.21.

Al observarlo de pie en aquella sala de artes lo supuse, acaba de hablar con Hoseok oppa. E inevitablemente las duras palabras de Sojung volvieron a carcomer mí conciencia.

Déjame recordarte que al igual que nosotras, Hoseok y Yoongi son mejores amigos, bueno, eran. Se han peleado el sábado al ver tu demostración de afecto, o debería de llamarlo, “plan de celos.”

Fue dura conmigo, soy consciente de que tiene razón al sentirse abrumada por mí comportamiento, pero por favor, ¡es mí mejor amiga!

Ella debería de comprenderme o al menos intentarlo, no necesitó que me enjuicien, mucho menos ella.

Suspiré para armarme del poco valor del que me considero portadora. Tome aquel picaporte y decidí abrirme paso adentro de aquel salón solitario.

—Oppa… —llame con dulzura, realmente deseaba que al menos le hubiera ido bien en su conversación con Hoseok oppa.

Este volteó a verme, podía presenciar aquella pesadez en su ojo izquierdo, me acerqué a pasos lentos e indecisos. Pero al llegar ante él, alce mis manos a su altura y tomé aquel parche para retirarlo y observar aquel ojo morado, levemente inflamado.

—Oppa… —mí corazón se encogió al contemplarlo. ¿Yo cause esto?

—No es tu culpa. —aseguró con un timbre de voz leve, mucho más de lo común. Mis ojos comenzaron a aguarse, no quería llorar, pero no podía evitarlo.

—L-lo siento tanto… yo-yo… —unnie tenía razón, sólo estaba siendo cruel, lo estaba usando y no medi las consecuencias.

Sus pulgares me tomaron por sorpresa, no me lo esperaba.

—Shh, está bien… —ronroneo cerca de la punta de mí nariz, no esperaba que su tacto me resultará tan agradable y cálido.

Porque ambos pulgares frotaban sus yemas contra mis mejillas, en busca de calmar mí llanto, logrando su cometido sin mucho esfuerzo. Logre sentir su respiración cercana a la mía, y me auto desprecie por llegar a este maldito punto.

—De-debo llevarte a la enfermería… —él no chito al respecto, sólo me dejó tomar su mano para dejarser guiar por mis tontos pasos.

En aquel transcurso no pude evitarlo, me cuestioné una y otra vez. Y es que entre las palabras cálidas de Yerin y las palabras duras de Sojung, ambas me demostraban el mismo rango de preocupación.

Porque lo se, mis peores demonios se encuentran tomando control de mí, lo sé, es lo que más me temía.

Al cruzar esa puerta, la gentileza de nuestra enfermera nos acogió. Ella siempre trató mis heridas, ya que en más de una ocasión fui a parar en la enfermería a causa de mis miedos e intimidación.

Situaciones simples como la necesidad de alejarme de las maliciosas risas, de las burlas, y de las personas.

Siempre me encontraba corriendo, tropezando y cayendo; raspando mis rodillas y con arcadas incontrolables

Posiblemente ella no lo sepa, pero sus sonrisas cálidas y conversaciones agradables, fueron el resultado del cariño y el amor genuino por lo que le estoy eternamente agradecida.

Porque me sentía segura aquí. Era mí fortaleza.

Su celular sonó, y su sonrisa desapareció a la brevedad, remplazada por una leve mueca de preocupación, que absorbió su bello semblante.

—Lo siento, debo de atender a un estudiante que acaba de lesionarse. —guardo su celular y me miro— Eunbi cariño, ¿puedes seguir aquí? Tú sabes como hacerlo.

Mejor que nadie. —asenti con un leve gesto de cabeza, ella se apresuró en salir casi corriendo.

Ambos nos quedamos por un momento en silencio, hasta que oí si timbre.

—No tienes porque hacerlo… —negué para tomar aquel hizopo entre mis manos, empapandole en aquellos líquidos que la enfermera Ailee preparo.

—Esto ardera. —mencione antes de aplicarlo.

—Hablo enser-ahg… —se quejo para cerrar sus ojos, y alejé el hisopo rápidamente.

—¿Arde? —indague con una mueca de preocupación sobre mí mirada.

Yoon abrió sus ojos y observó mí rostro, completamente sumergido en mis ojos. De modo tal, como si quisiera descubrir algo oculto y valioso en ellos.

Tragué con dificultad para acercar nuevamente mí mano hasta hasta su ojo lentamente.

—Lo haré devuelta, ¿bien? —no respondió, solo se quedó ahí, contemplandome en silencio, como si fuera a desaparecer en cualquier momento delante de él.

Y el miedo a que me desvaneciera, lo consumiera. Aquello le resultó tan tierno y culposo a mí desdichado corazón.

|…..|

—¿Te encuentras bien? —pregunte a penas verla tocar su brazo con una mueca de dolor en su bello rostro.

La menor asintió para voltear su mirada hacia aquel muchacho recostado en el suelo, siendo tratado por Ailee.

—Ye, ¿él estará bien? —pregunte preocupado, y ella asintió levemente.

—Esta muy débil, al parecer no durmió nada anoche y por los mareos puedo deducir que no comió nada desde ayer en la tarde. Jovencito Jung, ¿qué ocurre contigo? Debes cuidarte niño, estás en pleno desarrollo. Si hubiese sido unos escalones más arriba, tal vez no lo contarias… —la mayor se encontraba llamándole la atención como buena madre sobreprotectora.

Suspiré para voltear nuevamente hacia Sojung quien aún se encontraba a mí lado, sosteniendo su brazo izquierdo.

—¿Segura qué estas bien? —volví a insistir con preocupación, pero ella asintió nuevamente.

Restándole importancia al golpe que sufrió por el cuerpo de Jung mientras caía del escalón del segundo piso, terminando ambos en el suelo.

—Ailee, —ella volteo para verme, mientras sujetaba por los hombros al menor, a quién llevaría a descansar en la camilla luego de cerciorarse de que comiera algo y tomará unas medicinas— quiero que revises el hombro de la señorita Kim.

Asintio— Por supuesto…

—No, yo estoy bien direc-ahg... —se quejó al ser pecheada accidentalmente por unos estudiantes que venían jugando de mano.

Los fuertes brazos del director Kim se hicieron sentir alrededor del frágil cuerpo de la menor, quién se tenso al sentirlo tan cerca y de modo tan sobreprotector consigo.

—Oigan, deberían de tener más cuidado. ¿Qué es eso de jugar de manos por los pasillos sin siquiera ver por donde caminan?. ¿No ven qué hubo un accidente?

Ambos jóvenes se disculparon ante la severa llamada de atención del director Kim, quién resultaba dominante y de temer en estas condicciones.

Llamando la atención de todos los presentes, incluida Sojung, quién le miró confundida y a su vez absorta por la barbilla imponente del más alto.

—Señorita Kim, acompañame por favor… —llamo Ailee despertandoles del trance, y entonces el director la soltó lentamente para que la menor avanzará al lado de su mayor.




Las clases habían finalizado, ni Sojung ni Hoseok presenciaron las últimas horas, después de todo, Ailee les exigió que descansarán en las camillas de enfermería.

Eunbi no comprendía que había pasado con su mejor amiga o incluso con Hoseok, a quiénes les debía una disculpa sincera y una charla verdadera.

Ambos chicos tomaron sus cosas para salir del instituto, pero la más baja no dudo en mandarle un mensaje a la más alta, ya que ni siquiera sus pertenencias se encontraba en su pupitre. No sabía que más hacer, pero se encontraba preocupada por ella. Hasta que la voz de aquel muchacho la despertó de su propio trance.

—¿Ah? —le miré algo perdida— disculpa, ¿qu-qué has dicho? —pregunto aún desorientada. Este sonrió levemente

—Debemos conversar acerca de un asunto, ¿no es asi? —susurro cerca de mi rostro, y aquel repentino coraje del azabache logró ponerme de los nervios.

Pero no podría juzgarle, yo le di aquel lugar, le brinde la confianza que le faltaba y no se como detenerle, porque no quiero herir sus sentimientos, no quiero sumar a alguien más en aquella horrible lista de mentiras y daños colaterales.

Pero en cuanto estuve a punto de retroceder, reconocí aquel auto aparcado en la entrada del instituto, hoy no teníamos taller, Sinb tampoco habia venido, asi que conozco la razón de su llegada, yo.

—Eunbi, quiero que sepas que tú a mi me gustas desde… _tome su cuello para bajar su rostro, y alzando el mío, ambos dimos en el centro de nuestra necesidad, nuestros labios se unieron en un tierno beso.

La mirada de Jimin logró hacer acto de presencia, pero al abrir aquella puerta y salir del asiento del conductor, no pude apreciar sus ojos o la intensidad en su mirada, ya que se portaba unos lentes de sol oscuros.

Pero sabía perfectamente a quién se encontraba mirando y de que modo. Porque se le veía molesto.

Desaprobando aquello que también deseaba, pero sabia no podía tener.

Aumenté la intensidad en mi agarre y con ello, en aquel beso, el cual Yoongi no dudo en seguir al instante, rodeandome entre sus manos, aferrándolas a mi cintura.

No podía ver la chispa en los ojos de Park, pero aquellos puños cerrados, ejerciendo una presión tan fuerte que dejaban al descubierto aquel blanquesino inconfundible, me respondían a la incógnita. El rubio ejercía tanta fuerza en sus puños, demasiada furia canalizada.

Por mi parte, sonreí ante aquel sentimiento que generé en el mayor y sin contenerme, repetí aquel gesto que mi subconsciente grabo. Tal cual Sinb, su preciada hija, —como ironía del destino— me atreví a morder el labio inferior del azabache, para estirarlo levemente con orgullo.

Los pasos del mayor se hicieron oir, sin descaro alguno carraspeo su garganta, obligandonos a separarnos, ambos ligeramente jadeantes y “avergonzados.

—Ji-Jimin… hola… —sonrei con inocencia y modestia, completamente falsa— No sabia que vendrías hoy, ya que no tenemos taller, ¿no es asi? —pregunte con un tierno mohín.

Porque al fin comprendí, logran ser mi punto fuerte con los hombres.

—Es cierto, pero el desfile está por ponerse mucho más complicado, debemos de prepararte sin perder tiempo. —reconoció ideando una falsa excusa que suene creíble ante ambos jóvenes.

Porque lo cierto es que el rubio, solo queria hablar con ella y confirmar aquello que acaba de presenciar con sus propios ojos, de nuevo.

Ellos eran algo, no había duda de ello. Pero él no podía tolerarlo, por lo que observó detenidamente al azabache, con curiosidad.

Ambos se despidieron con un coqueteo dulce y encantadoramente juvenil.

—Oppa, —volteó para verla a su lado— ¿nos vamos? —su mirada reflejaba tanta inocencia que le resultó difícil de procesar la pasión con que besó aquel muchacho segundos atrás.

Asintió para seguirla hasta el auto, pero antes de ingresar como copiloto, la menor levantó su mano para saludar al azabache que le observaba atento.

Jimin intentó abrir conversación con un simple y tedioso: “¿Cómo estuvo el instituto?” ella rió por lo bajo para responder con naturalidad, pero no era tonta, sabia que el rabillo del rubio paraba directamente a sus piernas descubiertas, ya que aquella pollera se levantó levemente al sentarse y no se molesto en acomodarla.

Quería darle un poco de su propia medicina, tal cual él lo hacia en cada ensayo, con cada una de las llamadas inesperadas de su esposa, los apodos cariñosos que le brindaba, logrando encoger y acongojar el corazón de la menor.

Era un claro y directo mensaje que decía: “mirame, excítate, pero no puedes tenerme.” Y claro que él lo comprendía a la perfección.

Aquellas prendas cortas de la chica le tentaban, nunca pensó que el mismo uniforme que su hija portaba cada mañana, podría cargarse con tanta tensión sexual. ¡Por buda! Ya nunca volveria a ver con decencia a su hija. Tan solo si sus pensamientos fueran audibles, seria un claro delito moral.

—Oppa, ¿puedo poner música? —pregunto con dulzura, el mayor asintió tratando de desviar sus pensamientos impuros.

Por favor, no necesitaba una erección justo ahora. La pequeña se acercó un poco más hacía adelante, inclinado su cuerpo y abriendo ligeramente sus piernas.

Un acto vil e insinuante, si, pero que el mayor percibió como la misma inocencia en todo su esplendor, aún así, su entrepierna dolió.

Pero con gran fuerza de voluntad, se resistió aquello como todo buen hombre decente.

Una sonrisa carismática se dibujo en los labios de la menor al oír aquella bella canción en la radio, sólo para tatarear por lo bajo y observar por la ventana todo el transcurso del viaje.

“Caerás Jimin, sólo se trata de tiempo, y yo, resulto ser muy paciente.” 

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