.25.
Jimin desabrochó su cinturón para desprender el botón de su pantalón, bajar el cierre de su cremayera sin perder más tiempo. Mientras sus labios seguían sobre el cuello de la menor, haciéndole delirar.
Eunbi no mentiría, quería esto, deseaba por ello, lo anhelaba dentro de si.
Pero al momento en que sintió sus manos pasearse por el borde de su pequeña cintura, mientras sentía como su mano izquierda jugaba con las tiras de sus sheans y la derecha aferrandose a esta con desesperación, dando leves caricias en círculos; logró sentise nerviosa.
Pero en aquel preciso instante en el que logró sentir sus dedos izquierdos jugueteando cerca de su propia cremallera, se volvió completamente deseosa por él.
En cuanto desprendió el botón para jugar con el pequeño borde de su lencería, bajaba desde su cuello hacia su clavícula, y los ojos de ella permanecían cerrados, mientras que su boca semi abierta.
Eunbi sintió como tomaba del cierre de su pantalón, mientras lo bajaba, e inevitablemente levantó su pelvis. Logrando que un gemido se escapara de aquellos carnosos labios posados sobre su clavícula.
—Mierda… —gimio dejándole sentir aquella erección sobre su sexo, permitiendo que se retorciera en aquel mismo lugar, honestamente quería más que sentirlo sobre si, mucho más.
Pero para su mala suerte, el teléfono del contrario sonó y aunque le escucho maldecir por lo bajo, e intentó por todos los medios posibles que lo dejará de lado.
Llevó sus manos con torpeza descendiendo por encima de su pecho hasta debajo de sus laterales, llegando asi a la terminación de su camiseta, e introduciéndose debajo de esta, tocando con sus pequeños dedos la piel desnuda del mayor.
Logrando como resultado, oír la desnivelada respiración de aquél que seguía aferrando su rostro sobre el frágil pecho de la menor, y asi elevando su cadera, terminar por rozar ambos sexos.
Pero a pesar de sus duros esfuerzos, no consiguió lo que ambos deseaban.
»No fui suficiente.«
La desilusión que sintió en su pecho fue tremenda, y aquél dolor aumento al sentirlo separandose de ella.
Logró que se sintiera más miserable.
—“Amor.” —los ojos del mayor le miraban con pesar, aún tratando de recomponer el aliento— No, pasa que estaba trotando un poco jejeje…
Y aquella estúpida excusa le permitió sentirse como una tonta prostituta.
Aquél hombre en definitiva no le pertenecía y tal vez, nunca lo haría.
—Iré ahora mismo... también lo hago, adiós. —un silencio doloroso retumbo en el ambiente, luego de cortar aquella llamada.
Pero en ningún momento Eunbi separo su espalda del suelo, estaba derrotada y gravemente avergonzada.
Por su parte, Jimin sólo se quedo sentado a un costado suyo, en un sepultados silencio.
—Eunbi… —la forma en que entonó su nombre resulto dolorosa— de-debo irme... —susurro con pesadez.
La contraria no podía prestar la debida atención a sus palabras, después de todo, se encontraba emergiendo en un sin fondo oscuro de entre sus pensamientos.
»Asi qué... es asi como se siente. El reconocer que terminas por ser nadie para la persona a la que estás, más que dispuesta a entregarle tú todo.«
—Pero déjame llevarte a casa. —negó desganada— Por favor. Eunbie…
Sentir el tacto de su mano sobre la suya, acariciandola con tanta ternura y necesidad, para ser honesta, no era de mucha ayuda.
|....|
Varios oficiales de la estación de policía se encontraban en el vecindario, algunos alejando a los periodistas del lugar, y otros conteniendo a la familia sin dudar.
El matrimonio Min regresó de un viaje de negocios al recibir la llamada de su hijo mayor, el cual no fue completamente honesto al respecto de la situación. Ya que temia que al hacerlo, sufrieran algún incidente de regreso en autopista. Pero tristemente en vano, pues al llegar a su casa, se derrumbaron tras oír las noticias.
—Lo sentimos mucho. —negó uno de los más jovenes y novatos de la estación, observando a el joven Ji Hoon quién se encontraba conteniendo a su madre entre brazos.
—Digame… —el señor Min se forzaba por no decaer frente a su familia— ¿Qué revelaron los…? —pero a pesar de la indomable fuerza de voluntad, su alma se encontraba destrozada, su hijo se había llevado lo más importante consigo, el deseo de continuar, aquello que denominamos “felicidad.”
—Papa... —llamó su primogénito con el timbre de voz quebradizo. El mayor contuvo su respiración, dejando caer unas cuantas lágrimas y continuar. Debía saber toda la verdad.
—¿Qué revelaron los especialistas forenses? digame por favor. ¿Qué muestran los peritos?
Y como caído del cielo o mejor dicho, del mismísimos infierno. Uno de los superiores en el departamento forense se acercó hasta la familia.
—Familia Min, lamentó ante todo la pérdida de su hijo. —y aquel joven brindó sus condolencias con total sinceridad.
—Por favor… —sollozo la mujer alejándose de los brazos de su hijo y tomando las manos de aquel muchacho ante sus ojos.
El contemplar los ojos de aquella mujer frente a frente, oír el llanto provenir de su garganta... y observar aquella familia destrozada, le hacía dudar de su trabajo, pues resultaba siendo la peor parte.
—Los resultados de estas últimas horas nos dejan en claro, que la causa de muerte… —dudo momentáneamente.
Pero al ver aquel jovencito levantarse de su silla únicamente para sostener los hombros de su madre. de igual modo que el rostro de aquel hombre mayor exclamando por favor que continuará, le dieron la obligación moral para concluir con honestidad.
—Se debe al consumo de drogas. Creemos que el joven se recostó luego de mezclar alcohol, pastillas y heroína, mientras se masturbaba. —fue sutil ante la última referencia de su equipo. No deseaba causar ningún espamento por este insignificante detalle.
Y ante la mirada pérdida de los tres familiares prosiguió con su triste explicación.
—Hemos encontrado restos de su propio semen alrededor del falo y testículos. Al parecer se recosto boca abajo para poder descansar, provocando posteriormente que se ahogara con su propio vomito y sufriera un… —pero los sollozos y gemidos estruendosos de una madre desbastada irrumpieron al pobre muchacho.
La familia Min se encontraba en un mismo sentimiento de dolor y angustia, ¿el único consuelo? era que al fin podrían entregar el cuerpo del menor.
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—Hyung, deberías de comer más. —recalco con preocupación al observar la condición actual de su mejor amigo.
Taehyung se veía mucho más delgado de lo que su anatomía le permitía, y si fuera a seguir de este modo, no será alguna sorpresa que enferme con prontitud.
—Estoy bien Yugyeom… —su timbre de voz apenas se oía con claridad.
—Habló en serio, tú… —el teléfono del mayor sonó, por lo que le privo de continuar. Y al parecer se trataba de su hermana.
El recuerdo de Sojung esperando por Eunbi en la madrugada volvió a la memoria del más joven.
Lo cierto es que la menor no respondió a ninguno de sus mensajes, y realmente esperaba que se encuentre realmente bien.
Por otra parte, no podía evitar cuestionarse mentalmente que debería de hacer.
»¿Debería de comunicarme con Sojung?. Porque me juego la cabeza, que hyung evita el contacto con sus padres, incluso debe evitar a la menor. Pero es mi última esperanza, si Tae tuviera que escuchar a alguien, por lógica, esa sería su dulce y pequeña hermana menor, ¿no?«
¿Qué debería de hacer? No estaba para nada seguro.
—Los resultados oficiales sobre el cuerpo sin vida del joven que fue descubierto al mediodía fueron notificados hace poco. Recordemos que cuando su hermano mayor regresaba a su casa luego de haber pasado la noche anterior con un amigo; tristemente comprobó que su pequeño hermano no respondía a los estímulos brindados.
Los ojos del castaño se enfocaron en la pantalla de la oficina.
—Disculpa Choi, ¿podrías subirle por favor? —Youngjae asintió para tomar el control entre sus manos.
—La valoración inicial era que se trataba de una muerte por asfixia, supuestamente ocasionada por los propios vomitos del joven. Pero junto a la unión de la policía científica, el cuerpo fue trasladado posteriormente al anatómico forense, donde se debía prácticar la autopsia. Dando por resultado oficial la mezcla de consumos de alcohol y drogas. —el oficial Shin Dong Hee declaraba delante de aquel micrófono con notoria pena en su rostro— Por favor, sólo pedimos como orden público que se respete la pérdida de este alma de tan sólo diecinueve años de edad. —suspiro— Y claramente el dolor de su familia, muchas gracias. —la nota de aquella declaración fue dada por sentado en cuanto el oficial se alejo de las cámaras.
—Al parecer el fallecido contaba con antecedentes vinculados a fuertes depresiones, fobia social y consumo de drogas. Claramente el fallecimiento del joven M causó un fuerte dolor entre sus familiares, principalmente para su hermano mayor quién tuvo que hallarlo en aquella triste condición. De igual modo su madre, la cual tuvo que ser atendida por los profesionales sanitarios al sufrir un colapso apenas pisar el hospital.
Su mente se encontraba en estado de shock, aquel muchacho al que catalogaron con la letra “m” en busca de preservar su identidad, ¿podría ser el novio de Eunbi?.
Yugyeom comenzó a sacar cuentas, diecinueve años, estudiante, la zona residencial y la M cómo inicial.
Incluso recordó que fue ella misma quién se lo presentó a la salida del instituto cuando pasó a saludarla antes de regresar al trabajo.
Entonces sus ojos se abrieron levemente, recordando un detalle fundamental. Eunbi se encontraba en aquel vecindario en la madrugada de este sábado.
»No puede ser cierto...« —intentaba negarlo, pero la condición en la que la encontró. El reflejo de su cuerpo temblando, sus ojos perdidos y sus cinco sentidos abrumados.
Tomó su celular y marco sin dudarlo, pero el buzón de voz no era buena señal.
Decidió tomar su abrigo y salir de la oficina, no sin antes avisarle a Young hyung que se trataba de una situación importante.
»Esto me da un terrible presentimiento.«
|….|
Eunbi no podía evitar sentise patética, luego de todo lo sucedido, sólo dejó que le llevará en su auto, el mismo auto que comparte con su mujer y su hija.
»¿En qué demonios estoy pensando?, ¿cuándo perdi mi orgullo de tal modo?«
Claro que le pidió que le dejase en el instituto, y por más que él negase, prácticamente le obligó a hacerlo. Quería caminar, no claro que no, necesitaba caminar y alejarse completamente de él.
Después de todo, casi mantuvieron relaciones sexuales, pero claro... en cuanto Yuna marca, él se aleja, se olvida completamente de si, y la deja sola como si de un juguete inanimado se tratase.
»Pero fue atento y gentil al querer llevarme a casa...«
Eunbi recordó el silencio al que se sometió en todo el viaje, pero sus mejillas revelando que se encontraba apenado, y aunque intentó hablar con ella, la menor no cedió al respecto.
La realidad es que no deseaba oírle, porque su presencia le hacía sentir tan despreciable.
Porque si, evidentemente no era suficiente para él.
Mi cuerpo no era agradable, mi forma y mi peso no resultaron, nada fue suficiente.
De repente, algunos que otros recuerdos vuelven a golpear su desdichada mente, pateandole el trasero por lo bruja que resultó ser.
Porque si, duele pensar, duele huir de lo que pasó anoche, duele alejarse de todos, inclusive, alejandolos de si misma.
»Duele demasiado porque soy una cobarde.«
El primer recuerdo fue el de su sonrisa, pudo ver aquellas pastillas que le ofreció junto aquella botella de alcohol que se encontraba tomando.
Y es que recordó algo que ella misma soltó sin pensarlo.
—Quiero conocer tus demonios. Confía en mí, oppa.
Sus ojos comenzaron a volverse cristalinos.
Consecutivamente, como segundo recuerdo, pudo distinguir el polvo esparcido sobre la mesa, aquel que él mismo se había encargado de preparar e inhalar.
Y se vió siendo incitada a probar luego de lo que ella misma había expresado con anterioridad.
»No, no puede ser...«
El tercer recuerdo distorsionado era en base a la calida mano de Yoon sobre la suya, acariciándola.
Recuerdos viles… recuerdos dolorosos… recuerdos que...
Abrió sus ojos con asombro, vergüenza y latente rabia, se encontraba mareada y bastante descompuesta.
Pudo verse a mi misma desvistiendose delante de aquel par de ojos ensombecidos por los mismos efectos del éxtasis.
Volvió a escuchar aquel conjunto de risas mezcladas, y contemplar las sonrisas estúpidas, cortesía de la maldita euforia.
Se vio a si misma gateando para llegar hacia él y sentarse entre sus piernas. Con sus dedos entretenidos sobre su camisa, jugando con ella, besando sus labios y barbilla, para por último... quitarle por encima del torso aquella tela que estorbaba.
Sus ojos comenzaron arder, su cabeza a doler.
Porque si, también se vio desabrochando su propio corpiño y permitiéndole tocar así sus pechos, su boca jugando con sus pezones.
Escucho la risa provenir de sus labios, “disfrutando” de su tacto y de su boca. Si, se ve tomando el control de sus pantalones, sólo para bajarlos y liberarle.
»Puedo verme… no, no...«
—Eun Bi. —Yugyeom le observó desde el pórtico, para retroceder de este antes de tocar.
»Soy yo, ejerciendo sexo oral… soy yo…«
—¿Eunbi? —el mayor corrió hacia ella para sostenerle entre sus brazos— ¿Qué ocurre? —preguntó al observar su palido rostro.
Pero lo unico que ella logró sentir fue la fría brisa chocar contra sus lágrimas saladas y heladas, en un juego de confrontación.
—Dime que no tienes nada que ver con lo que le pasó a tu novio. —pidió directamente, embelesado por el miedo ante el aspecto de su menor.
Al oírlo repentinamente hablar de Yoongi, Eunbi se atemorizo en gran manera.
—O-oppa… —le miró con aquellos ojos titilantes y dolidos.
»¿Acaso él sabía lo que paso anoche en casa de oppa? No es posible...«
—Lo siento mucho Eunbi. —Yugyeom se maldijo mentalmente, para rodearla entre sus brazos— No debe de ser nada fácil para ti. —la menor tembló entre su pecho, y él lo noto— Pero como anoche estabas por su vecindario, pensé que tu... ¿te viste con él a esas horas?
—Yo-yo… —no tenía palabras, temía ser juzgada ante sus ojos, porque eso haría, ¿no?.
—Se que es duro, lamentó mucho su pérdida, pero si él consumía… —dicho aquello, los oídos de Eunbi se turbaron y no logró oir nada más haya de aquello.
—¿Pérdida? —repitió susurrante, deseando no haber oído correctamente.
Porque aquella palabra sigue resonando cruda y dolorosamente. Un claro ejemplo de lo que no era buena señal para su radar.
—¿Acaso no lo sabes? —los brazos de Yugyeom se alejaron, soltandole con cuidado y lentitud, para así poder verle mejor, cara a cara— Esta mañana, fue encontrado sin vida…
Eran las diecinueve y treintaisiete de la tarde cuando Eunbi se enteró de la desdicha. Únicamente pudo llorar, llorar desconsoladamente entre aquellos fuertes brazos.
No comprendía, no podía entender absolutamente nada, porque su conciencia la sometía a duras preguntas y suposiciones que dañaban su alma.
Los recuerdos le atormentaban.
»No podía ser real, ¿verdad? ¡Claro que no! No estaba dispuesta a aceptar aquello. No, no, no y no.«
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