.29.
Como si fuera mi propio destino burlándose de mi falta de cordura, y de mis malas decisiones, él se encuentra detrás de mi, justo donde no le necesito ahora.
-Eunbi espera, detente por favor. -sujeto mis manos, impediendo que avanzará; y es que desde hace dos cuadras viene detrás de mi.
Pero no quería verlo, no quería ver a nadie, no lo necesitaba.
-Ey, ¿por qué estás llorando? -rodeo mis mejillas, acariciándolas- Mira esos ojitos dulces… -susurro con ternura y preocupación en sus ojos.
Todo aquello que me unía a mi “yo” gentil y necesitado, sólo es ensombrecido por cada decisión estupida y las consecuencias de las acciones tomadas.
Todo aquello que me unía a mi propia versión humana, se destruyó cuando rompí con hechos a cada una de las personas que me conectaban con mi propia humanidad.
-Eunbie, ¿qué ocurre? -mis sentimientos enlazados y difusos no son de ayuda alguna.
¿Quién soy en verdad?
-Eunbi… -al sentir su dulce tacto, me vi obligada a verle a los ojos, pero no lo pensé, y bese sus labios en busca de respuestas.
Porque lo tengo en claro, yo elegí lo ocurrido anoche y no se porqué exactamente.
Pero al alejarme de sus labios, los cuales no dudaron en seguir el beso con fuerza y pasión. Clarifique al menos algo...
La duda hacia mi propia orientación sexual.
Porque al sentir sus dedos acariciar mis mejillas, para volver a besarme, comprendí algo más importante.
-Lo-lo siento mucho… yo no puedo… -le separé, alejando sus manos de mis mejillas.
-Lo entiendo, lo siento. –se disculpo con honestidad, porque él mejor que nadie, sabe que mi cabeza esta completamente dada vuelta hoy en día.
Por mi parte, no quiero arruinar otra amistad, no puedo hacerle eso. No quiero un nombre más en la lista de mi corazón, el que tanto me atormenta.
-Deja que te llevé a casa, por favor, eres mi amiga. –se que es sincero, se que comprende que no estoy en mi sano juicio.
[....]
Aquella semana fue extraña y dudosa, Sojung apenas me dirigía la mirada, no sabía como afrontarla, es que, aunque me lo replanteo cada noche y cada madrugada.
¿Cómo arreglar las cosas? La repsuesta sigue siendo la misma. La verdad es que... no se como hacerlo.
Mi cabeza gira en vueltas sin reversa, y cada vez lo comprendo de una manera mucho más clara y visible. Soy una persona daniña, que rompe y destruye todo lo que esta a su alrededor, soy una persona tóxica.
Quizás Sojung unnie este mejor sin alguien como yo merodeando por su vida, tal vez merece algo mucho mejor… no, tal vez no.
Ella se merece a una chica que este a su lado y la escuche, que logré hacerla sentir cómoda y segura consigo misma. Una chica que tenga la misma inmensidad en sentimientos recíprocos.
No como yo, que sólo la dañe y le genere más desconfianza. Porque traicione a mi mejor amiga de una forma tan vil y despreciable.
La quinta ronda se aproximó, Jimin me preparó con respecto a las preguntas de una señorita correcta y de la talla “global”, para suerte suya, pase al recitar vanas respuestas aprendidas.
-Vamos con la pregunta número cuarenta... se trata de un santuario donde se consagran las tablillas reales ancestrales. Ahí, los primeros reyes y reinas realizaban ritos ancestrales para velar por la seguridad del pueblo. Es la estructura de madera más larga del mundo. ¿Cómo se llama este lugar?
-Muy bien, la respuesta es... jongmyo.
-¿Jongmyo? ¡Es correcto! Felicidades...
Sólo cinco rondas más y listo.
¿Quién lo diría?
El semestre esta volando, mi vida esta completamente desordenada y Jimin era consciente de ello, más no representaba ayuda alguna para mi ahora.
Porque sus dulces tratos, la galantería y atención que ofrecía era tan abrumadoras. Él era mi vuelta equivocada, porque era inalcanzable, era un hombre comprometido, un padre de familia.
Park Jimin, era uno de mis tantos sufrimientos internos, el verle al lado de Sinb riendo y jugando, el contemplarlo en los ensayos mensajeando con su esposa Yuna, era desconsolador.
Mis esperanzas se encuentran por el subsuelo, porque aunque mi inocencia sea cosa del pasado, y sea consciente de la forma en que sus ojos me ven. Nunca será para mi, porque él no esta dispuesto a renunciar a todo y no le culpó, es un buen hombre.
-Eunbi... –mis ojos voltearon hacia él, quién se acercaba hasta la entrada del instituto.
-Hola Jimin, ¿vienes por Sinb? –negó antes de que pudiera continuar.
-Ella estará ensayando hasta tarde con Hoseok, tal vez... luego vallan a comer algo a su casa.
Es cierto, ambos se han vuelto más unidos con la tragedia de Yoongi oppa. Hoseok realmente cayó en una depresión de la que Sinb logró sacarlo con paciencia y afecto.
Me alegro por ellos, en serio quisiera que puedan solucionar sus conflictos y…
-¿Eunbi? –le mire- ¿me estás escuchando? –negué apenada.
Y es que no es algo nuevo que me pierda en mis propios pensamientos. Ya llevo un mes asi.
-Vamos. –sonrio para apropiarse de mi mochila- Hoy daremos una vuelta. –se dirigió hasta su auto, en el cual depositó la mochila en los asientos traseros, y volteó a verme por encima del auto- ¿No vienes? –solto una suave risa para ingresar al asiento del piloto.
Dejé salir el aire de mis fosas nasales para acercarme hasta él y abrir la puerta del lado del copiloto.
Ignorando el buen humor que se traía hoy, me concentre en observar por las ventanillas del auto.
Al ponerse en marcha logré observar a Sowonie siendo detenida por el director Kim, el cual le abría la puerta para que pudiese salir con calma, ya que se encontraba cargando una ilera de libros apilados sobre sus manos.
Le observé reverenciar hacia el mayor, el cual con una sonrisa tomó algunos libros sobre sus manos y la acompañó, supongo que hasta la biblioteca.
En verdad extraño a mi mejor amiga, pero se que es lo mejor para ella.
Con honestidad no oí nada de lo que oppa decía, cada tanto observaba su celular el cual no dejaba de sonar, más él no respondía de inmediato.
-Estoy orgulloso de ti, estás tan cerca de ganar la ronda final. Llegaste a mitades. ¿Tienes idea de lo que significa?
-En verdad no. –declare con sinceridad, ya no le encontraba sentido a esto.
El concurso desde un principio me resultó soso e insulso, promovedor de una estupidez tan clara como la plasticidad, la perfección y el típico: “las niñas lindas se ven mejor calladas.”
Tan lejos de la realidad. De mi realidad.
-¡Anda! –reía para empujarme dentro de aquel cambiador en dónde había elegido prendas para mi. Supuestamente, era un regalo, quería brindar un detalle para mi, ya que estuve trabajando duro para llegar hasta donde estoy.
La realidad difiere a su imaginación, ya que es el peor lugar al que podía traerme si quería ayudarme.
El ver mi silueta en dicho espejo del mostrador me resultaba incómodo, al quitarme la ropa para probar aquellas prendas, el poder observarme en ropa interior era asqueroso, sentía nauseas de mi misma.
Es decir, era más sencillo antes, cuando a mi estrés y ansiedad lo detenía con comida; hoy sólo se encuentra ahí. Aquel maldito agujero sin fondo, no se va, no se mueve, y no se quita.
Por más que vomite una y otra vez, por más que mis encías se debilitan y desgastan, aún a pesar de que mi paladar es bombardeado por aquel ridículo y tóxico ácido líquido, el agujero no se desprende de mi estomago y ahora menos de mi pecho.
Al salir del probador le entregue cada prenda en sus manos.
-¿Qué ocurre? -me miro desconcertado- Quería verte, ¿te probaste todos? –asenti.
-No me gusta ninguno, de hecho no quiero nada. ¿Podemos irnos? -fruncio el ceño para ver las prendas.
-Claro que no. Estoy seguro de que te sientan perfecto con tus faciones y curvas. –le mire con frialdad, obligándole a entenderme, dejó escapar un suspiro- Bien, nos iremos, pero te llevarás estás. -aparto algunas.
Se dirigió a caja sin más y yo no tenia ganas de discutir, si quería gastar su dinero en esta estupidez, haya él.
Sali de la tienda enfurecida para dirigirme al estacionamiento y le escuche correr detrás de mi, agitado y apenas logrando alcazarme.
-Eunbi pe-pequeña, ¿qué ocurre contigo? –intento tomar bocanadas de aire, y me detuve para voltear a verlo, dejando que la puerta del copiloto se cierre detrás de mi.
-¿En serio quieres saberlo? –le confronte cara a cara, y asintio- ¿¡Qué demonios ves en mi!? –fruncio su ceño confudido.
Baje la mirada harta de mi misma. De las personas, de sus sonrisas y elogios conforme pasan las galas.
-Lo intento, juró que intentó comprender que mierda ve la gente en mi, pero no puedo, -abri la puerta del auto para ingresar con el mismo patético nudo en mi garganta- ¡No lo veo! –y cerrarla con tanta furia mal contenida de meses.
Jimin no dijo nada más, todo el camino transcurrió en silencio, lo agradecía, porque no merecía ni siquiera oírle aconsejándome de algo que no creo, que no veo.
-¿Qué hacemos aqui? –pregunte al contemplar el taller de cada ensayo, él no respondió y sólo bajó del auto, entonces me vi obligada a seguirle cuando le vi ingresar a este- Oppa, ¿qué estamos…?
-¿Qué veo en ti?, ¿qué ve la gente en ti? –cuestionó con su tono más bajó de lo normal. Por mi parte, contemple su espalda ancha, ya que se encontraba observando aquel pequeño escenario- ¿En serio no lo sabes?
-No soy hermosa como dicen. –declare harta de oir aquellas estupideces.
Mis padres, mi hermana, en su momento Yoongi, Yugyeom, Hoseok, Taehyung, y Sojung… ya no puedo oírlo de nuevo, no puedo.
-¡No es sólo eso! –di un pequeño brinco en mi lugar, jamás antes le oi levantar su timbre de voz.
Era verdaderamente desconocedora de esta faceta suya.
-Dime, ¿qué hago contigo? Realmente eres una cosa de no creer… -nego por lo bajo- No todo se trata de belleza externa Eunbi.
Frunci ligeramente el ceño al oírle, no podía ser cierto.
-Eres un pequeño rayo de luz, aquel aire encantador que logra hechizar a cualquier corazón…
Pero el parecia creerlo genuinamente, entonces le aprecie guardando silencio por unos minutos.
-Dime, ¿qué puedo hacer yo si tu me cuestionas asi? -volteo, permitiendo que apreciara sus bellos ojos- ¿Qué hago con mis manos que desean tu cuerpo?, ¿qué hago con mis noches, con mis días?, ¿qué hago con mis labios que ansían tus besos?
No pude evitarlo, bajar la mirada hacia sus labios carnosos. ¿En verdad le oía decirme aquello?
Observe su manzana de adán, la cual se movia con rígida, por aquel trago dificultoso para si mismo. El cual intentaba ocultar lo que el brillo en sus ojos demostraba.
-¿Qué hago con tu dulce y encantadora esencia, que logra aferrarse en mi pecho?
Todo lo que se encuentra diciendo, yo... anhelaba, deseaba tanto oírlo.
Pero mi mente sigue plantandose únicamente en una persona, Sojung. A quién alejé por no saber expresarme correctamente.
Yoongi es el siguiente en aparecer, quién era un gran chico, quién me amó de verdad, y que hoy, no se encuentra entre nosotros. Al que le mentí sin descaro.
Yugyeom, un encanto, a quién a duras penas logro responderle uno de sus mensajes, por temor a herirlo.
Si, me encuentro sola y el amor que tenía por el hombre que tengo justo enfrente, se esfumaba al verlo tan hipócrita con su mujer e hija, aparentando una familia feliz, cuando en el fondo, ¿esto es lo que siente?.
-Eunbie… -susurro tomando mi mano, llevando sus labios a esta, para besarla.
Hubiese amado esto en su momento, pero justo ahora, sólo deseo que todo acabe pronto.
-Tú eres ese tipo de mujer, eres dulce, –mentira- eres cálida, -mentira- eres una buena persona, tan sensible y siempre pensando en el otro… -mentira, mentira y ¡más mentiras!
Nadie me conoce, nadie sabe del moustro que albergó, del huésped que no dejo salir por temor a saber quien soy en verdad.
Tan mentirosa y manipuladora, la inmoral, e incapaz de amar sanamente, incapaz de conocer un punto medio. Sólo una flor marchita y oscurecida en la penumbra.
Porque no tengo la necesidad de seguir con este juego estúpido, que lo sé muy bien, no me llevará a ninguna parte. Se que es lo que debo hacer, conozco que es lo correcto justo ahora.
Solo tengo que voltear y marchar, alejarme de esta locura.
Aún así, mis labios se unieron a los suyos, mis dedos se enredaron y jugaron con sus cabellos dorados, de igual modo que aquella vez en que la señora Yuna jugo con ellos delante de mis ojos, marcando su territorio.
Senti sus manos jugando con el borde de mi falda escolar, acariciando mi entrepierna; decidí llevar ambas manos hasta el inicio de su camisa blanca, desabrochandola, mientras besaba y mordia su cuello, escuchando su respiración pesada, sintiendo su entrepierna por encima de mi abdomen bajo.
-Mierda Eunbi, te necesito… -gimio ronroneando, y me fue imposible no absorber su aroma varonil, aquél que tanto me hipnotizo desde la primer práctica en este mismo taller de ensayos.
Sonreí para acercarme hasta su oreja derecha y susurrar.
-Tomame. –me apodere de su lóbulo, para morderlo. Oyéndole inestable ante mi poder.
Y no lo dudó, se apoderó de mi cadera para subirme hasta aquella tarima. De igual modo que aquella ocasión, él encima de mi, pero en esta ocasión, nadie interrumpía.
Se que no es lo correcto, también se que no es lo que deseo, pero aún recuerdo las duras y agresivas palabras de la señora Park, tan feroces e hirientes para con mis padres. Porque si me encuentro errada en algo, tengo más que en claro, que no es la falta de ellos, es mi propia falta.
Asi que si, yo decidí esto, llámalo rencor, venganza o descaro. Como sea, decidí enterrarme en aquella noche de lujuria que tanto deseábamos los dos por un largo tiempo. Para él, tal vez sería un inicio, pero para mi era bastante más claro y realista.
-Fue increíble. –senti como besó mi cabeza- Eres increíble. –cerró sus ojos mientras me rodeaba en un calido abrazó, para posteriormente taparnos con aquellas mantas que tenía aquí mismo. Pero me separé de sus brazos, cofundiendole- ¿Qué ocurre?
-Me voy. –declare sin más, para ponerme el brasier delante de sus propios ojos.
-¿Qué? –fruncio el ceño, sosteniendo su cuerpo con sus codos- ¿por qué? –sonrei mientras me calzaba las bragas y voltee a verlo.
-¿No es obvio? –al ver su expresión negué con ironía, porque el “buen hombre” que creía era, sólo resultó en uno más de aquella larga lista de lobos revestidos.
Ojo, no le criticó, no puedo y no quiero hacerlo. Porque no tengo el derecho.
-Si lo dudas, mira tu dedo anular. –guardó silencio ante el comentario irónico salir mis labios, y observó su anillo de bodas con un atisbo de dolor en su rostro. Me agache para tomar mi falda y camisa escolar.
Esta seria nuestra despedida final, porque él, aunque se equivocó, tiene y amá a su familia, lo entiendo y le brindare eso a su favor.
Por mi parte, el dolor y el cansancio pueden mucho más que cualquier “sentimiento.”
Al llegar a casa, ignoré a mis padres y corri rumbo a las escaleras, directo hacia el baño, sólo para dejarme caer sobre mis rodillas, apoderandome del inodoro, soltandolo todo, una y otra vez.
Honestamente... si, era mucho más sencillo antes, cuando la comida llenaba aquel vacío, porque hoy en día, no se quién soy sin ella.
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