.24.
Por más que intentará e intentará, y valla que lo intentó con fuerza, no consigo nada, y es que mi mente se vuelve una gran y oscura laguna.
Me encuentro frustrada y enojada conmigo misma, más haya de si ocurrió o no aquello que nos temíamos junto a Sojung. La realidad es que a diferencia de suya, quien se encuentra claramente preocupada por mi, yo mí parte parte... me encuentro asqueada del grado al que llegué.
Yoongi oppa no se merece aquello, es decir, si ocurrió, sólo fue un grandísimo error de mí parte. Soy una verdadera escoria por haber necesitado del uso de anfetaminas ya que no tuve el valor suficiente para decir “no” y asi herir sus sentimientos.
Mierda, ¡seamos honestos! Sólo soy una horrible persona que se engaño al sentirse mejor consigo misma, creyendo que no “quería” herir sus sentimientos, cuando claramente lo estaría hiriendo por el simple hecho de utilizarlo como una estúpida pantalla.
Por favor, sólo me auto engaño, que quiera tapar el sol con mí pequeña e ingenua mano, no le quita su esplendor, menos su calor. Fui una clara imbécil.
Realmente no quería salir de la casa, mucho menos de las colchas, pero Sojung me obligó a levantarme del colchón, la verdad es que temia el salir. Porque al ser sincera, se que en cuanto cruce por aquella puerta, la seguridad de aquel dulce y calido hogar desaparecerá.
Mí espacio personal, mí zona de confort, todo desaparecerá en cuestión de segundos y aquella idea me aterroriza.
—Apúrate Eunbi —exigió mí mejor amiga detrás de aquella puerta, ya que decidió darse una pequeña ducha mientras yo dormía. Entonces sólo se encontraba esperándome.
La mañana del sábado era bastante friolento, la brisa no me generaba ayuda alguna, sólo el resultado del escarmiento hacia mis miserables comportamientos.
—Deberías de agradecerle a Yugyeom. —dijo de repente unnie— Ese muchacho fue realmente atento y bueno contigo. —baje la mirada apenada.
—Lo sé… -—usurre avergonzada, y le oí suspirar.
—¿No te ha mandado algún mensaje? —aún no le miré, solo apreté mis puños por encima de aquel jeans ajustado— Sólo recuerda hablar con él. —dicho aquello el silencio reino en todo el viaje de bus.
Para ser honesta, decidí apagar el móvil, no tenia el rostro para leer o escuchar algún mensaje de Yoongi oppa, mucho menos de Yugyeom oppa. No, realmente no podía.
Al llegar al sanatorio podía sentir el bombear de mí corazón en sólo veinticuatro cuadros por segundos; esto me ponía los nervios de puntas, lo hacía sentir todo tan real.
Apenas bajé aquellos escalones y observé las atentas miradas de mis padres con un cálido “buenos días hija” y apreciar sus bellas sonrisas, entonces no pude hacer más que bajar la mirada, porque si, me sentía indigna delante de ellos, de sus valores.
—Señorita Jung Eun Bi… —llamo el doctor, tan solo al oir aquella puerta ser abierta los nervios se hicieron aún mayor. Pero al oir mí nombre me turbe por completo.
Nunca me imaginé en esta condición, menos por una situación que ni siquiera pueda recuerdar, pero me temo, revele una vez más, que me estoy perdiendo por completo.
—Vamos… —los brazos de Sojung rodearon mí cuerpo, y sólo sentir su presencia a mí lado logró tranquilizarme en ciertos aspectos.
Con mis pasos entorpecidos y mis piernas tambaleando, pude encaminarme gracias al apoyo de su cuerpo alrededor del mío.
Al ingresar a la habitación de consultas, volví a perderme por completo, solo veía a unnie hablando, sus labios moviéndose y a el doctor asintiendo con su semblante de seriedad absoluta. No se que le dijo ella, no se que demonios era la expresión de él, pero si se que mis cinco sentidos se extraviaron por completo al momento en que me senté sobre aquella camilla y le observé aquel hombre tipear algo en su computadora, sólo para colocarse sus guantes y acercarse hasta mí.
Por más que mí cuerpo este aquí, mí mente, mí ser, y todo mí yo… no está, no me encontraba aquí.
En el lugar en dónde la mirada de Sowonie no era dirigida hacia mí, sino más bien hacia sus manos que se entrelazan con presión y nerviosismo.
Esto lo volvía aún más real, la forma en que las pupilas de unnie se contraían, el reflejo de sus retinas oculares, y es que el reflejo que veo en su mirada, es lo que soy en verdad.
Esta soy yo, una miserable, una cobarde, una engañosa vendedora de humo.
Mí cuerpo volvió en si en cuanto unnie suspiró aliviada y sostuvo mis manos para volver a ver al médico y sonreír agradecida. Me puse en pie en cuanto ella lo hizo, obligándome con su agarre a levantar el rostro y reaccionar.
—Por favor, cuídate. —voltee a ver al mayor quien me miró con una leve sonrisa de compasión. Reverencie al ver a unnie quien lo hizo primero y ambas salimos del consultorio en silencio, uno que ella rompió luego de horas, al subir al subte.
—En hora buena, me alegró de que no ocurriera nada anoche. —voltee a verla con un nudo en mi garganta— Pero, estás completamente fuera de foco, te das cuenta que esta situación es desastrosa, ¿verdad?
No podía hablar por más que quisiera, sabia que si lo hacía, rompería en llanto.
—Eunbi, estás apunto de perder a una buena amiga sin siquiera notar su ausencia; —fruncio el ceño— no estás consciente del daño que le estas ocasionando al resto, mucho menos...
—¿Hablas de ti? —alce la mirada con temor, no quería que fuera asi, temia por ello. So Jung es mí mejor amiga.
Y porque se la clase de persona que soy al jugar con los sentimientos de Yoongi, la clase de persona que fui al confundir el corazón de Hoseok, la clase de persona que quiero ser al meterme en medio de una familia consagrada. Se que puedo perder su confianza porque ya defraude la propia.
—No lo entiendes, no tienes ni la maldita idea. —negó frustrada para voltear hacia la ventanilla.
—Unnie…
—Maldición Jung, sólo te estás desmoronando y no te das a la idea. —estaba furiosa, decepcionada, y enojada— Dime algo, ¿de qué demonios me sirve gritarle a un sordo? —la primer lágrima cayó— Me refiero a ti misma, idiota. —nego— Ni siquiera notas la ausencia de tu verdadera persona, de aquella bella esencia, de tu propio aroma. Maldita sea, realmente no eres consciente de nada. —volteo su mirada.
Apreté con fuerza mis puños, estaba contristada, me encontraba humillada para conmigo misma, si, lo sé. Pero no podía decirme aquello, no a mí, no así.
—No, estás equivocada… —volteo a verme, y con pocas fuerzas sostuve la mirada, obligandome a no derramar una sola lágrima más delante suyo— Nada aquí vale la maldita pena… pero no es justo que me digas que… —no pude seguir.
No pude dar mí opinión, y no porque no supiera como hacerlo, sino que…
—¿Qué? —confronto— ¿Qué dirás ahora? —al decirlo en voz alta, estaría aceptándolo— Eunbi… —su tono era juicioso y su mirada negativa hacia toda mí persona. Cerró sus ojos para suspirar— No tienes argumentos, estás completamente en una tempestad de la que no tienes noción siquiera, necesitas ayuda.
Tan equivocada.
Al bajar del subte, sólo me alejé de ella, la oí gritar por mí, logré escuchar mí nombre ser pronunciado por sus labios... pero estoy cansada de pelear, cansada de oírla juzgarme y remarcando cada maldito error, de los que si, ¡soy consciente maldita sea!
Mí mente era un caos, mis emociones ni que hablar.
¿Porque este camino gris se siente tan largo?
Sin siquiera ser consciente de hacia dónde ir, mis pies se movilizaron por su propia cuenta.
E ingresé aquel taller, el único lugar al que sentía seguro, no quería regresar a casa, no estaba lista para ver el rostro de mis padres, de seguro el de mí hermana. No podía ir tras Yoongi, aún no, porque aunque tenga en claro que no tuvimos sexo, aún no recuerdo porqué demonios estaba desnuda, porque mis pezones dolían, o porque él estaba desnudo.
No me atrevía a llamar a Yugyeom, porque claramente le debía una explicación, una que no estaba ni dispuesta ni segura de como darla. En simple palabras, no tenia a dónde ir.
Asi que si, fue la mejor opción para mí, hoy no teníamos cita con Jimin y este lugar estaría vacío por más que sea de su propiedad. Me dejé caer en un escalón, llevando ambas manos hacia mí rostro, dejando salir toda la frustración, cada sentimiento encontrado, el dolor, la angustia, la bronca y la impotencia.
Porque las burlas y comparaciones siguen ahí, porque los complejos e inseguridades seguían ahí, porque el auto desprecio, la baja autoestima, la auto conmiseración, y la ansiedad, todo segue aquí, bien oculto dentro de mí corazón. Reforzado por una capa de auto suficiencia, de estándar, de belleza y auto superación, cuando claramente... es todo una farsa.
Lloré con ganas y con fuerzas, porque todo es una ficción, una en donde sólo me encuentro yo, siendo acaparada por mí propia sombra, una oscura y grande, tanto asi... que logró devorarme, sofocarme, confundirme por completo.
Una oscuridad que me llevó a develar mis peores sentimientos y deseos, una que me invitó a lo indebido, al pecado, a querer probar de aquella…
Unos fuertes brazos me rodearon sin previo aviso, reconocí una inconfundible colonia varonil que inundó mis fosas nasales, y es que sentir su respiración chocar contra mí piel era escalofriante.
Porque él es aquel fruto prohibido que quisiera probar, pero no me es lícito, no me es sano.
—¿Qué ocurre? —le oí preguntar luego de un rato de silencio, luego de sentirme temblar ante su pecho.
—Soy un maldito fenómeno… —solloce, más le sentí negar— lo soy… está todo… al revés… —su calidez era abrumadora, y el resultado de mí dolor.
—No entiendo que ocurre, pero eres perfecta tal cual eres. —susurro a mí oído, herizando mí piel, ardiendo cual veneno.
Negué, no importaba mí pena y vergüenza, merecía aquello, era consciente de ello.
A diferencia de lo que Sojung creía, yo era consciente y eso me volvia aún peor persona de lo que piensa ella que soy.
|….|
Ella no lo sabe, pero la vi, la observé desde aquella calle céntrica y aunque sabia que no era mí responsabilidad, la seguí.
Porque el verla caminar absorta en valla saber qué, con su mirada preocupada y desganada, lo admito, penetro y calo con profundidad en mí corazón.
Al ver como ingresó en el taller me descoloque, no comprendí pero ahí estaba ella, ¿y yo? estacionando el auto para bajar repleto de dudas, directo a su encuentro.
Se lo que le prometí a Yuna, que nada ocurriría, pero ella era parte de mí vida ahora.
Al oírle sollozar y gemir debido a su dolor, no pude pensar con claridad y sólo me acerqué dispuesto a consolarla; aún sin saber siquiera el porqué de sus lágrimas, aún sin comprender los balbuceos sin sentido que soltaba.
Pero en cuanto ella nombró aquello, perdí mis sentidos por completo, mí consciencia se perdió en su totalidad.
—Po-por poco... oppa y yo...
Al escucharlo de su dulce boquita, al sentirla temblar debajo de mí, a pesar de que no pudo terminar la oración, lo comprendí ybme volvió loco tan solo pensarlo.
Ella estuvo a punto de tener relaciones con alguien más, un alguien que no era yo. Asi que si, sólo me perdí, perdí la cabeza... por más malo que estuviera.
Calle su perfecto y dulce timbre de voz sin pensarlo ni por un momento más, chocando mis labios con brusquedad y pasión contra los suyos, y para mí sorpresa, ella no me apartó, al contrario, intensificó aquel beso.
Lo cual desató por completo en mí el deseo reprimido de hace dos meses, inundando mí ser por completo.
Lleve su frágil cuerpo rumbo al suelo, dejándola por debajo de mí tutoría, sus brazos rodearon mí cuello, y lleve mis manos hacia sus caderas, en dónde me moría por tocar. Pero solo acaricié sus muslos aún por encima de aquel sheans azul, le sentí rodear mí espalda por cada costado, ya no podía contenerme más.
Acerque mí pelvis y la embestí aun por encima de nuestras ropas, oyendo unos claros jadeos que me volvían completamente loco.
Estaba perdido por la locura, la excitación y completamente cegado por la lujuria, ella lo disfrutaba, yo lo disfrutaba, ambos queríamos esto.
¿Por qué seguir postergandolo aún más?
—O-oppa… —le oí gemir, mientras besaba su cuello recorriendolo a mí antojo— ha-hazlo~ —pidió en un susurro de excitación.
Alce la mirada para poder observarla por el rabillo de mis ojo. Sus mejillas sonrosadas, sus ojos brillantes, y sus labios... levemente inchados y morados.
Quería hacerlo, debía hacerlo y lo haría sin dudar.
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