.41.
-Mirame, -volteó hacia mi- mirame cuidadosamente. –se veía tan molesta conmigo- Sólo es un maldito disfraz, estás enojada contigo misma.
-No hables de lo que no tienes ni puta idea. –se quejo irritada.
-Me culpas por el fallecimiento de oppa, lo entiendo, pero no entiendo porqué carajos no eres sincera contigo misma. Te desprecias por no haber sido clara con él de tus sentimientos, te enojas porque jamás pudiste entablar una clara conversación con él y esa no es mi culpa, sino tuya.
-¿Eso crees? –se moffo de mi en mi propio rostro- Eres estúpida de verdad. –negó con su cabeza y media sonrisa- Él muy imbécil sólo tenia ojos para la niña que conoció en un maldito campamento.
Mis ojos se abrieron con confusión, mi entrecejo no tardo en fruncirse sobre mi frente.
-¿De qué hablas? –pregunte con el pulso acelerado, su sonrisa no tardo en aparecer. Pero a diferencia de antes, denotaba sarcasmo y a duras penas gracia.
-En serio, no tienes idea… -negó cuestionándome con certeza- ¿Entiendes qué no lo merecias?
-Deja de dar vueltas, ¿de qué mierda hablas? –estoy comenzando a hartarme de esta faceta patética que se carga.
Comprendo claramente que no lo merecía, se que no era de su talla, pero esta idiota impulsa una insulsa venganza en mi contra, como si no tuviera suficiente conmigo misma recordandomelo cada maldita noche. Es patético.
-Él te conoció hace cuatro años atrás, en receso escolar. ¿Recuerdas? –frunci el ceño, intente recordar, nada figuraba en mi mente. Oi su clara risa- Claro que no, ¿cómo podrias? Si a duras penas, recuerdas tu nombre.
-Momo… -corto nuestra distancia, acercándose hasta mi pecho para golpearlo sin pudor.
-No lo merecias, no merecias haber llamado su atención. –sus ojos reflejan odio y rencor- Porque es evidente, que él te amó como nunca lo amaste.
-T-tú… fuiste sincera con él, -observe sus ojos al comprender al menos algo- pero, ¿te rechazó? –al ver aquel trago amargo pasar por su garganta lo supe, di en el clavo.
-¿Sabes qué fue lo más divertido? –sonrió ladeando su cabeza- el rostro de Sojung, sus ojos se llenaron de lágrimas al correr por aquel pasillo. –mi pecho comenzó a bombear con fuerza y desespero- Al oir las burlas, al sentir las miradas juiciosas de todos sobre ella. –me observó con una chispa de maladad- Amé verla caer en picada, desvastada y completamente sola. ¿Sabes por qué? –aprete mis puños con fuerza, no toleraría más, no seria responsable de mis actos si sigue con su asquerosa boca venenosa- Porque la dulce Eunbi que tanto cuidó, que siempre valoró, aquella de la que se enamoró –sonrio con malicia- la abandonó.
¡Es suficiente! No lo soporto más, no tiene una maldita idea.
-¿No tienes curiosidad?, ¿qué habrá sentido en aquel momento? La bronca, la impotencia. –rio- La vergüenza y decepción, el haber malgastado tanto tiempo y esfuerzo, en una buena para nada. ¡Oh! Espera, ella es peor. –su entonación, sentí el juicio, sentí el asco de su garganta- Una simple aberración de la naturaleza, una incógnita para sus padres, una clara deshonra. Una simple maldición. –sonrió para reírse en mi cara.
No, no, no puedo, no permitiré que ninguna palabra vuelva a salir de su maliciosa boca, mucho menos el nombre de mi mejor amiga.
Mi brazo estaba alzado, dispuesto a golpearla sin lugar a dudas, pero la mano de alguien me detuvo en el momento exacto. Realmente estoy maldiciendo a quien quiera que fuera.
Más mis ojos se abrieron de la sorpresa- So-Sojung… -sus ojos reflejan determinación, y clara negativa a mis emociones del momento.
-Lo que faltaba. –carcajeo la contraria- ¿Sowon unnie al rescate? –la más alta volteó para encontrarse con su oscura mirada y una burlesca sonrisa, una que en serio lograba herizar mi piel- ¿Qué? Acaso, ¿me equivoco So?
La sonrisa que estiro los labios de unnie me inquieto, sentí su mano soltar mi brazo y voltear por completo hacia ella.
-Es cierto, abominación, aberración, deshonra. “Una simple maldición.” De todos modos, no es tu asunto linda. –volteó a verme- Eunbi, necesito saber dónde esta Namjoon. –observé la mirada de la japonesa, se notaba impotente, frustrada y rabiosa- ¿Has hablado con él? –realmente lo hizo, unnie la mato con la simple indiferencia. Tan única como sólo ella podría…- Eunbi –llamó mi atención con el ceño ligeramente fruncido, se veía preocupada- ¿Estás escuchandome?
-Yo…
-Vamos, la gran Sofrodita siendo tan decente y señorita, tsk. –se quejo- Deja los roles, todos sabemos el machito que eres. Lo curioso, y en serio me causa intriga, ¿ya te declaraste a la gorda Eunbi? –note la mandibula de unnie tensarse con fuerza- Porque es obvio que a la niña superficial no le interesa nadie más que ella misma. Dime So, -sonreía, disfrutaba esto. Tan vilmente- ¿Qué han dicho tus padres al respecto?
-Mira Hirai, -volteó a verla con fatiga, pero tremenda seriedad en su rostro, en sus palabras- que te sientas tan apática con tu miserable vida no es mi asunto. No me arrastres a tus miserias personales, porque a diferencia de ti, yo si tengo una vida propia.
¡Bingo! La azabache quedó con la cavidad bucal levemente abierta, no tardo mucho en apretar los dientes con furia mal contenida, completamente avergonzada.
Me siento orgullosa de Sowonie, ella era una mujer con todas las letras, sin importar de los malditos estereotipos.
-Eunbi, -demando mi atención con seriedad- ¿sabes algo de Namjoon? –por fin note aquel codo derecho levemente inflamado- ¿Si o no? –alzo su ceja, remarcando su interés en la información.
Asenti- Me dijo… -frunci el ceño viendo su brazo- que estaría en el salón de música. Unnie, ¿estás…? –no termine de preguntar porque un simple “Gracias” fue lo que no tardo en pronunciar, para asi, correr alejándose de nosotras.
La risa de Momo interrumpió mi campo de atención, la muy mala persona no dudo en gritarle un par de cosas totalmente fuera de lugar. Esta vez nadie la salvará, necesita ubicación, porque de mi, puede decir lo que se le plazca, pero no de ella.
Aquel sonido no tardo en sonar, la palma chocando contra la mejilla de la azabache, quien contuvo las lágrimas, pero con ojos chillones, llena de pánico y ambas manos en su mejilla, no tardo en voltear y correr lejos de nuestra presencia.
-Eunbi… -oi mi nombre ser pronunciada por ella pero, no se que más salió de sus labios. Estaba completamente aturdida, no fue mi mano quien choco contra la japonesa- ¡Eunbi por favor! –volvió a llamarme con su voz quebradiza, entonces reaccione.
-Dinos… -el timbre grave del señor Kim me llenó de escalofríos, voltee para verlo- Cuentanos todo, dinos la verdad. –pidio con sus ojos rojizos y mi corazón se rompió ante tal situacion.
(….)
-Eres un idiota. –le mire atónito ante tal suceso.
-Tsk, no seas extremista. –se quejó Suho- Sólo fue una pequeña broma Hobi, fue divertido. –sonrió como un imbécil- Ella...
-¿Es una joda? –le interrumpi con seriedad- dime que es una maldita joda, que por cierto… no se asemeja al maldito chiste.
-Ho amigo…
-¿Quieres qué te lo cuente? –la voz de Sehun me obligo a verle al rostro- Lo divertido del chiste –aquella sonrisa era asquerosa, sádica y llena de veneno, uno muy tóxico en verdad- es que se veía tan indefensa, dulce y encantadora. Irónico, ¿verdad? –rió con un brillo asqueroso en sus ojos, lujuria, placer, malicia.- La poderosa y maleducada Kim So Jung, quién refuta, que golpea y maldice con groserías… sólo, bajo su mirada llorosa, suplicante e indefensa. Tan linda.
-Eres un… -me acerque hasta él con impotencia, quien no dudo en ponerse en pie con prepotencia.
-Woh, wohwoh… -Suho tampoco dudo en ponerse en el medio de ambos.
-¿Qué?, ¿Qué haras? –se burlo- reacciona Hoseok, no eres un puto héroe, estas tan cargado de mierda como yo. –negué repetidas veces, más soltó una risa escéptica- ¿En serio te crees diferente? Woah, eres un imbécil. Como el finado Min. –mis ojos se inundaron de bronca- ¿Qué, te estás enojando? –sonrio- Siempre supe que ese payaso te enredaría, porque admitelo, eras más divertido antes. Pero cuando el maldito depresivo y moralista apareció, sólo cambiaste, te volviste moral y justo. –rió para negar- Patético… es mejor muerto.
-Hoseok detente, amigo no… -Suho se forzaba en sostenerme, porque sólo quería abalanzarme sobre aquel maldito que se burlaba, difrutandolo por completo.
-Vamos, sabes que tengo razón, Yoon era débil y frágil, al igual que ella. –rió como un maldito psicópata.
-¿Cómo mierda duermes por las noches?, ¿¡Cómo!? –su risa fue interrumpida por una voz autoritaria.
-Es suficiente. –volteo a ver a su amigo.
-Hyung, este idiota tiene complejo de héroe. –se moffo- O mejor aún, de mártir.
-Sehun, es suficiente. –sólo unas cuantas palabras de Chen bastaban para controlar aquel infeliz.
-Como quieras… -muffo por lo bajo para dedicarme la última mirada venenosa y voltear luego de ver como Suho se forzaba en no permitirme avanzar hasta él.
-Suho ven. –pidió el mayor, quien con dudas y preocupación me soltó para avanzar detrás de su mayor. Hyung me observó con atención una vez solos- Kai hablo contigo, ¿verdad?
-¿Importa? Mierda… -maldije para desordenar mi cabello frustrado. Negué conteniendo las lágrimas de furia- Hyung, no terminará. Sabes que no lo hará.
-Lo sé.
-Necesita ayuda ¡carajo! –golpee aquel casillero cercano.
-Lo contendré, sabes que lo haré. –su timbre era sereno y firme a su vez- No permitiré que vuelva a pasar.
Negue- No puedes asegurarlo. Hyung, por poco… -no podía decirlo, ni siquiera tenía el valor de pronunciar tremenda atrocidad- dime algo, si no hubieses estado... ¿crees qué se hubiese detenido?
No respondió, no dijo nada, sólo me miro con pesar. ¡Maldición! Volvi a golpear aquel casillero con frustración e ira.
-Lo supuse… -trague amargamente, le sentí bajar la mirada.
-No paso, y no me descuidare de ahora en adelante. Eso te lo prometo. –lo miré con mis ojos empañados, cristalinos- No rompo mis promesas, también lo sabes. –volteo con pesadez sin decir nada más.
Lo sé… maldita sea, ¡por supuesto que lo sé!
Volvi a golpear aquel casillero una y otra, y otra vez. Hasta que sentí aquel agarre en mi cintura, uno fuerte, completamente cálido. Senti su respiración sobre mi espalda, logré sentir su cuerpo detrás del mío y con ello, la preocupación en sus actos.
-Oppa… -susurro aferrándose a mi cuerpo y si, lo hice, lloré entre sus brazos como el maldito niño que soy.
(….)
Oí unos claros pasos detrás de mi, ingresando al salón, sonreí por lo bajó mientras seguía atento aquella ventana.
-Te has tardado, pensaba que no vendrías. –sonreí con picardía- Dime, ¿has pensado mi propuesta? Sabes que no me negaré ante tu iniciativa, mi dulce conejita –voltee listo con la miradita pervertida que tanto le gusta de mi. Pero asi como la porte, se desvaneció lentamente- ¿Tú? –fue lo único que llegué a pronunciar.
Su rostro fino y delicado se veía cansado, como si hubiese corrido una clara maratón, por supuesto, salió perdiendo debido a su desalineado aspecto.
-Lamento no ser tu “dulce conejita” –sonreí ante su ironía.
-Aún asi, puedes ser mi sexy jirafa. Tienes unos dedos muy lindos, ¿sabes lo qué dicen de los dedos largos? –lanzo su típica mirada de odio hacia mi dulce persona- Digo, tú, yo y este cuarto vacio, -encogi mis hombros con una sonrisita traviesa- no se, píensalo.
-Eres un idiota. –asenti con mi cabeza.
-Gracias por el alago, pero solo quería seguir el consejo de la señorita Joy, después de todo te gustan los dedos, pero ni modo, tú te lo pierdes. Aunque no tienes idea de las chicas que quisieran estar en tu lugar ahora. -mi celular vibró, no dude en apresurarme a sacarlo del bolsillo con una sonrisa.
-En serio eres un idiota. –mi sonrisa decayó al ver que no era Eun, pero se aproximó al oirla. Deje el aparato a un lado, no queria hablar con él. Alce la mirada hacia la misma ventana- Me recuerdas tanto al microondas.
-¿Por qué? –la sentí acercándose hasta mi lado.
-Porque se calienta con un par de dedos. –sonreí al verla sentada a mi lado y ambos terminamos riendo a la par.
-Estuvo bien. -sonrei- Solo para que entienda, -negué con el ceño fruncido para verla- ¿Qué diablos esta pasando?
-¿A qué te refieres? –observo el paisaje que ofrecia la ventana.
-¿Qué?, ¿no me odias? Digo, si esto es plan de Eun ya me reusó. No necesito pena alguna.
-Que bueno que lo preguntes. Si, claro, pero solo porque eres una mierda y un maldito mujeriego. –asenti con una leve sonrisa.
-Esta es la Sojung que conozco. –declare para jugar con mis manos.
-Pero… eres el único que le devolvió emoción a la vida de Eunbi e incluso, intenta decirle la realidad. Entonces eres una mierda honesta y eso es lo que cuenta.
-Gracias… creó. –alce la mirada para verla- ¿Ocurre algo?, ¿estás enferma? O… -una sonrisa tomó posición de sus labios, entonces me percate de como sostenía su brazo derecho- ¿Qué le paso a tu brazo?
-Tengo el codo hinchado, se ve fatal. –bajo su mirada encontrándose con aquello que no me percate de tomar de ante mano- ¿Qué es esto? –lo tomó entre sus manos, avergonzadome.
-Solo… una tonta libreta. –rasque mi nuca y ella se encontraba ojeandola, para soltar una que otra sonrisa.
-No tenia idea de que escribieras. –asentía atenta a lo que leía, no se porqué, pero me ponía nervioso su atención a las letras- Están buenas, son… profundas. –alzo su mirada- ¿Esto es lo qué sientes? –me encogi de hombros y la oi reir- ¿Qué es esto?, ¿Kim Nam Joon tiene un lado tímido? No… ¿el mismo que se hagarro a madrazos en el pasillo del instituto?, ¿el pervertido Kim?
Asenti- Ja ja ja burlate, si –negué para jugar con la lapicera entre mis dedos. Su risa era agradable en verdad, de hecho, no recuerdo haberla oído reir antes.
-Tal vez me equivoque contigo. –alce la mirada- Quizas fui muy dura, te juzgue tan malamente… -sonrei con picardía.
-¿Esto es lo qué creo que es? –asintió cabizbaja.
-Si, burlate, idiota… -sonreí con calidez para acercarme hasta ella y desparramar su cabello.
-Eres linda, -mantuvo su mirada algo confundida- claro, acepto. –volvio a reir y la acompañe.
-No digas cosas que pueden malinterpretarse imbécil. –negó divertida.
-Oye, no es tan difícil pedir disculpas. –acaricie su cabeza- Niña tonta… -ella sonrió cabizbaja- ¿me diras qué le paso a tu codo? –ni bien pregunte, su sonrisa desapareció poco a poco- Soy pésimo a la hora de preguntar lo que no me incumbe, ¿verdad?
-Lo eres. –ambos reimos torpemente, quedándonos en silencio momentáneamente. No era incómodo, de hecho, era la primera vez que estábamos cerca sin miradas malas, agresiones o discusiones. Era lindo- Creo que tienes razón, -mostro la libreta en su mano- la vida no es perfecta, nosotros tampoco.
-Pero es lo divertido, ¿no lo crees? –me miro- Ser diferentes, con tus locuras y caprichos, esas altas y bajas, las heridas e historias… marcar esa diferencia, no te vuelve un extra, te vuelve a ti mismo.
-En serio crees que eres un viejo... –ambos reimos sin control alguno, alce las cejas aceptándolo- maldito sabelotodo…
-Solo digo, que el amor es una cosa loca que… se da de forma natural. –negué- No se elige, no se obliga, sólo… se siente.
(….)
-Oh… lo-lo siento… -se disculpó conmigo cabizbaja y con su voz agrietada.
-Descuida. –la vi reverenciar aún con su mano en la mejilla, conteniendo sus lágrimas, pero mi mano no se contuvo y se apoderó de su brazo izquierdo, deteniéndola- Creo que tu cara choco con mi pecho.
-Lo-lo lamento… -susurro sin verme a los ojos. Sonreí con pena.
-Tal vez puedas usarme de pañuelo. –dudo unos momentos pero sentí su cabeza esconderse entre mi pecho, oi sus leves gemidos hasta volverse en sollozos y lágrimas.
No dude en rodear su pequeño cuerpo con mis brazos, sabia que lo necesitaba como nunca antes.
Todos tenemos heridas que queremos sanar, y quiero creer que conforme sigan revelándose, hablándolas, reconociéndolas… aún las heridas más profundas comenzaran a sanar. Es lo que deseo para ti, mi niña tonta, mi dulce Hirai Momo.
(….)
-¿Siempre lo supiste? –pregunte avergonzada- Sobre… -le oi suspirar, él comprendia que me era difícil hablar de esto.
-No lo sé, no estoy seguro. –me miro- Pero, ¿y eso qué? Sojung, sigues siendo tan humana como yo, de carne y hueso, ¿cuál es el problema?
Me encogi en el lugar, tal vez mis padres, mis amigos, mi hermano, mi familia.
-Tal vez… todo. –susurre pérdida recordando las palabras de Momo. ¿Acaso mis padres me verán asi?
-Mira, no conozco tus miedos, tampoco se de tus inseguridades, menos de tu historia. Pero déjame decirte algo que me hubiese gustado oir, en este frio mundo, siempre lograrás sobrevivir. Un día a la vez, tenlo por seguro, el sol volverá a brillar, pero… no puedes darle el lujo de que brille más que tú.
Perderé amigos, asi como lo he hecho, perderé valores y estándares, perderé la etiqueta de “correcto y aprobado”.
-Uno debería de entenderlo, ponerlo en práctica, como un eslogan. “No importa dónde estes, no importa dónde vallas, no importa lo que crezcas o si muy lejos estás. Sin importar cuán solos nos quedemos, si nos tenemos a nosotros mismos. Nunca estaremos completamente solos.”
Mi pecho se contrajo de la emoción, realmente, las etiquetas sociales son pura fachada… porque si, el chico “pervertido y de alto coeficiente” también puede ser un niño herido, lleno de emociones y cicatrices que intenta subsanar. Como la ausencia del amor fraterno, y sólo él sabe lo que le pesa.
-Aquel estallido de sentimientos inexplicables, que no abarca palabras. La flagelación de un “yo” amable, a causa de los bastardos que hablan señalando, sólo porque es gratis. Todos peleamos cada día contra nosotros mismos, pero las noches son las peores, porque nuestro verdadero espíritu no puede ser escondido y si, somos nuestro peor enemigo.
-“Puedo cambiar sentimientos con mis letras, soy un alquimista, perra.” –cite su escrito, ocasionando su risa.
-Eres una mata momentos jirafa. –sonrei al oírlo- En serio lo eres, aunque que buen ritmo tienes. –rei con sinceridad ante ello.
-Gracias. –le dedique una dulce sonrisa, que no tardo en devolver.
-Te ves muy bien sonriendo, eres una chica fuerte So. Pero… eso no te vuelve invulnerable. –me puse en pie alejándome de esa mesa- Vamos a la enfermeria. –sonreí al verlo.
-Sólo quieres ver a unnie –aún asi imite su accionar, y él rio.
-También, nonna es muy hermosa. –toqué su ojo con ironía.
-Se ve mejor, sigue aplicando la pomada. Tal vez asi y tengas chanche con ella. –ambos reimos.
-So, quiero… ¿me dejarás preguntar algo? Como buen abuelo sabiendo. –sonrei para asentir- ¿Cuántas veces te has olvidado de la persona más importante de tu vida? –baje la mirada- Cuántas veces te has olvidado de ti por querer complacer a los demás. No importa, en serio, no tiene relevancia. Como vistas, como hables, quien te guste. Mirame, siempre seguiras siendo tu misma.
-So Jung… -ambos volteamos detrás para poder ver de quien se trataba.
Y es justo en estos momentos en donde pierdo el control de todo mi cuerpo, mis ojos se abren de la sorpresa, mis piernas no responden y mis labios apenas pueden quedar entre abiertos.
-¿Es cierto? -mamá intenta preguntar sin que su voz le fallé, pero el rostro es claro reflejo de su alma- Hija… -antes de poder continuar, los pasos de papá son audibles, mi vista bajó automáticamente.
No tengo el valor de verle a los ojos, no tengo idea de que hacen aquí, pero no quita el hecho de que lo han oído, lo saben y no por mi.
-L-lo siento… -susurre cabizbaja, sin fuerzas, sin valentía para poder enfrentarlo. Pero aquel impacto que golpeó directamente sobre mi mejilla, fue el detonante de realidad que necesitaba.
Esto era real, papá acaba de golpearme con tanta fuerza y coraje que no erre de caer al suelo, si no fuera por los brazos de Nam quién no dudo en sostenerme.
No era consciente de lo que decían, sólo oía gritos lejanos, sentía el cuerpo temblar debajo de los brazos de Nam, quien me sostenía con fuerzas, demostrándome que no estaba sola.
Levanté la mirada con lentitud, cargada de pesar y miedo para observar a mamá quien sostenía desde la cintura con pocas fuerzas a papá, evitando que haga algo de lo que pueda arrepentirse; quien destilaba coraje e impotencia.
Los pasos de Ailee unnie se hicieron oir por el pasillo, abriéndose paso entre los pocos estudiantes que se encontraban, dirigiéndose directamente a mi padre.
-¡Mierda! –exclamó eufórico para soltarse del agarre de mamá y voltear sin verme si quiera. Sólo observe su espalda esfumándose por los pasillos, su mano iba directo hacia su rostro, estaba devastado.
-A-apenas finalice el horario, ve-ve directo a casa. –el timbre de voz de mamá era bajo, sus ojos destellantes de aquel brillo que tanto odio, vergüenza y clara decepción.
-O-omma… -susurre sin voz sólo para verla marchar detrás de el, limpiando sus mejillas.
Senti las manos de unnie con calma tocando mi hombro libre para recomponerme, seprandome del agarre del mayor, tomando posición de mi espalda ante la atenta mirada de un Namjoon preocupado.
-Estaras bien… -le vi decirle algo a él, pero honestamente no tengo idea de qué, solo… me encuentro bastante perdida.
Observé a Eun correr hasta nosotros, siendo detenida por unnie y sujetada por Nam, a quien le pregunto completamente preocupada qué había ocurrido.
Lo debastador es que ya no es ningún misterio, mis peores temores se han enfrentado con mi realidad, con mi debilidad. Me siento patética, pequeña e insignificante. ¿Herida? Claro que no, sólo… he sido arrojada al suelo, me forcé por correr, me limité a mentir, deseé dejar de fingir, quería creerlo. En serio quise...
(….)
El director Kim se encuentra a pasos apresurados, corriendo por los pasillos hasta llegar a las escaleras. Con su ceño fruncido, y su cabello ligeramente alborotado, su pecho bombea con fuerza y dolor.
Su mente repite una y otra vez sólo un nombre “So Jung.”
(….)
Pero el oscuro vacio llegó, al fin y al cabo, uno no puede huir como si nada. No es tan sencillo.
Me siento caer en un vacio sin fondo, me encuentro cayendo en picada y las lágrimas sólo fluyen sin consuelo alguno.
Las risas del resto nunca importaron tanto, pero el rostro de ellos... no se que esperar.
Esta soy yo, es mi identidad, son mis demonios y mi estigma eterno, pero sólo… logré disculparme por todo, ¿cómo si fuera la responsable?, ¡como si fuera una maldita criminal!
Ante sus ojos, el reflejo de estos, eran tan vil y dolorosamente claros. Me sobre esforcé tanto en ser lo que quisieron, deseé cumplir la promesa, quise ser su orgullo, la perfecta y recta hija, pero fallé en la recta.
Ya no queda nada, solo arrojar lejos aquel lugar seguro, la fuente de contecion y amor; ahora sólo queda oscuridad, pero aún estoy aquí, sigo siendo yo.
Kim So Jung, la misma hija que desearon, que amaron, que formaron. Sólo deseo, que de igual modo lo recuerden…
-¿So? -el timbre del director sonó, pero sólo me incline en la cama para poder vomitar. Las náuseas eran fuertes.
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