reputación del Rough School.

Si, dolió oírlo tan literal, porque, por más que me forcé en ignorar la petición de ella, mis superiores me mandaron a guardar silencio, aceptaron las condiciones de la víctima, y pensaron que una simple "disculpa" por parte de las agresoras seria suficiente.

-A veces el sistema escolar apesta. –fui sincero, no pretendía decirlo en alta voz, pero ella merecía oírlo, esperaba de alguna forma, resultar de algún tipo de consuelo.

-Mis padres… ellos juzgaron mi intervención, pero no se dignaron a querer entenderme al respecto. –sus ojos aún eran gachos, su voz sonaba débil, no quería que hablará conmigo si no lo deseaba, pero no me atrevía a interrumpirle- Papá siente que estoy despreciando todos sus esfuerzos por protegerme, aunque no me lo diga, lo sé… 

Lo único que conseguí hacer, fue tocar su brazo, en signo de apoyo y contención. Una débil y tambalenate sonrisa apareció en sus labios.

-Soy una decepción. -susurro cabizbaja.

-¿Sabes por qué nuestra institución tiene dicho nombre? –sobo su nariz, para tomar aire e intentar contener el llanto.

-Porque buscan brindar una educación concreta y “áspera”, sin mucho titubeo. –sonreí por su interpretación tan literal.

-Es cierto, pero por otro lado, queremos incentivar a los estudiantes y a sus familias… a que observen, cuán dispuestos estamos, a correr a través del tiempo, con rudeza y tosquedad –sonrei- para no abandonar a ningún miembro de este cuerpo educativo.

Su mirada al fin me fue dedicada, unos segundos que parecieron eternos nos envolvió en una atmósfera cálida, sutil y acogedora. Sus ojos brillantes, sus mejillas levemente inchadas, cortesía de malas noches vividas.

-Es un buen orador director Kim… -susurro con una pequeña e insignificante sonrisa- ojalá los mayores tuvieran su cosmovisión. –negó aparatando nuevamente sus ojos de los míos- Mis padres no están dispuestos a retroceder, en sus acciones, o en sus labores diarios… sólo, para intentar, no dejarme detrás. La sociedad le teme aquello que les resulta nuevo y poco conocido, ellos se avergüenzan e intentan ocultar lo desagradable de su vista. 

-Tu orientación sexual, no es algo de lo que debas sentir vergüenza. –negué- Mucho menos sentir que recibes un escarmiento social Sojung… -di pequeñas palmaditas a su esplada con pesar y dolor. 

Sus labios temblequearon, observé sus manos vueltas puños, cayendo en cuenta, que se encontraba aguantando aquellas ganas de gritar e insultar, e incluso… sus ojos, estos se encontraban al borde, esforzándose por no llorar.

Y aunque mi subconsiente me decía que no debía, mi corazón me gritaba que ella lo necesitaba más que nunca. Y sin poder pensar con claridad, rodee su cuerpo en una caricia para su alma abatida.

Las palpitaciones de mi ritmo cardiaco no tardaron en ir en aumento al sentir su rostro hundiéndose por voluntad y necesidad propia sobre mi pecho.

“Es menor, debes… controlarte” yo mismo, debía de recordarmelo.

-N-no quiero, una vez me dispuse a guardar mis lágrimas, para cuando en verdad doliera… pero últimamente, siento que todo duele, constantemente y con veracidad, aquí en mi pecho… -susurro aún sin derramar una lágrima, oculta de mi mirada- No quiero desperdiciar, el valor de las lágrimas.

Mi pecho se contraía libremente, sin que mi mente brindase pelea, porque si, me lastimaba ver su dolor, la herida que aún se encuentra sangrando; y esto no se basa únicamente en su orientación sexual, más bien, algo oculto y resguardado se encontraba justo aquí, delante de mi, en medio de mis brazos y no podía distinguirlo, de hecho… temía poder reconocerlo.

-Y esta bien, porque es cierto, tal vez pocos lograrán reconocer el valor de cada lágrima que recorran por tus mejillas, -sonreí con pesar al recordar su imagen cada mañana y tarde, la comisura de sus labios siempre elevada hacia arriba- porque hay una sonrisa que siempre corona tus labios, pero… -negué levemente- muchas veces no puedes justificarla.

-¿A qué… se refiere? –susurro aún sin moverse.

-Que cada sonrisa tiene una historia, y cada lágrima carga su propio recuerdo. Atrévete a luchar por lo que quieras, no digo que será fácil o sencillo, pero te aseguró esto, si valdrá la pena Sojung. –poco a poco comenzó a removerse, hasta separarse de mi pecho.

Tardo unos momentos, cerró sus ojos y pareció meditar sobre mis palabras, pero ante todo, se privaba de ceder y derramar una solá lágrima.

-Significa… que deberé asistir con la terapeuta, ¿verdad?

-Por mas que Momo fuera suspendida durante dos semanas, y al integrarse se vea obligada a prestar su ayuda en la cafetería y en la limpieza de los baños hasta finalizar el año. E incluso ambas estudiantes fueran reintegradas, pero obligadas a cambiar de división y también tomar ayuda psicológica. –cerré mis ojos apenado con la respuesta que le daría- Asi es, quiero que sigas asistiendo con la señorita Joy.

Una respuesta que no era la deseada, por la que me discutió y brindó válidos argumentos a su favor; aún así, se que es lo que necesita ahora, y más que nunca.  

(….)

-“La mayoría de la gente esta atrapada en su armadura.” Declaró el rey. –leí en voz alta aquel diálogo plasmado sobre el libro que sostenían mis manos- “¿Qué queréis decir?” preguntó el caballero. –guardé unos segundos de silencio, e inevitablemente sonreí- “Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego un día, quedamos cegados tras las barreras y ya no podemos salir.” –cerré la tapa del libro, en conjunto con un separador que me impidiera perder la página.

Me acerqué hacia el escritorio de madera, en la esquina del salón, me dejé caer sobre el con lentitud, quedando cara a cara con la mayoría de ellos. Y les observé, uno por uno con detenimiento.

-¿Qué es lo que opinan? –ninguno comento algo, sólo me observaban directamente, algunos con interés, otros con pereza, por mi parte, solo sonreí- Vamos chicos, ¿no tienen algún comentario sobre este rey? –el brazo de Wang se alzo y le cedi el mando con un movimiento de cabeza.

-Es un hombre inteligente, más no tiene peso proviniendo de él. –comentó analizando sus palabras.

-¿Por qué? –le observé con atención.

-Es el rey, -se encogió de hombros- seamos honestos, el tipo tiene todo lo que desea. De hecho, es desconocedor del verdadero dolor. –aseguró convencido de su análisis.

-Depende de a que veas como "verdadero dolor". –volví la vista hacia aquella muchacha, la delegada del curso- Que sea el soberano, no le libera del peso de sus propias emociones. –rectificó con seriedad mientras jugaba con su lapicera.

Sonrei- ¿Podrías ampliar la idea? –volteo su mirada hacia mi rostro directamente, deteniendo las volteretas que generaba con su mano derecha- Por favor.

Suspiró- Si, es el rey, quién tiene la última palabra, -asintió- el dictador de cada veredicto, el caballero principal, aún así, un reino no se maneja por medio de una sola persona. Cuenta con el peso de las miradas.

-Pero no es consciente del dolor de los barrotes, es decir, seria absurdo, pues su vida es el lujo y el orden. –acotó Jisoo con un timbre duditativo.

-Exacto, sólo se queja y anhela la atención, porque al comentarlo –sonrio Suho- es visto como humilde y sabio. 

-Pero no terminas de comprender… -intervino Kai a su lado, observándole con seriedad.

-Subditos, caballería, la corte y el pueblo. –prosiguió sin siquiera dedicarle una mirada- No pasa desapercibido del ojo público, no es difícil de creer, que sólo es una fachada, expuesta únicamente en la soledad de sus recámaras.

-Entonces… viéndolo desde aquella perspectiva, su armadura es bastante pesada, cada segundo, debido a las miradas... –proceso Jackson- podríamos observar que el desenlace, se vera develado por la perdida de su propia esencia, ¿verdad?

-Despues de todo, Merlin lo dijo. “Si realmente erais bueno, generoso y amoroso, ¿Por qué tenias que demostrarlo?” –el timbre grave de Kim se hizo oír.
Sonreí ante sus especulaciones, pero sobre todo, por las citas que el muchacho conocía a la perfeccion. Ganándose asi mi atención.

-Pero así somos… digo, ¿quién no intenta demostrar más de lo que en verdad es? –la pregunta de Suho era sutil, pero sentí hostilidad en ella.

-No siempre lo intentamos, sólo lo somos, pero a veces preferimos guardar silencio. Después de todo, la gente apática e ignorante, nunca logrará comprenderlo. –sentenció Park Eunbi- Ya que no puede ver más haya de su ombligo.

Mas el sonrió- ¿Segura? Digo, el que calla otorga, ¿no es asi el diho? –ella volteo a verlo con una afilada mirada.

-“Permanecer en silencio es algo más que no hablar. Descubrí que, cuando estaba con alguien mostraba sólo mi mejor imagen. –observé como el muchacho alzaba sus cejas complacido- No dejaba caer mis barreras, de manera que ni yo ni la otra persona podíamos ver lo que yo intentaba esconder.”  -remarque, ganando la atencion nuevamente. Sonreí- Es cierto, esta en la naturaleza humana. Algunas veces no somos conscientes, pero otras, no queremos pegarle el grito a un sordo.

Preste suma atención a sus semblantes, intrigados, pensativos y buscando un punto.

-En muchas ocasiones, al igual que este personaje, pasamos la mayor parte de nuestro tiempo hablando de lo que hicimos o vamos hacer. Pero no deparamos en el presente, no comprendemos que las acciones sin verdadera motivación –negué levemente- sólo se basa en un tiempo perdido. Y cuando menos nos damos cuenta… -alce la mirada, posándome involuntariamente en aquella muchacha- entendemos que nunca, pero nunca, disfrutamos del momento.

Los estudiantes meditaban sobre mis palabras, ninguno dijo algún comentario más, pero mis ojos conectaron con los suyos. Inevitablemente fui atrapado por el magnético color de su largo cabello, ligeramente ondulado, mechón por mechón envuelto por un despavilante y perfecto azul marino.

El timbre se hizo oír, ninguno dudo en levantarse de su asiento, las muchachas con una avergonzada sonrisa reverenciaban despidiéndose, para poder salir entre ellas por aquella puerta. Los muchachos sólo se alejaban a toda prisa, pocos de ellos se tomaron el tiempo de despedirse de mi.

El salón fue vaciándose rápidamente, entonces me puse de pie, para guardar mis cosas dentro de aquella mochila; pero una dulce fragancia irrumpió en mis fosas nasales, atrapándome en ella. Sabía perfectamente de que trataba esto, más no cedería ante tremenda inmadurez.

-Fue una gran clase sumbae. –su timbre dulce y suave, no sonaba avergonzada ni mucho menos. Alce la mirada, se le veía segura y confiada de si misma.

-Lo agradezco, estudiante Jung. –prosegui a guardar mi carpeta y el libro, oí su pequeña risa frente a mi pupitre.

-El caballero de la armadura oxidada es un buen libro, a pesar de que este clasificado como libro infantil. –sonreí inevitablemtente.

-Bueno, a pesar del poco prestigio “serio” que recibe debido a su clasificación. Robert Fisher brinda varias enseñanzas y reflexiones personales. –la comisuras de sus labios se curvo hacia arriba, brindando una hermosa imagen ante cualquier par de ojos- Que podrían ser de utilidad para toda una vida.

-Es verdad, la última estrofa da mucho que pensar. Sumbae, ¿qué opina del tinte de mi cabello? –tomo uno de sus largos mechones y lo enredo inocentemente entre sus dedos- el instituto no permite los tintes fuertes, de hecho, sufriré una reprensión en dirección.

-Claro que lo harás, aún así, es lindo. –reconocí con sinceridad, no a cualquier persona le asienta tan bien el contraste con sus rasgos. Sonrió con picardía, de igual modo que el jueves pasado.

Me vi obligado a correr la mirada y a tomar el registro escolar, evitando perder más tiempo. Aún asi, volví a oír su voz apenas avance unos dos pasos más haya de ella.

-¿También le gusto la vista? –su timbre de voz se volvió en una pequeña punzada, directa hacia mis costillas- Las traje a juego, sumbae.

Y la entonación al finalizar su oración fue bastante directa, era verdaderamente intencional. Voltee sobre mis pasos y encare hacia su rostro. Sus ojos, el brillo de estos, la picardía al fruncir sus labios, mordiendolos levemente. Suspiré.

-¿Como puedes parecer tan inocente y ser todo lo contrario? –una leve sonrisa se apoderó de su rostro.

-¿Quiere…? –se acercó con claras intenciones.

-Pense que había sido un descuido suyo, -cerré los ojos con fatiga, no pensé que lidiaria con algo como esto- veo que no era el caso. –la rectitud de mis palabras iba a la par de la seriedad en mi rostro- Escuchame con atención, consigue una nueva falda que si contenga short debajo o…

-¿O qué? –ladeo su cabeza retándome- ¿Qué hara entonces, sumbaenim?

-Informaré en dirección y personalmente me comunicare con tus padres. –su rostro cambió, y aquella chispa en sus ojos se intensificó, más su sonrisa desapareció ligeramente- Ten un buen día estudiante Jung. –reverencie con la cabeza para voltear, alejándome de ella hasta la puerta.

-Es bueno saber que es un caballero. –su voz llegó hasta mis oídos, generando que detuviera mis pasos- Aún así, se que me vio. Sus ojos no van a corde a su rectitud, sumbae Jeon.

-¿Te encuentras retandome? –pregunté sin voltear.

-Tal vez… -al oir aquella entonación juguetona con respecto a su respuesta, me vi obligado a voltear a verla, sonreía ante mi entrecejo fruncido- Hasta el jueves señor Jeon. –reverencio doblando su cuerpo completamente, a la altura perfecta, brindando un campo visual perfecto hacia las curvas de sus atributos.

Asi es, sentí aquel contratiempo que generó, pero rápidamente voltee alejandome de su presencia. Por el pasillo salude a la enfermera y bibliotecaria que caminaban a la par, conversando entre ellas; lleve la mochila debajo de mi pecho y me encamine directamente hacia el baño de hombres.

Ingresé a uno de los cubículos, aleje la mochila y observé el contratiempo en mi entrepierna, maldije por lo bajo, aún así negué ante su actitud provocativa e inmoral.

Desde mi ingreso la semana pasada, contemple la postura sutil y discreta de aquella muchacha, buscando mi atención entre sus piernas, o sus gesticulaciones. 

Creo que el instinto se encargó de avisarme, poner una clara señal de 'alerta'.

Más no cedería y rebajaría mi moral...

No pude evitar observar debajo de mi cremallera, muy a mi pesar, suspiré.

|….|

“Intenté negarlo, me forcé a creer que no quería entrometerme en las garras de aquella muchachita encantadora de dieciocho años.

Pero aquí estoy, cai, si, termine por caer... pero ante la dulzura e inseguridad de ella, muy a su pesar. Agradezco no haberme equivocado con aquel presentimiento.

Porque fuiste el presentimiento de aquellos errores venideros, aquellos que estuve dispuesto a cometer y no, no me arrepiento de ello. Porque a pesar de todo, aún quiero volverte a ver, mi dulce Eunha.”

Releí cada párrafo de aquella bella carta, las lágrimas se apoderaron de mis ojos, mis mejillas rápidamente fueron empapadas por ellas; y si, una dulce sonrisa con sabor a sal se formó entre mis labios.

-Lo lamento, -seque rápidamente mis mejillas con el dorso de mi mano y voltee a verlo- se niega a recibirla.

-Entiendo, gra-gracias… -me forcé a sonreír por cortesía, el hombre reverencio apenado por la miserable situación de cada visita hecha, para poder voltear- ¡Disculpe! -volvió a verme- ¿Podría entregarle algo de parte mía? Por favor... -suplique ante su penosa mirada.

Volvi la vista aquella vieja carta, sobe mi nariz y me obligue a encaminar mis pasos, no había caso, no serviría de mucho seguir ahí. Al salir de aquel enorme edificio, logré sentir la lluvia y el frio viento sobre mi rostro.

Observe el cielo, contemplando el grisáceo de este, cerré mis ojos e inhale el aire a tierra mojada.
No era esto lo que quería, no deseaba llegar hasta aquí, pero si, aquí estamos… y aún te amó.

-Mi dulce Kookie –susurre para abrir aquel paraguas rojo sobre mi mano, y asi poder cruzar hacia la vereda de enfrente- Aún te espero... aún lo haremos. –sonrei mientras caminaba.

No dejare que escapes de mi, no soltare tu mano, justo como tú no soltaste la mía.

Tomé mi celular y marque aquel número agendado. Luego de un par de pitidos, oí unas risas lejanas.

-Si, dime Bunny, ¿cómo te fue? -sonreí al oir su dulce voz detras se la línea y con ella, la risa de la mayor.

-¿Qué estan haciendo? -pregunte mientras caminaba hacia el estacionamiento.

-Umjie quería comer galletas, entonces decidimos que las horneariamos juntas... -su risa no tardo en resonar en mi oreja derecha- ¿te imaginas cómo terminó? Se ve hermosa con su nariz blanca y mejillas manchadas ajajja -oia su dulce vocecita cantando detrás.

Sonrei al imaginarlas, solo para entregar el pase al encargado, abrir la puerta y subir a mi vehículo. Cerre el paraguas y lo deje en los asientos de atras, estire y me calce el cinturón de seguridad.

-Quédate tranquila que ya la mando a darse un baño~.

-Gracias por cuidarla Yuqi. -observé hacia el frente, me tome unos segundos para pensar.

-Ni lo menciones, sabes que para eso estoy. ¿Lograste verlo? -mi respiración se volvió pesada, algo cansada- Supongo que ese silencio es mala señal... -se le oía desilusionada- Pormeto que lo insultare de tu parte.

Sonreí con pesar- Te lo agradezco, -puse las llaves y le di marcha- ya estoy en el auto, asi que si no hay embotellamiento por el tráfico, en media hora estaré ahí.

-No te preocupes, y maneja con cuidado que el día esta horrible.

-Tia~ -su dulce voz me arrebato una sonrisa ancha y sincera.

-Ven aqui pequeña, dile hola a mamá...

-¡Omma! -reí al oirla, mientras doblaba el volante levemente, saliendo del estacionamiento.

[....]

"Aunque decidiste poner una barrera entre nosotros, sólo sera el resultado de una de las tantas, créeme, de aquellas que tuvimos que atravesar, juntos.

Porque lo sé, temes por nuestra seguridad, por ello crees que esto es lo mejor para nosotras, te entiendo, pero sólo eres un necio.

Porque tú eres el mejor para nosotras. Lo admito, eres el mejor para mi. Asi que no digas que te irás, que nos abandonaras... no te fuerces demasiado, porque se que crees en nosotros. ¿Recuerdas? Te amó, Kookie."

Tragué con dificultad, mis ojos se encontraron al borde de las lágrimas, doble aquella pequeña notita, sonreí con gratitud y pesar.

-No lo sé, tengo miedo, no creo en el amor, porque lo desconozco... tengo miedo de enamorarme, tal cual lo dijiste, porque si, puedo salir lastimada. Pero no de la forma en que piensas, si no... que pueden descubrir cada insuficiencia, mis demonios, y solo... huir, dejandome detrás.

-Cree, porque el acto de creer, se llama esperanza. Puede ser tu fuerza, tu esperanza, el motor de tu vida. -observe su perfil, duda reflejaba su semblante, cabizbajo, más cerro sus ojos y pude observar las primeras lágrimas caer por su mejilla.

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